Arcos de la Frontera, 25 de julio de 2.008. Clinic de Joaquín Olivera en Centro Hípico las Nieves. Notas recogidas a pie de pista, por Tomás Mateo Cubero.
Boca seca es sinónimo de problemas. No hay que caer en la rutina de dar vueltas al galope en el picadero sin trabajar ningún ejercicio ni nada en concreto con el caballo. Galope: en un buen galope, el caballo no debe apoyarse lo más mínimo en el bocado, si no, lo hará cada vez más. Las ayudas son eficaces si tienen lugar en su momento. Cambios de pie: hay que llevar el galope correcto, es decir, con un buen tiempo de suspensión (galope reunido), de lo cual es indicativo el catapum-catapum-catapum-pum. Hay que quitar presión a las riendas cada vez que se pueda (conversación permanente con el caballo a través de nuestras manos-riendas-bocado), la mano tiene que estar ágil y hay que acostumbrar al caballo a que trabaje sin presión en la boca. Incurvación al interior: el jinete ve el ojo del caballo levemente. Se trata de dos seres vivos: uno piensa y el otro ejecuta. Hay que fundirse con el caballo, las manos no pueden ir por un lado y las piernas por otro. La descontracción de la mandíbula del caballo debe ser el primer objetivo del jinete. Siempre hay que mantener el contacto con la rienda contraria del lado que estamos trabajando. Reunión y equilibrio: la clave para realizar bien los ejercicios. Deben moverse la mandíbula, la nuca y la cabeza, pero el cuello no se debe mover. La espalda adentro corrige que el caballo saque la grupa (al paso y al galope). A cada ejercicio bien hecho: cesión de riendas, es lo que más agradece el caballo. Hay que trabajar con el caballo relajado. La cara suelta y que el caballo “vaya bien” son signos de que está relajado. El caballo debe llegar a la cuadra con la misma alegría que salió de ella. No empujes con tus piernas más de lo que tus manos puedan parar. Si la rienda está recogida a su medida justa, la orden que demos al caballo surtirá efecto, si no, no servirá de mucho. Si un caballo quiere ir escapándose siempre al galope, lo paramos, lo ponemos al paso e incluso le damos unos pasos atrás. Así no se echa sobre las manos y vuelve a asentarse sobre los posteriores. Hay que dedicarle al calentamiento del caballo todo el tiempo que sea necesario.
Truco para saber si un caballo está relajado: pasar del trote al galope con las riendas flojas (OJO: No sueltas) El caballo se tiene que sentir con fuerza física y psíquica para realizar los ejercicios. Moralmente el caballo debe estar relajado y con confianza en el jinete. Al caballo hay que enseñarlo con pequeñas lecciones, y esas pequeñas lecciones, le deben seguir momentos de relax (la cesión de manos es lo que más agradecen). “Con la confianza ganada, la obediencia es ley”. Mantener la pared (las líneas del picadero) es necesario en los potros, pero en caballos domados, hay que sacarlos de esas líneas para no aburrirlos, y así comprobamos si trabajan con rectitud de verdad. Hay que trabajar el caballo y realizar los ejercicios en diferentes lugares de la pista, y así no se acostumbra a hacer las mismas cosas en los mismos sitios, y no querrá adelantarse. La mirada del jinete ha de ir siempre adelante, fijándose allá hacia donde va. El mosquero ha de ir acompasado, pero no “arremolinao”. Hay que mantener el caballo tranquilo: estirar en el galope no es un arreón. Primero se le reúne y después se le va soltando, pero sin que aumente la velocidad, solo debe ganar en amplitud. Con el dedo meñique hacemos que el caballo anticipe su mirada al giro, movimiento o ejercicio que vayamos a acometer (un leve giro de la cara). Si la mandíbula no cede, la nuca tampoco. Para todo es imprescindible la descontracción de la mandíbula, si no, es que el caballo no termina de confiar en el jinete. La conversación entre el caballo y el jinete ha de ser íntima, y por lo tanto, las ayudas han de ser discretas. Al salir al galope, el jinete no debe echar la cabeza abajo, sino mirar hacia delante y meter los riñones. Voz: -
Aguda y rápida: riñe y corrige.
