Krakatoa. Aníbal Cristobo

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ZINDO&GAFURI



krakatoa


Impreso en Argentina

Hecho el depósito que marca la ley 11.723.

zindo.gafuri@gmail.com

Fotografía de cubierta: Boris Mikhailov

1. Poesía Argentina. I. Título CDD A861

ISBN

Cristobo, Aníbal Krakatoa. - 1a ed. - Buenos Aires: Zindo & Gafuri, 2012. 56 p. ; 20x14 cm.


anĂ­bal cristobo

[krakatoa]



The Lounge Lizards

the yak is sick, the yak is sick‌



voy a llegar a un lugar igual a éste, pero mucho mejor; y mucho más lejano”.-

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en el diario dice: “dentro de poco

cómo irme, cómo fotografiarme tomando este café con leche en otro highlight de la carretera, en otro de mis hits secretos. Una nota

debajo del asiento, y pateo, siempre espero encontrarte dentro de mi mochila. Esa soy yo, leyendo

controladas por puestos de vigilancia que se suceden del otro lado de la ventanilla del micro: y si puedo patear

A veces miro y está nevando sobre un parque industrial, sobre el perro que custodia un hotel bombardeado, sobre las plantaciones de arroz

Hija del pastizal (backpacker version)


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que una rueda que se suelta, y sigue andando sola por algún tiempo más”.-

que habían extraviado en el campo de baseball; y eso fue antes del salto con la máscara sucia. Agachado, su crawl entre los pastizales le dejó la camisa recubierta de abrojos –como un erizo, decía: “vuelvo; es igual

de babosas, la voz de vendedor de seguros, soñando interferir aquel radar: miraba, daba otra sensación, semejante a la chica

Toda la noche estuvo transmitiendo con el handy; en directo desde los pantanos -los bolsillos repletos

El regreso de Max


pegados por el magma, al fondo del barranco”.-

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lo haría. Los perros y las cacerolas cruzaron el espacio. Desde otro sitió, pensé: “está bien, a lo mejor todavía consigo ser fotografiada y etiquetada a tiempo, con los cables

el video del muesli, la lonely planet, la sonrisa de Scott mirando el mapa; recordando: “un sherpa, el cargador del móvil, volver a formatear las zonas conflictivas, el polartec”. El ruido despejó la región como la gravedad cero

Había desayunado en el hostal, antes de la explosión –mientras grababa

Hija del pastizal (vulcanic version)


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decisión: al parecer, compramos ese ticket como quien adquiere una cadena infinita de consecuencias. Pero no: en el reverso, la frase se nos escapa y otra vez reencarnamos en nuestro propio tránsito, aunque éste no exista. La página que escribo ya dejó de existir, o bien tenemos problemas con el navegador, interrumpidos siempre por el ruido que hacemos al quitarnos las manchas, intentando

eliminamos las magnitudes despreciables; nos perfumamos con actos improvisados, implorando que ningún Jack Russell intente frotarse en nuestra pierna mientras bajamos desde el 5to piso – y llamamos a esto

constantemente. No consiguen tampoco crear un guión de nuestras actitudes: nos ponemos loción y salimos; en el ascensor ya somos una incógnita nueva, manchados por las dudas, o la desconfianza ante un perro cuya mirada no puede comprenderse. Una mancha de aceite, en la calle y un frasco de aceite, más tarde, en el supermercado establecen una relación necesaria; mentalmente podemos regresar sobre esos datos: para imitarnos,

Objetos como estos potes, lociones de afeitar correctamente etiquetadas y expresadas, colonias, no son paradigmáticas, no sirven como recursos o ilustración de lo que nos sucede

Una objeción


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en algo irrelevante, y no lo percibimos.-

recuperar alguna apariencia tras hacer el amor con un perro, o quedarnos callados, fumando, con los dientes perfectos, cuando llega un mensaje y transforma por un momento algo importante


