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153 Rafael Jiménez-Camino (Fundación de Cultura “José Luis Cano”, ESPACIOS URBANOS EN EL OCCIDENTE MEDITERRÁNEO (S. VI - VIII) / 153 - 164 Ayuntamiento de Algeciras), Darío Bernal (Universidad de Cádiz) José Antonio Riquelme (Universidad de Granada), Mila Soriguer (Universidad de Cádiz) José Antonio Hernando (Universidad de Cádiz), Cristina Zabala (Universidad de Cádiz)

¿CONTINUIDAD O CAMBIO EN LA DIETA ENTRE LA POBLACIÓN BIZANTINA Y PALEOANDALUSÍ? APROXIMACIÓN A PARTIR DEL REGISTRO FAUNÍSTICO DE DOS INTERVENCIONES ARQUEOLÓGICAS EN ALGECIRAS 1. INTRODUCCIÓN Este trabajo analiza desde un punto de vista arqueozoológico el contenido de dos depósitos excavados en la ciudad de Algeciras, uno de época bizantina y otro emiral, formados por escombros y basuras entre los que se hallaron cierta cantidad de restos de fauna terrestre y marina. La investigación se integra en el marco de actuación del Proyecto de Excelencia SAGENA (HUM-03015), de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía y se ha materializado gracias al convenio marco de colaboración que tienen suscrito el Ayuntamiento de Algeciras, a través de la Fundación Municipal de Cultura “José Luis Cano”, y la Universidad de Cádiz, a través del grupo de investigación HUM-440, en materia de investigación y divulgación de la actividad arqueológica de la ciudad. La primera de estas instituciones ha sufragado el estudio de la fauna terrestre, realizado por José Antonio Riquelme, mientras que la segunda se ha hecho cargo de la marina, en el que han participado: Mila Soriguer, José Antonio Hernando y Cristina Zabala. Este artículo constituye un segundo acercamiento al análisis arqueozoológico del yacimiento romano de Algeciras, iniciado con el “Proyecto de análisis arqueozoológico y palinológico de la factoría de salazones romana de Algeciras (c/ San Nicolás, 3-5)”, ejecutado por la Universidad de Cádiz mediante un contrato de transferencia de la investigación firmado con la Fundación Municipal de Cultura “José Luis Cano”. En aquel momento se analizaron 1767 restos óseos de fauna terrestre entre los que se halló un número mínimo de 158 individuos, 1787 restos de moluscos entre los que se contabilizó un número mínimo de 852 ejemplares y una pequeña muestra de peces. Por lo que se ha convertido en un trabajo de referencia que, además, ha deparado novedosas hipótesis y líneas de trabajo. Por señalar sólo los ejemplos más relevantes, el proyecto permitió constatar evidencias sobre la producción de conservas cárnicas en la factoría, documentar un vivero de ostras y su uso en la elaboración de conservas, la importancia en la explotación de pescados como la sardina o el boquerón y el uso de nuevos taxones en este tipo de contextos –caso del pargo, el mero, la ballena o el tiburón-, entre otras muchas cuestiones (BERNAL, ed., 2009, BERNAL, ed., e.p.; ROSELLÓ y MORALES, e.p.).

El yacimiento romano-bizantino de Algeciras se localiza en el extremo oeste de la bahía homónima, en el margen derecho de la desembocadura del río de la Miel, cuyo cauce está actualmente soterrado. Desde los años noventa se han realizado diferentes intervenciones arqueológicas en las que se ha descubierto parte del barrio industrial de una ciudad romana (BERNAL, ed., e.p.; JIMÉNEZ-CAMINO Y BERNAL, 2007). Los investigadores la identifican con la colonia Iulia Traducta citada por algunos autores clásicos. Está ciudad fue fundada en torno al cambio de era y estuvo ocupada, ininterrumpidamente, hasta la llegada de los contingentes árabo-beréberes a principios del siglo octavo. Éstos elegirán un nuevo emplazamiento (Jiménez-Camino y otros, 2010a), para la edificación de la ciudad de al Yazirat al-Hadra, separado del anterior por el cauce del río de la Miel. La nueva fundación llegará a ser capital de una kora y permanecerá en manos andalusíes hasta finales del siglo XIV –con un breve episodio de domino castellano entre 1344 y 1369–, momento en el que los nazaríes la destruyen y abandonan. El objetivo del trabajo ha sido el análisis del contenido de estos basureros que tienen similares características en cuanto a la génesis de los depósitos y al volumen de especies incluidas en los mismos, para tratar de rastrear si las variaciones demográficas, políticas y culturales producidas entre la Antigüedad Tardía y el comienzo del Período Islámico afectaron a la dieta de la población local. Somos conscientes de las limitaciones de la muestra debido, fundamentalmente, al discreto volumen de individuos y a la conservación del material óseo, por lo que este estudio pretende ser una primera aproximación al problema y un punto de partida para posteriores investigaciones. La escasez porcentual implica una representatividad relativa de algunas especies, que hay que tener en cuenta a la hora de valorar el registro, especialmente en el caso de la ictiofauna, donde llama la atención su casi nula visibilidad. Ello puede estar revelando un problema de orden metodológico. La ausencia de cribado del sedimento en ambas excavaciones ha podido condicionar la obtención de huesos en función del tamaño. De otro lado, la biomasa aportada por bivalvos y gasterópodos es muy reducida. Sin embargo, a pesar de estas limitaciones el estudio inicia un listado de taxones consumidos por épocas y ha permitido formular algunas hipótesis de carácter general para contrastar en el futuro.


