Revista literaria Túnel de letras - Número 6

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ISSN 2344-813X - Julio 2021

Revista literaria Número 6

www.tuneldeletras.com



En esta Edición

Editorial

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Lecturas de pandemia

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Penumbra

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Personajes

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Como en el cine

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Para leer

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Letra y música

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Por el túnel de letras

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Las 20 del XX

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Trainspotting

Piedras en el cielo La mujer del pelo rojo

José Antonio Fideu

Hitos históricos Las veinte del XX: novelas imprescindibles del siglo pasado Colmillo blanco (1906) El proceso (1925) La señora Dalloway (1925) El lobo estepario (1927) Mientras agonizo (1930) El hacón maltés (1930) Un mundo feliz (1932) Las uvas de la ira (1939) El principito (1943) El guardián entre el centeno (1951) Buenos días tristeza (1954) Desayuno en Tiffany’s (1958) Matar a un ruiseñor (1960) La naranja mecánica (1962) La ciudad y los perros (1963) Mujeres (1978) La insoportable levedad del ser (1984) Leviatán (1992) El club de la pelea (1996) Harry Potter y la piedra filosofal (1997)

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Director y editor

Ismael Iriarte Ramírez Directora comercial

Olga Lucía Iriarte Coordinador editorial

Daniel Casas Redactores

Cristian David Laverde Ana María Penagos Arte y diseño

Andrés Quijano Producción y distribución

Túnel de letras Editores Corrección

Cecilia Lara

ISSN 2344-813X Túnel de letras Bogotá - Colombia, 2015 Contacto

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Editorial Diez años para vivir mil vidas “Las cosas bellas que escribiremos si tenemos talento están en nosotros, indistintas, como el recuerdo de una melodía que nos encanta sin que podamos hallarle el contorno, tararearlo; ni siquiera dar una impresión cuantitativa, decir si hay pausas o una sucesión de notas rápidas. Aquellos obsesionados por el recuerdo confuso de las verdades que nunca conocieron son los hombres dotados”.

Marcel Proust

Esta hermosa frase del novelista francés Marcel Proust sirve como colofón del discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, concedido a V.S. Naipaul en 2001. No obstante, acto seguido y revestido de la humildad y modestia que requería la solemnidad de la ocasión, el recordado autor trinitario de origen indio se desliga de la idea del sobrenatural toque de las musas y atribuye su éxito a dos factores más mundanos: suerte y mucho esfuerzo. Desprovistos de la genialidad concedida solo a algunos pocos como Proust y Naipul es precisamente desde la suerte y el esfuerzo desde donde se explican estos primeros diez años de existencia de Túnel de letras, un proyecto que nació del amor a la lectura y la escritura. La fortuna, el primero de los factores mencionados, se hace evidente en la venturosa posibilidad de descubrir en cada página impensadas historias que cambian para siempre nuestra forma de ver la vida, mensajes cifrados cuya sola existencia pone en alerta los sentidos y personajes entrañables en los que poder descubrir algún rasgo familiar, o por el contrario, admirar los atributos que soñamos poseer. También hemos de celebrar el feliz encuentro con los creadores de estos universos, surgidos de la febril imaginación de grandes autores, que desde diversos lugares del mundo han confiado en nuestra revista para depositar el preciado bien que representa su obra. Nuevas voces o escritores consagrados han compartido de forma generosa algunos detalles de su profesión, o, tal vez sea más acertado decirlo, de su vocación. Todos ellos se han convertido en amigos de esta casa, en ciudadanos ilustres de nuestra modesta nación, derecho que se adquiere de la misma forma, insondable, arbitraria y afectuosa en la que se obtienen los títulos nobiliarios en el legendario, real y ficticio Reino de Redonda, que es gobernado por el gran Javier Marías, pero reside en el corazón.

mentos de silencio y apatía, en los que estuvo latente la posibilidad de abandonar ante las dificultades. Además de los resultados atribuibles a nuestra propia tenacidad, nobleza obliga reconocer que este camino no hubiera podido ser transitado sin la ayuda de nuestros lectores, colaboradores e invitados y en general de todos aquellos que comparten con nosotros esta pasión, que los convierte en miembros de una selecta comunidad capaz de encontrar en las letras un escape de la realidad, una herramienta para volar muy alto, alcanzar sueños e incluso, con un poco de fe, reescribir la historia. Su compañía y fidelidad han representado y lo seguirán haciendo, el mejor reconocimiento a nuestro trabajo, que renueva las fuerzas para seguir adelante. Huelga mencionar que durante este periodo no han sido pocas las ocasiones en las que los integrantes de este proyecto nos hemos visto envueltos en la espiral del tiempo, que pasa de prisa y nos hace creer que no sucede nada. Sin embargo, durante estos diez años he sido testigo de acontecimientos maravillosos que han superado las expectativas, tímidas e indefinidas de nuestros orígenes, entre los que se cuentan, solo por mencionar algunos ejemplos, dos proyectos literarios que han llegado a buen puerto, que no es otro que la complicidad del lector; unos más que aguardan impacientes su momento de ver la luz; y otros tantos que laten inadvertidos en algún lugar de mi conciencia. Solo me queda dar gracias. Gracias a los que han estado desde el principio, a los amigos que lo dieron todo pero siguieron su propia senda, a los que se han unido en el camino y a los que un día nos acompañarán. Gracias por las alegrías y las enseñanzas, por los logros y los nuevos proyectos. ¡Feliz cumpleaños Túnel de letras y que sean muchos más!

Ismael Iriarte Ramírez Director tuneldeletras@gmail.com

Por su parte el esfuerzo, la disciplina y sobre todas las cosas la paciencia han sido necesarias en aquellos mo-

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Lecturas de Pandemia Lecturas de la pandemia: una tertulia a través de Facebook Lecturas de la pandemia es uno de esos afortunados

acontecimientos derivados de las nuevas condiciones de cotidianidad que trajo consigo la crisis sanitaria mundial. Este proyecto creado por Jorge Aguilera, consultor y docente colombiano, experto en comunicación estratégica y autor de varios libros sobre la materia, tuvo como propósito inicial capitalizar el tiempo libre que se generó durante los momentos más crudos del confinamiento, para dedicarlo a la lectura entre amigos. Además de su objetivo primario de promover la lectura, abordar obras clásicas desde diversas perspectivas y encontrar su relación con la actualidad del mundo, Lecturas de la pandemia ha permitido a muchas personas mantener la interacción y comunicación con el otro, aún con las limitaciones impuestas por la coyuntura. Esto ha hecho posible que lo que originalmente se creó como un espacio de encuentro para un círculo reducido de allegados y conocidos, poco a poco haya ido despertando el interés de más participantes, lo que, en palabras de su creador, hace que valga la pena apostarle a este tipo de iniciativas. Otro de los grandes aportes de Lecturas de la pandemia ha sido la posibilidad de dar visibilidad a nuevas voces de la literatura y descubrir la creciente comunidad de noveles escritores que tienen mucho para contar. Además de sus obras, estos encuentros han permitido conocer aspectos como el proceso creativo, los hábitos de lectura y las dificultades para insertarse en la industria editorial. A pesar de haber surgido en la pandemia este proyecto tiene vocación de continuidad y encuentra su sostenibilidad en la fuente inagotable de inspiración que representa la lectura. Más allá del momento histórico que vivimos en la actualidad, el espíritu de este espacio obedece al interés y a la pasión por hablar de libros entre amigos y a la posibilidad de propiciar la consolidación de una comunidad dispuesta a formar parte de este ambiente permanente de tertulia. A lo largo de las diferentes sesiones de Lecturas de la pandemia, los participantes han disfrutado de estimulantes conversaciones sobre obras como El Decamerón de Giovanni Boccaccio; Diario del año de la peste de Daniel Defoe; La peste de Albert Camus; Los rateros de William Faulkner; Por el mar de Cortés de John Steinbeck; Sin novedad en el frente de Erich Maria Remarque; Por quién doblan las campanas de Ernest Hemingway; 1984 de George Orwell; El lobo estepario de Hermann Hesse;

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o Ana Karenina de León Tolstoi, solo por mencionar algunos ejemplos. En cuanto a los autores que han vinculado se destacan los nombres de Alfredo Serrano, Ismael Iriarte Ramírez y Sebastián Krieger. Sumado a este selecto grupo de obras y autores mencionados anteriormente, Jorge Aguilera, artífice de esta serie, tiene su particular selección de libros abordados que más lo han impactado: 1. La lengua del Tercer Reich de Victor Klemperer. 2. El infierno de Treblinka de Vasili Grossman 3. Lo que el cielo no perdona de Fidel Blandon Berrío Descubre más sobre lectura de la pandemia en:

Conoce más sobre Jorge Aguilera en:

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Penumbra Dejó de sufrir, dijo el médico. Ya está, suspiraste para que su muerte fuese real. Ahora queda el velorio. Enterrarla. ¡Ay mamá! La historia se te hace carne propia. Quizás ahora cicatrice. Del sanatorio vas a casa. Papá te espera con mates a pesar de que son las once de la noche. Así te cuida él. Unos mates con stevia porque el otro edulcorante no te gusta. Para él es lo mismo. Tragás el llanto con el primer sorbo. Papá se da cuenta y te abraza. Sentís el olor a recién bañado. Al jabón Dove que ahora usa. Antes se resistía, hasta que te pusiste firme y le dijiste: “no estamos para gastar tanto en jabón”. Papá se ordena cuando te ponés así. Los años de terapia ayudaron a establecer formas de comunicación entre los dos. Amor hay de sobra, te repitió más de una vez la psicóloga, pero no hay comunicación. Esa fue una de las primeras cosas que lograste: decir algo, ordenar a papá, intentar ser felices. - ¿Cómo está tu hermana? Papá te pasa otro mate y vos, más tranquila, contás que triste pero bien. Que ya era hora. Tanto sufrimiento. Noventa y siete años y blablá. Otra vez estás haciendo lo mismo. Tomás distancia. ¿Por qué lo hacés? Como cuando yo me fui. No fuiste a lo profundo. Fuiste un estanque a pesar del dolor. Seguís en esa conversación superficial. Que no daña. Con detalles de respiradores, bombas de alimentación y autoconsuelo de que así las cosas son mejor. Una galletita de agua y las luces de la casa. Chequeás tu paisaje artificial. Como quien hace el recorrido para verificar que todo está en orden. Papá se pone en alerta, te conoce. La penumbra es el enemigo. Te enojás, de pronto. Sos como esos vientos que aparecen de la nada, calientes y cargados de mal humor. - ¿Por qué está todo apagado, Marcos? Siempre lo mismo. Para ahorrar unos mangos en la luz vivimos en penumbras. Como un vendaval que cambia todo en un instante, prendés todas las luces de la casa. Papá te mira en silencio, como siempre. En tu histérico camino llegás al baño y te encerrás a llorar. Porque no tiene derecho a dejar la casa en oscuridad. Porque para eso pusiste tantas lamparitas cuando diseñaste la casa con la arquitecta. Porque no debería de haber ni un rincón oscuro en tu vida. Y los hay, aunque no en la casa.

-Voy a buscar la ropa-, decís y te vas. Llegas a lo de la abuela y te quedás frente a la puerta de la habitación. La cruz de madera sobre la cama te juzga al igual que el cuadro de la bisabuela con su cara surcada de arrugas. Cuarteada como la tierra en épocas de sequía. Vestida de un luto sin fin. Inexpresiva, muerta en vida. No es para menos, fue una sobreviviente. Mirás la cama. Las sábanas revueltas, la máquina que la alimentaba a un costado. Silenciosa ahora que todo pasó. No podés poner un pie adentro. La infancia se te agolpa en un recuerdo pesado. El olor a viejo te invade y te querés ir. Pero no podés. Tenés que llevarle ropa para que use en el cajón. Lo pidieron en la funeraria y alguien debía hacerlo. Vos, obvio. Por eso te evadís. Porque si no, ¿quién hace las cosas? Lo aprendiste allá hace mucho. Y aunque, el pasado debe quedar atrás, anidó en tu cerebro y se quedó ahí. Como un tumor. Prendés la luz que alumbra casi nada. Es la penumbra que nunca se fue de esa habitación. De ese postramiento constante y demandante. Vas al placar. Separás las perchas de ropa vieja y con olor a naftalina. Elegís un vestido estilo batón, con flores azules y una campera de hilo. No va a tener frío, pensás y te permitís sonreír. Agarrás la ropa y en cuanto tu alma se siente más liviana, ves la fusta a un costado. Los recuerdos te duelen como antes. Porque el cuerpo tiene memoria celular. Salís de la casa. Dejás el horror con las luces bajas, en los rincones oscuros. Llevás la ropa a la funeraria y la ves desnuda sobre una mesa metálica. Insignificante y arrugada como la mujer del cuadro. Ya está, pensás, y te vas a descansar.

Soledad Fernández

Soy médica de profesión. Escribo desde el 2012. Antes de escribir, fui una lectora voraz. Hice unos cuantos talleres literarios (el último con Mariano Quiroz). Publiqué varios libros: Misceláneas de la oscuridad, Relatos de la Parca, El barro del destino, La Máquina de diagnosticar y Un perro en la puerta de la casa velatorio (novela ganadora del II Concurso Bernardo Kordon de Paisajista Editora). Actualmente finalizando la edición de una nueva novela que pronto saldrá a la luz: El cuerpo habitado.

Te componés y salís rápido. Papá te mira, ansioso. Quiere acompañarte pero sabe que es mejor dejarte ser.

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Personajes Las vidas del hombre carnero La prolífica obra de Haruki Murakami ha dejado para la posteridad una estela de personajes que resultan por igual entrañables para sus lectores como digcrédito: https://commons.wikimedia. nos de atención para org/w/index.php?curid=7516617 los críticos. Probablemente el hombre carnero no figura en los primeros lugares de esa selecta lista, ni pasará a la historia por su carisma y encanto, sin embargo, alrededor de su figura pueden apreciarse los principales rasgos que han dado forma al universo literario del autor japonés a lo largo de las últimas décadas. Uno de los factores que explican la importancia del hombre carnero radica en el papel que desempeña en la evolución literaria de su autor. Esto queda en evidencia no solo con sus apariciones, sino también en las obras tempranas: Escucha la canción del viento (1979) y Pinball 1973 (1980), en las que -sin ser todavía un escritor de tiempo completo- Murakami incuba el mundo del Hotel Delfín, el “Rata”, el J’s Bar y por supuesto, el protagonista sin nombre de varias de sus historias.

La caza del carnero salvaje (1982) no solo es la novela en la que hace su aparición por vez primera el hombre carnero, sino que también es el bautismo de Murakami como un escritor “serio”, tal y como él mismo lo afirma en De qué hablo cuando hablo de correr (2007), obra de carácter autobiográfico. Por su parte en Baila, baila, baila (1988), en el que nos encontramos por segunda vez con el personaje que nos convoca, estamos ya ante un autor consagrado, en buena medida gracias al reconocimiento mundial obtenido un año atrás con la publicación de Tokio Blues, también conocida por su nombre alternativo Norwegian Wood. Pero ¿quién es el hombre carnero? Las respuestas a esta pregunta están diseminadas a lo largo de las dos novelas que le dan vida, aunque no siempre puedan concentrarse de forma figurativa y en no pocas ocasiones resulten crípticas, e incluso contradictorias.

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“El hombre carnero llevaba un vellón de carnero que lo cubría desde la cabeza hasta los pies. Su complexión robusta encajaba perfectamente en aquel atuendo. La parte de los brazos y las piernas eran añadidos. La capucha que le cubría el cráneo también estaba cosida aparte, pero los dos cuernos enroscados que la coronaban eran de verdad. A ambos lados de la capucha sobresalían en horizontal dos orejas planas a las que debía de haber dado forma con alambre. El antifaz de cuero que le cubría media cara, los guantes y los calcetines eran negros, a juego. Desde el cuello hasta la entrepierna había una cremallera que le permitía ponerse y quitarse fácilmente el traje”. Como lo describe el anterior pasaje de La caza del carnero salvaje la primera versión que conocemos del personaje es la de un hombre disfrazado con una piel de carnero, con una figura desproporcionada, un hambre insaciable y unos modales que dejan mucho que desear. Sin embargo, un examen más profundo de su naturaleza nos sugiere una presencia sobrenatural, tan inexplicable como inquietante, que sirve como catalizador del encuentro del protagonista con su amigo perdido y que, a pesar de algunas revelaciones dejará más dudas que certezas sobre los acontecimientos. La segunda versión por su parte se vuelve más compleja como la obra misma, la presencia es ahora menos tangible, pero no por eso menos vívida y significativa. En Baila, baila, baila el hombre carnero habita en una dimensión espiritual que no puede separarse del Hotel Delfín y tampoco del pasado ni el destino del protagonista, convirtiéndose en su única posibilidad de recomponer lo que está mal en su vida y conectarse con el mundo al que pertenece. En apariencia se revela así también el propósito de su existencia ante el lector, aunque no está libre de dudas esta nueva perspectiva.