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Cuando decidamos retirarnos; y nos encerremos en esta mina flotante –que algunos comparan con un agujero negro a la deriva, y otros, con una bola de guano- soñaremos recurrentemente con esto: que somos un punto invisible pero determinado por la rotación constante del zodíaco; y que una sucesión de puntos sólo es factible como pesadilla. Para entonces habremos construido a nuestro alrededor un ecosistema inmóvil, hecho de animales articulados sobre un césped sintético, que reaccionarán al oír nuestro nombre con mensajes de error y óperas electrónicas. No habremos podido entrar, aunque veamos el interior cóncavo y vacío estrecharse sobre nosotros, por una contradicción entre densidad y materia observable: y si usamos los localizadores, se nos informará de la disponibilidad de un par de signos de interrogación imantados, pegados a nuestra espalda –con los que enmarcar otra vez todo lo que se vea desde allí.-

Bondage


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No nos inclinamos a pensar: presenciamos su spot minimalista, intuyendo sus sonidos idénticos mientras se desvanecen y su desvanecerse mientras lo son - hasta que el análisis espectral resulte negativo, infinito, o igual al dibujo que la sombra de un ave traza sobre tu espalda.-

La vez pasada sintetizábamos los movimientos de un cuerpo mientras lo es, cuando nos detuvimos: iniciamos pleamar y bajamar, y difícilmente le hayamos asignado un valor a la distancia entre ambas en la arena, más que el de una gaviota que de pronto volvió sobre sus pasos, observándonos. Sobre los márgenes de su caminar aleatorio, comparamos los diseños firmados por las algas y el yodo con la exclusividad con que una ola se anuncia, en la campaña de sus grandes marcas: “ésta es mi asimetría memorable”.

Acústico


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pulsó la tecla para responder, y utilizó aquellos argumentos por primera vez, ya había tomado aire suficiente para aclararlo todo.-

de ese siglo dorado se amontonaron tres o cuatro cuestiones igualmente difusas; y cuando alguien

la encargada testimoniaría para el documental, dando informaciones sobre el tipo de libros que solían prestarse allí, y sobre la mañana en que los expertos colocaron el trotyl y bajaron a desayunar. Después ahí construyeron una pileta olímpica. Sobre el borde

a la lista de todos los parkings en los que un Chevy abandonado mostrara –sobre el asiento del acompañante- algunas fotos viejas y mapas del Lago Huron con el sello de una biblioteca demolida hace años. Mucho más tarde

Siberia –o incluso

En primer lugar porque la pregunta podía referirse a cualquiera de aquellos que habían sido encerrados en los cubos de plomo –un quiz show telepático a fines de los sesenta, repleto de agujas imantadas e investigaciones sobre los campos magnéticos y la explosión de

Diario de la especie


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bancarrota del recuerdo, viene mi gata en celo y me mira escribir, ser recaudado por un banco de datos; y después vengo yo, como unas vacaciones demasiado extendidas.-

las líneas de navegación: viene la

el tiro de ninguna corrida; ni el pulsar insistente de esta erección podrá telegrafiar una demanda contra el amor del hijo. Han colapsado

pienso a lomo de burro en los casi once mil kilómetros de ruta loxodrómica, desde mi chullo verde hasta la casa donde eyaculaba regularmente mi padre. A esa distancia, ahora ya no podrá salvarla

ajeno a la posición privilegiada del glande, con su repetición bursátil proyectando la nada-

Esta tarde, contemplando sin interés el incremento acumulado en mi verga, igual que un accionista austríaco vagamente alejado de la mesa de negociaciones, confinado a su círculo gástrico y a cubrir la memoria con fotos de manzanos en diversas posturas

Hapax legomenon


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del canguro, sino escapar chillando escaleras abajo, y gritar más fuerte al perder la linterna? Literalmente, éramos chicos; nuestra pigmentación fue siempre “la catástrofe dérmica” alrededor de la cual se organizaron, durante años, el talento dramatúrgico de las madres y las hipótesis digestivas. Ahora hay unas promociones en la crepería que incluyen tu nombre escrito en láser, y una miniatura de esos encuentros navideños, en una edición comentada con mensajes de texto.-