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han seguido los criterios de BOESSNECK y otros (1964). Respecto a los restos óseos de especies en las que no quedaba muy clara su asignación a la forma doméstica o silvestre -como es el caso de cerdo y jabalí-, se ha optado por incluirlos en la forma doméstica, asumiendo el riesgo de que ésta se vea ligeramente sobrevalorada. La estimación del número mínimo de individuos (NMI), en el caso de la fauna terrestre, se ha calculado siguiendo el criterio de escoger entre los huesos pares aquellos que contaran con mayor número de piezas de uno de los lados. El NMI obtenido de esta forma se ha modificado cuando la determinación de edades y sexos no concordaba con la primera estimación. El cálculo de la edad de sacrificio se ha realizado en función de la fusión de las epífisis en los huesos largos y el desgaste y reemplazo de las piezas dentales, siguiendo los criterios elaborados por el Laboratorio de Arqueozoología de la Universidad Autónoma de Madrid (Morales y otros, 1994). La diferenciación sexual se ha podido determinar a partir del dimorfismo que han presentado algunas porciones esqueléticas, y que se manifiesta tanto en diferencias morfológicas de tamaño como en la presencia/ausencia de caracteres concretos. No ha sido posible realizar el cálculo de la altura en la cruz de las especies animales determinadas al no aparecer ningún hueso largo completo.

Lámina 1. Situación de las intervenciones arqueológicas y de los yacimientos romano y andalusí de Algeciras.

La metodología para el estudio de moluscos y peces ha sido desarrollada en un reciente artículo (Soriguer y otros, 2009). En cuanto a los criterios para el análisis de la fauna terrestre destacar que la identificación y clasificación taxonómica de la muestra ósea se ha realizado con la colección comparativa de José Antonio Riquelme. La bibliografía complementaria empleada ha sido la siguiente: PALES y LAMBERT (1971) y BARONE (1966). Dentro de la categoría de ovicaprino se han incluido los fragmentos óseos en los que no ha sido posible diferenciar la oveja y la cabra, por tratarse de restos que carecían de zonas diagnósticas para su clasificación o en los que éstas eran poco claras. De ahí que, en general, pueda observarse cierta complementariedad entre las piezas asignadas a ovicaprino y las de oveja y cabra, siendo en el primer caso costillas, vértebras y fragmentos de diáfisis de huesos largos fundamentalmente. En los casos en que sí ha sido posible su diferenciación, se

2. LA EXCAVACIÓN DE LA CALLE DOCTOR FLEMING, 6 Y LOS VERTIDOS BIZANTINOS (C. 575-625 D.C.) En mayo del año 2006, uno de nosotros llevó a cabo una intervención arqueológica en un solar de la calle Doctor Fleming (Jiménez-Camino y Bernal, e.p). El diagnóstico consistió en la realización de tres sondeos de 3x3 metros que tenían por objeto evaluar la potencia arqueológica de la parcela. Sólo se agotó la secuencia en el primero y el tercero, situados en los extremos de ésta. En ambos se documentaron tres períodos –bizantino (c. 575-625 d.C.), bajomedieval (c. 1279-1369 d.C.) y contemporáneo (siglos XX y XXI)– separados por dos episodios de abandono prolongado correspondientes, grosso modo, con la alta Edad Media y la Edad Moderna. Dentro del período que nos ocupa se han determinado dos fases, compuestas ambas por un momento de construcción y uso; y otro de amortización: • Fase 1. En ambos sondeos se ha documentado cómo sobre el nivel geológico, compuesto por arcillas terciarias –posiblemente regularizadas para ser utilizadas como un pavimento en el sondeo 3–, se ha depositado un potente nivel de basuras y escombros. Este depósito que alcanza los 80 cm de espesor ha sido etiquetado con tres unidades estratigráficas -115, 119 y 121- en el sondeo 1 y con otras tres en el sondeo 3 –316, 317 y 315, aunque ésta última posee muy pocas inclusiones–. Estaba compuesto por


