EGIPTO Egipto, oficialmente la República Árabe de Egipto (en árabe: Ŷumhūriyyat Miṣr Al-ʿArabiyyah, pronunciado en dialecto egipcio: [Maṣr]), es un país soberano de Oriente Próximo en la parte más occidental del Máshrek. Es un país transcontinental, está ubicado tanto en el extremo noreste de África como en Asia, en la península del Sinaí. Limita con Sudán al sur, con Libia al oeste y con Israel al noreste. Al norte limita con el Mar Mediterráneo y al sureste con el Mar Rojo. La mayor parte de su superficie la integra el desierto del Sahara. El río Nilo cruza el desierto de norte a sur, formando un estrecho valle y un gran delta en su desembocadura en el Mediterráneo. Estas tierras fértiles se hallan densamente pobladas, concentrando la mayor población nacional de África y Oriente Medio. Casi la mitad de los egipcios viven en áreas urbanas, sobre todo en los centros densamente poblados de El Cairo y Alejandría. Egipto es famoso por su civilización antigua y sus monumentos, como las pirámides y la gran esfinge; la ciudad meridional de Lúxor contiene un gran número de restos antiguos, tales como el templo de Karnak y el Valle de los Reyes. Hoy, Egipto es un centro político y cultural importante del Oriente Próximo. Su actual forma de gobierno es la república semipresidencialista bajo gobierno interino, formado tras el golpe de Estado de 2013 que derrocó al primer presidente democrático del país, Mohamed Morsi.2
Etimología El antiguo nombre del país, Keemett (km.t), o ‘tierra negra’, deriva de los fértiles limos negros depositados por las inundaciones del Nilo, distintos de la ‘tierra roja’ (dsr.t) del desierto. El nombre se transformó en kīmi y kīmə en la etapa copta de la lengua egipcia, y fue traducido al primitivo griego como Χημία (Jemía).
Miṣr, el nombre oficial árabe ( ) de Egipto es de origen semítico que significa "estrecho". El nombre hebreo para Egipto es (mitzráyim), que significa literalmente ‘dos estrechos’, por una referencia a la separación histórica en el Alto y Bajo Egipto. Miṣr significaba originalmente ‘metrópoli’, ‘civilización’ y también ‘país’ o ‘tierra fronteriza’. El nombre deriva de la raíz semítica (ṣr), que indica angostura. Algunos dicen que la etimología de la palabra hebrea (metzar) deriva de la raíz (ṣr, ) y el prefijo (me). también es escrita (meytzar). Otros dicen que deriva de (mey), agua, y (tzar), angosto.
El nombre en español, Egipto, proviene del latín Aegyptus, derivado a su vez de la palabra griega Αίγυπτος (Aigyptos). El término fue adoptado en copto como Gyptios, y pasó al árabe como Qubt. Se ha sugerido que la palabra es una corrupción de la frase egipcia ḥwt-k3-ptḥ, que significa ‘casa del espíritu (ka) de Ptah’, el nombre de un templo al dios Ptah en Menfis. Según Estrabón, el término griego Aigyptos significaba ‘más allá del Egeo’ (Aἰγαίου ὑπτίως, Aegaeon uptiōs).
La Biblia hace referencia a Egipto y sus habitantes más de 700 veces. A Egipto por lo general se le llama Mizraim (Mits·rá·yim) en las Escrituras Hebreas, seguramente debido a la importancia o preponderancia de los descendientes de ese hijo de Cam en dicha región. (Gé 10:6.) En algunos salmos se le denomina “la tierra de Cam”. (Sl 105:23, 27; 106:21, 22.) 3
Historia Artículo principal: Antiguo Egipto
La Gran Esfinge y las pirámides de Guiza, construidas durante el Imperio Antiguo de Egipto. La riqueza que aportaba el fértil limo tras las inundaciones anuales del río Nilo, junto a la ausencia de poderosos pueblos por su aislamiento, debido a que el valle del Nilo está situado entre dos amplias zonas desérticas, permitieron el desarrollo de una de las primeras y más deslumbrantes civilizaciones en la historia de la humanidad.