Éramos chicos, usábamos piyamas 3D; comenzando el verano nos acorralábamos con palitos chinos alrededor de una plantación de remolachas, junto a dos ponis deformados por la perspectiva. Qué esperábamos, la noche

La noche del canguro


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de la víctima usando las propiedades de sus gritos, pero cada vez una pausa en la programación los distrae, haciendo que la broma nunca acabe, y la risa se sume al resto de tareas pendientes. Ahora se abrirán los turnos de debate al respecto, y si con eso se pudiera restablecer el flujo, se sabría que hemos sido disueltos por opiniones públicas, formateados por la corrosión –como una muestra de laboratorio.-

- o que me desprendiera de todo lo anterior, y me quemase una vez leído: me vino a la memoria el chiste de la conversación entre dos asesinos que fingen reconstruir el acento, los hábitos lingüísticos

que marcase algún cero absoluto, por teléfono

Cuando empecé a escasear, la orden fue que actuara con naturalidad, que partiera de escenarios mutuamente excluyentes –

Mi vida como bacteria


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del gatillo fácil: ahora me ves, ahora no me ves.

fue un cactus cubierto por el agua, un arma oculta en esta biblia hueca. Y fuimos monjes

no me ves. Éramos el caballo de los dos: cada beso

Éramos cowboys de la impermanencia, más rápidos que nuestra propia sombra: ahora me ves, ahora

Cowboys de la impermanencia


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qué pasa con mi radar y mis coyotes devolviéndote desde la frontera

pero sueña ballenas perdidas en alguna otra parte. Y qué pasa conmigo

Jim debería estar observando desde atrás de un acantilado o un carro de popcorn -cuando empiezan los tiros, aplaudiendo cansado,

y dejás a tu paso una huella heroica de cartoon: “botellas de cerveza masacradas, al lado de la ruta, para atraer a los cráneos de pájaros blanqueándose en pleno mediodía.”

Y esto otro: tus ojos, tus lacónicos dedos de gatillo pueblan esta calle con el soundtrack de un videogame: te vas moviendo, y en los cuerpos frente a vos florecen blancos

sos tan inocente como un sillón repleto de balas.

Esto: aunque te vayas despacio del Oeste con tus estrellitas bobas -en tu cara una sonrisa cyber; arrastrando ese cactus de luz con ruedas:

El escenario se dirige al cowboy


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de la roulotte. Soy la navaja que acaricia tu cuello, las canciones que improvisás al afeitarte.-

yo soy lo que te rodea: mis botones repartidos entre tus cacharros de lata, mañanas, cáscaras vacías, el residuo de los takes descartados, las flores secas en tu camarín, dentro

Las ballenas son el horizonte hacia el que mirás, eso que no podés atrapar con el poema

que estás siempre intentando cruzar?


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Me gustaría que lo intentes de nuevo, con lo que te haya sobrado: la pata que una vez le arrancaste a un tejón, tu denuncia del robo de un teléfono móvil, la nube de radioactividad que también busca algo. Me gustaría que lo consideres abierto, sin habilidad.-

De a poco van llegando los menús del nuevo vecindario: al principio te parecen incomprensibles, en otros documentos hablás de “reiterada barbarie insular”. Escribís eso en tus redes sociales, con una foto del petróleo vertido, y a la basura que se condensa en la superficie (hace 17 minutos) ¿la comparás con los comentarios que se van agregando a una tragedia? Nada que produzca imágenes puede ser tu enemigo, dirá tu sucesor más tarde. Esa frase le hará ganar millones; dará origen a una revolución en el concepto de entretenimiento que se agotará antes de que puedas impresionarme con la anécdota. No debería distraerme, y sí ejecutar nuestros retratos, escondidos y temblorosos detrás de los bambús y las ojivas nucleares, cubiertos por el barro. De a poco vamos dispersándonos después de la manifestación, tosiendo, les legamos a otros el trabajo de limpiar las consignas.