“¿Existe el hombre carnero? —preguntó. —Sí —le dije—. Vive en un lugar de ese hotel. Dentro del hotel hay otro hotel. No se ve, pero está allí. Permanece para mí. En él vive el hombre carnero, que conecta distintas cosas para mí. El hombre carnero vela por mí, y es para mí como un operador telefónico, lo controla todo. Sin él, yo no podría conectarme”. Este halo de fantasía, misterio e incluso fatalidad que rodea al Hotel Delfín y a los personajes, constituye jun-


Personajes to a la presencia de la música y la musicalidad, los elementos fundacionales de la poética de Murakami. En mayor o menor medida estarán presentes en su obra de ficción, personajes y acontecimientos imposibles de explicar desde la razón y desde lo que consuetudinariamente conocemos como real. Los finales abiertos están a la orden del día y estas construcciones, que podrían considerarse inconclusas, demandan la intervención del interlocutor para completar el texto literario y establecer una propuesta plausible de desenlace. Esta tendencia parece encontrar cabida en el lector que no solo busca en la novela una vía de escape de la vida cotidiana, sino que asume también gustoso su papel en el relato, a lo que podría atribuirse una considerable parte del éxito del autor.

cepticismo y la apatía, que en la mayoría de los casos trae consigo una conducta autodestructiva que se vuelve nociva también para el entorno de los protagonistas. Aspectos como la depresión, el suicidio y la muerte se abordan sin tapujos, al tiempo que se libran batallas para encontrar el verdadero sentido de la existencia.

Otro de los sellos distintivos de la obra del escritor japonés es la permanente coexistencia de lo oriental y lo occidental. Este aspecto que despierta por igual amores y odios entre sus lectores y críticos, puede observarse en las obras analizadas a través de los orígenes de la existencia del carnero, que, a pesar de encontrarse en la tradición china, también se vincula con la historia contemporánea nipona y se funde en la narración con los gustos musicales, cinematográficos y literarios de los personajes, que constituyen muestras representativas de la cultura popular europea y estadounidense.

“Eso es. Un sueño vacío. No hay nadie, no se ve nada. ¡Ya sé! Como cuando pones el contraste de la televisión muy oscuro o muy claro. No ves nada. Pero hay alguien, ¿a que sí? Si fuerzo la vista lo veo: es una persona cubierta con una piel de carnero. No es mala. De hecho, ni siquiera es una persona. Y, sin embargo, no puedes verlo. Estar está ahí, como un dibujo hecho con tinta invisible. Aunque no se vea, está ahí. Se ve sin verse. Es una forma sin forma.

Podría afirmarse que el hombre carnero es en suma una parte de cada persona, que, aunque nos esforcemos por ignorar, late inadvertida y se alimenta de temores, abyecciones y deudas por saldar, pero también de sueños y esperanzas. Una noción que siempre está presente y que en cualquier momento podría dejar de ser solo una invención del autor y trascender de las páginas para materializarse frente a cualquiera de nosotros para mostrarnos el camino que debemos recorrer.

Orden de la lectura del universo del hombre carnero: 1. Escucha la canción del viento 2. Pinball 1973 3. La caza del carnero salvaje 4. Baila, baila, baila

La historia del hombre carnero es muestra también de una particular forma de ver la vida, recurrente en personajes de diversas obras de Murakami, marcada por el pesimismo, el es-

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Como en el Cine nados a esta forma tan inútil de pasar el tiempo y que no saben a qué más dedicar.

crédito: https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=42934174

Trainspotting: Elige la vida y algo más… Por: Daniel Casas Tomar muy en serio y llevar tan lejos como puedan la burla al sistema de valores que ha diseñado y montado la sociedad burguesa, se convierte en el juego favorito y la trampa perfecta, con que una pandilla de jóvenes escoceses del Edimburgo de los años 80, cae y se levanta de una vida cuyos ideales para ellos no existen, y que apuestan a vivir al límite de sus posibilidades, donde ganar sabe a poco y sobrevivir a la realidad es suficiente, más cuando es posible crear un sueño y sentir el placer de no dejarlo ir, si se tiene a la mano, la colección completa de: costo, ácido, speed, éxtasis, heroína, setas, Nembutal y Valium. En lo que pareciera una salida fácil a los conflictos psicosociales de una generación difícil, Irvine Welsh, encuentra el punto exacto entre la partida y el final de un viaje épico por el realismo desesperado de toda una delegación de desadaptados en la que conviven: alcohólicos, yonquis, vagabundos, maniacos sexuales, psicópatas, y todas aquellas formas inferiores de vida que estaban allí porque lo necesitaban, y para los que no había futuro ni lugar distinto al que pudieran pertenecer, convencidos de cambiar en nada lo que creen o saben que no pueden cambiar, y dispuestos a tomarse sin escrúpulos lo que el mundo les negaba, o creía darles con oportunidades que nunca quisieron tener como las que recibieron. El tren que todos ven pasar y que la multitud apenas advierte, el expreso que esperan muchos en la estación para llegar a alguna parte, la ruta hacia el próximo destino, y el hobby más ridículo de que se tenga noticia en Gran Bretaña, por definición, y que consiste en observar compulsivamente los trenes con la idea de recordar su número y características para competir con otros aficio-

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Todo esto es Trainspotting, y algo más que eso, un vagón lleno de personajes vacíos como son Mark Renton y sus colegas de vicio, estafa y diversión: Spud, Sickboy, Francis Begbie y Tommy; una bomba de tiempo y una bala pérdida que les volará la cabeza en la vernácula acepción escocesa que significa buscar una vena donde inyectarse “caballo” o heroína. Escrita en 1993 por el nacido en el distrito de Leith en su natal Edimburgo-Escocia, Irvine Welsh, Trainspotting es una exitosa novela que trascendió como todo un acontecimiento extraliterario al llegar al teatro y después catapultarse como una película de culto en 1996, cuya adaptación cinematográfica estuvo a cargo de quien fuera una de las promesas, y que luego terminó siendo unos de los directores más aclamados por la crítica y el cine británico, Danny Boyle, precisamente en virtud de la acertada realización de su versión de la obra para la pantalla grande, y que fue un récord en taquilla. A diferencia de otras novelas que fueron llevadas al cine, este es uno de los ejemplos más eficaces de adaptación de una obra original, por cuanto respeta el lenguaje casi que con ortodoxia, que emplea en este caso Welsh, y en cuyas páginas da cuenta de una narrativa cruda, honesta y provocadora propia del dialecto barriobajero local adonde pertenecen él y sus historias, como viejos conocidos que son. Así transcurre la aventura vital por el desencanto que nos cuenta Welsh con su pluma, que no solo escribe sino que cobra suculenta y descarnada vida con este Edimburgo, capital europea del sida y paraíso del desempleo y la desocupación, muerto de aburrimiento y desesperanza; pero que sobrevive feroz y del que nos va a convencer Boyle, está más vivo que nunca, cuando invoca la voz de sus personajes y los trae de vuelta en otra ficción tan real, donde se cruzan la sangre que contienen y la tinta por donde salieron. Tal y como sucede en los monólogos de su protagonista, Renton, interpretado por el actor también escocés, Ewan McGregor, quien saltó a la fama, gracias a su brillante interpretación en este delirante rol, y que empieza con el discurso disruptivo en que señala a la sociedad de ser


Como en el Cine sospechosa de inventar una falsa y perversa lógica, que absorbe y canaliza el comportamiento de la gente cuya conducta está por fuera de los cánones mayoritarios, con base en la siguiente reflexión que piensa en voz alta: “Elígenos a nosotros. Elige la vida. Elige pagar hipotecas; elige lavadoras; elige coches; elige sentarte en un sofá a ver concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu, atiborrándote la boca de puta comida basura. Elige pudrirte en vida, meándote y cagándote en una residencia, convertido en una puta vergüenza total para los niñatos egoístas y hechos polvo que has traído al mundo. Elige la vida… Pues bien, yo elijo no elegir la vida. Si los más cabrones no pueden soportarlo, ése es su puto problema. Como dijo Harry Lauder, solo pretendo continuar así hasta el final del camino”. Para Mark Renton, el éxito y el fracaso significan simplemente la satisfacción y la frustración del deseo, piensa que la vida es aburrida e inútil porque empezamos con grandes esperanzas para luego acobardarnos, entra y sale de sus dilemas de yonqui cínico y dolorido, y qué decir cuando se queda en el limbo aplastado por el peor dolor que siente un enganchado como es la abstinencia, demasiado feo para dormir y muy cansado para estar despierto, solo pide que lo protejan de quienes desean ayudarlo, y regresar a la historia de su vida, llegar lo bastante ebrio o fumado de puro aburrimiento y cagarla, o llegar muy jodidamente tarde.

Sabe que su problema más urgente por resolver es encontrar el siguiente viaje a la felicidad en el “chutódromo” o lugar donde inyectarse, en las shotting galleries, tan de moda en el Edimburgo que le tocó vivir, y que surgieron a raíz del cese de suministros quirúrgicos de Bread Street a mediados de los 80, como sedes comunitarias de consumo de drogas intravenosas, en que se compartían jeringuillas y que produjo una aterradora expansión del sida, que con mucha suerte no contrajo. Pero tal vez sepa descubrir con la lucidez que le queda, que su problema más importante en la vida está en que siempre que percibe o hace realidad la posibilidad de tener algo que creía o que quería, sea una novia, una vivienda, un empleo, educación, dinero y así sucesivamente, simplemente le parece tan aburridor y estéril, que ya no lo puede valorar. Entonces qué sentido tiene también, decepcionar a la gente con feos compromisos, que son progresivamente tímidas capitulaciones hasta llegar la muerte, donde cualquier intento de rehabilitación significa la rendición del yo, y cuando lo difícil no es sacar a un yonqui de su adicción tanto como sacarlo de su conducta de yonqui, según sus disertaciones y a propósito de su experiencia al haber estado del lado duro de la vida, y probar el dulce engaño e indecente verdad. Elige escupir tu vida a los demás o elige la promesa insatisfecha. Elige la vida y algo más… Nota: como dato anecdótico en la película, Irvine Welsh

interpreta a uno de los personajes que él mismo creo, un traficante punk de heroína, llamado Mikey Forrester, que le vende unos supositorios opiáceos a Mark Renton para uno de sus viajes.

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Para leer La nostalgia por los lazos de sangre y la inolvidable escena de cuando llovían “piedras en el cielo” durante las vacaciones de dos niños junto al mar, será un hermoso y poderoso recuerdo que se prolongará por el resto de sus vidas, como una clave en la reconstrucción de la memoria familiar herida y perdida, luego de que el sino trágico de la separación irrumpe entre ambos y destruye en adelante su relación de hermanos, cuando los secretos los condenan y convierten en la adultez no solo en dos extraños sino en seres antagónicos. ¿Es posible huir para siempre de la verdad sin que nos alcance? Es la encrucijada del alma a la que se enfrentan los hermanos Ángel y Mario Peralta, contrabandista de bajo perfil uno, y policía incorruptible el otro, como dos fantasmas ahora de carne y hueso, envueltos en un drama que los vuelve a poner uno detrás del otro. Siendo las sombras de lo que algún día fueron, cuando Ángel protegía a su hermano menor y que con la vuelta de los años tienen a Mario tras la pista de Ángel por ser el sospechoso de un entramado criminal y de pertenecer a una organización delictiva. Piedras en el cielo es la historia de los hermanos Peralta,

Piedras en el cielo como señales que caen y nos devuelven a la vida “Qué pudo haber pasado si…” Somos herederos del pasado, habitantes del presente y apostadores del futuro, en cuyo trayecto por el tiempo y el espacio tomamos decisiones que nos definen para llegar adonde queremos o podemos ser con un propósito en la vida del que parecemos estar seguros o resueltos a seguir; pero que el destino se encarga de torcer como un camino que nunca será recto y nos hará descubrir quiénes somos, de dónde venimos y hacía donde vamos en realidad, para bien y para mal, a pesar de nosotros mismos.

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y un niño autista llamado Elías quien misteriosamente los conectará, atrapados en orillas distintas de la ley y en un conflicto humano que solo se resolverá hasta tanto las verdades ocultas y olvidadas no se sepan y salgan a la luz de la trampa moral y el dilema ético que supone estar seguros hasta qué punto el bien y el mal son tan delimitados y cometidos por categorías estrechas de personajes buenos y malos, de las que estos escapan regresando a la complejidad psicológica de su origen y siendo dueños de la transformación de la que han sido objeto por el entorno que los separa y que inevitablemente los reúne de nuevo lanzándolos a un encuentro de consecuencias impredecibles y resultados definitivos que cambiarán sus vidas para siempre. ¿Existe el determinismo o pesa más la determinación? Será una de las respuestas a las que conducirá esta búsqueda en la ruta que toma la conciencia y sus variantes de la potencia al acto, por donde se inclina o desvía la naturaleza humana para hacer lo correcto en un mundo que no elegimos pero sobre el que podemos decidir. Así como el convicto Jean Valjean y el inspector Javert, en Los miserables, coincidieron en redimirse de las culpas que ambos compartían.


Para leer militar que inició en el ochenta. La cosmogonía presente de principio a fin con el mito griego de Edipo, y la leyenda iraní de Rostam y Sohrab, será el hilo conductor de este relato intrincado acerca de la tensión que teje Pamuk en la trama, cuando hace pender de un hilo la vida de sus personajes, con relación al pasado que deberán enfrentar para resolver el futuro, en un escenario donde concurren el parricidio, el incesto y el filicidio, como actos de rebelión contra la naturaleza humana, no solo aberrantes sino simbólicos que dan cuenta de los complejos que habitan en la psiquis respecto de la orfandad y la culpa. De ahí que sea muy delgada la línea por la que pasan el imaginario y la realidad, cruzando sus caminos en un pulso que enfrenta a la predestinación con el libre albedrío. ¿Es posible afirmar que quien no conoce la historia está condenado a repetirla? Quizá, ¿Pero por qué aun después de conocerla, los individuos no pueden cambiar tal suerte? Pareciera ser una de las cuestiones más álgidas para el lector que se encuentre con esta historia, conectada a las raíces culturales de un pueblo y su lucha por los pilares de la civilización, que están en crisis y ya no tienen el mismo sustento de antes, en el suelo donde se cavaba la tierra para encontrar pozos de agua en la mitad del desierto, tal y como lo vivieron Cem Bey de niño, y Mahmut Usta, su maestro el pocero, quien fue ese padre que le puso la vida en reemplazo del que había tenido y le quitó el régimen al llevar a prisión por haber sido un activista político revolucionario.

La mujer del pelo rojo La fatalidad del destino persigue a través de una ficción compleja la historia de Cem Bey y Gülcihan Hamm, en La mujer del pelo rojo (2016), cuyo sino trágico sirve de clave a su autor, Orhan Pamuk, para entrar y salir de los conflictos más íntimos y no por eso mejor guardados de la sociedad turca de finales de los años setenta, con una mirada que atraviesa fibras tan sensibles y que remueven el espíritu de sus protagonistas, a la luz y la sombra de la memoria histórica de una nación en la que conviven profundas contradicciones entre la fe y la libertad, toda vez que la Turquía que aquí se ventila sin inhibiciones, es el retrato atávico por donde se filtran conceptos como la modernidad y el estilo de vida occidental, que amenazan con destruir los valores de la patria según los más fundamentalistas, y que pretenderá defender la dictadura

¿Pero de qué va la mujer del pelo rojo en esta novela? Gülcihan Hamm, es el personaje que detonará las pasiones de los hombres que llegarán a su encuentro, seducidos por el poder de su exuberante belleza que trasciende como la imagen viva de la tentación, al punto de desafiar no solo el tiempo que tuvo que vivir sino de romper con el rol de la mujer en el mundo islámico, siendo una subversiva actriz de teatro que luego de rebelarse contra el sistema, ahora sobrevive a los embates de la represión, refugiada en el arte de la interpretación de las leyendas populares, cuando conoce a Cem, el hijo del amor de su vida, para la dicha y desgracia de ambos, mientras transcurre la transformación de Öngören en Estambul, y su deseo se convierte en la tragedia, de la que serán culpables y absueltos a la vez por el destino que invocaron y los trajo a aquél lugar común. No por eso, es casualidad que Cem descubra el mito que encierra el fondo de su vida, con frases a las que llega, como esta: “Porque cuanto más leemos, cuanto más creemos en ellas, las viejas historias y leyendas acaban ocurriendo en la vida real”.

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Letra y música dido entre los años de silencio que marcaron su retiro de la escena musical con motivo del nacimiento de su hijo Sean, en 1975 y los días previos a su muerte en 1980, este libro da cuenta de algunos recordados hitos de su historia, así como del entorno de la banda y sus principales éxitos musicales. Aunque esta mirada retrospectiva no aporta grandes novedades históricas a los más avezados seguidores de la mítica agrupación de Liverpool, si nos permite conocer o recordar algunas anécdotas generadas alrededor de canciones como Imagine o Lucy in the Sky with Diamonds. Otro de los aportes de este libro es haber contribuido a que más lectores jóvenes se acerquen al legado musical de Lennon. La obra, se constituye además en un sentido homenaje al más puro estilo Foenkinos, del que ya habíamos sido privilegiados testigos con Charlotte (2014), sobrecogedora novela de corte biográfico dedicada a Charlotte Salomon, artista alemana víctima del Holocausto. crédito: https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=21953062

Lennon, jazz y la chanson francaise: la música en la obra de David Foenkinos Además de ser uno de los autores más leídos de la última década en Europa, respetado por la crítica, aclamado por el público, y traducido a más de cuarenta idiomas, el escritor, dramaturgo y cineasta francés David Foenkinos es un confeso y orgulloso melómano. Esta vocación no solo lo llevó a estudiar música, más concretamente jazz y convertirse en su día en maestro de guitarra, sino también a dotar su obra de entrañables bandas sonoras, pero sobre todas las cosas de una musicalidad natural, casi imprescindible, a la que en buena medida puede atribuirse su éxito. Sumado a una prolongada estancia en el hospital que le permitió devorar lecturas durante meses, uno de los hechos que más influyó en su vida artística fue el asesinato de John Lennon, su gran ídolo y referente musical. La desazón producida por este trágico acontecimiento, no solo obedecía al dolor e impotencia ante la prematura muerte y consecuente ausencia del artista, sino también a la frustración ocasionada por la imposibilidad de llegar a conocer las alturas que hubiera podido alcanzar su producción musical. Esta fascinación profesada por Foenkinos se respira a lo largo de su obra, para la muestra: Lennon (2017), una biografía novelada del vocalista de The Beatles. A través de una serie de sesiones de psicoanálisis narradas en primera persona y escenificadas en el periodo compren-

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Imagine – John Lennon Imagine there’s no heaven It’s easy if you try No hell below us Above us, only sky Imagine all the people Livin’ for today Ah Imagine there’s no countries It isn’t hard to do Nothing to kill or die for And no religion, too Imagine all the people Livin’ life in peace You You may say I’m a dreamer But I’m not the only one I hope someday you’ll join us And the world will be as one Imagine no possessions I wonder if you can No need for greed or hunger A brotherhood of man Imagine all the people Sharing all the world You You may say I’m a dreamer But I’m not the only one I hope someday you’ll join us And the world will live as one


Letra y música No obstante las referencias prodigadas en las líneas precedentes, la presencia musical en la obra del francés no se limita únicamente a la biografía de su ídolo, sino que también se puede apreciar en la piel de varios de sus personajes. Tal es el caso del protagonista de Estoy mucho mejor (2013), que tras empezar a padecer un inexplicable dolor de espalda, ve como uno a uno todos los aspectos de su vida se ven sumidos en una profunda crisis. Después de probar muchas opciones, parece inevitable aceptar que el primer paso para encontrar la cura es enfrentar los asuntos pendientes que se han ido acumulando a lo largo de los años como una pesada carga y entre los que se encuentran el asesinato de John Lennon y la imposibilidad para conseguir entradas para el concierto de Miles Davis en el festival Halle that Jazz de 1991. Capítulo aparte merece La delicadeza (2009), una de las novelas más difundidas del autor francés, en la que Nathalie y Francoise, dos de sus personajes principales, comparten la misma afición de su creador e incluso interpretan en su boda Here, There and Everywhere, otro recordado clásico de The Beatles. Como dato curioso, en los divertidos listados intercapítulos de esta obra se puede apreciar la que hubiera podido ser la discografía de Lennon y el grupo después de 1980.

“Discografìa de John Lennon de no haber muerto en 1980:

L’amour En Fuite - Alain Souchon/Laurent Voulzy Caresses photographiées sur ma peau sensible. On peut tout jeter les instants, les photos, c’est libre. Y’a toujours le papier collant transparent Pour remettre au carré tous ces tourments. On était belle image, les amoureux fortiches. On a monté le ménage, le bonheur à deux je t’en fiche. Vite fait les morceaux de verre qui coupent et ça saigne. La voilà sur le carrelage, la porcelaine. Nous, nous, on a pas tenu le coup. Bou, bou, ça coule sur ta joue. On se quitte et y’a rien qu’on explique C’est l’amour en fuite, l’amour en fuite. J’ai dormi, un enfant est venu dans la dentelle. Partir, revenir, bouger, c’est le jeu des hirondelles. A peine installé, je quitte le deux-pièces cuisine. On peut s’appeler Colette, Antoine ou Sabine. Toute ma vie, c’est courir après des choses qui se sauvent: Des jeunes filles parfumées, des bouquets de pleurs, des roses. Ma mère aussi mettait derrière son oreille Une goutte de quelque chose qui sentait pareil. Nous, nous, on a pas tenu le coup. Bou, bou, ça coule sur ta joue. On se quitte et y’a rien qu’on explique C’est l’amour en fuite, l’amour en fuite.

Stili Yoko (1982) Yesterday and Tomorrow (1987) Berlin (1990) Titanic Soundtrack (1994) Revival - The Beatles (1999)” Fragmento de La delicadeza Sin embargo, no todo es “beatlemanía” en el recuento de las apariciones musicales de los libros de Foenkinos, ya que en títulos como La delicadeza, cobran especial relevancia otras canciones como L’amour En Fuite de Alain Souchon, la favorita de la protagonista, imprescindible en uno de los momentos más emotivos de la narración. Sobra mencionar que esta pieza compuesta por el mismo Alain Souchon y Laurent Voulzy tiene su propia historia en la cultura popular francesa del siglo XX, pues es el tema principal de la banda sonora de la película homónima de 1978, con la que concluye la saga de cinco filmes que relatan las andanzas de Antoine Doinel, alter ego de Francois Truffaut, prócer de la Nouvelle Vague. crédito: https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=93750759

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Por el túnel de letras Un océano mágico de letras Por: Cristian Laverde El 2020 fue un año que nos dejó un mar de dudas y algunas certezas; la más importante de ellas es que debemos vivir un día a la vez. Desde que era un niño me enseñaron a planificar mis actividades, empezando por la más importante y dejando para el final la que menor cantidad de consecuencias pudiera traer, eso aplica en mi vida, excepto por la lectura. Leer es una de las cosas más importantes de mi día, pero prefiero hacerlo antes de dormir. Un día de confinamiento decidimos reunirnos con un grupo de amigos en torno a la lectura y fue así como el destino, quizás escrito en algunas páginas sagradas, nos llevó a adentrarnos en un océano de letras que hoy seguimos navegando bajo las órdenes de la literatura universal y siguiendo la carta de navegación de los géneros que le enriquecen.

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Al final de nuestro séptimo encuentro el capitán de la nave nos presentó aquel texto como por arte de magia, el libro que cambió mi forma de ver el género de fantasía, hasta ese momento un mundo que desconocía y al que no me había atrevido a explorar. Dicho libro es el mismo que hoy en día me permite ser parte de la Sociedad de Cazadores de Cazadores de Hadas, honor que me otorgó ostentar el autor de aquella maravillosa obra. José Antonio Fideu es maestro de escuela en una provincia de España y se reconoce como escritor profesional, uno que se da el gusto de escribir lo que le plazca, lo que sale de su imaginación, que le permite construir historias con juegos de palabras desde que era niño, un maestro al que la fantasía lo conquista mientras se ejercita en alguna tarde soleada. Fideu se interesó por la literatura desde pequeño y sus primeros encuentros se dieron en el mundo del


Por el túnel de letras ¿Qué autores lo influenciaron? J.A.F. El primer libro que devoré con ansías fue La vuel-

ta al mundo en 80 días de Julio Verne, por eso Verne sería el primero de la lista. A lo largo de mi vida he admirado a varios autores como Antoine de Saint-Exupéry, Camilo José Cela, Miguel Delibes, J. R. R. Tolkien y a partir de ahí he leído a todo tipo de autores. De tipo fantástico quienes más me han influido son Philip K. Dick y Frank Herbert, me han impactado con su sentido de la maravilla. A día de hoy trato de leer de todo, principalmente clásicos, pero soy como una esponja, intento quedarme con algo y siempre aprendo algo nuevo durante mis jornadas de lectura.

cómic construyendo guiones e historias de forma aficionada, porque esa fue la manera que encontró para darle vida a su pasión. Su cariño por la fantasía ya lo sentía desde que su padre -de quien además heredó su amor por la docencia- le narró La Odisea. Nubilus fue la primera obra suya que se publicó en formato historieta, resultado de una colaboración con su amigo de infancia Vicente Cifuentes, dibujante que ha trabajado para DC Comics, quien le encomendó el guion y se encargó de darle vida a los personajes de su primera publicación. Con la puesta en circulación de la historieta se dio inicio a la travesía para el barco de José Antonio hacia el océano que hoy sigue navegando entre oleadas de ideas y temporales de historias que llegan a buen puerto y otras que naufragan con el paso de los días. Haber trabajado con su amigo le dio la fuerza necesaria para abrir las velas que le dieron el impulso para convertir aquel cómic en una novela, todo esto mientras cumplía con su labor docente en un pueblo rodeado de castillos en las montañas españolas.

Decidió entonces hacer una parada en su travesía y apostarle a un nuevo destino: publicar su novela con una editorial. Este era un reto más que Fideu debía enfrentar y en el que encontró su primer embate durante el contacto inicial que hizo con una de las editoriales que había identificado; la crisis económica española había hundido el barco de aquella compañía, por lo que había cerrado. Sin embargo, su deseo de salir avante lo llevó a intentarlo en una segunda editorial, por lo que decidió enviar su manuscrito, tiempo después, los días soleados volvieron a bordo de su barca, le comunicaron que su novela sería publicada. Después vinieron otras faenas exitosas como haber escrito El Duque de Mentiras y Alma, un par de las historias que hilvanó por esos días en los que ya se encontraba mar adentro en el océano de letras y magia. Cuatro palabras dieron vida a la obra que le hizo merecedor al Premio Minotauro 2016. El Cazador de Hadas, es el antagonista de su obra Los últimos años de la magia, y fue este personaje oscuro la semilla que germinó en una maravillosa novela ambientada en el Londres de la época victoriana.

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Por el túnel de letras ¿Cómo construye una historia José Antonio Fideu? J.A.F. Hace unos años leí un libro de

Ray Bradbury, Zen en el arte de escribir, y allí el autor contaba que las historias le surgían de una palabra o una frase, es decir, algo que a simple vista parecía no tener mucha importancia. En mi caso, suelen surgir de ideas pequeñas o conceptos inconexos que a simple vista parecen no muy importantes. A partir de ahí suelo realizar un proceso que me toma tres o cuatro meses en el que le doy vueltas a la historia y empiezo a realizar una lluvia de ideas que voy macerando hasta que tengan un poco de sentido, con ello construyo una idea general de lo que será el relato. Finalmente, hay un proceso de documentación importante, para el caso de Los últimos años de la magia compré un plano de Londres de la época victoriana e investigué aspectos como el salario en aquel tiempo y

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el combustible que usaban en las lámparas. Luego viene la construcción de los personajes, que cobran vida con lo que les ocurre, todo esto me permite construir algo parecido a un guion que luego cuando me pongo a escribir me salto totalmente. La creatividad hay que dejarla volar. Es así como me siento a escribir: con el final claro, unos personajes, un punto de partida y hacía dónde ir. Fideu considera que los personajes hablan a través de él. Ellos solos van contando su historia. Mientras navega por el océano mágico de letras tiene claro de cuál puerto y a cuál se dirige junto a una tripulación de personajes previamente definida. Su guion inicial se convierte en una carta de navegación que deja de consultar porque su creatividad es su principal habilidad, poco a poco las olas llenas de ideas le llevan a su destino, el final de sus historias. Aunque como todo buen navegante se ha perdido mientras convierte una serie de acaecimientos en una


Por el túnel de letras nueva historia, sale a caminar para encontrar la calma y retomar su viaje en una próxima caída del sol.

¿Qué viene para José Antonio Fideu? J.A.F. El primer proyecto que tengo es una novela ju-

“No podría escribir si no fuera un proceso que disfruto. Para mí la literatura es un refugio en el que me olvido del mundo que tenemos alrededor. El día que deje de disfrutarlo me dedicaré a otra cosa.”

venil ilustrada que narra la amistad entre un vampiro y un niño que empecé a escribir por divertir a mis hijos porque cuando empezó la pandemia y luego el confinamiento, la soledad y la tristeza me podían. Al final me enamoré de la historia y estoy a punto de terminarla. Tengo otra novela iniciada, una historia más realista de género negro, con un crimen, en la que mezclo mis experiencias y las de mi padre como docente, lo que será un cambio radical de género. Finalmente, estoy escribiendo un ensayo sobre la utilización de los juegos de rol en la escuela, tengo además varias ideas para novelas de género fantástico, tres o cuatro, pero la vida no me da para tanto; ya irán saliendo a la luz todas. Soy un contador de historias, no me interesa solo escribir novelas fantásticas.

Como consecuencia del premio recibido por su obra se animó a continuar; sin embargo, durante algunos meses se adentró en una vorágine en la que se preocupaba más por los demás que por su viaje en la literatura; fue una época en la que la tormenta se posó sobre su nave, fueron días oscuros en su travesía, pero la luz regresó… “Un día caminando alrededor de mi casa me dije que debía escribir lo que quisiera y fue así como surgió mi más reciente novela, Los dioses muertos. Volví a mis orígenes y construí una historia ambientada en la Grecia antigua, una historia de ciencia ficción con giros en el guion y que pensé que me costaría publicar, pero era lo que tenía adentro. He vuelto a escribir lo que me hace feliz.”

Es posible que Los últimos años de la magia tenga una nueva edición tipo bolsillo en España y que además en unos meses se traduzca y se publique en China, lo que sin duda alguna será una nueva aventura para José Antonio Fideu en su travesía en el océano mágico de letras que navega y en el que me sumergí cuando leí, el que para mí es el mejor libro de fantasía escrito en español.

Y, para terminar: Un autor: Ray Bradbury Un libro: El Señor de los Anillos Un personaje: Gavilán de Terramar de Ursula K. Le Guin

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Las 20 del XX Las veinte del XX: novelas imprescindibles del siglo pasado En esta época de celebraciones para nuestra revista, no nos hemos podido resistir a la seducción de las listas, esas mismas por las que Umberto Eco parecía profesar una gran devoción y sobre las que se permite explayarse en Confesiones de un joven novelista, obra en la que disecciona la estructura de este recurso y reflexiona sobre la tradición centenaria de su uso en la literatura. En Túnel de letras, al mejor estilo del autor piamontés, hemos decidido proponer nuestra muy particular selección de novelas imprescindibles del siglo XX. Como sucede con la mayoría de las listas, la nuestra resulta arbitraria y limitada, por lo que huelga decir que no pretende ser abarcadora, exhaustiva ni definitiva. Lejos de usurpar la facultad de establecer un canon literario del siglo pasado, este especial se erige como un modesto homenaje a las obras y autores incluidos, que como finalidad última no tiene otra que la de reanimar el fuego de la pasión por la lectura de estos nuevos clásicos. A pesar de lo inicua que pueda resultar esta selección, su construcción fue participativa e incluyente, alimentada con las preferencias de nuestros lectores y colaboradores a lo largo de Latinoamérica y España. De diversos lugares y profesiones provienen también los autores de las reseñas, entre los que se encuentran escritores, periodistas, filósofos, abogados, ingenieros, psicólogos, artistas plásticos, fotógrafos, investigadores y estudiantes universitarios, que acogieron gustosos la invitación de esta casa y que con ella comparten el amor por la literatura. Aunque los criterios de selección fueron tan variados como las personas participantes, existieron algunas limitaciones apenas naturales, tal es el caso de la temporalidad y el género, pues cabe aclarar que el listado que presentamos a continuación se limita a narraciones clasificables como novelas, publicadas durante el siglo XX. Otro de los parámetros está demarcado por la voluntad de no incluir más de una obra de cada autor y por último, el más desafiante de los condicionantes está relacionado con el número, y en este punto hemos de ser enfáticos en destacar lo difícil que resulta escoger solo veinte títulos en un periodo tan prolífico. No eludimos la polémica que puede generarse por la exclusión de nombres admirados por los integrantes de esta revista como Ernest Hemingway, Albert Camus o el ya mencionado Umberto Eco, así como otros referentes del siglo, como Gabriel García Márquez, Alice Munro, William Somerset Maugham o Isabel Allende, lo que no debe interpretarse en modo alguno, como un desaire a estos autores, sobre los que poco queda ya por decir y que tienen bien ganado su lugar en el Olimpo de la literatura universal con-

temporánea. Por el contrario, esta tendencia deja abierta una puerta para nuevas ediciones de esta selección en un futuro cercano. Imperdible resulta la muestra de escritoras propuesta, entre las que sobresalen Virginia Woolf, Harper Lee, J. K. Rowling o Françoise Sagan, mientras que llama la atención, sobre el resultado de este ejercicio, la prevalencia de autores estadounidenses como William Faulkner, Truman Capote, J.D. Salinger o John Steinbeck, solo por mencionar algunos. Por su parte, Mario Vargas Llosa es el único referente latinoamericano que se incluye, al tiempo que brillan por su ausencia representantes de otras latitudes. Desde el punto de vista cronológico la lista resulta representativa, siendo la obra más antigua Colmillo blanco de Jack London, publicada en 1906 y la más reciente Harry Potter y la piedra filosofal de J.K. Rowling, lanzada en 1997. La década de los treinta es la más prolífica con cuatro títulos: Mientras agonizo (1930) de William Faulkner, El halcón maltés (1930) de Dashiell Hammett, Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley, y Las uvas de la ira (1939) de John Steinbeck. En contraposición no se registran publicaciones del periodo comprendido entre 1910 y 1919. Solo nos resta invitarlos a disfrutar este especial, a descubrir o redescubrir las maravillosas historias que las obras presentes nos proponen. Nuestro trabajo no estaría completo sin sus comentarios, pero sobre todo si las siguientes páginas no despiertan en nuestros agudos, participativos y generosos lectores la inquietud de establecer y compartir su propia selección. Por último, los exhortamos a tener muy presentes las indicaciones de alerta de spoiler, que hemos incluido en las reseñas que así lo ameritan.

Redacción de Túnel de letras Si quieres compartir tu propuesta de las veinte novelas imprescindibles del siglo XX, envíanosla al correo tuneldeletras@gmail.com y la publicaremos en nuestra página: www.tuneldeletras.com También puedes compartirlas en tus redes sociales con la etiqueta #Las20delXX. Antes de empezar, aclaramos que hay “Spoilers” en algunas de las reseñas, estas son las convenciones del grado de la alerta:

Podría revelar algún detalle de la historia. Podría revelar información relevante de la historia. Podría revelar información sobre el desenlace de la historia.

