Sumario
SECCIONES Cronos Made in Spain… Matías Balsera Los 10 mandamientos… Lorca Aquí hay historia: La pena de minas en Almadén 100 Ágora 114 ¿Sabías que…? 6 40 70 88
Y ADEMÁS 16 La primera Vuelta Ciclista 52 Zurbarán en el Thyssen 54 El boicot de los tranvías de 1951 72 Excéntricos 82 La torre de Zaragoza 94 La pista española del Arca de la Alianza Fernando Ballano es master en historia contemporánea y autor, entre otros libros, de Aquel negrito del África tropical (Sial, 2014). José Manuel Escribano es crítico cinematográfico y secretario general del Círculo de Escritores Cinematográficos. Lorenzo Fernández Bueno es periodista y escritor, Director de la revista Enigmas del hombre y del universo, y autor de Templarios, nazis y objetos sagrados (Luciérnaga, 2015). Javier García de Gabiola es abogado en una multinacional y ha publicado numerosos artículos históricos y jurídicos. Moisés Garrido Vázquez es investigador y divulgador de temas heterodoxos, y autor de varios libros. José Luis Hernández Garvi es escritor e investigador, autor de Héroes, villanos y genios, premio Algaba 2014. Óscar Herradón es redactor jefe de la revista Enigmas y autor de Los magos de la guerra (Cúpula, 2014). Alejandro Polanco Masa es investigador y mantiene el blog tecnológico Tecnología obsoleta. Fernando Rueda es el mayor especialista en España de espionaje y colaborador de La Rosa de los Vientos en Onda Cero Radio. Juan José Sanchez-Oro es historiador de las relaciones de poder en la Iglesia y de las creencias sobrenaturales y religiosas a lo largo de la historia. Adolfo Torrecilla es licenciado en filología hispánica, profesor y crítico literario en la agencia Aceprensa.
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La invasión árabe Desde la arquetípica batalla de Covadonga hasta la conquista de Granada en 1492, la península Ibérica asistió a ocho siglos de guerra y paz, de combates y pactos, resistencia y conformidad. Te resumimos las claves de aquel período.
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Tartessos Entre la historia y la fantasía, como tantos otros reinos del pasado más remoto, los restos arqueológicos dan fe, esta vez sí, de la existencia de Tartessos. Te ponemos al día de las últimas investigaciones acerca de este territorio, que se articulaba al modo de las ciudades-estado.
Pocahontas Los amores de la india Pocahontas con el capitán John Smith han inspirado multitud de obras, pero pocos saben que el inglés pudo extraer su historia de la aventura real de un español, Juan Ortiz, a quien Ulele, la hija de un cacique, salvó la vida.
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Operación Gibraltar Alfred Jodl, Jefe del Departamento de Mando y Operaciones del OKW, propuso a Hitler conquistar el peñón de Gibraltar para aislar a Gran Bretaña de sus posesiones orientales. Esta es la historia de un plan que llevó a España al borde de la Segunda Guerra Mundial.
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Cronos
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Entre Felipe V... y Felipe VI
La Real Fábrica de Tapices solicita el concurso de acreedores LOS APUROS ECONÓMICOS por los que está pasando la Real Fábrica de Tapices de Santa
Bárbara, fundada en 1720 por Felipe V, han llevado al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a realizar un abono extraordinario por valor de 300.000 euros, que se suman a la aportación de 180.000 euros que la institución recibió ya a cargo de los Presupuestos Generales del Estado, para afrontar sus necesidades más acuciantes, entre ellas el pago de las nóminas a sus más de cincuenta trabajadores. El Pleno del Patronato solicitó el pasado 13 de julio el concurso de acreedores, y tanto la Comunidad como el Ayuntamiento de Madrid han acudido también a su llamada de socorro, concretando su futura aportación en 300.000 y 340.000 euros, respectivamente.
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Cronos
Oro nazi en el norte de Alemania DOSCIENTAS SIETE monedas de oro
Sale a flote un barco hundido por Blas de Lezo LA CASA DE HUÉSPEDES ILUSTRES, en las inmediaciones del Fuerte de San Juan de Manzanillo, una de las residencias del presidente de Colombia Juan Manuel Santos, ha compartido durante más de dos siglos vecindad con los restos de una de las embarcaciones que el almirante español Blas de Lezo hundió en 1741 para abortar la invasión inglesa de Cartagena de Indias. Los restos, encontrados por un equipo de arqueólogos colombianos con la ayuda, entre otros, de colegas españoles y argentinos, incluyen un cañón y más de cien estructuras de madera, que, sin embargo, han tenido que ser devueltas al mar para garantizar su preservación, ante la falta de instalaciones para conservarlas en la superficie. No obstante, se está organizando una exposición con parte de los objetos de cerámica y vidrio que se han localizado.
(cuyo valor equivaldría a unos 45.000 euros de hoy en día) fue el botín encontrado a finales de 2014 por Florian Bautsch, un joven empresario alemán que dedica su tiempo libre a buscar objetos de valor por los alrededores de Oedeme (Luneburgo). Tras el primer hallazgo –diez monedas de oro bajo un árbol–, Florian se puso en contacto con arqueólogos profesionales, quienes consiguieron multiplicar por veinte el tesoro, convirtiéndolo en la mayor cantidad de oro nazi encontrada en esa región. Las monedas, guardadas en sendos sacos con el sello del banco del Reich y la esvástica nazi, datan de entre 1831 –la más antigua– y 1910, pero el receptáculo confirma que fueron escondidas en los años 40 o después del final de la guerra. Las investigaciones para aclarar el misterio continúan.
Arsuaga encuentra al padre de Alejandro Magno SEGÚN LOS DOCUMENTOS históricos de su reinado, el rey Filipo II sufrió una grave herida a consecuencia de un lanzazo que le atravesó la rodilla, le dejó cojo y estuvo a punto de costarle la vida en 339 a.C, tres años antes de ser asesinado en la capital de Macedonia por uno de sus guardias. Este dato ha sido clave para que un grupo de investigadores, dirigido por Juan Luis Arsuaga, antropólogo de la Universidad Complutense y codirector de Atapuerca, y por el investigador griego Democritus Antonis Bartsiokas, haya confirmado que el padre de Alejandro Magno estaba enterrado en la conocida como tumba I –y no en la II, como se sospechaba– de los túmulos funerarios de la aristocracia y la realeza macedonia del siglo IV a.C, localizados en la localidad griega de Vergina por el arqueólogo griego Manolis Andronikos en 1977. Junto a los restos de Filipo II, se han encontrado los de una mujer joven y los de un bebé, que corresponderían a su séptima mujer y a un hijo de ambos, quienes fueron asesinados por orden de Olimpia, madre de Alejandro Magno, tras la muerte del rey.
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Boadilla rehabilita su Palacio DESDE 2013, el palacio neoclásico del Infante Don Luis de Borbón y Farnesio, obra de Ventura Rodríguez y elevado a Monumento Nacional en 1974, está siendo sometido a diversas obras de restauración, gracias al convenio firmado entre el Ayuntamiento de Boadilla y la Comunidad de Madrid, que cofinancia el proyecto con fondos de la UE. Tras la rehabilitación, el palacio habrá recuperado el conjunto histórico del gallinero, las huertas, el estanque y la noria antigua. No obstante, ya se puede visitar la primera terraza del jardín y la capilla, que acoge conciertos de música clásica.
Reabre el Teatro de la Comedia de Madrid
Las murallas de León se remozan
CALDERÓN DE LA BARCA y su Alcalde de Zalamea, de la mano de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, serán los encargados de subir el telón, después de 13 años, del Teatro de la Comedia, que reabre sus puertas al público el próximo 15 de octubre. Este espacio escénico, cuya rehabilitación definitiva finalizará en 2017, cerró en 2002 para ser restaurado y modernizado, si bien las obras no se iniciaron hasta 2010, con un plazo de ejecución de dos años que se ha alargado debido a dificultades técnicas. Lo que sí se ha respetado ha sido el presupuesto inicial –20,35 millones de euros–, que ha permitido no sólo consolidar el edificio, sino también ampliarlo en 750 metros cuadrados, lo que dará cabida a 700 espectadores. El nuevo espacio alberga, además, otra sorpresa: la reconstrucción de la sala Tirso de Molina, con aforo para 100 personas.
DURANTE LOS PRÓXIMOS seis meses, el tramo de muralla leonés que une Puerta Castillo y el Convento de las Clarisas estará cerrado al público por obras de rehabilitación. Con una inversión de 800.000 euros, este será el tercer trabajo de restauración que emprende el consistorio, tras el tramo de la muralla del Parque del Cid –que sirvió para acondicionar su pavimento– y los edificios de principios del siglo XX ubicados en la calle Julio del Campo, cuyas fachadas se limpiaron y se mejoraron las condiciones de evacuación de las aguas pluviales. Y no será el último…
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¿Sabías que... ... la primera huelga revolucionaria de España tuvo lugar en Alcoy? EL 11 DE FEBRERO DE 1873, España dejó de ser una monarquía y se convirtió en una república. La industrialización que ya había alcanzado a otros lugares de Europa se resistía a entrar en nuestro país, con algunas salvedades como la localidad alicantina de Alcoy, donde comenzaba a desarrollarse la industria textil y papelera, en la que trabajaba alrededor de un tercio de la población. Los principios estuvieron lastrados por los excesos: con tal de aumentar el beneficio económico, se descuidaban los derechos básicos de salubridad para los trabajadores, las jornadas oscilaban entre las diez –industria papelera– y las 16 horas –textil–, y las condiciones eran de absoluta miseria, ya que, en el mejor de los casos, los operarios cobraban 14 reales al día, y un queso costaba hasta 10… Los aprendices, las mujeres y los niños veían reducido su salario, y el 42% de los menores fallecían antes de cumplir cinco años. En ese contexto, no es de extrañar que naciera la Federación Regional Española de la Asociación Internacional de Trabajadores. El 9 de marzo de 1873, una multitudinaria manifestación por las calles de Alcoy reunió a unas 10.000 personas para reclamar una mejora en las condiciones laborales. Nadie les hizo caso, y el 7 de julio se decidió en asamblea el inicio de una huelga general, a la que se sumaría la vecina localidad de Cocentaina, y que se haría efectiva al día siguiente. Ese mismo día, el alcalde republicano federal Agustín Albors pidió el envío de tropas al gobernador civil, y empezaron los disturbios. Los huelguistas incendiaron la Casa Consistorial rociándola con petróleo
(de ahí que el suceso sea conocido como la “Revuelta del Petróleo”), y los enfrentamientos acabaron con 15 muertos, entre ellos el alcalde, tres huelguistas y siete guardias civiles. Ante el cariz de los acontecimientos, el 13 de julio las tropas entraron en Alcoy. La represión no se hizo esperar: 286 trabajadores fueron acusados de delitos de diversa índole y las condiciones de vida empeoraron todavía más. No fue hasta la reinstauración de la Monarquía cuando se firmaron los primeros indultos.
... la cueva de Nerja (Málaga) fue descubierta por unos jóvenes que perseguían murciélagos? LA PENÍNSULA IBÉRICA puede presumir de un rico e inagotable pasado, con un sinfín de huellas de asentamientos prehistóricos. Uno de los hallazgos más interesantes en este sentido tuvo lugar el 12 de enero de 1959, cuando un grupo de cinco excursionistas se topó de manera casual con la cueva de Nerja (Málaga). Se llamaban Francisco Navas Montesinos, Manuel y Miguel Muñoz Zorrilla, José Luis Barbero de Miguel y José Torres Cárdenas; procedían de la cercana localidad de Maro; y acudieron al enclave de La Mina en busca de unos murciélagos que se habían introducido por una cavidad. Entusiasmados con el hallazgo, los jóvenes siguieron explorando y reconocieron unos esqueletos humanos en la llamada Sala de los Fantasmas. Pocos días después, regresaron ya en compañía de adultos, quienes dieron fe de su autenticidad, y meses después el diario Sur se hizo eco del hallazgo. Luego se habilitaría un acceso para las visitas (hoy recibe una media de 500.000 al año). Las investigaciones topográficas han permitido datar su antigüedad en torno a 42.000 años. La cueva cuenta con restos de pinturas rupestres que representan focas, hechas tal vez por neandertales. En 1961 fue declarada Monumento Nacional y, en 1985, Bien de Interés Cultural.
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...ha habido un accidente nuclear en Madrid? UN HECHO POCO CONOCIDO, y durante mucho tiempo silenciado, fue un escape radiactivo en Madrid a las 11 de la mañana del 7 de noviembre de 1970. Lo que comenzó siendo una operación rutinaria de trasvase de 700 litros de desechos radiactivos del Centro de Energía Nuclear Juan Vigón terminó con el vertido del líquido a los desagües de Madrid y los ríos Manzanares, Jarama y Tajo. La población, que no fue advertida del accidente, pudo consumir hortalizas y verduras contaminadas, ya que las huertas fueron regadas con el fluido tóxico. Un informe confidencial de enero de 1971 de la Comisión Asesora Nuclear del centro recomendaba no regar los cultivos con aguas procedentes de los ríos afectados. Sorprende, pues, que se tardara tanto en reaccionar –dos meses desde el accidente– y que los responsables del mismo se fueran de fin de semana, poniendo en peligro la salud de la población madrileña.
y además que...
... los primeros testimonios sobre las célebres danzarinas gaditanas de Roma datan del siglo I d.C? ... el manuscrito de la Fazienda de Ultramar, una guía de peregrinos del siglo XIII, se conserva en la Universidad de Salamanca? ... el festival de jazz de San Sebastián nació en el año 1966? ... el Liceo de Barcelona es el mayor teatro de la Ópera de España? LA VOCACIÓN COSMOPOLITA de Barcelona requería de un teatro de grandes dimensiones para la representación de la ópera y en 1847 vio la luz el teatro del Liceo. En el antiguo convento de Montsió se creó, en 1837, la Sociedad Dramática de Aficionados, que pronto se convertiría en el Liceo Filarmónico Dramático Barcelonés, inaugurado por Isabel II en 1838. Su éxito propició que se construyera en Las Ramblas un nuevo espacio dedicado al bel canto, obra de los arquitectos Miquel Garriga i Roca y Josep Oriol. El teatro se inauguró con un programa mixto encabezado por la sinfonía de Joan Melcior Gomis y el drama Don Fernando de Antequera, de Ventura de la Vega. Del proyecto derivó la Sociedad del Gran Teatro del Liceo, que lo gestionó desde 1855 hasta 1980, cuando pasó a ser de titularidad pública, si bien el gobierno de la Segunda República lo había nacionalizado brevemente. Uno de los sucesos que puso en peligro su continuidad fue el incendio del 31 de enero de 1994.
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Historia contemporánea
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finales del siglo XIX, una revista ilustrada semanal, El deporte velocipédico, transmitió a sus lectores el gusto por las dos ruedas, que llegó a prender en todo un premio Nobel de Literatura, José de Echegaray, alma del primer campeonato de ciclismo en Galicia. Disponíamos incluso de un embrión federativo: la Unión Velocipédica Española, fundada el mismo año –1895– en que una emigrante letona residente en Estados Unidos, Annie Londonderry, dio la primera vuelta al mundo en bicicleta. Con una fiebre tan desmesurada por este deporte, resulta extraño que tardáramos tanto en organizar un campeonato de carácter nacional. Hubo un antecedente inmediato, el Gran Premio República, que se disputó durante cinco años entre Éibar y Madrid para orgullo y prez de los españoles: nuestros compatriotas lo ganaron siempre. Pero no fue hasta 1935 cuando un periódico ya desaparecido de Madrid, Informaciones, tuvo la feliz idea de promover la primera Vuelta Ciclista a España, a la manera de lo que habían hecho L’Auto en Francia y La Gazzetta dello Sport en Italia. Su impulsor, el periodista y mecenas cántabro Clemente López-Dóriga, presentó la solicitud al Comité Directivo de la Unión Velocipédica Española, que le dio el visto bueno. “La Primera Vuelta a España no será una lucha por naciones –afirmaban desde el periódico–. La Primera Vuelta a España está encaminada al desarrollo y propaganda de la industria nacional del ciclo. Por lo tanto se disputará como una lucha individual o de marcas”. LOS 50 DE LA GLORIA Ser un pionero en algo proporciona muchas satisfacciones, pero también muchos quebraderos de cabeza. Durante varias semanas, López-Dóriga y su equipo de colaboradores se desplazaron por toda España para recabar el apoyo de las distintas comisiones organizadoras. Había espejos donde mirarse –el de Francia sin ir más lejos–, pero cada país es un mundo y España corría sola. Muchos ciclistas se apearon por la coincidencia con el Giro, que empezaba justo después (y no había Hércules capaz de sobrellevar ambos trabajos). Al final, se diseñó un programa de 14 etapas –diez por encima de los 250 km–, que convocó a un pelotón de cincuenta su-
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Annie Londonderry fue la primera mujer que dio la vuelta al mundo en bicicleta.
En 1935, un periódico ya desaparecido de Madrid, Informaciones, tuvo la feliz idea de promover la primera Vuelta Ciclista a España perhombres –33 españoles y 17 foráneos–, inmunes al dolor y secos ya de lágrimas. Entonces no había bebidas isotónicas, bicis de carbono ni máquinas especiales para la contrarreloj. Qué va, qué va. Los ciclistas montaban armatostes de hierro cuyas ruedas sufrían pinchazos cada dos por tres, el patrocinio se fiaba a un par de marcas, y la seguridad era un asunto trivial. Si no hubiera sido por la bolsa, pocos se habrían inscrito en ese sacrificio humano, de viento en los páramos y carreteras
apergaminadas; pero había más de quince mil duros en premios y era difícil resistirse a la batalla por el maillot naranja. UN CÓCTEL EN CHICOTE La prueba se abrió a las nueve menos cuarto del lunes 30 de abril de 1935. Por delante, 3.411 km, una extensión similar a la que se corre ahora, solo que ahora se disputa en tres semanas y los paladines no se toman antes de partir un cóctel en Chicote. ¿Que no…? Pues sí. El mago de
las mezclas espirituosas los avitualló de un combinado compuesto por Orange Bitters, Grand Marnier cordón rojo, Curaçao naranja, media copa de ginebra inglesa y media de vermut italiano. Lo raro es que alguno llegara en posición vertical a la meta. Desde el principio, dos corredores se disputaron la victoria: el belga Gustaf Deloor –que había llegado a Madrid el 27 de abril en el rápido de Irún– y el español Mariano Cañardo –la gran esperanza patria–, primero y segundo en la clasificación general. Pero todavía quedaban muchas pájaras hasta el epílogo de este cuento de terror… Antes del paseíllo, los ciclistas posaron para los medios gráficos, que inmortalizaron sus rostros serenos y maduros. Solo 29 lograrían completar la carrera. ¿Y cuántos de ellos, nos preguntamos, quedarían rotos por la Guerra Civil que un año después sembró España de nada? Américo Tuero, por ejemplo, militante comunista que fue condenado a muerte en 1941, y que huyó de la esclavitud en el Valle de los Caídos tras serle conmutada la pena. EL PISTOLETAZO DE SALIDA Los madrileños se congregaron frente al ministerio de Obras Públicas –hoy de Agricultura– para ver partir al pelotón hacia la gloria. Mientras pedaleaban por el Paseo del Prado, Alcalá o Rosales, no eran conscientes de lo que les esperaba, aunque, tal vez, se lo imaginaran. Los organizadores dieron el pistoletazo de salida en Puerta de Hierro. A unos 50 km de la capital, el Alto del León, en la Sierra de Guadarrama, provocó los primeros desfallecimientos, apaciguados por las 20.000 gargantas que subieron a darles alas. La etapa, de 185 km en total, prosiguió con los vaivenes habituales hasta Valladolid. El belga Antoine Dignef se escapó en el último tramo y cruzó la meta en solitario, dos horas por delante del último clasificado. En la salida del segundo día hubo una sola baja: el aragonés Santiago Mostajo. ¿Cómo se tomaron los españoles la iniciativa? ¡Mejor que bien! Había nacido un fenómeno deportivo, que se caracterizaba por la cercanía del pueblo a sus ídolos. En el momento en que estos cruzaban la meta, se dispersaban por los hoteles y las pensiones de las ciudades y departían con sus admiradores sobre la aventura que habían vivido durante la jornada. En ocasiones, incluso, a los
Antes del paseíllo, los ciclistas posaron para los medios gráficos, que inmortalizaron sus rostros. Solo 29 lograrían completar la carrera
El diario Informaciones impulsó la primera Vuelta Ciclista a España, que prometía suculentos premios a los ganadores. Su alma fue el cántabro Clemente LópezDóriga, abajo a la izquierda.Toda la prensa deportiva, y en particular el AS –el Marca aún no existía–, siguió el acontecimiento.
corredores no les quedaba más remedio que concluir la etapa en el sillín de un generoso espontáneo, que les cedía su bici porque la “oficial” se había escacharrado por el camino, tal como le pasó a Cañardo en Zamora un día antes de la etapa final.
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LOS CHICOS DE ORO
Historia contemporánea
Gustaaf DELOOR
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Dorsal: 44 Tiempo: 120:00:07
Mariano CAÑARDO LACASTA
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Dorsal: 1 Tiempo: a 13:28
3
Antoine DIGNEF Dorsal: 41 Tiempo: a 20:10
4
Max BULLA Dorsal: 32 Tiempo: a 28:51 De los 50 corredores, 33 eran españoles.
5 Eduardo MOLINAR Dorsal: 34 Tiempo: a 29:49
El pelotón se alineó en Atocha el día de la salida.
GIGANTES DEL ASFALTO La simpatía que suscitaban esos gigantes del asfalto se lee en las crónicas deportivas de la época. La última etapa llevó a los supervivientes de vuelta a Madrid el 15 de mayo. Era un San Isidro lluvioso, inclemente, y, sin embargo, decenas de miles de personas, entre ochenta y cien
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mil según los plumillas, salieron a la calle a homenajear a sus ídolos y darles las gracias por la entrega demostrada. Ni una sola tribuna libre en la Casa de Campo desde que, a las diez de la mañana, empezaran a llegar los primeros entusiastas. Ni una sola rama de árbol sin combar por el peso de un muchacho centinela de
Deloor ganó la última etapa y Cañardo llegó a su rueda horizontes. Ni un rincón sin paraguas. Y ni un momento de tranquilidad cada vez que los altavoces cantaban la clasificación provisional, y de espasmos cuando los motoristas alcanzaron el recinto con la estela de los tres escapados: el belga Deloor, el español Cañardo y Max Bulla, austríaco. Al final, Deloor ganó la etapa y el routier Cañardo, todo corazón, llegó a su rueda, calcando la general. El público, incontenible, invadió la pista y se llevó a hombros a su héroe hasta el coche. El domingo 19 de mayo, el campeón belga dio 16 vueltas por el Parque de Montjüic para deleite de los aficionados catalanes, que pagaron una peseta por el espectáculo, mientras Cañardo, barcelonés de adopción, se lucía ante sus vecinos, que lo agasajaron junto con sus otros compañeros de fatigas y escapadas. Se había plantado la semilla de la épica. Hubo otra edición al año siguiente, que volvió a ganar Deloor. Luego, vendría el barbecho de la Guerra Civil. La tierra no salió indemne.
Tema del mes
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Tema del mes
¿Hubo gran resistencia?
La invasión árabe Pocos episodios de la Historia de España resultan tan enigmáticos y fascinantes como la invasión islámica de la península Ibérica. Una conquista que supuso la derrota del centenario reino visigodo a manos de unos pocos contingentes armados venidos del Norte de África. Cuando repasamos los hechos, leyendas, cifras y fuentes surgen mil dudas acerca de cómo fue posible algo que parecía imposible. Los historiadores llevan décadas intentado encontrar una explicación satisfactoria a este suceso inesperado. Presentamos a continuación las últimas claves y enfoques de una cuestión todavía muy abierta. JUAN JOSÉ SÁNCHEZ-ORO
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La victoria bereber en la batalla de Guadalete (711) abri贸 el camino a un segundo contingente de 谩rabes capitaneado por Musa.
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Tema del mes
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esulta insólito toparse con el último rey visigodo en mitad del desierto. Y no en un desierto cercano cualquiera, sino en el de Jordania, a miles de kilómetros de la península Ibérica. Allí se levantan los restos de Qusayr Amra, el recinto palaciego erigido hacia el 720 d.C. por algún miembro de la flamante dinastía Omeya. De su lujo original apenas permanecen en pie los antiguos baños construidos a la romana, aunque profusamente decorados con imágenes en su interior. Figuras de animales salvajes, doncellas ligeras de ropa y frutos jugosos reciben al visitante con la intención de sumergirle en un discreto paraíso y desconectarle del severo paisaje exterior. Un goce para los sentidos que también incluye la política. Sus constructores debieron de pensar que la exaltación del poder victorioso era tan estimulante como un buen baño. Por tal motivo, representaron sobre una pared del salón de audiencias al califa omeya rodeado de mandatarios que le rendían homenaje. Siguiendo las inscripciones en griego y árabe, es posible identificar al césar de Bizancio, al rey persa Cosroes y al negus de Abisinia. Con dificultad se ha creído reconocer, además, al emperador de China y al rey de la India. Pero lo más llamativo es que dentro de este selecto cónclave de poderosos fue también retratado el último monarca visigodo Rodrigo. Pocos años después de perder su reino, alguien consideró a este rey un rival no inferior en rango al resto de esos otros grandes gobernantes universales derrotados por el Islam y con los que compartía escena. Todo ello a pesar de que Rodrigo apenas estuvo un año ocupando el trono y su reino no tenía las dimensiones de China, India o Bizancio. Así pues, semejante presencia da buena cuenta de la importancia que los omeyas atribuyeron a la conquista de la Península. Una hazaña que no pasó desapercibida para el centro mismo del poder islámico por muchos desiertos, mares y montañas de distancia que les separara. INCÓGNITAS DE UNA CONQUISTA ¿Qué acontecimientos históricos evoca ese inesperado retrato del rey Rodrigo? Si acudimos a consultar cualquier libro de texto de Secundaria, apenas un puñado de líneas describirían los principales hitos de aquella invasión. Partiríamos de la existencia de un gran poder musulmán, heredero de las directrices políticas y religiosas del profeta Mahoma que se configuró bajo la forma del
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Los historiadores siguen disputando acerca de la rápida debacle de un pueblo –los visigodos– que antes habían mostrado su brío contra suevos, vascos o bizantinos.
referido califato omeya, denominado así por la dinastía que lo detentaba. Su expansión arrolladora desde el corazón de Arabia había llegado sin demasiadas cortapisas a abarcar todo el norte de África, derrotando a su paso a cuantos adversarios se le habían puesto por delante. A partir de ahí, el horizonte ofrecía dos caminos: atravesar el desierto para adentrarse hacia latitudes subsaharianas; o bien dar el salto a Europa por el Estrecho de Gibraltar. Pareció más oportuno y atractivo acometer este segundo itinerario. Además, el reino visigodo mostraba una gran debilidad por culpa de las guerras y querellas intestinas. Su régimen de monarquía electiva constituía una permanente fuente de luchas entre clanes de potentados, todos ellos aspirantes a lucir la corona tras cada nueva sucesión al trono. Durante una de esas disputas palaciegas, los hijos del antiguo rey Vitiza reclamaron ayuda exterior para derrocar al monarca Rodrigo.
Don Rodrigo, el último rey visigodo.
La franca decadencia de los visigodos impidió la defensa efectiva de sus fronteras ante los invasores.
Un ejército de beréberes islamizados dirigidos por Tariq ibn Ziyad cruzó el Estrecho y derrotó a Rodrigo en la batalla junto al río Guadalete tros cuadrados habían quedado sometidos al poder invasor desde el litoral Mediterráneo al Cantábrico. Pero la incontinencia musulmana no se detuvo en los Pirineos.
La petición llegó a oídos de los musulmanes norteafricanos, quienes vieron así la ocasión perfecta para desembarcar en la Península. En el año 711, un ejército de bereberes islamizados dirigidos por Tariq ibn Ziyad cruzó el Estrecho, derrotó a Rodrigo en la batalla junto al río Guadalete y siguió su marcha victoriosa por las principales calzadas romanas. Poco después, un segundo ejército, este con mayoría árabe y al mando de Musa ibn Nusayr, vino a reforzar al contingente anterior. En apenas tres años, las huestes habían llegado hasta los Pirineos y convertido al reino hispanovisigodo en un recuerdo. Sobre las cenizas de la desaparecida monarquía cristiana se fundó entonces un nuevo valiato islámico, administrado brevemente por el hijo de Musa y subordinado a los califas omeyas de Damasco. Un lustro bastó para eliminar de raíz una monarquía centenaria y ocupar todo su espacio. En el año 716, seiscientos mil kilóme-
DESPLOME FULMINANTE Además de los conocidos combates contra las huestes cristianas del año 721 en Toulouse y el 732 en Poitiers o de sojuzgar mediante pactos a Nimes, Carcasona o Narbona, sabemos de una presencia mucho más silenciosa en la antigua Septimania goda. Las crónicas citan varias expediciones musulmanas por la región que se han visto respaldadas por la arqueología. Así, el yacimiento de Ruscino, próximo a Perpiñán, revela que no se trató únicamente de operaciones de castigo y botín, sino que los contingentes islámicos buscaron permanecer y colonizar la zona. Todavía hoy asombran todas estas cifras y tal cadena de acontecimientos. ¿Cómo explicar el fulminante desplome de una monarquía que causaba admiración en Europa y la vertiginosa conquista de su extenso territorio por unas reducidas hordas norteafricanas? Si revisamos el número de tropas del invasor, nuestra perplejidad aún es más grande. Según las fuentes más fiables, entre 1.700 y 12.000 efectivos acompañaron a Tariq cuando desembarcó en Gibraltar. Un contingente capaz no solo de vencer a Ro-
drigo en Guadalete, sino de hacerse después con urbes tan pobladas como Córdoba y Toledo. Al año siguiente, hizo acto de presencia Musa ibn Nusayr. Sus huestes, mayoritariamente árabes, rondarían los 10.000 soldados en la estimación más ajustada. Pero, a todas luces, parece un ejército demasiado diminuto como para atribuirle tantos y tan rápidos éxitos. El reino visigodo había demostrado su capacidad para luchar durante décadas hasta la victoria contra suevos, vascos y
Entre 1.700 y 12.000 efectivos acompañaron aTariq en su desembarco en Gibraltar.
