Romina y las flores

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ROMINA Y LAS FLORES

Fabián Navas

De la colección Romina y la naturaleza

Romina quería tener un jardín, un jardín con flores de todos los colores, con colibrís, orugas, hormigas y mariposas iguales a sus flores, soñaba con mariposas negras, azules y verdes, con colibrís rojos y celestes, orugas blancas y hormigas amarillas y moradas, a Romina le gustan todos los colores, por eso soñaba con un jardín lleno de flores.

Romina vivía en una granja cerca de un bosque lleno de secretos, todas las tardes se sentaba a mirar cómo los últimos rayos de sol pintaban de un color dorado las montañas que quedaban detrás de su casa, una vez su padre le dijo que ese sol era especial, porque era el sol de los conejos y los cibricos que a esa hora se calentaban antes de regresar a sus

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casas. Esa noche en la cena, muy inquieta y llena de ganas de hacer su jardín, contó a sus padres el gran deseo que tenía de sembrar muchas flores para que nazcan mariposas.

–Para hacer un jardín tienes que trabajar mucho –le dijo su madre muy seria.

–Mamá, yo trabajaré todas las horas del día, de sol a sol como dice mi papi, te lo prometo, p or la garrita –dijo cerrando la mano y haciendo una especie de gancho con el meñique.

–Para sembrar las flores, primero tienes que remover la tierra, esta tiene que estar muy suave, sin piedras y sin otras plantas para que puedan crecer, –le dijo su padre.

–Si papi yo trabajaré mucho, mucho, mucho para hacer mi jardín con

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muchas flores, tú tienes que decirme dónde y regalarme todas las flores que conoces, deben ser de todos los colores para tener todas las mariposas del mundo.

Continuaron hablando sobre el jardín de Romina, su padre le dijo que al día siguiente saldría a recolectar todas las plantas de flores que él conoce y si encuentra alguna que no conociera también la traería, su madre le dijo que le mostraría el lugar donde sería el jardín para que pueda empezar a trabajar... Romina muy emocionada se fue a la cama y cuando se durmió soñó con su jardín, tenía muchas flores y por doquier revoloteaban mariposas de muchos colores.

Al día siguiente Alejandra, madre de Romina, le llevó al sitio donde sería su jardín y le dio la tarea de que retirará todas las piedras y las plantas que pudiera sacarlas, para que su padre le ayudara a remover la tierra cuando regresará.

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Su madre colocó algunas herramientas en una pequeña carretilla en la que Romina llevaba sus juguetes y la envió a que hiciera su trabajo, el lugar donde sería su jardín no quedaba lejos, más bien estaba detrás de su casa y hasta allá llegó, parecía toda una cultivadora de flores, llevaba botas de caucho color negras y un overol color verde…

Empezó quitando las piedras; las más pequeñas, las medianas y una que era muy grande, tuvo que hacerla rodar. Cuando no pudo más, la dejó allí para que le ayudará su padre. Luego empezó a quitar la maleza, esto era mucho m ás complicado porque arrancar las plantas de raíz era muy difícil, primero tenía que remover la tierra alrededor para luego sacarlas, entre las primeras que arrancó hubo una especialmente necia no quería salir, se aferraba a la tierra con todas sus raíces,

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entonces Romina se sentó junto a ella y le explicó que tenía que dejar ese pedazo de tierra, porque allí quería sembrar flores para que puedan nacer mariposas y que por favor saliera, y que si tanto le dolía dejar ese pedazo de tierra ella la sembraría en otro lugar cercano. Luego de haber conversado con aquella planta esta se dejó sacar de allí y luego Romina la llevó para que viviera en otro lugar. La llevó al final del huerto cerca de un arroyo, la planta estuvo de acuerdo en vivir allí porque le gustaba mucho el agua y le dijo que se apresurara, porque como un pez no puede vivir mucho tiempo fuera del agua, ella no podía vivir mucho tiempo fuera de la tierra, Isabel –así se llamaba la planta– le mostró el lugar exacto donde deseaba vivir, entonces Romina se dio cuenta que debería excavar un hoyo bastante profundo para que pudiera

vivir Isabel, se puso manos a la obra, pero el

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h o y o n o a v a n z a b a , mientras tanto Isabel seguía tendida en el suelo y ya empezaba a t o m a r u n c o l o r marchito. Isabel le insistía que se apresurará, p ero Romina ya no podía más y el hoyo todavía no era el apropiado. –Espera –dijo Isabel–voy a pedir ayuda, tus manos son muy pequeñas para hacer ese hoyo tan grande.

