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183 Esther G. Domínguez Fernández1 (Universidad de Granada. Dpto. Antropología Física y Forense) Ramón López Lancha2 (Quercus Arqueología)

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EL YACIMIENTO HISPANOVISIGODO DE “CÁRCAVAS” EN ILLESCAS (TOLEDO). AVANCE DE LOS RESULTADOS DE LA PRIMERA FASE DE LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA PREVENTIVA, EN UN ASENTAMIENTO DE AMPLIA DISPERSIÓN La intervención arqueológica objeto de la presente comunicación ha sido llevada a cabo con carácter preventivo, al amparo de la normativa vigente en materia de Patrimonio Arqueológico, tanto estatal como autonómica, a consecuencia de la realización del Programa de Actuación Urbana3 Cárcavas II de Illescas (Toledo), en las inmediaciones de los terrenos donde se localizaban distintos yacimientos recogidos en la Carta Arqueológica de Castilla – La Mancha para dicho municipio4. Con el inicio de los trabajos arqueológicos de los que nos hicimos cargo durante las obras de urbanización del mencionado P.A.U., nunca pensamos que nos encontraríamos con un yacimiento de amplia dispersión, el cual no sólo se localizaba en la zona donde originariamente comenzamos a trabajar, sino que englobaba prácticamente la totalidad de los terrenos. El yacimiento de Cárcavas (fig. 01) se encuentra emplazado geográficamente en el extremo Norte de la provincia de Toledo, concretamente en la comarca de la Sagra Alta, término municipal de Illescas. Se localiza en la hoja nº 605 (19-24) Aranjuez E 1:50000 del M.T.N.E., a unos 4 km. al NE del núcleo de población de Illescas, en el paraje denominado Las Cárcavas, ubicándose en el corredor industrial de la autovía A-42, entre el p.k. 32 y el p.k. 33 del margen Este de dicha vía de comunicación. Siguiendo el cronograma usual, previamente a nuestra intervención en los terrenos que nos ocupan, y con el fin de llevar a cabo la 1. egdominguez@ugr.es 2. quercus-arqueologia@quercus-arqueologia.com 3. Programa de Actuación Urbana llevado a cabo por la empresa INCO Estudio Técnico de Ingeniería y Arquitectura S.L., realizado por D. José María Márquez Moreno, Arquitecto, y D. Andrés A. Comino Cid, Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, autores del proyecto de obra civil que ha realizando la U. T. E. Las Cárcavas (Promociones González, S. A. – Promociones Conde Saife, S. L.), provista de C.I.F. G-45534260, con domicilio social en la calle Real nº 92, local 3, del municipio de Illescas. 4. DOMÍNGUEZ FERNÁNDEZ, E. G. y LÓPEZ LANCHA, R.: Intervención Arqueológica para Programa de Actuación Urbanizadora “Las Cárcavas II” en Illescas (Toledo). Informe preliminar de Actuación arqueológica. Ejemplar mecanografiado, con fecha 2 de julio de 2009, depositado en el Registro General de la Delegación Provincial de Cultura de Toledo. Figura 01


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Evaluación de Impacto Arqueológico en relación a la obra civil del P. A. U. entonces proyectado; R. Maqueda García – Morales, V. Requejo López y R. Caballero García realizaron distintas actuaciones arqueológicas: trabajos de prospección visual y posterior realización de sondeos de peritación durante el 2004. Estos trabajos permitieron delimitar el denominado yacimiento de Los Royos, caracterizado como tardoromano, que no es otro que el yacimiento que nos ocupa: Cárcavas5. La siguiente fase de intervención, que supuso el control arqueológico de la ejecución de los viales del nuevo planeamiento urbano, autorizado por la Administración Competente, sería llevada a cabo bajo la dirección de J. M. Magariños Sánchez y L. A. Domingo Puertas, quienes ejecutaron la excavación arqueológica de algunas estructuras en función de las necesidades del proyecto de obra. Así, determinaron la existencia de tres nuevos yacimientos a añadir al detectado durante los trabajos previos, estableciéndose unos límites hipotéticos de ocupación del espacio para los mismos (fig. 02.1). Estos nuevos yacimientos serían Las Cárcavas II, que se correspondería con una necrópolis de la Edad del Hierro I, Las Cortas, Las Largas I y Las Largas II, áreas de ocupación de la Edad del Bronce6. Del mismo modo, Magariños y Domingo determinaron también, para el yacimiento de Los Royos, la realización de un polígono de protección según la hipotética superficie de localización del mismo, a partir de los trabajos de sondeos de peritación de Maqueda, Requejo y Caballero. No obstante, Magariños y Domingo, excavaron distintas estructuras de dicho yacimiento, en la calle 2 y la calle A del nuevo planeamiento urbano7. Sus trabajos se centran en una gran cantidad de silos, algunos con profundidades mayores de 1’50 m.; 3 fondos de cabaña de planta