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Tema del mes
¿Los musulmanes no invadieron la Península? LA SOLUCIÓN AL MISTERIO de la conquista musulmana de Hispania se ha convertido en una carrera de obstáculos y trampas para el especialista. La escasez de fuentes a pesar de la magnitud del acontecimiento ha sido un constante quebradero de cabeza. Así que no extraña que algunos estudiosos, quizás desesperados por la parquedad de los datos, hayan preferido pasar de una historia plagada de silencios a la historia-ficción. En 1969, Ignacio Olagüe publicó en París una obra titulada Los árabes no invadieron España. En su opinión, Al-Andalus no tuvo su origen en un desembarco y avance militar concretos, sino que fue producto de una dinámica civilizatoria consecuencia de la fuerza de las ideas. La progresiva aculturación, el comercio y tránsito de personas y creencias entre la Península y el Norte de África, unido a la debilidad visigoda hicieron germinar una nueva realidad política islámica que se inventó su propio pasado y los sucesos violentos del 711. Dentro del mundo visigodo decadente se habría producido una revolución ideológica adoptando los fundamentos antitrinitarios del Islam que tan bien conjugaban con el arrianismo perseguido por las autoridades godas en la Península. Así, los antiguos herejes arrianos visigodos ganaron la partida a los católicos. Poco a poco se fueron arabizando porque miraban y sintonizaban más con los habitantes del sur que con los pueblos y creencias al otro lado de los Pirineos. En la actualidad, el profesor Emilio González Ferrín, de la Universidad de Sevilla, ha cogido el testigo de estas ideas
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defendiendo que los “musulmanes” nunca invadieron y conquistaron España, simplemente porque en ese momento no existían como tales. Para González Ferrín, el Corán y la tradición islámica aún no estaban codificados en el año 711 y la lengua árabe tampoco era una lengua franca. El Islam sería la consecuencia de una tradición monoteísta común y ancestral de la que bebieron el judaísmo y el cristianismo, pero de la que solo el Islam habría preservado y difundido su auténtica esencia. Personajes como Tariq y Musa no habrían existido sino que serían simples invenciones simbólicas al servicio de un pasado ficticio y glorioso elaborado mucho tiempo después. Tariq personificaría tan solo un concepto, puesto que su etimología derivaría de “el que llama” o “el que abre camino”. Mientras que “Musa” vendría de “Moisés” y su papel como guía de un pueblo que cruza el mar hacia la Tierra Prometida. En este caso, el estrecho de Gibraltar hacia la Península. El profesor de la Universidad de Huelva, Alejandro García Sanjuan ha dado cumplida respuesta a estas tesis “negacionistas” de la invasión musulmana en un extenso libro titulado La conquista islámica de la península Ibérica y la tergiversación del pasado.
La batalla de Poitiers (732).
bizantinos. Adversarios, en principio, tanto o más poderosos que los musulmanes. Entonces, ¿por qué no se pudo implementar una milicia suficiente y eficaz para detener la expansión de los norteafricanos? ¿Cómo es posible que la suerte de este reino quedara echada en la primera batalla?
A la descomposición de la cúpula política se unió el desguace de la estructura social No es de extrañar que los historiadores lleven muchas décadas debatiendo sobre ello. Las fuentes medievales que podrían resolver la incógnita están repletas de dificultades. Si miramos los textos escritos por los vencedores, comprobamos que empezaron a hablar del asunto mucho tiempo después. Las primeras crónicas musulmanas que describen la llegada a la Península son de la segunda mitad del siglo IX, 150 años después de cruzarse el Estrecho. Y cuando narran aquella venida lo hacen apoyándose en leyendas y anécdotas más o menos fantasiosas, edulcoradas con moralejas y episodios piadosos. Hasta tal punto es así que la especialista francesa Rachel Arié ha llegado a decir que “el relato de la conquista del noroeste de África y de España pertenece más a la tradición religiosa que a la historia”. Las fuentes cristianas, por su parte, están más pegadas a los hechos. Contamos con registros del siglo VIII. Pero lo que ganan en proximidad temporal, lo pierden al entrar en el detalle de lo acontecido. Por lo general, son textos muy rácanos en datos que apenas servirían como titulares para una noticia. La arqueología da mejores pistas de lo ocurrido. Determinados sellos de plomo uti-
Caravana de peregrinos hacia Ramleh, manuscrito perteneciente a la obra Maqâmât, de al-Harîrî (1236-1237).
lizados para el reparto de botín revelan que hubo un conflicto armado, acompañado de un cambio de poder, circunstancia expresada con la emisión de monedas, las cuales enseguida incorporaron expresiones religiosas en árabe. Pero estas acuñaciones nos hablan ya de unos hechos consumados y no tanto del proceso que los llevó a consumarse. DECADENCIA O ERROR DE CÁLCULO Nuestra primera mirada ha de dirigirse a contemplar la situación política, social y económica del perdedor. El enfoque histórico tradicional de los acontecimientos ha tendido a dar la responsabilidad de este hundimiento al invadido más que al invasor. Así, en los últimos ochenta años del reino visigodo, el monarca debía contar para su elección con el beneplácito de las élites políticas y eclesiásticas del país. Esto suponía abrir la caja de los truenos a cada fallecimiento regio. Entre los trece reyes predecesores de Rodrigo se produjeron dos asesinatos, seis usurpaciones y cuatro derrocamientos. Todo ello, rodeado de conjuras secretas y, una vez ocupado el trono, la toma de revanchas contra las familias rivales. Dichos complots no distinguían entre laicos y clérigos. Cualquiera podía estar implicado en ellos dentro de un contexto de
crisis general donde las rebeliones y represalias estaban a la orden del día. A la descomposición de la cúpula política se unió una importante descomposición social, la cual se ha detectado en la proliferación de siervos fugados. En su mayoría eran campesinos que habían abandonado a sus amos, debilitando con ello las redes productivas y las células de poder local. El endure-
Las tres cruces del santuario de Covadonga.
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¿Una sustitución de poderes o una conquista cruenta? Hay hipótesis para todos los gustos.
cimiento de las leyes que perseguían estas fugas no impidió una práctica en continuo crecimiento y descontrol. Tampoco la legislación cada vez más estricta contra los judíos favoreció la estabilidad general. Al contrario, su situación empeoró progresivamente. La persecución llevó a confiscar sus bienes y dispersar a sus miembros por todo el reino. Lo que no evitó que fueran siempre objeto de sospecha de grandes confabulaciones como el propio monarca Égica desveló en la apertura del concilio de Toledo del año 694. Ante los presentes, el rey aseguró tener evidencia de que los judíos habían entrado en tratos con sus correligionarios norteafricanos para perjudicar a los cristianos. Rumor o no, el malestar y animadversión entre ambas comunidades religiosas era innegable. A este panorama poco halagüeño habría que sumar las hambrunas, epidemias y mortandades que diferentes fuentes registran para los años previos a la invasión musulmana. Su impacto en la Península resulta imposible de precisar, pero al menos sabemos que la peste del año 693 causó estragos en la Narbonense, cuyos obispos no pudieron acudir al concilio ni aplicar en dicha región la legislación antijudía promovida por Égica. Otro factor de debilidad lo encontramos en la defensa del reino. El ejército permanente y asalariado terminó tras la extinción del Imperio Romano. En cambio, los visigodos practicaban levas en función de las circunstancias. Naturalmente, esto repercu-
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Los nuevos hispanos: beréberes y árabes ALGUNOS HISTORIADORES como Jacinto Bosch Vilá estiman que a la Península llegaron entre 40.000 y 50.000 árabes y unos 350.000 beréberes. Otros especialistas como P. Guichard establecen las cifras para unos y otros entre 150.000 y 200.000. A partir de ahí, las áreas donde se instalaron, en términos generales, parecen estar bien identificadas. Los beréberes de la primera oleada optaron por asentarse principalmente entre los montes cántabros hasta la cuenca del Guadalquivir, en la cordillera Penibética de las provincias de Algeciras, Málaga y Granada y quizás también en el Levante. Los árabes, por su parte, colonizaron, sobre todo, Andalucía y Aragón. Ambas comunidades tendieron a reproducir en sus nuevos emplazamientos las formas de organización socio-económicas de sus lugares de origen. Así, los beréberes tendieron a dispersar su hábitat rural sobre rincones con clima duro y manteniendo en común la propiedad del suelo. En cambio, los árabes prefirieron vivir concentrados dentro o en los alrededores de las urbes, ubicadas en regiones prósperas y un clima benigno. Además, optaron por la propiedad privada, heredable y sujeta al pago de impuestos. En lo social, beréberes y árabes mantuvieron su segmentación tribal en contraste con el feudalismo cristiano.
tía en la calidad del armamento y la destreza de la tropa que ya no era ni tan veterana ni tan profesional como la romana. Mediante leyes concretas, el reclutamiento se hizo obligatorio solo durante determinados momentos críticos y con diferente grado de exigencia dependiendo de si se estaba ante una rebelión interna o una agresión extranjera. En este segundo caso, los jefes militares de una región podían disponer de las clientelas militares de todos los nobles y prelados a cien millas del conflicto. Una improvisación precipitada y ejecutada sobre la marcha que llenaba de incertidumbre cualquier reacción armada ante un ataque imprevisto. GOLPE DE GRACIA Bajo esta perspectiva, la llegada de los musulmanes simplemente habría venido a dar el golpe de gracia a un régimen repleto de carencias. Sin embargo, hay otra visión más renovada de las cosas. Un análisis que ha ido ganando terreno entre los especialistas, ofreciendo resultados radicalmente distintos. Para ellos, la situación general del reino visigodo mostraba también otra cara más optimista porque había un elemento vertebrador poderoso y estable: la Iglesia, instalada, además, sobre una red urbana todavía próspera y fuerte. Otro síntoma de fortaleza radicaría en la capacidad del monarca para sofocar cualquier intento de rebelión o secesión territorial. Ninguna de estas acciones separatistas tuvo éxito salvo la del duque Paulo en la Septimania el año 673, demasiado periférica como para darle importancia. Finalmente, la gran eficacia recaudatoria del aparato fiscal visigodo, su despliegue burocrático, la capacidad legislativa o la unidad de lengua ofrecen otras tantas señales de que el régimen tenía más vigor de lo que aparentaba. Dentro de esta percepción renovada de los acontecimientos, los expertos apuestan por una desafortunada sucesión de episodios en cadena. El balance final podría haber sido muy distinto a poco de que hubieran cambiado las cosas. Así, por ejemplo, la batalla de Guadalete permanece envuelta en sombras y, aunque no podemos saber cómo trascurrió, sí que tuvo una consecuencia relevante: la muerte del rey Rodrigo. Este fallecimiento descabezó el reino y no se pudo sustituir al mandatario con la debida rapidez por culpa del complicado sistema de elección regia vigente. Además, la inmediata toma musulmana de Toledo fue un golpe simbólico muy traumático para el
reino al ser la capital, pero también una dificultad añadida al proceso electivo para suceder a Rodrigo, ya que uno de los principales electores, el obispo toledano, marchó huyendo a Roma. La Iglesia, pilar fundamental del gobierno, comenzó a descomponerse en sus elites y perder la unidad. Igualmente, muchos altos cortesanos fueron apresados, con lo que el vacío de poder en la cúspide se consolidó.
Los expertos apuestan por una desafortunada sucesión de episodios en cadena
Ilustración de Tarik ibn Ziyad del s. XIX.
La Crónica de Alfonso III vinculó por primera vez la idea de la recuperación de la España goda con el concepto de guerra santa.
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Égica, azote de judíos en el concilio de 694.
La caída de Granada en 1492 puso fin a los ocho siglos de dominación musulmana de la Península.
La muerte de Witiza precipitó los hechos.
También se ha especulado con la existencia de ciertos errores de cálculo por parte de los invadidos. Es posible que ante el vacío de poder y a la espera de que un nuevo monarca fuera elegido, muchas poblaciones y potentados locales prefirieran pactar con los musulmanes para asegurarse la integridad provisional de sus bienes, con la esperanza de que aquellos ataques tendrían una corta duración. Posiblemente, entendieron la presencia norteafricana como una maniobra fugaz de bereberes a la búsqueda de botín que
pronto regresarían por donde habían venido. Así se habían comportado tradicionalmente los pueblos del litoral africano ante las tropas bizantinas, y tampoco la confrontación religiosa fue vista en principio como un factor relevante. Las primeras crónicas cristianas describen a los invasores como “sarracenos” y “mauris”, sin detenerse en sus creencias ni hacer de la Guerra Santa islámica el telón de fondo que impulsaba la expansión. En consecuencia, los visigodos comprendieron mal al enemigo, calcularon erróneamente su
La muerte y tumba de Rodrigo LA MUERTE Y PARADERO del cadáver del último rey visigodo está rodeada de leyendas que tienen su origen en la más remota Edad Media. Una de ellas sitúa a un beréber cristiano llamado don Julián como señor de varios dominios en el Norte de África. Julián permitió el paso de los musulmanes a la Península a cambio de que no atacaran Ceuta, donde gobernaba. Julián actuó así en venganza porque consideraba que el rey Rodrigo había violado a su hija mientras residía en el palacio real de Toledo. Rodrigo murió en la batalla de Guadalete, según algunas fuentes, ahogado por el peso de su armadura en el propio río. En cambio, otros relatos convierten al deshonrado Julián en su verdugo para culminar así su venganza y repararse del daño sufrido. La tumba del monarca sigue siendo objeto arqueológico de deseo para muchos curiosos. La Crónica de Alfonso III situaba el Don Rodrigo en la batalla de Guadalete, obra de Marcelino de Unceta y López. sepulcro en Viseu, adonde acudió el propio monarca asturiano.
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Conflicto de visiones
Las fuentes dejan entrever numerosos pactos con importantes localidades potencial militar e ignoraron sus verdaderas intenciones de avanzar y colonizar Europa para difundir la fe de Mahoma. Desde esta óptica ha habido quien ha preferido calificar este proceso como una sustitución de poderes más que una conquista cruenta. Y lo cierto es que buena parte de la invasión discurrió por cauces pacíficos y eludiendo el combate directo. RESISTENCIA Y COOPERACIÓN Naturalmente, hubo numerosos saqueos y luchas encarnizadas porque las tropas bereberes perseguían el botín con el que recompensar sus actos. Pero las fuentes y documentos dejan entrever también numerosos pactos con importantes localidades, lo que explicaría el carácter “relámpago” de la penetración islámica. Las capitulaciones negociadas fueron un efectivo instrumento para preservar, sin merma alguna, a los contingentes invasores y extender con rapidez el dominio sobre la Península. Al año 713 corresponde un acuerdo rubricado por el
SUELE DECIRSE que la historia la escriben los vencedores, pero hay ocasiones en que también la escriben los vencidos, como durante la invasión islámica. Aunque en uno y otro caso, resulta bien sabido que la primera víctima de una guerra es la verdad. Ofrecemos dos visiones distintas del mismo hecho desde la mirada musulmana y la cristiana. Vencedores y vencidos frente a frente. El egipcio Ibn Abd al-Hakam fue uno de los primeros cronistas musulmanes en relatar hacia el 860 la derrota de los godos: “Cuentan algunos que Rodrigo vino en busca deTariq, que estaba en el monte, y cuando estuvo cerca, salió Tariq a su encuentro. Venía Rodrigo aquel día sobre el trono real, conducido por dos mulas, con su corona, sus guantes y demás ropas y adornos que habían usado sus antepasados.Tariq y sus soldados fueron a su encuentro a pie, porque no tenían caballería, y pelearon desde que salió el Sol hasta que se puso, de suerte que creyeron que aquello iba a ser una total destrucción; mas Dios mató a Rodrigo y los suyos, y los musulmanes quedaron victoriosos. Jamás hubo en el Magreb batalla más sangrienta que aquella. Los muslimes no cesaron de matar cristianos en tres días. Después fueron contra Córdoba”. En cambio, el anónimo autor cristiano que compuso la Crónica mozárabe de 754 recogía aquel combate de esta manera: “A ruegos del Senado ocupa Rodrigo el trono en virtud de una revuelta. Reina un año, pues (…), tras reunir un gran ejército contra los árabes y los moros enviados por Muza, –esto es,Tariq, Abuzara y otros– que estaban ya realizando incursiones a la provincia que hacía tiempo le estaba encomendada y devastaban muchas ciudades, se fue a las montañasTransductinas para luchar contra ellos y cayó en esta batalla al fugarse todo el ejército godo que por rivalidad y dolosamente había ido con él sólo por la ambición del reino. Así, ignominiosamente, perdió su trono y su patria”.
Guadalete se presta también a distintas interpretaciones según los cronistas.
godo Teodomiro para someter la región de Valencia, Alicante, Denia, Orihuela y alrededores a la nueva administración islámica. En dicho texto, la autoridad musulmana se comprometía a respetar al mandatario local, así como a no esclavizar ni matar a nadie, tampoco quemar iglesias u obligar a renunciar a su religión a los habitantes cristianos a cambio del pago de un impuesto. Mérida también pactó su capitulación. En otros casos, las crónicas tardías hablan de colaboracionismo vecinal como en Córdoba, donde un pastor indicó a los musulmanes dónde había una brecha en la muralla para poder hacerse con la puerta del puente. Finalmente, no faltaron las resistencias tenaces como
la ciudad de Huesca, tomada tras ocho años de disputa y un prolongado asedio. La confusión dominó durante algunos años, dentro de una atmósfera de fragmentación y liquidación del poder central visigodo, que, sin remplazo inmediato, obligó a que cada cual buscara la manera más óptima de salir indemne de aquel desconcierto. Quizás, los últimos visigodos mantenían la esperanza de estar ante una situación transitoria y breve, pero lo cierto es que resultó irreversible durante siglos. Las tropas musulmanas vinieron para quedarse, mezclarse, gobernar y escribir durante ochocientos años uno de los capítulos más fascinantes de la historia de España.
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Pocahontas Una historia espa単ola 32
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Este mural, que cuenta la legendaria salvación del capitán John Smith por Pocahontas, puede verse en Richmond (Virginia).
Todos los lectores conocerán sin duda las aventuras de la india Pocahontas, y cómo ésta salvó de la muerte a un explorador inglés llamado John Smith al enamorarse de él y convencer a su padre, el jefe indio Powhatan, de que no lo ejecutara. Se trata de un clásico de la literatura americana y británica, que ha sido adaptado al cine varias veces. Sin embargo, lo que pocas personas saben es que probablemente John Smith se inventó su historia o la deformó inspirándose en lo que le pasó casi un siglo antes al sevillano Juan Ortiz en tierras de Florida… JAVIER GARCÍA DE GABIOLA
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Las luchas intestinas entre Hernán Cortés y Pánfilo de Narváez se saldaron con la victoria del primero y la forja de una nueva expedición por parte del segundo.
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uan Ortiz era un joven de menos de 18 años que se alistó a la expedición a Florida de Pánfilo de Narváez. Pánfilo era sin duda un hombre valiente, pero demasiado impulsivo, con raptos de furia y crueldad, y con rasgos psicopáticos. Su carrera como conquistador hizo aguas cuando el gobernador Velázquez le mandó a México a quitarle el mando a Hernán Cortés en 1520. A pesar de contar con tres veces más soldados que el extremeño, sin embargo fue derrotado por éste en un ataque por sorpresa en Cempoala, donde un piquero le sacó un ojo. Para colmo de males, el grueso de su expedición no sufrió daños, de modo que se pasó en bloque a Hernán Cortés, de modo que el dicho “ser un pánfilo” se convirtió en un clásico del castellano a costa de su persona. Preso de Cortés durante dos años, no dejó de clamar él que era el verdadero gobernador de México. Así, cuando Hernán Cortés acabó su conquista
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y Pánfilo fue liberado, el emperador Carlos V no se atrevió a castigar a Cortés por lo que había hecho (no en balde le había entregado los territorios más ricos en oro y plata de América), de modo que a Pánfilo se le ofreció como premio de consolación el título de Adelantado de Florida con el objetivo de conquistarla. Pánfilo zarpó llegó a Tampa Bay con 400 hombres y cinco barcos el 13 de abril de 1528. Sin embargo, al poco tiempo la expedición desapareció y no se volvió a tener noticias de ella. Muy preocupada, su esposa, doña María Valenzuela, que vivía y administraba eficazmente los bienes de la familia en Cuba, organizó una expedición para intentar socorrer o al menos saber del destino de su marido. Según algunos autores, es cuando Juan Ortiz se habría alistado para socorrer a Pánfilo, mientras que otros dicen que había estado originalmente con el conquistador, pero habría quedado en la flota que por diferentes circunstancias luego
volvió a Cuba, dejando en tierra aislado a su jefe con el grueso de la expedición. En todo caso, la expedición, formada por un bergantín y 20 o 30 soldados y marineros llegó a la costa de Florida donde vislumbraron en la zona en la que Narváez había desembarcado una caña clavada en la arena con un papel y una inscripción.
Pánfilo de Narváez falleció en dramáticas circunstancias en 1528.
Retrato de Pocahontas inspirado en el célebre grabado que ejecutó Simon van de Passe en 1616.
Juan Ortiz se alistó para socorrer a Pánfilo, aunque otras fuentes señalan que había estado originalmente con el conquistador LOS HORRORES DE JUAN ORTIZ Los españoles desde el barco pidieron a cuatro o cinco indios que les acercaran el mensaje de la caña ya que creían que serían instrucciones del desaparecido Narváez, pero los indios se negaron, y la vez, les invitaron a que lo cogieran ellos mismos. En contra del consejo de sus compañeros, Juan Ortiz y uno o dos marineros se decidieron a desembarcar. Sin embargo, al pisar tierra, cientos de indios se acercaron corriendo y los apresaron, y el bergantín, al verlo, zarpó y les dejó abandonados a su suerte. Es entonces cuando probablemente, horrorizado, Juan Ortiz descubrió el
destino de Pánfilo de Nárvaez y la suerte que a él le esperaba, ya que la nota era una trampa del cacique de los indios. Al parecer, Narváez, humillado años antes por Hernán Cortés, pretendía resarcir su reputación obteniendo más oro que el que obtuvo Cortés de los aztecas, de modo que cuando descubrió que Florida era una tierra pobre en metales preciosos, furioso, mandó cortar la nariz al cacique amigo Hirrihigua, despedazó a su madre delante de él y la arrojó a sus perros de guerra. Luego partió en busca del metal, para acabar sus días comiendo caballos, luchando con los indios y muriendo ahogado.
El inca Garcilaso relató en La Florida del inca la epopeya de los aventureros españoles en esa península.
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Esclavo de los indios TRAS SER LIBERADO por Irrihigua, Juan Ortiz se convirtió en esclavo de los indios, que le obligaban a caminar desnudo y le golpeaban por la mínima ofensa o defecto en la ejecución de sus tareas, y le asignaban las más denigrantes. Una de ellas era la de vigilar el templo o cementerio local, donde los nativos depositaban los cuerpos semi-momificados. El problema era que debía defender esos cadáveres con su vida, de modo que si algún carroñero se llevaba alguno de ellos, volvería a ser llevado a la hoguera. En una ocasión tuvo que echar a una manada de lobos, atravesando a uno de ellos con un venablo. Sin embargo, el lobo, antes de morir, se llevó el cuerpo de un bebé, lo que estuvo a punto de costarle la vida de nuevo al español hasta que afortunadamente encontraron el cadáver del lobo junto con la momia infantil cerca del cementerio.
La juventud de Ortiz, su belleza y sobre todo sus gritos debieron de conmover a una de las hijas de Irrihigua, Ulele Lo peor para Juan Ortiz es que acaba de caer en manos de ese mismo cacique Hirrihigua (según otros Ucita), espantosamente deformado sin nariz por la crueldad de Narváez, y cuya madre había sido despedazada, que, como una macabra broma del destino, tenía la oportunidad de ejercer su venganza en los españoles prisioneros. Al parecer, aunque los relatos difieren, a uno de los españoles lo hicieron correr por todo el pueblo mientras todos los guerreros le lanzaban flechas y piedras hasta matarlo. A otro lo ataron a un árbol y practicaron con él la puntería hasta su muerte. Para Juan Ortiz reservaron la peor suerte, ya que Hirrihigua pensaba que era hijo del propio Pánfilo de Narváez, de lo que deducimos que Ortiz debía ser rubio oscuro tirando a pelirrojo, como su supuesto padre. Ortiz fue atado con las manos y pies
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separados sobre una especie de balsa o tablazón de madera, y debajo de ella hicieron un fuego para quemarlo vivo a fuego lento como una barbacoa. Sin embargo, la juventud de Ortiz, su belleza según relatan los cronistas, y sobre todo sus gritos, debieron conmover a una de las hijas de Irrihigua, Ulele, que se echó a los pies de su padre y le pidió que le perdonara la vida. Según el Inca Garcilaso, fueron incluso la propia esposa y dos hijas de Irrihigua las que suplicaron, de modo que el cacique se resignó y ordenó que le curasen de sus quemaduras. ULELE, LA POCAHONTAS ESPAÑOLA Juan Ortiz sirvió a Irrihigua durante tres años,según algunos autores contando ya con su favor, o, según otros, sufriendo ataques de ira del cacique como cuando le dijo
De Soto encomendó a Juan Ortiz que ejerciera como intérprete de su expedición.
que empezara a correr y que en el momento en que se detuviera, lo mataría. Finalmente, Irrihigua, acosado por una tribu rival, decidió sacrificarlo a los dioses para obtener su favor en la guerra. Entonces, Ulele, la hija del cacique, de nuevo acudió en auxilio del andaluz. Le avisó de que su padre planeaba matarle, de modo que le ayudó a escapar precisamente al poblado vecino, donde se encontraban los enemigos de Irrihigua y el cacique Mocoso lo acogió con calidez y le dio la libertad. Sobre la relación de Ulele y Ortiz existen diferentes versiones, ya que, según algunos, Ulele estaba prometida a Mocoso, que por ello le protegió, de modo que su amistad con el español debió ser platónica o fraternal, y su padre hizo pagar a la hija su traición prohibiéndole que se casara con su prometido. Sin embargo, según otros, era Mocoso el enamorado de Ulele, y ésta prometió casarse con él si daba acogida a Ortiz. De Ulele, las fuentes no vuelven a contarnos nada, aunque el anónimo Caballero de Elvas nos dice que Ulele hizo prometer a Juan Ortiz que seguirían viéndose. LAS SIETE CIUDADES DE CÍBOLA En todo caso, Ortiz cubrió su cuerpo de tatuajes y se convirtió en un indio más bajo Mocoso, que debió apreciarle sinceramente, ya que cuando años más tarde le llegaron rumores de la presencia de más españoles en la costa, el cacique le dio permiso para ir en su busca, y además le dio nueve indios para su servicio. Efectivamente, en 1539 llegó a Tampa la expedición de Hernando de Soto, en busca del mito de las Siete Ciudades de Cíbola. Juan Ortiz se acercó a ellos y un soldado estuvo a punto de matarlo, hasta que empezó a santiguarse y a balbucear “¡Sevilla,
¿Quién fue el capitán Smith?
Jamestown fue el primer asentamiento inglés en el continente americano.
John fue uno de los siete elegidos para comandar la expedición de la Compañía de Virginia
EL CAPITÁN JOHN SMITH tuvo una vida como aventurero ciertamente apasionante, una de esas que en la actualidad es dificilísima de encontrar pero de las que hace unos cientos de años eran pródigas en ofrecernos muchos países. Nacido en Inglaterra en 1580 e hijo de labradores, consiguió trabajar para un rico mercader hasta que, a los 16 años, probablemente aburrido por la falta de emociones se unió a las tropas holandeses en su lucha contra España. En 1598 se alistó en un buque en el Mediterráneo, y ya en 1600 acabó en el ejército de los Habsburgo luchando contra los turcos. En Hungría, fue capturado y llevado como esclavo a Estambul, pero allí consiguió asesinar a su señor y escapar para alistarse de nuevo en el ejército austríaco. Por sus servicios fue grandemente recompensado, de modo que regresó con cierto capital a Inglaterra en 1604 con tan sólo 24 años. El resto es historia… o leyenda.
do al inglés, en 1605 o 1609 en función de la fuente, por Richard Hakluyt. Otra versión de esta historia la recogió posteriormente el Inca Garcilaso de la Vega en 1601 o 1605. ¿Se inspiró John Smith en estas historias para su narración de Pocahontas? Fragmento de un mapa de Virginia de 1606 en el que se ve al jefe indio Powhatan.
Sevilla!”, ya que el pobre español, tras nueve años, había prácticamente olvidado el castellano. De Soto, alucinado, escuchó la historia de Juan Ortiz, y le dio caballo y armadura para que se uniera en calidad de intérprete en su expedición. De Soto avanzaría por medio Estados Unidos con Ortiz, descubriendo el Missisippi y llegando hasta Arkansas donde, tristemente, ambos murieron. Sin embargo, la increíble historia de Juan Ortiz no se perdió, ya que un caballero portugués sobrevivió a la expedición y recogió su relato, llegando a publicarlo en 1557 bajo el seudónimo de Caballero de Elvas, siendo traduci-
LA POCAHONTAS INGLESA En diciembre de 1606, el capitán John Smith se unió a la recientemente creada Compañía de Virginia, que, bajo autorización del rey de Inglaterra y Escocia pretendía establecer una colonia permanente en Virginia. Sin duda, Smith era un personaje muy conflictivo, ya que las constantes disputas con sus compañeros colonos durante el viaje, hicieron que acabara preso bajo cadenas. Sin embargo, una vez llegados a su destino en abril de 1607, cuando abrieron una caja sellada con instrucciones de la Compañía, descubrieron con estupor que John era uno de los siete elegidos para comandar la expedición. Los colonos fundaron entonces Jamestown, en honor del rey Jacobo I (James), el primer establecimiento permanente
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Bautismo de Pocahontas –llamada ya Rebecca– por el ministro anglicano Alexander Whiteake y en presencia de John Rolfe, su futuro esposo.
Pocahontas no vivió mucho más, ya que en marzo de 1617 murió en Inglaterra de neumonía, quedando enterrada en Gravesend inglés en América. Al principio los colonos prescindieron de cualquier autoridad y se organizaron como quisieron, de modo que mientras unos se dedicaron a cultivar comida y trabajar en beneficio de la comunidad, otros vagaban por la zona en busca de oro. Por otro lado, muchos de los colonos eran de la baja nobleza y consideraban un insulto trabajar. Cuando llegó el invierno estallaron los conflictos internos y hasta 50 de ellos murieron por falta de comida o enfermedades, quedando vivos tan sólo 43. Los indios locales no estaban contentos con la llegada de los europeos: éstos eran acosados y apenas podían salir fuera de su poblado. Desesperados, los colonos eligieron como jefe a John Smith por su experiencia en la guerra a pesar de su corta edad. Éste, como primera medida, asignó tareas a cada uno de los supervivientes, afirmando que quien se negase a trabajar no comería. Se edificaron unas veinte casas, se reforzó el fuerte, se creó un huerto comunal, y, sobre todo, entregó
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lotes de tierras a cada uno de los colonos como propiedad privada, de modo que éstos se esforzaron en darle rendimiento. EL MISTERIO DE POCAHONTAS Respecto a los indios, ya en otoño de 1608, Smith, acompañado de un par de guías nativos y otros dos colonos se dedicó a explorar los alrededores, probablemente para llegar a algún acuerdo para lograr una alianza o al menos convivencia pacífica con los nativos. Entonces, un grupo de unos 200 indios cayó sobre ellos y los capturó, después de que Smith matara a un par de indios al defenderse. Smith fue herido levemente en un muslo, pero aunque sus ropas estaban erizadas de flechas, éstas no le hicieron ningún daño apreciable. Tras recuperarse en cautividad durante seis o siete semanas, fue llevado ante el jefe Powhatan, que ordenó que le lavaran la cara y le secaran con plumas. Después, todos los indios cogieron piedras y palos y se prepararon para darle una muerte
ritual por lapidación, cuando de repente, la hija del jefe, llamada Mataoka, se acercó corriendo a poner la cabeza de John Smith entre sus brazos, de modo que Powhatan ordenó parar la ejecución. Al cabo de un par de días, el cacique proclamó a Smith como su amigo e hijo, e incluso le dio tierras. El apodo de Mataoka era Pocahontas, “niña a la que nunca se encuentra por estar siempre jugando”, y efectivamente, hacía honor a su apodo, ya que siempre estaba ha-
John Rolfe y Pocahontas fueron padres de Thomas Rolfe.
Retrato de nuestra protagonista.
Las aventuras que John Smith desgranó en su autobiografía fueron profusamente ilustradas.
¿Una historia verdadera?
