El Canto a lo Divino o la Sutil Espiga de la Fe

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El Canto a lo Divino, o la sutil espiga de la fe

La fe constituye la piedra angular de la vitalidad de esta tradici贸n religiosa, oral y musical del campo, que es parte sustantiva de la identidad y el patrimonio cultural inmaterial de Chile. Edmundo Bustos Az贸car* Programa de Patrimonio de la U. Alberto Hurtado

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El autor expresa su agradecimiento a don Arnoldo Madariaga Encina y a su hijo, Arnoldo Madariaga L贸pez, por su gran aporte a este art铆culo.

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l Canto a lo Divino es una tradición de larga data en la cultura campesina de Chile. Su origen, de acuerdo a diversos autores, se sitúa en los inicios del siglo XVII con ocasión de la presencia jesuita en los sectores de Bucalemu y El Convento, en la actual provincia de San Antonio. Se afirma que los misioneros de la Compañía de Jesús utilizaron la décima como un instrumento de evangelización de los indígenas del sector, tarea que en el tiempo se extendió entre el valle del Choapa y el río Maule. Así, fueron estos evangelizadores quienes predicaron los primeros versos y, a través del canto y la oración, enseñaron la doctrina cristiana. Luego, los propios campesinos comenzaron a componer sus décimas, basándose en las enseñanzas de la Biblia. Esta expresión se inserta en la tradición del Canto a lo Poeta que, a su vez, se desglosa en Canto a lo Divino y Canto a lo Humano. Como señala el cantor Domingo Pontigo, “el Canto a lo Humano es todo lo que los humanos hacemos: maldades, amores. Todo lo que uno quiera escribir que no sea Bíblico” (ver recuadro).

LA ESPIGA ESPARCE SUS SEMILLAS En la actualidad se vive un incipiente proceso de transmisión de la tradición de los cantores a lo divino, gracias al esfuerzo que muchos de ellos realizan dictando talleres entre las regiones de Coquimbo y O’Higgins. En una conversación con la familia Madariaga —reconocida entre los cantores como una de las familias más importantes en la difusión de la tradición— resulta necesario preguntarles qué es lo que mantiene tan viva esta expresión de la identidad campesina de Chile central. En efecto, las condiciones históricas de aislamiento del campesinado, que permiten suponer una relación más profunda con su contexto, se debilitan con la irrupción de los medios de comunicación, la tecnificación de la actividad agrícola y el acceso, por el efecto de la mundialización, de otras formas de expresión cultural. Y la pregunta no es irrelevante si consideramos que actualmente muchas expresiones de la tradición campesina resienten un importante deterioro. Sin embargo, y a pesar del actual contexto, el Canto a lo Divino no solo se conserva sino que, además, registra un proceso de transmisión generacional. Sobre las razones que permiten comprender la vitalidad del Canto a lo Divino, don Arnoldo Madariaga nos indica: “El tema está en los creyentes, en la fe. La fe de hoy es tan fuerte como hace cuatrocientos años. El cantor que desarrolla el Canto a lo Divino es una persona de fe, pues el canto es una alabanza. El Canto a lo Divino ora cuando canta y tiene una conexión, un diálogo directo con Dios al momento de cantar. El canto es una prédica verdadera, con sentido y sentimiento, porque cantamos con o sin gente. Pero nos gusta mucho más con gente pues, durante el canto, podemos evangelizar al que escucha. En una ronda, un velo-

EL GUITARRÓN CHILENO Este instrumento es uno de los más representativos del país. De origen indeterminado, el actual guitarrón solo es utilizado en Chile. Al decir de don Arnoldo Madariaga, “tiene una forma similar al de una guitarra, pero con cuerpo varonil”. Posee una caja voluminosa y veinticinco cuerdas, cuatro de las cuales “actúan por simpatía” y se les llama “diablitos”. Existen pocos luthiers que puedan fabricarlo, lo que incide en el número de cantores que lo dominen con habilidad*. * Sobre esta materia: El renacer del guitarrón chileno. Asociación Nacional de Poetas Populares y Pyadores, Agenpoch. Fondart, Santiago, 1996.

rio o una vigilia no estamos en una presentación personal ni en una presentación artística. Por eso no nos hacemos llamar ni siquiera folcloristas”1. El Canto a lo Divino tiene lugar en velorios de angelitos —y, desde hace no mucho, en velorio de adultos—, en vigilias y en las tradicionales Novenas de Chile Central, que simbolizan el nacimiento de Jesús. El canto, en estos lugares, se realiza durante la última noche. No obstante, acorde a la zona, la ronda de canto se lleva a cabo en consonancia con las costumbres locales. Por ejemplo, en el sector de Los Vilos o en el valle del Choapa se le denomina “alojadas” pues la virgen del Carmen —de Palo Colorado—, o del Rosario, en Quilimarí, peregrina en andas y recorre todos los sectores. La familia que la recibe y aloja es la que congrega en su hogar a los cantores que realizarán la vigilia. De igual manera, en Rinconada de Los Andes y en el valle de Aconcagua a esos cantos se les llama “velorios”, pues se utilizan velas para honrar a la imagen. Participar en un encuentro de Canto a lo Divino constituye una experiencia espiritual profunda. Una vigilia, que se inicia cerca de la medianoche en una capilla de campo o en la casa de algún vecino, concluye con los versos dedicados a la resurrección de Cristo, al momento en que se verifica la salida del sol. La ronda de cantores aborda las distintas etapas de la vida de Cristo. Como indica Fidel Sepúlveda, uno de los principales investigadores de la estética del Canto a lo Divino, “los ciclos más importantes del corpus son los cantos por Creación, por Nacimiento, por Padecimiento de Cristo, por la Nueva Jerusalén. Son los grandes capítulos de un macrorelato que cuenta la historia de un pueblo y su destino, y que se desglosan en diversos episodios que van ilustrando esta historia, todos unidos por una gran coherencia articulada por redes simbólicas que entrelazan lo humano y lo divino… Por eso tiene el carácter de totalidad que no tienen ninguna obra poética producida hasta ahora en Chile”2.

Las referencias a Arnoldo Madariaga Encina y su hijo, Arnoldo Madariaga López, corresponden a una entrevista realizada en Casablanca, durante agosto de 2011. Sepúlveda, Fidel: El Canto a lo poeta: a lo Divino y a lo Humano. Análisis estético antropológico y antología fundamental. Ediciones Pontificia Universidad Católica de Chile - DIBAM, Santiago, 2010. Don Fidel falleció en septiembre de 2006, legando una obra imprescindible para comprender la cultura popular campesina.

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Las décimas, acompañadas por el canto y una guitarra, o por un guitarrón chileno con afinación traspuesta, alcanzan una profundidad y espiritualidad que no se entiende sino en personas dedicadas a la lectura y a la reflexión de La Biblia.

TESOROS HUMANOS VIVOS Durante 2009, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, puso en marcha el Programa de Reconocimiento “Tesoros Humanos Vivos”. La iniciativa que rescata y difunde la identidad popular de Chile —una de las escasas actividades que ha desarrollado sistemáticamente el Estado— reconoció en su versión 2010, a Domingo Pontigo Meléndez, cantor a lo Divino de San Pedro, Melipilla.

LA CONSTANTE RECREACIÓN DEL CANTO Las décimas, acompañadas por el canto y una guitarra, o por un guitarrón chileno con afinación traspuesta, alcanzan una profundidad y espiritualidad que no se entiende sino en personas dedicadas a la lectura y a la reflexión de La Biblia. A eso se agrega la cotidianidad en el mundo campesino, la relación con la tierra en una temporalidad y espacialidad que no se encuentran en zonas urbanas, y a una fe profundamente arraigada en sus tradiciones. Con un amor verdadero, / lleno de júbilo y gozo, / que le tomó por esposo, / a un anciano carpintero. / Muy humilde y placentero / San José le prometía / de cuidarla de noche y de día / y al niño de Dios también. / Un astro se vio en Belén, / que se llamaba María (Agenor Quintanilla). Sepúlveda afirma que “el Canto a lo Divino reescribe las Sagradas Escrituras desde la experiencia de la fe del pueblo chileno, sencillo y muchas veces analfabeto. Reescribe lo divino al modo de lo humano, de modo que las figuras bíblicas aparecen hipostasiadas con las figuras del entorno histórico y cultural de Chile”.