-
Grave y tranquila: relaja y da confianza.
El caballo de calidad hay que montarlo con cabeza, no podemos dejarlo todo al corazón del caballo.
Con los caballos ya domados y con temperamento, no hace falta ensayar los arreones, ya que se violentan mucho. El entrenamiento diario no ha de ser violento. La suma de la acción de las piernas debe ir unida a la descontracción de la mandíbula y evitar que doble el cuello. A los caballos demasiado reunidos hay que estirarle el paso tanto al paso medio como al paso largo, y solo reunirlo en los ejercicios necesarios, y así es más probable que el caballo lleve siempre su paso correcto. Las medias vueltas al paso hay que pedirlas con impulsión y sin que el caballo las espere. Es el único modo de hacerlas bien, ya que si no se parará y las ejecutará sin meter los pies. Salida al galope: las riendas con contacto, pierna interior a la cincha, la pierna externa trasera, y descontracción de la mandíbula, sobre todo al lado interno. Jinete al galope: el estómago hacia delante, pero no la espalda hacia atrás. Acompañamos al caballo con el ombligo hacia delante, y las piernas impulsan. Hay que hacer que el caballo mire a donde ha de ir, y justo entonces, activamos con las piernas para llevarlo a ese lugar con impulsión. Los caballos que sacan la lengua puede deberse a varios motivos: a la mano inhábil del jinete y que provocará llagas; o a un bocado inadecuado y que le aprieta mucho, por ejemplo. Al trote hay que buscar que el caballo baje la nuca, y una vez lo hemos conseguido, lo impulsamos hacia delante, sin que pese en la mano. Si el caballo se distrae, se le habla para llamar su atención. Las manos del jinete han de estar vivas pero que parezcan quietas (lo cual redunda en la descontracción). La barbada debe ir menos apretada de lo que creemos, lo cual permite un caballo más suave de la boca y será más fácil de impulsar. Por lo tanto, para que el caballo vaya hacia delante, tiene que estar flexible de la boca. Es muy importante que la montura vaquera esté ahormada correctamente, para que el asiento sea el adecuado. Las manos vivas tienen movilidad, pero no están arriba y abajo. La impulsión es la solución a la mayoría de los problemas. El caballo joven, sin equilibrio, hay que evitar que pese en la mano, ya que si no se acostumbrará pronto a este defecto, por lo que habrá que llevarlo recogido-reunido y con riendas largas.
En la conversación íntima que mantenemos con el caballo, siempre lo llevamos adelante, con impulsión. Las riendas han de estar firmes, pero mandando hacia delante con impulsión mientras estemos trabajando. Se usarán bocados con el hierro movible si ayudan a que el caballo descontraiga la mandíbula, pero tampoco han de oscilar mucho, solo un par de milímetros. Hay que tener mucho cuidado con la grupa adentro, porque puede convertirse en un vicio para el caballo. Es mejor practicar la grupa al muro. Si dirigimos la mirada del caballo hacia donde va, no adelantará la grupa. El caballo ha de incurvar por la cincha en el apoyo para no sacar la grupa. En el paso atrás hay que llevar la mano baja: como en todos los ejercicios, la mano ha de ir cerca del caballo. Las ayudas con las piernas, en los cambios de pie, han de ser una prolongación de la cadera del caballo: catapum-catapum-catapum-pum: en el momento adecuado. En las medias vueltas al paso y al galope, el caballo tiene que remeter primero (las patas se detienen y derrapan unos centímetros), y después empezar a girar. El jinete debe mirar siempre hacia adelante y mandar al caballo desde las caderas. Una vez que el caballo está domado, llevándolo en galope reunido, con las riendas suaves pero sin perder el contacto, podemos trabajar las medias vueltas y demás ejercicios, porque no le costará gran esfuerzo, y lo hará con relajación. Cuando el caballo acepta el bocado y tiene impulsión, nos tiene que dar la sensación de que se nos quiere escapar de entre las piernas. Para acortar el galope, el jinete tiene que ayudar con sus riñones. Para la descontracción de la mandíbula, las riendas vibran, pero no cuelgan. Para hacer vueltas y medias vueltas correctas, el caballo debe parar remetiendo los posteriores y llevar la cara en su sitio. En la salida al galope, la pierna interior a la cincha, la cara levemente al interior, mientras que la pierna exterior es la que da la orden. Para la parada a raya no hace falta que el caballo pare justo en el sitio que se nos ocurra, hay que darle su terreno. Lo importante es que la haga bien.