Estatua de Pocahontas en Gravesend.
ciendo cabriolas. La relación entre Smith y ella no queda clara, ya que él tuvo en 1609 un accidente con una bolsa de pólvora que casi le voló la pierna y partió a Inglaterra para curarse y ya nunca volver. En su ausencia, el colono John Rolfe descubrió que en Virginia se podía plantar tabaco, de modo que, con la exportación del mismo a Europa, la colonia se salvó y prosperó. De hecho, Pocahontas acabó casándose con Rolfe y convirtiéndose al cristianismo con el nombre de Rebecca. En 1616 partió con su marido para Inglaterra para pedir ayuda a la corona para la colonia, y se quedó estupefacta al encontrarse con John Smith, ya que le dijeron que éste había muerto. Pocahontas no vivió mucho más, ya que en marzo de 1617 murió en Inglaterra de neumonía, quedando enterrada en Gravesend, aunque su marido y su hijo Thomas le sobrevivieron.
SOBRE LA HISTORIA de John Smith quedan muchos interrogantes abiertos. El primero y más importante de ellos es que su primera autobiografía, A True Relation of Virginia, publicada en 1608, no incluye el pasaje del encuentro con Pocahontas, que sin embargo sí aparece en su segunda autobiografía, The General Historie, publicada en 1624. Entre ambas fechas precisamente se publicaron en Inglaterra las historias de Juan Ortiz, por lo que muchos autores anglosajones consideran que John Smith plagió la historia basándose en el español. Por otro lado, Smith dice que cuando la conoció tenía 16 o 18 años, pero por los datos de su boda y posterior enterramiento sabemos que sólo tendría 13 años, o sea, que sería una niña. Finalmente, no se entiende que el jefe indio intente matarle y al cabo de un par de días le haga hijo suyo y le dé tierras, a menos que se hubiera desposado con su hija, que como sabemos, no hizo. Probablemente, el encuentro no fue
más que un ritual muy típico de los pueblos indios para formalizar una alianza previamente establecida: fingir un sacrificio humano para ser salvado in extremis, y como si se tratase de haber vuelto a nacer, pasar a formar parte de la tribu india. Esto no se dio en el caso de Juan Ortiz, que mantuvo sus cicatrices de por vida y que vivió como un esclavo durante años. Finalmente, algunos autores afirman que quizá Smith ocultó su primer encuentro con Pocahontas debido a que los colonos tenían prohibido por la Compañía contar sus experiencias sin su previa aprobación, no fuera que los relatos de los espantos u hostilidad de los indios ahuyentase a futuros colonos. Sin embargo, Smith publicó su primer relato bajo un seudónimo, o sea que nada pudo impedirle contar su encuentro con Pocahontas. Probablemente Smith dramatizó su encuentro con Pocahontas y convirtió un mero ritual de alianza en un intento de sacrificio humano donde el amor se impuso, sin duda inspirado por la historia real de Juan Ortiz.
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Made in Spain
Matías Balsera, un genio de las comunicaciones
El brujo de la radio
Con hueso hemos topado, y no creo que haya forma más acertada de expresarlo. Todo un hueso tanto por las sobras que existen acerca del gran Matías Balsera, como por esa sensación extraña de haber visto una y mil veces una historia similar, dado que las brumas se vuelven más densas en los años que rondan la época de nuestra infausta guerra civil. Sea como fuere, he aquí un esbozo biográfico de este personaje, pionero de la ingeniería de la radio, que, sin duda, merece aparecer con letras de oro en los libros de historia, no sólo de España, sino del mundo. ALEJANDRO POLANCO MASA
A
caso exagero? Dejo el veredicto al lector que, tras repasar todas las pruebas que desplegaré, creo que tendrá a bien considerar a Balsera como alguien singular y genial, si acaso a la altura de otros grandes olvidados contemporáneos como Julio Cervera Baviera o Isidoro Cabanyes. Hoy, cuando empleamos ondas de radio de diverso tipo en mil y una tareas, queda lejos de nosotros ese tiempo en el que la mera existencia de las ondas electromagnéticas parecía algo casi mágico, puesta en duda incluso por algunos grandes sabios.
El genio de Balsera fue amortiguado por el desdén de la España de su tiempo (foto: MUNCYT, Eulogia Merle).
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EL EXPERIMENTADOR INQUIETO Matías Balsera Rodríguez vino al mundo en Gibraleón, provincia de Huelva, en 1883. De familia le venía la pasión por la comunicación a distancia. Desde niño se vio rodeado de cables y aparatos para telegrafía. Su padre y sus hermanos trabajaban en el mundo del telégrafo y, naturalmente, por ahí parecía que iban sus propios pasos. En 1903 ingresó en el Cuerpo de
Telégrafos y comenzó a interesarse por todo lo que habían inventado Marconi y Cervera. ¡Era fascinante! Imaginó cómo podía ser un mundo en el que la voz, la música e incluso documentos e imágenes pudieran “volar” por el aire a lomos de ondas hertzianas de un extremo a otro del planeta. Pero como era alguien más práctico que ilusorio, decidió llevar a efecto aquellas ensoñaciones. Primero experimentó con radiotelégrafos entre Cádiz y el Puerto de Santa María. El éxito de sus prueba legó muy lejos, interesando incluso al gran Marconi. Más tarde pasó a construir la que fuera primera estación de radioaficionado de España. No fue más que el principio de una carrera asombrosa de innovaciones técnicas a las que pocos hicieron caso. Fue conocido como el “primer experimentador” del mundo de la radiodifusión y el radiocontrol en España, pero de haber nacido en tierras lejanas más propicias su destino hubiera sido más venturoso. CONTROL A DISTANCIA Entre 1904 y 1905 el radiotelegrafista alumbró diversos sistemas avanzados de control de torpedos, que fueron incluso probados en el arsenal de La Carraca. El mecanismo que propuso se basaba en el uso avanzado de nuevas técnicas de sintonización, algo que iba más allá de lo que Torres Quevedo había conseguido con su telekino, y que presentaba la ventaja de no poder ser intervenido por una señal enemiga. Aunque despertó el interés de los militares y consiguió alguna ayuda económica, se desestimó por ser considerado algo con poco futuro y de escaso interés práctico. ¿Qué pensarían aquellos burócratas de nuestros misiles teledirigidos? Ese fue el primer paso en la serie de inventos geniales alumbrados por Balsera, a la vez que asombraba al mundo al ser capaz de comunicarse desde su estación de radio en tierra con barcos en alta mar. En 1909 presenta su telégrafo rápido, que es adoptado por la Dirección General de Telégrafos y, al año siguiente, aparece su modelo portátil, ideal para uso por militares. Luego llegó su estación de telegrafía Morse automática, pensada para ser dirigida por un solo operador, sus sistemas de radiomegáfono, el estereoscopio por radio y su sistema de comunicación rápida vía radio desde estaciones de ferrocarril con trenes en marcha. Cerca ya de la Primera Guerra Mundial, Balsera da a conocer su sistema de armas por medio de aire comprimido, que recuerda a los modernos tubos lanzadores de torpedos,
Balsera inventó una estación receptora portátil de radiotelegrafía, que podía ser manejada por una sola persona.
Como era alguien más práctico que ilusorio, llevó a buen término aquellas ensoñaciones, e interesó incluso al gran Marconi así como otras mejoras en el armamento de submarinos, que no encontraron ni el más mínimo apoyo en su propio país. LA GRAN GUERRA Pero tanta genialidad no iba a caer por completo en el olvido. Llegó la Gran Guerra, y los alemanes compraron su sistema de control de armas por radio allá por 1914, lo que les permitió gozar de una gran ventaja para su flota submarina en los primeros compases del largo conflicto mundial.
Acabada la guerra, nuestro genio de la radio creyó encontrar su camino definitivo en España, cuando a principios de los años veinte realiza diversos ensayos de radiodifusión, como el que llevó a cabo en 1922 retransmitiendo conciertos desde el Palacio de las Comunicaciones de Madrid. Fueron los primeros pasos del mundo de la radio “hablada” en España. Pero, a pesar de aquellos éxitos, continuó siendo un olvidado, y decidió buscar nuevos aires en los que poder desarrollar su ingenio. Comienza así
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Made in Spain / Matías Balsera
Los pioneros de las ondas EL SIGLO XIX SE ENCAMINABA hacia su segunda mitad cuando, entre el asombro de algunos privilegiados experimentadores, comenzó a vislumbrarse la existencia de las ondas electromagnéticas. Algunos como Joseph Henry iban por buen camino, pero se perdieron lo mejor de la fiesta y no fueron muy lejos con aquellas experiencias.Tuvo que llegar un gigante teórico como James Clerk Maxwell para mostrar el camino a través de una serie de elegantes estructuras matemáticas. Pero, claro, pasar del papel al teléfono móvil no iba a ser nada sencillo. Fue Heinrich Rudolf Hertz, en cuyo honor se bautizaron las “ondas hertzianas”, quien diera el paso definitivo. Diseñó y puso en práctica un elegante montaje experimental con el que desarrolló varias experiencias con ondas electromagnéticas entre 1886 y 1888. Su humildad le llevó a decir que no veía grandes aplicaciones prácticas en todo aquello. Por desgracia, falleció con apenas 36 años de edad, en 1894, justo cuando Tesla, Lodge, Arriba, Hertz Marconi y otros demostró que era posible generar estaban alumbrando y registrar con la nueva tecnología aparatos aquellas fantasmales ondas de comunicaciones a cuya familia vía radio. pertenece incluso la luz que nos En España, no sirve para ver. A estuvimos en el la izquierda, Tesla. Abajo, nuestro vagón de cola, ni compatriota Julio ni mucho menos. Cervera. Ahí estaba el gran Leonardo Torres Quevedo, que a la par de Nikola Tesla presentó un autómata al que llamó “telekino”. O el gran pionero de la radio en España: Julio Cervera, explorador, geógrafo, pionero de la enseñanza a distancia e incluso de la electromedicina. El campo en el que más destacó fue, sin duda, el de la incipiente tecnología de radiodifusión.Ya en los albores del siglo XX había patentado un sistema de control a distancia y había experimentado con la tecnología de Marconi, con cuyo equipo llegó a colaborar un tiempo. Pero Julio Cervera, ¡he aquí la sorpresa!, se adelantó incluso a Marconi yTesla.
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Imagen de la patente de Balsera para la impresora telegráfica.
su larga etapa británica. En Londres logra la celebridad con su sistema mejorado de rayos X, al que había llamado radioestereoscopio, una máquina que permitía localizar cuerpos extraños de forma sencilla. UN FINAL MUY OSCURO Y se acabó, así de simple. ¿Qué fue de Balsera? La verdad es que no está nada claro. Teníamos a un genio de la radio, a un prodigio que ayudó a dar los primeros pasos a la radiodifusión en España, capaz además de crear artilugios singulares de aplicación médica, pero que no encontraba su lugar. Por muy repetido que sea lo de “nadie es profeta en su tierra”, el caso de Balsera nos demuestra hasta qué ridículo punto puede llegar eso por aquí. Se sabe que vivió varios años en Londres y en París, pero ni siquiera hay acuerdo en la fecha y el lugar de su muerte. Parece que murió en Francia, o tal vez no, pero por lo general se fija su fallecimiento en el París de 1927 o de 1929… ¿o bien fue en 1934? No está nada claro. A pesar de todo, hay algo que me ha intrigado al analizar las bases de datos de patentes. Parece claro que a principios de los años treinta Balsera ya había fallecido, pero ¡hay registros de patentes posteriores! Aparece por primera vez como solicitante de patente Matías Balsera Rodríguez a finales de 1905, con su célebre “sistema sintonizador y director de torpedos por medio
UNA REVOLUCIÓN EN LOS TRANSPORTES COMO MUESTRA de la infinita variedad de intereses y campos de invención a los que contribuyó Matías Balsera, valga esta muestra de una entrevista al “brujo de las ondas”, publicada en la revista Nuevo Mundo el 7 de julio de 1933, mencionando un tema muy actual en nuestros días como es el de los aviones sin piloto: P-¿Cuál es, pues, su último invento? R-La aplicación de la radio para dirigir, controlar y orientar aviones sin que vaya a bordo ningún piloto. P-Algo de esto hizo usted antes, ¿no? R-Hace veintisiete años hice varias pruebas en el estanque de la Casa de Campo, con éxito indudable. Si en aquella época ya podía controlar barcos desde tierra, como lo vio todo el mundo, sin ningún tripulante, cuando la radio –como ahora se llama– estaba en sus comienzos, ¿qué no se podrá hacer hoy cuando con un receptor
de las ondas de Hertz”. De años posteriores son sus sistemas avisadores, máquinas telegráficas mejoradas, selectores telefónicos, una impresora tipográfica telegráfica, varias máquinas de rayos X perfeccionadas e incluso avances en motores de explosión. En total, más de una veintena de patentes que apenas tuvieron desarrollo en su tiempo y que, curiosamente, comparten fechas con las de otros inventores, como un tal Juan Balsera Rodríguez, o cierto Luis Balsera Rodríguez, que bien pudieron haber sido hermanos de Matías. No olvidemos que el ingenio estaba bien arraigado en su familia.
de complicación nada extraordinaria puede oírse reír, cantar y llorar a los habitantes del Japón? P-Aquello se llamaba telekino, ¿no?… R-No, no. Lo mío nada tenía que ver con el telekino del señor Torres Quevedo, ni con lo descubierto por Marconi. Ya entonces lo demostré. Lo que ni Marconi ni los demás físicos del mundo habían conseguido, la sintonía, lo logré yo. (…) P-¿Y ahora ha perfeccionado usted aquellos descubrimientos? ¿Cree posible el vuelo sin piloto? R-Dirigir un avión sin piloto desde tierra o desde otro avión utilizando la radio es sencillamente una consecuencia de mis trabajos sobre control de torpedos y de barcos realizados en el año 1906. P-¿Qué eficacia inmediata ve usted a su descubrimiento? R-Por lo pronto, el transporte de correspondencia y de mercancías
con autogiros de vuelo automático, dirigidos por radio desde tierra, lo que vendría a causar una revolución en el ramo de transportes (…).
De esos tiempos oscuros son patentes sobre simuladores de guerra navales, nuevos métodos de señales para ferrocarriles, alarmas por radio... EL MISTERIO DE SU MUERTE Lo raro viene a partir de su supuesta muerte a finales de los años veinte en París. Las bases de datos de patentes son tozudas: o bien había otro Matías Balsera Rodríguez patentando genialidades por media Europa desde
A la izquierda, aparato de radio-alarma inventado por Balsera; a la derecha, otro de sus ingenios, una alarma de seguridad que enviaba señales de aviso a las comisarías de Policía.
entonces o, lo que es más lógico, el bueno de Matías seguía dando guerra desde Francia, y lo hizo durante muchos años más. De esos tiempos oscuros son patentes sobre lámparas termoiónicas, simuladores de guerra navales, nuevos métodos de señales para ferrocarriles, alarmas por radio, mejoras en alumbrado para automóviles, e incluso complejos sistemas para la mejora de motores de corriente alterna. Algunas tienen fechas tan lejanas desde su supuesta muerte como finales de los treinta y principios de los cuarenta. Teniendo en cuenta que Matías nació en 1883, hacia 1945 el genial inventor bien podía seguir vivo y en activo... Desconozco las razones que llevaron a esas décadas de oscuridad, así como muchos otros detalles de sus posibles hermanos. Sea como fuere, sólo he rascado la superficie del enigma de los Balsera e intuyo que hay increíbles sorpresas esperando ser descubiertas.
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Historia antigua
La Atlántida de Platón –aquí, el filósofo en la moderna Academia de Atenas– ha sido vinculada con la civilización de Tartessos.
L
a literatura clásica nos habla de una mítica civilización llamada Tartessos ubicada más allá de las columnas de Hércules (en un área comprendida entre Huelva, Sevilla y Cádiz), que atrae la atención de los pueblos navegantes del Meditérraneo oriental. Oro, plata, bronce, cobre, estaño… Fenicios y griegos se asombraron de las riquezas de Tartessos, reinada por Argantonio entre el 630 y 550 a.C. aproximadamente, estableciendo redes comerciales para obtener los metales preciosos. “Hacia el año 630 a.C., los griegos ya se habían puesto en contacto directo con Tartessos y traían de allí metales”, afirma el reputado historiador José Mª Blázquez. Las fuentes griegas se refieren a Tartessos como un emporio minero. Los griegos fueron, precisamente, los primeros en mencionar a Tartessos en el siglo VII a.C., considerándola la primera civilización de Occidente, surgida a finales de la Edad del Bronce y comienzos de la Edad del Hierro. Pero, ¿qué hay de cierto en los textos grecolatinos, plagados de mitos y referencias un tanto ambiguas a la hora de referirse a
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Los griegos fueron los primeros en mencionar a Tartessos, considerándola la primera civilización de Occidente Tartessos? Evidentemente, nos ofrecen una imagen de la realidad, aunque a veces acompañada de elementos imaginarios y/o distorsionados, por eso ha sido conveniente, sin duda, reexaminar esas fuentes literarias para separar lo histórico de lo ficticio y analizar bajo una metodología más crítica los datos arqueológicos. Tartessos se mueve, pues, entre la historia y la fantasía, como tantos otros reinos del pasado más remoto que la literatura se ha encargado de adornar con elementos míticos y alegóricos, imaginándolos como florecientes culturas e imperios, donde la felicidad de su gente y la longevidad de sus reyes son las protagonistas (mundos utópicos, en definitiva). No obstante, los restos arqueológicos sí dan fe de la existencia de Tartessos, aunque las
evidencias difieren de lo que podemos leer en los relatos antiguos… En el I Congreso Internacional Tartessos. El emporio del metal, celebrado en 2011, los ponentes vinieron a erradicar de forma unánime la idea tan extendida de Tartessos como un vasto imperio que ocupaba todo el sur de la Península Ibérica, tal y como lo planteó Adolf Schulten, el primero en prestar un inusitado interés hacia la cultura tartésica y en buscar presuntos vestigios de Tartessos en lo que hoy conocemos como el Parque Nacional de Doñana, cerca de la desembocadura del Guadalquivir. EL TARTESSOS DE SCHULTEN “Ese gran imperio de Tartessos es un fenómeno histórico maravilloso. Tartessos es la más antigua ciudad estado de Occidente. En
No es fácil delimitar las fronteras geográficas, culturales y étnicas de la Tartéside este sentido recuerda a los imperios orientales. Como éstos, el imperio de la ciudad de Tartessos se formó por una concentración del Estado en forma monárquica. Un imperio tal y tan grande es signo inequívoco de un desarrollo cultural extraordinario”, escribió Schulten de forma poco rigurosa y bastante idealizada. El catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Erlangen (Alemania) consideraba que los fundadores de Tartessos eran de Creta. Al defender el origen griego de la más antigua civilización de Occidente, estaba erradicando a su vez la posibilidad de que los pueblos semitas tuvieran vinculación alguna con el surgimiento de los tartesios. Su visión sesgada y sus prejuicios a la hora de manejar los datos históricos eran sus rasgos más característicos, pues sus pensamientos estaban muy influidos por determinadas ideologías. Gracias al nuevo paradigma tartésico, el idealizado modelo schulteniano ha quedado suprimido. Schulten no descubrió Tartessos, pero se lo imaginó, recurriendo a fabulaciones e ideas románticas propias del idealismo historicista. En este sentido, no es de extrañar que Manuel Fernández-Miranda, arqueólogo y catedrático de prehistoria, sea tan tajante al decir que “cada vez que releo lo que él escribió sobre Tartessos me parece más duro aceptar no ya el prestigio de que gozó en vida sino el que se le ha dispensado hasta casi nuestros días, como si se tratara de un genial precursor de la investigación actual”. LA TARTÉSIDE Es complicado delimitar las fronteras geográficas, culturales y étnicas de la Tartéside (el territorio ocupado por los tartesios), aunque hoy ya podemos asegurar, pese a los datos imprecisos y fragmentarios que aún poseemos, que Tartessos es un territorio articulado en unidades políticas independientes al modo de ciudades-estado. Y aunque no se puede identificar con precisión dichas ciudades, sí se estima que pudieran ser Onoba (Huelva), Ilipla (Niebla), Spal (Sevilla), Asta Regia, Carmo (Carmona) y, posiblemente, Corduba (Córdoba) o Ate-
El tesoro de El Carambolo EL DESCUBRIMIENTO de El Carambolo el 30 de septiembre de 1958 –varios brazaletes y otras piezas de oro hallados durante las obras de ampliación de las instalaciones de la Real Sociedad del Tiro al Pichón de Sevilla– supuso un enorme impulso para la arqueología tartésica, aunque hoy muchos expertos aseguran que este yacimiento poco tiene que ver con Tartessos, ya que los indicios apuntan más bien a un santuario fenicio dedicado a la diosa semita Astarté (cuyo origen se situaría a finales del siglo IX a.C.). Durante las excavaciones, no se encontraron restos de ningún palacio que pudiera evidenciar la ubicación en aquel territorio de la tan buscada capital del reino tartésico, sino que solo se localizaron cabañas pertenecientes a un pequeño poblado que mantenía comercio con los fenicios. “Este santuario debió ser frecuentado principalmente por indígenas, aunque no hay que descartar que esta población asentada en una rica vega, y no lejos de Carmona, no perteneciera a la colonización agrícola fenicia”, asegura el historiador José Mª Blázquez.
gua. Para el doctor Blázquez, es probable que Huelva no fuera la capital de Tartessos, si bien no niega que se trata de un destacado enclave donde confluyeron griegos, fenicios e indígenas, a causa de las explotaciones de la plata y de otros minerales. En este sentido, Huelva en aquella época fue un emporio de primerísimo orden. De lo que no hay duda es de que existió una cultura tartésica que hemos de entenderla en función de la explotación y la venta de metales, cuya sociedad tenía rango aristocrático, con una monarquía gobernada por un rey –una especie de jefecillo o reyezuelo controlando un territorio más o menos extenso, cuya capital no ha sido posible encontrar–, que precedió a la presencia fenicia, o sea, una cultura autóctona que sufrió algunos cambios en su modo de vida
tradicional con la irrupción de los colonos orientales (primero los fenicios y más tarde los griegos), si bien hay discrepancias a la hora de definirla en sus parámetros cronológicos y culturales. Algunos expertos proponen la existencia de un período proto-orientalizante, anterior a la llegada de los colonizadores fenicios, que podríamos enmarcar entre el 900 y el 750 a.C., caracterizado por la llegada al suroeste peninsular de importaciones orientales. Este proceso de aculturación sufrido por los pueblos autóctonos del Bronce Final sería de una enorme trascendencia por su repercusión cultural, pues, según el historiador Martín Almagro-Gorbea. “representa el preludio de los influjos coloniales fenicios y, después greco-orientales, que transformaron tan profundamente el
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Historia antigua
La antigua ciudad de Huelva fue el punto de partida para tratar de localizar la legendaria ciudad de los tartesios
Estela de Bensafrim, en el Museu Municipal de Figueira da Foz.
substrato del Bronce Final, dando lugar a los pueblos históricos de la Península Ibérica en el momento de incorporarse ésta a la Historia escrita”. Otros especialistas consideran, sin embargo, que de haber existido esos contactos, no provocaron ningún cambio cultural relevante en las sociedades autóctonas. Aparte, estudiar la aculturación en Tartessos no resulta nada sencillo, pues falta información literaria fiable. Contamos con escasos datos y, por
Schulten, autor de Tartessos. Ein Beitrag zur ältesten Geschichte des Westens (1922).
otro lado, la investigación arqueológica no despeja muchas dudas en este sentido. El debate, pues, sigue abierto y ello ha impulsado dos líneas de investigación: la pro-autóctona y la pro-fenicia. Hay expertos que sostienen que Tartessos no es la civilización indígena que se creía, sino el propio mundo fenicio. Es lo que se conoce como el ‘nuevo paradigma’. Los cambios observados en la sociedad occidental autóctona no se conciben sin la presencia de los
comerciantes fenicios después del 800 a.C., que contribuyeron enormemente con su cultura, economía y política. Las explotaciones mineras a finales del siglo XIX y su relación con la ría de Huelva en cuanto a actividad metalúrgica se refiere hicieron de la antigua Onoba el punto de partida para tratar de localizar la legendaria ciudad de los tartesios, cuyas raíces se hallan a finales de la Edad del Bronce (siglo VIII al VI a.C.).
Juan Pedro Garrido Roiz: la entrevista póstuma JUAN PEDRO GARRIDO ROIZ (19352012) fue un prestigioso arqueólogo, antropólogo y profesor emérito de Historia en la Universidad Complutense de Madrid. Vivió muchos años en Huelva, dirigiendo durante las décadas de los 60 y 70 del pasado siglo las excavaciones arqueológicas de la Necrópolis orientalizante del Cabezo de La Joya (cuyos importantes hallazgos le llevaron a identificar a Huelva conTartessos; de hecho, se ha especulado con la posibilidad de que la ostentosa tumba 17 de dicha necrópolis, que contenía valiosos ajuares, hubiese pertenecido a Argantonio), así como las del Cabezo
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de la Esperanza, San Pedro y calle Puerto. Poco tiempo antes de fallecer, me concedió la que sería su última entrevista. Hablamos extensamente sobre sus investigaciones vinculadas aTartessos, siendo reconocido como uno de los mayores expertos a nivel internacional. A continuación, transcribo un breve extracto de la entrevista: P ¿Qué tenemos claro a día de hoy sobre la cultura tartésica a tenor de las investigaciones arqueológicas y qué nos queda todavía por saber? R No tenemos muchas cosas claras porque no nos planteamos las premisas.
Tenemos que ver a qué llaman Tartessos los griegos, que son a quienes primero debemos la noticia de su existencia. A través del tiempo se ha hecho una imagen de un imperio, de un reino, pero eso no es así. Tartessos es la resultante de la acción y presencia de fenicios y de muchos otros grupos orientales en occidente y concretamente en el estuario del Tinto y del Odiel. Desde mi punto de vista, Tartessos es una sociedad criolla, como si hablásemos de la sociedad española de América. El elemento indígena está presente, pero no es una cultura original, sino oriental, aunque con matices.
Representación de J. López de una estela de guerrero hallada en Capilla (Badajoz).
La célebre obra sobre Tartessos escrita por el alemán Adolf Schulten.
LA RELIGIÓN DE LOS TARTESIOS Tenemos un enorme desconocimiento de la religión tartésica, especialmente de su etapa pre-fenicia, ya que únicamente se han hallado santuarios o lugares de culto (como los de El Carambolo, Cástulo y Carmona) que corresponden a una época colonial (de hecho, se han encontrado en territorio tartésico muchas imágenes de los dioses fenicios Reshef y Astarté). No es fácil, por tanto, saber con seguridad en qué creyeron
P¿Qué significa para usted Huelva en relación a Tartessos? R Huelva es un sitio increíble, porque está en el estuario del Tinto y del Odiel. Y uno de los muchos textos habla del río Tartessos, que se abre y deja en medio a Tartessos que está situado en una isla. Eso coincide exactamente con lo que es el estuario y los cabezos rocosos de Huelva. Garrido consideraba plausible que Tartessos fuese una ciudad. Estaba convencido de que, con los datos arqueológicos de que disponemos, Huelva sería la mejor candidata. En su opinión, la cultura tartésica se extendió por muchos territorios y perduró bastante tras el hundimiento de la zona
No es fácil saber con seguridad en qué creyeron los tartesios, ya que no dejaron registros escritos de sus creencias religiosas los tartesios, ya que no dejaron registros escritos de sus creencias religiosas. “De la religión tartésica sólo quedan restos de un gran naufragio difíciles de interpretar, al carecer de fuentes escritas, que además serían la interpretación dada en la mayoría de los casos por autores griegos o latinos, al carecer de fuentes directas indígenas. Sólo queda la posible comparación con la religión de los
pueblos colonizadores, fenicios y griegos”, aclara José Mª Blázquez. Hoy se admite que, a través de los vínculos comerciales, los ritos y creencias de la religión fenicia se propagaron a las poblaciones indígenas, que los asimilaron sin ningún problema. Es algo que se aprecia perfectamente en los ritos funerarios. La necrópolis de La Joya sería un claro ejemplo de dicho fenómeno de acultu-
nuclear, que se localizaría bajo la actual capital onubense. P¿Tienen en la actualidad algún valor para los investigadores las fuentes clásicas que aluden a Tartessos? ¿Son fiables? R Hay fuentes históricas, pero hay otras que son leyendas. Parece que cuando se habla de Tartessos se mete todo en el mismo saco. Hay que delimitar. Es preciso hacer distinciones entre aquellas fuentes más fiables y aquellas que se refieren a períodos muy antiguos y desconocidos, como las que aluden a Gerión, un rey con tres cabezas, y a otros mitos. En cambio, lo que nos dice Heródoto es muy fiable, y el mismo relato tiene carácter histórico.
Juan Pedro Garrido Roiz
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Mapa del territorio tartésico.
El hallazgo de huevos de avestruz en sus tumbas evidencia que los indígenas aceptaban las creencias fenicias sobre el más allá
Vaso de los Grifos en el Museo de Carmona.
Cabeza de Heracles de fines del s. VI a.C.
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ración religiosa, pues pertenecen a indígenas semitizados que comerciaban plata con los fenicios asentados en la zona. El hallazgo de huevos de avestruz en las tumbas tartésicas onubenses es una muestra evidente de que los indígenas aceptaban las creencias fenicias sobre el más allá. Jaime Alvar señala que “cuando hablamos de religión en el período orientalizante tartésico, debemos distinguir claramente entre los que son objetos de fabricación fenicia y los de producción indígena, porque la presencia de los primeros puede conducir engañosamente a la conclusión autóctona, o a la consideración de que los indígenas han adoptado el sistema religioso foráneo”. Según dicho historiador, solo conocemos algunas manifestaciones religiosas, e incluso más modestamente culturales, pero en realidad se nos escapa todo el sistema religioso. De cualquier modo, es innegable que el proceso de aculturación fue muy significativo en lo religioso. “Estos nuevos espacios cultuales que introducen los fenicios pudieron haber provocado importantes modificaciones en las percepciones religiosas locales puestas de manifiesto, sobre todo, en el uso compartido que colonizadores e indígenas parecen hacer de esos espacios religiosos introducidos por los fenicios”, especifica Adolfo J. Domínguez, profesor de Historia Antigua de la Universidad Autónoma de Madrid. Las figuras que se aprecian
Tumba 17 de la necrópolis de La Joya en Huelva (foto cortesía de Juan Pedro Garrido Roiz).
en algunas estelas tartésicas (‘divinidades guerreras’ semejantes a ciertos grabados rupestres encontrados en Extremadura), serían definidas y representadas por los fenicios y los griegos. En esas estelas, observamos que algunas figuras portan en sus cabezas una corona radiada con 28 divisiones. Podemos suponer que se trata de los 28 días del ciclo lunar. Aparte, llevan sobre el pecho un semicírculo con 12 segmentos, que podrían guardar relación con las lunaciones que tienen lugar durante un año. Estaríamos hablando, pues, de divinidades astrales vinculadas al mundo funerario, tan presentes en la tradición mediterránea. Por otro lado, en el panteón tartésico también encontramos alusiones a reyes míticos (es posible que Argantonio fuese divinizado), a deidades astrales, a la pareja cósmica primordial (lo masculino y lo femenino representados como el sol y la luna) y a los divinos gemelos. Está claro que las estelas tartésicas contienen un abundante repertorio iconográfico que guardaría relación con relatos míticos, rituales de carácter iniciático e imágenes sobre la muerte. “Un problema importante es, sin duda, el de determinar el papel que desempeñarían estos dioses en el imaginario tartesio, ya que no estamos en condiciones de comprender si se trataba de divinidades tópicas o generales, a las que a cada una se le atribuyó una función independiente, o si, por el contrario,
Ignoramos cómo fue el final del mundo tartésico, que daría luego paso al turdetano se trataba de dioses asociados con acciones concretas y específicas”, manifiestan Antonio Tejera y José Fernández, autores de Los dioses de los tartesios (2012). En esas estelas aparecen representados escudos y carros, que poseen un marcado carácter simbólico. Los primeros muy vinculados a las deidades guerreras, mientras que los segundos podrían simbolizar el viaje del alma al otro mundo. Las estelas están asociadas a santuarios y a rituales que tendrían que ver con ofrendas votivas y/o actos funerarios. Quedan muchas dudas e incógnitas sobre Tartessos. Obviamente, es necesario efectuar más excavaciones arqueológicas para confirmar de forma fehaciente ciertas teorías plausibles que se manejan en torno a la cultura tartésica y descartar otras que se siguen defendiendo sin pruebas que las avalen, siendo meramente especulativas (y con ciertas reminiscencias schultenianas). El puzzle tartésico no está completo, aunque ya poseemos muchas piezas básicas que nos ofrecen una imagen fidedigna de todo el conjunto. Por otro lado, no sabemos a ciencia cierta cómo fue el final del mundo tartésico –que dio paso al mundo turdetano–, aunque parece descartarse por completo una causa invasora que ocasionara un dramático final (“¿Quién sino los cartagineses pudieron haber sido sus destructores?”, se preguntó Schulten sin el menor fundamento). ¿Acaso tuvo que ver su ocaso con el agotamiento de la producción minera que afectó a la relación entre los fenicios y los aristócratas tartesios? Es la posibilidad que más se baraja. Al margen de todo ello, contamos hoy con una abundante bibliografía sobre Tartessos. Pero si esta sociedad constituye, según los especialistas, un elemento identitario fundamental para Andalucía, ello justifica que los organismos competentes sigan promoviendo nuevas investigaciones sobre esta milenaria cultura, para así conocer más a fondo y verazmente nuestro pasado histórico.
Exposición sobre los fenicios que se celebró en el Museo de Huelva en febrero de 2011, donde aparecían elementos tartésicos.
En pro de la cultura tartésica EN 2008, SE CREÓ la Asociación “Amigos del Museo Onubense” (A.M.O.), encabezada por Blanca Romay (presidenta) y Miguel Redondo (secretario). Entre sus fines está potenciar las actividades culturales vinculadas a la investigación y análisis del Patrimonio Histórico-Artístico, así como desarrollar la difusión, divulgación y gestión de todas aquellas actuaciones relacionadas con aspectos culturales. Dicha entidad tiene su sede en el Museo Provincial de Huelva y, entre otras muchas actividades, apoya todo lo relacionado con Tartessos, organizando conferencias y mesas redondas para difundir entre los ciudadanos onubenses los conocimientos actuales sobre esta antigua cultura tan ligada a Huelva, contando para ello con la participación de prestigiosos historiadores y arqueólogos. Es de destacar el merecido homenaje que hicieron a Juan Pedro
Garrido Roiz por su ardua labor como arqueólogo en las excavaciones de los yacimientos tartésicos en Huelva, la magnífica conferencia Fuentes y hallazgos griegos en el antiguo Tartessos, impartida por Fernando González de Canales, así como la excursión a Cancho Roano, importante yacimiento tartésico localizado en Zalamea de la Serena, provincia de Badajoz. Otra de las tareas de A.M.O. es reivindicar la puesta en marcha de un Museo Tartésico en el antiguo edificio del Banco de España, sito en el centro de Huelva. La asociación señala al respecto que “muchas de las piezas arqueológicas de Huelva merecen por su extraordinario valor histórico un museo con identidad propia que permita su apreciación presente y en un dilatado futuro. De otra forma, nos tememos que en un museo provincial multitemático permanecerán en gran parte desdibujadas y sin un discurso propio”.
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La exposición
C
Santa Casilda, c. 1630-1635, óleo sobre lienzo. 171 x 107 cm. © Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.
El Thyssen-Bornemisza presenta una de las exposiciones del año
Zurbarán Una nueva mirada El Museo Thyssen-Bornemisza presenta hasta el 13 de septiembre una exposición del todo irrenunciable. El extremeño Francisco de Zurbarán (1598-1664) se muestra a los visitantes de esta muestra a la luz de una “nueva mirada” que redescubre a uno de los grandes maestros del Siglo de Oro. ALBERTO DE FRUTOS
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risis económicas, reyes indolentes que dejaban el país en manos de validos, políticos corruptos, oscurantismo religioso que atenazaba a la sociedad… Estamos, sí, en el siglo XVII. Una época de contrastes, cuya cara B (o A) troquelaron los artistas del Barroco, en lo que fue el Siglo de Oro de la pintura española. Las características de este movimiento fueron, en efecto, genuinamente “patrias”, sobre todo por el impulso que imprimió Felipe IV, un gran mecenas del arte. Se generalizó la pintura exenta o de caballete, pintada sobre lienzos al óleo de distinto formato; y los temas de corte religioso, promovidos desde Roma con la Contrarreforma, fueron el leitmotiv iconográfico. A partir del concilio de Trento, se institucionalizó que los artistas explicaran de manera sencilla y clara los preceptos de la Iglesia canónica, “la iglesia del pobre”. Así, no es de extrañar que, entre la obra de los más reputados, abunden los retratos de santos o escenas bíblicas de gran patetismo. En cuanto a los sistemas de iluminación, destacaron dos tendencias: el tenebrismo, cuyo origen se sitúa en Italia con la obra de Caravaggio, y el luminismo, que humanizaba la composición con la luz de un paisaje al fondo. Diego de Velázquez, José de Ribera y Francisco de Zurbarán fueron los tres pilares más sólidos de esta corriente. Ahora bien, ¿quién fue el tercero de ellos? UNA EXPOSICIÓN PARA LA HISTORIA Durante este verano, y hasta el próximo 13 de septiembre, se puede visitar una muestra sobre Francisco de Zurbarán en el Thyssen-Bornemisza, organizada con el mecenazgo de Japan Tobacco International, y comisariada por Odile Delenda, colaboradora del Instituto Wildenstein de París, y Mar Borobia, jefa del Área de Pintura Antigua del Thyssen. Zurbarán. Una nueva mirada es más que una reedición de la retrospectiva sobre el pintor que organizara el Museo del Prado en 1988, y que también pudo disfrutarse en París y Nueva York. Aspira, de hecho, a actualizar la vida y la obra de este genio del Barroco español, uno de los grandes representantes del realismo objetivo, tendencia que representaba la realidad de forma casi fotográfica y que se desarrolló fundamentalmente en la primera mitad del siglo XVII. Desde muy temprana edad, el fuentecanteño comenzó
Bodegón con cacharros, c. 1650-1655. © Museo Nacional d’Art de Catalunya. Foto: Calveras / Mérida / Sagristá.
¿Por qué hay que verla? LA PRIMERA GRAN APORTACIÓN de esta impresionante muestra es que nos descubre las magníficas colaboraciones de Zurbarán con su hijo Juan, que le sirvieron para introducir un tema nuevo en sus composiciones, alejado de la temática religiosa: el de la naturaleza muerta o bodegón. Todo pintor que ha pasado a la posteridad no es fruto del azar… ni del trabajo en solitario. Antes al contrario, se ha dejado arropar por un nutrido taller de colaboradores y, en este sentido, la pinacoteca madrileña contextualiza también la obra de sus discípulos, con nombres y apellidos, para que el visitante pueda asimilar el alcance del autor en el marco más amplio de su tiempo.
• • • • San Ambrosio, c. 1626-1627. © Museo de Bellas Artes de Sevilla. Foto: Pepe Morón.
a interesarse por la pintura. Siendo adolescente, entró en el taller del pintor Pedro Díaz de Villanueva, en Sevilla. Poco después se trasladó a Llerena –Badajoz–, donde se casó y tuvo tres hijos, uno de los cuales, Juan, se dedicaría también a la pintura y colaboraría con su padre realizando bodegones, hasta que la peste que asoló Sevilla en 1649 truncó su porvenir cuando contaba con 29 años. MÁS DE SESENTA OBRAS La carrera profesional de Francisco de Zurbarán comenzó en la década de 1620 en Sevilla. Allí gozó de notable predicamento entre los jerarcas de los monasterios sevillanos, y firmó un contrato con el convento de dominicos de San Pablo el Real de Sevilla, que le encargó 21 cuadros en ocho meses. La exposición que podemos ver en la pinacoteca madrileña consta de 63 obras – 47 del pintor, siete de su hijo Juan y nueve de colaboradores y seguidores– procedentes de las más diversas instituciones, y se articula en torno a una serie de espacios que nos acercan a su producción siguiendo un orden cronológico: • Los inicios. Primeros conjuntos (16261630). • Los conjuntos (1630-1640).
San Serapio, 1628. © Wadsworth Atheneum Museum of Art, Hartford.
Pinturas aisladas (1628-1650). Francisco y Juan de Zurbarán. Bodegones. Obrador y seguidores. La plena madurez. El legado del artista 1650-1662. Zurbarán se volcó siempre en los detalles, y sus lienzos, a menudo de grandes dimensiones, lograban reproducir fielmente las distintas escenas. Los temas mitológicos nunca tuvieron especial relevancia en su producción, y, de hecho, en esta exposición solo hay un cuadro de esta temática: Hércules detiene el curso del río Alfeo (1634). En 1634, Zurbarán se trasladó a Madrid, donde estaba la corte y triunfar resultaba más fácil que en Sevilla. Desde la Villa, facturó numerosos envíos a los territorios de América, donde su obra era muy querida y demandada. Fue también en Madrid donde murió en 1664, en una situación rayana en la pobreza; pues, en sus últimos años, su fama había quedado eclipsada por la de creadores como Murillo. El pintor fue enterrado en el monasterio de los Agustinos Recoletos o de Copacabana, derribado en el marco de la desamortización de Mendizábal, y sus restos siguen, desde entonces, en paradero desconocido.
Más información
MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA
Adoración de los Magos, c. 1638-1639. © Musée de Grenoble.
PASEO DEL PRADO, 8 -28014 MADRID TEL.: 902 76 05 11 WWW.MUSEOTHYSSEN.ORG LUNES Y DOMINGO DE 10 A 19. DE MARTES A SÁBADO DE 10 A 22. PRECIO: 11,00 € ENTRADA COMBINADA PARA LAS COLECCIONES THYSSEN-BORNEMISZA Y LA EXPOSICIÓN ZURBARÁN: UNA NUEVA MIRADA: 17,00 €.
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La huelga olvidada 1951: Cuando Barcelona dejó de circular en tranvía Con el objetivo de mantener el orden público en las calles la dictadura franquista se preocupó por ofrecer una imagen de férreo control del que nadie podía escapar. La propaganda del régimen se encargó de transmitir una sensación de estabilidad que en algunos casos venía impuesta por medidas represivas. Pero en contra de lo que es generalmente admitido, se produjeron algunos conatos de protesta social que desafiaron a las autoridades. Es el caso del boicot a los tranvías de Barcelona, que a principios de marzo de 1951 paralizó la capital catalana en plena posguerra. JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ GARVI
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finales de 1950, España todavía sufría las penurias de la posguerra. Aunque hacía más de una década que la Guerra Civil había terminado, las cartillas de racionamiento seguían utilizándose, aunque apenas alcanzaban a cubrir las necesidades básicas de alimentos y artículos de primera
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necesidad de la población. El estraperlo era la única forma de completar la dieta con productos frescos, pero los sueldos eran muy bajos y la mayoría no podía pagar los altos precios que alcanzaban en el mercado negro. Aunque había algunas señales de una tímida recuperación, la miseria era generalizada y la población empezó a perder la paciencia ante la falta de perspectivas.
Mientras tanto, las autoridades franquistas se mostraban inoperantes, confiando en que con el paso del tiempo la situación mejoraría sin necesidad de intervenir, siempre y cuando se consiguiera mantener la paz en las calles. Sin embargo, en algunas provincias españolas el riesgo de hambruna era evidente y ante la pasividad del gobierno surgieron algunas voces críticas dentro del
régimen que exigieron la adopción de medidas inmediatas. Algunos jefes locales del Sindicato Vertical, encuadrado dentro del Movimiento, pidieron a los asalariados que redujeran su capacidad productiva, al mismo tiempo que se hablaba abiertamente de recurrir a la huelga como medida de fuerza. En un intento por mitigar el descontento de los trabajadores ante el encarecimien-
to del nivel de vida, se estableció un complemento retributivo en los salarios, pero en la mayoría de las ocasiones esas pequeñas cantidades se percibían con bastante retraso, si es que finalmente se pagaban, lo que aumentaba el malestar. Los empresarios tampoco se mostraban dispuestos a subir los sueldos por su cuenta, contribuyendo de esta forma al aumento de una tensión
que amenazaba con reventar en cualquier momento ante la más mínima provocación. EL DETONANTE En Barcelona, una de las capitales más industrializadas del país, la situación era especialmente delicada. Los trabajadores de las empresas del sector textil y del metal no cobraban los complementos salariales
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Historia contemporánea
Durante la década de los cincuenta del siglo XX, el tranvía era el medio de transporte público más popular en las principales ciudades españolas.
y el empobrecimiento de la clase obrera era evidente. Por si fuera poco, la capital catalana sufría altos niveles de paro, escasez de productos básicos y constantes cortes del suministro eléctrico. En este contexto, el 1 de diciembre de 1950 el Consejo de Ministros autorizó a la Compañía de Tranvías de Barcelona un aumento de las tarifas que cobraba a sus usuarios. De esta forma el billete pasó de 50 céntimos de peseta a 70 céntimos, anunciándose la entrada en vigor de los nuevos precios para el 19 del mismo mes. Al margen del coste de la subida, el aumento suponía además un agravio comparativo respecto a Madrid, donde el billete costaba 40 céntimos. Las quejas de los usuarios no se hicieron esperar, teniendo en cuenta además el pésimo servicio que la compañía les ofrecía. El estado de los tranvías era lamentable, a lo que se unía el escaso mantenimiento de las líneas y su escasa seguridad. A lo largo de 1950 se habían producido numerosos accidentes, con un saldo que arrojaba veintiún muertos y casi quinientos heridos. A pesar de las continuas y numerosas quejas de los viajeros, las autoridades municipales de Barcelona no hicieron nada por solucionar los problemas, antes al contrario, permitieron que la Compañía subiera el importe de los billetes acabando con la pa-
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El Consejo de Ministros autorizó un aumento de las tarifas y el billete pasó de cincuenta céntimos de peseta a setenta ciencia de los usuarios. En octubre de 1950, algunos dirigentes del Sindicato Vertical ya habían advertido sobre el malestar social reinante en Barcelona, situación que podía empeorar si, como sospechaban, se producía un encarecimiento del transporte público. Sus temores se confirmaron cuando a fina-
Franco mantuvo cierta actitud permisiva ante las protestas sociales provocadas por las duras condiciones de vida de los ciudadanos.
les de año se confirmó la subida, medida que tuvo una respuesta ciudadana inesperada. PROTESTA ESPONTÁNEA Al comienzo del nuevo año las protestas de los barceloneses no habían superado el ámbito de las conversaciones privadas.
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Señas de identidad EXISTEN escasos testimonios gráficos y escritos que puedan servir para ilustrar los acontecimientos vividos en Barcelona durante los meses de febrero y marzo de 1951. Uno de los escasos relatos disponibles de aquellos días es el aportado por Juan Goytisolo, el último ganador del Premio Cervantes, en su novela Señas de identidad. Escrita mientras su autor se encontraba exiliado en París, su publicación en México en 1966 causó un profundo impacto en las letras españolas. Ambientada en gran parte en las décadas posteriores a la Guerra Civil, el autor nos ofrece una visión descarnada de la realidad española de aquellos años. En uno de los capítulos, Álvaro Mendiola, su protagonista, se encuentra en Barcelona en el mes de marzo de 1951. En un momento determinado el autor lo sitúa en uno de los tranvías que recorren sus calles, padeciendo el frío que se colaba a través de las ventanillas de cristales rotos a pedradas y compartiendo viaje con escasos usuarios. El personaje desconocía el boicot y, cuando se apea al llegar a su parada, una mujer enlutada se encara con él, reprochándole no haber secundado la protesta.
Juan Goytisolo agitó a la sociedad de los sesenta con su ya mítica Señas de identidad.
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José María Albert Despujol, alcalde de Barcelona, fue cesado tras estos sucesos.
Circulaban rumores sobre la tórrida relación que el gobernador mantenía con la vedette Carmen de Lirio, la reina del Paralelo ción nacional, discusiones en las que incluso se llegó a las manos. En un último intento por recuperar el control, Baeza recurrió a los representantes de la sociedad civil buscando apoyos que no encontró. Atrapado en un callejón sin salida, ordenó a la Policía Armada y a la Guardia Civil que tomasen las calles. Su imagen había sufrido un duro desgaste. Por Barcelona circulaban rumores que hablaban de la tórrida relación que el gobernador mantenía con la vedette Carmen de Lirio, la reina del Paralelo barcelonés. Durante alguna de las concentraciones espontáneas en apoyo del boicot, los manifestantes lanzaban consignas contra Baeza mientras portaban un lirio en una mano y una botellita de agua del Carmen en la otra. EXTENSIÓN DEL CONFLICTO Durante la posguerra, el régimen franquista había mantenido una postura moderada frente a los conflictos sociales que se habían atrevido a desafiar su autoridad. Antes de desplegar una represión indiscriminada, se prefería erradicar la raíz del problema deteniendo a los instigadores, al tiempo que se ponía en marcha la maquinaria de la propaganda, que casi siempre acusaba a elementos comunistas de manipular con
engaños a la clase trabajadora. El boicot a los tranvías de Barcelona no fue una excepción y ante el temor a que la situación pudiera escaparse de las manos, degenerando en una revuelta callejera de imprevisibles consecuencias, el 6 de marzo de 1951 el gobierno dio marcha atrás a la subida del precio de los billetes de este medio de transporte. Pero la medida no acabó con la tensión. Para animar a los ciudadanos a subirse de nuevo a los tranvías, el mismo día 6 grupos organizados de falangistas fieles al oficialismo predicaron con el ejemplo, montándose en las líneas más transitadas. Se produjeron algunos incidentes con partidarios de continuar con el boicot y en un principio su gesto no obtuvo el resultado previsto. Mientras tanto, se extendieron por la ciudad los rumores sobre la convocatoria de una huelga general para el día 12, promovida desde sectores críticos del falangismo como protesta ante el empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores. En una reunión con enlaces sindicales, la jerarquía del Movimiento fue abucheada entre gritos contra Franco, situación que marcaba un peligroso precedente. Tras la huida precipitada de la asamblea de los máximos dirigentes, una comisión
Las animadas calles de Barcelona se llenaron de apresurados transeúntes durante el boicot a los tranvías (fotografía de Francesc Català-Roca en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía).
de enlaces se dirigió hacia el gobierno civil para exigir la inmediata liberación de los falangistas detenidos durante los disturbios. La situación se había vuelto extremadamente tensa, hasta el punto de que el Delegado Nacional de Sindicatos se vio obligado a celebrar una reunión de urgencia con los procuradores en Cortes por Barcelona para pedirles que brindasen todo su apoyo a las autoridades para restablecer la normalidad. También se ordenó la destitución inmediata de los enlaces sindicales que se habían mostrado críticos o hubieran participado en los incidentes. La fisura en el Sindicato Vertical era ya irreparable. En previsión por lo que pudiera pasar el día 12, se entregó a la Policía una lista con la filiación de los sospechosos de organizar los paros previstos. También se contó con la ayuda de falangistas leales a las autoridades para utilizarlos en labores de información y como fuerza de choque para amedrentar a todos aquellos que se mostrasen dispuestos a secundar la huelga. HUELGA GENERAL El 12 de marzo de 1951 Barcelona amaneció bajo la apariencia de una tensa calma. Las calles se encontraban más vacías que de costumbre y los tranvías volvían a circular sin pasajeros. Ya fuera por convencimiento o por miedo a las amenazas, un gran número de ciudadanos no acudieron ese día a sus puestos de trabajo. En el cinturón industrial las empresas que no habían cerrado lo hicieron al paso de los piquetes. Según
avanzaba la jornada empezaron a llegar noticias sobre los primeros incidentes. Un grupo de mujeres se presentó ante las puertas de una fábrica textil que continuaba con su actividad, enfrentándose a golpes con sus gerentes y lanzando piedras a los obreros que continuaban trabajando. En algunos puntos se levantaron barricadas y varios policías de paisano infiltrados entre los alborotadores vieron peligrar sus vidas al ser descubierta su verdadera identidad.
La vedette Carmen de Lirio fue vinculada sentimentalmente con el gobernador civil de la ciudad condal, Eduardo Baeza Alegría.
La presencia de numerosos agentes de la Policía Armada y la Guardia Civil era visible en los puntos neurálgicos de Barcelona, si bien no consiguieron evitar que se produjeran algunas concentraciones espontáneas que fueron disueltas con violentas cargas de las fuerzas de seguridad. Varios cientos de soldados permanecían acuartelados en instalaciones militares de la ciudad a la espera de que fuera requerida su intervención, mientras en el puerto estaban atracados
Las calles se encontraban más vacías que de costumbre y los tranvías volvían a circular sin pasajeros. Era el día señalado para la huelga
Eduardo Baeza Alegría, Gobernador Civil de Barcelona, conversando con mandos militares durante un acto oficial en 1949.
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TRANVIARIOS COMBATIVOS LOS TRANVIARIOS barceloneses han sido tradicionalmente uno de los gremios de trabajadores más combativos en la historia reivindicativa de la capital catalana. Los medios de transporte público siempre han jugado un importante papel en las grandes protestas sociales. En la mayoría de los casos de ellos depende el éxito o el fracaso de una huelga, al permitir o impedir que los obreros puedan acudir a sus puestos de trabajo. En este sentido, las empresas que prestaban este servicio se convirtieron desde un principio en objetivo prioritario de los sindicalistas. Al mismo tiempo, los trabajadores de estas compañías, conscientes de su poder, supieron hacer valer sus demandas laborales. En el caso concreto de Barcelona, la participación directa o indirecta de los tranviarios en los más importantes conflictos sociales y laborales es constante a lo largo de toda la primera mitad del siglo XX. A principios de mayo de 1890, los tranvías fueron boicoteados durante las movilizaciones emprendidas para
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conseguir la jornada de ocho horas. Completada la electrificación de las líneas en 1899, los conductores organizaron el primer paro en defensa de sus derechos. En 1901, una huelga de tranviarios y cerrajeros obligó a las autoridades a decretar el estado de excepción en la ciudad. Un año después los trabajadores de la compañía se sumaron a la huelga general convocada para reclamar una reducción de la jornada laboral. Durante los dramáticos sucesos de la Semana Trágica de Barcelona, episodio que tuvo lugar entre el 26 de julio y el 2 de agosto de 1909, los tranviarios dejaron paralizada la ciudad. Desde el final de la Guerra Civil la propaganda del régimen franquista se encargó de minimizar los conflictos laborales y sociales, haciendo como si no existieran y citándolos como problemas del pasado que no se volverían a repetir. El boicot del invierno de 1951 a los tranvías de Barcelona fue de nuevo el símbolo de una protesta ciudadana que se propuso llevar la contraria a las autoridades.
Barricada en las calles de la Ciudad Condal durante la Semana Trágica.
varios barcos de guerra. Finalmente no fue necesaria su participación para restablecer el orden, si bien los disturbios se cobraron víctimas. No existen datos oficiales sobre el número de muertos y heridos que se produjeron durante la jornada de huelga, aunque algunas fuentes hablan de entre tres y cinco fallecidos y varios cientos de heridos de diferente consideración. La huelga no se limitó a Barcelona, extendiéndose en pocas horas a Mataró, Badalona, Tarrasa y Manresa. Tampoco se puede precisar con exactitud la cifra de trabajadores que finalmente secundaron la protesta, si bien datos no oficiales la establecieron en 300.000, aunque los medios extranjeros que se hicieron eco de la noticia la aumentaron hasta llegar al medio millón. El día 13 la ciudad se despertó bajo los efectos de la resaca de la huelga. Poco a poco los trabajadores se reincorporaron al trabajo, aunque no se recuperó la normalidad hasta pasados unos días. La prensa, adoctrinada por la propaganda del régimen, alabó el comportamiento cívico de los barceloneses, al mismo tiempo que acusaba a agitadores profesionales de ideología comunista de incitar a la huelga con sus consignas.
La Delegación Provincial del sindicato del régimen emitió un informe en el que reconocía que los obreros habían sido incitados a abandonar sus puestos de trabajo por los propios dirigentes sindicales de algunas empresas. En un caso concreto, un ex combatiente falangista había dirigido una arenga a los empleados de una fábrica, convenciéndoles para que abandonasen el trabajo. CONSECUENCIAS Los efectos de la huelga se extendieron varios días y durante ese tiempo algunas empresas tuvieron problemas para recuperar su actividad normal. El 14 de marzo se celebró una tumultuosa asamblea de los vocales del Sindicato Vertical del Transporte en la sede del Metro de Barcelona en la que se acordó solicitar un aumento de los salarios de los empleados de la compañía. La reunión fue declarada ilegal por la cúpula del Sindicato, que intentó reconducir el movimiento obrero desactivando las protestas. Mientras algunos elementos falangistas pretendían seguir adelante con la huelga, partidarios de la línea oficialista prestaron servicios de protección en edificios y sedes de organismos públicos apoyando a las fuerzas del orden, mientras otros grupos recorrían Barcelona y las localidades de su cinturón industrial obligando a los propietarios y responsables de fábricas, comercios y oficinas a abrir de nuevo sus puertas. Los intentos por extender la protesta al País Vasco y Madrid fracasaron. En
Obras de reparación en una de las líneas. Las malas condiciones en las que se prestaba el servicio agotaron la paciencia de los barceloneses.
Este espartano interior de un tranvía restaurado poco tenía que ver con el lamentable estado que ofrecían los de Barcelona.
Todo apunta a que los sucesos de Barcelona fueron el resultado de una movilización ciudadana que surgió de forma espontánea los días posteriores a la huelga fueron detenidos numerosos militantes y simpatizantes de la CNT y del PSUC que permanecían en la clandestinidad, a los que el régimen franquista acusó de ser sus organizadores. Las víctimas políticas de la huelga fueron el gobernador civil de Barcelona, Eduardo Baeza, y su alcalde, José María Albert Despujol, cesados fulminantemente de sus puestos.
A día de hoy no se sabe con exactitud quién estuvo detrás del boicot a los tranvías de Barcelona y la convocatoria de huelga general. La versión oficial acusó a alborotadores comunistas, aunque nunca se ha podido demostrar su vinculación en la organización de las protestas. De esta forma se habría ocultado la participación en los hechos de irreductibles falangistas dispuestos a llevar su ideario político hasta sus últimas consecuencias. Un sector de la izquierda se atribuyó el mérito, presentando los acontecimientos como la última batalla del bando que perdió la guerra y la primera gran huelga contra la dictadura de Franco. En este mismo sentido, algunos han apuntado la posibilidad de que elementos subversivos se hubieran infiltrado en las filas de los sindicalistas del Movimiento decididos a minar el régimen desde dentro, hipótesis novelesca que no ha tenido confirmación histórica. Al margen de cortinas de humo y teorías más o menos descabelladas, todo apunta a que los sucesos acaecidos en Barcelona durante los meses de febrero y marzo de 1951 fueron el resultado de una movilización ciudadana que surgió de forma espontánea para protestar contra una situación de miseria generalizada que estaba durando demasiado. El detonante fue algo tan modesto como un billete de tranvía.
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Objetivo
Gibraltar España a las puertas de la II Guerra Mundial
Uno de los planes secretos nazis que, de haber fructificado, probablemente habría cambiado el curso de la Segunda Guerra Mundial, tuvo a España como uno de sus principales actores y a Gibraltar, puerta de entrada del Mediterráneo y enclave geoestratégico fundamental para la lucha en el Norte de África, como principal objetivo. Esta es la historia silenciada de aquella operación. ÓSCAR HERRADÓN
D
urante algunos de los meses clave de la contienda, la colonia británica se convertiría en el centro de varias operaciones de Inteligencia alemanas que, de haberse dado una serie de circunstancias, habrían culminado con éxito, neutralizando la arteria británica al Mediterráneo, donde pronto se libraría una feroz lucha entre el Eje y los aliados. Gibraltar pertenecía a la corona inglesa desde tiempos de Felipe V, el primer borbón español, que perdió la colonia en el marco de la sanguinaria Guerra de Sucesión. Desde entonces, el peñón era una espina clavada en el orgullo hispano que bajo las proclamas del franquismo alcanzaría su mayor fervor nacionalista. Gibraltar, en la mentalidad de Franco y sus acólitos, era español y, por tanto, debía volver a formar parte de esa “Grande y Libre”, sentimiento del que se valdrían
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los alemanes para intentar obtener la ayuda de la Península en su guerra de conquista. El 1 de septiembre de 1939 Hitler daba la orden de invadir Polonia. Comenzaba la guerra relámpago y el día 3 Inglaterra y Francia declaraban la guerra al Tercer Reich. En 1940, las islas británicas estaban siendo asediadas por los bombarderos de la Luftwaffe y planeaba en el aire la posibilidad de una invasión, hecho que no se había planteado desde los tiempos de Felipe II y su infortunada Armada Invencible. Sin embargo, y contrariamente a lo que la propaganda nazi contaba –y los mismos británicos temían–, nuevas investigaciones parecen apuntar a que la Operación León Marino –Sealöwe–, nombre en clave para dicha acción, tenía pocos visos de hacerse realidad, más cuando los eficientes pilotos de la RAF y sus Spitfire estaban poniendo contra las cuerdas la aparente imbatibilidad de la Luftwaffe de Göring. Había que pensar
otra forma de doblegar al Imperio británico, de obligarle a firmar una paz que la gran mayoría del Estado Mayor alemán, el OKW, estaba convencido de que no tardaría en llegar –de hecho, durante años Hitler consideró a Inglaterra una nación aliada, pues consideraba que formaban parte de la laureada raza aria y deseaba una alianza en la que los ingleses conservarían su gran imperio marítimo y Alemania avanzaría en su conquista territorial hacia el Este–. Se equivocaban de plano: habían topado con la inflexibilidad del nuevo primer ministro, Winston Churchill, quien juró su cargo el 10 de mayo de 1940 en sustitución de un enfermo Neville Chamberlain cuya política de apaciguamiento había costado muy cara a Europa. En medio de este escenario, se planificaría una de las operaciones más singulares que tendrían al Abwehr, el servicio de Inteligencia del ejército alemán, y a su jefe, el almirante Wilhelm Canaris –gran conocedor
Un avión británico sobrevuela Gibraltar en esta foto de archivo.
y apasionado de nuestro país– como principales artífices. Aunque también a una parte importante de la diplomacia española. GESTANDO UN PLAN SECRETO El primero de los hombres del Führer en ser completamente consciente de que Gibraltar era una plaza clave para poder brindar la victoria a Alemania frente a Inglaterra cuando ya habían caído Bélgica y Francia y así gran parte del frente occidental, fue Alfred Jodl, Jefe del Departamento de Mando y Operaciones en el OKW, el Alto Mando de la Wehrmacht. Precisamente éste sería quien daría el pistoletazo de salida para que los servicios de inteligencia militar comenzaran a gestar la operación, a comienzos del verano de 1940. Fue denominada con el nombre en clave de Félix, y consistiría en una amplia operación de las tres ramas de las fuerzas armadas alemanas que, si-
Alfred Jodl se dio cuenta de que Gibraltar era una plaza clave para brindar la victoria a Alemania frente a Inglaterra guiendo órdenes de Jodl, se basaría en un minucioso estudio y reconocimiento del terreno realizado de forma ultrasecreta por un grupo de espías. Estos debían allanar el terreno para un amplio despliegue tanto logístico como armamentístico, una auténtica invasión de la colonia. Una historia, probablemente apócrifa, cuenta que para bautizar este plan, Jodl recurrió a una anécdota que protagonizó mientras realizaba, con gran habilidad, prácticas en baile de salón, cuando una amiga le espetó que en lugar del rígido nombre de Alfred debería haber sido llamado Félix. Más credibilidad tiene la versión que señala
que Jodl, un apasionado de la historia antigua, se basó en este nombre porque era el distintivo de las antiguas legiones romanas compuestas por soldados hispanos que habían luchado en Germania. Ahora que tenían que desplegar sus fuerzas en la península Ibérica, la antigua Hispania, aquella era la designación que él creía más acertada. Aunque sería comúnmente conocida como “Operación Gibraltar”. Más tarde, Jodl se lo presentaría al mismo Hitler: conquistar el peñón para aislar a Gran Bretaña de sus posesiones orientales – India, África Oriental e incluso Australia–. El plan incluía también la conquista del norte
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Historia contemporánea
El HMS Argonaut en las inmediaciones del Peñón.
de África y el Canal de Suez, ante un eventual fracaso de la “Operación León Marino”, como finalmente sucedería. El día 30 de junio de 1940, Jodl había dado vía libre al plan Félix mediante una nota cursada por la Plana Mayor de Operaciones del Alto Estado Alemán de las Fuerzas Armadas. Apenas diez días después, el Comandante en Jefe del OKW, el general Wilhelm Keitel, encargaba en persona al Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas, el Abwehr, realizar un informe sobre las posibilidades reales de tomar la plaza. Los agentes de Inteligencia realizaron una minuciosa selección para confeccionar la lista de los oficiales que debían trasladarse a España para efectuar, en las cercanías del peñón, los estudios tácticos pertinentes. Uno de los oficiales que mayor peso habría de tener en la operación secreta sería el capitán de la Luftwaffe –fuerza aérea– Rudolf Witzig, quien en mayo de 1940 había protagonizado una de las mayores hazañas tácticas en el frente occidental: con el apoyo de una decena de planeadores y unos ochenta hombres a sus órdenes, este experto paracaidista descendió en pleno corazón de las defensas belgas y sus hombres, que formaban el llamado Granit Gruppe, tomaron la hasta entonces inexpugnable fortaleza de Eben Emael. Aquello le valió ser condecorado por el Führer en persona con la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro. Corría el mes de julio de 1940 cuando el capitán –Hauptmann– Witzig recibía una
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Churchill fue la bestia negra de Hitler y su mayor penitencia en el frente occidental.
Canaris comunicó al jefe del Estado que por el momento su país no estaba interesado en la entrada de España en la guerra comunicación clasificada en la que se le hacía un llamamiento para presentarse en la sede central del Abwehr, que se levantaba en la berlinesa Tirpitz Ufer. Pocos días antes, en junio, Canaris había visitado España con la intención de allanar el camino para un inminente acuerdo entre las autoridades franquistas, con las que mantenía un estrecho contacto –parece que el Almirante, que más tarde sería condenado por traición por los propios nazis, ayudó a financiar el golpe del 36, así como el envío de armamento a los golpistas que ayudaría a su victoria contra la República–.
Ya con el plan Félix como una opción factible, Canaris se reunió con los ministros españoles de Exteriores y del Aire, y poco después fue recibido por el propio Francisco Franco. Era el 1 de julio de 1940. Según el hispanista Paul Preston, Canaris comunicó al jefe del Estado que por el momento su país no estaba interesado en la entrada de España en la guerra, pero le pidió que en caso de que Portugal, históricamente país amigo de Inglaterra, se decantara del lado británico, permitiera el paso de tropas alemanas por la península Ibérica, insinuando que dichas tropas podrían operar en Gibraltar. Al pare-
Canaris era un apasionado de España y solía veranear en nuestras costas.
cer, el dictador español no accedió, aunque sugirió al jefe del espionaje germano que dicha acción podría realizarla el Ejército español –que entonces se hallaba paupérrimo y acusaba los estragos de la reciente Guerra Civil–, si desde Alemania les enviaban aviones y artillería pesada. Lo planteado por Canaris a Franco no tardaría en cambiar. La feroz resistencia británica en la Batalla de Inglaterra hizo tornar la opinión de Hitler y el OKW sobre la posición que la España franquista –que había pasado de forma algo eufemística de país neutral a “país no beligerante”, siguiendo una fórmula italiana–, debía ocupar en la contienda. De hecho, el 2 de agosto, el propio ministro de Asuntos Exteriores alemán, Joachim von Ribbentrop, comunicaría al embajador alemán en Madrid, centro neurálgico de espías, Eberhard von Stohrer, que “lo que queremos ahora es la pronta entrada de España en la guerra”. Y Gibraltar era un elemento clave para ello. El 20 de julio, Canaris regresaba a nuestro país para reconocer el área de Gibraltar, valiéndose de sus contactos con los altos mandos del ejército franquista. Aquí entró en acción el equipo que se había reunido de urgencia en Tirpitz Ufer, entre ellos Rudolf Witzig. Tal y como el jefe del Abwehr les había comunicado en el más absoluto de los secretos, una comitiva partía aquel viernes 20, vestidos con ropas de civil y con documentación hábilmente falsificada por los servicios de Inteligencia, tomando cada uno
La invasión de Inglaterra nunca fue una hipótesis muy verosímil, a pesar de los bombardeos de la Luftwaffe.
Tanto Juan Vigón como Franco advirtieron a sus “colegas” alemanes de la dificultad de un desembarco aéreo en el Peñón de los miembros del equipo por separado –para no despertar sospechas– el tren que, vía París, debía conducirles hasta Hendaya, donde pocos meses después se reunirían los jefes de Estado español y alemán; y de allí debían enlazar con el expreso que conectaba Irún con Madrid. GIBRALTAR, UNA PLAZA FORTIFICADA Canaris había partido unas horas antes hacia la península Ibérica en automóvil, acompañado al volante por Hans Piekenbrock, a la sazón Jefe de la Sección de Espionaje del Abwehr, cuya misión era hacer que los movimientos de los oficiales reconvertidos en espías no despertaran sospechas entre los delegados británicos en España o cualquier agente al servicio de los aliados. En cuanto llegaron a la capital española, se reunieron con Wilhelm Leissner, jefe de la red del Abwehr en España, y concertaron dos importantes entrevistas: la primera con el general de brigada Juan Vigón y el coronel Carlos Martínez Campos, Jefe del Alto Estado Mayor del Ejército y a su vez Jefe de los Servicios de Inteligencia Militar españoles. La segunda reunión, crucial, sería, una vez más, con el dictador Francisco Franco.
El Führer y Jodl en 1944.
Tanto Juan Vigón como el jefe de Estado advirtieron a sus “colegas” alemanes de la dificultad de realizar una operación de desembarco aéreo –como se hizo en Eben Emael–, debido a lo escarpado de la orografía gibraltareña y al impredecible régimen de vientos que azotaba el Peñón. Conocedores del peligro al que estaba expuesta la plaza, puerta del Mediterráneo por Occidente, los británicos, a pesar de
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Batería en Upper Rock (Gibraltar).
La mayoría de la población civil que quedaba en Gibraltar era de origen español, un as en la manga para la Inteligencia alemana los grandes esfuerzos financieros y militares que se estaban desplegando en la islas británicas para combatir la “Operación León Marino”, destinaron un importante contingente de tropas, arsenales, materiales de todo tipo y mano de obra a la colonia con el fin de convertirla en un fortín inexpugnable. Ello, después de que la gran mayoría de los ciudadanos británicos de la plaza fuesen evacuados a diversas colonias como Jamaica y Madeira, y también a Inglaterra, dándose la paradójica situación de que, debido a los fuertes bombardeos que estaba sufriendo Londres, muchos hubieran de ser embarcados de nuevo, rumbo a Tánger o Marruecos, donde se establecerían permanentemente. La mayoría de la población civil que quedaba en aquellos meses en Gibraltar eran trabajadores de origen español, un as en la manga para la Inteligencia alemana, que podía utilizarlos, y de hecho lo hacía, para que filtrasen información vital sobre los trabajos defensivos. Componían, en un alto porcenta-
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je, las plantillas que trabajaban en los diques, el puerto o el mismo arsenal de la base. Puntos clave para una supuesta invasión. Desde mediados de 1940, se enviaron desde Londres a la colonia varias compañías de zapadores de excavación y construcción de los Ingenieros Reales. Contaban con una ventaja: una amplia red de túneles y fortificaciones que se remontaban al siglo XVIII para evitar una invasión enemiga. Estos equipos debían reforzarlos, convirtiendo dichos túneles en cuarteles, oficinas, almacenes, hospitales e incluso talleres. Un espectacular complejo subterráneo, un Gibraltar bajo tierra donde la guarnición pudiera vivir sin problema al menos nueve meses, por lo que se abasteció con víveres y materias primas –junto a un poderoso arsenal– para no depender de la ayuda exterior, pues si los alemanes cerraban el Mediterráneo con sus submarinos y buques de guerra, imposibilitarían la llegada de barcos de abastecimiento desde Inglaterra.
En la superficie, todas las posiciones que podían ser cruciales tácticamente habían incrementado su protección, desde las playas de la cara oeste a los escarpados riscos del frente norte, pasando por las instalaciones militares secretas de su mitad sur, así como el puerto. Además, las zonas restringidas fueron minadas a conciencia, cubiertas de alambradas y otras posiciones fortificadas, especialmente en un punto crucial de la colonia, la franja del antiguo aeródromo que se
Rudolf Witzig, capitán de la Luftwaffe y experto paracaidista.
La Inteligencia alemana en Gibraltar
Hitler y Franco se estrechan la mano efusivamente en Hendaya.
La Inteligencia española parecía estar dispuesta a dar cobertura a la misión extendía entre la falda del monte y el que era conocido como “campo militar español”. Aumentó asimismo el número de tropas de tierra con nuevos batallones y también se blindó la defensa antiaérea. Los alemanes no lo tendrían fácil para llevar a cabo la “Operación Félix”. En septiembre de 1939, las defensas del Peñón estaban constituidas por dos batallones británicos, el Segundo Regimiento Real y el Segundo Regimiento de Infantería, a los que en mayo y julio de 1940, ante la amenaza potencial de una invasión, se unieron otros dos batallones de infantería: el 4º Regimiento de Artillería de Devonshire y el 4º Regimiento de Vigilantes Negros. UNA OPERACIÓN FRUSTRADA Lo más importante para el equipo de alemanes comandados por Canaris fue que, además de compartir valiosa información sobre el objetivo de la invasión, la Inteligencia Militar Española parecía estar dispuesta de dar cobertura a la misión. Al menos esa fue la intención primera. El propio general Vigón y el coronel Ramón Pardo, ayudante
ANTES DE QUE COMENZARA la guerra y de que Canaris viajara hasta las cercanías del Peñón con su equipo de espías, Gibraltar, plaza fuerte de Inglaterra en el Mediterráneo, ya estaba siendo objetivo del Abwehr, que había realizado misiones de reconocimiento previas en la plaza, según recoge Alfonso Escuadra Sánchez, del Instituto de Estudios Campogibraltareños en su exhaustivo estudio “El Informe Witzig”. De hecho, en la primavera de 1938 ya se había puesto en marcha una estación permanente del Servicio Secreto del Ejército alemán en el Campo de Gibraltar, organizada por Wilhelm Leissner y que era conocida como Kriegsorganization Nachrichten Statin Algeciras –KONSt Algeciras–, cuyos agentes se habían ocupado de mantener adecuadamente informado al Alto Mando en Berlín de todo lo que sucedía en las aguas del Estrecho y alrededor de la base británica: número de barcos que circunnavegaban la plaza, operaciones militares si las hubiere etc… Su principal atalaya era el faro de Punta Carnero, aunque en el momento en el que Canaris y sus hombres viajaron en 1940 para comprobar sobre el terreno la viabilidad de la “Operación Félix”, la estación contaba entre su bien elaborada estructura con una serie de pequeñas villas costeras que se situaban entre Algeciras y la Línea y entre la que destacaba “Villa León I”,
de Martínez Campo, acompañarían a la comitiva germana hasta Algeciras, con el fin de facilitarles el trato con el Gobernador Militar del Campo de Gibraltar, el general Agustín Muñoz Grandes. Aquello no fue difícil, pues era conocida la germanofilia de este último, que apenas un año después estaría al frente de la División Azul. También sentía gran simpatía por Alemania el Jefe de los Servicios de la Inteligencia Militar en Algeciras, el teniente coronel Eleuterio Sánchez-Rubio Dávila, con quien también se reunirían.
donde se hallaban los equipos de transmisión que enlazaban con la central del Abwehr en la capital de España; estación controlada por Albert Garbe, alias “César”, agente de Inteligencia que se hacía pasar por agente consular, quien disponía de un importante número de contactos en España, que incluían a oficiales del Ejército franquista, guardias civiles, carabineros y obreros que trabajaban en la base en nómina de los británicos, y que recibían generosas recompensas por sus valiosas informaciones. Gibraltar, pues, era objeto de la vigilancia alemana desde que Adolf Hitler comenzó a gestar sus sueños de conquista y una inminente guerra en Europa comenzaba a tomar forma.
Witzig y el resto de oficiales fueron alojados en el Hotel Reina Cristina, desde cuyas ventanas disponían de una espléndida vista del puerto y de la cara oeste del Peñón. Más tarde acudirían a la conocida como La Línea de la Concepción, realizando observaciones más precisas a tan sólo unos metros de territorio británico –ver recuadro–. Tras observar la orografía, los vientos y lo fuertemente armada que estaba la plaza, Witzig comenzó a pensar que era prácticamente imposible realizar un desembarco aerotransportado en la plaza. El Peñón era muy diferente a Eben
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Walter von Reichenau, mariscal de campo.
Una directiva secreta EL 12 DE NOVIEMBRE de 1940, Hitler ordenaba el inicio definitivo de los preparativos de la Operación Félix que Jodl había gestado con la ayuda de Canaris y sus informantes. Consistía en la llamada Directiva nº 18 que establecía las “medidas políticas para inducir la pronta entrada de España en la guerra” y “el objetivo de la intervención alemana en la Península Ibérica (llamada Félix) era expulsar a los ingleses del Mediterráneo Occidental”. En el documento clasificado también se hacía mención a una hipotética invasión de Portugal y la ocupación de las islas Azores y Madeira. En el mismo se detallaba también cómo se llevaría a cabo finalmente la invasión de Gibraltar, misión que tendría como máximo comandante al Mariscal de Campo Walther von Reichenau: dos gruesos cuerpos militares atravesarían España cruzando los Pirineos. El primero de ellos, comandado por el general Ludwig Kübler, atravesaría la Península asaltando finalmente la plaza por sorpresa mientras que el segundo, al frente del general Rudolf Schmidt, tendría como misión asegurar los flancos para facilitar el ataque, a la vez que un caza y dos bombarderos en picado brindaban apoyo aéreo.
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Emael y descartaba una acción paracaidista exitosa. Entre el 25 y el 26 de julio, una serie de explosiones en torno a la una y media de la madrugada despertó de un sobresalto al equipo. Se trataba de la aviación italiana, que bombardeaba en ese momento Gibraltar, una acción que fracasó y que sirvió a los alemanes para calibrar el poder de las baterías antiaéreas británicas. Un desembarco aéreo no contaría ni con el elemento sorpresa ni con el terreno propicio para realizarlo. El día 1 de agosto ya habían regresado a Berlín y cada miembro de la comitiva realizó un informe. El día 2 Canaris entregaba al Alto Estado Mayor el llamado “Informe Mikosch-Canaris”, según el cual no se contemplaba la ejecución de una operación aerotransportada en Gibraltar por la Luftwaffe. El informe serviría al departamento comandado por Alfred Jodl para dar forma definitiva al dossier “Unternehmen Felix”. La resistencia británica durante la Blitz había hecho variar la opinión de Hitler y del OKW sobre la posición de España en la contienda y ese mismo 2 de agosto el Ministro de Exteriores, Von Ribbentrop, comunicó a Von Stohrer, embajador alemán en Madrid, que “lo que queremos ahora es la pronta entrada de España en la guerra”. En septiembre, el propio Jodl transmitiría al Ministro de Asuntos Exteriores español, Serrano Súñer, el informe sobre “Félix” durante su visita oficial al Berhof para reunirse con Hitler. Según contaría el “Cuñadísimo” en su controvertido libro Entre Hendaya y Gibraltar, consistiría en “una acción que iba
a estar básicamente a cargo de un contingente terrestre que, tras un importante bombardeo de precisión, tomaría al asalto la Plaza apoyado por el fuego de un colosal despliegue artillero”. GUERRA DE CORTA DURACIÓN Sin embargo, ni entonces ni apenas un mes después en Hendaya, cuando se reunió el Führer con Franco, se llegó a un acuerdo definitivo. Según confesaría él mismo, Hitler necesitaba de un importante apoyo de las autoridades españolas para tomar Gibraltar con éxito, pero nuestro país se hallaba en la encrucijada: aunque muchos de los miembros del Estado Mayor, entre ellos Súñer, eran partidarios de entrar en la contienda del lado del Eje –intencionalidad que el mismo Franco había señalado en varias ocasiones– , la situación interna del país sólo le permitía entrar en guerra si se garantizaba la inminente claudicación de Gran Bretaña. El propio Von Stohrer redactaría un informe secreto en el que señalaba su pesimismo sobre la capacidad militar y económica de nuestro país: “Sin ayuda extranjera, España sólo podría sufragar una guerra de corta duración”. El propio gobierno franquista solicitaba para entrar en la contienda lo siguiente: 400.000 toneladas de gasolina; 600 o 700.000 de trigo –puesto que hasta el momento dependían de la llegada de barcos de abastecimiento desde Inglaterra, hallándose en una verdadera encrucijada estratégica–; 200.000 toneladas de carbón; 100.000 de combustible diesel; 200.000 de petróleo y
El ministro de Exteriores español Serrano Suñer simpatizaba con el régimen nazi.
Von Ribbentrop comunicó al embajador que “lo que queremos ahora es la pronta entrada de España en la guerra”
Monumento conmemorativo que recuerda la evacuación de la población gibraltareña en el curso de la guerra.
una gran cantidad de materias primas, entre ellas caucho, algodón, cáñamo, yute… Para más inri, Franco comunicó al embajador alemán que para entrar definitivamente en la guerra era necesario que Hitler satisficiera las aspiraciones españolas en África, y facilitase todo el material solicitado teniendo en cuenta el evidente bloqueo naval británico que un hecho tan trascendental provocaría. Aquello entraba en conflicto con las relaciones de Hitler con Francia, a quien pretendía tener como aliada ante una eventual derrota de los británicos, y principalmente con la Italia de Mussolini. AGUA DE BORRAJAS Aunque todavía el 12 de noviembre el propio líder alemán ordenó el inició de los preparativos de la Operación Félix, todo quedó “en agua de borrajas”. El 19 de noviembre volvía a reunirse Serrano Súñer con Hitler en Berchtesgaden, y el Führer comunicó sin ambages al germanófilo Ministro de Exteriores español que debían “cerrar el Mediterráneo” a los británicos tomando Suez y Gibraltar, para lo que era imprescindible que nuestro país entrara en la guerra y permitiese el paso de tropas de la Wehrmacht para una incursión feroz contra el Peñón. Pero tampoco entonces se llegó a acuerdo alguno.
Desoyendo a su Estado Mayor, el Führer abría un segundo frente e iniciaba el camino de la derrota de su Reich “milenario” Un nuevo intento volvió a reunir a Canaris con Franco el 7 de diciembre de 1940, donde el jefe del Abwehr transmitió al Generalísimo la petición de Hitler de que el 10 de enero diera la orden para permitir el paso por la Península de las divisiones alemanas que atacarían sin demora Gibraltar, prometiéndole la entrega después, en un tira y afloja que ya sonaba a sorna, lo que las autoridades españolas había solicitado. Franco, una vez más, dio largas, señalando que le era imposible cumplir con el plazo fijado desde Berlín, ya que, debido a la crisis alimentaria que sufría el país, en aquellos momentos dependían de la llegada de los envíos de trigo que enviaba Londres a cambio de que el país se mantuviese neutral, incidiendo en que, además, la captura de la plaza británica podría provocar la pérdida de las valiosas islas Canarias a manos de los ingleses. En Madrid se libraba entonces el pulso decisivo que habría de inclinar la balanza de la Segunda Guerra Mundial, y
Canaris envió un informe a su jefe apuntando que Franco le había comunicado que “España podía entrar en guerra solamente en el momento en que Inglaterra estuviera al borde del colapso”, según recoge Paul Preston en Franco, Caudillo de España. Hitler, que ya estaba preparando la “Operación Barbarroja”, la ambiciosa invasión de la Unión Soviética –que comenzaría el 22 de junio de 1941– y que soñaba desde los años en que compuso Mein Kampf, cuando Inglaterra aún no había claudicado, decidió suspender la “Operación Félix”, no sin dejar reflejado en una carta a Benito Mussolini la opinión que le merecía la actitud del jefe del Estado español: “Me temo que Franco está cometiendo el mayor error de su vida”. Con los ejércitos de la Wehrmacht avanzando hacia el Este, el Führer, desoyendo a su Estado Mayor, abría un segundo frente e iniciaba el camino de la derrota de su Reich “milenario”. En Gibraltar, quién sabe, pudo haber dejado la llave de la victoria.
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Los 10 mandamientos
Federico García Lorca
Un arañazo en el corazón de España FEDERICO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS GARCÍA LORCA. A un poeta
cuyos versos iban a estar cosidos de música había que bautizarle con un nombre con cierta cadencia, así, largo y andaluz, con su Sagrado Corazón de Jesús de por medio. Aunque, ya saben, a nosotros nos sirve con Federico García Lorca. O Lorca, a secas.
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En la vega “granaína”, en el pueblo de Fuente Vaqueros, le vino el llanto por primera vez al mayor mito de la literatura española del siglo XX, ese llanto tan lorquiano que se haría inmortal en su elegía a su amigo el torero Ignacio Sánchez Mejías, en uno de sus poemas más conocidos. También, por supuesto, en aquel otro en que lagarto y lagarta no podían parar de
llorar porque “han perdido sin querer / su anillo de desposados”. Pero no nos pongamos pesarosos con tanto llorar, que la biografía de Lorca es también un mar de risas y unas cuantas olas de ternura... Hijo de una pareja de posición acomodada, desde muy niño dio muestras de que iba a crecer bien enraizado a lo
El que quiere arañar la luna se araña el corazón. No soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja, sino un pulso herido que presiente el más allá. Un muerto en España está más vivo como muerto que en ningún sitio del mundo. El teatro es la poesía que se sale del libro para hacerse humana. Los pueblos son libros. Las ciudades, periódicos mentirosos. Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo. La creación poética es un misterio indescifrable, como el misterio del nacimiento del hombre. Se oyen voces, no se sabe de dónde, y es inútil preocuparse de dónde vienen. Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir. En la bandera de la Libertad bordé el amor más grande de mi vida. El más terrible de los sentimientos es el de tener la esperanza perdida.
popular. Los títeres, la música, las canciones populares, lo folclórico, se habían colado en su alma y ya no se despegarían de ella. Después de comenzar a estudiar en Granada, pronto volará con sus alas curiosas y carismáticas a Madrid. Y allí, a partir de 1918 entrará en contacto, en la celebérrima Residencia de Estudiantes, con los que serán los más grandes artistas de la generación del 27. Todos ellos marcarán su vida artística y personal para siempre. Pero sobre todo Salvador Dalí y Luis Buñuel, a quienes unirá una amistad tan pasional que acabará resquebrajada de intensidad. En 1929 partirá a Nueva York, en un viaje que será trascendental para la literatura española del siglo XX, ya que de su experiencia allí nacerá uno de sus poemarios cumbres, por atrevido y revolucio-
nario, Poeta en Nueva York. De regreso a España, ya dentro de los márgenes de la Segunda República, que había comenzado en 1931, se convirtió en codirector de la compañía de teatro itinerante La Barraca, que llevaba el teatro a aquellas zonas
de la geografía española que no tenían habitualmente acceso a él. Comenzada la Guerra Civil, el odio de ciertos sectores de la Granada más reaccionaria hacia su perfil libre y republicano contribuyeron a su detención en el mes de agosto de 1936. A los pocos días fue fusilado y enterrado en una fosa común. La figura de Lorca se ha erigido en la más internacional en la literatura española contemporánea. Romancero gitano, Poeta en Nueva York, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías o Diván del Tamarit contienen algunos de los versos más conocidos y citados de nuestras letras. No menos importante es su faceta teatral: Bodas de sangre, Yerma o La casa de Bernarda Alba se representan hoy con éxito y admiración en todo el planeta.
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A contracorriente Versos sueltos, ovejas negras, perros verdes. La historia se ha escrito en ocasiones en los márgenes de la página por hombres y mujeres fuera de lo común, incapaces de someterse a lo que el destino les había deparado. Este mes os presentamos una galería de reyes, descubridores, artistas o sabios que hicieron de la excentricidad su emblema. Son los raros de la historia de España... ALBERTO DE FRUTOS Y JAVIER MARTÍN
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Dossier gráfico
Juana la Loca Llevar sobre las espaldas el título de “loca”, marca la biografía de cualquiera. Así que la buena de Juana, hija de los Reyes Católicos, ha pasado a la historia como la figura demente de la monarquía española por excelencia. El Romanticismo hizo de ella un personaje enloquecido por amor, cuyo comportamiento estrambótico había sido causado, primero, por los celos hacia su marido Felipe el Hermoso, después, por el dolor causado por la muerte de este. Tras fallecer Felipe, las crónicas relatan que acompañaba el féretro de su marido con un cortejo durante la noche, y hablaba con él como si estuviera vivo. No pocos historiadores coinciden en señalar que realmente padecía esquizofrenia.
Carlos II
Enrique IV de Castilla Hermanastro de Isabel la Católica, atacado furibundamente por su supuesta impotencia, lo cierto es que toda su biografía fue manipulada por buena parte de la nobleza castellana con el objeto de que fuese Isabel quien heredara su trono y no la hija de Enrique, Juana La Beltraneja, de quien se llegó a dudar que fuera de este. El monarca puso especial ahínco en autoafirmar su virilidad y su capacidad reproductiva. En palabras de Gregorio Marañón, su comportamiento inestable y su incierta sexualidad pudieron deberse a ciertas tendencias esquizoides.
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No puede faltar en un catálogo de extravagantes aquel a quien la historia ha perpetuado como “el hechizado”. Las anécdotas de los cronistas son innumerables. Tales eran sus rarezas y enfermedades que se le creía embrujado, e incluso fue sometido a varios exorcismos. La endogamia hizo del último de los Austrias un bicho raro que llegó a tener 14 amas de cría y fue amamantado al menos hasta los cuatro años. Probablemente sufrió el síndrome de Klinefelter, caracterizado por infertilidad, trastornos de conducta y ciertas deficiencias físicas. Sufría ataques de cólera brutales y constantes y nunca llegó a escribir con corrección. Quizá, más que extravagante, fue un rey enfermo. Por muchas pócimas, exorcismos e intentos, Carlos II fue el último de la dinastía de los Habsburgo. No tuvo descendencia.
Felipe V Quien fuera el monarca que más tiempo ha permanecido en el trono español –45 años– y el primero de la dinastía de los Borbones no se libra tampoco de aparecer en la particular lista de locuras regias. Según el reconocido hispanista Henry Kamen, sufría un trastorno bipolar que ya desde su juventud le llevaba a pasar sin solución de continuidad de la más absoluta tristeza a episodios de euforia incontenible. El catálogo de extravagancias es amplísimo, desde no poder andar por negarse a cortarse las uñas de los pies a pensar que su ropa desprendía una luz mágica o, incluso, creerse una rana.
Alfonso XIII He aquí un rey que, si bien en materia política fue polémico y conservador, sostén fundamental de la dictadura de Primo de Rivera y defensor de la causa sublevada al comienzo de la Guerra Civil, en su vida personal se mostró de lo más liberal. Amante del deporte, lo fue también del erotismo e incluso de la pornografía. No en vano, durante la década de los años 20, se convirtió en el principal productor de España de cine pornográfico, siendo impulsor de un buen número de cortometrajes de este género.
Fernando VI Cuarto hijo de Felipe V, su madre, María Luisa de Saboya, murió cuando apenas tenía cinco meses. Tímido, contemplativo y hasta cierto punto hipocondríaco, pasó la mayor parte de su juventud aislado a instancias de su madrastra, la intrigante Isabel de Farnesio. Su matrimonio con Bárbara de Braganza fue el punto central de su vida, y su reinado estuvo marcado por la prudencia y la búsqueda de la paz. Sin embargo, en 1758, tras la muerte de su esposa, la depresión asuela a Fernando y la salud le empieza a fallar. El rey se retira de la vida pública, se aísla en el castillo de Villaviciosa de Odón, y su carácter se vuelve violento y solitario, la estabilidad lo abandona y llega incluso a intentar suicidarse. Apenas un año después de fallecer Bárbara, en 1759, Fernando VI muere. La pena fue su mayor enfermedad.
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Almanzor Caudillo del califato de Córdoba, chambelán de Hisham II, Almanzor el Victorioso encabezó hasta 56 campañas militares sin conocer jamás la derrota. Arrasó Salamanca, Barcelona, León, Zamora… y, en el verano del año 997, destruyó Santiago de Compostela. Solo la tumba del Apóstol se salvó de su ira; y cuenta la leyenda que los prisioneros cristianos fueron obligados a cargar con las campanas de la catedral, que se emplearon para las lámparas de aceite y las puertas de la mezquita de Córdoba. Volverían, dos siglos y medio más tarde, a su sede natural gracias a la audacia de Fernando III el Santo. Repetimos: cuenta la leyenda…
Aventureros…
Dossier gráfico
Lope de Aguirre Hijo de Oñate (Guipúzcoa), a los 20 años embarcó a las Indias en busca de fortuna. Entre el 26 de septiembre de 1560 y el 26 de octubre de 1561, sus delirios lo llevaron a matar a decenas de hombres, ya fueran aliados o enemigos, para penetrar en las simas del corazón de las tinieblas. Tras liquidar al gobernador de Felipe II, escribió una carta a este y la firmó como “traidor”. Su intención de declarar en Perú un reino independiente del peninsular hizo que la Corona pusiera precio a su cabeza, pero nada lo detuvo. Al verse acorralado, mató a su propia hija con estas palabras: “Mejor morir ahora como hija de rey que después como hija de traidor y como puta de todos”. No, no fue un excéntrico. Fue un psicópata en toda regla.
