315 Mª del Mar Gallego García
ESPACIOS URBANOS EN EL OCCIDENTE MEDITERRÁNEO (S. VI - VIII) / 315 - 326
LA SECUENCIA CERÁMICA DE ÉPOCA VISIGODA DE VEGA BAJA. UNA PRIMERA APROXIMACIÓN
Palabras clave: Cerámica, época visigoda, Vega Baja, estratigrafía, centros urbanos. Resumen: Se presenta en este trabajo una primera incursión en el estudio del material cerámico de época visigoda en la Vega Baja de Toledo. Inicialmente, las características tipológicas y formales estarán presentes en la clasificación, aunque sin olvidar la estratigrafía, y aquellas pautas comunes existentes con otros centros urbanos peninsulares de cronologías similares.
Key words: Pottery, visigothic period, Vega Baja, stratigraphy, towns. Abstract: We present in this work a first attempt to study the visigothic period pottery material in the Vega Baja of Toledo. Initially, the typological and formal characteristics are present in the classification, while recalling the stratigraphy, and those existing common patterns with other peninsular towns of similar chronologies.
INTRODUCCIÓN En este primer acercamiento al material cerámico aparecido en la Vega Baja (fig.1a1), uno de nuestros primeros interrogantes ha sido cuestionar si ese material, manufacturado entre los siglo V y VII d.C., presentaba una serie de pautas comunes con otros tejidos urbanos peninsulares de similar cronología. Este análisis conlleva riesgos interpretativos, por haber aparecido parte de los materiales en estratigrafía arqueológica postvisigoda. Por tanto, este planteamiento inicial nos obliga a mantener un excesivo apego a tipologías ya existentes, que, sin embargo, son uno de los pasos previos, para el estudio del material cerámico, hasta que el número y diversidad de los contextos sean suficientemente representativos. Durante la década de los 90, y los primeros años de la actual, se había consolidado la idea de la existencia de dos lotes productivos a lo largo de los siglos VII y VIII d.C. (conjuntos cerámicos moldeados frente a los realizados a torno), bien diferenciados, habiéndose situado el máximo interés de la investigación en un conjunto de producciones a mano, que se identificaban genéricamente, con contextos rurales (GUTIÉRREZ, 1996), o con la desarticulación de los ámbitos urbanos a lo largo de este periodo. En realidad, este importante análisis regional con especial incidencia en el centro y sureste peninsular, ha coincidido con el crecimiento exponencial de las intervenciones arqueológicas de urgencia a nivel estatal, y la actuación directa sobre espacios rurales, que hasta ese momento eran
poco conocidos, o con estudios de prospección arqueológica superficial. La diferenciación de los dos lotes en el centro peninsular, ha sido subrayada en recientes estudios, a partir de un conjunto de yacimientos entre los que destacan Gózquez, Fuente la Mora y La Indiana (VIGIL-ESCALERA, 1999 y 2003), en la actual Comunidad de Madrid. Todos ellos, han permitido aportar un panorama diferente hasta lo entonces estudiado, señalando que en el siglo VII d. C, en determinados ámbitos rurales, predominaba la presencia de cerámica a torno lento o a mano, que podría relacionarse con la crisis final del reino visigodo, la imposibilidad de abastecerse con materiales producidos por talleres alfareros profesionalizados, y coincidente, por tanto, con la definitiva desarticulación de los modelos de coerción anteriores sobre las estructuras rurales. Ya en 2003, con el conocimiento exhaustivo de las producciones cerámicas del Tolmo de Minateda (GUTIÉRREZ; GAMO y AMORÓS, 2003), se señaló que, al menos para el sureste peninsular el universo productivo era muy complejo, en el que no parecía ser posible considerar a las cerámicas a mano como mayoritarias, y mucho menos en contextos urbanos en los que piezas con pastas bien decantadas, coexistían todavía con importaciones de ánforas y vajilla de mesa mayoritariamente norteafricana. Las propias investigadoras descartaban la explicación de este rasgo productivo (las producciones a mano) de la cerámica, como un identificador único del autoabastecimiento y de la desaparición de las estructuras comerciales. Si la complejidad del proceso regional era mayor de lo esperado en Levante, la situación en el centro peninsular no era diferente. Al margen de los contextos urbanos del área de la actual Comunidad de Madrid (en cualquier caso escasos), ya en el 2002 se señaló la dificultad de entender el fenómeno urbano de los siglos VI y VII d.C. como un proceso homogéneo
1. Agradezco la ayuda prestada en la realización de esta comunicación a todo el Equipo Arqueológico de Vega Baja, y en especial a Francisco Javier García González por la elaboración de los dibujos de planta, y a Francisco Javier Fernández de la Peña por el dibujo del material arqueológico.
