1 minute read

Viaje al corazón de la historia antigua

El “veo cosas maravillosas” de Howard Carter al entrar en la tumba del pequeño faraón Tutankamón aún resuena en nuestros oídos. ¿Qué escondían aquellas paredes, conservado intacto por el paso de los años? ¿Cuántos tesoros dormían ocultos junto a secretos olvidados durante siglos?.

No es la única “cosa maravillosa” que un historiador ha descubierto, pero la frase de Carter resume la emoción de millones de viajeros al enfrentarse por primera vez a un tesoro de esa inmensidad. Esas “cosas maravillosas” despiertan todos nuestros sentidos y dan un nuevo significado a la palabra curiosidad. Hoy podemos ver cosas maravillosas todos, apostando por viajes con mucha, mucha, historia.

Echemos la vista atrás. La historia antigua abarca aproximadamente 5.000 años de la vida de la humanidad. Muchos han fechado su inicio en la escritura cuneiforme sumeria. Por algo hay que empezar y este les ha parecido un buen punto de partida. Conocer algunos de los vestigios más gloriosos de esta época es imprescindible para entender quiénes somos y de dónde venimos.

Nosotros empezamos por Tutankamón, el pequeño faraón que ha devuelto al mundo la pasión por los viajes arqueológicos. Porque el 4 de noviembre de 2022 se cumplieron 100 años del descubrimiento de la tumba más famosa del mundo.

Ese día, un siglo antes, el arqueólogo británico Howard Carter, desanimado, estaba listo para abandonar. El dinero se acababa y tras seis largos años, su búsqueda era estéril. Pero en esa jornada, un niño egipcio que llevaba agua a los arqueólogos cambió la historia. Hussein Abd el-Rassul, imitando a los profesionales, escarbó con un palo en algo que había llamado su atención. Allí había un escalón y luego otro y otro y otro… Y así, hasta 16. La marca real de Tutankamón también apareció. La expectación era máxima, pero había que esperar a que Lord Carnarvon, el ‘financiador’ de la expedición, llegara de Inglaterra. Entonces sí: Carter abrió la antecámara el 26 de noviembre de 1922. “¿Puedes ver algo?”, le preguntó el conde inglés. “Sí, cosas maravillosas”, respondió Carter. Habían encontrado, por fin, los tesoros que buscaban, escondidos durante más de 3.000 años. “Tuvimos la impresión de estar mirando la sala de utilería de la ópera de una civilización desaparecida”, describió Carter más tarde. “Los detalles del interior de la cámara emergieron lentamente de la niebla: animales extraños, estatuas, oro. Por todas partes, el brillo del oro”, comentó el arqueólogo. Hoy el Museo Egipcio de El Cairo atesora la mayor parte de objetos encontrados. De ellos, el más famoso continúa siendo la máscara mortuoria azul y dorada que le cubría el rostro y su ataúd de oro puro.

This article is from: