Fazendo Gênero 8 - Corpo, Violência e Poder Florianópolis, de 25 a 28 de agosto de 2008
Cuerpos (trans)formados: acerca de las identidades de género y la producción de la feminidad Julieta Vartabedian (Universitat de Barcelona) Cuerpos; género; transexualidad ST 61 - Sexualidades, corporalidade e transgêneros: narrativas fora da ordem Identidades corporeizadas ‘Travestis’, ‘transexuales’, ‘drag-queens’, ‘drag-kings’, ‘transformistas’, ‘cross-dressers’, ‘genderfuckers’, ‘transgéneros’…. Asistimos a una proliferación de conceptos y de identidades de género y sexuales que pretenden o, efectivamente, logran cuestionar las bases del ordenamiento sexual de nuestra sociedad. El modelo social y sexual con el que fuimos educados (todo hombre debe tener un pene, ser masculino y heterosexual; toda mujer debe tener una vagina, ser femenina y heterosexual) comenzó hace tiempo a mostrar sus fisuras desde el momento en que estas nuevas identidades y sexualidades emergieron o, mejor dicho, obtuvieron visibilidad. Ya no podemos valernos de las evidencias indiscutibles y naturales de una vagina o de un pene para identificar a la persona que está frente a nosotros/as: la moderna primacía de la genitalidad natural se rinde frente a una diversidad de comportamientos, sexualidades e identidades que escapan de este encorsetamiento. Sin embargo, ¿qué lugar tienen los cuerpos en la construcción de estas identidades? A partir de una experiencia de campo junto a (mujeres)1 transexuales en la ciudad de Barcelona, creo necesario matizar las afirmaciones de quienes consideran a la transexualidad como el elemento desestabilizador no sólo de la estricta división sexo-género de nuestra sociedad sino también de la omnipresencia del cuerpo y de los genitales para definir a las personas (Califia, 1997; Nieto, 1999; entre otros). Si bien resulta inaceptable pensar en la existencia de una genitalidad natural como evidencia de la identidad de un sujeto (Garfinkel, 1967; Kessler y McKenna, 1978), entiendo que las identidades de género siguen estando corporeizadas. Cualquier tipo de cambio físico del llamado proceso transexualizador se efectúa sobre el cuerpo en tanto soporte y espejo de las construcciones de género. Toma de hormonas, cirugías estéticas o vaginoplastias forman parte del abanico de posibilidades para que cada una en función de sus intereses y expectativas pueda representar y actuar su propia noción de género. Por lo tanto, no se puede negar que el cuerpo asume un lugar de importancia para las transexuales debido a que se convierte en un elemento privilegiado para llevar a cabo el cambio que deciden efectuar. Según Esther Núñez:
2 El género se inscribe directamente sobre el cuerpo de la persona; la legitimidad del género deriva de la inscripción en el cuerpo de las marcas culturales de la masculinidad o feminidad. Frente a la demanda transexual de una masculinidad o feminidad legítimas deben ser impuestas, sacramentalmente, sobre los cuerpos. La legitimidad de la condición de hombre o de mujer está ligada a la inteligibilidad de un cuerpo tópicamente masculino o femenino (2003: 231).
Por ejemplo, según los relatos de las propias transexuales, ellas nos cuentan cómo sus cambios corporales2 han permitido su aceptación por parte de la sociedad. El cuerpo es el medio fundamental que tienen para alcanzar, luego de una intervención sobre él, el reconocimiento social de sus identidades de género. Estas son las reglas del juego y ellas, con mayor o menor grado de autonomía y rebeldía, han acatado estas normas: Vamos a ver, ¿estás mejor ahora que antes? Y en lo que se refiere a expansión, sí. Si yo ahora me voy a casa, me pongo una falda, me pongo una blusa, o me ato el pelo con un lazo, me pinto los labios, o me pinto los ojos o me pongo unos tacones, me pongo unas medias y me voy a la calle y no hay una persona que me chiste, ni una sola [resalta estas palabras]. Antes, antes, simplemente con que me pintara los labios, te puedes imaginar el folklore que se montaba porque ahora soy un poco más libre, porque ahora me siento mejor en ese aspecto. […] yo hago lo que quiero hacer o las cosas que yo hago o como yo me pueda mover ahora no me llaman como antes “Desequilibrada, loco, maricón!” o no se qué, ahora no, ahora ya no tengo ese tipo de estímulos externos (Viviana). Desde luego mis cambios corporales facilitaron mi aceptación por parte de los demás porque, claro, de un día para el otro con… casi… afeitándome a diario y dices “Me llamo Katia” es que les cuesta trabajo aceptarlo, no?, y les parece madre mía qué ridículo digamos. Claro, ha pasado un año con las hormonas y con la depilación láser y… una serie de cambios corporales y etc., mi padre me ve en bikini y ya me toma de otra manera completamente. Cuando mi padre me vio en bikini, claro, se dijo “Ostia, tengo una hija” (Katia). Ellas así nos relatan que para ser aceptadas por la sociedad han tenido que normalizar sus cuerpos siguiendo el patrón de la matriz heterosexual dominante (Butler, 2001). Aquí no profundizaré las implicancias que esta normalización médica y social tienen sobre las transexuales. Me interesa resaltar únicamente que es a partir de las modificaciones sobre el propio cuerpo que ellas encuentran un medio para adaptarse (como en estos dos casos) o enfrentarse a la sociedad.