Kit de extinción


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sobre las rodillas y los codos de los demás, comparándolos con diversos árboles del condado. Florean, el hijo del jefe, cerraba las sesiones entregándonos un vaso de leche a cada uno, y repitiendo: “la mayoría de estos movimientos en otra lengua son imposibles de completar”.-

donde levantaba el mentón hacia las cortinas drapeadas, decoradas con estampas de la Federación. Entre los aprendices había un par de campesinas infiltradas, siempre haciendo bromas

que atacó el claqué me pareció que iba a detonar una mina escondida: intercalaba una serie de pasos efectuados con las pestañas bajas, con otra

de un fanático del ritmo, capaz de intoxicar a sus amigos con jabón industrial, nos tumbaba como a los gorriones de Trebinje, de cara a los bombarderos. La primera vez

Toda la primavera, el instructor nos hizo desfilar con los ojos vendados sobre un tablón que olía a aceite para aviones. Con la camisa del soviet a punto de estallarle, la mirada

El templo del swing


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Hace mucho tiempo flota esta contradicción, como un viento que dificulta el avance del helicóptero. También vos dejaste flotando una imagen tuya; donde debiste decir tareas

Porque alguien nos recibió en tu casa, mientras estabas fuera, recopilando historias sobre vos mismo; y porque ahora nos cuesta respirar, entender nuestra ubicación en este palco, mientras se extiende el humo, pregunto: o en vez de esto, qué pensabas decir?

Ahora es distinto que el fuego se propague y que protagonices el poema tipeando desde un búnker: “vamos a ofrecer precisiones sobre los accesorios y los clichés de ella. Digámoslo claro; la obsesión de él por el scrabble jugó un papel no menor en la tragedia”.

Cualquiera que sobrevolara las hectáreas de pinos habría hablado de ellos, encerrados en una cabaña, en un documental proyectado después de medianoche, en un curso de alpinismo dictado en los suburbios. Cualquiera se asfixiaría con ellos, y podría descubrirse los bíceps y enseñarnos, en un tatuaje, la escena radiofónica: una mujer apoyada en la ventana, entre frascos de mermelada casera, con la mirada fija en la indumentaria de los esquiadores -o en vez de eso: ¿qué?

Los animales se dirigen al lago


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de rescate, ofreciste algo ins贸lito, que la tormenta disolvi贸 con las anotaciones.-


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Una temporada de superproducción de naranjas lo alejó del Gran Teatro del Cáucaso. Le indignaba el atraso de la región en materia de tranvías: por él,

II

“Soy despiadado” les dijo a las bolsas de harina del galpón antes de que el Schnauzer le atravesara la mejilla con los dientes: lo arreó la abuela entre dos hileras de abetos que con los años se convertirían en su cordón de seguridad, con raíces que luego serían la confianza en sus intérpretes armenios, bajo nubes que nunca dejarían de ser nubes, hasta la casa del profesor de canto. Había polillas, ramos de coliflor, trampas para nutrias y un par de remos despintados en la cocina, como un cuento de ogros arruinado por el azar entrópico. “Allí entendí que curarse sólo es estar listo para la venganza”. Le pusieron laurel para cicatrizar mientras Tarek se cebaba con las espinillas, escupiendo maldiciones aún no conocidas. Aquí se ve la marca, a mitad de camino entre la muela del juicio y el incisivo superior derecho.

I

El jefe de operaciones del Cáucaso


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En la frontera se vició en kéfir y frutos salvajes, se acompañó de todas las tablas de cotización. Fue un corazón ahumado, lleno de barro; incluso antes de que lo recluyeran en la isla del triunfo ya había introducido todo lo que la revolución minimalista borraría con la tecla de los noventa: el serif de las carnicerías, los muebles laqueados y las montadoras

IV

Entró en Georgia como un precio conveniente para viudas. Había que restablecer los trazados sin dinamitarlos; y dinamitarlos sin que cayeran los pétalos sobre el estanque: los viejos buques florecían cargados de plasmas donde volvía a ver a su hermano en el despeñadero ¿Fue en un hotel vienés, o en este laberinto entre el Negro y el Caspio, donde asaba las cabras sobre una alfombra púrpura? Se arengaba como un entrenador mongol lo hubiera hecho, como se lee en sus prospectos publicitarios.