cuadrangular, algunas estructuras indeterminadas, así como 2 pozos de captación de agua, de los que uno de ellos presentaba un brocal de piedras. En cuanto a los materiales recuperados en la matriz de los rellenos de estas estructuras, señalan la presencia de cerámicas tardorromanas. Sus trabajos permitieron documentar distintas estructuras siliformes, correspondientes a un extenso yacimiento altomedieval, con ocupación visigoda e incluso islámica emiral, relacionado con la villa del yacimiento nº 2, por ellos así denominado en sus informes, conocido como Los Royos en Carta Arqueológica. En consecuencia, para estos autores, la ocupación del espacio en este yacimiento se habría iniciado en el Alto Imperio Romano, prolongándose hasta la época islámica sin solución de continuidad. Posteriormente a estos trabajos, nuestro gabinete8 se hizo cargo de la intervención arqueológica en el P.A.U. mencionado, cuyos hallazgos son el objeto de la presente comunicación. El proyecto arqueológico inicial, como es habitual para este tipo de intervenciones de arqueología preventiva, contemplaba la realización de trabajos de decapado por medios mecánicos en una serie de parcelas, cuyo fin era el de valorar y definir la posible ocupación antrópica en los terrenos, a lo que también se uniría posteriormente el control arqueológico de todos los movimientos de tierras

a realizar durante la ejecución de las obras menores, necesarias durante las labores de urbanización. Los resultados que aquí se exponen se corresponden con los trabajos acometidos hasta la fecha en las zonas9 T-5-2, T-26, T-27-1, T-27-2, ZV-1 y ZV-5, ocupando en conjunto una superficie algo mayor de 3 ha donde ya se ha decapado el terreno, así como los resultados de la excavación arqueológica llevadas a cabo en las zonas T-5-2, ZV-1, ZV-5 y T-27-2 (actualmente se está excavando en las zonas T-26 y T-27-1). Dichos trabajos han puesto de manifiesto la existencia de un amplio asentamiento de distintos períodos culturales, principalmente altomedieval en las zonas T-26, T-27-1, T-27-2 y ZV-1, pudiendo documentar, sobre una superficie de casi 13.000 m2, la existencia de un total de 404 evidencias arqueológicas, localizándose 146 en la zona T-26, 196 en T-27-1, 50 en T-27-2, 12 en ZV-1 y 25 en ZV-5. Así mismo, se localizan 4 estructuras de carácter constructivo, realizadas con piedras de mediano tamaño, cuyo interior en algún caso se encuentra compartimentado. La morfología y características físicas del conjunto de evidencias arqueológicas, nos lleva a determinar la existencia de distintos tipos de estructuras. Estas tipologías ya son conocidas en otros contextos arqueológicos de similares características cronoculturales, los cuales se localizan espacialmente relacionados con nuestro yacimiento, al emplazarse en el Sur de la Comunidad de Madrid10: Tipo 1: Estructuras negativas con planta de tendencia rectangular o elíptica, con unas dimensiones aproximadas de 4x3 m. Albergan estratos de tierras orgánicas, blandas y de coloración negra, con presencia de ma5. Según se cita en MAGARIÑOS SÁNCHEZ, J. M. y DOMINGO PUERTAS, L. A.: Delimitación poligonal y balizamiento del área de cautela de los yacimientos afectados por el P.A.U. “Cárcavas II” de Illescas, Toledo. Ejemplar mecanografiado, con fecha 4 de julio de 2007, depositado en el Registro de la Delegación Provincial de Cultura de Toledo. 6. MAGARIÑOS SÁNCHEZ, J. M. y DOMINGO PUERTAS, L. A.: Delimitación poligonal y balizamiento del área de cautela de los yacimientos afectados por el P.A.U. “Cárcavas II” de Illescas, Toledo. Ejemplar mecanografiado, con fecha 4 de julio de 2007, depositado en el Registro de la Delegación Provincial de Cultura de Toledo. 7. MAGARIÑOS SÁNCHEZ, J. M. y DOMINGO PUERTAS, L. A.: Informe Preliminar de las excavaciones arqueológicas de las evidencias localizadas en los viales del PAU Las Cárcavas II de Illescas, Toledo. Ejemplar mecanografiado, con fecha 11 de julio de 2008, depositado en el Registro de la Delegación Provincial de Cultura de Toledo. 8. El equipo esta formado por Esther G. Domínguez Fernández, Ramón López Lancha, Antonio Guio Gómez, Maria José Muñoz Gallego y María Sagrario García Gutiérrez. 9. Para la designación de las zonas de trabajo se ha seguido la identificación parcelaria de la nueva ordenación urbana que supone la realización del P.A.U. Desde este punto de vista, la denominación de cada zona donde se han acometido los trabajos arqueológicos se identifica con la parcela homónima identificada en el P.A.U. de nuestro objeto. 10. VIGIL – ESCALERA GUIRADO, A.: “Cabañas de época visigoda: evidencias arqueológicas del Sur de Madrid. Tipología, elementos de datación y discusión” en Archivo Español de Arqueología, 73. Madrid: CSIC, 2000 p 223-252.


