esto es un conjunto de textos: bocetos, intentos y ensayos inacabados escritos desde y sobre el contexto de nido2018 en rivera uruguay, por un grupo de personas que se articula bajo el nombre bullshit
Ă?ndice 4 ________ t 5 ________ j 6 ________ ai 7 ________ la 8 ________ j 9 ________ an 10 ________ f 11 ________ j+f 12 ________ t+an 14 ________ ai 15 ________ j 16 ________ apendix m
16:30h Eres cuerpo, manos, pies, tierra, sudor, sexo, saliva. Te sientas sobre Corea e Inglaterra y pides a todas que hagan mรกs silencio. Entras por un bosque oscuro e invitas a la gente a hablar de miedo. Alguien a tu lado te pregunta tu nombre. Un casi conocido se sienta a tu lado, toma el micrรณfono y habla de su miedo.
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Intro Empezamos. Tú y yo, empezamos así, por el principio: unas líneas sin importancia, una voz incierta. Tú, quien eras? Tú, el otro, el que define a mí y a tantas otras. Tú, el marco, la línea divisoria. Pero también tú, el que no se puede tocar, el que imagina sin ver, tu, el que grita por las noches, el que susurra historias en el bosque, que cocina, que cose banderas, que habla sin invitación, que baila alrededor de la hoguera. Tú, quien eras? Tú, el que aquí no está, que no puede cruzar la frontera, que no tiene invitación, que no tuvo lugar, que no duerme y no escribe. Tú, que brillas sobre el pasto cuando cae la tarde, que enraizado en el suelo asistes a todo con calma. Tú, el que me define, que me hace recordar mis límites, y desear perderlos recorriendo tu cuerpo con la voz y la lengua, esta lengua que no es mía. Tú, el que desee ser hace unos años, y el que querré ser en un futuro. Tú, que desconozco, que observo con curiosidad, de quien robo los movimientos, de quien saco ideas, tú que me cuestionas sin parar, que me haces dudar, que me inventas con tu mirada, que determinas mi cuerpo, que desconoces mis limites, tú que me pones a prueba mientras cantas en mi oído, tú que caminas sin parar, y cuando paras agitas el aire alrededor tuyo, nuestro. Tú, que cuentas historias y prendes el fuego, que distribuyes libros y alumbras la noche, que parpadeas, que derrites, que produces humo, que equilibras tablas, que deshaces hilos, que reproduces gestos, que te duchas con agua y sal, que te mezclas a la tierra parda, sudando bajo el sol. Tú, quien soy?
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Algunos de los textos que escribimos en campo abierto se han perdido. Tiene sentido, pienso.
Recuerdo el ambiente de campamento, las hogueras. Un lugar de reunión ancestral, alrededor del fuego donde se produce la magia de lo ordinario. Pienso en lo que fuimos a hacer allí. En que fuimos a escribir sobre, o como Bullshit. También fuimos a estar junts, con otro grupo de personas que intuíamos afín. Pienso en los textos que no están y tiene sentido. Supongo que porque las experiencias son las que se inscriben en los cuerpos y ese es el tipo de escritura que tuvo lugar en ese espacio fronterizo, liminal, resto. Parece que solo- aunque no solo- en la grieta fronteriza pueden abrirse espacios, poner juntas cosas que normalmente no lo están, hacer que las diferencias no sean insalvables.
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Como generar una práctica de escritura? Como escribir? Como contemplar esto que nos rodea? Como no producir nada, siendo conscientes de que estamos produciendo ya? Como ser un colectivo? Como dejar de nombrarnos? Como darse cuenta de los patrones a la hora de escribir? Como saber que siempre que estoy bloqueada escribo en forma de lista? Como descubrir el miedo? Como permanecer en el bosque? Como armar una carpa? Como no quedarnos sin café? Como escuchar a los que están allá estando acá? Como trabajar desde la “nada”? Como hacernos cargo?
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14:45h Te sientas sobre Brasil y Francia, a tu lado una mujer te pregunta tu nombre. Hablas sobre tu trabajo, proyecto, tu proposición para la semana. Te pones de rodillas y hablas sobre gestión, arte, colectivo y autonomía. Pasas por entre la gente, saltas sobre un chico que te pone patas arriba, todos miran a tu ser niño.