Isabel movía sus hojas y sus ramas, hasta que de atrás de unos arbustos apareció un armadillo y dijo:

–Isabel que te ha pasado, quien te ha hecho esto, por qué te han arrancado de la tierra…ya sé; fue esa niña, tranquila Isabel yo te voy a ayudar, primero déjame echarla de aquí…

Sin dar tiempo a nada se acercó a Romina

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dispuesto a atacarla para que se alejara y no le hiciera más daño a su amiga, Isabel la detuvo diciendo: Espera Juancho ella es mi amiga, ya te explicaré que pasó ahora tienes que ayudar a terminar el hoyo que está allí para que yo pueda tener un nuevo hogar, por favor Juancho tranquilízate.

Juancho, no sin replicar, aceptó las palabras de Isabel y se puso a terminar el hoyo, este estuvo terminado en poco tiempo, entonces Romina colocó a Isabel dentro, la tapó con tierra y le dio de beber mucha agua, cuando esta tarea estuvo terminada se sentó a descansar y Juancho con recelo se acercó a ella.

–Hola –dijo–perdona mi comportamiento, pero Isabel es mi amiga, yo la conozco desde que era una semilla y ella me da sombra cuando hay mucho sol, además sus hojas y sus flores tienen un olor que me gusta mucho.

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–Hola, soy Romina, tú debes ser Juancho, lo siento yo no quería hacer daño a Isabel, lo que sucede es que en la granja no hay mariposas y necesito sembrar muchas flores para que puedan nacer muchas, muchas, muchas mariposas de todos los colores.

–Esa es una idea extraña, las mariposas no se siembran.

–Claro que sí, las flores son las madres de las mariposas, ellas le regalan sus pétalos para que puedan usarlas como alas.

–No Romina, las mariposas…

En ese momento Isabel que ya se había recuperado del susto le dijo a Juancho.

–Juancho déjate de tus razones, más bien ayuda a pasar a mis hermanas a este lugar para que todas podamos estar juntas y que Romina pueda tener su jardín lleno de flores y que nazcan muchas mariposas.

Juancho ayudó a remover la tierra donde vivían las hermanas de Isabel, las que se

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dejaron trasplantar con mucha facilidad, él también hizo los hoyos de donde sería su nuevo hogar, allí Romina con mucho cuidado de no estropear sus raíces las colocaba y luego las tapaba con tierra. Terminada la tarea Juancho se despidió de Romina y de Isabel, prometió volver al siguiente día para ayudar con el jardín. Al medio día Alejandra llamó a Romina para q u e c o m i e r a , s a l i ó a presurada y feliz, antes se despidió de Isabel y l e d i j o q u e m á s t a r d e c i t o e l l a regresaría para darle más agua y más tierra si ella así lo deseaba, cuando entró a la cocina su madre le dijo. –Hola amor, ¿cómo estuvo el trabajo en tu jardín?

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–Estoy muy cansada mami, tuve que llevar a Isabel y a sus hermanas para que vivan cerca del arroyo, sino no querían salir de la tierra donde estarán las flores.

–No entiendo quién es Isabel. –Tranquila mami, no tienes nada de qué preocuparte. –Gracias mi Romi bella, ahora lávate las manos.

Durante la comida Alejandra contó que su papi las espera en el médico porque hoy es chequeo, así que luego de comer tendría que descansar un poco para luego bañarse y salir. Al regreso del médico hablaron de todo un poco, Romina le contó a su padre como había quedado la tierra para su jardín, él le dijo que mañana tiene que trabajar mucho pero que muy temprano dejaría lista la tierra para la siembra y que antes de irse le enseñaría Romina cómo debe sembrar las plantas.

Esa noche Romina soñó nuevamente con su

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jardín, le pareció extraño que las mariposas no salieran de los pétalos de las flores como ella pensaba, sino que venían volando desde el bosque y se posaban sobre las flores d e su jardín. Muy en la mañana su padre entró a l a habitación de Romina y le dijo.

–Ya perezosa tienes q u e l e va n t a r t e, tengo que enseñarte como debes plantar las flores.

Colgándose del cuello y dándole un beso a su padre le dijo.

–Ya papi… ya mismo me levanto. El padre rió de la pereza de su hija y antes de irse le hizo cosquillas en la pancita para que el sueño terminara de irse.

Romina llegó corriendo al jardín, sentía que había dormido demasiado, pero su padre apenas estaba terminando de remover la

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tierra.

–Hola pajarita, ¿no te dejaban venir pronto las cobijas?