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teriales cerámicos y óseos; corresponderían a estructuras probablemente habitacionales, conocidas como fondos de cabañas. Tipo 2: Estructuras negativas de planta rectangular y circular con unas dimensiones aproximadas de 2x1 m, compuestas por estratos de tierra negra que contienen restos de material arqueológico. Estas estructuras se asocian a procesos productivos indeterminados, quizá hornos de combustión para el procesado de alimentos. Tipo 3: Estructuras negativas de planta circular, con unas medidas que oscilan entre los 60 cm. y 1.50 m. de diámetro. Se hallan rellenas por estratos de tierra negra orgánica que contiene en su matriz distintos materiales arqueológicos; se identifican como estructuras excavadas en el subsuelo con funciones de almacenamiento denominadas silos. Tipo 4: Estructuras negativas de planta circular, que no superan los 40 cm. de diámetro, conformadas por un estrato de tierra gris; se identifican como hoyos de poste. Tipo 5: Estructuras negativas con planta de tendencia circular, rellenadas con un estrato de tierra quemada que rara vez contiene restos de material arqueológico; se asocian a procesos productivos relacionados con la combustión, identificados como hogares. Tipo 6: Estructuras negativas lineales de planta cuadrangular excavadas en el subsuelo, con diversas longitudes, que presentan anchos de entre 20 y 40 cm. Albergan estratos de tierra gris compacta con presencia de material arqueológico en su matriz, sobre todo tejas y piedras, que se identifican como cercas. Tipo 7: Estructuras constructivas de planta cuadrangular que presentan a veces una compartimentación interna. Están formadas por una hilada de piedras de mediano tamaño, reutilizándose en ocasiones elementos de filiación romana, trabándose todo ello con barro que presenta restos cerámicos y carbones en su mezcla. Sus dimensiones están en torno a los 3x4 m. Estas hiladas perimetrales delimitan un derrumbe de tejas, las cuales en algunos casos presentan decoración digitada o a peine. Se trata de estructuras habitacionales identificadas como cabañas. Tipo 8: Estructuras negativas de planta rectangular con funciones funerarias, cuyo eje mayor se coloca en sentido NW-SE, excavadas en el substrato geológico natural, que se cubren con grandes losas planas de yeso o caliza, identificados como enterramientos con cubierta de piedras11. Tipo 9: Estructuras negativas de planta rectangular, excavadas en el substrato geológico, con funciones funerarias de inhumación, conocidas como enterramientos en fosa simple. Tipo 10: Estructuras negativas de planta circular, excavados en el substrato geológico, que llegan a alcanzar los 4.5 m de profundidad en algún caso, con probables funciones de captación y almacenamiento de agua para el consumo, conocidas como pozos de captación de agua.