10.35h Un desconocido te ayuda a hacer el café. Preguntas su nombre. Sobre Estados Unidos, Argentina, Italia y España, un grupo de desconocidos charla. Un amigo te ofrece pan y mermelada. Por detrás un grupo de jóvenes baila hip-hop.
00.30h Te quitas los zapatos y calientas los pies cerca de la hoguera. Compartes un vino con un casi amigo. Hablas sobre tu trabajo a un semidesconocido. Te vas a dormir. Bailas. Entras en el bosque oscuro otra vez. Lloras sentada sobre las luces que parpadean. Un conocido te acompaña a la vuelta.
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dentro de la barraca teño mi corpo ben protegido embalado en mi saco de dormir ultra térmico ayer me dormí un poco borracho y creo que no soñé nada por la noite escutamos berros no se escucha ben lo que dicen pero entre ruidos de palos y golpes metálicos entendo algo como ahí va ahí va ahí va se fudé se fudé se fudé me desperto con el sol me cocinando en la barraca hoy me dormí mais temprano tiña o corpo como molido y necesitando más horas de soño soñé con movimentos de serpente historias de medo un camino de pinos iluminado por luces de celular me desperté novamente con los ruidos los berros ahí va ahí va ahí va se fudé se fudé se fudé desa vez no abro los ojos y sinto como si estivese en este lugar de palos y rejas me desperto con un gusto a metal en la boca y mucha sed el sol me cocina en la barraca hoy me acosto más tarde que todos os días tambén bebi más viño que todos os días hoy no escucho nada pero me desperto con un gosto a metal aún más forte en la boca hoy hace mucho frio y nos esquentamos en la foguera abrazados porque ya temos esa intimidad entre nosos corpos la gurisa que está a mi lado dice que le diseron que los del carrancho berran para comunicarse yo le pregunto comunicarse con quien pero ella no contesta de noite soño con los berros no sé si los escucho o ya están en mi mente medio que me despierto con el zumbido de un mosquito que pasea por mi oreja y penso en cosas que despois escribo penso que la voz es la extensión del corpo y que por eso la voz tambén es corpo la voz es el corpo con limites más alargados con posibilidades de desencajarse de uno mismo es el corpo que chega a lugares que los ojos no ven que los pies no tocan que huye entre rejas vuela por entre los bosques de pinos corre por campos abertos penetra paredes y se esconde en buracos recónditos la voz en algún sentido es el corpo livre que se expande en ondas y se transforma en movimentos infinitos ahí va ahí va ahí va se fudé se fudé se fudé la última noite antes de irme cruzo la laguna subo algunos relevos y antes mesmo que ellos griten yo berro les puedo escuchar les puedo escuchar les puedo escuchar les puedo escuchar les puedo escuchar les puedo escuchar les puedo escuchar les puedo escu
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Llego unos días más tarde y oigo sobre gritos que provienen de la cárcel de enfrente, al principio esta información me pega en el cuerpo, a la noche desde mi carpa escucho la música de la fiesta que todas las noches se arma y esos gritos, todo al mismo tiempo, la posibilidad de la fiesta y la forma en la que personas que están encerradas pueden mandar su voz fuera de esas celdas. Que dicen esas voces: no escucho pero si puedo a lo largo de los días cambiar mi percepción sobre ellas: congoja,¿qué será que dicen ?, ¿qué será que les produce a ellos esos gritos? ¿los empodera? ¿los angustia sentir la fiesta o los estimula? ¿los libera el grito? Unos días más tarde vienen un poeta y artista de Rivera y otro artista brasileño y nos muestran un proyecto que hacen en esa cárcel, y si la cárcel está ahí enfrente cerquita, está ahí es otro Nido como estamos siempre conviviendo al mismo tiempo lo mejor de nosotros con lo peor, lo más habilitador de este mundo con lo más coercitivo. La capacidad de negación que empleamos cotidianamente para seguir viviendo, haciendo, creando mundo.