III

se hubiera abierto la camisa a pesar del asma, y le hubiera sonreído a la posteridad como una estatua móvil, repartiendo los panfletos de la huelga portuaria. Satisfecho, se veía crecer en la sagacidad con que lo estafaban, entre palmadas cómplices, los del sindicato.


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de souvenirs. “Un buen trato nunca está totalmente cerrado”, dijo, mientras las fracturas se multiplicaban en sus territorios. Días más tarde hubiera querido agregar algo, encerrado en el vagón frigorífico. En cambio, contó lentamente hasta uno, ayudado por los botones del abrigo. Hubo esa luz espesa, ahogándose detrás del matorral. Fue lo último, antes de que se hiciera de noche.-


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de un desconocido, dentro del sueño. Se está golpeando los dientes con una uña, y vos estás mirando dos puntos: en uno hay un detalle de todas tus actividades desde tu nacimiento, y en el otro estás vos, sumergido, con los ojos abiertos, buscando algo en las profundidades.-

sonámbulo. Por la mañana hay cardos enganchados en este pantalón, y un problema múltiple, cuyos residuos no conforman un todo, insertados debajo de tu lengua y en una de las frases

efervescente, y lo viste arrojarla a un vaso de agua, debajo de la lluvia, en un lago: ahora mi vida empieza como un incidente en la plataforma pesquera, o como un guardia forestal

Tu vida iba a empezar como una cabaña, listo para plantar una estaca, y quedarte ahí. En otro sitio, escuchando ese tipo de iniciativas, alguien grabó tu nombre en una pastilla

Cuidado con esos troncos en llamas


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Cada noche imagino que me acuesto con vos –como un faquir- te recuerdo en un punto distinto de mi espalda.-

Debe ser oficial: los cortes en el brazo, mirando a cámara, dentro de la pecera. Las zonas conflictivas resaltadas en rojo.

Los parpados pesados, otra vez no puedo responderte: dejo que me confundas con las llaves del coche.

tras el acantilado de tu cama. Afeitado, me explicás el procedimiento como si detallaras un menú. Tenés las credenciales listas, lo que hiciste por mí; el diagnóstico en el bolsillo izquierdo de la bata –al salir de la ducha.

un relámpago en la placa de rayos equis- te detiene a la altura del quinto metacarpo, justo

Nuestra vida conjunta sólo falla cuando estamos despiertos: me hablás de amor, y una fisura –apenas

Hija del pastizal (hipersomnia)


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Escondidos detrás de nuestras herramientas de bricolage, mi mujer y yo, cavamos cada vez más profundo. Cada uno ha aplicado semanalmente una terapia experimental sobre el otro, interrumpidos sólo por los sonidos de un éxito deportivo en la distancia.-

Empantanados, con los inspectores fiscales bailándoles alrededor y perdiendo popularidad entre los vecinos desde el “tortugagate”, mis padres se plantearon la posibilidad de una tragedia sobre la cría de asnos y la carpintería. En el ático, me gustaba pintar a esos dos tecnócratas en el amanecer de algún parque acuático, flotando como un par de islas blancas y desconocidas. Pero cada día los oía jadear en mi cuenta bancaria, asfixiando mis pretensiones sindicales.

Dos gordos en apuros


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Cuando te llevaron a conocer las avenidas del centro sólo te acariciaste las rodillas. Esperaban, en tu entorno, que adivinaras cuál de ellas había sido diseñada siguiendo los principios del Kundalini Yoga y cuál era conocida, entre los taxistas, como “el brainstorming de los luchadores de Sumo”. No pensabas que tu familia pudiera correr peligro, pero tus virtudes quedaban amenazadas por el cable que tu gobierno había emitido respecto de nosotros: ¿quién más podría decir que éramos ciudadanos “de peluche”? Irradiaste cariño, después desinterés, más tarde un pésimo gusto culinario. Técnicamente, tus observaciones resultaban brillantes; fuiste el primero en hacernos ver que, como antes los coches amarillos de las auto-escuelas, ahora eran los galgos los que representaban lo último en paisajes urbanos; el único en analizar el impacto de las tinturas para el pelo en nuestra convivencia callejera.-