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(OLMO, 1992 y 2002). A grandes rasgos la crisis del reino visigodo de finales del siglo VII d. C., presentaba importantes matices según las dificultades existentes para el control territorial de una determinada zona, o el mantenimiento de la fiscalidad. La publicación en este área de contextos ceramológicos urbanos (el caso de Recópolis), permitió concluir que para el siglo VII d.C. y primeras décadas del siglo VIII d.C. la documentación de cerámica a mano era simplemente inexistente (OLMO, CASTRO, SÁNCHEZ Y SANZ, 2002). Los investigadores además subrayaron dos procesos: por un lado, el predominio de las formas de cocina (en torno al 78%), y la existencia en el registro estratigráfico, de material anfórico que hasta la primera mitad del siglo VII d.C. alcanzaba el 8% del total del conjunto cerámico, reduciéndose a partir de esa fecha, y situándose en contextos de finales de esa centuria, en un porcentaje en torno al 3,5%. El predominio absoluto de formas de cocina, fue matizado posteriormente con el estudio más profundo de la vajilla de mesa en vidrio (CASTRO y GÓMEZ, 2008). OTROS CONTEXTOS URBANOS DEL SIGLO VII D.C. El Tolmo de Minateda: Para el siglo VII d.C., se ha definido un amplio conjunto bajo la denominación de Horizonte I, que se caracteriza por una rica y variada producción de vajilla de mesa, cocina, contención y transporte, fundamentalmente a torno y en un porcentaje menor a mano. Este grupo, se complementa con la aparición reducida de vajilla de mesa de tradición romana, aunque de origen norteafricano (formas Hayes 91, 99, 103, 105, 108 y 109), junto a spathia y ánforas Keay LXI y LXII. Los contextos empleados para el estudio proceden del denominado como Corte 60 (ajuar funerario de un enterramiento, conjunto de materiales cerámicos asociados a la construcción de la basílica) y viviendas del área conocida como “Reguerón” (GUTIÉRREZ et al., 2003). Costa levantina: Las características de los materiales cerámicos de ciudades como Tarraco, Valentia, Carthago Nova y Malaca, presentan evidentes afinidades. La más importante de ellas es el registro frecuente de cerámicas de importación de las que es posible asegurar su abastecimiento durante gran parte del siglo VII d.C. (PASCUAL; RIBERA y ROSELLÓ, 2003). Tampoco está ausente la cerámica común de producción norteafricana, junto con formas de cerámica común, en la que predomina la manufactura a torno. Emérita: Dentro de este esquema general, es sin ninguna duda una excepción. En el transcurso de los siglos VI y VII d.C. se ha observado que la cerámica hecha a torno bajo o a mano, tiene una presencia creciente, que comenzaría en el siglo VI d.C. Todavía en este momento, predominan las cerámicas a torno, procedentes de talleres de artesanos “profesionalizados”, aunque con un registro cada vez menor de TSHT, coincidente con un aumento paulatino de los grupos cerámicos a torneta o a mano de produc-
Fig. 1: a. Plano general de la Vega Baja de Toledo. b. Planta del área 10000. c. Área 10000
ción doméstica. Este último conjunto se convertirá en mayoritario a lo largo del siglo VII d.C. Los contextos estratigráficos señalados, provienen en la mayor parte de los casos, de la excavación de “Morerías” (ALBA 2003; ALBA y FEIJOO, 2003), tratándose fundamentalmente de espacios de uso doméstico que difieren significativamente de los conocidos en Valentia (palacio episcopal) (PASCUAL, et al., 2003) o de Recópolis, próximos al conjunto palatino (OLMO y CASTRO, 2008). El análisis sucinto de estos tres ejemplos a los que se podría añadir Córdoba, como complemento de las características de los materiales de Recópolis, Toledo, Valencia y el Tolmo de Minateda, permite incidir sobre dos cuestiones fundamentales: por un lado, la presencia en época visigoda de producciones alfareras diversas en cuanto a su tecnología2, lo que demuestra la existencia de varios niveles de abastecimiento de éstas, sin que se pueda afirmar la desaparición de la llegada de materiales de importación, o la desarticulación de los grupos profesionalizados de alfareros hasta finales del siglo VII y principios del VIII d.C. Por otro lado, la multiplicación de los 2. Aspecto obvio en sociedades preindustriales.
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Fig. 2: a. Planta áerea 10000: Fase VI. Expolio estructuras murarias.
a1. Fosa de expolio.
contextos arqueológicos urbanos, junto a un mayor conocimiento de los espacios rurales básicos (vicus y espacios domésticos de pequeñas unidades familiares), no están suficientemente imbricados con estudios territoriales amplios que impliquen asentamientos de tipo medio (villae, o dominios eclesiásticos). Estos últimos son mejor conocidos en el área extremeña (CABALLERO Y SÁEZ, 1999) y la levantina (GUTIÉRREZ, 1996), pero es necesario que se complementen con otros, especialmente en el centro peninsular (CABALLERO Y MURILLO, 2005). LA SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA DEL ÁREA 10000 El grueso de los materiales cerámicos presentados en esta comunicación proceden de la denominada como Área 10000. Se trata de un amplio espacio de aproximadamente 1000 m2, en el que se viene actuando de manera intensiva y extensiva desde mediados del año 2007 (fig. 1b). Previamente a nuestra excavación se había intervenido parcialmente en el área durante el desarrollo del Proyecto de Urbanización, en las antiguas parcelas denominadas R-1 y Vial 5. En ellas se había producido la localización “de recintos en grandes complejos o edificios” (ROJAS, GOMEZ y PERERA, inédito: p.25), sin embargo esta actuación concluía que, dada su naturaleza inicial era imposible aventurar la cronología precisa o la función de las estructuras. La intervención que venimos realizando (fig. 1c), ha permitido documentar una secuencia estratigráfica más compleja, de lo conocido hasta este momento, pudiéndose distinguir quince fases de ocupación. Del conjunto de ellas, lo más destacable es la confirmación del intenso arrasamiento y modificación del registro arqueológico inicial del yacimiento, con especial
a2. Zona de extracción de cal.