–No papi esas cobijas son malas… muy malas

–No importa –dijo el papá– lo importante es que llegas justo a tiempo. Le indicó de que tamaños deberían ser los hoyos y como sacar las flores de las fundas negras para que no se estropearan y partió a su trabajo. Romina luego de desayunar salió de su casa a sembrar su jardín, antes fue a mirar cómo se encontraba Isabel y sus hermanas, cuando llegó junto a ellas, Juancho tomaba el sol de la mañana, tendido en una roca.

–Hola Romina, creí que no ibas a llegar, vine para ayudar en tu jardín –dijo Juancho.

–Muchas gracias Juancho, sí me demoré un poco, pero ya llegué, primero vine a ver cómo están Isabel y sus hermanas.

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–Muchas gracias Romina –dijo Isabel–estamos muy bien, claro que pasar la noche en un nuevo hogar siempre es un poco extraño, pero es muy lindo tener agua durante todo el día y eso te lo debemos a ti hermosura, por ello te estamos muy agradecidas. Juancho empezó a caminar hacia el jardín seguido por Romina que se despedía de Isabel y sus hermanas

–Juancho mira el hoyo que mi papi dejo hecho, debes hacerlos de esa manera para sembrar todas mis flores.

–Déjame a mi esos hoyos serán pan comido, soy todo un experto.

–Muchas gracias Juancho sin tu ayuda no podría sembrar mi jardín y no podrían nacer todas las mariposas.

–Bueno no se diga más trabajemos nuestro jardín Romina, verdad qué si lo puedo llamar

nuestro jardín…

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–Es nuestro jardín Juancho y también serán nuestras mariposas.

Siguieron charlando, mientras Juancho hacía los huecos, Romina con una tijera cortaba las fundas negras por el asiento, sacaba las plantas, las ponía en un hoyo, luego colocaba más tierra, hacía un canal alrededor de la planta y lo antes posible les daba agua, suponía que debían tener mucha sed y así era. Cuando ter minaron de sembrar todas las plantas se sentaron al borde del jardín satisfechos del trabajo. –Romi, tu jardín será muy hermoso porque tendrá muchas, muchas flores. –Flores de muchos c o lores, blancas, amarillas, rojas, azules, tomates… y luego todas, un

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día después de que hayan sido cobijadas por el arcoíris, se convertirán en mariposas de todos los colores y esa ocasión será un día maravilloso en mi vida, tienes que venir Juancho para que mires esa magia secreta de las flores...

Juancho la miró con cierta preocupación, iba a reclamar aireado como siempre lo hacía, pero recordó las palabras de Isabel; “Romina es una niña muy pequeña y ha construido ideas extrañas que para ella son sueños y tú no puedes romperlos, cuando te cuente lo de las mariposas no seas impertinente”. –Y cuánto tiempo demorará todo esto que me cuentas Romi.

–Pues no estoy segura Juancho, el tiempo es raro, yo no lo entiendo muy bien, pero debo estar atenta al sol, a la luna y a las estrellas y cuando sea tiempo voy a donde Isabel para que te avise.

–Romi y si esa magia que me cuentas no llega

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a suceder, digamos que el día exacto no aparece el arcoíris y al siguiente día las flores siguen siendo flores y no mariposas.

–Hay Juancho no digas esas cosas, la magia siempre se cumple; además eso tiene que suceder, porque las flores cuando nacen toman el color del arcoíris, luego que son mariposas y tienen que irse al cielo de las mariposas, que es un cielo transparente, ellas dejan todo el color en el arcoíris que es quien les prestó.

–Eso no sabía Romi y es muy lindo saber, para nunca matar a una flor, porque si no podríamos perder los colores en el mundo.

–Eso no había pensado Juancho, pero es verdad, hay proteger a todas las flores y a las mariposas.

–Si Romi eso debemos hacer, defender las mariposas, las flores, y toda la naturaleza, pero antes de esos debemos ir a la casa de todas las mariposas a donde ellas se reúnen

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para bailar con los árboles, las hojas y el viento.

–Si Juancho debemos ir allí.

–Bueno Romi, te aviso cuando podamos ir al árbol de las mariposas, hay que pedir permiso a toda la naturaleza para que tú puedas llegar, sino no te dejarían llegar porque no se permiten que los humanos entren a los sitios sagrados.

–Muchas gracias Juancho, eres mi amigo uno de los mejores.

–Adiós Romi, cuida mucho del jardín y de Isabel.

–Siempre, Juancho, siempre.

Fin 1

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