229 José Ángel Lecanda (Unv. de Deusto, Facultad de CC. Humanas y Sociales. Dpto. Historia)
ESPACIOS URBANOS EN EL OCCIDENTE MEDITERRÁNEO (S. VI - VIII) / 229 - 238
CIVITAS, CASTELLUM, VICUS AUT VILLA EN EL DUCADO DE CANTABRIA. EL PANORAMA URBANO Y LAS FORMAS DE POBLAMIENTO EN EL DUCADO DE CANTABRIA
Tras el establecimiento definitivo de los visigodos en la península el esquema de estructuración territorial seguía basándose en el predominio de la formas de poblamiento agrupado -aunque ahora cada vez más diseminado por los distintos enclaves rurales que iban surgiendo y que nos describe perfectamente las Etimologías de San Isidoro “...castellum, vicus aut villa...”-, jerarquizados por una civitas que, a su vez, se comprendía dentro de una Provincia, o, luego, cuando en una fase algo posterior éstas se transformaron, en un Ducado, unidad mayor de administración territorial y articulación institucional del reino en época hispanovisigoda.1 Pero ciertamente algunas cosas habían cambiado. Como señalaba García Merino (1975: 375-378), el poblamiento romano en la región estaba muy condicionado por su propio pasado; así, las
1. Aunque se intentó mantener la división bajopimperial de funciones y poderes civiles y miliares, a partir de las reformas de Chindasvinto y Recesvinto, de inspiración bizantina y perfectamente adaptadas a la nueva realidad rural y protofeudal, el Comes civitatis -de funciones fiscales y judiciales en un territorium- quedaba supeditado al Dux provinciae –inicialmente de funciones militares-, con lo que este se convertía, de facto, en la máxima autoridad del territorio provincial/ducado. GARCÍA MORENO, 1989: 325-328. NOVO GUISAN, 1992: 33-36. 2. El Ducado de Cantabria, es, desde el punto de vista historiográfico, problemático. Desde luego no se corresponde con ninguna provincia romana previa. Para la mayor parte de autores la existencia del ducado está fuera de toda duda. Fue creado tarde y como consecuencia -o como medio- de la incorporación definitiva al reino toledano de un amplio espacio montaraz en el norte peninsular no correctamente integrado hasta ese momento; área y problema que quitaron el sueño a no pocos reyes de Toledo, exigiendo más de una docena de campañas militares, unas contra cántabros y astures, otras contra vascones, suevos, francos2 e incluso contra los ruccones. (GARCÍA GONZÁLEZ, 1995). El Ducado de Cantabria se centró territorialmente en ese espacio bisagra entre la Tarraconense y la Gallaecia, entre la Veleia, adscrita a la primera, y la Juliobriga, correspondiente a la segunda en el siglo IV d.C. según la Notitia Dignitatum. (MARTÍNES DÍEZ, 1984: 474-4755. NOVO, 1992: 33). La creación debe formalizarse entre el 653, fecha del VIII concilio toledano, y el 683, fecha del XIII, es decir, durante los reinados de Recesvinto, Wamba o Ervigio. Así pues, es su concreta delimitación territorial, y no su existencia, la que requiere de mayor esfuerzo de concreción y en la que, en estos momentos, por razones obvias, no podemos entrar. Así las cosas, la bibliografía es coincidente en admitir que las campañas de Leovigildo comprendieron el norte de Burgos y de Palencia, parte de Álava y la zona occidental de la actual Rioja, por donde se extenderá posteriormente el Ducado. (MARTÍNEZ DÍEZ, 1984: 479).
ciudades romanas del área estudiada, el Ducado de Cantabria2, la porción más septentrional del antiguo Convento Cluniense, amén de escasamente desarrolladas en su faceta urbanística en razón de su escasa tradición, tardía cronología y tipo de emplazamiento previo, se vieron muy pronto truncadas en su desarrollo urbano y administrativo, que no fue mucho más allá del siglo III; su continuidad a partir de ese momento quedó seriamente dañada y no fue equiparable a la que otras alcanzaron en diferentes regiones peninsulares. De este modo, el territorio, en una etapa histórica basada estructuralmente en las ciudades, presenta un claro déficit, pues predomina en la zona el poblamiento rural sobre el urbano. De hecho, a excepción de la colonia Flaviobriga3 y de Legio IV, todas las demás ciudades son núcleos indígenas romanizados, y de entre todo el tipo de ciudades que podemos reconocer, el más abundante es el de ciudad más bien pequeña que ejerce el papel de mercado comarcal4. Predominan los poblados, incluso algunos muy grandes, pero éstos no son ciudades. Desde la crisis del siglo III algunas de las ciudades que sobreviven se amurallaron. Dentro de nuestro ámbito conocemos Iruña-Veleia o Monte Cantabria (Logroño)5. Por su posición, y en relación al conjunto de las documentadas en el territorio peninsular, parecen situarse todas ellas en zonas de peligro o inseguridad, y ello permitió su lánguido mantenimiento, más por cuanto de refugio y bastión tenían que por su importancia
3. IGLESIAS y RUÍZ, 1995. Iuliobriga (SOLANA, 1981) o Clunia (PALOL, 1984 y 1991) alcanzarán este estatuto con posterioridad a su fundación. (ABÁSOLO; 1993: 192). Son, junto a Iruña-Veleia (FILLOY y GIL, 2000), los mejores modelos de urbanismo colonial romano en la región. 4. En nuestro trabajo hemos tenido en consideración, además de las citadas en la nota anterior, las palentinas Saldania y Pisoraca, las burgalesas Segisama-Iulia, Salionca, Segisamunculum y Virovesca, las cántabras Portus Blendium, Portus Victoriae Juliobrigensium y Portus Vereasuecae, y las mansios alavesas de Arcaia, Suessatio,Tullonium y Uxama Barca. Sobre todas ellas hay información arqueológica y bibliografía. 5. Caso que, para nosotros, debe admitirse con muchas dudas ya que sus excavadores han negado sistemáticamente la existencia de niveles atribuibles a esta fecha en el yacimiento, donde reconocen dos fases de ocupación, la protohistórica y la histórica, datando a ésta última entre el siglo XI y el XIII. (CENICEROS, PEREZ y ANDRÉS, 1993: 235.)