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Mesopotamia antigua

Continuando por nuestro viaje en el tiempo y cambiando de continente, llegamos a la cuna de la civilización. Situada en lo que hoy denominamos Oriente Medio; Irak, Turquía y Siria guardan tesoros de este enclave culto y refinado que sienta las bases del comercio, inventa la escritura y el cálculo -pero también la cerveza- y es un referente en avances hacia una sociedad más justa. De hecho, el primer libro de leyes de la historia, el Código de Hammurabi, es una de las grandes aportaciones de esta cultura. El original, la llamada ‘estela de Hammurabi’, fue descubierta en 1901 en las ruinas de la ciudad de Susa y actualmente se exhibe en el Museo del Louvre, en París.

Quienes quieran descubrir más secretos de Mesopotamia deberán viajar a Uruk, la más antigua de sus ciudades. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2016, el comisario de una exposición sobre la ciudad la definió perfectamente: “Faltaban aún 2.500 años para que se levantaran los primeros dólmenes y menhires en Europa y Egipto aún no era un estado gobernado por un faraón; pero en lo que hoy es el sur de Iraq, existía ya Uruk, con entre 35.000 y 80.000 habitantes”.

Y ya metidos en este maravilloso mundo, ¿por qué no descubrir la capital de Mesopotamia, entre los años 2000 y 500 a. C? Babilonia ha pasado a la historia como una de las ciudades más bellas del Medio Oriente antiguo. Más de medio millón de personas habitaba en esta urbe donde la Biblia sitúa la Torre de Babel. Ubicada a unos 100 kilómetros al sur de Bagdad, los restos de sus legendarios Jardines Colgantes fueron uno de sus atractivos más importantes. Considerados como una de las 7 Maravillas del Mundo Antiguo, dicen que fueron mandados construir hacia 600 a. C. por Nabucodonosor II. Cuenta la historia -para muchos leyenda- que fueron un regalo para que su mujer no echara de menos su patria, mucho mas florida que Babilonia. Como fuera, nadie ha encontrado nunca ni un vestigio de lo que pudieron ser aquellos maravillosos jardines. No importa: el viajero sí podrá disfrutar de las Puertas de Ishtar. Para entrar a Babilonia, los visitantes deberían “atravesar” la desafiante mirada de los Lamassu: bestias aladas con cuerpo de león y cabeza de hombres barbudos. Merece la pena mantener la mirada de estas fieras.

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