Catalina de Erauso Pedro de Orive, Francisco de Loyola, Alonso Díaz, Ramírez de Guzmán, Antonio de Erauso… Fueron algunos de los pseudónimos con que Catalina de Erauso, la monja alférez, se vistió a lo largo de su trayectoria vital.Tenía quince años cuando escapó de un convento y, disfrazada de hombre, se lanzó en pos de aventuras en aquella España del Siglo de Oro donde
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tantos sentían the call of the wild, la llamada de las Indias. En América, se hizo un nombre como soldado aguerrido y explorador, transgredió todas las normas, guerreó contra unos y otros, mató a su hermano, fue condenada dos veces a muerte y pasó penas sin fin hasta que confesó a un obispo su verdadera identidad. En la Península fue recibida como toda una “estrella”, pero los “focos” le cansaron pronto y otra vez zarpó al Nuevo Mundo, donde pasó los últimos años de su vida.
El bufón Diego de Acedo, el Primo Un homenaje a todos los bufones y enanos de la corte española, a través de este personaje, Diego de Acedo, el Primo, inmortalizado por el pincel de Velázquez en 1644. Fue funcionario en la Secretaría de Cámara y Estampa –puesto mejor pagado que el de un simple bufón– y responsable de la estampilla con la rúbrica del rey. Mujeriego y presumido, se vio envuelto en un crimen pasional, cuando el celoso aposentador de palacio mató a su esposa por las relaciones que mantenía con Acedo. En otra ocasión, el arcabuzazo de un soldado lo hirió en la cara mientras abanicaba al conde-duque de Olivares a su paso por Molina de Aragón. En el momento en que Velázquez le retrató, se estaba quedando calvo y se tocaba ya con un coqueto sombrero: solo un año después, un peluquero de Zaragoza le confeccionó una peluca por 40 reales...
Voladores… Abbás Ibn Firnás El empeño del hombre por conquistar los cielos ha alumbrado Ícaros de toda laya. Mucho antes de que los hermanos Montgolfier inventaran el globo aerostático, este cordobés del siglo IX se pertrechó con unas alas de madera recubiertas de seda, y, sin pensárselo dos veces, saltó desde una torre sobre un valle. Permaneció en el aire apenas unos segundos y pagó su audacia rompiéndose las piernas. No era la primera vez que le salía mal la temeridad, pero ya se sabe que la heurística está llena de ensayos, errores... y huesos rotos. Todo un pionero al que hoy se atribuye la invención del paracaídas (ilustración: MUNCYT, Eulogia Merle).
Diego Marín Aguilera
El doctor Velasco Buena parte de la colección del Museo Nacional de Antropología –entre ellas el famoso gigante extremeño– la fraguó un hombre, el doctor Pedro González Velasco, quien vivió en la que hoy es la sede de la institución. Si ahora salta a las páginas de este reportaje, es por su hija Conchita, que falleció a los quince años de edad a consecuencia del tifus. El doctor se consideró responsable en parte de su deceso y su fantasma le persiguió toda la vida. La momificó y, durante mucho tiempo, convivió con su cadáver embalsamado y vestido con traje de novia.
Burgalés, de un pequeño pueblo llamado Coruña del Conde, este otro pionero de la aeronáutica, amante de la Naturaleza, siguió los pasos de Ibn Firnás, y se hizo un traje a su medida, hecho de plumas de águilas y buitres, unas articulaciones de hierro y estribos para calzar los pies. Su máquina-pájaro le llevó seis años de intenso trabajo, hasta que una noche, la del 15 de mayo de 1793, acompañado por un tipo quijotesco que se apellidaba Barbero, puso rumbo a Burgo de Osma y a sus sueños. Logró volar algo más de 400 varas castellanas o, lo que es lo mismo, unos 360 metros. Es decir, no llegó muy lejos, pero por un fallo técnico: se le rompió uno de los pernos que movían las alas. Nadie es perfecto (ilustración: MUNCYT, Eulogia Merle).
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Ramón Gómez de la Serna Para Ramón “los tornillos son clavos peinados con la raya al medio”. Muy libre o falto de alguno de esos tornillos debía de ser el que es uno de los escritores más originales del siglo XX español. Nacido en 1898, todo él, su vida y su obra, se sale de lo común, juega con las palabras y rompe con las convenciones, una ruptura que queda simbolizada como en ningún sitio en su estrambótico despacho, repleto de objetos a cual más inverosímil, donde recopilaba piezas sin relación alguna entre sí, adquiridas en el Rastro o en mercadillos de cualquier parte del mundo, auténticas greguerías entre las que creaba sus obras inmortales.
Ramón María del Valle-Inclán Un tipo que pierde un brazo de un bastonazo en una trifulca de café, fascinado por la bohemia sin incurrir en la bohemia, anhelante de la gloria literaria, creador del esperpento y dandi a tiempo parcial, dinamitero de estrenos teatrales, sobre todo si eran de su enemigo, el Nobel José Echegaray, un tipo así, un tipo como Ramón María del Valle-Inclán, nacido en Villanueva de Arosa en 1866, no podía faltar en este catálogo de excentricidades. Tradicionalista (y anarquista), hiperbólico y falsario, admiraba a Mussolini y los valores cristianos de la Francia que luchó por su supervivencia en la Primera Guerra Mundial. Un reciente libro de Manuel Alberca, La espada y la palabra. Vida de Valle-Inclán (Tusquets, 2015), despeja dudas, fija y da esplendor al genio.
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Dossier gráfico
El Greco Circula una anécdota sobre El Greco que, por sí sola, justificaría la comparecencia del genio en estas páginas. La narra Giulio Manzini en sus Considerazioni sulla Pinttura (siglo XVII). Dice el médico y apasionado de la pintura que Doménikos Theotokópoulos, que a la sazón residía y trabajaba en Roma, propuso a Pío V no ya cubrir decorosamente las figuras de la Capilla Sixtina, según el encargo papal, sino eliminar la obra del maestro y rehacerla él desde el principio, lo que desencadenó la furia de los pintores de la Ciudad Eterna, la apresurada salida del cretense y su posterior desembarco en España. Independiente y altivo, seguro de su genio, El Greco se instaló en Toledo y materializó en sus obras el complejo espíritu de la Contrarreforma. Sostenía Georges Louis Leclerc, conde de Buffon, que “el estilo es el hombre”, y entonces este hombre, El Greco, fue guiado a lo largo de su vida por un espíritu manierista, ahusado, que presagia el expresionismo, siempre desproporcionado y telúrico.
Francisco de Goya El aguafuerte El sueño de la razón produce monstruos resume a las claras las intenciones de los Caprichos de Goya, una serie de ochenta grabados que ponen en solfa a la sociedad de su tiempo. El genio de Fuendetodos (Zaragoza) fue el testigo más leal de su época y de sí mismo. Su carácter presenta dos períodos diferenciados, antes y después de 1792. Fue entonces, a los 46 años de edad, cuando una enfermedad lo postró en Cádiz, y de resultas de la cual quedó sordo. De la inconsciente alegría de su primera producción, pasó, también al compás de una España en franco desguace, a los citados Caprichos y las Pinturas negras, catorce murales, entre ellos los titulados Saturno devorando a su hijo y Duelo a garrotazos, que se conservan en el Museo del Prado. Varias hipótesis se han manejado a lo largo de la Historia para explicar el origen de su enfermedad: crisis psicótica de tipo esquizofrénica, sífilis tratada con el temible “ungüento amarillo”, malaria, encefalitis, esclerosis múltiple, o, más probablemente, saturnismo, es decir, envenenamiento por el plomo de sus pinturas, un mal que también pudo aquejar a Van Gogh. El escritor francés André Malraux dijo que “la enfermedad de Goya significó la muerte de uno de los más encantadores pintores del siglo XVIII y el nacimiento de un artista que va a reflejar la angustia común de los hombres, la humillación, la pesadilla, la violencia y la prisión”.
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Antoni Gaudí Se han dicho muchas cosas sobre Gaudí que no se ajustan a la verdad o, en ocasiones, son indemostrables. Que era cabalista y adicto a los alucinógenos. Que fue miembro de la masonería. O que levantó el Palau Güell sobre unos terrenos malditos. Lo que está fuera de toda duda es que este arquitecto, máximo representante del modernismo, fue un hombre de trato difícil, intransigente en ocasiones, cuya trayectoria vital evolucionó hacia un ascetismo cada vez más hondo. Que no era fácil de complacer se confirma por las desavenencias que mantuvo con sus empleadores, así con el cabildo de Astorga, lo que paralizó varios años las obras del Palacio Episcopal de esa ciudad. Inconformista y a veces retraído, era, no obstante, buen conversador. Desconfiaba de los libros, pero no de la experiencia de su mirada, y podía pasarse horas mirando un objeto, hasta desnudarle el alma. En cierta ocasión, siendo niño, corrigió a un profesor que explicaba en clase que las aves tenían alas para volar. “Las gallinas de mi casa –le soltó– no pueden volar y sólo utilizan las alas para correr más deprisa”.
Salvador Dalí “A los seis años quería ser cocinero. A los siete quería ser Napoleón. Mi ambición no ha hecho más que crecer; ahora sólo quiero ser Salvador Dalí”. Precursor del surrealismo, el personaje de Salvador Dalí acabó engullendo a la persona. De niño sus padres lo convencieron de que era la reencarnación de su hermano muerto. En 1922, ingresó en la Residencia de Estudiantes de Madrid, y empezó la revolución. Su característico bigote, cuyas puntas fijaba con miel de dátiles para atraer a las moscas limpias, fue la punta de lanza de una figura tan sugerente como provocativa. Avida Dollars, como lo bautizó André Breton, Dalí sabía hacer caja hasta respirando, cuando más pintando. Tenía fobia a los saltamontes y a los niños, se despidió de su padre muerto con jazmines en la cabeza y saludó a su auditorio de La Sorbona desde un Rolls Royce lleno de coliflores. Murió escuchando a Wagner. Sus últimas palabras en el foro público fueron: “Los genios no tienen derecho a morir, porque hacen falta para el progreso de la Humanidad. Viva el Rey, viva España, viva Cataluña” (foto: Library of Congress Prints and Photographs Division Washington, D.C. 20540 USA).
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Lo que podía haber sido… y lo que es: nada
La Torre de Pisa española Podía haber sido una de las joyas del turismo que nada tendría que envidiar a grandes torres inclinadas, como la de Pisa. Sin embargo, en una decisión que todavía no puede explicarse se decidió su demolición. La grúa acabó con los casi cien metros que durante siglos marcaron el ritmo de la ciudad. Hoy es un recuerdo… del que sólo quedan algunas espectaculares fotografías.
Donde estaba la Torre Nueva de Zaragoza, una estatua en bronce recuerda hoy su presencia (foto: Javier García Blanco).
BRUNO CARDEÑOSA
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urante cientos de años fue el edificio que marcaba el ritmo de la ciudad. Sin embargo, un día, por razones todavía desconocidas, desconocidas o más bien incomprensibles, las autoridades, escudándose en la inclinación del edificio, decidieron derruir lo que hasta entonces era el símbolo y señal de Zaragoza. El “turricidio”, como se calificó a aquel auténtico crimen contra el patrimonio, quedó en el recuerdo de una ciudad que vio cómo empezó el siglo XIX transformada de una de las más importantes del país – quizá la segunda, quizá la tercera– a quedar reducida a un recuerdo de lo que fue. EL MIRADOR DE LOS SITIOS La Guerra de la Independencia supuso un varapalo para la urbe. El episodio de los Sitios, mientras se convertía en una leyenda en todo el continente, acabó con tres cuartas partes, o más, de los habitantes de la ciudad. El general Palafox encerró a todos los habitantes en su interior para resistir contra los franceses. La resistencia fue feroz y enconada, pero a la vez mostró imágenes que, de existir cámaras fotográficas, que afortunadamente aún no existían para mostrar tanto horror, hubieran inmortalizado a aquellas decenas de miles de personas hambrientas, enfermas y heridas luchando contra un invasor que contaba con las más terribles armas de guerra. Cuentan las leyendas que, cuando los franceses entraron en la ciudad, se en-
Se hicieron numerosos grabados que representaban la espectacularidad del edificio.
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Proyectos para erigirla de nuevo DESDE QUE SE DECIDIÓ demoler la torre hace más de un siglo, los zaragozanos han intentado, en vano, intentar que vuelva a convertirse en referencia de la ciudad. La idea de recuperar su memoria fue especialmente fuerte en 2008, con la Exposición Internacional que hizo de la urbe una gran capital europea. Y, en cierto modo, la Torre del Agua, con sus 70 metros de altura, consiguió convertirse en un símbolo. Su espectacular imagen, sin embargo, no ha conseguido hacer olvidar lo que en su momento fue la Torre de Pisa española. Otra de las tentativas más importantes fue en 2005, con motivo del quinto centenario de su construcción. El éxito fue igualmente nulo, aunque hoy la torre se recuerda con un dibujo inmenso en las proximidades y la estatua de un hombre mirando a las alturas junto a un dibujo de lo que fueron sus cimientos. En un museo próximo, inaugurado hace tres décadas, pueden verse documentos e imágenes de lo que fue el edificio. Ahora, su posible reconstrucción se ha topado con la ley de Patrimonio Histórico, que impide este tipo de obras, que sí fueron posibles, sin embargo, con el Campanille de la Plaza de San Marcos en Venecia (Italia) o la ciudad de Dresde en Alemania.
contraron una oposición inusitada. La Torre Nueva, con sus más de ochenta metros de altura, era por entonces el edificio más alto de la ciudad. Desde sus alturas se controlaron a las tropas francesas y se sabía perfectamente cuáles eran sus movimientos y lo que estaban haciendo los invasores. 1504: por orden de Fernando el Católico Fue uno de los muchos servicios que brindó a la ciudad desde que su construcción fuera aceptada y autorizada por el rey Fernando el Católico el 22 de agosto de 1504. Tras estampar su firma, se comenzó la construcción del edificio, cuyo reloj iba a ser, y fue, el regulador de la vida en la ciudad. Tenía casi 15 metros de diámetro y base octogonal. Desde poco después de su construcción quedaron de manifiesto algunos de sus problemas de verticalidad, ya que a apenas
La Torre del Agua, construída en Zaragoza para la Exposición Internacional de 2008.
El 22 de agosto de 1504 Fernando el Católico estampó su firma y comenzó la construcción del edificio tres metros del suelo la torre comenzaba a inclinarse, si bien en la parte superior volvía a recuperar la estabilidad. Fueron 15 meses de trabajo iniciados por el arquitecto Gabriel Gombao, que lo edificó según el estilo mudéjar, tan ilustrativo para la ciudad y que por entonces estaba muy en boga entre los constructores locales. En 1846, la torre era un símbolo de la ciudad, y las primeras fotografías y grabados mostraban ya su efigie. Todo el mundo miraba a aquella enormidad, aún mayor gracias al campanario que se colocó después para
rematarlo y que situó la altura a cien metros del suelo. Coronaba la ciudad en una época en la que ni siquiera el edificio del Pilar, con sus cuatro torres, había sido concluido. CAMINO DEL “TURRICIDIO” Pero en esas fechas, dicen los escritos, hubo una época de hielo y frío, las habituales tormentas en la capital del Ebro, y el edificio sufrió los efectos. Se produjeron desprendimientos de ladrillos que, según los vecinos de la zona, entonces la céntrica Plaza San Felipe, eran peligrosos para ellos y
Gran parte del casco antiguo de la ciudad se edificó con ladrillos sacados de los cimientos de laTorre Nueva, derruida en 1892 por una incomprensible decisión.
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2,57 metros de inclinación
RIESGO CERO GRACIAS A LA UNIVERSIDAD de Zaragoza se han conocido los documentos que certifican que jamás existió riesgo de caída, pese a su inclinación, de 2,57 metros. Ya en 1741, el arquitecto local Bernardo Lana efectuó un estudio de la torre y llegó a la conclusión de que no había riesgo alguno de caída. Concluyó que la inclinación se debía a las prisas que se habían tenido a la hora de empezar a construirse la Torre Nueva por orden de Fernando el Católico. Esos documentos de Lana estaban perdidos en un archivo personal, pero son enormemente clarificadores. Sin embargo, a partir de los desprendimientos a mediados del siglo XIX volvió a revisarse el documento y se efectuaron otros nuevos, en los cuales quedó siempre de manifiesto que no existía riesgo alguno. Entonces, ¿por qué se derrumbó la torre? Aún quedan preguntas por responder.
Este impresionante mural se encuentra hoy en la Plaza San Felipe. (foto: Javier García Blanco).
La destrucción de la Torre Nueva se llevó a cabo en 1892. La ciudad perdió el que fue su símbolo durante varios siglos los viandantes. Además, la escalera interior sufrió también parte de los efectos y quedó severamente dañada. Esas peticiones de auxilio se transformaron en peticiones de derribo. Poco tiempo después, un arquitecto de la ciudad, José de Yarza y Miñana, lideró una campaña de refuerzo del edificio, tanto por dentro como por fuera. Y aunque parecía haber recuperado su estabilidad, lo cierto es que volvieron a escucharse las voces que pedían su derribo. Numerosos intelectuales iniciaron una campaña para evitar la “masacre”. Al frente de ellos se colocaron los hermanos Gascón de Gotor, que forjaron toda una corriente social para impedir el “turricidio”. Varios miles de habitantes firmaron un manifiesto que pedía la paralización de semejante locura, pero el intento fue en vano… Aún hay quienes piensan que la presión que ejercían los comercios de la zona, afectados por la alargada sombra del edificio, tuvieron mucho que ver en la presión en el derribo de la torre, que fue aprobado por el Boletín Oficial el 16 de julio de 1892.
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El Ayuntamiento no hizo el más mínimo caso a la presión social. Durante sus últimos días, el edificio fue visitado por miles de personas, que incluso se subieron a las cotas superiores para contemplar el espectáculo que brindaba. Fue como la despedida de los habitantes a uno de los principales iconos de la ciudad. El derribo duró un año. Los ladrillos se vendieron para las casas de las calles próximas. Muchas de esas nuevas construcciones tienen ahora en sus cimientos partes de la torre. Dicen que es la mejor demostración de que, pese a su inclinación, estaba en perfectas condiciones. Más bien eran su altura e inclinación las que hacían del edificio un auténtico símbolo. Seguramente, como consecuencia de ese recuerdo, dicen que un fantasma recorre el lugar mostrando su dolor. Nadie lo ha visto. Ni lo verá, porque el auténtico fantasma es la locura que llevó a la destrucción del edificio. Eso sí que fue una auténtica demostración de que los hervores no regían bien la cabeza de quienes decidieron la demolición.
Aquí hay historia
Cuando un trabajo era un castigo
La pena de minas en
Almadén
Hubo un tiempo el que el trabajo en las minas, sobre todo las de mercurio, era un castigo tan penoso que incluso se consideraba peor que la propia pena de muerte. Este fue el caso de Almadén (Ciudad Real), un auténtico infierno en el corazón de la tierra… FERNANDO BALLANO
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esde el siglo III a.C., en la época de los romanos, ya se hablaba de unas minas donde se extraía el bermellón, como se denominaba entonces al mineral de cinabrio (sulfuro de mercurio). El mercurio, producto de ese mineral, se calificaba entonces como el más activo de los venenos. Los romanos acuñaron incluso moneda con el nombre de Saesapo,
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con el que era conocida entonces la población. Los godos no la aprovecharon, y la explotación fue recuperada por los árabes, que nombraron al lugar Almadén y llegaron a disponer de más de mil mineros, la mayoría esclavos, que profundizaron hasta 70 metros. Al ser reconquistada la zona por los cristianos, pasó a manos de la Orden de Calatrava, que cedió la explotación a unos catalanes, que, a su vez, la subcontrataron a unos
italianos. Para distinguirla de otra población minera de Sevilla, Almadén de la Plata, a la que nos ocupa se la denominaba oficialmente Almadén del Azogue, nombre árabe con que se conoce también al mercurio. En 1368 pasaron a ser explotadas directamente por la Hacienda Real. Con la llegada de la monarquía autoritaria, los ejércitos reales y el déficit público, Carlos I cedió en 1525 a los banqueros
Durante muchos años, las minas de Almadén (Ciudad Real) fueron sinónimo de infamia y horror por las condiciones que afrontaban en ellas los penados.
Fugger (Fúcares) la explotación, a cambio de una cantidad fija anual de mercurio. Este compuesto era necesario para mezclarlo o amalgamarlo con la plata o el oro a fin de purificarlos. Además del azogue, se extraía bermellón, utilizado para pintar y teñir, y el solimán, para curtir pieles. El azogue se enviaba a Sevilla y de allí a América, en barcos de mil toneladas, dedicados ex profeso al transporte de este producto, para la purifi-
cación de metales. En 1565, se estableció otro contrato con ellos que perduró hasta 1645, año en que regresó a manos del Estado. EL INFIERNO EN LA TIERRA El trabajo en la mina era muy tóxico y producía hidrargirismo, mercurialismo, azogue o temblor metálico, una enfermedad conocida popularmente como “baile de San Vito”. Por ello se decidió utilizar personal forzado
y se construyó una cárcel para alojarlos y custodiarlos. El primero en aplicar la pena de galeras fue Carlos I en 1530. Posteriormente, en 1559, los Fugger solicitaron que les cedieran 30 condenados a galeras para ser utilizados en las minas de Almadén. También trabajaban allí esclavos a quienes sus dueños cedían temporalmente a la mina para castigarles o se los vendían; gitanos encontrados vaga-
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Aquí hay historia bundeando o delinquiendo, moriscos y esclavos de los Fugger. Junto a ellos, en empleos especializados, había hombres libres. En el siglo XVI existía la figura del Juez Visitador, como antecedente del actual de Vigilancia Penitenciaria. Uno de ellos fue el escritor Mateo Alemán (1547-1615), que inspeccionó la mina de Almadén en 1593 y entrevistó a la mayoría de los penados. Su informe, sacado a la luz en 1977, es muy interesante. En el siglo XVII solo se dictaban dos o tres penas de muerte cada año, pues se prefería enviar a los condenados a remar en las galeras del rey o a las minas, donde les aprovechaban hasta su último aliento. Entre mediados del siglo XVI y finales del XVII se sentenciaron a las minas de Almadén a casi dos mil hombres. Los delitos iban desde asesinato hasta blasfemia, “vivir amancebados” o vagabundear. Uno de los penados era un sacerdote condenado por asesinar al esposo de su amante.
Duro, peligroso e insalubre A MEDIDOS DEL SIGLO XIX se consideraba que el trabajo en la mina acortaba la vida una cuarta parte. El trabajo era tan duro, peligroso e insalubre, a la vez que determinante en la economía del Estado, que en la Ley de Reclutamiento y Reemplazo del Ejército, de 1885, podemos leer, en su artículo 80, relativo a las exclusiones, que se libraban del servicio militar: “Los operarios del establecimiento de minas de Almadén del Azogue, que sean naturales de este pueblo ó de los de Chillón, Almadenejos, Alamillo y Gargantiel, y que estén matriculados en el establecimiento con destino á trabajos subterráneos ó á los de fundición de minerales, ocupándose en ellos por oficio y con la aplicación y constancia que les permita la insalubridad de los mismos, siempre que hubieren servido por lo menos 50 jornales de trabajos subterráneos en el año anterior del reemplazo en que deben ser comprendidos. Los que fueren escluidos del servicio militar por esta causa, quedarán obligados á presentar en el acto de la certificación en cada uno
de los alistamientos sucesivos, hasta que cumplan la edad de treinta y dos años, certificación que acredite haber prestado el mencionado número de jornales en el año anterior, sin cuyos requisitos serán nuevamente alistados y declarados soldados, á no ser que justifiquen haber dejado de asistir á las minas por enfermedades consiguientes á la insalubridad de sus trabajos, presentando certificado espedido por el Interventor y visado por el Superintendente de dichas minas con referencia al espediente instruido al efecto. Las Comisiones mixtas comunicarán á la Superintendencia de las minas la lista de los individuos que por miembros del establecimiento se eximan del servicio militar, y la de aquellos cuya esclusion sea confirmada en los reemplazos sucesivos, así como la espresada Superintendencia pondrá en conocimiento de las Autoridades superiores civil y militar de la respectiva provincia los nombres de los operarios escluidos que no presten los indicados 50 jornales en algún año”.
UNA MUDA PARA TODO EL AÑO La ración diaria a finales del XVII consistía en tres libras de pan, dos cuartillos de vino y una libra de carne para quienes trabajaban en el interior, algo menos para los del exterior y la mitad para los inactivos por enfermedad. Cada año se les daba una muda de ropa, toda de color rojo, y tres pares de zapatos. Algunos eran condenados a cadena perpetua y otros a una definida. Llegaba un momento en que los del primer grupo ya no podían realizar su trabajo por enfermedad o vejez y recibían media ración de comida hasta su fallecimiento, o se les liberaba para evitar gastos improductivos. El médico los reconocía y algunos eran devueltos por no considerarlos capaces de sobrellevar el tra-
Amalgamación de la plata con azogue.
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bajo y enviados a galeras o arsenales. Según el doctor Julián Antonio Prior Cabanillas, recibían una media de diez cada año, entre 1559 y 1799. En 1716, un Real Decreto ordenó que se liberara a todos tras cumplir diez años de trabajos, evitando así el cargar con impedidos, puesto que pocos sobrepasaban esos años en buenas condiciones. Además de los enviados por los jueces, también trabajaban los prisioneros que las naves españolas conseguían en su lucha contra los piratas y corsarios, quienes pasaban a ser esclavos hasta que eran canjeados por españoles o pagado su rescate. Entre 1675 y 1715, ingresaron 85 esclavos de los que murieron 69. El 63% falleció en los tres primeros años de trabajo. En alguna ocasión, alguna alma “caritativa” se apiadó de un esclavo y lo liberó sustituyéndolo por otro, que compraba y entregaba a la mina. AIRE VICIADO Los penados trabajaban sacando agua sin cesar por unos pozos, por cuyos orificios salía concentrado el aire viciado con azogue. Debían pasar doce horas diarias subiendo “zaques” o “zacas” (grandes recipientes de cuero, recubiertos de cáñamo), llenos de unos 130 litros de agua en uno de los diez tornos existentes. Cada día debían subir 300 bolsas. En cada torno había cuatro hombres para moverlo, uno para desenganchar la zaca y uno en el fondo, llamado charquero, que era el encargado de llenarla. En teoría trabajaban en turnos diarios de cuatro horas. Pero, como nunca había suficientes para el relevo porque las galeras también pedían más hombres y tenían preferencia, podían trabajar hasta 12 horas al día. Así, jornada tras jornada, hasta que enfermaban y morían por el esfuerzo y los vapores. Otros se encargaban de transportar el mineral en carretas de a 40 arrobas (unos 440 kilos). Anejos a la mina había unos hornos con tubos cerámicos en “uve”, donde se destilaba el mercurio o azogue a partir del mineral de cinabrio. Era muy dañino y peligroso, por lo que también trabajaban en él los penados que se ocupaban de llenarlos, soportando temperaturas de 80º. A veces se quemaban o morían asfixiados por los vapores mercuriales, o quedaban enfermos con graves daños en la memoria y el cerebro (azogados). Desde la cárcel de forzados antigua había un pasadizo subterráneo que comunicaba directamente a las galerías de la mina, por lo que algunos no salían a la calle ni para ir al trabajo. Se calculaba que moría el 40% de los enviados a Almadén, y enferma-
La Real Cárcel de Forzados a primeros del siglo XX.
A veces se quemaban o morían asfixiados por los vapores mercuriales, o quedaban enfermos con graves daños en la memoria y el cerebro
Arriba, salida de la prisión para emprender la jornada legal de trabajo de los presos; sobre estas líneas, a la izquierda, dos zafreros en 1955; y, a la derecha, perforadores en 1924.
ban más que los libres porque realizaban las tareas más penosas. En 1755 se produjo un gran incendio en el interior de la mina que obligó a parar los trabajos durante dos años y medio. Se dice que fue provocado por los penados (otras fuentes culpan a una tea mal apagada que prendió accidentalmente en los entibados y por ellos se propagó por toda la mina). A partir de 1757, una vez sofocado el incendio y como ya no se fiaban de los penados, se les destinaba solo a los trabajos en el exterior, por lo que ganaron mucho en salubridad y seguridad hasta que, a finales de siglo, se les dejó de utilizar. También había esclavos: el
citado Prior calcula que durante el siglo XVII pasaron unos 600 por la mina. PENA DE GALERAS A partir de 1755 también los aprovecharon para construir una nueva Real Cárcel de Forzados y el Real Hospital de Mineros, que abrió sus puertas en 1766 con el fin de atender igualmente a los penados, que permanecían encadenados a la cama. A finales del siglo XVIII, el médico del establecimiento, José Parés, los describía así: “Una cuadrilla de hombres vestidos de encarnado, con una dura peana de hierro en cada pierna, colgada una cadena de diez o doce libras [unos cinco
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El fin del mercurio A PARTIR DE 1972 se retrae el comercio de mercurio y, por tanto, su producción. En 2002 se cierra la mina de Almadén por la bajada de precios y porque, ya desde los años 80, había supuesto una millonaria aportación del Estado para su mantenimiento. En 2006, se abre al público como Parque Minero de Almadén. En sus más de 2.000 años en activo ha producido un tercio de todo el mercurio utilizado en el mundo. En 2011 la Unión Europea prohibió la utilización del mercurio. El 30 de junio de 2012 el Parque fue incorporado a la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO por tratarse de las minas de mercurio más grandes del mundo y conservar gran parte del patrimonio material. Actualmente, la empresa pública MAYASA se ocupa de la explotación turística del antiguo complejo minero, actual Parque Minero de Almadén (que nos ha cedido amablemente las ilustraciones), y de otras actividades alternativas a la minería.
kilos] de cada peana, amarrados con cadena que los corre a todos de noche […] muchos de ellos sentenciados por toda su vida a esta miseria, amenazados de unos terribles calabozos al menor desliz, sujetos a fuertes garrotazos al menor alboroto […]”. De esa época se pueden leer peticiones a los jueces solicitando la mutación de la pena de minas por la de galeras, ya que ésta era mucho menos dura y peligrosa pero, a partir de mediados del XVIII, ya no se utilizaban las galeras, por lo que no era posible. De hecho, en 1748, se produce la abolición de la pena de galeras, que se sustituye por la de arsenales, donde se dedicaban a desecar los diques secos. En 1777 se creó la Real Academia de Minería y Geografía Subterránea de Almadén, la cuarta creada en el mundo de esa naturaleza. Después se forjaría una Escuela de Capataces de Minas. A partir de 1790, se ofreció a los forzados el enrolarse voluntariamente en determinadas unidades del Ejército, de guarnición en Ceuta y Melilla, o en los arsenales de la Marina. El 22 de mayo de 1799, un Real Decreto prohibió a los jueces enviar más pre-
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Horno de aludeles, o de Bustamante, en el Cerro de Buitrones de Almadén.
Se pedía a los jueces la mutación de la pena de minas por la de galeras, ya que ésta era mucho menos dura y peligrosa sos a Almadén y al año siguiente a arsenales. A partir de ese momento, todos los trabajadores eran voluntarios. La Real Cárcel pasó a ser prisión provincial, después vivienda de obreros y cuartel durante la Guerra Civil. REGRESO AL PASADO En 1835, a fin de conseguir fondos para la guerra carlista, se concedió la explotación de Almadén a los grandes financieros británicos Rothschild, que la mantuvieron hasta 1911. Al controlar la amalgamación, ello les permitió hacerse con buena parte de la producción de oro mundial. La mina se amplió a varios pozos de distinta profundidad con nombres de santos (S. Teodoro, S. Miguel y S. Joaquín, con 716 metros de profundidad). En 1910 se estableció una jornada de seis horas para la mina y seis años más tarde hubo importantes mejoras técnicas en la explotación y la salubridad. En 1921, y tras una huelga, aumentaron los salarios. Para repartir el trabajo entre todos los del pueblo solo trabajaban dos o tres jornadas a la semana, y se cobraba por día trabajado. Desde 1939, se estableció en la antigua Real Cárcel de Forzados un campo de concentración y después un destacamento penal. En 1941 se consiguió el récord de producción con 82.000 frascos de mercurio (2,5 litros y 34,5 kilos cada uno), gracias a
los penados, que trabajaban todos los días. Supuso un aumento del 22,30% sobre el segundo mejor año de la historia de la mina. En 1942, tras las depuraciones de los Batallones de Trabajadores y de los Batallones Disciplinarios de Trabajadores, a quienes tenían delitos considerados graves se les envió a los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores Penados (BDSTP), uno de cuyos destacamentos se estableció en
Taller de explotación por testeros.