3 Cuerpos y transgéneros
Existen transexuales que no quieren “pasar” por el sexo opuesto y buscan romper con el sistema dicotómico tanto del sexo como del género. A este grupo (conformado también por intersexuales, travestis, transformistas, entre otros) se les llama transgéneros. En realidad, la comunidad transgenérica está conformada por personas e intelectuales que rechazan el sistema sexual bipolar de la sociedad, renuncian a la asociación del género con los genitales y prefieren verse enmarcad@s en un continuo de masculinidad/feminidad. Puntualmente, el concepto «transgénero» aparece en el contexto estadounidense para enfrentarse a la autoridad médica frente a la transexualidad y tiene un doble significado: Por una parte, es una palabra paraguas que cubre a todos los inconformistas de género, los que no aceptan la bipolaridad genérica, la existencia de dos géneros contrarios y cada uno de ellos concordante con su respectivo sexo biológico. Por otra, se refiere específicamente a la condición del varón biológico que vive como mujer y no piensa en operarse, coincidiendo en este significado con uno de los de «transexual» (Mejía 2006: 160).
Se entiende que ell@s, en definitiva, son quienes en su radicalidad pueden enfrentarse y transgredir el sistema sexual de nuestra sociedad. ¿Pero ell@s no necesitan al cuerpo como reflejo de sus posicionamientos político, social y personal? Si bien la comunidad transgénera tiene como objetivo descorporizar y desestabilizar las identidades de género, sólo es mediante, en muchos casos, la encarnación de cuerpos ambiguos e indescifrables que este movimiento se puede posicionar de una forma crítica frente a la inteligibilidad de los cuerpos presentados como netamente masculinos o femeninos. Sin el referente de un cuerpo inteligible con fronteras claramente definidas según el modelo de sexo dicotómico, los cuerpos transgéneros no podrían expresarse en su radicalidad a dicho cuerpo. En España el concepto “transgénero” no ha tenido demasiada relevancia3 ya que, como comenta Mejía4: “[…] las trans nunca hemos sufrido la dictadura de los médicos. En general, y hasta hace muy poco, ni siquiera los hemos consultado. Nuestras limitaciones han venido del poder político y, en lo inmediato, de la policía, que normalmente nos llamaba «mariconas» o, como mucho, «travestis». No teníamos, pues, motivo para sentir un rechazo íntimo hacia la palabra «transexual». Por eso, «transgenerismo» a muchas trans les parece un intento de imposición desde el exterior” (161). A diferencia del contexto estadounidense, este movimiento está dando sus pasos de una forma más lenta dentro del grupo más politizado de mujeres transexuales en España, ellas no se
4 sienten muy cómodas con la utilización del concepto “transgénero” para autodefinirse, prefieren el uso de “transexual”. Una transexual militante argumenta que: No, no aquí esa palabra [‘transgénero’] no ha tenido demasiada repercusión a pesar de que ciertas elites intelectuales intentan meterla, colarla como sea. No tiene éxito, la comunidad transexual comprende aquí a todo tipo de transexuales, no es…, o sea, es equivalente a transgénero la comunidad transexual, o sea, hay transexuales operadas, sin operar, hay gente que empieza, hay gente que utiliza la transexualidad de forma intermitente, etc., etc.
