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LA FUENTE Y LAVADERO DE SAN ROQUE

Un ejemplo de arquitectura popular

Desde siempre el aprovisionamiento de agua ha sido determinante a la hora del establecimiento y permanencia de núcleos de población. La construcción de la fuente, por tanto, era una de las empresas comunales prioritarias después de construir la Iglesia, incluso antes que la Casa Lugar. Consecuentemente el mantenimiento de la fuente se ha cuidado por las razones útiles que ello conlleva.

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Generalmente se construían fuera de los núcleos urbanos, en las proximidades de la población. A veces era preciso encauzar el manantial hasta el lugar elegido para construir la fuente.

Estas construcciones forman parte de la arquitectura popular, caracterizada por el predominio del sentido utilitario; por la transmisión a través de la práctica; por estar ligada a la construcción de la zona donde pesa el uso de la costumbre, los modos de vida y tradiciones locales; por la escasa evolución a lo largo del tiempo; por el empleo de materiales próximos y, sobre todo, por la solidez, la sencillez y la simplicidad constructivas, aunque, a veces, no exentas de belleza estética donde la razón funcional pesa más que lo ornamental y artístico.

Respondían a un esquema general de construcción en uno de cuyos frentes se sitúa la fuente -un arco generalmente de sillería- que cobija la pila con los caños; después el abrevadero adosado a un muro y, por último, el lavadero. Respondía así a las necesidades básicas de la comunidad: proveerse de agua, abrevar caballerías y ganados y lavar la ropa. El agua sobrante se dedicaba a regar los pequeños huertos situados en las proximidades.

Son construcciones integradas en le paisaje y que alcanzan una sincronía que pertenece a la sensibilidad de otros tiempos, que han perdido las construcciones actuales.

Perdido hoy el papel indiscutible que tuvieron hasta no hace mucho tiempo, constituyen un documento auténtico sobre la historia de pueblo y sus costumbres, sobre quienes las construyeron, las razones y medios que dispusieron , sobre los acontecimientos rutinarios que ocurren en el pueblo, sobre la crónica que quizá sólo interesa al pueblo pero que explica la particular idiosincrasia de muchas de sus gentes y que se han ido fraguando junto a sus muros.

Todas las razones expuestas anteriormente son motivos para que no se pierdan y sigan manteniéndose vivas, activas y cuidadas como uno de los símbolos de generaciones pasadas y que dan razón de ser de las actuales: Conocer el pasado y sus formas de vida para mirar al futuro.

La Fuente y Lavadero de San Roque -como claro ejemplo de lo expuesto- es una singular construcción arquitectónica localizada en las afueras del casco urbano, próxima a la ermita del mismo nombre. Como elementos individualizados, por una parte, y como elementos integrados junto a la ermita, forman un conjunto artístico-paisajístico inigualable y un entorno singular y entrañable que constituyen uno de los elementos más representativos de la historia, cultura y costumbres de Loscos.

El progresivo y lógico abandono de las funciones propias para las que fueron construidos, junto a la desidia y falta de sensibilidad por parte de todos -Ayuntamiento y vecinos-, habían determinado un estado de casi absoluto deterioro.

Su restauración

El Lavadero y la Fuente, como integrantes de nuestro patrimonio cultural y también paisajístico junto a la ermita, debían conservarse y adaptarse a las nuevas necesidades y funciones, sin deteriorar su aspecto primitivo, como un elemento de ocio y cultura. No podía entenderse esa zona del pueblo tan emblemática sin la presencia del lavadero, la fuente y la ermita.

Era preciso llamar la atención y establecer un plan de restauración y conservación en la medida en que todavía era posible, sensibilizando al Ayuntamiento y a todos los losquinos de la importancia de conservar la historia viva del pueblo a través de estas construcciones , respetando la tradición y un entorno singular, antes que la desidia produjese su ruina progresiva, su desaparición y tuviésemos que lamentarlo. La restauración de los elementos arquitectónicos existentes deteriorados sería acorde con el respeto que su construcción primitiva necesita. Los materiales a utilizar serían los apropiados a cada una de las zonas , sobre todo con apariencia y textura acordes con los preexistentes y adaptados al medio circundante, pudiendo ser usados o reciclados de otras construcciones ya derruidas.

Además, era necesario integrar el pasado en el futuro a través de la construcción de un sencillo y elegante entorno público tan singular que devolviese a la zona un aspecto entrañable como lo era cuando acudían pastores, cazadores, mozas con sus cántaros , mozos con sus caballerías, mujeres a lavar, abuelos con sus nietos o chicos y chicas a jugar después de la escuela... y todos cuantos buscan un pretexto para encontrarse con vecinos y forasteros.

Ese espacio sería entendido como un futuro parque arbolado, bancos, elementos de recreo infantil, etc., que lo convirtiesen en una gran zona recreativa y de paseo adaptando , por tanto , el pasado a las nuevas necesidades y funciones de los habitantes -ocio y cultura- , creando un entorno bonito y agradable que nos permita contemplar la belleza y majestuosidad de la ermita. Un espacio que pueda ser atractivo turístico que permita a otras gentes venidas de fuera conocer un elemento singular del pasado y que ya ha desaparecido en muchísimos pueblos y sirva, a su vez, como un medio eficaz para el desarrollo económico del pueblo.

El único fin era preservar nuestro patrimonio e incidir en una mejor apreciación y una mayor valoración de lo que poseemos y una actitud más positiva que implicase un cambio de mentalidad hacia nuestro pasado cultural.

Muchos pueblos han destruido su "fuente y lavadero" o, lo que es lo mismo, parte de sus tradiciones, costumbres, historia Loscos ha tenido la suerte de poder proteger y conservar lo que hemos heredado de nuestros padres, abuelos, bisabuelos ... , para que nuestros hijos, nietos, bisnietos ... conozcan "su pasado" y "nuestro pasado" . Loscos ha conseguido que no tengamos que lamentarnos de su pérdida como ha pasado con las anteriores fuentes de la Plaza, la Media Naranja, los arcos de piedra o las pinturas de la Iglesia.

Su desaparición habría sido una amenaza a la memoria colectiva de pueblo, a sus raíces culturales y tradiciones: el olvido de su historia pasada y más reciente.

Querer es poder. Hemos querido y hemos podido. Las obras de restauración han comenzado. Estamos contentos.

José Miguel Simón

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