Una doctrina de la circulación


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crecimos, en el TGV de nuestro electorado, escribiendo Cómo recibir una cadena de iglús en adopción y éxitos similares; impulsando este cardumen, también bajo legislación boreal y luna llena, mirándonos sonreír en el estanque. Y también así, mientras desayunábamos, nos regalamos el hexagrama de las apropiaciones relleno de licor y mousse, con un jadeo de felicidad, en una delicatessen lingüística. Aunque pensar no sea eso, nos mantenemos en un espacio seco y fresco, casi al vacío.-

el mismo sketch, pero en la siguiente temporada, agregamos el paisaje de una central atómica, y más humor: “los desahuciados pueden ser un blindaje térmico durante una semana o dos” Así fue: y

Minutos antes de la cumbre, fingimos ser un cuestionario de visibilidad, una orden de desalojo escrita con el índice lleno de crema sobre toda la cara, y juramos oírnos respirar como en una risa pregrabada. Y luego, en

Otro trimestre de éxitos comerciales


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Me felicitaron, me preguntaron a qué me dedicaría ahora, si utilizaría los conocimientos ganados con tu caso. El municipio insistía en regalarme su loro emblemático; pero en el garaje, todas mis reflexiones terminaban así: “¿quiero, verdaderamente, convertirme en un experto en pérdidas?”

intercambiando tus libros sobre albatros. Ya habíamos sufrido demasiado, mientras tus hijos jugaban con escotillas de bronce. “Lo peor es que las cosas siempre tienen un nombre distinto”, había dicho uno.

Un año después tu obsesión por los artículos náuticos se había corregido: de haberte ausentado, la maestra del pueblo habría rematado tu colección de nudos, convencida de que eran los culpables de nuestra mala suerte; y hubieras visto -eso si regresabas- a las chicas

Lo último en tortugas


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se mostraron interesadas, prometieron enviar al fotógrafo que cubría las catástrofes. ¿Mantuvieron que era “una victoria de la imaginación” y a los rehenes amordazados en el auditorio? Entre ellos, la mayoría eran agnósticos y geminianos. Y los hombres altos, con camisas que denotaban el mesianismo de sus composiciones. La última se preguntaba “¿Hasta qué número pueden contar los pájaros?” y había sido el éxito incluido en la campaña presidencial de ese año. Afuera brillaban los primeros neones de las lencerías, articulando el juego de tu tristeza.-

Las partículas de café se precipitaban por el vaso de leche artísticamente, como la purpurina que coronaba a las cheerleaders al entrar al museo. Era el otoño en que la escuela musical de Sausalito deslumbró al mundo sin un sólo instrumento. Algunas publicaciones científicas

La escuela musical de Sausalito


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Uno se pregunta cuándo intervendrá su mujer, cuando ella le pide que se calme. Le sugiere alimentos para el yak, comidas calóricamente diversas, avena, eman’ems. En el fondo sabemos que el granjero va a morir y que el yak heredará su casa y a su mujer. Pero el final es bueno, porque estás pasando a toda velocidad por la carretera y lo ves en la parte más alta de la granja, mientras te alejas imaginando que lo que oíste fueron sus chillidos.-

Más adelante se habla de un día incierto en que el granjero se dijo que la vida había sido buena con él; y aquello tiene lugar mientras él se sobrepone a la belleza del paisaje: y después hay una nota irreal sobre el comportamiento de los animales y una mención críptica al rastrillo y la azada, oculta entre las referencias al perrito que vivía en los hombros del sujeto y la muerte de Kennedy. Un acuerdo estilístico disuelve las arbitrariedades de ese temperamento, permite que los adjetivos de la extrañeza marquen el rumbo, lo dirijan al yak, que delira de fiebre atado a un árbol. Entonces comprendemos que existe una historia, y que el granjero se mueve lentamente por ella, hasta alcanzar un recuerdo en que el yak está mordiéndole la mano.