Al pedir los ejercicios, no debemos pensar en ejecutarlos siempre de modo impecable. Es mejor empezar con versiones “light” para ir mejorando poco a poco. Hay que saber sacar al galope al caballo a la mano que le pedimos, ya que sin ese requisito no podrá después cambiar de pie correctamente. El trabajo del caballo debe tener poco tiempo de reunión y mucho de familiarización con el caballo, de descontraer la mandíbula, de tomarle el contacto. Las uñas de la mano del jinete que lleva las riendas, nunca miran al cielo, como mucho, a las caderas. En los apoyos, el caballo debe llegar paralelo a la pared del picadero, y nunca debe llegar antes la grupa o la espalda. Es muy importante que caballo y jinete hagan buen conjunto, buena pareja. Si el caballo abre la boca y enseña la lengua, apretaremos un poco la cadenilla barbada, aunque el caballo no tire de/con la boca. El equilibrio equivale al correcto reparto de pesos entre anteriores y posteriores-el centro de gravedad del jinete no debe moverse. Las pisadas no deben prolongarse más de donde llegue la cara/nariz del caballo. El lado malo del caballo es el blando, el duro es el bueno. Cuando coge contacto con el blando, el duro ya no es problema, ya que se agarra donde no le molesta. Esto debe ser así cada día que se monte el caballo, ya que puede que el problema dure toda la vida del caballo. En el entrenamiento podemos usar las dos manos, si así tenemos más sensibilidad. El calentamiento debe tener ritmo suave, riendas sin tensión, paso y trote. Para saber si el caballo está relajado, con las riendas sin tensión, desde el trote sacarlo al galope, y si no pega un pequeño “pingo”, ni mete la cola y en definitiva no hace ningún gesto que demuestre tensión, es que está relajado. El calentamiento ha de tener el tiempo justo, para no cansar al caballo para el trabajo de verdad. En espalda adentro la rienda interior fija la mirada y la exterior coloca la espalda. Hay que cambiar la rutina para que los caballos no se aburran y estén siempre atentos: no estar siempre al paso en el picadero, etc. Siempre llevar al caballo con ritmo, pero sin precipitación. Dolencia=resistencia. Reunión y equilibrio son necesarios, pero primero el equilibrio y después la reunión.
El buen contacto es lo que mejora el equilibrio y la reunión. Si el caballo está ligero en la mano, con el dedo pequeño le llevaremos la cara a donde queramos con facilidad. La base de la doma es un buen contacto y un caballo tranquilo. La suspensión viene con la reunión, que es muy importante sobre todo en el galope, y es la base para poder ejecutar bien los cambios de pie. Ciertos ejercicios, como las medias vueltas al paso o al galope, no se le olvidan al caballo aunque no lo practiquen en dos meses, por lo que son ejercicios que es mejor pedirlos muy de vez en cuando. Para parar el caballo seguimos el mismo procedimiento que en los arreones: primero aceleramos, después frenamos. En el entrenamiento hay que montar a la vaquera, realizar sus ejercicios, pero con tacto suave, sin violencia alguna, como si estuviésemos ejecutando una reprisse de doma clásica. Hay que ganarse la confianza del caballo, y todo irá mejor. Si vamos con esa disposición cada día, avanzaremos. Se le puede dar un terrón de azúcar para que masque el bocado y así produzca la espuma necesaria.