Circo de los altares

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Cómo es la peligrosa travesía al

meta. Circo de los Altares es una plataforma de hielo llamada así porque tiene forma de circo o anfiteatro natural. Aquí el clima es extremo, con vientos que pueden superar los 90 kilómetros por hora.

Circo de los Altares Ubicado en Campo de Hielo Sur, a los pies de los legendarios cerros Torre y Fitz Roy, Circo de los Altares es uno de lugares más salvajes y espectaculares de la Patagonia. Una expedición chilena estuvo ahí y, tras ocho días de dura caminata sorteando grietas y viento blanco, logró completar un circuito que por años ha hecho soñar a los más grandes aventureros del planeta. Aquí, paso por paso, cómo lo hicieron. POR Sebastián

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expediciones de la historia del montañismo, desde las primeras ascensiones francesas e italianas hasta otras como la del mismo Douglas Tompkins, que escaló aquí en los sesenta. Además, ya nos sentíamos con experiencia suficiente: el año pasado habíamos

ido a la Cordillera Blanca de Perú y sabíamos bien lo que era una actividad de 10 a 15 días en la montaña. Ahora era el momento para hacerlo en Patagonia”, dice al teléfono desde su casa en Valdivia, donde Erwin maneja su empresa de turismo aventura Alerce Outdoor. Recorrer el Circo de los Altares es una actividad compleja. Una ruta técnica, que los propios montañistas y medios especializados definen como de “dificultad muy alta”. Esto básicamente por el lugar salvaje e inhóspito donde se encuentra, y por lo inestable y extremo que es el clima en esta zona:

el viento aquí puede superar fácilmente los 90 kilómetros por hora, con temperaturas de varios grados Celsius bajo cero. Pero además no es raro que ocurran accidentes: a comienzos de febrero de este año, unos días antes de que el grupo de Erwin partiera, otra expedición chilena había tenido que ser evacuada en helicóptero desde el mismo lugar, debido a que uno de sus integrantes cayó en una zanja tapada por la nieve y se luxó el hombro. Todos salvaron ilesos, pero el temor ya estaba instalado en el grupo. “Esto provocó nervios, sin duda –dice Martínez–. Sabíamos

que se nos vendrían jornadas duras y que tendríamos que pasar por el mismo sitio donde había sido el último accidente”.

SEGUNDO PASO. El equipo

“Esta es una ruta técnica. El equipo, sin duda, debe manejar todas las áreas del montañismo: cartografía, escalada en hielo, progresión en glaciares, vestuario, logística, alimentación”, explica Martínez, quien se hizo cargo de la organización y reunió a la cordada que lo ayudaría a cumplir su sueño: Gonzalo Aylwin (30), Ángela González (33), Constanza

fotografías: alerce outdoor

Erwin Martínez (36 años) dice que todo partió con un video. Unos amigos montañistas venían llegando del mítico Campo de Hielo Sur y las espectaculares imágenes de su registro simplemente le volaron la cabeza.“En ese mismo momento comencé a imaginar cómo lo haría”, explica este ingeniero forestal con Magíster en Gestión Ambiental, que se dedica a las excursiones. El lugar específico que lo impresionó era el llamado Circo de los Altares, una espectacular plataforma de hielo patagónico ubicada justo en la frontera entre Chile y Argentina, que se llama así porque es literalmente como un circo. O un anfiteatro natural. Desde este lugar se pueden ver, imponentes, los legendarios cerros Torre y Fitz Roy, entre otros, que por décadas han inspirado a muchos de los más grandes escaladores del mundo. “Uno siempre está leyendo libros y viendo videos, y sabe que este es el epicentro de grandes

natalia herrera

PRIMER PASO. El sueño

Montalva Wainer.

aventureros. Desde la izquierda, Gonzalo Aylwin, Rafael Cabezas, Gerardo Gajardo, Erwin Martínez, Ángela González y Constanza Barrera. Domingo

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acceso. Se puede ir desde Chile, pero al Circo de los Altares se accede comúnmente desde El Chaltén, Argentina.

Barrera (28), Gerardo Gajardo (28) y Rafael Cabezas (35). “Todos los que íbamos somos amigos y ya llevábamos varias expediciones juntos. Nos conocemos bien las mañas, las virtudes y defectos: eso sin duda es un plus enorme. Si eso no se da en una expedición de este calibre, puede ser un rotundo fracaso”. Para probarse, un año antes el equipo había ido a la Cordillera Blanca de Perú, otro gran hito del montañismo sudamericano, que les demandó una expedición de 12 días. El circuito al Circo de los Altares toma como mínimo seis días, pero esto depende siempre del clima. Si hay mal tiempo, hay que esperar que haya “una ventana” que permita continuar, lo que puede significar varios días extras de viaje. Otro asunto que había que resolver era qué llevar.Y en eso, el peso era fundamental. Primero optaron por cargar comida liofilizada, es decir, que viene lista y se “cocina” solo echándole agua hervida. Luego pasaron a la mochila. “Hasta una simple aguja era peso adicional; sin contar el típico nerviosismo que implica intentar cuadrar el peso en el embarque del avión”, cuenta Martínez. También decidieron que irían con raquetas de nieve, en vez de trineos, para moverse en ciertas partes de la ruta. ¿La razón? Tenían certeza de que en la temporada había caído 14 Domingo

muy poca nieve. “Luego vimos en forma patente los efectos del cambio climático: desde el refugio chileno Eduardo García Soto, donde nos quedamos la cuarta noche, vimos cómo los cerros aledaños eran de tierra. El cerro Gorra Blanca, uno de los hitos de esta ruta, debe haber tenido un 50 por ciento de nieve comparado con otras fotos que habíamos visto. En la misma temporada anterior, de hecho, no había nevado nada. No se puede subestimar lo que está pasando con los glaciares en esta zona”.