A esta tipología habría que añadir un nuevo morfotipo documentado recientemente, que se adscribe al horizonte cultural de la Edad del Bronce Tipo 11: Estructuras negativas de planta circular, excavadas en el substrato geológico, que en su planta inferior presentan una extensión lateral que alberga los restos óseos de una inhumación, conocidas como enterramientos en covacha. Si bien la funcionalidad individual de estas estructuras está a grandes rasgos definida, la interpretación de sus funciones concretas y relaciones espaciales aún se nos escapan para este tipo de yacimientos, como ya han apuntado algunos investigadores12, por lo que en el transcurso de los trabajos de excavación en las zonas donde nos encontramos actualmente, que son las que concentran la mayor cantidad de estructuras, podremos obtener los datos que nos ayuden a comprender las funcionalidades concretas y relaciones que mantienen entre sí, contribuyendo al conocimiento de estos asentamientos rurales. En cuanto a los materiales arqueológicos recuperados hasta la fecha, una primera aproximación al estudio de los mismos, nos ha revelado la presencia de cerámicas realizadas a mano y cocción reductora, durante la Edad del Bronce. Igualmente se han documentado fragmentos de Terra Sigillata Hispánica, localizados durante las tareas de decapado y limpieza superficial, en estratos de tierra vegetal de labor. También pastas obscuras con abundante desgrasante, realizadas mediante cocción reductora y pastas de tonos anaranjadas mediante oxidación, típicamente tardoromanas (ss. III-IV). La decoración de las piezas bizcochadas es escasa, siendo principalmente incisa, formando ondas o líneas a peine, todo lo cual nos remite a un momento tardoantiguo y altomedieval (ss. V-VIII)13. De la misma manera 11. FERNÁNDEZ GODÍN, S. y PÉREZ DE BARRADAS, J: Excavaciones en la necrópolis hispano-visigoda de Daganzo de Arriba. Memorias de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades nº 114 Madrid: Museo Arqueológico Nacional, 1931. FERNÁNDEZ – GALIANO RUIZ, D.: “Excavaciones en la necrópolis hispano-visigoda del Camino de los Afligidos (Alcalá de Henares)” en Noticiario Arqueológico Hispánico nº 4. Madrid, 1976. BARROSO CABRERA, R., MORÍN DE PABLOS, J. y PENEDO COBO, E.: “La ocupación romana e hispanovisigoda en el arroyo Culebro (Leganés)” en Vida y muerte en arroyo Culebro. Madrid, 2002 pp. 127-186 12. VIGIL-ESCALERA GUIRADO, A.: “Primeros pasos hacia el análisis de la organización interna de los asentamientos rurales de época visigoda” en Zona Arqueológica nº 8. La investigación arqueológica de la época visigoda en la Comunidad de Madrid. Vol. II La ciudad y el campo. Alcalá de Henares: Museo Arqueológico Regional de Madrid, 2006 pp 367-373 LÓPEZ QUIROGA, J.: “¿Dónde vivían los Germanos? Poblamiento, hábitat y mundo funerario en el occidente europeo entre los siglos V y VIII. Balance historiográfico, problemas y perspectivas desde el centro del reino “Godo” de Toledo” en Zona Arqueológica nº 8. La investigación arqueológica de la época visigoda en la Comunidad de Madrid. Vol. II La ciudad y el campo. Alcalá de Henares: Museo Arqueológico Regional de Madrid, 2006 pp 309-364. 13. BELTRÁN LLORIS, M.: Guía de la cerámica romana. Zaragoza: Libros Pórtico, 1990.


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destacan formas típicas de este periodo14 como son, las ollas, jarros, tinajas, cazuelas, morteros y jarros con pitorro, junto con cerámicas comunes para la cocina, de pastas con textura arenosa fina y cocción oxidante. Por otra parte, abundan los grandes contenedores; más cuidadas son las formas de jarros y botellas de perfil esbelto y pastas claras, contenedoras de líquidos. Así mismo, existen algunas cerámicas de tonos amarillos pajizos y cerámicas vidriadas, de clara adscripción islámica, que ponen de manifiesto la ocupación del espacio hasta el siglo IX de modo continuado. En este capitulo de materiales, resulta especialmente interesante la mención a las técnicas edilicias de las estructuras de tipo 7 o cabañas. Aunque únicamente se conserva una hilera de mampuesto que conforman los muros, lo interesante se encuentra en el derrumbe de tejas. Como hemos podido observar, aparecen once tipos distintos: digitalizaciones rectas a lo largo de la teja, formando un ocho, en línea recta terminando en curva, creando ondas, a modo de rombo estrecho y ancho, con meandros, en cruz y combinando líneas rectas en el centro y ondas a los lados; así como, incisa creando ondas y a peine formando un ocho. A nuestro parecer esto obedece, no al hecho de que sea un modo distinto de decorar cada una de las aguas del edificio, sino a una marca de alfarero. Cada artesano, podría haber marcado con una decoración especial su tirada diaria, con el fin de ganar el jornal, según la cantidad de tejas elaboradas. Este tipo