intensidad en los siglos XIV y XV, aunque hemos documentado expolios selectivos de fecha más temprana (fig. 2a). El conjunto de intervenciones previas a la actual habían señalado el uso como cantera del yacimiento, pero vinculado la mayoría de las veces a las noticias que sobre ello mencionaban las fuentes escritas, y el impacto sobre el área de Vega Baja que debió significar la construcción de la Real Fábrica de Armas a finales del XVIII (ROJAS RODRÍGUEZ-MALO, J.M. Y GÓMEZ LAGUNA, A.J., 2009: pp. 59-73). Las actuaciones bajomedievales (fig. 2a) se concretaron en el expolio del grueso de las estructuras murarías (fig. 2a1), alcanzando en algunos casos la base de éstas, y la extracción y manipulación de las pavimentaciones de opus signinum, para la obtención de cal (fig. 2a2). Junto a ello, se detecta estratigráficamente intensas remociones del terreno, que se asocian a conjuntos de materiales en posición secundaria, en la mayoría de los casos con alto grado de fractura y rodamiento, junto a procesos sedimentarios posiblemente naturales (inundaciones y acciones fluviales). Con anterioridad, posiblemente a lo largo del siglo XIII se produjo una readecuación del espacio y un arrasamiento generalizado, que incluyó el desmonte parcial de una necrópolis posiblemente del siglo XII, asociada a un hábitat marginal sobre el allanamiento de los derrumbes de espacios y estructuras previas. Además, la secuencia estratigráfica nos está también permitiendo concretar, que si bien hemos registrado el impacto del expolio en época bajo medieval, podemos afirmar que hemos detectado que comenzó en algunas zonas concretas entre los siglo VIII y IX d.C., aunque este último aspecto, queda pendiente de ratificación en otros lugares del yacimiento.
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Fig. 2: b. Sección del edificio 2.
DEFINICIÓN ESTRUCTURAL DEL ÁREA DE INTERVENCIÓN En cuanto a la definición estructural del área (fig. 1b), nos encontramos ante un edificio de planta trapezoidal (Edificio 1 - 35x32 m), con tres de sus cuatro crujías ya definidas. De ellas la de mayor tamaño, al sureste de 25,33 x 3,80 m. (Ámbitos IV, V y VI) se encontraba excavada parcialmente. El lado noroeste, tiene adosada una estancia (Ámbito II) con unas dimensiones más reducidas (13,25 x 4 m). La nave noroeste no se encuentra totalmente delimitada al norte, aunque sus dimensiones parecen ser similares a las de la sureste (13,25 x 4 m). Adosada a esta última y a la noroeste, se ha documentado otro ala de 22,40 x 3,80 m. (Ámbito I). Todas ellas parecen configurar un espacio abierto central, de unas dimensiones aproximadas de 28,30 x 9,30 m. Por último, y todavía en proceso de excavación existe la crujía suroeste, con una anchura menor a las otras, 2,80 m. y una longitud hipotética de 22 m. Su muro (u.e.m. 10366) más occidental tiene la particularidad, de presentar restos de revoco al exterior, elemento arquitectónico que también se ha documentado en el muro 10225, en su cara sur. Consideramos que ambas estructuras pueden estar haciendo función de fachada, bien a un espacio de paso o a un área abierta. Las estructuras murarias del edificio están construidas en sillarejo de piedra de gneis, con dos hiladas careadas con relleno de mampuesto (piedras de gneis, cantos de cuarcita y fragmentos de tejas), trabados con mortero de arcilla y cal. Presentan machones en las esquinas y en los vanos; éstos últimos, en algunos casos, presentan elementos reutilizados. Tanto los muros maestros (uu.ee.mm. 10368, 10242, 10225, como ejemplo) como las compartimentaciones (uu.ee.mm. 10374, 10193, 10373 entre otras) están ejecutadas con el mismo tipo de fábrica ya descrita. Los primeros presentan un ancho entre 0,80 y 0,90 m. y las divisiones son algo más estrechas, entre 0,60 y 0,70 m.