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Las 20 del XX Colmillo blanco: La lucha por la supervivencia y el amor incondicional Colmillo Blanco, del escritor estadounidense Jack London (1886 – 1916) es la obra de quien con una fuerte experiencia de vida, se aventura hacia las entrañas de la selva en búsqueda del sueño americano, luego de vivir una niñez y adolescencia un tanto compleja, caracterizada por las necesidades y luchas como la de intentar recibir un título de la Universidad de California, tras haber hecho su mayor esfuerzo por ingresar a esta institución y cuyos estudios no pudo culminar. Sin embargo, es de destacar su pasión por la lectura desde muy niño, así como sus vivencias, aspectos que lo llevaron a desarrollar una producción literaria brillante, en la que se destacan sus novelas de aventuras, que articulan la lucha por la supervivencia y un fuerte amor por la naturaleza, que lo consagraron como uno de los mejores autores de su época. Colmillo Blanco nos presenta la historia de un perro lobo salvaje, desde antes de su nacimiento y a través de un sinnúmero de situaciones en las que lucha por sobrevivir hasta encontrar el amor y respeto de una familia que lo adopta. La historia inicia en Yukon (Canadá) con Bill y Henry transportando un cadáver en el trineo que halan sus perros acosados en este viaje por lobos salvajes. Es entonces cuando descubren que en la manada hay una loba que los persigue y que extrañamente se fija en Tuerto, uno de los perros, con quien la loba, Kiche, líder de la manada, trae al mundo varios cachorros, de los que solo uno vivirá. Este cachorro es el protagonista de su propia aventura, luego de deambular con su madre en busca de alimento, son divisados por un grupo de indígenas del que es miembro Castor Gris, quien reconoce a Kiche y los acoge para curarlos y cuidarlos. Es en este refugio donde encontrará un hogar durante cinco años el cachorro que recibirá el nombre de Colmillo Blanco, hasta que su benefactor, decide venderlo, por razones atribuibles a su alcoholismo. Colmillo Blanco fue comprado por Hermoso Smith, un hombre sin escrúpulos que lo lleva a Fuerte Yukon, sitio de apostadores de peleas de perros y allí es inducido al combate y obligado a defenderse de otros perros que se convirtieron en sus enemigos. En medio de una contienda es rescatado por un hombre llamado Scott Weedom, quien ofrece comprarlo. Scott lleva a Colmillo Blanco al lugar donde se hospedaban con su esposa e hijo, antes de que se dirijan a San Francisco, donde los espera el padre de Scott, quien era un reconocido juez. El peligro acecha al protagonista de la historia, que deberá abandonar de forma urgente Yukon, pues lo persiguen un

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grupo de buscadores de oro por haber terminado con la vida de Lip Lip en una pelea. Así las cosas llegará a la mansión Sierra Vista del juez Scott, donde por aquellos días un hombre al que este había enviado a la cárcel, se fuga y quiere vengarse, pero es cuando aparece y se pone a prueba el instinto protector de Colmillo Blanco para defender a los suyos del convicto Jim Hall. Colmillo Blanco regresará unos días después con Scott y será recibido como un héroe, al que llamarán Lobo Bendito. En la mansión conocerá también a Collie, una perra pastor alemán con quien establece una relación de la que nacerán seis hermosos cachorros. Es esta una historia de coraje, de supervivencia y amor incondicional que ha cautivado a varias generaciones y en la que sobresalen elementos que hacen parte de una incalculable riqueza literaria. Jack London recrea magistralmente la lucha por la supervivencia tanto humana como de los animales, en un entorno frio y agotador, acechado por el miedo y la muerte. A pesar de este panorama, la narración nos demuestra que el amor incondicional es la fuerza capaz de vencerlo todo, cuando se entrega incluso la vida por el amo y la familia en este caso, creando hermosos vínculos. El gran valor de Jack London radica en transmitir con su relato detalles de una época matizada por marcadas diferencias al interior de la sociedad norteamericana, la lucha por la búsqueda del oro y los conflictos de interés sujetos al poder y el dinero, como reflejo del marco característico de lo que fue la Gran Depresión. En esta historia que muchos consideran autobiográfica se advierte una obra icónica que ha traspasado las fronteras y el tiempo, siendo adaptada al cine y la televisión.

Por: Roger Alberto Neira Pérez He desempeñado cargos a nivel de dirección académica en instituciones educativas de todo nivel como también en empresas multinacionales. He liderado cargos en asesoría educativa, capacitación docente, consultor en pedagogía a nivel nacional e internacional, gestor de proyectos tanto para el sector público como el privado en las áreas de capacitación, educación, virtualidad, comunicación y relaciones públicas (PR). Licenciado en Educación: Área Mayor Español – Inglés de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia y con estudios de Postgrado en Applied Lingüistics to English Teaching, English as a Second Language con énfasis en CALL (Computer Asisted Language Learning) University of Belize, Gerencia de la Comunicación Organizacional (PR) de la Pontificia Universidad Javeriana, Especializaciones y Maestría en Entornos Virtuales de Aprendizaje (AVA).


Las 20 del XX El proceso: el sinsentido de la vida contra el absurdo de la muerte Tratar de describir la novela El proceso (Der prozess) publicada por primera vez en 1925 tras la prematura muerte del autor, invita a sumergirse en la cosmovisión del gran escritor Franz Kafka. Para ello, bástese con tratar de imaginar un mundo dominado por el absurdo, por el sinsentido, por el borde del precipicio que invita a saltar hacia la locura del que escribe. Una locura que no es sino el reflejo de la propia realidad desprovista de sentido común, de orden. En esta magnífica novela, el protagonista, Josef K, se ve inmerso en un insufrible proceso judicial pues ha sido acusado de algo. Algo a lo que el propio señor K no puede acceder. ¿Cómo podría entonces defenderse siquiera, si no conoce el crimen que se le imputa? En ese talante, El proceso lleva al lector por un camino serpenteante, sinuoso, lleno de vacíos en cuanto a nuestro sentido común se refiere. La injusticia se adhiere a la desesperación que nace del proceso judicial al que el señor K se enfrenta sin ninguna posibilidad de salir avante. Desconoce el crimen; al acusador; al juez que indefectiblemente tendrá que emitir su sentencia en algún momento. Lo único que le demuestra que no es víctima de una ensoñación con tintes de pesadilla es la manera tan inhumana con la que los guardias del juzgado lo tratan, llevándolo de una instancia a otra en una carrera casi infernal para un protagonista que cada vez se acerca más a su sentencia, a la vez que se va alejando de la posibilidad de conocer el proceso al que está irremediablemente sujeto. Al que es sometido luego de una mañana en la que dos verdugos se presentan ante la pensión en la que vive para comunicarle que se ha iniciado tal proceso en su contra, que está siendo arrestado. A partir de ese momento, el desconocimiento del motivo o razón del arresto que ha puesto su vida de cabeza se torna una constante que, a golpe de teclas, va induciendo al lector a ponerse en la piel de Josef K en un terrorífico acto de empatía del que no puede salir incólume, como si en cada palabra, el autor quisiera investirnos del sinsabor de la desgracia, de la falta de misericordia, de la absoluta desesperación en la que el protagonista se va hundiendo poco a poco en la trama de la novela. Es, sin lugar a dudas, una obra autobiográfica que nos invita a echar un fugaz vistazo a la vida de Kafka —señor K—. Al desosiego al que se enfrentó, sobre todo, en la última etapa de su vida. Una vida a la que nunca pudo revestir de completo sentido y satisfacción.

El proceso es, a todas vistas, una obra nacida de los fantasmas a los que el autor se enfrentaba en su día a día. Su

lectura contiene una doble implicación: por un lado está el castigo al que somete a su protagonista, sumiéndolo en el proceso del que no puede librarse y en el cual aguarda, sin realmente quererlo así, a que se resuelva su problema con ayuda de algo de justicia. Una justicia inexistente en la novela. Por otro lado invita al lector a sumergirse en una situación de la que difícilmente hallará una salida. Lo que provee la sensación de angustia en él. Una angustia que surge de la decadencia de ese sentido que las cosas deberían tener, pero al ser carente de este, invitan al lector a repensar su propia existencia, cayendo en la cuenta de todas esas cosas de las que es imposible tener el control o acceso, haciendo que la tan añorada tranquilidad se descarrile, evidenciando la imposibilidad de una defensa, tal como le ocurre al señor K.

El proceso trata, pues, sobre la incapacidad de saciar nuestros más profundos deseos; sobre la pérdida de la libertad y del control en nuestra propia vida. Una vida acosada por procesos burocráticos que nos envuelven, amagan y nos llevan al borde de ese precipicio en donde la razón parece yacer en el fondo, casi obligándonos a dar el salto al vacío para terminar de perdernos de una vez y para siempre. Se trata de una excelente novela, escrita con la maestría que solo Kafka puede dar a sus escabrosos relatos nacidos de las más básicas pulsiones de muerte mediante los cuales logra estetizar los horrores de la vida cotidiana. Un relato que invita casi de forma violenta e irruptiva, a incursionar en la reflexión de nuestra propia libertad, así como de nuestro propio papel en la sociedad. Una sociedad no muy lejana a la que Kafka conoció, inspirándolo a explorar las emociones humanas partiendo, muy a su estilo, de las más banales: la desolación, la desesperanza, la pérdida de la propia consciencia, lo que lleva al individuo a enfrentarse contra el absurdo. Contra la muerte. Contra la nada. Sin lugar a dudas El proceso ocupa ya un lugar privilegiado entre las obras imprescindibles del siglo XX capturando la atención de un sinnúmero de lectores fanáticos de este género nacido de la imaginativa y tortuosa mente de Franz Kafka. Una novela que mucho contribuyó al concepto hoy conocido popularmente como kafkiano.

Por: Marcos David González Marcos David González Fernández (México, 1979). Es Psicólogo de formación y Maestro en Evaluación y Medida de la Conducta por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, España. Es autor de las novelas La sombra del sicario (2017) y Muerte en el crepúsculo (Distrito 93, 2019). Ha contribuido con algunas revistas como lo son La Redacción (2018) y The Fiction Review (2019). En 2020 participó en la XIV Bienal Femsa con 6 poemas inéditos en la colección titulada Susurros, en México.

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Las 20 del XX La señora Dalloway “Como nadie puede decirme si la escritura es mala o buena, el único valor seguro es el propio placer”. Virginia Woolf

Hace ya algún tiempo que tuve un breve acercamiento a la obra de Virginia Woolf con el cuento La casa encantada, pero me sentía en deuda con mi propio estándar de lectura, al no haber ojeado uno de sus libros. Me decidí por Mrs. Dalloway, no voy a mentir, porque su fama era tremendamente atractiva. La cuarta novela de la renombrada escritora británica relata un día en la vida de la aristócrata londinense Clarissa Dalloway, poco después de la Primera Gran Guerra y algunos años antes de desarrollarse la Segunda Guerra Mundial. Durante ese largo día, la señora Dalloway ofrece una fiesta, como era habitual en verano, a la cual asisten los representantes de la alta sociedad de la ciudad, incluido el Primer Ministro. “Clarissa movía las manos, subiendo por Shatesbury Avenue. Ella era todo eso. Así que, para conocerla a ella o cualquiera, había que buscar a la gente que la complementaba, incluso los lugares”.

Mientras la protagonista de la historia recorre gustosa Bond Street, Oxford Street, Picadilly, St. Jame’s Park o Victoria Street, buscando los últimos detalles para su lujosa recepción, evoca recuerdos de su juventud que se mezclan con lo que vive en el momento actual de la historia, en la mañana o en la misma celebración. Una corriente de pensamientos que emana no solo de Clarissa sino de su viejo amor Peter Walsh, su amada hija Elizabeth o su noble esposo Richard Dalloway. Es esa técnica narrativa utilizada por Woolf, conocida como “flujo de conciencia”, la que tal vez da lugar a una anécdota que la relaciona con el escritor irlandés James Joyce, autor de Ulysses. Joyce también recorre su amada Dublín a través del flujo de pensamientos de Leopold Bloom y Stephen Dedalus. Esta obra se publicó poco antes de La señora Dalloway, por lo que algunos críticos sugieren que hay algún tipo de influencia en ella. Cabe resaltar dos hechos curiosos: primero los dos novelistas no llegaron a conocerse y además no solo coincidieron en la similitud de la técnica narrativa sino en la cercanía de las fechas de nacimiento y muerte. Woolf nació el 25 de enero de 1882 y murió el 28 de marzo de 1941, mientras Joyce nació el 2 de febrero de 1882 y murió el 13 de enero de 1941. Algunas anotaciones en los diarios de Woolf apuntan a que ella consideraba a Joyce como poco educado,

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muy moderno para su gusto y en ocasiones incluso vulgar, pero que su novela definitivamente no podía catalogarse como mala. También señala que por la popularidad del aclamado escritor y la posibilidad de que su sello literario pudiera editarla (ella y su esposo se negaron alegando problemas técnicos) intentó leerla. Digo intentó, porque al parecer nunca la terminó, ya por poco interés, ya por sus múltiples compromisos profesionales y sociales. No pretendo ahondar en esta maraña de supuestos, pero era irremediablemente necesario mencionar un hecho relevante tanto para la autora como para el devenir de la historia de Clarissa, una historia aparentemente simple pero con una carga emocional, psicológica y social, propia de una escritora del estilo de Woolf. Define un personaje adelantado a su tiempo, sus amores sin límites, crítica, pero a la vez amante del esnobismo que practicaba ¿Feminista? Sin duda, no podía ser de otra forma siendo la hija aventajada de una de las más aguerridas activistas del feminismo de la época.

La señora Dalloway tiene todos los elementos para hacerse merecedora de un lugar en el selecto grupo de mejores novelas del Siglo XX. Esto no significa que sea una lectura ligera, puede aparentarlo: el relato de una mujer madura y rica que va a ofrecer una fiesta a sus amigos igualmente ricos, no pareciera tener el trasfondo tan profundo que tiene. Un trasfondo que puede dar pie a múltiples interpretaciones sin ninguna conclusión definitiva. Lo que sí es definitivo es que la historia de Clarissa ha demostrado ser imperecedera como toda obra de arte.

Por: Mariela Victoria Iriarte Mariela Victoria Iriarte Ramírez. Psicóloga. Lectora clásica. La música como compañera de vida. De Jane Austen.

El lobo estepario El lobo estepario, cuyo título original es Der steppenwolf (1927), es sin duda, el libro que más se acerca al relato autobiográfico de la vida y obra de Hermann Hesse. Durante su etapa madura y de enfermedad, cuando a los 50 años, decide escribir esta novela filosófica-psicológica y donde a través de Harry Haller, su protagonista principal, narra y muestra con tono fuerte, pero a la vez sensible, la historia de quien además de sufrir depresión, es atormentado por una gran insatisfacción e inconformismo que prevalece sobre su singular manera de vivir.


Las 20 del XX Hesse, fue un escritor caracterizado por su gran contenido de reflexión filosófica, poética y espiritual, que llegó a recibir el Premio Nobel de Literatura en 1946, que le permitió consagrarse como unos de los más leídos e influyentes de habla alemana, siendo traducido en más de 40 idiomas, y donde encontró con su novela, El lobo estepario, un lugar de culto entre los grandes autores de todos los tiempos. Es en la fuerza de su drama y en cómo logra captar la atención del lector, que este quiere llegar a entender al incomprendido lobo estepario, hombre y ser humano, con dos almas y naturalezas distintas, que se niega a disfrutar y estar satisfecho consigo mismo. Hasta que decide entrar en ese mundo que siempre rechazó y consideró como carente de espíritu y superficial, del que tanto se protegía, en el que descubre lo que necesitaba para sentirse vivo, y salir del letargo y la desidia donde perdió muchos años de su vida, ensimismado en aquellos pensamientos y críticas, dirigidos a la negación de vivir su existencia plenamente.

“¡Ah, es difícil encontrar esa huella de Dios en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo tan contentadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a la vista de estas arquitecturas, de estos negocios, de esta política, de estos hombres! ¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención?” La anterior, es la brevísima introducción a las 248 páginas escritas en este libro, que considero que merece la pena ser leído por su aporte inteligente, introspectivo y profundo, al estar dotado de un lenguaje que contiene la suma conceptual de recursos como la intensidad y la complejidad con que Hesse, nos lleva a través de su lobo estepario, y cuyas letras van por el camino del despertar de la conciencia. Así las cosas, la obra nos da un golpe directo al corazón y un pellizco al espíritu, con lo sustancial y trascendente de sus palabras siempre oportunas, para el cambio y la adaptación a este mundo que afronta una gran trasformación, y donde Hermann Hesse, enciende una luz, comparte su sabiduría, y ofrece fortaleza a las almas tristes y solitarias. A los aislados y enfermos, como el lobo estepario, que algunos o tal vez muchos, hemos sido y llevamos a veces en nuestro interior.

Por: Diana Báez Bogotá, Colombia, 1979. Es comunicadora social y periodista, egresada de la universidad Sergio Arboleda. Ha sido asistente de producción, reportera y presentadora en Caracol Noticias y CityNoticias del canal CityTv, antes de que em-

prendiera algunos viajes que la llevaron a Nueva Zelanda, Australia, Suiza y Alemania, en donde aprendió idiomas y conoció diversas culturas. Los últimos años los ha dedicado además de ser madre, a las letras y espera en algún momento publicar poesías, cartas y cuentos, que es lo que más disfruta escribir.