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Tabla 1. Comparación de la fauna terrestre de los niveles bizantinos con los paleoandalusíes, en cuanto a: Número de Restos Determinados (NRD), Número Mínimo de Individuos (NMI) y peso de las especies de mamíferos determinadas (en gramos). (*) No se incluye en el peso del material determinado los 22 gramos correspondientes a las clavijas óseas de Bos taurus, ni los 89 gramos de esa misma porción esquelética de ovicaprino porque podrían distorsionar los valores reales.

mampuestos, restos de opus signinum, fauna terrestre y marina, objetos de vidrio y un variado repertorio cerámico muy fragmentado y rodado integrado por ánforas, cerámica común y vajilla de mesa. • Fase 2. Sólo se ha conservado en el sondeo 1, donde sobre los niveles de la fase anterior se construye un pavimento de grandes lajas. Posteriormente, un derrumbe de mampuestos –UE 116– en el que también quedaron atrapados restos de fauna selló definitivamente la secuencia. Un estudio preliminar de los materiales hallados en ambas fases no ha deparado grandes diferencias cronológicas entre una y otra. El repertorio anfórico estaba constituido por contenedores, tanto africanos: Keay LXI, LXII y spatheia, como orientales: Keay LIII y LIVbis- y vajilla de mesa –ésta vez de procedencia exclusivamente africana: ARSW D: Hayes 91C, 99B y C, 103,

104A, 107, 108 y 109)– típico de los contextos bizantinos del Mediterráneo Occidental y que ha sido datado entre los años 575 y 625 d.C. (vid. Jiménez-Camino y Bernal, e.p.). La casi totalidad del registro analizado para este trabajo pertenece, no obstante, a la fase 1 –fauna terrestre: UU.EE. 115, 118, 119 y 121, en el sondeo 1 y UU.EE. 316 y 317, en el sondeo 3; fauna marina: UU.EE. 115, 119 y 121, en el sondeo 1 y UU.EE. 317 en el corte 3–, mientras que a la segunda fase –U.E. 116– sólo pertenecían cinco ejemplares de fauna terrestre –un fragmento de costilla, otro de la pelvis y una falange 2ª de Ovis aries (peso 15 gr.), un metatarso de ovicaprino (peso: 7gr.) y un fragmento indeterminado (peso: 12 gr.)– y otros tantos de marina –uno de Venus verrucosa, dos de Patella caerulea, uno de Patellea vulgata y otro de Monodonta turbinata–.


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2.1. La fauna terrestre La muestra alcanza un número de 17 individuos como mínimo. Salvo los restos pertenecientes a animales de compañía y, posiblemente, el équido, las demás especies representadas formarían parte del consumo alimentario. Se aprecia un claro predominio de restos óseos pertenecientes a cabañas ganaderas frente a fauna silvestre, entre las que destaca la presencia de la cabaña bovina que ocupa el primer lugar en NRD –Número de Restos Determinados–, NMI –Número Mínimo de Individuos– y peso del material óseo determinado. El ganado vacuno (Bos taurus), era la principal fuente alimentaria, ya que a éste corresponde el principal volumen de restos y, en consecuencia, su biomasa también se ha convertido en la de mayor significación en toda la secuencia. En cuanto a las porciones esqueléticas representadas (tabla 2), las apendiculares son las más numerosas seguidas por axiales y craneales, destacando por su número los fragmentos de vértebras, costillas y falanges. En la muestra se encuentran representadas las cohortes de edad juvenil subadulta y adulta, aunque los dos primeros grupos con valores mínimos. Resulta significativo que no haya ningún infantil y el claro predominio de los individuos sacrificados en edad adulta. Este último grupo de edad está representado tanto por machos –al menos dos individuos–, como por hembras, lo cual indica la utilización previa de estos animales en labores agrícolas y de transporte antes de servir como alimento. La distribución por sexos no presenta un predominio claro de ninguno de los grupos, indicándose una utilización de toda la cabaña con la misma finalidad de satisfacer la demanda existente. Se incide por tanto en esa idea de aprovechamiento previo de esta especie, considerando no sólo su fuerza sino también otros productos secundarios que puede aportar (leche o estiércol por ejemplo), retrasándose su sacrificio hasta momentos avanzados de su desarrollo. La cabaña ovicaprina ocupa el segundo lugar, tras el vacuno, en cuanto a NRD, NMI y peso del material óseo determinado. Se ha determinado la presencia de oveja (Ovis aries) y cabra (Capra hircus) en base sobre todo a fragmentos de clavijas óseas y zonas diagnósticas de huesos largos, aunque la escasez de material y la fragmentación que lo afecta ha impedido establecer con claridad la importancia de una especie u otra en la composición de los rebaños, si bien en este caso parece existir una pequeña diferencia a favor de la oveja. Al igual que ocurría en el caso anterior las porciones esqueléticas mejor representadas son las apendiculares seguidas de axiales y craneales (tabla 2), siendo los fragmentos de costilla y mandíbula las más numerosos. En relación con la edad de sacrificio, se encuentran representadas las cohortes de edad juvenil, subadulta y adulta. Aunque la escasez de material