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Me zambullo en las prácticas de otros, copiar una danza de un director
20h Te bajas del bus que vino de la ciudad. En el campo un gran grupo de gente desconocida te espera. Entras de tacones sobre el escenario, cantas y cuentas historias de tu vida real. Sentada, te emocionas con la historia de otras. Un casi amigo a tu lado te ofrece una cerveza. Tu cuerpo es tuyo.
de orquesta, enmarañarme con otros, sudar juntos, escribir, escribir, pensar juntos en bienes culturales inmateriales, desayunar juntos y festejar el encuentro, propongo las propias: negarlo todo. Somos un colectivo que piensa y acciona con la lógica de los tres mosqueteros, todos para uno y uno para todos. Y también asisto a performances (las que puedo con mi tarea de madre-artista-madre) performances donde el cuerpo está ahí crudo, expuesto, intenso, presente con toda su potencia. Y en el medio y antes y después siempre la comida que nos convoca a ese bosquecito nativo, que da sombra, cobijo y alimenta. Hacer juntos la comida, tarea colectiva, este grupo de Nido se festeja a sí mismo en lograr día a día encontrar la manera de alimentarse, asearse y disponerse a generar encuentro de creación, expandir saberes, reflexionar sobre ellos. Y lo que en otras circunstancias podría ser difícil acá se torna aventura, la aventura de día a día lograr comer, ir al baño y estar dispuesto para entender que le inquieta al otro, que le mueve, que desea, y que deseo yo en relación a eso. ¿Me puede mover a mí? ¿me interesa? ¿puedo colaborar en aportar otra luz o visión a la inquietud del otro? O simplemente puedo ser un testigo de ese deseo, si ya con eso basta también.
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Habría que sacar un hilo, coser las prácticas de principio a fin. Pero no te sabría decir el porque. Hablo de algo que se cose porque siento que los cuerpos, poco
a poco, se convierten en aquella bandera de retalhos tirada en el pasto. Si, habría que sacar un hilo, trazar las líneas, y coser, coser.
Pero no hay silencio. Y esa idea romántica – así la llamo por falta de tiempo para pensar en otros términos, escribo rápido sobre la mesa de piedra en el jardín, entre encuentro y encuentro -, esa idea, decía, de que habría que operar en el caos y en la multiplicidad, afuera de los espacios protegidos, me hace cuestionar mis límites. Sí, la colectividad y la multiplicidad se han convertido en el nuevo ideario del artista romántico contemporáneo, el artista non-stop, siempre dispuesto a producir, siempre articulado y capaz de decir, capaz de bailar, listo para abrazar el ahora, siempre listo. El artista que, dicen por ahí, lo somos, y que nosotras mismas creemos poder llegar a ser algún día.
Sí, habría que sacar hilos y agujas, y coser. Cosernos, agujereando primero los dedos, luego los brazos, cuellos, codos, los muslos de la pierna, los hígados, pulmones, entrelazar las venas, hacernos nudos.
Pero si no hay silencio. La quietud, donde está? Al huir del cotidiano acelerado de las ciudades, del business y el entretenimiento, en el espacio que aquí ocupamos, singular y revolucionario, producimos. En una comunidad cerrada producimos, para ella, de acuerdo con sus gustos. Somos productores, al final, de un entretenimiento exclusivo, pensante, brillante. Entretenimiento para pocas - ¡y mira que somos muchas! -. En el seno de nuestra comunidad, caliente y valiente, creamos. Inventamos mundos, historias, afectos: entretenimiento exclusivo, baby, que nace del rechazo al entretenimiento de ellas, aquellas que aquí no están. Porque en la relación con ellas nos hacemos nosotras. Ellas que rápidamente se venden, las que ceden a los caprichos del mundo, que se dejan seducir, las comerciales, las fetichistas, las efectivas, las que no fueron invitadas porque no caben aquí, en espacio revolucionario y brillante.
Pero acuérdate, cuando las critiques, cuando te quieras distanciar del espectáculo o de la vida mundana, que ellas son también las que no pudieran parar, las que no pudieron comprar los billetes, las que mantienen un trabajo paralelo, las que tienen doble vida y no tienen un macbook pro sobre la mesa de reuniones. Nosotras, ¿Que somos? Quienes somos cuando nos juntamos aquí, bajo el árbol, y nos miramos en los ojos y bailamos juntas y nos escuchamos hablar, ¿Quiénes somos?
Pero habría sí que sacar hilos, agujas, picos, palas y destornilladores, y seguir agujereándonos y cosiéndonos y atándonos sin parar. Porque afuera de esta comunidad exclusiva, la vida de a poco se convierte en muerte. Nos están matando, dijiste, y la verdad se hace evidente en el vacío que la sigue. Afuera de esta comunidad, exclusiva y brillante, nuestros cuerpos pierden la orientación, dejan de ser. Y la colectividad, por más vaciada que esté de sentido mientras es palabra, recobra el valor cuando se convierte en cuerpo: venas atadas y pulmones múltiples, muslos y fascias y cabellos indiscernibles. Enmarañadas resistimos, en conflicto, al conflicto, por el conflicto que aquí en este espacio protegido sostenemos.
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Justo hoy estaba junto a otro grupo de personas estudiando, pero estudiando en esa forma en que se estudia cuando se conversa; cuando las conversaciones se producen, cuando te juntas porque hay un pulso común, un ritmo que está sincronizado. Estaba con ellas y ahora escribo sobre otro encuentro, otro grupo de personas que se juntaron - en el sentido de estar cerca- por deseo, por ganas, para estar - y que difícil estar, solo eso, en estos tiempos -. Nos empeñamos tanto en lo igual; y es que es más fácil, claro, estar de acuerdo. Pero la diferencia, ay, lo que contiene. Lo que amplía cuando una no se empeña en convencer si no en escuchar. El extrañamiento, la incógnita, el misterio, lo que no conocemos se revela entonces. Leí hace poco que misterio se deriva del verbo griego Myo que significa cerrar los ojos, que intuitivamente asocio con confiar, con un ejercicio de confianza que ejercitamos durante estos días. Este grupo de estudio en el que he estado hace un rato, acababa hoy, de algún modo. Ya no nos vamos a juntar más en ese lugar las mismas personas para hacer y hablar sobre esas cosas, igual que no lo haremos más las personas que estuvimos en Nido- no al menos de la misma forma-. Sin embargo, ese encuentro- y todos los encuentros que lo son- se sigue produciendo de manera invisible en un lugar inmaterial,sigue nutriendo. Nos mantiene vivos porque nos recuerdan algo que es esencial y que no sabría ni querría nombrar, porque al hacerlo se perdería su potencia.
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11h Te sirves de café y hablas con un brasileño. Escucha audios de gente que ya estuvo en ese mismo desayuno. Pones una canción de Lady Gaga y cantas con todas. Te duchas mirando el paisaje, el viento mueve el agua y te ríes de la situación. Desarmas la campana mientras el nuevo amigo te saluda.
17h Te sientas sobre las banderas otra vez. Muchos culos sobre muchos países hablan en diversas lenguas y hacen traducciones. Todas son emociones puras. Todas agradecen lo que pasó. El campo estuvo abierto todo el tiempo, aun así no te quieres ir de ese espacio-tiempo singular. Abrazas a las amigas, a las conocidas, a las no tan conocidas y te vas queriendo volver.
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Curiosa, vuelvo otra vez a dar vueltas sobre la otredad y el lenguaje. Tu, yo y nosotras. No están él y ella, la tercera persona ya no forma parte del aquí. Tu, yo, y nosotras. Yo, quien enuncia. Tu, quien escucha. Nosotras que aquí estamos. El lenguaje es un desafío constante, la primera frontera, que nombra quien escucha y decide quien no podrá escuchar. El lenguaje, la primera proposición, la reunión. Nos juntamos a hablar para luego hacer. El lenguaje define la acción, hablar es el primer gesto. La cosa, por lo tanto, define el cuerpo. Salto. Lo has pillado?
La frontera se goza, se escucha , se late. La frontera de la lengua, del discurso y del ser. Yo no soy uruguaya, yo no soy brasilera, yo no soy de Rivera, yo no soy hombre, yo no soy mujer, yo no soy hueso en la boca de ningún perro, yo no soy artista, yo no soy bailarina, yo no soy mala madre, yo no soy quien fui antes ni después de este Nido.