Los primeros pobladores de Egipto, alcanzaron las riberas del Nilo, por entonces un conglomerado de marismas y foco de paludismo, escapando de la desertización del Sahara. Las primeras comunidades hicieron habitable el país, y se estructuraron en regiones llamadas nomos. Pasado el tiempo y tras épocas de acuerdos y disputas los nomos se agruparon en dos proto-naciones, denominadas el Alto y el Bajo Egipto alrededor del año 4000 a. C. Egipto se unifica alrededor del año 3100 a. C., desde el faraón Menes (Narmer en su nombre egipcio).
La historia del Antiguo Egipto se divide en tres imperios con períodos intermedios de conflictos internos y dominación por gobernantes extranjeros. El Imperio Antiguo se caracterizó por el florecimiento de las artes y la construcción de inmensas pirámides. Durante el Imperio Medio (2050-1800 a. C.), tras una etapa de descentralización, Egipto conoció un período de esplendor en su economía. En el Imperio Nuevo (15671085 a. C.) la monarquía egipcia alcanzó su edad dorada conquistando a los pueblos vecinos y expandiendo sus dominios bajo la dirección de los faraones de la dinastía
XVIII. La última dinastía fue derrocada por los persas en el año 341 a. C., quienes a su vez fueron reemplazados por gobernantes griegos y romanos, periodo que comenzó hacia el año 30 a. C. como resultado de la derrota de Cleopatra y Marco Antonio en la batalla de Actium, que trajo siete siglos de paz relativa y estabilidad económica. Desde mediados del siglo IV, Egipto formó parte del Imperio Oriental, que se convirtió en el Imperio bizantino.
Del Egipto Medieval a la formación del Estado moderno[editar]
Mezquita de Ibn Tulun, El Cairo, construida en siglo IX d. C.
Tras la muerte de Mahoma, en 642, se produce la invasión árabe, que asume el gobierno del país con el beneplácito de los pobladores de entonces, los cristianos coptos. Los árabes introdujeron el islamismo y el idioma árabe en el siglo VII y gobernaron los siguientes seis siglos. A finales del siglo X, durante un breve tiempo los Fatamidas se hicieron con el gobierno. Vendrá a continuación la época de Saladino que supondrá un renacimiento cultural y económico favorecido por el espíritu de la Jihad, guerra santa en respuesta a las cruzadas cristianas. Entre 1250 y 1517, los Mamelucos, que eran parte de una casta militar local, tomaron el control del gobierno alrededor del año 1250, derrotaron a los mongoles en su avance imparable por Asia, pero fueron incapaces de impedir la ocupación del país y el control del gobierno por parte de los turcos otomanos en 1517. Bajo el gobierno otomano, Egipto quedó relegado a una posición marginal dentro del gran Imperio otomano. Aunque los Mamelucos recuperaron el poder por un breve periodo, en 1798 el ejército de Napoleón ocupó el país. Tampoco duró mucho la ocupación francesa, que apenas dejó huella aunque supuso el comienzo de los estudios egiptológicos sobre la cultura antigua.
Tras la salida de las tropas francesas, hubo una serie de guerras civiles entre otomanos, mamelucos y mercenarios albaneses, hasta que en 1805 Egipto consiguió la independencia, siendo nombrado sultán Muhammed Alí (Kavalali Mehmed Ali Pasha), más conocido como Mehmet Alí, quien había llegado al país como virrey o valí para reconquistarlo en nombre del Imperio Turco, y que llevaría una política exterior prooccidental emprendiendo una serie de reformas que combinaban estrategias tradicionales de centralización del poder con la importación de modelos europeos para la creación de nuevas estructuras militares, educativas, industriales y agrícolas, incluyendo planes de regadío, que fueron continuadas y ampliadas por su nieto y sucesor Ismail Pachá, el primer Jedive.
Tras la apertura del canal de Suez en 1869, Egipto se convirtió en un importante centro de comunicaciones, pero cayó a su vez en una fuerte deuda. Los británicos tomaron el control del gobierno en forma de protectorado hacia 1882, que fue fuertemente protestado declarándose de nuevo la independencia en 1922, con una nueva constitución y un régimen parlamentario. Saad Zaghlul fue elegido como primer ministro de Egipto en 1924 y en 1936 el llamado tratado Anglo-Egipcio le dio por finalizado.