óseo determinado y, por tanto, de individuos impide realizar apreciaciones sobre su distribución, el sacrificio de ovicaprinos, con una finalidad claramente alimentaria, podría haberse efectuado de forma prioritaria sobre los ejemplares que por lo menos hubieran superado los dos años, incluyéndose por tanto en la cohorte de adultos. En ningún caso hemos constatado la presencia de ejemplares que puedan considerarse claramente como seniles. De los ejemplares que se mantuvieron hasta una edad adulta podría considerarse que no sólo sirvieron para asegurar el reemplazo de la cabaña, sino que de los mismos también se aprovecharía tanto la leche de ovejas y cabras como la lana de las primeras. La cabaña porcina (Sus domesticus) ocupa el tercer lugar en NRD, NMI y peso del material óseo determinado, tras vacuno y ovicaprino. Las porciones esqueléticas mejor representadas son las pertenecientes al esqueleto apendicular seguidas por craneales y axiales (tabla 2), destacando por su número los fragmentos de mandíbula, costilla y húmero. Es de resaltar la ausencia de piezas vertebrales, hecho que debería asociarse a la fragmentación producida durante los procesos de despiece y consumo alimentario, lo que conlleva a la dificultad de identificación de estas piezas y a su consiguiente inclusión en el grupo de los no identificados. Debido a la escasez de material no se ha determinado preponderancia de ninguna de las cohortes de edad determinadas (juvenil, subadulta, adulta) en cuanto a la edad de sacrificio se refiere. La principal fase de sacrificio de los ejemplares de porcino se establece en el grupo que engloba los últimos estadios de la cohorte de juveniles y los adultos de primera edad, aproximadamente entre los 18 y los 30 meses. Este hecho unido a la presencia de cerdos de edades menores, plantea una estrategia de producción centrada en el abastecimiento cárnico, tras un período justo de cría, ya que en líneas generales no puede obtenerse ningún beneficio de ellos durante su vida. Sólo parte de la cabaña alcanzaría fases de edad superiores con la finalidad de asegurar su regeneración. Los restos óseos de perro (Canis familiaris) son relativamente escasos, aunque su presencia podría ser más numerosa en base a las huellas de mordeduras de carnívoros que presenta el material óseo. Por otra lado, es necesario tener en cuenta que esta especie sería responsable de la desaparición de parte del material óseo arrojado después de consumido por el hombre, sobre todo en lo que concierne a huesos de individuos infantiles. Como corresponde a una especie sin importancia alimentaria, la muerte del perro se produjo en estadios de edad avanzada. La fauna silvestre se encuentra representada por ciervo (Cervus elaphus) y conejo (Oryctolagus cuniculus), ambos relacionados con la actividad cinegética y con una presencia muy puntual. La única especie de ave de corral identificada es la gallina (Gallus gallus), también con escaso material determinado.


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El análisis del material óseo analizado pone de manifiesto la existencia de unas cabañas ganaderas cuyo control y reemplazo se encuentra plenamente asentado, fundamentado en la presencia de ganado vacuno, ovino, caprino y de cerda, en cuyo consumo se basa la alimentación. Tanto la edad de sacrifico como la determinación del sexo, en los casos en que ello ha sido posible, indican un uso y control de los rebaños ganaderos para la obtención de toda una serie de productos básicos: carne, leche, lana, transporte y trabajo agrícola. La fauna silvestre tiene una escasa representación en cuanto a número de especies, determinándose sólo la presencia de ciervo y conejo con unos valores muy bajos en ambos casos. La presencia de especies que no tienen interés alimentario: caballo1 y perro, debería ponerse en relación con la existencia de algunos espacios dedicados a vertederos. En éstos no sólo se arrojarán desechos alimentarios, sino que también servirán de enterramiento o lugar de abandono de animales muertos. La escasez de material óseo perteneciente a especies silvestres impide matizar si su presencia se debería poner en relación con una caza que complemente y diversifique el consumo cárnico de especies domésticas, o bien se trataría de una actividad de tipo lúdico relacionada con el prestigio de las clases sociales superiores. 2.2. La fauna marina Se han localizado restos pertenecientes a nueve especies de bivalvos y siete de gasterópodos (vid. tabla 3 y figura 2). Éstos últimos dominan desde el punto de vista del NMI, sobre todo Monodonta turbinata, y de manera global los ejemplares del género Patella.