Mientras agonizo. Loa y olvido de William Faulkner Como si se tratara de argumentar a favor del filósofo, desde fines del siglo XVIII a inicios del siglo XX, desde la primera generación del romanticismo al modernismo, el devenir de la literatura puede ser visto como un movimiento que se despliega en la búsqueda de representar la realidad de manera cada vez más fidelísima; como si la efectividad de producir una mímesis estuviese siendo permanentemente cuestionada pero no desechada, como si la capacidad de imitar a la vida se mantuviera siempre en potencia y no llegara a actualizarse. A la fantasía trágica y narcótica, conscientemente alienada, del romanticismo, le siguió la pretensión de identidad figurativa -alentada por el daguerrotipo- del realismo. El naturalismo lo juzgó superficial, incompleto, y se afanó en convertirlo en verdadero por medio de una fisiología determinista de lo individual y lo social. La respuesta a estas pretendidas objetivaciones fue la experimentación subjetivista del modernismo. La realidad no es más lo que está “allá afuera” sino lo que está “acá adentro” de mí, e incluso lo que está “allá adentro” de otros. El punto de vista ya no fue más el punto desde donde se mira sino el punto desde donde se piensa y se siente. Cuando Katherine Mansfield, James Joyce, Virginia Woolf y John Dos Passos habían publicado durante el primer cuarto del siglo muchos de los experimentos más radicales del modernismo anglosajón -alcanzando según muchos los límites posibles del uso del lenguaje-, William Faulkner (Mississippi 1897- Mississippi 1962), recurrente lector de la Biblia, del Quijote, de Shakespeare y de Melville, produjo en el transcurso de diez años una cantidad inverosímil de obras maestras originales: las novelas El ruido y la furia (1929), Mientras agonizo (1930), ¡Absalón, Absalón! (1932), Luz de agosto (1936) y Las palmeras salvajes (1939), y relatos como “Una rosa para Emily” (1930), “Septiembre seco” (1931) o “Incendiar establos” (1939).

Mientras agonizo es el conjunto de cincuenta y nueve monólogos interiores de quince personajes, campesinos pobres del sur de Estados Unidos que por primera vez se convierten así en los protagonistas de una novela. Se trata por tanto de un relato polifónico que construye lo real como la superposición de una serie de realidades subjeti-

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Las 20 del XX vas, incompletas, percibidas desde distintos lugares, que juntas conforman una figura total, dícese barroca, aunque para mayor precisión diremos cubista. Una novela acerca de la agonía, la muerte, la travesía y la sepultura inenarrada de Addie, la matriarca del clan Bundren, en Jefferson, su tierra primigenia. Pero este tormentoso retorno de la carne en continua descomposición de la mezquina maestra de escuela devenida en madre igualmente mezquina puede ser leído también como una serie de monólogos en la mente de un único personaje. Un narrador posible, ya postulado, es Darl, el segundo hijo de los Bundren, aquel cuya presencia es la más recurrente (le corresponden diecinueve de los monólogos, incluyendo el único en que se relata, en ausencia, la muerte de la madre), el más complejo, el vidente, el sabedor -para su pesar- del secreto de la familia. Esta perspectiva, la de una sola voz oculta, aparentemente agrega verosimilitud a algunos pasajes que de otra manera pueden resultar impropios del carácter y el acervo de quienes supuestamente los enuncian y a las eventuales similitudes, leves pero significativas, entre unos monólogos y otros. Si este fuera el propósito quedaría pendiente entonces esclarecer la inconsistencia del título, Mientras agonizo se lee como una frase pronunciada en primera persona por Addie, donde el adverbio hace eterna la agonía y posterga su muerte. Se trataría de la voz creadora de la esposa-madre yaciente que se reclama sabedora, tal como su propio padre, de que el sentido de la vida es prepararse para estar mucho tiempo muerto. La desconfianza radical en la capacidad de las palabras de corresponderse con el mundo, el centro discursivo de su único monólogo, constituiría entonces una paradoja. Pero lo inverosímil no se debe tratar de resolver y las paradojas no se deben intentar disolver. Estamos frente al relato de un momento crucial en la vida y la muerte de los Bundren. Mientras agonizo es la historia de ese momento y de esa familia; no es la alegoría ni el símbolo de otra cosa. La completitud de los personajes los convierte en personas, en personas enteras, no en símbolos de otros. Nunca fue la intención de Faulkner la de re-presentar arquetipos, sino la de presentar individuos. La desolación de Vardaman; la culpa de Dewey Dell; la ira de Darl; la enajenación técnica de Cash; la miseria de Anse y la lucidez de Addie les pertenecen a ellos. Cualquier similitud con personas conocidas es mera coincidencia. Lo mismo que Ernest Hemingway y Scott Fitzgerald, Faulkner era un anti-intelectual declarado1 que rechazaría toda pretensión explícitamente teorética y universalista. La lectura de un texto literario -y esto es decisivo- no consiste en el develamiento ni de la trama ni del autor. Consiste en este caso en llegar a conocer cuanto sea posible a cada uno de los miembros de la familia Bundren, a su vecino Tull, a su esposa Cora, al doctor Peabody. La tarea del lector no es llegar a Faulkner sino olvidarlo2; lo que le corresponde frente a una gran obra literaria es -como señaló Harold Bloom- reconocer y experimentar su valor estético; y frente a un clásico -como dijo un atardecer de

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octubre de 1941 y sigue diciendo Jorge Luis Borges- explorar los numerosos y nobles problemas que suscita. Respecto de William Faulkner mismo, padre de la literatura americana de la segunda mitad del siglo XX en el sentido más amplio posible de las palabras, sólo cabe de parte de nosotros, sus lectores del Gran Sur, admiración y gratitud. 1. Basta recordar la entrevista concedida a The Paris Review la primavera de 1956 cuando al ser consultado por la obra de Freud afirmó: “[…] nunca lo he leído. Shakespeare tampoco lo leyó y dudo que Melville lo haya hecho, y estoy seguro de que Moby Dick tampoco.” 2. Esta fue, al parecer, una tarea imposible incluso para su propia esposa. El 22 de junio de 1936 el escritor publicó el siguiente anuncio clasificado en el Memphis Commercial Appeal: “No me haré responsable de ninguna deuda contraída o facturas hechas, o recibos o cheques firmados por la señora de William Faulkner o por la señora Estelle Oldham Faulkner. William Faulkner.”

Por: Tomás Llona Ledger Es Licenciado en Cibernética-Matemática de la Universidad de La Habana; Magíster en Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Santiago de Chile y Máster en Estudios Avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana de la Universitat de Barcelona. Actualmente desarrolla el Taller de Lectura Finca Vigía (tallerfincavigia.cl @tomasllonaledger tllonaledger@gmail.com)

El halcón maltés Los lectores de novelas de detectives, policiacas, novela negra, de crímenes, como quieran nombrarla, y siendo estas lo suficientemente diferentes entre sí, si es que para ello tanta tinta ha corrido, tienen algo en común: “El lector de novelas policiales es un lector que lee con incredulidad, con suspicacias, una suspicacia especial”, dice Borges; y no creo lo contrario, ¿cómo podría hacerlo? Si cuando, en obras como, El halcón maltés, la primera afirmación que puedo lanzar al avanzar unas cuantas páginas es —Miente, todos mienten. A San Francisco ha arribado una mujer hermosa, quien destaca por su estética sofisticada y tímida a la vez, cabello rojo, ojos azules y un color de labios que combina muy bien con la exuberancia de su pelo y nos alienta a pensar en las lógicas de una Femme Fatale. Miss Wonderly llega a la oficina de detectives Spade y Archer, quienes cuentan con toda una empresa del complot, en pro de develar los casos que les son propuestos; ella pide ayuda para encontrar a su hermana quien ha huido de casa. El encargo ya está hecho, Archer, el otro detective, seducido por la


Las 20 del XX belleza de esta mujer, decide acompañarla esa noche a la cita previamente acordada con el supuesto captor de la hermana. Así, Wonderly y Thursby, el presunto captor, se encontrarán cerca al hotel donde este se hospeda y dialogarán para que ella pueda volver a ver a su hermana con vida, pues cabe anotar que tal hombre es peligroso, y cualquier cosa puede pasar, por eso quiere ir acompañada, claro, sin que se levanten sospechas. El seductor, hambriento y mal casado Archer es quien se pone a disposición de tal vigilancia y cuidado, con tan poca suerte que esa es su última hazaña detectivesca, muere con ocho tiros en el cuerpo a manos de un no se sabe quién que ha disparado una Webley-Fosbery calibre 38. Y en menos de nada, muere también Thursby, el sospechoso. Hasta aquí parece un caso normal, hay unos cuantos muertos y hay que averiguar quién los mató. Responsables hasta el momento ninguno, más por una mala deducción, se llega a pensar que Spade, es el culpable de la muerte de Thursby, como muestra de agravio por la muerte de su compañero. En cuanto a la mujer bella, no es siquiera cuestionada por la policía que pronto llama a Spade para que atienda el caso de su compañero de trabajo. El hecho de que ella no sea reconocida como sospechosa para la policía se hace creíble para los encargados, pero no para el lector, en la medida en que es ella la cliente del caso en el que Archer ha muerto, por tanto, su identidad queda silenciada ante las autoridades hasta que se concrete el caso que se ha iniciado. Sam Spade después de toparse con estas muertes y ser el presunto culpable de una de ellas, le confirma al lector, por medio del recurso retórico, que aquel caso con el que empezó todo, era mentira. Y antes de seguir avanzando en el caso, quisiera abordar el personaje de Sam Spade. Él es uno de esos detectives que no deben ser olvidados. Es decir, así como es conocido y nombrado Sherlock Holmes, el padre Brown, Dupin, Lupin, Poirot, Marple y entre los latinoamericanos mi favorito, Mandrake, así también debe recordarse a Sam Spade. Este personaje no brilla por su capacidad deductiva, ni por su afabilidad, sino, por su entrega fervorosa al azar, a sus instintos de perro viejo, experiencia y testarudez, actitudes que a largo plazo y bien construidas en un personaje, pueden llegar a ser reconocidas por otros como inteligencia y actitud excepcional. Para ilustrar un poco lo anterior me permitiré compartir el siguiente, largo, fragmento: “—Sé de lo que hablo. Ya he pasado por esa experiencia, y supongo que tendré que volver a pasar por ella más veces. En distintas ocasiones he tenido que mandar al diablo a unos y a otros, desde magistrados del Tribunal Supremo para abajo, y la cosa me ha salido bien. Y siempre me ha salido bien porque nunca olvido que el

día del ajuste de cuentas tiene que llegar; y porque nunca dejo de recordar que cuando llegue el día de ajustar las cuentas he de estar preparado para entrar en la Jefatura de Policía empujando delante de mí a una víctima y diciendo: «Estúpidos, aquí tenéis al culpable». Mientras pueda hacer eso, me será posible burlarme todas las leyes del código. Pero el día que no lo logre, todo habrá acabado para mí. Hasta ahora, las cosas siempre me han salido bien y esta vez le aseguro que no va a ser la primera que me salga mal. De fijo que no.” Aquí hay varias cosas por mostrar. Primera, la vital importancia de una actitud que desencaja, incomoda a quienes se supone se debe respetar, esto es clave para jugársela en un mundo tórrido como el que puede ser San Francisco en el momento, o como es el mundo que plantean estas obras, donde cualquiera en menos de un minuto puede estar muerto o sufrir graves consecuencias al no estar alerta de cómo moverse. Segunda, la burla, como medio de manifestación de un descontento personal, pero también político, tanto así que es un tropo de estas obras, por ejemplo, hacia la policía o cualquier institución que haga parte del Estado. Teniendo en cuenta esta cita, puedo mostrar un tercer punto que se desliga de allí, y es la necesidad de tener una red amplia de conocidos, amigos, compañeros, en fin, personas que estén dispuestas a pagar favores a cambio de lo que sea beneficioso para ellas, en cualquier ámbito de la sociedad. Y esta obra sí que nos deja claro que, sea cual sea el sector, público, privado, son necesarias unas cuantas cuotas representadas en personas, mercancía o dinero que favorezcan a la entidad o en este caso, a Spade. Ahora bien, lo anterior no solo sirve para enfatizar puntos importantes que en general la obra cumple con el género al que se le inscribe y dar fuerza al personaje principal, sino también, que funciona como una bisagra entre lo general y lo particular de la novela, en cuyo caso, retomo, era un trabajo que resultó ser una mentira. La necesidad de aquella mujer de encontrar a alguien no era verdad, era una fachada para hacer que el detective se jugara el todo por el todo, como lo hice notar con la cita, para encontrar un pájaro negro: el halcón. Esta es un ave de oro, cubierta no solo con las más finas joyas del Asia, sino que, además, de una de las más bellas historias contadas para enriquecer una pieza-regalo para el rey Carlos V. Esta reliquia se perdió en una galera cuando iba rumbo a España, donde el rey se encontraba en ese momento. Dice la historia que fue robada por Barba Roja y de allí pasó de mano en mano hasta que un ruso la adquirió sin saber su verdadero valor. Miss Wonderly, o mejor, Miss O´Shaughnessy, su ‘verdadero’ nombre, es la persona que es escogida por Gutman, el hombre que tiene conocimiento

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Las 20 del XX del valor histórico y monetario de ese artículo y quien arma todo un séquito para ese pájaro, para que robe el halcón, o como lo intenta él, lo negocie, pero todo parece en vano.

donde querer ser mejor no solo es motivo de exclusión social por alcanzar el éxito sino de expulsión de esta cuando ya no tienes remedio.

Es así, como una mentira llevó a el detective a verse de frente con una historia que capaz podía ser un invento también, un invento lo suficientemente bien montado, como para que un hombre como Gutman, tras 17 años siguiese buscando sin flaquear un segundo el ave de oro cubierto por una capa negra que lo hacía un ornamento más de cualquier lugar.

Donde los colores no son más que categorías distintivas que te definen de acuerdo con las tareas para las que naciste y te sientes feliz además por realizarlas; donde engendrar está prohibido y si quieres tener hijos, debes comprarlos; donde existen píldoras mágicas para combatir la tristeza, la soledad, la vejez y hasta el sobrepeso. Porque el miedo a la transformación es tan grande, que no solo el cambio intelectual está condenado, sino también el físico, en resumen, una vida más simple exenta de preocupaciones en el futuro, sin necesidad ya de pensar.

Dashiell Hammett sí que había vivido lo suficiente para saber que la vida de un detective, con sus altos y bajos, entregas totales a la libertad, a la muerte y al descubrimiento de una verdad en favor de la justicia, tan amplia esta palabra de interpretar, hace posible que poco a poco los lectores busquen más que solo narraciones que sean un rompecabezas interesante, que quien asesine sea más que un papel que se repite, un estereotipo, y que el narrador, por momentos, le dé la sensación al lector de ser inteligente. Un lector de novelas negras o de cualquier otro rótulo que vaya acorde con la evolución de este género, debe estar en la capacidad de mirar cuál puede ser el ave o el libro que engancha a todos, pero no es real, no es el que al quitarle las capas revela el oro.

Por: Dahanna Borbón Llegó a ella la necesidad de verse acompañada de la letra plasmada en un papel desde el momento en que, en las horas silenciosas, en los espacios y momentos solitarios, el fulgor de unos pocos libros a la mano y los cuadernos de notas le empezaban a susurrar que allí había algo que la podía acompañar. Terminó estudiando filosofía y letras y día a día pule con ahínco la labor de leer y escribir a través de su trabajo como correctora de estilo y edición.

Un mundo feliz ¿Y si despertáramos en un mundo donde ya no tuviéramos que pensar en el futuro, si nuestros sueños se van a cumplir o no, ni tampoco si existe la posibilidad de crecer y evolucionar? ¿Sería esta una vida más fácil y sencilla de llevar sino más vacía, banal y triste? Seres creados con un propósito y modificados genéticamente para soportar el rigor de la temperatura y de tareas difíciles, sin miedo a la muerte unos, dotados de una inteligencia superior los otros y tantos más diseñados para ejecutar trabajos de oficina. Pero todos ellos con algo en común, el hecho de estar despojados de la posibilidad de desear, pensar, leer y vivir libremente. Arrojados a una sociedad que condena el cambio y los ve como una amenaza al orden establecido,

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En 1932, Aldous Huxley nos presenta su novela “distópica”: Un mundo feliz, cuyo relato es la entrega de una sociedad adelantada a su tiempo, una en el cual podríamos estar viviendo ahora en este preciso momento. Aquí y en este punto, dos sociedades se contraponen: una que restringe la libertad de pensamiento y usa la ciencia como mecanismo más eficiente para satisfacer las necesidades de la especie humana en ausencia de la búsqueda libre del ser como individuo; y otra donde está permitido querer y ser libre, pero donde las posibilidades son pocas y se vive en un mundo de escasez. Al final, ninguna de las sociedades en que la gente habita, les hace ser felices en realidad, ya que unos viven una felicidad inducida químicamente y los otros en la constante búsqueda de esta. Un mundo feliz sin final feliz, que nos pone a reflexionar sobre hasta donde la ciencia puede llegar, estando al servicio de los intereses mezquinos del poder. Y que nos hará cuestionar sobre la idea de una vida simple, sin tener que tomar decisiones trascendentales, ni pensar en el futuro y la carga psicológica y emocional que esto conlleva, en la que es posible vivir tranquilamente haciendo aquello para lo que fuimos creados, en contraposición a una sociedad de libre albedrío, pero donde las probabilidades de lograr lo que queremos no son tantas como quisiéramos, preocupados por el mañana y donde lo único que sostiene nuestra vida y le produce un poco de felicidad real es la posibilidad de leer. En este libro dos hombres tratarán de responder estas preguntas, resistiéndose a lo que hay y tiene la sociedad decretado para ellos, y por lo que deberán pagar el precio de soñar con un mundo distinto. Luego ¿Es la felicidad un fin último, un objetivo, o algo más? ¿O tal vez solo sea la forma en que se vive la vida?