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La escritura se frena delante del lenguaje. La escritura descansa cuando se va la disciplina. La escritura se duerme cuando le saluda la libertad. La escritura se rinde delante de los abrazos largos. La escritura silencia cuando baila. La escritura quedรณ suspendida en el paisaje. El paisaje.
apendix por si todo te pareció demasiado abstracto, o si es que quieres un poquito más
Introducción al instructivo para acampar a lo Bullshit [Montevideo. Calle Piedras 597. Salgo del hostal corriendo con un montón de bultos que me indican que la estancia en Uruguay se terminó. Y de pronto, estoy mirando un campo. Esta imagen se desvanece mientras tomo café frente a un lago en un campo abierto que hace frontera con Brasil] [imagen campo abierto] Los días de festival de teatro en Montevideo se fugaron. Se desvanecieron muy rápido. En el año 2011 visité Buenos Aires como espectador de teatro y me quedé con las ansias de cruzar a Uruguay como turista. Siete años después ahí estaba la posibilidad de viajar al sur de América gracias a las gestiones y el trabajo del colectivo iberoamericano bullshit, a iberescena, a pice y al fonca que osó en confiar en este autónomo para presentar mi pieza y participar en otra en colaboración con mi compañera Cristina. Y es que cuando creemos que las instituciones son ese enorme entresijo de burocracia, es cuando precisamente hay que levantar la mano y decirles que estamos haciendo algo importante al menos para nosotros (as), porque si en ocasiones estamos fuera del marco legítimo y no nos hacemos ver es imposible plantearse una práctica aceptable. No voy hablar de lo bondadoso de las subvenciones y sus límites porque entraría en un tema tenso que reparte tres opiniones básicas que he escuchado: 1.El que recibe subvenciones es un artista que depende del Estado (con mayúscula) y por lo tanto su visión del arte es muy reducido.
2. El que no las pide es porque no lo sabe hacer o ya de plano le tocó un jurado que no ve por dónde coger el hilo del proyecto. 3. Al que no le otorgan las becas o subvenciones es un artista real, por lo tanto la corrupción de las instituciones al momento de otorgarlas es infinita. Obtener una beca o subvención no es ser parte del sistema o esto no implica que la labor artística sufra una baja de valía. Obtener una beca implica ser reconocido por otros y otras artistas, y por un sistema administrativo que valora tú capacidad de organización. Y claro, el proyecto que presentas debe ser original, o al menos sorprender y captar la atención del que te está leyendo como jurado. Y es que obtener becas o subvenciones implica un manejo adecuado de las palabras; en ocasiones me gusta pensar que es un nuevo género literario underground que tiene algo de ficción y de realidad. Lo anterior sería la parte divertida, pero ganar una subvención en México genera envidias, roces y competencia en el gremio, porque una vez que obtienes un apoyo, tienes que competir diplomáticamente con los otros que están en la misma situación que tú, así que tener acceso a los medios de producción para difundir tú proyecto subvencionado es lo más cansado que hay. Vamos que si el objetivo de una obra de arte es que se vea y se muestre, ganar una subvención no es suficiente para que esto suceda, y es que una vez que se obtiene un apoyo se genera un pequeño vacío tenso por la necesidad de distribuir tú trabajo, y esto lamentablemente casi nadie lo ve. Y en esa tensión absurda está el artista que se abruma y está el que resiste y dirige los medios de producción a su favor. Además, cuando obtienes un apoyo puedes ser visto por alguno de tus colegas como un traidor al romanticismo y a la rebeldía artística, así que conciliar todo esto es ya una performance que no siempre resulta agradable. Volvamos a Montevideo y Rivera, dejemos el pasado porque es re pesado, regresemos al calor, al trópico, al dulce de leche que regocija el paladar; dejemos atrás los pequeños dramas de las subvenciones, porque al ser un apátrida resilente me resisto a convertirme en una persona dramática. Y es que estar en la ciudad de la enorme rambla me dio la posibilidad de sentirme parte de una comunidad de la que me veía lejano, al menos en el mapa. Gente guay vamos, artistas trabajadoras con proyectos propios. Una comunidad que está siendo conocida como lxs Bullshiters; una mezcla de gente de danza, teatro, artistas visuales y performers al servicio del colectivo mismo y sus prácticas expandidas
