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la academia

La invitación, enérgica y provocadora, que lanzaron los futuristas hace precisamente cien años, en la que dispuestos en último promontorio de los siglos o al final de la historia, como sugerirían luego una tras otra las ciencias humanas, no parece al día de hoy como un artificio considerado por un grupo de jóvenes; por el contrario la idea de arremeter contra el museo, la biblioteca y la academia -como lugares en los que se salvaguardan los artefactos y las nociones fundadoras de una cultura en agonía, así como los ideales cobardes, oportunistas y utilitarios- se puede comprender como una propuesta que, claramente en contravía de las maneras y desarrollos de la cultura occidental, sugiere la destrucción de sus estandartes más preciados.

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