Por: Katherine Bauer Katherine Bauer Estrada, ingeniera química, investigadora, viajera frecuente de multiversos. “Agradecida con el plan lector con el que tanto peleaba en el colegio, y me invitaba a la lectura, el cual fue creciendo más que un hábito, como un gusto. Porque leer te permite viajar, te permite vivir más de una vida y un lugar al mismo tiempo”.


Las 20 del XX Las uvas de la ira Esta novela norteamericana relata la experiencia de la familia Joad, campesinos de Oklahoma, quienes después de varias cosechas fallidas inician un viaje buscando un futuro mejor en California. Es un relato magistral y emotivo sobre cómo los productores de algodón terminaron viviendo en un país prestado, en una tierra que ya no les pertenecía y que habrían de ser expulsados por el modelo bancario, para ser una población flotante viajando por las carreteras norteamericanas. Esta novela describe crudamente las experiencias de los desposeídos, de los migrantes que lo pierden todo y viajan para sobrevivir. Esta obra nos permitirá saborear la tierra seca y sentir los tractores contratados por los bancos destruyendo las casas de los ahora inquilinos que habían construido allí toda su historia familiar. Es la historia agraria del campesino que busca la paz y la felicidad de su familia y termina convertido en un migrante continuo, desarraigado. La historia comienza con la llegada de Tom, uno de los hijos de la familia Joad, quien después de un indulto de prisión vuelve a reencontrarse con su familia. Para su sorpresa encuentra la propiedad destruida, junto con su casa y se entera que lo han perdido todo e iniciarán un viaje hacia California buscando retomar sus sueños.

“[…] nunca había visto que destruyesen mi casa… nunca había visto a mi familia vagando por los caminos… Jamás había tenido que venderlo todo […]”. Es la historia de las personas honestas y trabajadoras que buscan en algún momento hallar felicidad y sosiego frente a sus necesidades, pero se encuentran, como la fábula del asno, moviéndose para alcanzar la zanahoria que nunca llega. Es en esta experiencia de la búsqueda, de la pérdida, del aprovechamiento abusivo de unos sobre otros, donde las personas están expuestas junto con sus sueños, a la vejación; donde la sociedad se fractura para el beneficio de unos pocos.

“[…]Bueno, quédese con todo y deme 5 dólares… Usted no solo compra desperdicios, está comprando vidas desechadas […]”. John Steinbeck, autor de esta novela publicada en 1939, será un escritor marcado por experiencias similares, descritas incluso desde obras anteriores como, En lucha incierta (1933). Su crítica hacia la pobreza rural hizo que Las uvas de la ira fuera prohibida por algunos sectores conservadores desde su publicación hasta 1941. En Colombia tendríamos obras de narrativas similares en novelas como Siervo sin tierra (Eduardo Caballero), Una mujer de 4 en conducta (Jaime Sanín) o Al pueblo nunca le toca (Álvaro Salom) e incluso en novelas históricas de un

dramatismo impresionante como Lo que el cielo no perdona (Fidel Blandón) o Viento seco (Daniel Caicedo). La familia Joad atravesará Estados Unidos en busca de un nuevo asidero para sus vidas, recorrerá la ruta 66 en un camión modificado que ha de ser su única propiedad para llegar a California. Sin embargo, el paraíso no resulta como lo esperaban, las condiciones que encuentran resultan ser inhumanas. La familia Joad encuentra en el camino un hombre en estado de indigencia que regresa de California y quien les da la mala noticia, ha perdido a sus dos hijos durante la experiencia de trabajo y narra los abusos sufridos bajo la situación dominante. En una parada para descansar y bañarse en el río Colorado los viajeros encuentran más personas que regresan de California que ratifican la versión del vagabundo, pero además les advierten que hay tanta gente buscando trabajo en California que los lugareños han comenzado a odiar a los forasteros a quienes llaman despectivamente Okies, por venir de Oklahoma. A la llegada al sitio, los miles de migrantes encuentran condiciones miserables en las plantaciones que se consolidan con abuso policial llevándolos en ocasiones a condiciones cercanas a la muerte por inanición. La obra de Steinbeck también nos permite vivir la decepción vista desde la fe de un pastor que termina muerto a tiros por la policía, la indignación de un ex reo, así como la madurez para enfrentar la adversidad y la pobreza. La articulación entre los bancos y la policía para atacar a los migrantes que llegan a California hace evidente el esquema de explotación que se ha instrumentado desde el sector financiero, presionando incluso a los propietarios de las grandes plantaciones. La policía será el mecanismo que a partir de golpizas y disparos someta a los trabajadores para que acepten las miserables condiciones ofrecidas para los recolectores de durazno. Es en este trasegar de los desposeídos en que en los corazones de los humildes van creciendo los frutos de la ira hasta que son tan pesados que están listos para su cosecha.

“[…]cada uno de nosotros es un tambor mayor, que dirige un desfile de dolores, que marcha con nuestra amargura. Y algún día… los ejércitos de amarguras irán todos por el mismo camino. Y todos marcharán juntos, y a su vista, el mundo temblará de terror”.

Por: Jorge Aguilera Periodista bogotano, PhD en gestión estratégica de comunicaciones, se desempeña como consultor en gestión de crisis.

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Las 20 del XX El Principito Antoine de Saint-Exupéry On ne voit bien qu’avec le coeur. L’essentiel est invisible pour les yeux. El principito tiene la particularidad de enseñarnos a ver el mundo desde los ojos del amor, desde la importancia de la amistad y las conexiones que hacemos desde nuestro corazón. No importa la cantidad de rosas que haya en el mundo, la que importa es la que es única, la que consentimos, la que protegemos del viento y cubrimos para que sobreviva. Importa el tiempo que invertimos en ella, porque desafortunadamente las personas adultas no tienen tiempo, andan demasiado ocupadas haciendo cosas importantes, según ellos. Esta obra encierra esa belleza de recordarnos que el mundo que queremos no es el de las posesiones, los negocios, la vanidad o el reinado sobre un insignificante asteroide, todas esas obsesiones no significan nada ante la amistad, ante esa idea de “domesticar”, pero desde el significado planteado por libro: la idea de domesticar al zorro es la de crear lazos de amistad y generar emociones en el otro. Por eso, lo que es realmente importante es saber si al final la oveja se comió o no a la rosa del asteroide del principito. Es ponernos a mirar las estrellas y escuchar la risa que encierra la vida. Es como si a través de esa infancia perdida en el desierto, Saint-Exupery quisiera recordarnos que los adultos cada vez nos encerramos en mundos supuestamente “serios”, pero cada vez más carente de emociones. La amistad no tiene cabida en los hombres serios ni tiene cabida en los libros de geografía, porque las rosas, como la amistad, son efímeras y lo efímero no puede quedar registrado en los libros. Pero en realidad, una verdadera amistad, es difícil de tener, por eso el principito llega a la Tierra a buscar a los hombres y cae en un desierto. “Está uno un poco sólo en el desierto” y la serpiente aclara que uno también se está muy solo entre los hombres, sin embargo, el principito nos enseña, como el zorro, a ver con el corazón, porque “lo esencial es invisible a los ojos”. El principito no corre detrás del tiempo, ni trabaja para tener tiempo y luego, con él, hacer más cosas “serias”. “Los hombres no saben lo que buscan”. Por el contrario, nos dice que con ese tiempo libre él simplemente se iría hasta la fuente de agua y disfrutaría del paisaje mientras camina. Es esa la vida que nos dice el principito que no perdamos de vista, como las estrellas que son bellas a causa de una flor que no vemos, que aprendamos a sentir desde el corazón, porque ahí reside el amor y la amistad, el mundo de las emociones y no el de la acumulación de números, reinos y datos. Nos dice que aprendamos a ver el dibujo de la boa que se comió un elefante y no perdamos la inocencia, o de

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lo contrario viviríamos bajo la sombra que produce el sombrero de las cosas serias y ahí, las estrellas no ríen.

Por: Manuel José Rincón Domínguez @mjrincond Periodista y escritor con posgrados en Ciencia Política y Relaciones Internacionales y en Formación Literaria en la Universidad Católica de Lovaina la Nueva (Bélgica) y maestría en Creación Literaria de la Universidad de Texas en El Paso (Estados Unidos). Autor de la novela Princesas en Ámsterdam y los libros de relatos Cuentos y pasiones del cielo y Una daga en Alexanderplatz. Ganador del Concurso Nacional de Cuento – Ciudad de Bogotá

The Catcher in the Rye Uno de los aspectos que más llama la atención al acercarse a esta emblemática obra de J. D. Sallinger (Estados Unidos, 1919 – 2010), es la cantidad de páginas que se han dedicado a describir y analizar los problemas experimentados por las traducciones al idioma castellano. Una muestra de esto la constituye la dificultad para encontrar un equivalente al título original The Catcher in the Rye, traducido como El Cazador oculto, en la versión argentina y El guardián entre el centeno, en la traducción española, más conocida y aceptada, pero no exenta de polémica por su literalidad. Esta circunstancia no se limita únicamente a la denominación de la obra, sino que se puede apreciar a lo largo de sus páginas y es atribuible a la oralidad que con gran acierto reproduce el autor, a través de Holden Caufield, protagonista de la historia, cuya narración nos sumerge en el universo de un adolescente de la clase alta estadounidense de la década posterior a la Segunda Guerra Mundial. La voz de Caulfiled refleja el desencanto, frecuente en la literatura de los Estados Unidos a lo largo del siglo XX, que se advierte en obras como Hermosos y malditos y El gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald, Fiesta de Ernest Hemingway, o La conjura de los necios de John Kennedy Toole, solo por mencionar algunos ejemplos. En el caso de El guardián entre el centeno, este sentimiento parece estar acompañado de una suerte de determinismo que puede apreciarse en la forma, abúlica, más que estoica, con la que el joven narrador afronta la vida y de la que ni siquiera escapa en el plano de su imaginación, en el que fantasea con ser un “duro” de película que recibe impávido los golpes de la vida. Con esta tesitura transcurre la narración, que además es


Las 20 del XX aderezada con la aparente frivolidad, que le confiere el lenguaje coloquial y el desenfado del protagonista, que sin pudor, pero con la candidez aún propia de su edad y de su tiempo, narra aspectos como la amistad, el desconocimiento frente al despertar de la sexualidad, o la herida, aún sin sanar, que produjo la muerte de Allie, su hermano menor. La descripción de la relación con su familia está presente a lo largo de la historia y nos permite conocer la admiración que profesa por D. B., su hermano mayor, a quién considera su escritor favorito; la amistad que lo une a su pequeña hermana Phoebe, probablemente la única persona a la que teme decepcionar; o la presencia distante de sus padres. La violencia, en sus diferentes manifestaciones, es uno de los aspectos que se abordan de forma recurrente en esta obra. Su mención en el relato del joven Holden, abarca desde los pleitos juveniles y el maltrato entre compañeros del colegio, hasta la agresión de un proxeneta, pasando por una no tan sutil insinuación de acoso sexual y la presencia del suicidio, no solo como una idea que ronda por la cabeza de los adolescentes, sino como una realidad de la que fueron testigos los estudiantes del colegio Pencey, que en opinión del Caulfield está lejos de cumplir con su lema “[...] moldeamos muchachos transformándolos en hombres espléndidos y de mente clara”, en lo que además se trasluce una crítica al sistema educativo y en un sentido más amplio a la sociedad de la unión americana. Uno de los apartados más bellos de la novela es el que nos narra el origen del título, que también da cuenta de la búsqueda ineludible del sentido de la vida. Para Caulfield este parece esquivo en el plano de la realidad y se vincula a un mundo imaginario en el que se siente obligado a asumir un rol de protector de aquellos, que igual que él, conviven con el peligro inminente de perderse:

“Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura”. El guardián entre el centeno es la única novela publicada por J.D. Sallinger, cuya bibliografía, breve pero notable, se completa con tres libros de relatos. Desde su aparición en 1951 se convirtió en un fenómeno literario y un icono no solo en los Estados Unidos, sino también de la literatura universal. Ha tenido gran influencia en la cultura popular y aunque nunca ha sido llevada al cine ha inspirado diversos personajes, canciones y grupos musicales. Se trata de una lectura amable y fluida, con vocación reflexiva y un mensaje profundo, que sin lugar a dudas se ha ganado su lugar en el listado de obras imprescindibles del siglo XX.

Por: Ismael Iriarte Ramírez Periodista y escritor colombiano, magíster en Estudios Avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana. En la actualidad se desempeña como director de la revista Túnel de letras, columnista de la revista Nova et Vetera y Digital Project Manager de la Universidad del Rosario. Autor de las novelas El caso Riegler y Piedras en el cielo. Es cofundador del Club de lectura Inklings.

Buenos días tristeza A ese sentimiento desconocido cuyo tedio, cuya dulzura me obsesionan, dudo en darle el nombre, el hermoso y grave nombre de tristeza. Es un sentimiento tan total, tan egoísta, que casi me produce vergüenza, cuando la tristeza siempre me ha parecido honrosa. No la conocía, tan sólo el tedio, el pesar, más raramente el remordimiento. Hoy, algo me envuelve como una seda, inquietante y dulce, separándome de los demás. Con esta frase da inicio Buenos días Tristeza (1954), que nos presenta la historia de Cécile, una adolescente de diecisiete años que relata en primera persona los hechos ocurridos durante la temporada de verano, que pasó en el mediterráneo francés junto a su padre y la novia de turno de este. La placentera vida de la joven y su padre, ajena a las normas y las obligaciones y más relacionada con la trivialidad y la búsqueda del placer y la belleza, se ve amenazada con la presencia de una inesperada visitante que tendrá una gran influencia sobre ellos. La lectura de esta brevísima novela deja varias sensaciones en el aire, la primera de ellas está relacionada con la forma y lenguaje, cuidado con esmero, pero sin pretensiones enciclopédicas, preciso, pero a la vez delicado, al punto de conferirle al relato una connotación poética. En cuanto a las temáticas abordadas, la obra nos presenta una fotografía de los sectores más favorecidos de la sociedad, que viven en medio del lujo y las comodidades y cuya principal motivación está marcada por la necesidad de escapar del aburrimiento y las convencionalidades, siempre al margen de las dificultades de una época en la que el continente europeo atravesaba el duro trance de la posguerra. La historia también nos muestra la forma en que la protagonista descubre la pasión y el deseo, que por momentos confundirá con el amor. De igual forma deja en evidencia la presencia de otros sentimientos menos agradables como los celos, la rabia o la envidia, así como los límites a los que podría llegar movida por el miedo de perder su forma de vida, su independencia del mundo que la rodea y en definitiva la exclusividad del amor de su padre.

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Las 20 del XX Sin embargo, la lección más dura para la protagonista es la relacionada con la plena consciencia de las consecuencias de sus actos, e incluso de sus deseos, de lo que empezó como un juego y podría llegar a cambiar para siempre la vida de los que la rodean, la consciencia de su propia crueldad, infantil, casi involuntaria, pero no por eso menos nociva. Llama la atención que esta crueldad se presenta como un rasgo que se deriva de la belleza e incluso podría considerarse exclusivo de una determinada clase social.

Buenos días Tristeza es la primera novela la escritora francesa Françoise Sagan y fue publicada cuando esta tenía apenas diecinueve años, el título parece estar inspirado en la serie de reportajes que realizaba para la revista Elle. Varios de los temas reseñados pueden verse en su obra durante las siguientes décadas, lo que le permitió a la autora establecer su propio estilo, que refleja en buena medida la forma en la que mujeres expuestas a diferentes realidades percibían la vida en la época. La vida de Sagan estuvo siempre vinculada a la polémica y los excesos que la llevaron incluso a ser condenada a prisión en dos ocasiones, aunque en ninguno de los dos casos se hubiera hecho efectiva la reclusión.

Por: Camila Harker Administradora de Negocios Internacionales de la Universidad del Rosario de Colombia, enfocada en marketing digital. Actualmente se desempeña como administradora de comunidad digital para la empresa peruana Belcorp. Además de su profesión disfruta de leer y descubrir nuevos autores, siendo la novela romántica su género favorito.

Desayuno en Tiffany’s Publicada en 1958, Breakfast at Tiffany’s es una de las novelas más representativas de la literatura estadounidense del siglo XX. Su autor, Truman Capote, es a su vez unos de los más influyentes escritores de ese periodo, lo que se debe a su capacidad de articular el ejercicio periodístico con su producción literaria, entre la que se destacan sus narraciones consideradas como non-fiction-novel y que en su gran mayoría no estuvieron exentas de polémica.