Fig. 2: c. Fosa de expolio del edificio 2
Otro elemento significativo es la documentación de una canalización al noreste, con unas dimensiones hasta la fecha de 11 x 0,30 m. La relación de esta estructura con el muro 10255 y con una plataforma de opus signinum (uu.ee. 206 y 207) parece evidente. Este conjunto, el formado por ésta construcción más el conducto, y la documentación de hornos en el Ámbito I, es lo que nos permite señalar como primera hipótesis para el sector noreste una función productiva, al menos para momentos tardíos (finales del VII d.C. – principios del VIII d.C.). En el área central y occidental del espacio descrito se ha documentado una estructura de grandes dimensiones (Edificio 2) (fig. 2b), que por el momento se limita a 10,60 m. de largo por 4,70 m en su parte más ancha, y 1,65 m en la más estrecha. La construcción está realizada en sillarejo careado de piedras de gneis y calizas –con unas dimensiones medias de piedras de 0,60 x 0,40 m- colocadas en dos hiladas, con un macizado al interior de piedras de gneis y grava, trabadas con un mortero muy rico en cal de color amarillento. Las relaciones estratigráficas de este elemento con el resto del conjunto no están del todo claras. Por un lado, la diferente técnica constructiva, por otro su cimentación, que parecen sugerir, junto con su orientación un momento de construcción previo al resto del conjunto. A pesar de que todavía no hemos podido establecer relaciones estratigráficas claras entre el Edificio 2 y el Edificio 1, al menos, podemos indicar posiblemente que su último periodo de ocupación, podría coincidir con el uso productivo del segundo, lo que indicaría que independientemente del momento de su construcción ambos elementos tuvieron algunas fases de uso similares.
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JARROS/JARRAS
OLLAS 11167 / 1
11143 / 2
UE 11167
15,1 cm
11167 / 3
14,6 cm (interior)
11138 / 1
15,8 cm
11159 / 2 9 cm
18,6 cm 11141 / 1
0
7,4 cm
5
11159 / 2 7,1 cm
indeterminada
0
5
BAÑO/BARREÑO 11159 / 1
11143 / 1 23,2 cm
22,2 cm
0 5 CUENCOS
OTRAS FORMAS ABIERTAS
PESA 11159 / 6
11159 / 4 11159 / 3
11159 / 5 12,3 cm
6,4 cm 11,3 cm
indeterminado 12 cm
0 5
0
5
0
5
Fig. 2: d. Materiales cerámicos asociados
Esta edificación (Edificio 2) se comenzó a excavar parcialmente en el 2005/2006, dentro de las actuaciones del proyecto urbanizador, comenzando a documentar dos fosas de expolio al suroeste y al noreste de la estructura, asociadas a la obtención de materiales con motivo de la construcción de la Fábrica de Armas en el siglo XVIII (ROJAS RODRÍGUEZ-MALO et al., 2009: p.73). En la actual intervención, sin embargo, hemos podido detectar una gran acción de expolio a ambos lados de la estructura que, fue cortada por la interfacies negativa excavada con anterioridad. En dicha fosa en la que ha aparecido un fragmento de base melada al interior, junto con cerámicas
con pintura en líneas horizontales, adscribibles a la etapa pleno medieval confirma también en este sector, el intenso expolio al que fue sometido el yacimiento entre los siglos XIII-XV. A pesar de ello, con total seguridad la apertura de esta zanja conllevó la eliminación parcial de la estratigrafía que se adosaba a la estructura que, posiblemente con posterioridad se convirtió en relleno de la gran fosa de expolio (fig. 2c.). Entre los materiales encontramos un amplio lote cerámico (fig. 2d) a torno que, además del material pleno medieval, se puede adscribir mayoritariamente si nos basamos en criterios tipológicos a época visigoda avanzada y
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Fig. 3: a. Edificio 2 y sondeo.
b. Sección acumulativa del Edificio 2.
c. Material cerámico asociado
comienzos del periodo emiral. Ejemplo de ello, serían los denominados baños o barreños como el 11159/1 y el 11143/1, documentado también el primero en el Ámbito I del Edificio 1, en una secuencia estratigráfica del último tercio del siglo VII d.C., y con similitudes en el menaje de época visigoda y emiral de Mérida (ALBA et al., 2003: fig.9). En el grupo de los jarros/jarras aparecen algunas formas (11138/1) documentadas en Recópolis en contextos de segunda mitad del siglo VII d.C. y primeras décadas del VIII d.C. (OLMO et al., 2008: fig.6), junto a otras de asa elíptica (11141/1), muy frecuentes en contextos de época visigoda. También se ha recuperado la forma 11159/2 de borde redondeado ligeramente exvasado al exterior, con similitudes con los grupos más antiguos del yacimiento de Gózquez de Arriba (VIGIL-ESCALERA, 2003: fig.5).