Lámina 2. Perfil estratigráfico de la excavación de la calle Doctor Fleming, 6 (arriba). 1. Fauna terrestre de la U.E. 115; 2. Selección de malacofauna de la U.E. 115: a. Patella sp; b: Acanthocardia echinata; c: Glycymeris sp; d: Cerastoderma edule; e: Venus verrucosa; f: Monodonta turbinata; g: Patella sp; h: Patella ferruginea; i: Ostraea edulis; j: Murex brandaris; 3. Mandíbula de cerdo; 4. Fragmento distal de húmero de cerdo con fractura; 5. Vértebra axis de carnero con huellas de despiece; 6. Diente inferior de caballo; 7. Calcáneo de ciervo; 8. Dientes superiores y fragmento distal de metatarso de vaca con huellas de mordedura de perro (individuo adulto); 9. Costilla de vaca con huellas de cortes, tanto en sus extremos como en el centro; 10 y 11. Material óseo de cabra (clavija, escápula y metacarpo). La clavija se encuentra serrada en su base y al metacarpo le falta la epífisis distal (carroñeada por perros).


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En cuanto al hábitat al que pertenecen estas especies, independientemente del grupo taxonómico, predomina el medio rocoso, tanto en gasterópodos como en bivalvos. Es significativa la ausencia de peces en el registro que interpretamos se debe a cuestiones de representatividad –volumen de la muestra y pertenencia a una única excavación– y metodología en la obtención de los datos –ausencia de criba que discrimina a favor de las especies más grandes–. 3. LA EXCAVACIÓN DE LOS VERTIDOS EMIRALES DE CALLE SAN ANTONIO, 21 (S. VIII/IX) Entre los meses de agosto y septiembre de 2002, uno de nosotros dirigió una intervención arqueológica de urgencia en un solar de la medina andalusí (vid. Suárez y otros, 2006). El diagnóstico consistió en la realización de tres sondeos. De especial interés para nuestro estudio es el resultado obtenido en el sondeo número dos –de 2,7x4,5 metros de superficie–, dónde se documentó la excavación de una fosa en el nivel geológico, posteriormente colmatada por un potente nivel de basuras y escombros (U.E. 2022) sobre el que se depositaron otros dos niveles de idénticas características (UU.EE. 2016 y 2019). Las tres unidades son, en realidad, un mismo paquete homogéneo con una potencia máxima de 1,30 metros formado por abundante material constructivo, restos de fauna terrestre y malacofauna –estudiados en el presente estudio–, escorias de mineral de hierro que indican la existencia, tanto de hornos de fundición como de un taller de forja en las inmediaciones (JIMÉNEZ-CAMINO y otros, 2010b), recipientes cerámicos muy fragmentados y una decena de feluses. Una primera aproximación al estudio del repertorio cerámico y numismático (SUÁREZ, y otros, 2006) situó el conjunto a mediados del siglo IX como fecha extrema, fundamentalmente, a partir de la comparación del material cerámico con el estudio sistematizado realizado en Marroquíes Bajos (JAÉN; PÉREZ, 2003). La catalogación posterior de las monedas (CANTO Y MARTÍN, 2009) y la publicación de contextos de características similares con una fecha ante quem situada a principios del siglo IX (CASAL y otros, 1. Se han recuperado restos de un único individuo adulto. Tanto la morfología como la biometría de sus piezas dentales ha permitido determinar que se trata de caballo (Equus caballus) y no de asno.

Tabla 2. Desglose anatómico de las especies de mamíferos determinadas en el nivel bizantino de la calle Doctor Fleming, 6.

2005), ha abierto la puerta para plantear una datación más antigua del conjunto –siglo VIII–. Sea como fuere estos niveles inauguran la secuencia de la ocupación medieval de Algeciras. 3.1. La fauna terrestre La mayoría de las especies de mamíferos representadas en el depósito formaron parte del consumo alimentario, a excepción de los équidos y los animales de compañía (perro y gato), donde no queda claro debido a la escasez del material identificado. Se han documentado siete especies de mamíferos: équido, vaca, oveja, cabra, perro, gato y conejo. También se han recuperado diez huesos de gallina. La cabaña ovicaprina (Ovis aries/Capra hircus) se configura como la base alimentaria de la población, con un consumo más significativo de ove-