Reconstrucción del yak


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tirado en el tatami de alguna galería de arte abandonada, con el impermeable manchado por la culpa. Y que todos tengan razón: mi hermano, la moto que traza su rally en mi espalda, el rascacielos escuálido a lo lejos; y que yo siga batiendo records de bonsái para adultos.-

Empecé a doparme con silencio; y cuando me di cuenta ya ni reconocía el jardín donde había manoseado tus encías por primera vez, jugando al ludo, aunque sabía que era una de mis propiedades. Hiperventilando,

Un campeón naif


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tanto, los flashes marcan las secuencias del espacio visual, van rebotando contra un pingüino azul de plástico; y penetran la espesura de hebras manchadas de café.-

encuentra una caja de pizza con las indicaciones que escenifican la relación de todos los objetos: el volcán, la palmera de goma en la isla desierta, un pisapapeles transparente dentro del cual continuará nevando cuando todos se vayan. Mientras

vacía, todas las veces una alfombra en el centro, manchada de café. En esa sitcom, los dos se miran, hasta que el más bajo escribe nuevamente: “siempre comienza así; sobre la alfombra una serie de objetos de 2,99 imitando el origen del mundo (risas)”. Si quisieras, hay un papel vacante para un mexicano que después

Siempre comienza por un pasillo a oscuras donde se oye el informe del tránsito en la noche, una discusión ahogada por una aspiradora, y luego el golpe en la puerta donde empieza el relato oficial: la habitación

My tailor is rich


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del agua, dormido, de un modo completamente otro.-

Mientras estuve vivo sólo pude pensar en esto: que íbamos a estrellarnos juntos, y antes a disfrazarnos, y que ibas a ser mi copia de seguridad; repitiendo cada una de mis palabras, pero abajo

a un circuito de última generación en Indianápolis que transcribe a esta página el eco de la materia mientras se derrumba, o en forma de un copiloto pálido, perdiéndose en el cielo del Atlántico, etc.

y carbonizado en Varanasi, mientras con las cenizas escribo nuevamente este mantra en mis párpados recubiertos de flores: muerto, conectado

del shopping del poema: o muerto y escondido dentro de la corteza de un árbol, grabando una señal de transparencia, en un tallo, apenas un momento atrás. También puedo estar muerto

Si estás leyendo esto, es que estoy muerto, y me sigo viendo por las cámaras de vigilancia

Copia de seguridad


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que se esconden entre las latas y abajo de la casa. Trazadas en el aire, estas debieran ser las líneas de protección, el estornudo que activará la alarma.-

me veo reflejada en una serie, antes de la publicidad del detergente, o me duermo -pensando en los mapaches

contra la mesa de jugar al bridge, el bar portátil donde los vasos telegrafían cada temblor; o contra el almanaque de ciervos en el lago detenido en el último febrero. A veces

un lote recién salido de la cámara frigorífica, cada mañana, transportada como un peso muerto por el interior de la roulotte, a los bandazos

Otra versión de lo que pudo haber sucedido es: que a lo mejor sí necesito un abogado, un enorme campo antimagnético -para no ser

Hija del pastizal (roulotte)


a Rafael Espinosa

por una banda de sonido 42

centrifugadas largamente que permanecen girando al fondo del desagüe, sin acabar de irse, pese al esfuerzo de la depuradora municipal. En una escena así, alguien podrá garantizar su aparición retroactiva, interviniendo el tour desde una posición equidistante, psíquica: alguna vez, entonces, parecerá que su flamante vida de reality show, construida sobre picos de audiencia; y acompañada

Alguna vez, durante la transmisión de un deshielo, un crepitar sinfónico, amplificado por el escenario austral, se podría entender como el residuo de una tradición oral- algo acoplado ahí por su carácter holográfico, como la historia inservible de una estirpe de maras, o mapuches -unos restos de chozas y bolsas plásticas, botellas en el barro escarchado, reformulado por las expediciones de bulldozers para la arquitectura del silencio: la habitación vacía donde un plasma repetirá las imágenes que primero anuló, o unas sobras