Desayuno en Tiffany’s nos presenta la historia de Holly Golightly, una mujer frívola, de una edad imposible de adivinar, con una personalidad encantadora que seduce a todos a su paso y que consciente de esa cualidad saca provecho de los que la rodean para alcanzar sus propósitos. Su vida transcurre entre los placeres mundanos de la Nueva York

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de la década de los cuarenta del siglo pasado. Su estilo de vida alocado y las fiestas Interminables solo se ven interrumpidas ocasionalmente al caer en la “malea”, una especie de depresión personal que sufre sin razón aparente y de la que solo logra salir mediante la contemplación de las vitrinas de la famosa joyería que da título a la obra y por la que profesa una gran fascinación. Sus andanzas son relatadas por el otro personaje principal, un aspirante a escritor que parece tener más éxito con las mujeres adineradas, que en su intento por entrar al mundo editorial. En medio de la apatía y ausencia de iniciativa que lo caracteriza empezará una relación con Holly, que le permitirá conocer incluso los rasgos impensados de su personalidad, así como los detalles más sórdidos de su vida, desde su pasado secreto alejado de los reflectores de la gran ciudad, hasta su inexplicable relación con un reconocido gánster de la mafia, organización criminal que llegó a permear todos los ámbitos de la sociedad. Esta obra, aparentemente cargada de banalidad es una radiografía de la sociedad estadounidense de la época y de la forma en la que algunos sectores encaraban con desenfado e indiferencia uno de los hitos históricos más importantes del siglo, la Segunda Guerra Mundial, que a pesar de librarse en lugares remotos llegó a afectar a miles de familias de la unión americana. Otra de las temáticas presentes en esta novela es la dificultad para desarrollar y preservar relaciones sanas y duraderas. A lo largo de sus páginas los personajes se verán envueltos en uniones a por conveniencia, o deberán enfrentarse a su propia incapacidad de reconocer sus sentimientos, o en otros casos de anteponerlos a sus ambiciones. No parece haber cabida para ideas como el amor verdadero y la felicidad, en un entorno en el que prima la necesidad de mantener las apariencias La leyenda de Capote y de Desayuno en Tiffany’s se vio favorecida por la versión cinematográfica de la obra, estrenada apenas tres años después del lanzamiento del libro y con una adaptación de la historia seguramente más cercana a las expectativas del público de ese entonces. Quedará para la posteridad la inolvidable actuación de Audrey Hepburn, en el papel de Holly Golightly, que a partir de ese momento se convertiría en uno de los íconos no solo del cine hollywoodense, sino también de la moda, llegando incluso a imponer su propio canon de belleza. Cabe también destacar la gran interpretación del recordado George Peppard, en el papel coprotagónico.

Por: Clío Amante de la escritura y la literatura, colaboradora habitual de la Revista Túnel de letras.


Las 20 del XX Matar a un ruiseñor Una de las virtudes de un buen libro es poder contar una historia con un lenguaje sencillo. La escritora estadounidense Harper Lee logra ese objetivo en su obra Matar a un ruiseñor. Narrada en primera persona por Jean Louise Finch, una niña que está presente en todos los hechos de principio a fin. La historia trascurre en Maycomb, una pequeña población imaginaria de Alabama, al sur de los Estados Unidos, durante los años treinta del siglo XX; pero los hechos que describe, siguen siendo de una actualidad sorprendente y ello hace más interesante esta novela. Lo que inicia como un cuento infantil de una familia compuesta por una niña de nueve años, un niño de doce y un padre casi de cincuenta, que al enviudar divide el tiempo entre su oficina de abogado y la crianza de sus hijos, se torna en la descripción de una sociedad enferma donde los sentimientos más mezquinos parecen ganarle la partida a las virtudes humanas. Al leer sobre la fractura del brazo de Jem Finch, un niño de 13 años, en la primera página del libro, lejos estaba de imaginar que más allá de las travesuras de unos niños, se escondía el relato acerca de un condenado a la pena de muerte. Atticus Finch, abogado de profesión, más que salvar a un condenado y ganar un proceso en los estrados judiciales, tiene una preocupación aún mayor, que se trata de cumplir de manera adecuada con su papel de padre y madre, enseñando a sus dos pequeños hijos, con el ejemplo, a pensar, argumentar y defender algunos valores, incluso en contra de lo que piense la mayoría, esa sí que es su principal labor. Una tarea nada fácil, más cuando las circunstancias parecen estar en su contra. Tom Robinson es acusado de golpear y violar a una mujer, y Atticus Finch es asignado como su abogado de oficio. Ante una pregunta sobre la gravedad del caso, el defensor responde: “Podría haber sido peor, Jack. Lo único que tenemos

es la palabra de un negro contra la de los Ewell. Las pruebas se reducen a <<lo hiciste; no lo hice>>. No se puede esperar que el jurado acepte la palabra contra la de los Ewell…”.

La siguiente pregunta obligada es: ¿qué llevó a Atticus Finch a tomar el caso sabiendo de antemano que sería una defensa complicada? La respuesta es fascinante: “Pero

¿crees que si lo hubiera rechazado podría volver a mirar a mis hijos? Tú sabes tanto como yo lo que ocurrirá, y espero y ruego que Jem y Scout atraviesen la prueba sin amargura, y sobre todo, sin contraer la enfermedad corriente de Maycomb. El motivo de que personas razonables se pongan a delirar como dementes apenas surge algo relacionado con un negro, es cosa que no pretendo comprender… Sólo confío en que Jem y Scout acudan a mí para resolver sus dudas en lugar de prestar oídos a la gente. Espero que tengan bastante confianza en mí…” (pg.191).

Esa enfermedad de juzgar por el color de la piel o el lugar de nacimiento no es única de Alabama, sorprende saber que en un mundo globalizado la seguimos padeciendo. Las sociedades construyen a partir de generalizaciones, estigmas y estereotipos tales como: “el violador negro”, “el policía corrupto”, “el traficante de drogas latinoamericano”, “el terrorista islámico”. Construido el estigma y hecha la acusación, es muy difícil defenderse en cualquier escenario judicial y social. Hoy, en muchos lugares del mundo, al igual que en Maycomb, Alabama con Tom Robinson, seguimos condenando sin pruebas y sin juicio a muchos acusados. Hoy, seguimos matando a más de un ruiseñor, un ave indefensa que no hace nada distinto a cantar.

Jose David Ruiz Argel Abogado - Especialista en Derecho Laboral y Seguridad Social - Magíster en Derecho. La lectura es mi refugio y la literatura mi puerto seguro. Mi verbo es buscar, buscar y descubrir miles de historias que reclaman ser conocidas.

Más rara que una naranja mecánica, dulce y jugosa ¿Qué es una naranja mecánica y para qué sirve? ¿Es posible sincronizar la voluntad de un individuo con el deber ser y convencerlo de cambiar el mal por el bien? ¿Dónde empieza el bien y termina el mal? Son algunas de las preguntas que suscita la historia de Alexander De Large, un psicópata adolescente que disfruta de cometer actos de ultra-violencia como: cruentos robos callejeros, brutales palizas a ancianos y abominables violaciones a mujeres indefensas; en compañía de su pandilla de la que es líder, y a la que reúne todas las noches en el bar Korova, donde trama siniestras fechorías mientras bebe leche con ácidos, para luego encontrar el clímax de la diversión cuando se lanza como una fiera en la oscuridad sobre sus víctimas y cuyo dolor le produce un placer orgásmico que lo lleva a la gloria. Mejor conocido como el pequeño Alex por quienes han seguido de cerca su carrera delictiva, desde los once años de una correccional en otra, “Nuestro humilde narrador”, como se dice a sí mismo, cuenta lo que ha sido su periplo como malhechor y en el que se ha cultivado con especial devoción por la música de Beethoven, que usa para excitarse cuando escucha las trompetas de los ángeles y los trombones del infierno que gobiernan sus sentidos, convirtiéndolo

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Las 20 del XX en un artista entregado al caos y a la destrucción, como ritual solemne y sentimiento más sublime en el descubrimiento de la felicidad que jamás haya tenido. Carismático, perverso y audaz, no en vano se ha burlado del sistema cuantas veces ha querido y tomado de los demás lo que quiere cuando le ha venido en gana, alguien para quien el castigo no significa nada e incluso pareciera agradarle, una manzana podrida y un hueso duro de roer que resiste la violencia con que operan las autoridades en nombre de la ley y por encima de ella; sin doblegarse hasta que, finalmente la capacidad de represión del Estado, al que siempre subestimó, lo somete con el poder de una terapia de choque experimental de cura contra la maldad, y que prometerá devolverlo a la sociedad como un buen ciudadano para salir a recorrer el mundo ancho y libre en un nuevo comienzo. Escrita por el novelista y ensayista irlandés, Anthony Burgess, y publicada en 1962, La naranja mecánica, cuyo título original es A clockwork orange es una obra literaria del género distópico, famosa por su exitosa adaptación cinematográfica homónima de 1971 y que dirigió el ya desaparecido cineasta neoyorquino Stanley Kubrick, lo que le valió al libro un aumento en la popularidad y una reputación de culto entre cinéfilos y lectores. Dividida en tres partes de siete capítulos cada una, es de anotar que de los 21 que en total componen la historia original, la versión norteamericana y en la que está basada la película no incluyó el último, ya que esa era una de las exigencias de la editorial para publicarlo porque no lo estimó conveniente; algo en lo que cedió Burguess por motivos comerciales, pero que nunca dejó de ser importante para él ni mucho menos en el desenlace real de la historia, por cuanto significa el número 21 como símbolo de la mayoría de edad y una clave en la transformación del protagonista, que podrán advertir quienes lean la versión británica y que circula en Europa. ¿Existen seres humanos como modelos de maldad impenitente? ¿Podemos creer en el progreso moral? Es ese el lugar sombrío al que Alex pretende iluminar con su gusto por el arte de la Gran Música y Poesía, como una acción reivindicatoria de la cultura y la civilización, pero despojado a la vez de toda vergüenza y culpa, adonde quiera que vaya por una aventura sicodélica del lenguaje con su jerga juvenil Nadsat, en una mezcla de cokney o inglés de los bajos fondos londinenses con palabras de origen eslavo o gitanas, pero rusas en su gran mayoría, y que nos permiten descifrar y comprender la visión que tiene del mundo, en la que prevalecen la emoción de la violencia y las tentaciones de tener una vida fácil. Una vida a la que tendrá que renunciar cuando el aparato totalitario lo atrape y se encargue de ajustar cuentas con él para reformarlo, en una trampa donde caerá cuando se acoja al tratamiento especial que parece ser una recompensa pero que está lejos de serlo, cambiando su papel de

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victimario por el de víctima de los tiempos modernos y de su propio invento, y privándolo de tomar cualquier decisión ética. Como una naranja que exprimen y que sigue dulce y jugosa, más rara que una naranja mecánica.

Por: Daniel Casas Daniel Casas Vargas (Bogotá, Colombia, 1982). Es Comunicador Social y Periodista de profesión con Énfasis en Medios Audiovisuales. Ha sido Coordinador editorial de la revista digital y página web Túnel de letras durante casi 10 años. Reportero, redactor, corrector de estilo y escritor en formación. Opinador, soñador y contador de historias. Transformador de sus días y ser humano en construcción.

La ciudad y los perros La Ciudad y los Perros es una de las primeras novelas de Mario Vargas Llosa, publicada en 1963 es considerada como una de las obras literarias más importantes del siglo XX, en la que el autor nos lleva a descubrir la vida de un grupo de jóvenes que son internados en el Colegio Militar Leoncio Prado en Perú. A lo largo de la historia vemos cómo sus personalidades y carácter se moldean conforme van viviendo entre las normas y exigencias de su institución educativa y los sucesos personales que los envuelven. El autor nos presenta la forma en que estos jóvenes ponen a prueba sus convicciones y valores en medio de las estrictas reglas propias de un colegio militar. Los personajes se ven inmersos en situaciones cotidianas pero también en otras que retan su valentía y en algunos casos su virilidad. A lo largo de los capítulos puede verse cómo los estudiantes son adoctrinados por un sistema de normas y formalismos marciales, que buscan apagar en ellos algunos rasgos de su personalidad que se contraponen a los mandatos de la institución. Los protagonistas son jóvenes entre los 14 y 17 años, por lo que en la novela se tocarán temas propios de esta edad, haciendo una relación directa entre sus vivencias personales y cómo estas convergen con lo que se vive en el Leoncio Prado. Uno de los temas más importantes y alrededor del que se desarrolla parte de la historia, es el imaginario frente a la educación en un colegio militar, expresado en acciones como la valentía y el coraje no solo para sobrevivir en el colegio, sino aplicado también a sus relaciones personales y en la forma en cómo cada uno de los cadetes debe aceptar y convivir en su tránsito por el



Las 20 del XX colegio, pero también para sortear con éxito conflictos familiares presentes en sus vidas. La lectura sugiere una crítica a la tendencia de la época, que consideraba que internar a los jóvenes en un colegio militar ayudaría a que pudieran formar su carácter, adquirir disciplina como base para su formación, pero también que garantizaba que una carrera militar podría llevarlos por un camino socialmente aceptado en el que “ser hombre” está ligado a la violencia y a la dominación del otro dentro del entorno, así como su relación de poder basada en el sometimiento haciendo uso del miedo y liderando grupos de defensa como “el círculo” para avivar la rivalidad entre cursos teniendo como excusa la venganza para representar su masculinidad. La narración envolverá al lector a través de diferentes historias, a lo largo de la lectura el autor nos lleva a lo más profundo de sus diálogos internos y pensamientos marcando así los rasgos del personaje, para comprender mejor sus emociones y evolución en el relato, haciendo intervalos entre el pasado y presente. Las primeras páginas son confusas por los saltos entre los hechos y la descripción de situaciones de algunos de los personajes, sin embargo, cuando comprendemos cómo será desarrollada la historia entre estos fragmentos, logra envolvernos y guiarnos dentro de la secuencia de acontecimientos de los protagonistas en su vida personal y las cosas que ocurren al interior del Leoncio Prado. Los matices y contrastes de los personajes en la historia marcan aún más algunas características que el autor destaca en su “crítica” al sistema educativo de los colegios militares peruanos. Podemos ver en personajes como “el jaguar” la evidencia de una conducta propia de lo que se espera ver en un colegio de estas características, por el contrario, otros como “el esclavo” y “el poeta” nos dejan ver, a su manera, la sensibilidad expresada en diferentes situaciones como la amistad y el amor. En el caso del primero su relación con su enamorada lo lleva a situaciones extremas, mientras que el segundo, con sus habilidades para sobrellevar los días de castigo al interior del colegio empleando la escritura como catarsis para exteriorizar sus carencias y como servicio para que el resto de cadetes pudieran expresar sus ideas y sentimientos. La tradición familiar y la posición económica también son relevantes en la historia y en la vida de los personajes, la presión de sus padres para que puedan asegurar un futuro militar con una buena posición económica fue determinante para su asistencia al colegio y su permanencia en él, sin importar que por conservar las insignias y el prestigio se ponga en riesgo la integridad o se llegue al límite.

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La Ciudad y los Perros es una obra literaria completa en la que como espectadores logramos entender el punto de vista del autor y compartir su crítica, a través de la narración podemos acercarnos a cada personaje, adentrarnos en sus pensamientos, acompañándolos a construir una personalidad a partir de sus necesidades y vivencias, Vargas Llosa describe la crueldad en este tipo de educación en situaciones tan cotidianas que su crítica es acertada al exponer un sistema de normas alejadas de las necesidades de sus estudiantes, en las que se antepone el estatus por encima de cualquier situación. De esta novela vale la pena reflexionar sobre las formas de educación y cómo a lo largo de los años se han transformado para estar al servicio del estudiante y que sin reemplazar la disciplina, se guíe al estudiante formando su carácter, pero sin desconocer sus necesidades y habilidades.

Por: Paola Uribe Comunicadora social y periodista graduada de la Universidad Central en el año 2017, desde ese momento me dedico al posicionamiento orgánico de sitios web. Lectora aficionada, me gusta viajar y conocer lugares nuevos. Registro todos los lugares nuevos que conozco con mi cámara.

Muejeres. Charles Bukowski “—¿Qué piensas de las mujeres? — preguntó ella. —No soy un pensador. Cada mujer es diferente. Básicamente parece que sean una combinación de lo mejor y lo peor, lo mágico y lo terrible. Estoy contento de que existan, de todas maneras. “ Un escritor alcohólico de origen alemán, entrado en sus cincuentas y radicado en L.A. de la década del sesenta, carga encima una pesada cruz. Mientras bebe leerá algunos de sus poemas a un público que lo aclama, allí conocerá a una mujer mucho más joven que él, a la que se joderá cuantas veces ella se lo permita. Otras tocarán su puerta, le telefonearán o escribirán cartas siempre con un mismo propósito, que él se las joda. Cada una de ellas sabrá qué esperar, ya lo conocen, lo han leído y por eso lo buscan, y para eso él escribe para buscarse y conocerse, tal vez también para eso bebe y vive. A diferencia de ellas, él no sabe qué esperar, no espera nada. Él observa.


Las 20 del XX Mujeres nos conduce por el arduo ejercicio de auto observación del escritor protagonista de la historia y de quien la escribe y muestra como solo es posible observarse a sí mismo a través de la relación con otros. Chinaski usa a las mujeres y el alcohol para poder escribir sobre sí, conocerse y darse a conocer a más mujeres, con quienes beberá, joderá y nuevamente escribirá. Y es esta auto observación la que representa para él una cruz, no es escribir, ni leer a un publico que poco le interesa, ni el dinero que gana por esto, ni ser un maltratador o un alcohólico, ni sus fantasías acerca de violaciones infantiles, su cruz es reconocerse, pero la cargará gustoso, pues ahí radica su éxito en aceptar su carga y hacer algo con ella, escribir. Escrita de manera sencilla y cruda su lectura se torna fácil y entretenida, por momentos las narraciones de los encuentros sexuales y las descripciones de las protagonistas llegan a ser excitantes, como si de una novela erótica se tratará, sin embargo tras esa sencillez está la complejidad de los personajes, y de saber que mientras leemos estamos dentro de la cabeza de uno de ellos, lo que nos lleva a buscar comprenderlo. Y mi instinto al igual que el del gato me dice que Henry era un buen tipo.