de acto lo encontramos documentado en la cantería de época medieval, donde el obrero marca su sillar una vez terminado15. Por lo que respecta a los escasos restos humanos de adscripción visigoda excavados a fecha de hoy, señalar que se hallaron dos cuerpos dentro de la misma fosa excavada en el substrato geológico, en cuya cabecera se había colocado una laja de piedra caliza del mismo tipo que cubría la tumba, y una corona de tejas que hacían de calzador. Los cuerpos fueron enterrados a la vez, ya que se encuentran a la misma cota y en la misma posición, únicamente montando el brazo izquierdo de la deposición secundaria, sobre el de la primaria. Interesante es también el hecho de que encima de los cuerpos se depositara cal, lo que ha provocado que algunos restos óseos se hayan disuelto. Esto nos hace suponer que ambos murieron al mimo tiempo y, probablemente, de una enfermedad infecciosa, por lo que es posible que la población sufriera algún tipo de epidemia, lo que podremos corroborar tras la excavación de la totalidad de los enterramientos, con el estudio antropológico de los restos. Un previo estudio tafonómico de los restos fáunísticos hispanovisigodos nos muestran varios procesos sufridos desde el momento de la muerte hasta el depósito esquelético. Cualquier organismo sufre una serie de transformaciones iniciales, como son putrefacción, descomposición, desarticulación, esqueletización y desintegración. La putrefacción es el resultado de la degradación de los tejidos por la acción de bacterias y enzimas, así como larvas, hongos, etc.16, algunos de los restos óseos que encontramos en los

silos, han sufrido este tipo de acciones, ya que presentan marcas que lo confirman, aunque en su mayoría posteriores a su uso como alimento, es decir, únicamente con los mínimos restos que hubieran quedado después de su ingesta. Sin embargo, la mayoría de los huesos han sido previamente descarnados y usados en la cocina. Estos presentan cortes o hendiduras producidas por la acción humana durante el desuelle del animal o el descarne. Apreciamos dos tipos de cortes, los cortes sobre hueso como resultado de la sección de las partes blandas adheridas al hueso. Son marcas sobre éste al servir como apoyo para separar la piel del cuerpo y la carne del hueso. Se trata de incisiones limpias; y el corte de hueso, realizado para dividirlo, asociado, a veces, a fracturas intencionadas del mismo, cuyo fin es la extracción de la medula y la grasa. La gran mayoría han sido realizadas a nivel de la epífisis de los huesos largos. Otra característica común, son las marcas por la acción del fuego. Indirectamente expuesto, el hueso ha sido cocido en un ambiente húmedo, generalmente hervido para el alimento. Por otra parte también tenemos huesos asados o colocados directamente sobre el fuego, que han sufrido, como es lógico, una exposición térmica directa. Entre los restos faunísticos usados como alimento, destaca el ganado bovino y ovino, estos últimos tanto adultos, como jóvenes. Las marcas tafonómicas, por tanto, nos muestran que los animales eran preparados y usados como alimento, de varias formas, hervidos en guisos, asados, y sus restos finalmente desechados como basura en los silos excavados. En cuanto al ámbito territorial de nuestro yacimiento, se puede decir que los trabajos arqueológicos desarrollados nos demuestran que los restos arqueológicos documentados en fases de actuación previas a la nuestra se continúan localizando, desde la zona excavada por Magariños y Domingo, hasta las inmediaciones de los perfiles de corte establecidos al S y al W para las zonas ZV-1, T-27-1 y T-27-2. Se puede inferir que el yacimiento documentado por nuestra parte continua en dirección W en el subsuelo de la zona ZV-2 del P.A.U. de estudio, alcanzando el actual trazado de la autovía A-4217, así como en dirección S hasta alcanzar el curso de agua del arroyo 14. CABALLERO ZOREDA, L., MATEOS CRUZ, P. y RETUERCE VELASCO, M. (eds.): “Cerámicas tardorromanas y altomedievales en la Península Ibérica. Ruptura y continuidad. (II Simposio de Arqueología. Mérida 2001)” en Anejos de Archivo Español de Arqueología XXVIII. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2003 15. COLDSTREAM. N: Artesanos medievales. Constructores y escultores. Madrid. 1988 MARTÍNEZ PRADES J. A.: Los canteros medievales. Madrid. 1998. 16. PIJOAN AGUADE, C y LIZARRAGA CHUCHAGA, X: Tafonomía: una mirada minuciosa a los restos mortuorios. En PIJOAN AGUADÉ et alii: Perspectiva tafonómica. Evidencias de alteraciones en restos óseos del México prehispánico. Serie antropología físicas Instituto –Nacional de Antropología e Historia. Mexico D.F. 2004. BOTELLA, M.C., ALEMAN, I. y JIMENEZ S.A.: Los huesos humanos. Manipulación y alteraciones, Barcelona, Bellaterra, 2000. 17. Esta construcción con seguridad, destruyó parte del yacimiento.