Alguna paradoja barcelonesa
He podido comprobar que muchas de las transexuales que conocí en Barcelona y mantienen unos discursos muy críticos y reflexivos en torno a la relación de la sociedad con la transexualidad, se presentan exteriormente siguiendo un modelo “unisex”, o sea, su imagen corporal se aleja totalmente del “modelo femenino”5 que la sociedad en general espera encontrar. Para precisar aún más, y sin ánimos de encuadrar estas descripciones como modelos fijos y homogéneos, casi ninguna ha utilizado la práctica de bombeo (Kulick, 1998) de siliconas líquidas inyectables6, poco maquillaje, vestimenta del tipo unisex, poca atracción por las cirugías estéticas y por performar una feminidad esperada por su (nueva) identidad de género. Sin embargo, y aunque parezca contradictorio, la gran mayoría ha accedido a la operación mal llamada de “cambio de sexo”, es decir, han aceptado la bipolaridad sexual que predomina en nuestra sociedad. Por ejemplo, volviendo a Norma Mejía (op. cit.) quien utiliza el término “transexual andrógina” para referirse a estas transexuales, nos comenta sobre una en particular:
No da la imagen típica de la trans dedicada a la prostitución que todos esperan ver, y eso rompe esquemas e inquieta a más de uno. Lo más fácil es clasificar lo «diferente» en el escalafón más distante e inaccesible. Ella no se obsesiona por presentar una imagen extremadamente femenina al uso, le molesta sentirse obligada por esa polarización tan latina de los géneros (295).
Sin embargo, insisto, ella se operó. Cuando le pregunté a esta transexual si no encontraba una contradicción que con su aspecto corporal tan crítico al sistema de los géneros se haya operado me respondió que “no, necesitaba cruzar la frontera que la sociedad te pone. Es como decir: ‘Bueno, ya llegué, ¿y era esto?’ ”7. Según la opinión de Mejía: “[m]i impresión es que algunas de las que
5 nos operamos estando en contra de la operación lo hacemos, al menos en parte, para compensar el hecho de que nuestro cuerpo no es muy femenino” (238). Yo no he podido comprobar esta afirmación. En un encuentro personal que tuve con Norma Mejía ella agregó que quienes no se operan son las transexuales que se prostituyen, aprovechando sus genitales masculinos para trabajar. Tampoco puedo confirmar su última aseveración. Existen muchas transexuales operadas que también se prostituyen. No pretendo (ni puedo) encontrar una respuesta a esta paradoja. Sólo la presento para aportar un elemento más para la reflexión. Palabras finales
Si bien la transexualidad es un claro ejemplo de la afirmación la verdad de los géneros no está en el cuerpo (Bento, 2003, 2006; Nieto, op. cit.), considero que el cuerpo no es el lugar de “la verdad” pero sí de la identidad de los géneros. Esto significa que en mayor o menor medida todas las transexuales han llevado a cabo un proceso de modificación corporal para adaptar su cuerpo al género con el que se sienten a gusto. Aunque dentro del mismo colectivo existan discursos muy críticos en torno al uso de las etiquetas en general y a la vinculación de la transexual con la categoría mujer en particular, no se puede negar que es el polo femenino o, mejor dicho, una de las tantas variantes e interpretaciones de él con el que se identifican. Los motivos para efectivizar el cambio son muy diferentes: se puede hablar de la presión social, de un deseo ‘natural’ o de un descubrimiento personal a lo largo del tiempo. Sin embargo, todas –con las diferencias correspondientes- han modificado sus cuerpos de alguna manera para adaptarlo a su propia identidad y rol de género. Será actuando sobre el propio cuerpo el medio que encontrarán para acceder al reconocimiento social y personal en tanto ‘mujer’, ‘mujer transexual’ o ‘transexual’. De hecho, será únicamente mediante el cuerpo que aquellas identidades que se presentan como más transgresoras podrán expresarse. De esta manera he pretendido matizar la absoluta descorporización del movimiento político y social transgénero: aunque se presente como paradójico, es en la propia radicalidad de estos cuerpos y en su oposición a un cuerpo inteligible que la descorporización es cuestionada. Como sugiere Montse, una transexual: “El género no sirve para nada. Pero es imposible no representarlo a través de la imagen”8. Por último, considero que sigue existiendo una voluntad social de mantener y crear cuerpos normales y homogéneos. Aunque se levanten voces y cuerpos contra esta normalización no es sencillo enfrentarse a todo un entramado de prácticas microscópicas y de normas de regularización corporal. Una de las formas de vehiculizar este tipo de control en el caso de la transexualidad ha