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ja que de cabra. Ocupa el primer lugar en NRD y en NMI y se sitúa tras el ganado vacuno en cuanto a biomasa aportada para el consumo alimentario. Las porciones esqueléticas mejor representadas son las apendiculares, seguidas de las axiales y craneales, destacando por su número los fragmentos de costilla y tibia (vid. tabla 4). Una mayor presencia de animales sacrificados en edad juvenil y adulta, podría indicar la eliminación selectiva de individuos machos en esta etapa de su vida para el consumo de carne de mayor calidad, ya que su permanencia en el rebaño hasta la edad adulta no sería rentable. Mientras que el importante número de ejemplares sacrificados en edad adulta, principalmente hembras, parece apuntar tanto a la obtención de leche y lana, como al reemplazo de los rebaños. El ganado vacuno (Bos taurus) es la segunda cabaña ganadera mejor representada tras el ovicaprino en cuanto a NRD y NMI y la primera en biomasa aportada. Las porciones esqueléticas mejor representadas son las pertenecientes al esqueleto apendicular seguidas por axiales y craneales, destacando por su número los fragmentos de costillas, vértebras y metacarpo. En este caso sí que se encuentran presentes en el material óseo analizado tanto fracturas como huellas de cortes, que indicarían que estos animales fueron utilizados, principalmente, por su carne. Los restos recuperados han sido clasificados por cohortes de edad dependiendo del estado de fusión epifisaria y del desgaste y reemplazo de las piezas dentales. Se ha determinado la presencia de todas las cohortes de edad, salvo la subadulta. Por lo que éstas podrían estar indicando un sacrificio de animales jóvenes para el consumo cárnico y la existencia de animales adultos, tanto para el control y reemplazo de los rebaños –buscando la optimización de carne y la obtención de productos secundarios (leche y queso)–, como para las tareas de tiro y tracción. No aparecen restos óseos de cerdo, suponemos que por las prohibiciones al respecto de la ley islámica. Aunque hemos de apuntar que en otros yacimientos peninsulares de época medieval aparecen restos de esta especie, si bien en reducida cantidad. Se ha argumentado que su consumo, vinculado principalmente a zonas rurales, se debe a la alimentación tan económica que exige y a su aprovechamiento total (García, 1983, cfr. Martínez, 2009). El conejo (Oryctolagus cuniculus) está escasamente representado como es lógico en una especie de pequeña talla. Todas las porciones esqueléticas representadas son del esqueleto apendicular. Los restos pertenecientes a équidos han sido también escasos, hecho que ha impedido realizar la distinción a nivel de especie. No se han apreciado evidencias claras de cortes en el material óseo que pudieran indicar su inclusión en el consumo alimentario. Además, algunos autores árabes indican su escaso empleo como alimento (Díaz García, 1982-83). Por ello

nos inclinamos más a pensar en cuestiones relacionadas con el transporte y el trabajo agrícola como empleo principal de estos animales. La discreta presencia de animales de compañía –Canis familiaris y Felis catus– responde a que se trata de especies sin ningún interés desde el punto de vista alimentario. La presencia del perro es apreciada, también, a partir de las frecuentes marcas de mordeduras sobre el material óseo de otras especies. La gallina (Gallus gallus), por último, era un animal muy apreciado (García, 1983). Las fracturas y cortes presentes en el material óseo indican que estos animales fueron utilizados principalmente por su carne. Todos los individuos determinados han sido sacrificados en la edad adulta y sólo en un caso ha sido posible determinar el sexo gracias a un tarsometatarso –ejemplar macho–. Aunque la colección ósea estudiada es pequeña, de su análisis parece desprenderse que su recuperación provendría de un vertedero de desperdicios de todo tipo, no sólo por los desechos alimentarios sino también por la presencia de restos óseos de animales tanto de compañía (perros, gatos) como dedicados al transporte (asno) y que se arrojarían completos. 3.2. La fauna marina En esta excavación se han encontrado un total de ocho especies de bivalvos, mayoritariamente de conchas fuertes y robustas, en general muy fragmentadas y erosionadas. Además se han documentado dos especies de gasterópodos y una vértebra de osteíctio, posiblemente de Thunnus thynnus (vid. tabla 3). Desde el punto de vista del hábitat, se observa el predominio de especies de bivalvos de fondos blandos. 4. CONCLUSIONES Hemos de insistir de nuevo en el carácter poco representativo de la muestra analizada en términos cuantitativos y en la complejidad de realizar comparativas a nivel comarcal por la ausencia de evidencias publicadas. Con todo, sí parecen detectarse algunas apreciaciones sugerentes que a continuación presentamos. A tenor del registro faunístico analizado los cambios más significativos en el aprovechamiento de los recursos terrestres se deben a la ausencia de suidos2 en los niveles islámicos que, como sabemos, está originada en una restricción legal musulmana (GARCÍA, 1983) y a la aparente inexistencia de caza en éstos mismos niveles –aunque tenemos que remarcar que su cons2. También constatada en otra ciudad de este ámbito, Ceuta, pero en un momento posterior –el siglo XIV– (LOZANO, 2009). Aunque, excepcionalmente, se ha documentado su presencia en algunas alquerías islámicas (MARTÍNEZ, 2009: 74).