Detalle de un entibado antiguo en el Parque Minero de Almadén.
Una de las tenebrosas galerías del recinto.
la Real Cárcel de Forzados, con 317 presos en 1943, que volvieron a trabajar en las minas con el sueldo correspondiente a un soldado, es decir, dos pesetas, de las que se le descontaba 1,50 por manutención y alojamiento. A ello se añadían dos pesetas para su mujer, si estaba casado; más una por cada hijo menor de 15 años y otra que se le ingresaba en una cartilla y se le entregaba al acabar la condena. El resto del sueldo pagado por la empresa al Estado pasaba a Hacienda. En estos destacamentos se encuadraban los republicanos que habían sido condenados en consejo de guerra o los sancionados por Hacienda por ocultar géneros al sistema de racionamiento.
de la Administración, las condiciones eran tan duras que “el mismo jefe de la prisión de partido de Almadén, en Ciudad Real, se quejó a los mandos de la dureza de los trabajos, ya que los penados eran conducidos a la mina a las cinco de la mañana y no regresaban hasta las nueve de la noche, por lo que ‘existen momentos que humanamente no les es posible seguir de pie”’. A pesar de lo penoso del trabajo, el destino a un destacamento penal era voluntario tras solicitarlo el interesado y cumplir una serie de requisitos como tener pena ya dictada, observar buena conducta, aprobar un examen de religión, certificado médico de aptitud y juramento de no haber pertenecido a la masonería. Una vez admitidos en el destacamento, redimían un día extra de condena por cada uno de trabajo, salvo si eran castigados, por lo que procuraban no crear problemas, cantaban el Cara al Sol las veces que fuera necesario y asistían a misa los domingos. En ocasiones las empresas suministraban una mejora en la alimentación para que fueran más productivos. La alternativa era la cárcel, donde la comida era peor, no se redimía y la familia no recibía ningún sustento. Todo el sistema dependía del Patronato de Redención de Penas por el Trabajo, cuya presidenta era Carmen Polo, esposa de Franco. Los BDSTP desaparecieron en 1949 y todos los trabajadores de Almadén pasaron a ser libres y asalariados. El edificio neoclásico de la cárcel se dedicó a silo de cereales hasta que, el 5 de mayo de 1969, fue demolido y en sus terrenos se construyó una escuela universitaria de minería.
En una Memoria de la Dirección General de Prisiones de esos años, podemos leer: En las minas de Almadén el rendimiento de la mano de obra reclusa ha llegado a ser, en conjunto, un 60% mayor que el del promedio de los obreros libres. La mina de Almadén, junto con las de wolframio en Orense y estaño en Pontevedra, era fundamental para la supervivencia de la industria nacional, para conseguir divisas y para el pago de las deudas de guerra a Alemania e Italia. CARA AL SOL Y MISA LOS DOMINGOS Según documentación que Gutmaro Gómez Bravo ha encontrado en el Archivo General
Junto con las minas de wolframio en Orense y las de estaño en Pontevedra, esta fue decisiva para la supervivencia de la industria nacional
El Hospital de Mineros fue construido en 1755 y estuvo operativo hasta 1975.
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Historia contemporánea
La pista del Arca de la Alianza condujo a España
Operación
Trompetas de Jericó El dueño del Arca de la Alianza obtendrá un poder absoluto y se convertirá en uno de los dueños del mundo. Esa es la creencia que ha movido a algunos personajes que querían ser dioses en la tierra. En su libro Templarios, nazis y objetos sagrados (Ediciones Luciérnaga), su autor analiza la búsqueda que realizaron grupos de todo tipo, algunos de los cuales llegaron a desembarcar en España con ese objetivo. LORENZO FERNÁNDEZ BUENO
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n el año 2013, el medio noticiacristiana.com se hizo eco de esta noticia, a la que, dicho sea de paso, pocos prestaron atención: “En un extenso informe elaborado por el diario británico The Telegraph, el Rabino Chaim Richman –uno de los más influyentes en la actualidad debido a su proyecto de reconstrucción del Tercer Templo–, reveló algunos de sus secretos. En una de las salas donde se almacenan las partes principales del nuevo Templo, descansa el Arca del Pacto o Arca de la Alianza. ‘¿Esta no es la verdadera arca perdida?’, dice el periodista. ‘Ella está oculta a un kilómetro de aquí, en cámaras subterráneas, cavadas, en los días de Salomón’. Según Richman: ‘Es cierto. Los judíos tienen una cadena ininterrumpida de información grabada y
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transmitida de generación en generación, lo que indica su posición exacta. Hay una gran fascinación por el descubrimiento del arca perdida, mas ninguno pregunta a los judíos. Sabemos dónde ha estado durante miles de años atrás. Podríamos cavar en la cima del Monte del Templo –Moriah–, pero esta zona está siendo controlada por los musulmanes’. Richman, de 54 años de edad, es responsable del Instituto del Templo, una organización que ha hecho todos los preparativos para la reconstrucción del Tercer Templo, incluyendo las partes que siguen las pautas de la Biblia y la formación de los sacerdotes que servirán allí día y noche. Para muchos Richman sería hoy el candidato más fuerte, el sumo sacerdote que retomará la tradición que comenzó con Aarón, hermano de Moisés.
(…) Otro motivo de orgullo para el Instituto del Templo, es que todos los utensilios sagrados ya están listos. Al igual que las vestiduras del sumo sacerdote, de acuerdo con la tradición de los levitas están preparadas e incluyen piezas de oro y pectoral con 12 piedras preciosas. También hay trompetas y arpas de plata, bandejas de madera para recoger la sangre de los sacrificios, un incensario y una mesa para el pan ritual. Fuera se encuentra un candelabro cuidadosamente esculpido con 90 kilos de oro con un peso de 1,5 toneladas. Su costo fue de aproximadamente 1.893.785 dólares. Richman dice que han gastado más de 30 millones de dólares hasta la fecha. (…) Por la ubicación del Arca del Pacto o Arca de la Alianza, Shimon Gibson, arqueólogo renombrado del Instituto Albright en Israel,
Templarios, nazis y objetos sagrados
LORENZO FERNÁNDEZ BUENO EDICIONES LUCIÉRNAGA. BARCELONA (2015). 352 PÁGS. 17 €.
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Historia contemporánea sostiene que el Arca fue destruida en el año 587 a.C., cuando los babilonios saquearon Jerusalén y tomaron todo el oro que había en el templo, fundiendo todos los utensilios. Otros estudiosos creen que fue llevada a África. Una vieja reivindicación de los cristianos ortodoxos de Etiopía afirma que han sido los guardianes del Arca durante siglos. Hasta hoy se encuentra en la ciudad de Aksum conocida como la ‘Capilla de las Tablas de la Ley’”. OPERACIÓN TROMPETAS DE JERICÓ Si a estas alturas les digo que antes de que diera comienzo la Segunda Guerra Mundial, un destacamento perteneciente a la Sociedad Ahnenerbe, pero que está considerada como una especie de división ocultista dentro de las SS de Heinrich Himmler, anduvo por Toledo, recopilando entre la comunidad judía de la ciudad imperial datos acerca de la localización del Arca del Alianza, y que dichas pistas los condujeron hasta Madrid, concretamente al Museo Arqueológico de Madrid, donde estaban convencidos de que se hallaba oculta entre varias piezas egipcias, seguro que no les extraña. La obsesión por el poder, el poder eterno, era tal, que se puede decir que la Studiengesellschaft für Geistesurgeschichte Deutsches Ahnenerbe, la misteriosa “Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana”, fue fundada en Berlín el 1 de enero de 1935, precisamente para cuestiones como ésta. Tal y como refleja el investigador Pedro María Fernández en un interesante artículo en “Misterio del Hombre y del Universo”, los objetivos de este colectivo eran “fundamentalmente tres: investigar el alcance territorial y el espíritu de la raza germánica, rescatar y restituir las tradiciones alemanas, y difundir la cultura tradicional alemana entre la población”. En suma, lograr los argumentos suficientes para concluir que la raza aria era única, y de este modo justificar la terrible limpieza étnica que estaban a punto de poner en marcha. No mucho tiempo después comenzaron las expediciones arqueológicas con las que pretendía consolidar la teoría, y para ello marcharon a lugares recónditos de los Himalaya –por los mismo sitios por lo que supuestamente anduvo Jesús–, y por supuesto en Latinoamérica, en países como Brasil, y por supuesto la Argentina del Simihuinqui. Ahora bien, conviene recordar, tal y como asegura Fernández, que “Ahnenerbe no nació de la nada, sino que basó su
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El símbolo del Arca de la Alianza aparece representado en un sinfín de templos religiosos.
Un destacamento perteneciente a la Sociedad Ahnenerbe anduvo por Toledo, recopilando datos acerca de la localización del Arca de la Alianza estructura y la mayoría de sus ideas en una organización conocida como la Sociedad Thule. Este grupo, que estuvo operativo desde la primera década del siglo XX hasta la creación de la Ahnenerbe, destacó porque contaba con un líder que se autodenominaba el precursor del anticristo.
Un joven Adolf Hitler pasaría a formar parte de esta organización una tarde de 1922. Para entrar se debía facilitar una fotografía que el Gran Maestre examinaba para descubrir en los rasgos antropométricos huellas de sangre extranjera. Asimismo, tenían que jurar pureza de sangre hasta
El Reichsführer-SS Himmler era un ferviente seguidor de las ideas ocultistas de su tiempo.
Jerusalén, el centro del mundo La Cúpula de la Roca se encuentra en el Monte del Templo de Jerusalén.
la tercera generación”. Pues bien, entre dichas operaciones orquestadas por los secuaces de Himmler, y por tanto, por los miembros de Ahnenerbe, se encuentra una enigmática “Operación Trompetas de Jericó”. Y digo enigmática porque son muy pocas las referencias que se encuentran al respecto. Según éstas el objetivo no era otro que encontrar el Arca. Evidentemente si había servido para que el pueblo israelí mantuviese el poder sobre la Tierra Prometida, a Hitler y a quienes le acompañaban en su locura, en aquel año de 1943, cuando la estructura nazi se quebraba en mil pedazos, un arma así venía muy bien. La cuestión es que por esas mismas fechas liberaron a un sabio cabalista judío –y a su familia– de una muerte segura en Auschwitz, que al parecer fue puesto a disposición del oficial Otto von Kessler. Lo verdaderamente interesante es que hay documentos que parecen certificar, tal y como asegura Pablo Jiménez en su trabajo La estrategia de Hitler, que dicho personaje no sólo aceptó, a sabiendas de que en ello le iba la vida, sino que además anduvo por España acompañado de varios oficiales de las SS, buscando una de las claves: el “nombre secreto de Dios”, que era necesario para que, de encontrar el Arca, ésta finalmente se activase. Y estuvieron en España, concretamente en Toledo, porque al parecer dicho conocimiento lo guardaron
HE ESTADO EN JERUSALÉN en dos ocasiones. Y es una ciudad que conmueve. Con más de siete milenios de antigüedad, sus empedrados son el recuerdo de un tiempo que en realidad transcurrió dos metros bajo el nivel actual del suelo, y aún así rezuma esa historia que sólo en lugares como éste, único sin duda, se puede paladear. Recorrí el laberinto de callejas, atravesando galerías bajo las viejas casas, pasando cada dos por tres por detectores de metales ante la atenta mirada de los militares israelíes. Mi objetivo era llegar al Muro de las Lamentaciones, y una vez allí acceder al túnel de los Asmoneos, lo poquito que queda del segundo templo. Y aquí, da igual que se crea o no, da igual la religión que profeses, algo en tu interior te dice que este no es un enclave normal. Porque sobre estas piedras desgastadas y cargadas de sufrimiento, se cimentaron las tres religiones politeístas más importantes de todo el planeta: judaísmo, cristianismo, e islamismo. Algo tendrá el agua cuando la bendicen… De aquí salieron los objetos sagrados cuando en el 70 d.C al emperador Tito le dio por llegar hasta tierras hierosolomitanas, y no sólo mató, sino que además saqueó. Y
tras aquel saqueo llevó consigo la mesa de los panes del templo –más conocida como Mesa de Salomón–, la Menorah –o candelabro de siete brazos–, y el Arca de la Alianza. Ahora bien, ¿quedó alguna prueba, algún vestigio de que las legiones romanas se llevaron dichos objetos? En ocasiones es importante leer la piedra, porque como ya he dicho en otras ocasiones, ésta no deja de ser un testamento a contemplar, donde el hombre del pasado dejó escrito algún que otro secreto… Por eso mi siguiente parada fue Roma. Allí, muy cerca del gran circo, se alza, como una puerta milenaria a través de la cual se accede a la ciudad antigua, el Arco de las Siete Luminarias. Y ya se sabe que el romano levantaba arcos para conmemorar sus triunfos. Pues bien, en éste, a media altura, se puede apreciar una caterva de alterados soldados que llevan, claramente, el candelabro judío, y unos centímetros más adelante otros que portan un gran arcón. Éste es el arco que Tito ordenó levantar tras la conquista de Jerusalén, y éstos son los objetos que se llevaron del templo. Por tanto, si está representada el Arca de la Alianza allí, habrá que concluir que eso es porque el Arca de la Alianza existió…
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Los otros buscadores del Arca A LO LARGO DE LOS ÚLTIMOS CIEN AÑOS son muchos los que han tratado de localizar el destino último de la reliquia. La creencia más arraigada entre los estudiosos del judaísmo es que podría estar oculta en algún lugar cercano del monte Moriah, en Jerusalén, al parecer con la intención de evitar su captura por parte de alguno de los muchos estados rivales del reino de Judá. Esa creencia se vio reforzada en extraños escritos como el Apocalipsis de Baruc o el Segundo libro de los Macabeos. Pues bien, la certeza de su existencia hizo que un variopinto grupo de aventureros se pusiesen a remover el suelo de los Santos Lugares para hacerse con su inigualable tesoro. Un ejemplo de ello es Meir Ben-Dov, que se puso a excavar en 1968, en las inmediaciones de la Colina delTemplo, con una finalidad puramente científica. Pero la polémica no tardó en hacer acto de presencia: en primer lugar, el Alto Consejo Musulmán acusó al director de las excavaciones de ser un sionista radical cuyo objetivo real era perforar la colina, ni más ni menos que para provocar el derrumbe de la mezquita de Al-Aqsa, y así tener espacio libre para construir de una vez por todas elTercerTemplo. Ahí no quedó la cosa. Las autoridades religiosas judías se negaron a un hipotético hallazgo del Arca por no estar su pueblo preparado para la llegada de un nuevo Mesías, ya que, según la tradición, regresará cuando el Arca decida mostrarse de nuevo al mundo… o cuando alguien logre dar con ella. De este modo Meir Ben-Dov mandó a todas las autoridades político-religiosas de Jerusalén, fueran judíos o musulmanes, a tomar viento fresco, aparcando su proyecto. Entre las propuestas más pintorescas está la del psíquico Gerry Canon, que afirmó conocer la localización exacta del Arca en Egipto gracias a su guía Mosec. Hasta aquí todo aparentemente normal, de no ser porque Mosec era un soldado fantasma egipcio que había recibido el encargo de robarla
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en tiempos faraónicos y que llegado el momento, no se sabe muy bien por qué, regresó del más allá para revelarle la información al citado Canon después de unas sesiones espiritistas. Poco antes, a mediados del XIX, el joven oficial del ejército británico Charles Warren fue nombrado por el Fondo para la Exploración de Palestina para excavar en la Colina delTemplo.Transcurría el año 1867. Como ocurrió con otros décadas después, se encontró con la negativa de las autoridades para dejarle excavar. Pero, armado de valor, se deslizó junto al resto de su equipo por el lado norte de la muralla. Allí excavó un túnel para tratar de profundizar hasta llegar al corazón del Monte Moriah pero, desgraciadamente llamó tanto la atención de los fieles que día tras día se agolpaban en el interior de la mezquita que tuvieron que salir corriendo mientras sobre sus cabezas se precipitaba una lluvia de piedras. Otra no menos llamativa fue la expedición que en 1909 dirigió M.B.
Parker, hijo del Conde de Morlay. El aristócrata fue a Jerusalén con la idea de localizar el Arca de la Alianza, y para ello iba asesorado por un excéntrico esoterista finlandés llamado Valter H. Juvelius, que desde el principio aseguró tener información privilegiada relativa al escondite definitivo del anhelado objeto. Según Juvelius, el estudio de los textos bíblicos le había revelado la existencia de un pasadizo secreto cuyo acceso se hallaba en el lado sur de la mezquita de Al-Aqsa. De este modo ambos llegaron a Jerusalén en agosto de 1909. Los trabajos se iniciaron, pero pasaron los días y de nuevo las protestas empezaron a arreciar; y no sólo eso, las lluvias otoñales convirtieron la colina en un barrizal y, para colmo de males, el famoso barón de Rothschild, sionista y miembro de una adinerada familia de banqueros, compró un terreno cercano a la excavación desde donde poder boicotear todos sus
La fragata Arapiles enriqueció los fondos del Museo Arqueológico Nacional en el siglo XIX.
Fachada del Museo Arqueológico Nacional.
movimientos, convencido de las malas intenciones de aquella extraña pareja. Sin mucha dificultad, Parker y su equipo lograron sobornar al gobernador de la ciudad, Amzey ben Pachá, con 25.000 dólares, y al jeque Jalil, guardián del espacio sagrado. De este modo lograron internarse en la colina y excavar en busca de su tesoro. Estuvieron toda una semana excavando bajo el subsuelo de la Cúpula de la Roca, con la intención de abrirse paso por el Pozo de las Ánimas, que se sitúa ni más ni menos que bajo la roca sagrada. La cuestión es que la noche del 18 de abril de 1911 se toparon con otro guardián del edificio, que al parecer no era de la misma calaña que los anteriores a los que habían sobornado, y éste, al observar aterrado lo que estaban haciendo aquellos extraños salió al exterior gritando que estaban profanando el edificio.Total, que una vez más tuvieron que salir corriendo para evitar la muerte por lapidación.
Si la encontraron, está claro que el Arca no poseía el poder que algunos le atribuían los judíos de esta ciudad durante generaciones. Un detalle más: dicho nombre se encontraba grabado sobre otro de los objetos sagrados del Templo de Salomón: la mesa de los panes. Así que, como vemos, estaban todos interconectados. PISTA EN MADRID Pues bien, dicha pista los llevó al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, donde el almirante Wilhelm Canaris, jefe por entonces de los servicios secretos alemanes –el Abwehr–, estuvo buscando algo en las salas donde se encontraban las piezas procedentes de Egipto. Hay que decir que dichas visitas – realmente fueron dos– se produjeron, ya que quedaron registradas en los informes redactados posteriormente por los agentes
Wilhelm Canaris, jefe de la Abwehr.
del SIM –Servicio de Inteligencia Militar español– que lo acompañaron durante su estancia en España. Cuenta mi amigo el escritor José Lesta en su libro El esoterismo nazi, que “Canaris abrió una vieja carpeta de cuero, y pidió una serie de piezas traídas en 1871 desde Egipto por la fragata española Arapiles. Se llamó a un fotógrafo y las piezas desaparecieron del museo. Curiosamente, semanas más tarde comenzaron las excavaciones en busca del Arca de la Alianza en Egipto. Al frente de las mismas estaba Herbert Braum, un arqueólogo de la Ahnenerbe. Era el año 1938, la guerra estaba a punto de comenzar, y es justo ahí que perdemos el rastro de esta inquietante información”. Sea como fuere, lo que parece claro es que no la encontraron. Y si la encontraron no poseía el poder que supuestamente se le atribuía, porque, como todos sabemos, la guerra se decantó a favor de los aliados. Gracias a Dios…
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El libro del mes
El mejor amigo del perro
Pacto de lealtad GONZALO GINER
BOOKET. BARCELONA (2015). 640 PÁGS. 12,95 €.
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EN UNA ENTREVISTA tras la publicación de este libro, Gonzalo Giner respondía así a la pregunta del porqué de la presencia de los animales en sus novelas. “Como veterinario cada día tengo el privilegio de acercarme al fascinante y sorprendente mundo animal del que aprendo constantemente y nunca deja de maravillarme. Me he animado a contar mis experiencias con los animales en mis novelas porque en la literatura contemporánea se les ha dado poco peso, a pesar de haber acompañado al hombre desde la prehistoria”. En sus anteriores novelas, El sanador de caballos y El jinete del silencio, muy apreciadas por miles de lectores, los caballos fueron los protagonistas de
unas narraciones asentadas en diferentes contextos históricos. Ahora abandona los caballos por los perros y se traslada a los albores de la Guerra Civil española. La protagonista es la joven Zoe Urgazi, quien ve en poco tiempo cómo muere su marido durante la Revolución de Asturias y cómo su padre es encarcelado. Su hermano, soldado, le deja para que lo cuide un perro, Campeón, con el que Zoe, a las puertas de terminar sus estudios de veterinaria, vivirá increíbles aventuras en un contexto crítico y complicado. La novela muestra, entre otras cosas, el papel que pueden desempeñar los perros en las guerras, para lo bueno y también para lo malo. La protagonista conoce a Luther, un
veterinario alemán que estuvo implicado en un proyecto nazi relacionado con los perros. Como con tantas otras cosas, Hitler también estuvo obsesionado con la creación de un perro perfecto especialmente diseñado para las acciones bélicas. El autor se ha documentado bien para añadir a las peripecias humanas y bélicas que vive la protagonista y su perro Campeón una peligrosa aventura que tiene que ver con su relación con Luther y sus proyectos científicos. Novela humana, histórica, de aventuras en la que su autor incluye la pasión que siente por los animales, en este caso por el animal más leal de todos, el perro. Adolfo Torrecilla
Modelo de santidad EL CENTENARIO de Santa Teresa ha provocado un aluvión de libros sobre la santa, unos rigurosos y muy bien documentados y otros basados en meras intuiciones subjetivas basadas en el análisis psicológico. Los dos autores de éste cuentan con una sólida trayectoria en el campo de la investigación histórica. Rosa M. Alabrús es profesora titular de la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona; Ricardo García Cárcel es catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona. No estamos, pues, ante ningún experimento psicológico o literario. Lo dicen explícitamente los autores: “No hemos querido hacer un estudio literario ni doctrinal del personaje”, ni tampoco una nueva biografía. Ambos analizan el atractivo de la figura de la santa de Ávila y la celeridad de su fama de santidad. Gran parte del libro se dedica a comparar la vida de Santa Teresa con la de otras religiosas de la España barroca. El libro combina mucha información y muchos puntos de vista sobre la España del momento; y el resultado es una interesantísima síntesis sobre una “mujer excepcional”./A.T.
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osotros estuvimos ahí… Por Alberto de Frutos
A mitad del camino de la vida LOS TURISTAS SUELEN PASAR POR ALTO la tumba de Beatriz Portinari en Florencia, esté o no esté, verdaderamente, en la iglesia de Santa Margherita dei Cerchi. Normal: es tanta la belleza de la capital de la Toscana, que haría falta llamarse Argos Panoptes para fijarse en la fachada de este recinto. Tampoco el interior puede compararse al de la Capilla Brancacci, claro, o al de Santa María Novella, o al de la Santa Croce, en la que el divino Dante nos embelesa tanto por dentro –he ahí su monumento funerario– como por fuera –he ahí, bis, la estatua de la escalinata, obra de Enrico Pezzi a la que una turista española se subió el pasado mes de junio para indignación de güelfos y gibelinos. Pero, bueno, si el azar de nuestros pasos nos lleva a la iglesia Santa Margherita dei Cerchi, como le pasara a Robert Langdon en Inferno, no meteremos prisa al reloj. Los viajeros que buscamos muertos nos acabamos pareciendo un poco a ellos (que no suelen pecar de impacientes, pese a lo que digan las películas de zombies). Tampoco se puede subir a la carrera a la tumba de Virgilio en Nápoles, ni, en fin, grabar
sobre la lápida de Cervantes en Madrid que Don Miguel fue el autor de Los trabajos de Persiles y Segismunda, con “e” de ejarramantas. De acuerdo, sí se puede, pero no se debe. En la iglesia de Santa Margherita, se encuentra, en fin, la “pietra tombale” de Beatriz, con unas flores eternamente jóvenes que renuevan las mismas manos que luego depositan cartas de amor imposible en un cesto. Beatriz tenía nueve años cuando Dante se enamoró de ella. Como tantos romances, el suyo fue desgraciado. Beatriz murió joven, pocos días antes de cumplir los veinticuatro, y el Poeta Supremo no tardó en asignarle la condición de musa, ya en la Vita Nuova, ya en la Commedia, donde la dama florentina –que llena era de gracia– guiaba a su amado por el Paraíso.
TRADUCCIONES
El autor de De vulgari eloquentia desembarcó pronto en España, y lo hizo, aunque parcialmente, de la mano de Enrique de Villena (1384-1434), llamado El Astrólogo, que fue su primer traductor al castellano. “Honra de España, y del siglo presente” en palabras de Juan
de Mena, muchas de sus obras fueron pasto de las llamas, que la honra en España nunca ha eximido del infierno. La primera traducción completa fue, no obstante, la catalana de Andreu Febrer (1429), en tercetos endecasílabos de rimas alternadas, que, por su fidelidad al original, negaba de plano ese proverbio italiano que reza: “Traduttore, traditore”. Febrer participó en una cruzada contra los moros en Berbería; a Enrique De Villena, nieto bastardo de Enrique II de Castilla, lo tomaron por brujo; Dante luchó contra los gibelinos y conoció las penas del exilio… A esta gente que escribía en los siglos XIV y XV le pasaban cosas, ¿no? Este viaje, que empezó en una pequeña iglesia florentina, acaba en la catedral de Santa Maria del Fiore. Allí, una témpera de Domenico di Michelino, bajo estas líneas, nos muestra al poeta iluminando a la ciudad de Florencia con sus versos. Lo sigue haciendo, hoy como ayer, porque hoy como ayer nos seguimos perdiendo en selvas oscuras y nuestra voluntad y deseo giran como ruedas que impulsara “Aquel que mueve el sol y las demás estrellas”.
Teresa de Jesús La construcción de la santidad femenina ROSA M. ALABRÚS Y RICARDO GARCÍA CÁRCEL CÁTEDRA. MADRID (2015). 272 PÁGS. 15 €.
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Ágora Desde mi torrecilla
Adolfo Torrecilla
Edición de lujo para un texto de lujo Artística edición, de interés especial para bibliófilos, de un original texto, a caballo entre el poema, el ensayo y la biografía, escrito por María Teresa León (1903-1988).
MARÍA TERESA LEÓN fue una intelectual muy vinculada al mundo cultural y político de la Segunda República y autora, entre otros muchos textos, de un meritorio libro de memorias, Memoria de la melancolía. Esta obra responde a su interés por los clásicos y su divulgación, empresa a la que dedicó muchos esfuerzos durante la II República y la Guerra Civil; incluso escribió algunos textos que luego se representaron en compañías ambulantes por los pueblos de España. Casada con Rafael Alberti, colaboró con él durante la Guerra en la preservación de las obras de arte de algunos importantes museos, como el del Prado. Cuando acabó la Guerra vivió fuera de España muchos años, sobre todo en Buenos Aires y Roma, hasta su regreso en 1977. Este tesoro, basado en la edición original, tiene una “lujosa encuadernación en tapa dura acolchada con lomo redondo y forrado de seda de alta calidad estampada a cuatro tintas”. Todo un lujo, pues. Su contenido es una interpretación muy personal, asequible a todos los públicos, de la vida de nuestro escritor más universal, Miguel de Cervantes, con frecuentes e interesantes incursiones en sus obras literarias, especialmente en El Quijote. No tuvo Cervantes una
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vida ni regalada ni cómoda. Fue militar y recaudador de impuestos. No fue reconocido en su tiempo, aunque tenía un destacado prestigio literario, que no incluía el teatro (a la sombra del gran y exitoso Lope), ni la poesía (donde no consiguió destacar, a pesar de sus esfuerzos). El éxito de la Primera Parte del Quijote, publicada en 1605, le animó a continuar la obra. El libro fue ilustrado en su edición original por el pintor cubano Luis Fariñas, quien dio a sus ilustraciones un toque onírico. Esta edición cuenta con un prólogo de Almudena Grandes, quien destaca que “el autor de Don Quijote siempre había sido uno de sus escritores favoritos. Por eso, con la confianza con la que tratamos a los buenos amigos, la gente que nos quiere y a la que queremos, ella se lo inventa, lo convierte en su propio personaje, lo recrea
a imagen y semejanza de su enorme corazón. Esto es lo que ofrece al lector en Cervantes, el soldado que nos enseñó a hablar, mucho más que una biografía convencional, el previsible relato de una vida conocida que se apoya en datos concretos, exactos y bien documentados. Este es el hallazgo de un libro especial”.
Cervantes, el soldado que nos enseñó a hablar MARÍA TERESA LEÓN LIBER EDICIONES. PAMPLONA. 216 PÁGS. www.liberediciones.com
Pasión lectora ESCRIBE EL POETA, escritor y filólogo Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) en una breve nota introductoria que “he agavillado en este librito cuatro trabajos procedentes de conferencias y de artículos dispersos por aquí y por allá”. En todos ellos se trasparenta un emocionado amor por la literatura que, aunque vicio solitario, “también se puede compartir”. Eso hace en este libro, donde se entrelazan sus facetas filológica y poética con la de lector compulsivo. El libro es un sentido homenaje al mundo de los libros y al papel de la lectura en la conformación de su mundo personal. También es una alabanza de las humanidades como el camino apropiado para encontrarse con los valores más eternos y universales. El primero de los textos, “Los caminos de la literatura”, está dedicado a sus recuerdos personales sobre su camino como lector, donde destaca el impacto de algunos libros, como las obras de Stevenson, Rudyard Kipling, Conan Doyle, Galdós, Shakespeare y, de manera muy especial, tres libros que le marcaron: La Ilíada, La Odisea y Amadís de Gaula./A.T.
Los caminos de la literatura
LUIS ALBERTO DE CUENCA RIALP. MADRID (2015). 119 PÁGS. 9 €.