por distintas partes del mundo. Esta comunidad surgió, me arriesgaría a decir como generación espontánea porque los encuentros propician estas células colaborativas que piensan, hacen y rectifican su propia práctica artística. Y es que el encuentro o festival o reunión Bullshit se lleva realizando tres años consecutivos, primero en Madrid, después en la Ciudad de México y en esta emisión en Montevideo. Un colectivo que es sustentado por una labor de gestión y producción que afortunadamente está siendo visible al interior del grupo y que mantiene el diálogo real y la auto organización como la herramienta más eficaz para su desarrollo. En esta ocasión la gente de Uruguay que integra el colectivo: Florencia Martinelli, Magdalena Leite y Anibal Conde llevaron la delicada tarea de ser nuestras anfitrionas para recibir a Cristina Balboa, Tulio Rosa, Janaina Carrer, Emmanuel Pacheco, Sabela Mendoza, Javier Martín, Ainhoa Hernandez, Laura Ramirez, Alejandría Cinque, Cachorro Lozano, Ana Luiza Fortes, Andre Felipe, Julian Pacomio y al que escribe. En estos días en Montevideo que compartí terraza de hostel y las cenas después de funciones con algunos de los colegas, me di cuenta lo distinto que somos todos y todas, y lo subrayo porque en algún momento se me había olvidado el poder creativo que tiene la diferencia para que estos proyectos sigan vivos y nos hagan suspendernos en una especie de burbuja pacífica y propositiva con respecto a las artes vivas y nuestras propias disciplinas. Después del Bullshit, algunos nos fuimos por separado a la población de Rivera que hace frontera con Brasil para asistir al encuentro en campo abierto que es otro espacio generoso para la creación artística y una residencia viable para emprender, mostrar y asimilar los proyectos artísticos. Estuve tres días pero sentí que el tiempo se dilataba. En la noche se podían escuchar los gritos que venían de la cárcel que se encuentra pasando un pequeño bosque en dirección a la salida del sol donde la artista María Jerez realizó una pieza sobre el miedo que me dejó pensando en mis temores con respecto a algunos pasajes de mi vida de treinta y siete tacos. La experiencia escénica en el bosque también me dejó en mis manos un libro llamado “Spanberguianismo” del coreógrafo Marten Spanberg, traducido por la misma Jerez y Alejandra Pombo con la colaboración de otras artistas del movimiento no menos importantes. La lectura de este libro que va de la filosofía del movimiento y la ética en la gestión y producción de la práctica del autor está en el cauce de mi buró. En Rivera estuve solamente dos noches con tres días bastante largos que
comenzaban a las 10 de la mañana y terminaban a las 2 de la madrugada alrededor de una fogata que fulminaba la leña para llenar de calor a gente tan diferente pero cercana. Todo bien, todo bien; el único inconveniente a la anterior fuga de memoria y mi estancia en campo abierto, es que la acampada no se me da. No voy a resistir, ni lo voy a ocultar. Por más que lo he intentado no me sale natural hacer el ritual de poner una tienda de campaña, llevar silla de camping y una larga, lista de utensilios especiales para pasar unos días en la naturaleza y asumir su salvajismo planetario. Cuando vas a acampar recibes un montón de consejos [que se agradecen] sobre cómo es la mejor manera de hacerlo. Se activa una maquinaria mitológica colectiva y efectiva que te permite imaginar y prevenir algún caos. Te conviertes en un receptor de mitos, noticias e historias cuando tus manos, [en este caso las mías] comienzan a orquestar las maletas. La cabeza comienza a descartar cambios de ropa, cargadores de móviles, zapatillas y objetos que no necesitas en un campo. De entrada establecía que no iba a resistir porque acampar equivale a trabajar el doble, pero justo ahí, y con algo de desconcierto, existe el sentido de laborar en un espacio libre de capitalismo excesivo y consumismo vacuo. Quizá debo aceptar este lado sin explorar para que la dulzura del camping se integre de una buena vez en mi cotidiano para las posteriores experiencias.
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