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de la Bobadilla (fig. 02.1), ocupando una superficie de casi 53 ha. Desde este punto de vista, es muy probable que en el margen opuesto del mencionado arroyo existan evidencias hispanovisigodas, según se ha puesto de manifiesto en otros hábitat de la misma filiación excavados en la comarca, como es en el cercano yacimiento de Arroyo de Prado Viejo, en el municipio de Torrejón de la Calzada18. Esta amplia área de ocupación bien podría estar relacionada con el desplazamiento en el espacio de las distintas generaciones de los habitantes del asentamiento, en torno a un curso de agua permanente, como así sugieren algunos autores en virtud de los resultados obtenidos con la excavación de estos contextos arqueológicos llevadas a cabo en los últimos años19. Esta hipótesis se mantiene en nuestro yacimiento, pues los resultados finales del estudio quizá nos muestren distintas fases de ocupación del territorio por distintas generaciones. En consecuencia, podría hallarse relacionado cronoculturalmente de modo directo con la necrópolis hispanovisigoda de La Arboleda, que se localiza en el margen opuesto del arroyo de la Bobadilla, a escasos 500 m del extremo de nuestra zona de intervención, la cual fuera dada a conocer en 1994 por R. Hernando Sobrino y P. Iguácel de la Cruz20. Esta necrópolis ha sido recientemente objeto de intervención arqueológica de carácter preventivo, por parte de J. M. Rojas Rodríguez-Malo, cuyos resultados, que aun no han sido publicados, probablemente contribuirán al esclarecimiento de la hipótesis aquí planteada, ayudando a determinar si se corresponde con una fase de la ocupación hispanovisigoda del yacimiento de nuestro estudio, donde también se han documentado distintos enterramientos de modo disperso, cercanos a los espacios de habitación. Por otro lado, los resultados de los trabajos de decapado acometidos en la zona T-26 no hacen sino ampliar el área de ocupación en el espacio del mismo yacimiento en dirección E, lo cual ya se intuía en virtud de la existencia de estructuras siliformes excavadas por Magariños y Domingo en la calle 3. Del mismo modo, nuestro yacimiento se prolongaría espacialmente en dirección N, en la zona del territorio donde Magariños y Domingo determinaron la existencia de un nuevo yacimiento que denominaron Las Largas II, conformándose un único yacimiento de amplia dispersión espacial. La presencia del horizonte hispanovisigodo se hace más presente en el extremo S, junto al cauce Figura 02


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del arroyo de la Bobadilla, manifestándose más claramente la extensión de la Edad del Bronce en el extremo N, más alejado del mencionado curso de agua. Nuestros trabajos revelan que la ocupación antrópica del espacio estudiado se habría iniciado en la Edad del Bronce, y no en la época del Alto Imperio romano como hasta ahora habían puesto de manifiesto los trabajos de Magariños y Domingo, localizándose este horizonte cultural en los puntos más elevados del relieve alomado que caracteriza el territorio de nuestro objeto. El período de época hispanovisigoda (ss. V-VIII) se concretaría en una amplia área de ocupación documentada en el margen izquierdo del arroyo de la Bobadilla, en el lugar de paso de la vía pecuaria denominada Vereda de Torrejón (fig. 02.1) hasta el limite W del P.A.U en la autovía A-42. Los trabajos arqueológicos hasta ahora acometidos nos permiten vislumbrar la existencia de un asentamiento agropecuario de filiación hispanovisigoda, caracterizado por presentar distintos conjuntos de estructuras de habitación asociadas a áreas funerarias y zonas de almacenamiento, emplazadas a cierta distancia unas de otras (figs. 02.1 y 02.2). Cada uno de estos conjuntos, que se hallan separados mediante una cerca de lo que interpretamos como el espacio de circulación del asentamiento21, parece estar conformado por 1 ó 2 estructuras de habitación, que pueden ser fondos de cabaña excavados en el substrato geológico o bien estructuras constructivas con zócalo de piedra y techumbre de tejas (fig. 03). Si bien las primeras son espacios de habitación de 18. LÓPEZ LANCHA, R. y MAQUEDA GARCÍA-MORALES, R.: Plan Parcial de Ordenación Urbana Sector S-2B. Paraje Arroyo de Prado Viejo. Torrejón de la Calzada (Madrid). Tercer Informe Preliminar de Intervención Arqueológica. Ejemplar mecanografiado, con fecha 14 de junio de 2005, depositado en el Registro de la Consejería de Cultura y Deportes de la Comunidad de Madrid con nº de referencia 12/016347.9/05, de fecha 21/06/05. 19. VIGIL-ESCALERA GIRADO, A.: “Granjas y aldeas altomedievales al Norte de Toledo (450-800 d. C.)” en Archivo Español de Arqueología, 80. Madrid: CSIC, 2007 pp 239-284. 20. HERNANDO SOBRINO, R. E IGUÁCEL DE LA CRUZ, P.: “La Arboleda: Enterramiento de época hispano-visigoda; Illescas (Toledo)” en Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, 7. Madrid: 1994 pp 237-248. 21. Entendemos por espacios de circulación aquella superficie del terreno carente de estructuras arqueológicas que ponen en comunicación las distintas áreas de ocupación, presentando distintas longitudes en función de las dimensiones de cada área, así como anchos que no superan los 5 m. Figura 03