La Real Fábrica de Papeles Pintados NACIDA EN NUEVA YORK en 1944 y residente en España desde 1970, la autora es especialista en las obras de Goya y de las colecciones artísticas de Manuel Godoy. Este libro nace casi por casualidad, cuando la autora descubrió que, además de las correspondientes Reales Fábricas de Tapices, Porcelana, Cristal, Paños y Aguardientes y Naipes, existió también en Madrid, durante unos cincuenta años, la Real Fábrica de Papeles Pintados. Poco se sabía de ella. Se conocía su existencia, pero no se conservaba nada, ni la fábrica, ni materiales, ni muchas
fuentes de información. Tras una exhaustiva investigación, la autora ofrece un elaborado testimonio de su nacimiento y actividad. Su origen reside en la actividad industrial de la familia francesa Giraud de Villette, quienes se dedicaban en Francia a los papeles pintados. En París, visitaron al embajador, el Conde de Aranda, para ofrecerles la posibilidad de crear en España una Fábrica similar a las que ya existían en Francia. El embajador trasladó la petición a la Corona y en 1786 se creó la Real Fábrica, negocio privado que contó con el patrocinio y
apoyo de la Corona. La Real Fábrica se instaló en Madrid, en un local conocido como Casa de la Enzina, perteneciente a la orden de las Comendadoras de Santiago, y situado en la Plazuela de San Juan La Nueva, cerca del Cuartel del Conde Duque. Su actividad se extendió durante cuatro reinados y se dedicó a la fabricación de un producto de lujo para la Corona y las grandes casas de nobles, como se explica en este libro con numerosos ejemplos. Los papeles pintados están en esa época más cerca de las estampas artesanales tradicionales que
del producto industrial que se extendería a partir de 1830 con la instauración de los procesos mecanizados./A.T.
La Real Fábrica de Papeles Pintados de Madrid (1786-1836) ISADORA ROSE-DE VIEJO CÁTEDRA. MADRID (2015). 264 PÁGS. 20 €.
Opiniones de un disidente
Himno a la picota. De villano a héroe en tres actos DANIEL DEFOE
LA FELGUERA EDICIONES. MADRID (2015). 134 PÁGS. 15 €.
DANIEL DEFOE es bien conocido de todos gracias a Robinson Crusoe, por eso resulta interesante encontrarse con un libro como este de La Felguera Ediciones donde se nos permite conocer al conocido literato desde otro punto de vista: el del activista político y polemista que utilizó cerca de doscientos seudónimos para publicar sus textos. Uno de los panfletos que más problemas le trajo es el objeto central de este libro, El camino más corto con los disidentes. Se trata de una pieza traducida aquí por primera vez al español en la que con ánimo satírico predicaba el exterminio de los disidentes religiosos, con la intención de socavar mediante la burla la imagen pública de sus enemigos políticos, los tories... El problema es que nadie comprendió la ironía de su texto, porque los tories la aplaudieron como una buena idea y las distintas sectas religiosas inglesas
comenzaron a organizarse para defenderse del furibundo ataque. El revuelo social fue tan grande que Defoe escribió una “disculpa”: Una breve explicación de un panfleto recientemente publicado titulado: El camino más corto... De poco le sirvió, el gobierno de la reina Ana identificó a Defoe como el autor y éste terminó condenado a la picota. Para minimizar la tremenda humillación, escribió El himno a la picota (con el anterior, traducido en
este volumen por primera vez al español) para ser vendido mientras él estaba expuesto, sus amigos lo acompañaban y protegían y la muchedumbre le lanzaba flores en vez de fruta podrida. El problema es que, tras sus tres exposiciones en la picota, quedó encarcelado en Newgate... hasta que uno de los ministros de la reina, el conde de Oxford, le ofreció liberarlo a cambio de convertirse en su espía./José Miguel Parra
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Mestizaje y batallas AUTORA de varios libros históricos en esta misma editorial y profesora en la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), María Lara (Guadalajara, 1981) maneja un agradable estilo divulgativo que permite adentrarse en los recovecos de la historia de la mano de numerosas fuentes y narraciones. Como es habitual, la edición del libro, con numerosas fotografías e ilustraciones, engrandecen la obra, muy amena de leer.
El subtítulo explica bien su contenido: Ocho siglos de mestizaje y batallas. Pues hubo batallas, y muchas, y muy importantes, determinantes para estudiar las fluctuaciones durante ocho siglos de dominación árabe de la Península, aunque las tropas de los diferentes reinos no se quedaron de brazos cruzados y ejercieron una constante oposición militar a los dominadores, a pesar de los momentos de paz, tranquilidad y mestizaje, pues
todo eso junto, sin fervorosos romanticismos, se hizo realidad en la larga Edad Media. El libro abarca desde las batallas de Guadalete, Covadonga y Llívia, en el siglo VIII, hasta las de Collejares, Higueruela, Toro y Granada, en el siglo XV. Entre medias, las batallas de Clavijo, Zamora, Catalañazor, Uclés, las Navas de Tolosa, Écija, Algeciras, del Salado…, todas ellas bien documentadas y explicadas./A.T.
Reconquista MARÍA LARA
EDAF. MADRID (2015). 272 PÁGS. 24 €.
Ve y pon un centinela HARPER LEE
HARPER COLLINS (2015). 304 PÁGS. 19,90 €.
El regreso de la autora de Matar a un ruiseñor NELLE HARPER LEE nació en 1926. A mediados de los cincuenta, escribió Ve y pon un centinela, su primera novela, en la que contaba el regreso a su pueblo para estar con su padre de la joven Scout, hija del abogado Atticus Finch. El editor, cuando la leyó, le aconsejó que escribiese otra novela más centrada en la infancia de Scout. Lee le hizo caso y escribió Matar a un ruiseñor, una de las grandes novelas norteamericanas del siglo XX. Ve y pon un centinela, título inspirado en los escritos del profeta Isaías, está ambientada veinte años después de los sucesos que se cuentan en Matar a un ruiseñor, cuando Scout
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regresa a Maycomb, lugar ficticio donde transcurre la acción. La novela se publicó en 1960. En 1961 consiguió el Premio Pulitzer y en 1962 fue llevada al cine por el director Robert Mulligan, película con la que consiguió varios Oscar, uno de ellos el de mejor actor, Gregory Peck. Tanto la novela como la película son irrepetibles, y siguen gozando de una gran popularidad. En pocas ocasiones se ha abordado con tanta fuerza la nobleza e integridad de un abogado, Atticus, cuya figura se ha convertido en imagen de la lucha contra el racismo. También resultan refrescantes las escenas protagonizadas por los dos hijos de Atticus.
Al parecer, la nueva novela se perdió y fue encontrada muchos años después por la abogada de la escritora, ya anciana, que vive en una residencia. Harper Lee ha accedido al final a publicarla. Sin lugar a dudas, por su sorpresa, se trata de una de las grandes noticias literarias del año. Alrededor de Harper Lee siempre ha habido su interés y morbo, pues la autora fue íntima amiga del escritor Truman Capote, que aparece como personaje en Matar a un ruiseñor, novela que tiene algunos tintes autobiográficos. Luego, los dos escritores se distanciaron bastante./A.T.
Clásicos de bolsillo EN 2014, la editorial Rialp inauguró la colección Doce Uvas, doce títulos para el año con los que quiere recuperar la afición por los clásicos. Se trata de textos breves, manejables, de bolsillo, en nuevas traducciones, que alcanzan a los lectores contemporáneos auténticas joyas de la literatura y del ensayo. La colección continúa en 2015 con otras doce uvas, doce nuevos títulos con la misma filosofía. Algunos de los títulos editados en 2014 fueron Antígona, de Sófocles; Apología de Sócrates, de Platón, uno de los libros más conmovedores de todos los tiempos; los amenos Soliloquios de San Agustín o una selección de Pensamientos, de Pascal, y de Memorias de ultratumba, de Chateaubriand, quizás las mejores memorias jamás escritas. También hay títulos de Oscar Wilde, Kierkegaard, el cardenal Newman, Jacques Leclerc y Jacques Philippe.
En 2015 ya han publicado otros seis. Incluyen textos de C. S. Lewis, La amistad; una selección de los ensayos de Montaigne; la espléndida Oración por Enriqueta, de Bossuet; El Principito, de Saint-Exupéry; y se anuncian libros de Stefan Zweig, Cicerón, Dante y Plutarco. Sin lugar a dudas, una impecable selección de clásicos de bolsillo con los que uno puede redescubrir el mejor ensayo y la literatura de todos los tiempos./ Adolfo Torrecilla
Con el subtítulo Elecciones y Parlamentarismo en la Península Ibérica (1875-1926), este libro contiene diez capítulos, escritos por diferentes historiadores españoles y portugueses, que analizan la vida parlamentaria en los dos países. Por: Adolfo Torrecilla
Las Doce Uvas (COLECCIÓN)
RIALP. MADRID (2014 / 2015). 9 €.
Épica deportiva EL MUNDO del ciclismo, por su espectacularidad, ha estado siempre muy vinculado a la literatura y al periodismo. En 2014, se publicó en España El Giro de Italia, volumen que reunía las crónicas que Dino Buzzati escribió sobre el Giro de Italia de 1949, edición que ganó el ciclista italiano Fausto Coppi por encima de su compatriota Bartali. Con los mismos protagonistas (Coppi-Bartali), se publica ahora El Tour de Francia, escrito por el periodista deportivo Mario Fossati (19222013), quien fue corresponsal del periódico La Gazzetta dello Sport en la edición de 1952 de la Grande Boucle, la primera en la
El parlamentarismo ibérico
que se ascendió el mítico Alpe d’Huez. En esta ocasión, se trata de una reelaboración que el autor hizo en 1977 de aquellas experiencias./A.T.
EL MARCO CRONOLÓGICO elegido, 1875-1926, es apasionante, pues se trata de un largo período histórico que consagra el parlamentarismo liberal, con sus más y sus menos, pero anticipa en sus defectos los golpes de estado totalitarios que tendrían lugar en Portugal en 1926 y en España diez años después. Lo mismo que sucedió en Europa, este débil parlamentarismo, sustentado en una ínfima participación ciudadana y en el predominio de la movilización clientelar del electorado, sucumbió ante el avance de los modelos totalitarios. En España, son los años de la Restauración, con la alternancia parlamentaria entre los liberales y los conservadores, con todas las corruptelas democráticas que este sistema provocó. En Portugal, el período fue más convulso, pues a la instauración de un parlamentarismo de corte liberal custodiado por la monarquía sucedió el derrocamiento de ésta en 1910 con la proclamación de la Primera República. El libro analiza los dos sistemas parlamentarios y representativos. Explica los diferentes comportamientos del electorado, el perfil biográfico de los diputados electos, la actividad de las Cámaras de ambos países y la imagen que este sistema político, con sus conflictos, desplegó en los medios de comunicación, en las memorias y hasta en la propia literatura.
De las urnas al hemiciclo El Tour de Francia MARIO FOSSATI
GALLO NERO. MADRID (2015). 168 PÁGS. 16 €.
JAVIER MORENO Y PEDRO TAVARES (EDS.) MARCIAL PONS HISTORIA. MADRID (2015). 404 PÁGS. 25 €.
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Un facsímil ejemplar
Poderoso caballero... ORIGINAL LIBRO, a caballo entre los de historia y los de economía, aunque su autor deriva la balanza más hacia la historia. De origen gahnés, Kwarteng es diputado conservador en el Parlamento inglés. El libro se subtitula “Quinientos años de imperialismos, deudas y derrumbes”. Tiene como tema central el poder del dinero. Comienza analizando la conquista de España de América y los movimientos económicos que tuvieron lugar después para sufragar tanta aventura y conquista; de hecho, el oro y la plata americanas sirvieron para sufragar otras empresas bélicas españolas en el continente europeo. El autor
recorre quinientos años de problemas y dificultades para finalizar en la crisis económica actual, con la caída de Lehman Brother como imagen apocalíptica del fin de una época. Estos 500 años están plagados de guerras que, como explica el autor, han sido el principal motor económico de los estados en ellas implicados. Esto provoca presupuestos desbocados, estafas piramidales, déficits fiscales de todo tipo que cuestionan continuamente las políticas económicas llevadas a cabo. Para el autor, el fin del patrón oro a finales del siglo XIX aceleró todavía más la irresponsabilidad financiera en la que, salvo idílicos paréntesis,
seguimos inmersos. Sugestivo y original libro, con planteamientos insólitos, que pone el dedo en la llaga a la hora de resaltar desastres económicos contemporáneos./A.T.
El oro y el caos KWASI KWARTENG
TURNER. MADRID (2015). 492 PÁGS. 29,90 €.
Mucho ruido en la aldea global
Historia mundial de la comunicación JOSÉ MARÍA PERCEVAL CÁTEDRA. MADRID (2015) 320 PÁGS. 16 €.
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AUNQUE EL NÚCLEO original de la comunicación no ha cambiado desde los orígenes, la historia mundial de la comunicación es una constante sucesión de nuevos soportes que han ampliado casi hasta el infinito las posibilidades de comunicarse. “Cada soporte –escribe el autor– nos permite extender nuestro mundo, ver más lejos, ir más allá. Cada soporte ha permitido una mayor comunicación, un intercambio de informaciones cada vez más
seguro, cada vez más extenso, cada vez más rápido, hasta llegar a una conexión que puede ser prácticamente instantánea y universal”. El libro resume este apasionante recorrido, desde la etapa oral-gestual hasta la invasión de las redes sociales y la revolución cibernética. Hemos llegado al ruido insoportable en la aldea global. “Nunca hemos tenido una sociedad tan poderosa y tan frágil, tan culta y tan ignorante, tan rica y tan paupérrima”, sentencia Perceval./A.T.
LA EDITORIAL Millennium Liber lleva desde 2003 especializándose en la recuperación de “la memoria histórica y humanística mediante cuidadas ediciones facsimilares”. En su página web hay bastantes ejemplos de la calidad de su trabajo, que se ha visto recientemente recompensada con el premio concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a la mejor edición facsímil editada en España en el año 2014. El galardón de lo ha llevado la edición del libro El Greco. Su vida, su obra. Documentos en el Archivo Histórico Provincial de Toledo, en la que han participado importantes especialistas como Carlos Mas González, Ramón Sánchez González y Eugenia Alguacil Martín. El libro, como todos los publicados por esta editorial, no sólo es una joya por su contenido sino también por la calidad de sus pinturas e imágenes. En esta ocasión, reúne un conjunto de estudios e imágenes que relacionan estos documentos con la producción artística del Greco. Pero no ha sido el único libro de esta editorial premiado por el Ministerio. El Atlas de 1476, de Andrea Benincasa ha obtenido el Tercer Premio en la misma categoría. Se trata de un ejemplar que se conserva en la Biblioteca de Ginebra y que contiene un conjunto de cartas de Andrea Benincasa, hijo de un famoso cartógrafo que había sido con anterioridad marino. El texto, ricamente editado, ha sido alzado, plegado y cosido a mano./A.T.
Más información MILLENNIUM LIBER
WWW.MILLENNIUMLIBER.COM TEL.: 933 21 99 23
Ágora
Imágenes de la dominación ESTE LIBRO ANALIZA la presencia femenina en cinco grandes épicas: el Poema de Gilgamesh, la Ilíada y la Odisea, el Mahabharata y el Cantar de los Nibelungos. La más antigua, el Gilgamesh, es del año 1200 a.C. y la más reciente, el Cantar de los Nibelungos, del 1200 d.C. “En todas y cada una de estas obras –escribe el autor, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Málaga–, que se centran en luchas, guerras, héroes y antihéroes, en hazañas y desgracias que podríamos considerar típica y universalmente masculinas, se presenta a seres femeninos poderosos en los núcleos más esenciales de los conflictos”. El autor aborda estos poemas épicos desde la perspectiva de género, analizando el enfrentamiento entre hombres y mujeres. Y lo hace
mostrando un gran conocimiento de estos poemas, destacando la relación entre las diosas, las mujeres poderosas y los héroes. Con un original enfoque, a veces algo forzado, el autor plantea la demolición de los valores que dieron forma a unas tradiciones literarias que se apoyan en interesados roles sociales y patriarcales./A.T.
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MICHEL HOUELLEBECQ imagina en su última novela, Sumisión, que un musulmán llega a la presidencia de Francia. Antes, Luis de Lucas, plantea en Ataque al Museo del Prado una “reconquista” islamista de España; y uno de sus objetivos en destruir la cultura postmusulmana, singularmente el Museo del Prado. Todo gira alrededor de la vida de un arquitecto en apuros. Inmerso en una rehabilitación de un edificio invadido por las termitas, ve también cómo la sociedad, hastiada y escéptica, no está preparada
para el peligro que le amenaza también desde su interior. El estilo es rápido, conciso, más basado en hechos y en diálogos que en descripciones./A.T.
Ataque al Museo del Prado LUIS DE LUCAS
PUNTO ROJO LIBROS. SEVILLA (2015). 316 PÁGS. 17 €.
Desconocido y gran personaje El peligro infinito FERNANDO WULFF ALONSO MARCIAL PONS HISTORIA. MADRID (2015). 368 PÁGS. 28 €.
Tecnohumana y existencial LA ACCIÓN se sitúa en 2019. La tierra está unificada en un único país poblado por humanos, androides y alienígenas, donde está prohibido el uso de energía nuclear. La denuncia de un robo y la aparición de personas contaminadas con alto grado de radiactividad desencadena una investigación que sacará a la luz una trama conspirativa de corrupción. La protagonista es Bruna Husky, una detective tecnohumana, una replicante de combate que ha consumido siete de los diez años de vida para los que está diseñada. Entorno de ciencia-ficción, thriller y
Una amenaza
misterio, aventuras y amor, política, religión y poder, son ingredientes de peso a los que Montero sobrepone sin embargo un enfoque existencialista./A.T.
El peso del corazón ROSA MONTERO SEIX BARRAL. BARCELONA (2015). 397 PÁGS. 20 €.
CONTIENE ESTE VOLUMEN las 520 cartas y memoriales que escribió el poeta, cortesano y señor de vasallos Diego de Silva y Mendoza, reputado político que trabajó a las órdenes de Felipe II, Felipe III y Felipe IV. Llegó a ser presidente del Consejo de Portugal en Madrid de 1605 a 1616 y Capitán General de Portugal en Lisboa de 1617 a 1622. Su actividad política estuvo especialmente ligada a las relaciones entre España y Portugal, en unos años en los que la unión fue más estrecha que nunca. Diego de Silva era hijo de Ruy Gómez de Silva, que fue consejero principal de Felipe II, y de la famosa Princesa de Éboli. Fue nombrado conde de Salinas y Ribadeo, duque de Francavila y Marqués de Alenquer. Era dueño de importantes terrenos en diferentes zonas de España y en Portugal poseyó el realengo de Guimaraes y la villa de Alenquer. Y además
de todo esto, fue un renombrado poeta y cortesano que vivió apasionadamente sus diferentes facetas de hombre de acción. El autor del libro es el eminente hispanista Trevor J. Dadson, Catedrático de Estudios Hispánicos de Queen Mary University de Londres y autor de numerosas investigaciones sobre la España del Siglo de Oro./A.T.
Diego de Silva y Mendoza
Conde de Salinas y marqués de Alenquer TREVOR J. DADSON (ED.)
MARCIAL PONS HISTORIA. MADRID (2015). 510 PÁGS. 40 €.
Búsqueda de soluciones EL ESCRITOR Jesús Sánchez Adalid es conocido, sobre todo, por sus novelas históricas, como El camino mozárabe o El caballero de Alcántara. En 2014 publicó Y de repente, Teresa, sobre la santa de Ávila. Con La mediadora, premio Abogados de novela 2015, cambia de género y entrega un relato sobre la ruptura de un matrimonio y el papel de una mediadora en su recomposición. Mavi es una jueza que abandona la carrera judicial para convertirse en una escritora de éxito. Su marido, Agustín, es aparejador. Al romperse el matrimonio, con dos hijos, queda en una situación difícil. Marga es una abogada, conocida de los dos, que empieza a ejercer como mediadora familiar. Movida por su pasado, tiene gran ilusión en poder recomponer el matri-
monio alejándose de los juicios y las sentencias tan dolorosos para los cónyuges y los hijos. La mediadora se lee con facilidad y da a conocer una profesión hasta ahora poco reconocida en España./A.T.
La mediadora JESÚS SÁNCHEZ ADALID EDICIONES MARTÍNEZ ROCA. MADRID (2015). 268 PÁGS. 19,90 €.
Un accidentado viaje NUEVA EDICIÓN de esta novela de humor, publicada en 1889 y la más famosa del escritor británico Jerome K. Jerome (1859-1927). En ella se cuenta el viaje que realizan tres amigos y un perro por el Támesis en una sencilla barca de remos. Lo que tenía como objetivo embarcarse en un viaje pacífico y saludable, se convierte en una sucesión de pequeños desastres muy divertidos que se completan con otras muchas anécdotas que el narrador recuerda al contar esos hechos. El autor emplea un humor extravagante e irónico con el que critica de manera muy original la sociedad victoriana y las vidas de estos tres jóvenes burgueses. Además, el libro es una excelente descripción de los lugares que recorre el río Támesis, con frecuentes incursiones históricas./A.T.
Tres hombres en una barca JEROME K. JEROME BLACKIE BOOKS. BARCELONA (2015). 256 PÁGS. 21 €.
de policía recién trasladado al Ministerio del Interior. Con una trama ingeniosa, aguda y muy humana, el autor incide en el gran tema de la novela: el arrepentimiento y el perdón. Se trata de la primera novela del autor, experto internacional en Tomás Moro./A.T.
El pasado como catarsis LA NOVELA ESTÁ ESTRUCTURADA en tres partes que transcurren en tiempos distintos: la primera y la última, en 1962; y la segunda, en julio de 1936, días antes de iniciarse la guerra civil española. Todo el decorado
es madrileño. Isabel Ramos, hija única de María, no ha conocido a su padre, que desapareció cuando iba a iniciarse la Guerra Civil. Sin embargo, años después, recibe una extraña llamada telefónica preguntando por él. La acción
retrocede en el tiempo hasta 1936. Lo que pasó en esos momentos es el núcleo fuerte de la novela y se narra la historia de Cristóbal Ramos, el padre desaparecido; de Sabino Gómez Duval, un sacerdote; y de Julio Espino, un comisario
Camina la noche ÁLVARO SILVA
ACANTILADO. BARCELONA (2015). 424 PÁGS. 22 €.
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Ágora El cine histórico con Josemanuel Escribano
Cómicos de nuestro cine
La sonrisa de Saza se ha apagado. La mejor comedia española se ha quedado huérfana.
LA RECIENTE MUERTE DE JOSÉ SAZATORNIL “Saza” cierra de un portazo la nómina de una generación de esforzados actores –y escasas actrices– que han poblado el cine cómico español. La “nueva” comedia discurre ahora con títulos y nombres que parecen querer reverdecer los laureles de un pasado enormemente popular, pero hay una larga historia, de casi siete décadas, llena de figuras memorables… y otras no tanto. Sazatornil, no solo por su longevidad y su valor de última figura, encarna perfectamente el prototipo de actor cómico español. Todos ellos, salvo contadas –y poco gloriosas– excepciones, han sido actores antes o a la vez que cómicos. “Saza”, con un bagaje de más de 110 películas, ha encarnado al españolito de turno mediante una poderosísima comicidad, y a partir de su descomunal personaje del empresario catalán
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dispuesto a hacer el negocio de su vida en una cacería con Franco, que le regaló Berlanga en La escopeta nacional (1978), gozó de inmensa popularidad en el género; pero en su carrera en cine y teatro hay también trabajos totalmente alejados de la risa, que quizá sean los mejores de su currículum: su talento se mostraba en la interpretación, sin más. UNA GENERACIÓN IRREPETIBLE A José Luis López Vázquez, Manuel Alexandre, Agustín González y, por supuesto, a Alfredo Landa, les ocurrió algo parecido. El público se acostumbró a sus personajes de caricatura y exigía verlos en papeles cómicos; en esos trabajos cimentaron su popularidad, pero cada uno de ellos ha atesorado también una buena lista de actuaciones dramáticas; baste recordar la extraordinaria y muy agradable sorpresa que
resultó ver a Landa en su rol del detective Germán Areta en El crack (José Luis Garci, 1981), y como el inefable Paco “El Bajo” en Los santos inocentes (Mario Camus, 1984). Alfredo Landa tenía ya una enorme popularidad por sus apariciones en comedias –casi todas de escasa calidad–, acompañado a veces por José Sacristán, otro icono
de aquel cine, hoy consagrado como una de las más “serias” figuras de nuestras pantallas. Todos ellos son herederos de las grandes figuras de la comedia cinematográfica española, que hunde sus inicios en la década de los cuarenta del pasado siglo. Ahí, entre el folclore y el costumbrismo, de la historieta blanda a la farsa con
Manolo Morán y Pepe Isbert en Bienvenido, Mister Marshall.
Sazatornil, no solo por su longevidad y su valor de última figura, encarna perfectamente el prototipo de actor cómico español
Tony Leblanc y Lina Morgan, maestros de la comicidad.
intención, se forjan nombres como Manolo Morán y Pepe Isbert –inolvidables en Bienvenido Mister Marshall (Luis García Berlanga, 1953)– que, en blanco y negro, con cuatro pesetas y apenas sin pretenderlo, llenaron de sonrisas una esquina de la España más dolorida y desesperanzada. Y con ellos, la figura del genial José Luis Ozores, la cabeza de toda una estirpe de comediantes y el más deslumbrante de todos ellos. La enfermedad lo apartó de la interpretación, pero antes tuvo oportunidad de dejar muestra de su talento y su carisma, desde 1944, con El camino de Babel, y durante casi veinte años. Hay más, muchos más, naturalmente; entre esta primera generación y la penúltima, la de Landa y Saza, hay una transición que, como el cine es inmortal, no pudo acabar totalmente con él –el cine español, me refiero–, aunque lo dejó claramente tocado. Entre finales de los 70 y parte de los 80 triunfan en España las películas protagonizadas por un par de “cómicos” metidos a actores –esta vez sí–, que son y dicen llamarse Andrés Pajares y Fernando Esteso. Dirigidos –es un decir– por Mariano Ozores, hermano del malogrado
José Luis, desarrollan un estilo populachero, zafio y machista, que obtiene cierta repercusión en la taquilla merced al apoyo de un público anestesiado y carente de exigencia. Y otro tanto cabría decir de Paco Martínez Soria, un actor que, ya entrado en la madurez, encontró la popularidad y el éxito con sus comedias llenas de clichés, repetitivas y sumamente conservadoras. Son, todos ellos, parte de la historia del cine patrio; qué le vamos a hacer. TONY Y LINA Para terminar, dos apuntes. Uno para recordar a un maestro de la comicidad: Tony Leblanc. Atípico, intemporal y fecundísimo: una larguísima carrera y un buen puñado de títulos y momentos de franca diversión; la figura que quizá se acerque más a la del cómico puro que hace cine, además de otras especialidades. Y otro, para incluir en este repaso a las figuras femeninas que comparten el Olimpo con sus colegas hombres: Gracita Morales, Laly Soldevila –y otras igual de estupendas–… Y la gran Lina Morgan. A todas ellas y ellos, nuestro agradecimiento por hacernos reír y disfrutar.
La Cataluña francesa
LA AUTORA, doctora en Historia por la Universidad de Valladolid, publica en este libro parte de su tesis doctoral. Su investigación se centra en los años 1640 a 1652. A finales de la década de los treinta del siglo XVII, el Principado de Cataluña inició un proceso secesionista que culminó en 1640 con la incorporación de Cataluña a la corona francesa. Se inició entonces una larga guerra entre España y Francia, que hay que sumar a otros largos enfrentamientos durante este siglo, que tuvo una serie de hitos que impidieron que se consumara la secesión. En primer lugar, la autora analiza las causas de este proceso. También, las circunstancias históricas que se estaban viviendo en la Península, con un proceso similar que estaba teniendo lugar en Portugal y que debilitó las líneas políticas establecidas y también la eficacia de los medios materiales y humanos para controlar ese proceso en Cataluña. La derrota en 1641 en Montjuic del marqués de los Vélez supuso la consagración de un soberano fracaso, pues desde la Corona española no se había valorado suficientemente la fuerza del impulso secesionista; al contrario, se pensó que era una simple escaramuza que se reconduciría pronto.
Sin embargo, a partir de 1643, ya con la mayoría del Principado en manos francesas, la guerra se estancó en el frente castellano-aragonés, en torno a la posesión de Lérida, circunstancia que dio lugar a una política de desgaste que, a la larga, benefició a la Corona española, pues los franceses no atendieron suficientemente a Cataluña, lo que debilitó su poder y la constancia de la secesión. Interesante estudio, muy bien narrado, que sitúa muy bien los diferentes ingredientes de este suceso y su evolución cronológica, que finalizó en 1652 con la toma de Barcelona, el regreso de la autoridad española a Cataluña y el fin de la aventura secesionista./A.T.
La Guerra de la recuperación de Cataluña (1640-1652) RAQUEL CAMARERO ACTAS. MADRID (2015). 592 PÁGS. 36 €.
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Ágora Agenda
Cervantes a la luz
simbólico relacionado con el contexto histórico y moral en el que fueron creados. La exposición ofrece quince bodegones de artistas españoles del Siglo de Oro, entre ellos Juan de Zurbarán, Juan van der Hamen o Juan de Arellano.
MUSEO DE HISTORIA DE MADRID Calle Fuencarral, 72 – 28004 Madrid Tel.: 91 701 18 63 www.madrid.es/museodehistoria/
MENSAJES DESDE LA PARED MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBAO Museo Plaza, 2 - 48009 Bilbao Tel.: 944 396 060 www.museobilbao.com
La búsqueda de los restos de Cervantes nos ha mantenido pegados a las noticias estos últimos meses. En HISTORIA de Iberia Vieja hemos dado voz al hombre que tuvo el primer sueño: Fernando Prado, y el foco informativo sigue alumbrando las novedades sobre el hallazgo de los huesos más codiciados del orbe. Una exposición fotográfica, Cervantes a la luz, ofrece una selección de imágenes y recursos de Javier Balaguer, Gonzalo de Tapia y Jaime Linos acerca de estas pesquisas en el convento de las Trinitarias de Madrid. La muestra, que incluye también varios grabados y ejemplares de El Quijote pertenecientes a colecciones municipales, se complementa con doce paneles informativos. Hasta el 27 de septiembre.
TITANIC. THE EXHIBITION FERNÁN GÓMEZ CENTRO CULTURAL DE LA VILLA Plaza de Colón, 4 - 28001 Madrid Tel.: 91 435 83 76 http://teatrofernangomez. esmadrid.com
James Cameron puso en imágenes la catástrofe naval
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más famosa de todos los tiempos y se cubrió de gloria (y de Oscars). Más de cien años después, la exposición itinerante Titanic.The Exhibition recrea en nuestro país la conmoción que sufrió la humanidad el 15 de abril de 1912, cuando ese dios de los mares chocó contra un iceberg en el Atlántico Norte y provocó la muerte de unos 1.500 pasajeros. Compuesta por cerca de 200 objetos originales y numerosas reproducciones de sus estancias, Titanic.The Exhibition podrá verse desde finales de septiembre. Las ocho salas que la conforman revelan la dimensión más humana de la tragedia.
El origen del cartel moderno se remonta a la segunda mitad del siglo XIX. En este contexto, y a lo largo de todo un siglo, supo dar respuesta a las necesidades de difusión de acontecimientos o ideas políticas y de promoción de determinados productos o
BODEGONES DEL S. XVII MNAC Palau Nacional Parc de Montjuïc, s/n - 08038 Barcelona Tel.: 93 622 03 60 www.museunacional.cat/es
El Museo Nacional de Arte de Cataluña presenta a partir de octubre una muestra de naturalezas muertas, que, más allá de su perfección técnica en la representación de alimentos o flores, contienen un mensaje
destinos turísticos. Esta exposición, Mensajes desde la pared. Carteles en la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao (18861975), presenta más de 200 piezas de pioneros como Jules Chéret, Théophile Alexandre Steinlen o Eugène Grasset, así como de grandes diseñadores de renombre internacional. El recorrido está organizado en siete áreas temáticas que permiten apreciar la evolución del cartel y su permeabilidad a los diferentes lenguajes artísticos. Hasta el 18 de enero de 2016.
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