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tatación en los depósitos bizantinos es mínima–. Esto último contrasta con la importancia de la caza del ciervo y la posible utilización de su carne para la producción de conservas, documentada en la factoría de San Nicolás de esta misma ciudad de Algeciras, pocos años antes de la conquista bizantina –inicio del s. VI– (CÁCERES, e.p.). En cuanto a la fauna terrestre se observan, en general, dos características fundamentales: de un lado, el total predomino de la especies domésticas sobre las silvestres y, de otro, una especialización ganadera basada en la explotación de la cabaña bovina y ovicaprina –y dentro de ésta con predomino de la oveja– en los dos períodos, con preponderancia del ganado bovino en un primer momento y del ovicaprino en la Edad Media. En relación a los datos aportados para el período bizantino tenemos que resaltar que en la vecina ciudad de Ceuta (Riquelme, 1997), en este mismo período, se ha observado también la explotación de la cabaña ganadera centrada en tres especies –vaca, ovicaprino y cerdo– y la superioridad del ganado bovino sobre el ovicaprino, por un estrecho margen de diferencia, en una muestra del doble de individuos que en Algeciras –NMI: 31, en Ceuta 12 sobre 10; en Algeciras 6 sobre 4–3. Sin embargo, si comparamos la distribución de la cabaña dentro de la misma Algeciras entre los restos documentados a inicios del siglo VI en la calle San Nicolás y los de época emiral en la calle San Antonio, descubrimos como los porcentajes son prácticamente idénticos –a excepción, naturalmente, del aprovechamiento del cerdo–. Así el NMI de Bos taurus alcanza el 20,5% en San Nicolás y el 20% en San Antonio 21, mientras que Ovis aries/Capra hircus representan el 50,6% del total en el yacimiento tardorromano y el 53,32% en el paleoandalusí4. Es decir, que apenas hay diferencias en la explotación de las especies que componen la base alimentaria entre la tardoantigüedad y el mundo islámico salvo una pequeña inversión de los datos en época bizantina. Tendremos que valorar a partir de ahora si esta variación se debe a un cambio introducido por la población oriental asentada en ambas orillas del Estrecho o, lo que es más probable, que las diferencias, poco significativas de otro lado, estén originadas por lo reducido de las muestras. En este sentido, un estudio sobre una población también limitada de individuos, realizada en otro de los yacimientos

3. En Ceuta, la especie más importante en cuanto a NRD, NMI y peso es Bos taurus. En segundo lugar, en cuanto a NMI se encuentran los ovicaprinos, aunque los suidos se mantienen tras los bóvidos y delante de los ovicaprinos en lo referente a NRD y peso. 4. Estos mismos porcentajes se mantendrán en la Ceuta del siglo XIV, donde atendiendo nuevamente al NMI, los ovicaprinos representan el 44,63% y el ganado vacuno el 19,01% (LOZANO, M.C., 2009: 56). El predominio de la cabaña ovicaprina en los yacimientos islámicos es la tónica habitual (MARTÍNEZ, 2009: 74).

Tabla 3. Comparación de la fauna marina de los niveles bizantinos –se incluyen ambas fases- con los paleoandalusíes, en cuanto al Número Mínimo de Individuos (NMI). (*) Unidad estratigráfica de la segunda fase bizantina. El resto de unidades son de la primera fase.