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unas reducidas dimensiones, las segundas son de mayores dimensiones y en algunos casos presentan una compartimentación interna, lo cual nos determina la existencia de una diferenciación de funciones en el espacio interno. En cuanto a la fábrica de estas estructuras, como ya se ha apuntado en el texto, las primeras serían totalmente lignarias y las segundas presentarían un zócalo de piedras sobre el que se levantaría un alzado de tapial reforzado con postes de madera, los cuales, a su vez, servirían como puntos de apoyo de una estructura de madera que sustentaría la techumbre de tejas. Junto a estas estructuras de habitación se localizan una gran cantidad de silos de almacenamiento, así como un área funeraria de inhumación de escasos enterramientos, los cuales pueden ser en fosa simple o con cubierta de piedras. Estas tres áreas (habitación, almacenamiento y funeraria) parecen estar bien interconectadas entre sí mediante los espacios de circulación. Serían, en definitiva, las calles o caminos que permitirían el contacto espacial de los habitantes entre sí, y la relación entre la ocupación y explotación del territorio, pues estos espacios de circulación parecen iniciarse o concluir en grandes espacios abiertos que bien podrían ser zonas de cultivo cerealístico, o bien en probables zonas comunales donde se localizarían los pozos de captación de agua. Este planteamiento planimétrico no deja de ser una hipótesis en la cual nos encontramos trabajando en estos momentos, puesto que la excavación de las estructuras no ha hecho más que comenzar, como ya hemos señalado. Desde este punto de vista, esperamos que los trabajos de excavación que se están desarrollando permitan definir claramente los fondos de cabaña, silos, hoyos de poste, etc., y ayuden a determinar la configuración interna del espacio de ocupación de cada una de estos conjuntos de estructuras. Así mismo, esperamos poder determinar si, como parece, el espacio existente junto a cada estructura de habitación se corresponde con una zona de huerta, conformándose así, junto con el área de inhumaciones, cada conjunto como una unidad familiar dedicada a la explotación agropecuaria del terreno. Del mismo modo, confiamos en que los trabajos de excavación que estamos acometiendo puedan determinar distintas fases de ocupación del espacio, que nos permitan definir más claramente tanto las agrupaciones de silos de almacenamiento, como el emplazamiento de las distintas áreas de circulación desde el punto de vista cronológico. Este tipo de distribución en el territorio, que hemos documentado de modo inicial parece, corresponderse con lo que É. Peytremann22 denomina “hábitat agrupado de plano diseminado”, en relación al hábitat rural de los siglos VI y VII estudiado al Norte del río Loira en Francia. Un tipo de hábitat que se caracteriza por la existencia de distintas unidades agrícolas independientes, formadas cada cual por un conjunto de cabañas, zonas de almacenamiento y área funeraria, hallándose separada una unidad agrícola

de otra por sus correspondientes campos de cultivo, en una distancia igual o inferior a 100 m, lo cual parece ponerse de manifiesto en nuestro yacimiento. Desde este punto de vista, y abundando en el estudio de la distribución espacial de este tipo de yacimientos, los trabajos acometidos hasta el momento en Cárcavas parecen mostrar la existencia de distintas áreas de circulación en cada unidad agrícola, poniendo en relación las distintas zonas, compuestas por área de habitación, almacenamiento, funeraria y cultivos. Del mismo modo, esta sucesión de áreas de circulación pondría en contacto a las distintas unidades agrícolas entre sí. Este tipo de hábitat que describe Peytremann, el cual parece corresponderse con el hábitat documentado en Cárcavas, en cierto modo también parece ajustarse a la definición que da en el siglo VII Isidoro de Sevilla en las Etimologías23 para la descripción del término Pagus. En su magna obra, Isidoro de Sevilla afirma que “los villorrios son lugares en los que existen edificaciones apropiadas para los que habitan