Entre el material más llamativo, destaca una olla de borde vuelto con acanaladuras (11143/2) muy similar a una forma registrada en el Horizonte II del Tolmo de Minateda, aunque en este caso presenta asas (GUTIÉRREZ et al., 2003: fig.13). De la misma adscripción cronotipológica, observamos la olla 11167/1 de borde redondeado con exvasamiento hacía el exterior, con paralelos en el yacimiento madrileño de Gózquez en una fase del siglo VI d.C. (VIGIL-ESCALERA, 2003: fig.5). Similar en cuanto a cronología y forma tenemos la 11167/2 y la 9282/12 de Recópolis, atribuidas a momentos finales del siglo VI d.C. (OLMO et al., 2008: fig.2). Sin embargo como ya hemos indicado, todo este material se encuentra en posición secundaria (la formación del depósito se produce a lo largo del
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Fig. 4: a. Crujía suresta: Ámbito IV, V y VI. c. Ámbito I: Horno
b. Ámbito I: u.e. 11166 d. Ámbito I: u.e. 11180
siglo XII), junto a formas de Terra Sigillata Hispánica Altoimperial, y otras de tradición alfarera posterior: pastas blancas y amarillentas, decoración en ondas, incisas, etc. Con la intención de conocer la relación de esta construcción con el resto de los conjuntos edificados próximos y de poder aportar datos, sobre el proceso de adecuación espacial o urbanística, durante la campaña del 2009 se optó por la excavación de un sondeo (2,15x1 m.) (fig.3a), en la esquina noroeste del Edificio 2. Éste ha permitido observar la cimentación del edificio (fig.3b), mediante, la utilización de bloques o sillarejo de piedra careada, aunque empleando una técnica constructiva similar a la parte superior. Hasta este momento, se han documentado los depósitos que cubren la zapata o cimentación, y que por tanto, son contemporáneos a la construcción del conjunto, que podemos fechar inicialmente en un momento avanzado del siglo VI d.C. Entre los materiales que se han recuperado, es especialmente interesante la cerámica de las unidades 11201, 11225 y 11227 (fig.3c). La mayoría es a torno, bastante heterogéneo en cuanto a sus pastas, coloración y con alto grado de rodamiento. Entre los acabados se han observado espatulados de buena calidad y alisados. Morfológicamente aparecen formas de cocina y mesa en porcentajes similares. En el caso de las primeras, predominan las ollas con borde redondeado. Es el caso de la forma 11227/2, de perfil sinuoso, con paralelos en las primeras fases de Recópolis (OLMO et al., 2002: p.553). De cronología más amplia, con borde con marcado engrosamiento al interior y exterior, es la forma 11210/4, que aparece frecuentemente en yacimientos de época
visigoda del noroeste peninsular, como el cementerio Camino-Pedrosa, en Zamora, con una cronología entre el siglo V-VIII d. C. (LARRÉN et al., 2003). Suele encontrarse asociada a grandes contenedores. La vajilla de mesa está constituida por cuencos, cazuelas, platos y jarras, todos ellos con una cronología del siglo VI d.C. Es subrayable, el registro de materiales de importación, 11210/2, identificable con la forma Hayes 104C/ Tipo 56 Variante C, con una data comprendida entre el 550-625 d.C. según Hayes (HAYES, 1962, pp.160-166) cronología aceptada también por M. Bonifay (BONIFAY, 2004, pp. 181-183). En el mismo estrato también se ha documentado, un cuenco de carena muy pronunciada, que genéricamente se data a lo largo del siglo VI d.C., con paralelos con numerosos yacimientos del área central de la Península Ibérica (Gózquez de Arriba, Recópolis, etc.). Entre los recipientes para líquidos encontramos una jarra piriforme (11225/1), con asa de sección elíptica, de pastas oscuras, y tratamiento espatulado de la superficie, a torno, con paralelos también en las actuales provincias de Madrid (necrópolis de Gózquez de Arriba (CONTRERAS y UGALDE, 2006: p. 531). Junto a ellas, otros materiales, significativos por su residualidad, como la forma 11210/7, identificable con la T.S.H. RITTERLING, 8, que corresponde a una forma lisa, de pared curva y borde sencillo, con una pequeña incisión bajo él. Aunque tradicionalmente se las ha vinculado al periodo comprendido entre los siglos I-IV d.C. (MEZQUÍRIZ, 1961), los contextos estratigráficos actuales no la atribuyen una cronología anterior al siglo VI d.C. (GONZÁLEZ LÓPEZ, 2007). LA SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA DEL EDIFICIO 1 Fue uno de los espacios que con anterioridad a 2007, había sufrido una primera intervención que se concretó en la excavación parcial de tres ámbitos en la crujía sureste (fig. 4a). Se interpretó que estas habitaciones fueron en un primer momento una sola estancia de 25x3,80 m. Tras haberse identificado tres suelos superpuestos, siendo el primero de ellos una pavimentación de cal, el edificio había sufrido un intenso incendio. De éste, se recogieron muestras que aportaron una cronología por C14 de entre el 430 y el 560 d.C., que se consideró el intervalo posible con el que se fechaba la construcción del edificio. Con posterioridad a la destrucción parcial, se produjo la compartimentación del edificio en tres habitaciones, asociadas a un único nivel de ocupación amortizado por el derrumbe definitivo de la nave o crujía. (ROJAS et al., 2009: p.78). Sin embargo, los resultados presentados, no correspondían a todo el edificio sino a una superficie reducida (1x1 m). La actual excavación, se encuentra en un momento algo más tardío que la cronología descrita anteriormente. En el caso de la crujía este, y en concreto el Ámbito I, se ha detectado el uso del espacio como área artesanal o productiva, que se apoya sobre una pavimentación de arcilla apisonada (u.e. 11166), con numerosas reparaciones (fig.4b.). Ésta parece haber
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Fig. 4: e. Material cerámico asociado
reutilizado un conjunto de lajas (u.e. 11180) a modo de espina en el centro del ámbito (fig. 4c.). A pesar de ello, este conjunto de elementos se apoya directamente sobre un lecho de cantos y grava (uu.ee 11189, 11202), que se extiende por la mayor parte del ámbito, y que se han considerado como restos de una pavimentación pétrea o en opus signinum anterior al uso del espacio como área productiva. Asociada a ella, se ha documentado una estructura de pequeñas dimensiones (2,60x1m.), posiblemente utilizada como espacio de refundición dado que se ha observado la aparición de restos de material vítreo, junto a hierro y bronce (fig. 4d).