Cómo nacen los héroes


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como enmiendas constantes, hasta que el bloque de hielo

desde una zoología del control, que se insertaban

del seguro, y otra fonémica: ambas han sido aisladas entre dos pausas, y radiografiadas ahí, chequeadas; y ambas lo desafían a que recuerde: cada deseo desactivado por una nueva narración infantil, animales fantásticos, surgidos

Siempre pensaremos que está en otro sitio, que únicamente busca un mapa geodésico, un bosque para hacer tropezar su cuerpo contra el olvido, o alerces -y encuentra una cláusula

él, deberá perderse, pixelarse en una fase previa para que su avatar se quite ahora los binoculares y dialogue con los ingenieros.

por las patrullas antimigratorias, educado en una mitología contraria al canje: el que haya sido un niño será usado indistintamente por razones opuestas; y el que era

por medio de un error de edición. Ese ranking nos hará olvidar que forma parte de la misma leyenda, y que ha sido criado, como nosotros mismos,

imaginaria podría durar algo más que la grieta en el hielo, o incluso restaurarse a un punto anterior


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tratado sobre las diferencias entre persecución, razzia y exilio

Una historia como esa, descongelándose, podría producir una enseñanza: que uno para persistir, lo haga en forma de acrónimo, o esparcido en un texto más amplio -un

O si no, alguien puede toser: tose, y comprende su error -pero el efecto significa aquello que lo anula, por contraposición con la caída de la masa total del glaciar- y sólo se registra como provocación, y se gestiona como comment; asentimiento de un modo general.

contra la superficie del vidrio donde sueña que es él, y no puede entenderlo.

Cuando no esté haciendo eso, habrá una reacción física haciéndolo por él; algo que no acabará de dejarlo adherirse, ni soltarse -un deslizamiento

y sólo quedara la psicrofilia, los temblores nocturnos, el charco de la culpa cuando se descongela: la postal del futuro clavada sobre un panel de corcho en la oscuridad y abandonada ahí.

desapareciera por completo


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+++++++++++++++++++Y así nacen los héroes.-

crispada bajo la camisa.

proyectando su campo magnético sobre la superficie del vaso de agua sobre su escritorio, y otro que no puede sentirlo, ni su propia piel

Mientras esto no ocurra, de todos modos habrá alguien para producirlo, y otro que no podrá escucharlo, mientras echa un vistazo a los sucesos del día, en diagonal: hay un eclipse

voluntario- de donde deberá ser rastreado, escaneado hasta su análisis sistémico y su distribución definitiva.



“El escenario se dirige al cowboy” – Versión de Aníbal Cristobo y Carlito Azevedo sobre un poema de Margaret Atwood.

“Cowboys de la impermanencia” – Versión de Aníbal Cristobo sobre un poema de LeRoy S. Davis.

notas





Hija del pastizal (backpacker version) El regreso de Max Hija del pastizal (vulcanic version) Una objeción Bondage Acústico Diario de la especie Hapax legomenon La noche del canguro Mi vida como bacteria Cowboys de la impermanencia El escenario se dirige al cowboy Kit de extinción El templo del swing Los animales se dirigen al lago El jefe de operaciones del cáucaso Cuidado con esos troncos en llamas Hija del pastizal (hipersomnia) Dos gordos en apuros Una doctrina de la circulación Otro trimestre de éxitos comerciales Lo último en tortugas La escuela musical de Sausalito Reconstrucción del yak Un campeón naif My tailor is rich Copia de seguridad Cómo nacen los héroes

9 10 11 12 14 15 16 18 19 20 21 22 24 26 27 29 32 33 34 35 36 37 38 39 41 42 44 46

Índice






enelauradelsauce@gmail.com

enelaura.wordpress.com

Agosto de 2012

Araujo 3293

Tecno ofsset

por

En el aura del sauce

impreso


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