los campos”, siguiendo la traducción de J. Oroz Reta y M.A. Marcos Casquero24. Este villorrio (Pagus), es “una población que carece de la dignidad de ciudad y se halla bajo la dependencia de una ciudad mayor”25. Esta misma característica jurídica ostentaba el Vicus, el cual se diferencia del la ciudad porque aunque tenía calles no estaba amurallado26. En nuestro caso, como aún no podemos determinar fehacientemente la existencia de una trama urbana en la distribución de las estructuras de hábitat, ni la existencia de algún tipo de muralla, 22. PEYTREMANN, É: Arquéologie de l’habitat rural dans le Nord de la France du IVe au XIIe siécle. Saint-Germain-en Laye, 2003 citado en LÓPEZ QUIROGA, J.: “¿Dónde vivían los Germanos? Poblamiento, hábitat y mundo funerario en el occidente europeo entre los siglos V y VIII. Balance historiográfico, problemas y perspectivas desde el centro del reino “Godo” de Toledo” en Zona Arqueológica nº 8. La investigación arqueológica de la época visigoda en la Comunidad de Madrid. Vol. II La ciudad y el campo. Alcalá de Henares: Museo Arqueológico Regional de Madrid, 2006 pp 309-364. PEYTREMANN, É.: “La maison de l’archéologue: L’architecture rurale dans l’ouest de la France entre le VI et XII siècle d’après les données de l’archéologie”, en La maison rurale en pays d’habitat disperse de l’antiquité au XX siècle. Actes du colloque de Rennes, 29-30-31 mai 2002 Ed. Antoine, A., 2005. 23. ISIDORO, SANTO, ARZOBISPO DE SEVILLA: Etimologías; texto latino, versión española y notas por José Oroz Reta y Manuel-A. Marcos Casquero; introducción general por Manuel C. Díaz y Díaz. Ed. bilingüe Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2004 p 160. 24. Ib.: “Pagi sunt apta aedificiis loca, inter agros habitantibus. Haec et concinciliabula dicta a conventu et societate multorum in unum” (Etymologiarum sive originum libri XV, caput II, 14). 25. Ib.: “Vici, et castella, et pagi, hi sunt quae nulla dignitate civitas ornantur, sed vulgarii hominum conventu incoluntur, et propter parvitatem sui majoribus civitatibus attribuuntur” (Etymologiarum sive originum libri XV caput II, 11). 26. Ib.: P. 147 y 213 – 218 “Vicus autem dictus a vicinis tantum habitatoribus, vel quod vias habeat tantum sine muris. Est autem sine munitione murorum; licet et vici dicantur ipsas habitationes urbis. Dictus autem vicus, eo quod sit vice civitatis, vel quod vias habeat tantum sine muris” (Etymologiarum sive originum libri XV caput II, 12).


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empalizada o cerca perimetral que le sirviera de defensa común, puesto que no disponemos de los límites físicos de la planta total del yacimiento, nos decantamos por la definición de nuestro yacimiento como como un Pagus. Con estas premisas, esperamos que la excavación que estamos acometiendo contribuya a un mejor conocimiento de este tipo de asentamientos, ya que los trabajos hasta ahora desarrollados tan sólo nos permiten hablar de hipótesis, puesto que aún son muy pocas las estructuras de filiación hispanovisigoda que han sido excavadas. En definitiva, será la excavación en curso que estamos desarrollando la que permitirá acercarnos a la comprensión de la distribución interna del espacio de este tipo de asentamientos. Por ello, debido a las posibilidades que nos brinda este yacimiento para la comprensión del hábitat rural hispanovisigodo, escasamente estudiado en la Meseta Sur de España, se ha creado un equipo multidisciplinar con el fin de aportar el mayor número posible de datos para la comprensión de este tipo de asentamientos. Así, contamos con la colaboración de la Unidad

del Acelerador de Radiocarbono de la Universidad de Oxford (The Oxford Radiocarbon Accelerator Unit of Oxford University), el Departamento de Antropología Física y Forense de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, el Instituto de Cerámica y Vidrio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IC-CSIC), el Departamento de Arqueobiología del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IHCSIC) y el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Los resultados obtenidos en las posteriores fases de intervención arqueológica a desarrollar en este yacimiento, así como los estudios y análisis llevados a cabo al respecto por los centros anteriormente mencionados, contribuirán a aportar nuevos datos para el conocimiento de la ocupación humana del espacio entre los siglos V y VIII en la Submeseta Sur de la Península Ibérica, lo que esperamos que pueda ser publicado en los sucesivos congresos que, como el que aquí nos trae, permitan la divulgación de este tipo de estudios.


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