Por debajo de las lajas descritas y de los restos de la pavimentación de opus signinum, se ha registrado un estrato de cantos que realiza la función de preparado de la pavimentación (u.e. 11189) que cubre a otra anterior de cal. Todo ello, parece indicar no sólo la existencia de procesos deposicionales diferentes entre las distintas crujías del edificio, sino también funcionalidades diversas, y con distinta perduración en el tiempo. LA CULTURA MATERIAL En cuanto a la cultura material cerámica, escasa en esta área, hemos utilizado como punto inicial de referencia contextos estratigráficos, de las dos
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Fig. 5: a. Material cerámico y numismático b. Material cerámico
fases de ocupación posteriores al horno, que genéricamente están englobadas en los usos del espacio inmediatamente más tardíos al periodo que acabamos de describir. El grueso del material corresponde a un nivel de uso (u.e. 10849) que cubría a un conjunto de pequeñas fosas cubetas de función indeterminada, que cortaban a su vez a las amortizaciones generales del Ámbito I (u.e. 10888), tras la desaparición de la actividad productiva. El lote es diverso (fig. 4e), y a todas luces aunque pueda ser encuadrado en un momento no definido del siglo VIII d.C., presenta evidentes similitudes con la cerámica tradicionalmente considerada de época visigoda. Es subrayable que el porcentaje de cerámica a mano o a torneta es ínfimo no alcanzando el 1%. En cuanto a las ollas, la mayoría de ellas tienen pastas anaranjadas, con desgrasantes micáceos. Entre sus formas destacan los bordes redondeados con exvasamiento hacía el exterior en algunos casos (10649/1, 10849/1, 10694/2), y con tendencia a moldurarse en otros (10849/3, 10888/2). Los diámetros oscilan entre 16 y 25 cm. y el grueso de las piezas carecen de cuello. En cuanto a las ollitas, a pesar del predominio de los bordes redondeados con tendencia a moldurarse (10849/17, 10888/5) o a apuntarse (10849/15, 10849/14), parece difícil darles una cronología más tardía del siglo VIII d.C., sin impacto significativo de formas de tradición islámica. De tipología similar a dos pequeñas ollitas de Recópolis son las 10888/5 y la 10849/15, fechadas en la transición de época visigoda a islámica (Rec96/9012/44 y Rec96/9012/97) (OLMO, 2002: fig.1). En la misma línea, desde el punto de vista de adscripción cronocultural, se encontrarían los cuencos (10849/8, 10888/3), de pastas grises y cocción irregular con una inflexión marcada a los tres centímetros del borde. Éste,
es redondeado y su forma tiende a abrirse a medida que se amplía el diámetro, lo que coincide también con una menor altura. Tiene paralelos en formas conocidas de Coca –Segovia- (LARRÉN, BLANCO, VILLANUEVA, CABALLERO, DOMÍNGUEZ, NUÑO et al., 2003), fechables entre mediados del siglo V d.C. y el siglo VI d.C., y la primera fase de época visigoda de Recópolis, de finales del siglo VI d.C. y primeras décadas del VII d.C. Las formas de Vega Baja, sin embargo, tienen como especificidad con respecto a Recópolis el escaso recorrido del borde a la inflexión (OLMO et al., 2008: fig.3). En cuanto a las jarras o botellas, predominan las pastas blanquecinas y muy depuradas con bordes con tendencia al exvasamiento exterior y a moldurarse, aunque el engrosamiento es alargado (10888/6, 10849/5, 10849/10, 10849/7, 10849/6). Sus similitudes con jarras piriformes localizadas en contextos de hábitat y necrópolis de época visigoda, es evidente. Coincide con varias de las formas del yacimiento de “La Vega” (Boadilla del Monte, Madrid), con una cronología comprendida entre las últimas décadas del siglo VII d.C. y momentos iniciales del VIII d.C. (ALFARO Y MARTÍN 2006: fig.1). También están presentes en “Arroyo Culebro” y “Gózquez de Arriba”, en este caso apareciendo en todo el abanico cronológico que también abarca el siglo VIII d.C. (VIGIL-ESCALERA, 2003: pp. 382-385). Este tipo de formas parecen ser el paralelo de la jarrita funeraria Ret B22, que en el yacimiento de “El Gatillo”, por presentar decoración pintada se considera de indudable filiación islámica (SÁEZ, CABALLERO Y RETUERCE, 2003: p. 227), aunque con un origen anterior, bien documentado estratigráficamente como más arriba se ha demostrado. A este tipo de botellas se asociaría también la forma con dos asas 10849/12, que aparece frecuentemente en necrópolis y en contextos urbanos como Recópolis, en sus fases iniciales (OLMO et al., 2002: fig. 3). En