Por: Mauricio García Realizó estudios en ingeniería, publicidad y fotografía, ha pasado por dos huracanes y un terremoto, y cree que lo más importante es observar lo que pasa dentro de sí, espera algún día terminar de hacerlo.

La insoportable levedad del ser La insoportable levedad del ser explora la psicología desde las dudas, los temores y las paradojas con que se encuentra la condición humana frente al sexo, el amor, la estética y la búsqueda de la plenitud, durante el contexto histórico y político de la invasión rusa a la extinta Checoslovaquia en 1968. Los pensamientos, emociones y sensaciones de los personajes son plasmados con riqueza descriptiva, como punta de lanza en el debate filosófico que propone su autor, Milan Kundera, quien sustenta todo el relato en torno a los conceptos de levedad y pesadez. Al recordar la metáfora según la cual, sobre una persona cae el peso de los acontecimientos, entonces, ¿Qué hemos de elegir, el peso o la levedad? ¿es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad?

Son algunos interrogantes que plantea la novela, que en el desarrollo de la misma pone de presente la contradicción entre ambos. Al comienzo de la novela, la levedad está representada en la vida de Tomás, quien tiene la convicción de encontrarse plenamente a sí mismo, viviendo como soltero, lejos del amor y del compromiso, y con frecuentes relaciones eróticas; sin embargo, el concepto encuentra su máxima representación en la personalidad transgresora de Sabina, amante de Tomás. Entre tanto Tomás conoce a Teresa, quien le hace dudar de sus convicciones, entonces la duda aparece con la premisa según la cual “la vida humana acontece solo una vez y por eso nunca podremos averiguar cuáles de nuestras decisiones fueron correctas y cuáles incorrectas”. Sólo tenemos la oportunidad de decidir una vez, ya que no tenemos más vidas para comparar las distintas decisiones, y esa única vida nos obliga a decidir constantemente acerca de las situaciones que comprometen nuestro imaginario de plenitud, saciedad, felicidad, acaso ¿bajo el lente de la moralidad? o ¿el de nuestros propios apetitos? Por su parte Teresa deberá soportar el peso de la infidelidad de Tomás, y se siente incapaz de comprender su levedad, pero desea hacerlo, piensa en serle infiel y saborear la levedad; su personaje representa la pesadez queriendo encontrar la levedad. El otro personaje en discordia, Franz, amante de Sabina, confiesa a su esposa Marie-Claude que tiene una amante, para despojarse del peso de la mentira que trae consigo la infidelidad; mientras que Sabina piensa que tendrá que ocupar el lugar de la esposa de Franz, lo que se convierte en una pesada carga, difícil de llevar para ella. Para cuando esté viviendo en Paris, Sabina tendrá noticias de Tomás y Teresa, y descubre lo que siente al haber abandonado a Franz, una sensación de malestar, desarraigo y vacío. Esta escena pone en contradicción los conceptos leve y pesado, y en ella Kundera dibuja de nuevo la levedad como noción positiva, donde a través de la experiencia de Sabina, se convertirá en insoportable o en noción negativa desde ahora. La novela tiene metáforas recurrentes que permiten empatizar con la psiquis de los personajes, además de reflexiones filosóficas como las que ofrece la vida cotidiana, tan llena de casualidades, así, el enamoramiento puede ser atribuible a la casualidad, pero contradictoriamente creemos que ese amor debía ser o (tener un peso), olvidando que también gracias a la casualidad, en el reino de lo posible existe una cantidad infinita de amores no realizados.

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Las 20 del XX Por: Gina Carolina Penagos Jaramillo Abogada litigante- Especialista en derecho administrativo- Mamá- EsposaEmpresaria. “Comencé a disfrutar de la lectura cuando más había vivido y más quería entender. El conocimiento más profundo viene de los libros, incluso el conocimiento sobre uno mismo y la naturaleza humana”

Leviatán. Paul Auster en estado puro La editorial española Anagrama publicó en 2006 un curioso libro que tenía a Paul Auster como catalizador, Creí que mi padre era Dios, una selección de relatos cortos que, a petición suya, le había enviado un grupo de oyentes del programa radiofónico en el que él colaboraba, Weekend All Things Considered. De entre más de 4.000 textos, Auster eligió 180, que son los que componen Creí que mi padre era Dios, cuyo destino inicial era su lectura en antena, aunque acabaron también en formato libro por sugerencia de su esposa, la escritora Siri Hustvedt. Auster, uno de los escritores estadounidenses actuales de mayor éxito de crítica y público, había puesto una condición a los escuchantes y literatos: los textos debían ser verídicos. Y aunque el resultado es de lo más variopinto, como no podría ser de otra manera teniendo en cuenta que llevan la firma de 180 personas, en ellos subyace un denominador común: la sensación de que lo narrado recoge fielmente la realidad. No creo que sea casual esa demanda de Paul Auster (Nueva Jersey, 1947) a favor de lo real. Él mismo se afana por transmitir verosimilitud en sus propios libros, al menos en los nueve o diez que yo he leído, exceptuando quizá la futurista El país de las últimas cosas, que merecería un análisis aparte. No digo que Paul Auster sea un realista a la manera de sus compatriotas Raymond Carver o Tobias Wolff, que articulan gran parte de su obra en las dramáticas minucias del día a día. No, Auster, aunque lo disimule con su lenguaje sencillo y su claridad expositiva, teje novelas de trama compleja, con numerosos giros argumentales, guiños metaliterarios y juegos de azar que rara vez se dan en nuestro día a día. Lo que quiero decir es que, pese a tan-

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tos elementos intencionadamente literarios, nacidos de su fértil imaginación, su propuesta nos parece real, tan real como podrían serlo ciertos documentales que vemos en Netflix basados en hechos reales, por muy sorprendente que se antoje lo descrito en ellos. Un buen ejemplo de la novelística de Auster la encontramos en Leviatán (Anagrama, 1993), novela en la que despliega sus habituales virtudes literarias. El peso de la narración nos llega de la mano de Peter Aaron, tal vez alter ego de Auster, quien relata las malandanzas de su amigo, Benjamin Sachs, excelente escritor a su pesar. Peter Aaron ejerce como confidente –por no llamarlo testaferro– del relato del devenir de su misterioso amigo, involucrado en el estallido de una bomba en una carretera de Wisconsin que se cobra la vida de un nombre desconocido, algo que empuja al FBI a seguirle sus pasos, al principio a ciegas. Por qué lo busca el FBI, qué ha hecho para convertirse en un fugitivo y cómo ha llegado a esa situación límite es lo que Aaron/Auster va desgranando, poco a poco, en una historia que, como siempre en este autor, toma el pulso a la realidad norteamericana (en este caso, la de los años 90) al tiempo que nos ofrece fragmentos de vida de personas que, extravagancias aparte, insisto, nos parecen reales. No faltan en esta novela recursos habituales en Auster como el azar, las existencias entrelazadas, las reflexiones metaliterarias, el vagabundeo o las carambolas de un destino juguetón, señuelos para atraparnos hasta un final que, en cierta manera, conocíamos desde el principio. (Lo interesante es todo lo que ocurre entre medias…).

Leviatán es una narración, por así decirlo, a dos bandas. Si bien el objetivo de Aaron es escribir una biografía selectiva de su amigo, no deja de ser a la larga también una biografía de sí mismo. Dos biografías fuertemente conectadas por caprichos del destino y por obediencia a una comprometida amistad. Extrañamente, pese a la distancia geográfica –y en ocasiones afectiva– entre todos los personajes (los principales y los secundarios), un hilo inasible acaba por unirles una y otra vez. Llevando el oxímoron a su máxima expresión, Leviatán es una novela policiaca sin policías, un thriller sin acción, una biografía autobiográfica. Confieso que es tanta mi afinidad con este escritor, que me falta distancia para discernir con claridad si Leviatán es uno de sus libros más logrados. De lo que no tengo dudas es de que su lectura satisfará las expectativas de los más austerianos y de muchos lectores, amantes de la buena literatura, que aún no se han adentrado en su seductora obra.


Las 20 del XX Por: Francisco Rodríguez Criado (Cáceres, 1967) es escritor y corrector de estilo. Ha publicado una decena de libros de diversos géneros, entre los que destacan Sopa de pescados (relatos), Mi querido Dostoievski (novela), Oficios perdidos de Extremadura (reportaje novelado), El Diario Down (diario) o Los zapatos de Knut Hamsun (relatos). Es columnista de El Periódico de Extremadura desde 2005 y ha impartido numerosos talleres de escritura creativa. Edita, desde 2007, Narrativa Breve (https://narrativabreve.com), blog referencial de literatura en castellano. Actualmente, está escribiendo una novela corta.

El club de la pelea (1996) Una historia que envuelve desde el primer momento, que, aunque reconocida por su gran adaptación al cine en 1999, merece ser leída. El autor Chuck Palahniuk nos sumerge en la vida de un personaje neurótico y reprimido, que vive intentando encajar en los estándares de la sociedad y que constantemente expresa sus pensamientos sobre destrucción y muerte. El narrador y protagonista empieza contándonos su historia desde el final para darnos un poco de contexto, luego mediante lo que parecen saltos en el tiempo, nos cuenta sobre su tranquila y aburrida vida; su apartamento, sus muebles, su trabajo como consultor de seguros en una compañía automotriz, su jefe, y sobre sus problemas de insomnio y cómo intenta solucionarlos. Asiste a grupos de apoyo de enfermos por recomendación médica, donde llora, no se siente juzgado y lo apoyan a pesar de nadie conocer de su verdadera condición de insomnio, logrando sentirse mejor y descansar. Allí conocerá a Marla Singer, una mujer inestable y perturbada que le resulta amenazante, pues al igual que él acude a los grupos de apoyo sin padecer ninguna enfermedad. Él, aunque ya no se siente cómodo, no se rehúsa a dejar estos grupos, opta por odiar a Marla. A nuestro protagonista un día le cambia la vida luego de un incidente en su apartamento, lo pierde todo, se lamenta por sus muebles y sus pertenencias, pero sin entender muy bien cómo sucedió y dejando todo en manos de la policía, decide sin pensar, irse a vivir con su viejo amigo Tyler, quién tiene una personalidad contraria a la de él. La vida con Tyler era totalmente distinta, ahora vivía en un barrio industrial, solitario y muy silencioso de noche en una

casa alquilada sin muebles y llena de revistas viejas del antiguo dueño. Un lugar muy diferente del que estaba acostumbrado. Tyler lo invita a trabajar con él en las noches como camarero además de involucrarse en su empresa de jabones, por lo cual ahora pasan más tiempo juntos. Una noche de domingo en un bar, nuestro protagonista y Tyler, ebrios, deciden pelear. Tyler le pide que lo golpee, dice que no desea morir sin cicatrices y que desea conocerse mejor. Así crean el club de la pelea, un lugar de liberación, destrucción y sin prejuicios, al que se van sumando más y más hombres bajo unas estrictas reglas. El club crece de manera desproporcionada y nuestro narrador se sorprende de encontrar en cada rincón a hombres que asisten a él. Tyler y él se convierten en la cabeza de una masa de hombres, un proyecto gigante organizado meticulosamente con un objetivo específico, caos, la destrucción del orden de la sociedad. Esta historia con diálogos dinámicos atrapa gracias a sus personajes, sus vínculos y los cambios que poco a poco van mostrando. Los monólogos del protagonista crean incertidumbre sobre lo que ocurre en su cabeza. Muchos giros inesperados y detalles que los complementan a pesar de que en ciertos momentos llegan a parecer desconcertantes. Una lectura agradable y fuera de lo tradicional, que no pierde vigencia al llevarnos a explorar condiciones de la mente que aún en la actualidad son tabú.

Por: Natalia Ibáñez Diseñadora interior. Como muchos, amante de la lectura, del arte y la pintura. Fiel creyente de que los libros son espejos.

Harry Potter y la piedra filosofal de J.K. Rowling Este es el primero de los siete libros que conforman la exitosa saga escrita por la controversial escritora J.K. Rowling, una historia de 17 capítulos que nos introduce al mundo mágico de Harry Potter y nos presenta a casi todos los que serán los protagonistas de una aventura que la mayoría de sus lectores, por no decir todos, considera que no debería acabar nunca. Desde la publicación de Harry Potter y La piedra filosofal en 1997, la serie se ha convertido en un fenómeno mundial. En 2018, veintiún años después de la publicación original, las ventas de los libros superan los 500 millones de copias y Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, última entrega de la saga, es el libro de ficción más vendido de todos los tiempos. Además, las ocho películas basadas en las nove-

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Las 20 del XX las, han recaudado más de seis mil quinientos millones de dólares. Tal ha sido el impacto que ha logrado la escritora inglesa, que no solo ha dado pie a la spin-off Animales fantásticos y dónde encontrarlos, sino que incluso tiene su propio parque temático. Joanne “Jo” Rowling nació en la ciudad de Yate en South Gloucestershire, Inglaterra. Es hija de Peter James Rowling, un ex ingeniero de Rolls-Royce, y Anne Rowling (de soltera Volant), quien murió por complicaciones de esclerosis múltiple en 1990. (La “K” en la firma de Rowling significa “Kathleen”, que era el nombre de su abuela y se agregó después de que los editores de Bloomsbury, editorial de la saga, quisieran que usara iniciales para sonar más como un autor masculino). Rowling, que, aunque para muchos pueda ser excesiva la comparación con maestros como Tolkein, se caracteriza por su versatilidad, su poder como escritora no radica solamente en la ciencia ficción, también ha impactado la novela policiaca, género por excelencia característico de los ingleses y al que incursionó con el pseudónimo Robert Galbraith. La escritora y su saga nunca han sido más visibles que ahora, en la era digital debido a la política de la literatura infantil y los actores que la rodean. Como una de las primeras series para niños en ganar gran popularidad al mismo tiempo que la expansión de Internet, el septeto de Harry Potter llegó al escenario mundial en el momento perfecto para desarrollar un fandom ávido y conectado. Pero es este fandom el que ha puesto al descubierto las muchas ideologías en conflicto de los propios fans y todos aquellos que intervienen en este universo literario. Esta escritora seduce a sus seguidores demostrando que las poderosas voces de los autores continúan dando forma a las respuestas de los lectores a través de textos, aún mucho después de su publicación, pero mostrando también que los interlocutores a menudo se resisten a los intentos de los autores de influir no solo en sus interpretaciones textuales, sino también en políticas públicas entre otras. La historia comienza con una mirada a la vida de Harry, un niño a punto de cumplir 11 años y que debe crecer con un grupo de personas que dicen ser su familia pero que lo tratan peor que a un desconocido. Sin embargo, como en toda novela fantástica, con el acontecer de los días, sucede algo inesperado y Harry por fin logra recibir la carta anhelada por todo niño destinado a ser mago de por vida, la carta de invitación al colegio de hechicería y magia Hogwarts. Cualquiera podría decir que crecer siendo mago sin saberlo y tener que enfrentarse a los típicos estereotipos de un colegio nuevo en el que los apellidos de familias legendarias predicen futuras amistades y marcan lazos de por vida, serían hechos que un niño de esas edad no podría manejar, pero Harry nos sorprende a todos y nos demuestra durante repetidas veces en toda la historia que no para todos es bueno ser famoso, y no necesariamente ser rico de un día

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para otro da licencia para sentirse mejor que los demás. Harry Potter y la piedra filosofal es un libro en donde la magia ya no es censurada, simplemente se vive de forma paralela al mundo no mágico de los muggles (personas sin magia) y demuestra que la amistad puede construirse más allá de las diferencias y aún más importante, más allá del deber ser. Este libro, así como todos los de la saga, nos presenta un entorno imaginario en donde los típicos estereotipos nos sorprenden y nos llevan de la mano para descubrir que los malos se disfrazan y los buenos muchas veces no suelen parecerlo. En este primer libro Harry Potter y sus mejores amigos Ron Weasley y Hermione Grenger, así como el controversial Neville Longbottom se presentan como jóvenes aventajados y beneficiados por los trucos y hechizos mágicos que los asemejan a los más eficientes detectives de la novela policiaca del mundo muggle al que todos pertenecemos. Como dato particular, vale la pena resaltar que existen un sinnúmero de estudios sobre Harry Potter y los personajes de la saga, así como análisis sobre aspectos polémicos como las clases sociales del mundo mágico y el impacto del fenómeno que han generado no solo los libros sino también todas las películas. Sin embargo, son pocos los que resaltan aspectos como la percepción de las personalidades de los personajes a partir de las diferentes ediciones traducidas en más de ochenta versiones idiomáticas. Estos hallazgos confirman las conclusiones reportadas por otras varias investigaciones que han examinado las diferencias transculturales en las percepciones y amplían el trabajo anterior aplicándolo a otros campos literarios como el análisis de personajes de ficción. Los resultados tienen importantes implicaciones para profesores de grupos de estudiantes multiculturales y traductores de ficción infantil. Finalmente, me atrevo a concluir afirmando que todo el que haya leído este libro y aquel que se encuentre por hacerlo, podrá coincidir con la siguiente idea: ¿en dónde se habrá perdido mi carta de Hogwarts?

Por: María Ximena Quintanilla Carvajal Profesor Titular de La Universidad de La Sabana e Investigador Senior en Minciencias. Estudió su Doctorado en Ciencias en Alimentos y es Ingeniera de Producción Agroindustrial. Sus temáticas de investigación se basan en el desarrollo de alimentos funcionales a partir de técnicas de micro y nanoencapsulación. Cofundadora del grupo de lectura Inklngs y aficionada a la literatura de ciencia ficción y fantasía.



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