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bizantinos peninsulares: Benalúa (Alicante), destaca la importancia de la explotación ovicaprina sobre la bovina en estos momentos (LARA y otros, 2007: 73-76). El análisis del material óseo analizado pone de manifiesto la existencia de unas cabañas ganaderas cuyo control y reemplazo se halla plenamente asentado. La edad de sacrificio y determinación del sexo, en los casos en que esto ha sido posible, indican un uso y control de los rebaños ganaderos para la obtención de productos básicos (carne, leche y lana), transporte y trabajo agrícola, además de la selección de determinados individuos para el reemplazo del rebaño. En cuanto a la fauna marina, destacar la casi total ausencia de peces en ambas fases. Como señalamos en la introducción, es posible que ello se deba en parte a la metodología utilizada en la recuperación de la muestra, especialmente, en lo que se refiere a la ausencia de especies de pequeña talla. Hemos de recordar aquí la importancia de la producción de conservas de pescado en las factorías de salazones de la ciudad que estuvieron en activo desde el siglo I hasta mediados del siglo VI d.C. (Bernal, ed., 2009 y Bernal, ed., e.p.) –Algeciras es junto con Lagos la ciudad del Mediterráneo Occidental en la que más tarde se ha constatado hasta la fecha la pervivencia de esta industria (BERNAL, 2008)–. La llegada de los bizantinos supuso el cese generalizado de estas instalaciones y su abandono, con las implicaciones que esto debió conllevar en cuanto al modelo productivo –desaparición de las grandes exportaciones de pescado y derivados– aunque está por demostrar la continuidad de la pesca y de la industria conservera, cuya visibilidad arqueológica en el registro es muy baja, sin duda debido a cambios en el instrumental pesquero -posiblemente, con una presencia notable de utillaje en materia perecedera- y en las estructuras de producción, seguramente diferentes a los modelos de la Antigüedad. La constatación de la importancia de las salsas de pescado como alMurri (WAINES, 1991) en época islámica constituye una buena prueba de dicha continuidad, sobre la cual habrá que profundizar en el futuro. Precisamente, la vértebra de atún descubierta en los niveles islámicos constituye un discreto indicio de la continuidad de la pesca especializada no costera. Tenemos referencia escrita de la captura de esta especie en la zona del Estrecho, algo más tarde, gracias a las anotaciones realizadas en el siglo XII por al-Idrisi para Ceuta y al-Zuhri para Algeciras (vid. Arévalo y otros, 2004: 55-56). En cuanto a los moluscos, el repertorio exhumado en estas dos excavaciones está compuesto en todos los casos por especies de uso alimentario. En la fase tardoantigua se constata marisqueo, una mayor presión sobre especímenes de hábitat de roquedo y una mayor variedad de especies. En

Tabla 4. Desglose anatómico de las especies de mamíferos determinadas en el nivel emiral de la calle San Antonio, 21.

esta época dominan (valorando el NMI) los gasterópodos (sobre todo Monodonta turbinata y los del género Patella), frente a los niveles islámicos donde se imponen los bivalvos de fondos arenosos. Esta desviación en la época islámica del marisqueo hacia especies típicas de fondos arenosos, puede ser simplemente entendida como un reflejo de la disminución de la disponibilidad de las especies más abundantes típicas de fondos rocosos, señalada anteriormente, ya que las poblaciones de Patella suelen fluctuar por efectos de una explotación excesiva, o bien por un cambio en los gustos hacia otro tipo de especies, o una modificación en la línea de costa por procesos de sedimentación, aunque con los datos disponibles es muy difícil extraer una conclusión. También debemos destacar la diferencia entre los gasterópodos marinos, pues en época paleoandalusí se detectan únicamente murícidos, es-


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Lámina 3. Perfil estratigráfico de la excavación arqueológica de la calle San Antonio, 21 (arriba). 1. Oveja: tibias con marcas de fracturación y huellas de la actividad de carnívoros -el metatarso presenta huella de la mandíbula de un perro en la epífisis distal-; 2: Mandíbula y fémur de gato; 3: Vértebra axis de perro; 4: Metatarso de vaca. Corresponde a un individuo adulto. Se le ha fracturado la epífisis distal; 5: Material óseo de gallina: fracturas en húmero, tibiotarso y tarsometatarso como consecuencia de su consumo; 6: Clavija y tibia de oveja. La primera presenta cortes realizados con un instrumento metálico y su base se encuentra serrada para separarla del cráneo en el proceso de desmembramiento; 7: Conejo. Fragmento de húmero donde faltan las epífisis proximal y distal.


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pecies productoras de púrpura (Hexaplex trunculus y Thais haemastoma), frente a su carácter “episódico” en época bizantina. No tenemos constancia de su empleo en la producción de púrpura –ausencia de detección de patrón de fracturación y otros parámetros– en la calle San Antonio, por lo que posiblemente respondan a estrategias alimenticias. Su predominio en época medieval y la ausencia de especies procedentes de marisqueo en estos momentos (frente a su elevada presencia en los ss. VI/VII, ilustrada por el 18% de burgaillos y el 55% de lapas en la secuencia preislámica de la c/ Doctor Fleming) denotan estrategias pesqueras y/o de consumo de productos marinos claramente diferenciadas entre ambos momentos históricos.

Figura 2. Representación comparada del NMI de las diferentes especies de bivalvos y gasterópodos entre el período bizantino y el paleoandalusí. Figura 1. Representación comparada del NMI de las diferentes especies de fauna terrestre entre el período bizantino y el paleoandalusí.


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