6 sido entendiéndola como una enfermedad que hay que “curar” (CIE-109 y DSM-IV10). Tal vez, antes de individualizar (patologizando) con nombres propios a la transexualidad, deberíamos como ejercicio colectivizarla y evaluar las implicaciones que produce este viraje. ¿Qué representa la transexualidad en nuestra sociedad? ¿Qué nos incomoda ver de ellas? ¿Por qué se las discrimina? Potencialmente pueden cuestionar las bases sexuales de nuestra sociedad, sobre todo quienes no se han operado ni pretenden hacerlo. Sin embargo, mi contacto con transexuales en Barcelona me inclina al reconocimiento que, aunque algunas posean algún campo de maniobra y autonomía frente al modelo sexual bipolar, el peso de la normalización se vuelve contundente. Bibliografia BENEDETTI, Marcos (2005), Toda feita: o corpo e o gênero das travestis. Rio de Janeiro: Garamond. BENTO, Berenice (2003), “¿Quiénes son los/as verdaderos/as transexuales?”, en: Memorias del XVI Congreso Mundial de Sexología, Habana, Cuba, pp. 1-24 (disponible en: International Gay and Lesbian Human Rights Commission, http://www.iglhrc.org/files/spanish/documentos/QUI%C9NES%20SON%20LOS.doc). --------------------------(2006), A reinvenção do corpo: sexualidade e gênero na experiência transexual. Rio de Janeiro: Garamond. BUTLER, Judith (2001), El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. México: Paidós. CALIFIA, Pat (1997), Sex Changes. The Politics of Trangenderism. San Francisco: Cleis Press. GARFINKEL, Harold (1967), Studies in Ethnomethodology. New Jersey: Prentice-Hall. HÉRITIER, Françoise (2002), Masculino/Femenino. El pensamiento de la diferencia. Barcelona: Ariel. KESSLER, Suzanne and Wendy MACKENNA (1978), Gender. An Ethnomethodological Approach. US: John Wiley & Sons. KULICK, Don (1998), Travesti. Sex, Gender and Culture among Brazilian Transgendered Prostitutes. Chicago: The University of Chicago Press. MEJÍA, Norma (2006), Transgenerismos. Una experiencia transexual desde la perspectiva antropológica. Barcelona: Bellaterra. NIETO, José Antonio (1999), “(Des)centrando los genitales: los transgeneristas”, en: El Viejo Topo, nro. 135, diciembre, pp. 40-44. NÚÑEZ, Esther (2003), “La transexualidad en el sistema de géneros contemporáneo: del problema de género a la solución del mercado” en: OSBORNE, Raquel y Óscar GUASCH (comps.), Sociología de la sexualidad. Madrid: Siglo XXI y CIS, nro. 195, pp. 224- 235.
7 STOLCKE, Verena (2003), “La mujer es puro cuento: la cultura del género”, en Quaderns de l’Institut Cátala d’Antropologia. Barcelona, núm. 19, pp. 69-95.
1
Coloco este concepto entre paréntesis porque muchas prefieren identificarse únicamente como ‘transexuales’, desechando la expresión ‘mujer transexual’. También es cierto que otras se adhieren específicamente al concepto de ‘mujer’, negando el uso de ‘transexual’.
2
No me refiero exclusivamente al hecho de llevar a cabo la vaginoplastia. Al hablar de cambio corporal incluyo todos los elementos que contribuyen a construir un cuerpo considerado como “femenino” (crecimiento de los pechos -por hormonas o implantes-, depilación, crecimiento del cabello, cirugías estéticas, etc.).
3
Quizás quienes más lo están utilizando son los transexuales masculinos.
4
Transexual y doctora en Antropología, su libro es la publicación de su tesis de doctorado.
5
Resalto esta idea porque no se puede pensar en términos de homogeneidad y unidad al hablar de ‘lo femenino’. Existen diversas maneras de representar y actuar la feminidad (Héritier, 2002; Stolcke, 2003).
6
Práctica utilizada con mucha regularidad por travestis (y transexuales) latinoamericanas, aunque vivan en Europa.
7
Diario de campo, lunes 23 de octubre de 2006.
8
Diario de campo, lunes 23 de octubre de 2006.
9
Es la décima revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades. Este sistema de codificación es el utilizado en Europa.
10
Cuarta edición del Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la American Psychiatric Association.