Los poetas campesinos incorporan su contexto al momento de reinterpretar las Sagradas Escrituras. Para esto, utilizan elementos que, en estricto sentido, no son parte de La Biblia pero que permiten una identificación con los distintos pasajes, logrando una apropiación que hace aparecer familiar los sucesos que allí se relatan. “También dos blancas palomas / le fueron a hacer visita / llegaron de mañanita / y en el portal lo encontraron / y de alegría cantaron / un chuncho y una diuquita” (Extracto de una décima de Honorio Quila)3. En estos Versos por Nacimiento se aprecia cómo don Honorio incorpora palomas, chunchos y diucas. No obstante, en sus versos también habrá niños, ancianas, águilas, halcones, peucos, bandurrias, pavos reales, zorros, leones (pumas), todos ellos visitando a Jesús en el pesebre. Así, el imaginario se traslada desde Belén hasta cualquier punto del campo chileno. Es por esto que desde la sencillez del campesinado se habla de una reescritura de la Biblia. Pontigo señala que “el lenguaje debe ser siempre sencillo, que toda la gente lo entienda. Uno le va dando el sentido, dependa del tema que quiera escribir, pero siempre con palabras que todas las personas entiendan. Esa es mi manera de escribir”.

Quila, Honorio; Mercado, Claudio. ‘El sol cuando a mí me hablaba. Honorio Quila. Poeta Campesino’. CNCA, Consejo de la Música, Santiago, 2009. (Versos de Nacimiento, Registro en la Catedral de Santiago, enero del 2000)

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Uno de los factores que permite la vitalidad y constante recreación de esta manifestación es, precisamente, que son los cantores campesinos —sean de Canto a lo Divino o a lo Humano— los que durante su historia han mantenido el control de la expresión. En efecto, es común en las manifestaciones de la cultura popular detectar intentos de intervenir estas expresiones por parte de subgrupos culturales, que buscan incidir en los contenidos y forma de la manifestación. Esto ocurre particularmente cuando estas formas de alabanza, como los bailes chinos o el Canto a lo Divino, no son homólogas a las formas rigurosas que determinadas tradiciones buscan establecer para la expresión de la alabanza religiosa. Sobre el particular, Ticio Escobar consigna que “el problema no consiste en si se puede o no cambiar ni en qué conviene conservar y qué renovar, sino en si se tiene o no el control del cambio. Y, por eso, es cuestionable que, desde una posición paternalista, ajena al grupo, se pontifique acerca de qué es lo que debe o lo que puede cambiarse. La creatividad popular es suficientemente capaz de asimilar los nuevos desafíos y crear respuestas y soluciones en la medida de su propio ritmo y sus necesidades históricas... Así, cualquier innovación y apropiación de elementos extraños, como todo uso de imágenes o técnicas gestadas donde fuere, serán válidas en la medida en que correspondan a una iniciativa de la comunidad, mientras que la más mínima imposición

A pesar del actual contexto, el Canto a lo Divino no solo se conserva sino que, además, registra un proceso de transmisión generacional. de pautas ajenas bastará para perturbar un proceso cultural, distorsionar sus formas o empañar su sentido”4 .

LA IGLESIA SE LLENA DE DÉCIMAS En septiembre del año 2009, la Conferencia Episcopal, luego de estudiar formas y contenidos de esta manifestación campesina, entregó personalidad jurídica eclesial a los cantores reunidos en la Asociación Nacional de Cantores a lo Divino, actualmente presidida por el cantor, poeta y guitarronero Francisco Astorga. Para ellos esto fue un regalo, pues durante mucho tiempo la vinculación con la Iglesia no tuvo la fuerza de hoy. Los vientos de esta relación cambiaron a partir de los años setenta y en ese acercamiento fue relevante la intervención del padre Miguel Jordá. Actualmente la Iglesia auspicia un congreso anual de cantores de la Asociación. En esa ocasión los cantores se reúnen y debaten temas que, muchas veces, requieren de asesoría teológica. El Canto a lo Divino ya es parte de la Iglesia católica, que suma a su vertiente teológica la sabiduría y espiritualidad del mundo campesino de nuestro país. MSJ

Escobar, Ticio: El Mito del arte y el mito del pueblo. Metales Pesados, Santiago, 2008 (reedición).

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