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cuanto a otras formas con asa, se caracterizan igual que en las marmitas y ollas, por originarse desde el borde sin un desarrollo en altura (10649/1). Significativo en el conjunto es un cántaro (10849/16) del que no se ha registrado el asa, de borde redondeado con exvasaminto al exterior y tendencia a triangularse, con similitudes en el yacimiento de “La Vega” (ALFARO et al., 2006: fig.4). En este mismo conjunto también aparecen fragmentos de una pieza (10849/13) de clasificación indeterminada, y que pudiera corresponder o a un elemento importado de cerámica común, o posiblemente a un ánfora miniaturizada de tipo globular con fondo umbilicado. En esta misma fase al exterior del edificio (Zona Central), nos encontramos con una situación estratigráfica con similitudes con el Ámbito I, que consideramos cronológicamente del mismo momento. Se trata de dos estratos cenicientos que cubren una amplia superficie, y que pueden considerarse el pavimento contemporáneo de la unidad 10849 al exterior. Lo más relevante de esta unidad (fig. 5a.) es que en ella se documentó un tremis de Ervigio, ceca Ispalis (680-687 d.C.) (GALLEGO, et al., 2009, pp.129-131; CASTRO, en este volumen) y un felus perteneciente al tipo Frochoso grupo IX-a (FROCHOSO, 2001), con una cronología entre el 711-756 d.C. El lote cerámico recuperado hasta la fecha es reducido, pero en él se observan las mismas características que en su homónimo al interior del edificio. Se han localizado formas, que vuelven a remitir a contextos avanzados de época visigoda. Ejemplo de ello sería la olla 10453/2, con paralelos en la segunda fase visigoda de Recópolis (Rec/2141/46) (OLMO et al., 2002: fig.4), al igual que la forma 10453/3 que aunque con posibles dudas podría adscribirse también a una similar del Horizonte II del Tolmo de Minateda, fechado en un siglo VIII d.C. indeterminado (GUTIÉRREZ et al., 2003: pp. 140-148). Es singular la presencia de un cuenco (10453/1) de borde redondeado y paredes rectas de grandes dimensiones, que recuerda a formas de época visigoda. Con respecto a la unidad estratigráfica 11189, la más antigua de todas las presentadas, en el Edificio 1, y que corresponde con un estrato bajo el pavimento de lajas del Ámbito I, el lote cerámico recuperado es muy reducido (fig. 5b). Aunque, entre ellos se encuentra un borde de una posible ánfora africana tardía, cilíndrica de pequeñas dimensiones (11189/2), que puede ser clasificado, siguiendo a M. Bonifay (BONIFAY, 2004, pp. 125127), como un spatheion tipo 2. Es significativa también la forma 11189/1, que se puede identificar como un recipiente con fin higiénico, más concretamente un baño o barreño con similitudes con los descritos en contextos de época visigoda de Mérida por Alba y Feijoo (ALBA et al., 2003: fig.9). OTROS MATERIALES CERÁMICOS ADSCRIBILES A ÉPOCA VISIGODA Nos referimos en este epígrafe a un amplio conjunto de materiales, que aparecen en contextos fundamentalmente medievales, pero que indefec-
Fig. 6: material cerámico de importación
tiblemente fueron realizados entre los siglos V y VIII d.C. La presencia de ellos en momentos tan tardíos ratifican aún más alguno de los aspectos que hemos señalado al describir la secuencia estratigráfica: mayor complejidad de lo hasta ahora conocido, y remociones intensas que significaron con total seguridad el desplazamiento y modificación de numerosos contextos. Por todo ello, presentamos este conjunto de materiales, entre los que des-
325 ESPACIOS URBANOS EN EL OCCIDENTE MEDITERRÁNEO (S. VI - VIII)
taca un lote de cerámicas que tradicionalmente se las ha denominado de “importación”3 (fig. 6). Entre las conocidas como ánforas africanas de pequeñas dimensiones o spathia, destaca la localización en posición secundaria de la pieza 10477/1. Está compuesta por borde, asa, hombro y cuerpo, de pastas de color rojizo, desgrasantes micáceos, con un diámetro en boca de 7 cm, y un característico espatulado vertical que se desarrolla desde el hombro hacía la base. Es identificable con los spathia tipo 3, variante A (BONIFAY, 2004, pp.127-129), fechables entre finales del siglo VI y VII d.C., y representados ampliamente en el Mediterráneo y en el ámbito peninsular. Es similar, entre otras, a las piezas Rec´02/15766/105 y Rec´95/2104/80 (BONIFAY Y BERNAL, 2008: p.103) registradas en Recópolis adscritas a la segunda fase de época visigoda, entre mediados y la segunda mitad del siglo VII d.C. También presenta similitudes con la pieza CP-4369-159-1 (KEAY XXVI tipo G), recuperada en la fase de fundación y primera pavimentación del barrio bizantino creado sobre el antiguo teatro romano de Cartagena. Los arqueólogos que realizaron la excavación fecharon estos contextos entre los años 550-590 d.C. (RAMALLO, RUIZ Y BERROCAL, 1996: pp. 146-147). También se han registrado este tipo de anforisco de época tardía durante las intervenciones arqueológicas en el suburbio portuario en Tarragona (REMOLÀ, 2000: pp. 304-305). Se ha documentado un fragmento de pivote macizo de pastas blanquecinas con desgrasantes micáceos y superficie exterior alisada (10477/2). En principio el tipo de pastas sitúa esta pieza en un momento avanzado del siglo VII d.C. Es similar a la documentada en Recópolis (Rec´98/9814/33) (BONIFAY Y BERNAL, 2008: p.109) clasificada como un spatheion tipo 3 (BONIFAY, 2004, pp.127-129). Otras piezas de similar naturaleza son la 11189/2, que por su características puede tratarse de una variante de borde semicircular de spatheion de tipo 2 (BONIFAY, 2004, pp. 125-127), aunque los datos por el momento no son concluyentes. Es difícil asegurar el tipo de sustancia que contenían, aunque por su documentación en contextos bizantinos orientales de naturaleza militar, sugieren su uso como transporte de vino (BONIFAY Y BERNAL, 2008: p. 110). En el caso de la Vega Baja, se combinan las pastas anaranjadas, con otras amarillentas o blanquecinas que como han puesto de manifiesto algunos investigadores recientemente, no es un argumento suficiente para identificar lugares de producción (BONIFAY, 2007). En cuanto a otros contenedores de origen africano se ha recuperado el fragmento 10849/13, que aunque no corresponde con un spatheion en cuan-
3. Agradecemos al Dr. Dario Bernal Casasola la ayuda prestada en la clasificación de piezas para este estudio.
to a su morfotipología, sí podría ser un elemento importado de cerámica común, e incluso un tipo de ánfora miniaturizada de tipo globular de fondo umbilicado. Igualmente se ha registrado un fragmento de ánfora oriental (30058/4) posiblemente de Gaza o asentamientos próximos. Tiene cuerpo en forma de obús y un borde con adherencias de sedimento o restos de material del alfar, ya que se invertía tras el torneado para secarse. La pieza presenta un borde simplificado ligeramente apuntado, lo que puede relacionarse con la variante C de la forma LRA4. Ésta suele aparecer en contextos del siglo VII d.C., aunque su producción se inicia a finales del siglo VI d.C. Se han recuperado fragmentos de esta forma en Tarraco (REMOLÀ, 2000, pp. 226-233). En cuanto a formas de mesa de origen mediterráneo, ha aparecido en posición secundaria un fragmento de Hayes 105/Tipo 57 Variante B, con una cronología entre el 550 y el 600 d.C., según Hayes (HAYES, 1972, pp.166-167) o en las décadas centrales del siglo VII d.C. según M. Bonifay (BONIFAY, 2004, pp.183-185). Su constatación en registros arqueológicos es frecuente, como ocurre en Cartagena (RAMALLO et al., 1996: pp. 147168), con la recuperación de esta forma en las fases comprendidas entre mediados del siglo VI y VIII d.C. Suele también localizarse en contextos claramente del VII d.C. (Rec/17603/6) (OLMO et al., 2008) e incluso en el siglo IX d.C., como es el caso de Melque (SAEZ et al., 2001). CONCLUSIONES De los resultados de los trabajos que hemos presentado, todavía con un número de piezas reducido, podemos concluir que, nos encontramos actualmente interviniendo sobre contextos de la segunda mitad del VII d.C. (actividad productiva dentro del Ámbito I), en un edificio complejo (Edificio 1). El horno, y el conjunto de estratos asociados a él, son difícilmente anteriores a un momento avanzado de este siglo. De un momento posterior, sin embargo hemos mostrado la cultura material de un hábitat, que utiliza parcialmente el edificio, posiblemente con uso diferente para el que fue construido y que a todas luces lo podemos considerar habitacional, sin poder discernir todavía si corresponde a una ocupación de corta o larga duración. Esta fase es difícil fecharla más allá de la primera mitad del siglo VIII d.C. dada la escasez de formas a la que se pueda atribuir una filiación emiral evidente. De una fase constructiva anterior es el Edificio 2, de técnica edilicia y orientación diferente, cuyo estudio se encuentra en fases iniciales, aunque los primeros resultados apuntan a un momento de erección en la segunda mitad del siglo VI d.C.
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