TERCER PASO. La ruta

Valdivia en camioneta hasta Puerto Montt. De allí, en avión a Punta Arenas. Luego, bus a Puerto Natales y cruce hacia El Calafate, Argentina. Finalmente, otro bus a El

refugio. El circuito toma mínimo seis días, pero eso depende del clima. El mal tiempo puede obligar a improvisar campamentos.

Chaltén. Una vez instalados en la llamada “capital argentina del trekking”, y después de afinar los últimos detalles en la gran mochila personal –25 kilos pesaba cada una–, el equipo partió en la mañana del 17 de febrero, en camioneta esta vez hacia el río Eléctrico, punto de inicio de la caminata. “Aunque se puede ir desde Chile, al Circo de los Altares se accede comúnmente desde El Chaltén”, dice Martínez.“Son pocas las expediciones nacionales que van hasta allá. En cambio, en Argentina y Europa este lugar se conoce mucho. En El

Chaltén debe haber fácil unas cinco empresas turísticas que trabajan en el sector. Este es un lugar donde no existe claridad sobre los límites fronterizos. Eso todavía está en litigio entre Chile y Argentina”. En resumidas cuentas, la ruta que siguieron fue la siguiente (ver mapa). Del río Eléctrico al campamento Piedra El Fraile. De ahí a La Playita, que es la entrada a Campo de Hielo Sur. Después, hacia la Laguna de los 14. Más tarde, hacia el refugio chileno Eduardo García Soto y luego hacia el Circo de los Altares mismo.Tras eso, continuaron hasta el campamento Laguna de los Esquís, Laguna Toro y finalmente de regreso a El Chaltén. En total caminaron ocho días, en extenuantes jornadas diarias de 10 horas. “Tuvimos que hacer un cambio de última hora en la ruta. Nuestra idea era subir hacia Campos de Hielo por el paso Marconi, pero oímos de los guías argentinos que ya no se estaba yendo por ahí, porque el glaciar había retrocedido mucho y había desprendimientos de bloques de hielo. Cuando llegamos a La Playita fuimos a ver y nos dimos cuenta de que era suicida irse por ahí. Era como ponerse una soga al cuello. Por eso decidimos irnos por la llamada Laguna de los 14. Fue una jornada muy larga, de once horas escalando en rocas, que nos obligó a improvisar un campamento antes de llegar al refugio Eduardo García Soto, que maneja Conaf y suele utilizar el Instituto Chileno de Campos de Hielo”.

CUARTO PASO. Los peligros

“Campo de Hielo es un lugar hermoso. Ves un océano blanco muy lindo, que realmente emociona”, dice Martínez.“Sin embargo, no da margen de error. Debes ir siempre sumamente concentrado y atento a la ruta. Uno sabe que si improvisas, lo puedes pasar muy mal. Puede que haya viento blanco, puedes caer en una grieta y debes saber salir de ahí en forma autónoma. Nosotros lo sabíamos desde un principio: nos habíamos ido a meter en la boca del lobo”. Si bien se comunicaban diariamente por teléfono satelital con la

esposa de Erwin Martínez, quien les informaba sobre los pronósticos climáticos de cada jornada, el equipo igual debió enfrentar imprevistos. Primero, tuvieron que llegar con viento blanco al refugio Eduardo García Soto, tras una agotadora jornada de ocho horas que los obligó a encontrar la ruta solo a través de sus GPS. “Íbamos todos encordados, montados directamente sobre el hielo. En un segundo se abrieron las nubes y pudimos ver el refugio. Fue uno de los momentos más felices del viaje: estábamos en el lugar que solo habíamos visto en fotos. Qué decir del paisaje: el refugio está sobre una isla de roca desde donde se tiene una vista única al Campo de Hielo, el cerro Gorra Blanca, el cordón Gaea. Es fabuloso”. Sin embargo, el mayor problema de todos, asegura Martínez, fue la presencia de grietas. “Siempre teníamos que ir despacio, con una sonda –que es como una varilla de carpa que se va enterrando en la nieve–, para ver que no hubiera una grieta. A veces a uno le parece que no hubiera nada, pero debajo sí puede haber. Por eso íbamos avanzando en zigzag, concentrados todo el tiempo. Nadie hablaba. Solo en la noche, cuando armábamos los campamentos, nos poníamos a conversar”. Debido al paso lento en que iban, la quinta noche de travesía los obligó a habilitar un campamento –originalmente no considerado– en pleno hielo, en medio de la nada.

en marcha. Constanza Barrera, Ángela González y Gerardo Gajardo en acción: cada uno llevaba una mochila con 25 kilos de equipo y provisiones.

Llevaban once horas de caminata, encordados uno con el otro, usando raquetas de nieve, viendo que no hubiera una grieta. “Tuvimos que acampar al medio del mismo glaciar. Estábamos muy cansados y optamos por eso. Aunque no era amigable para el equipo, preferimos que las carpas estuviesen en un lugar sólido, sobre el planchón de hielo. Claro que sentimos temor: en ese momento hay muchas incertidumbres, si aguantará o no el hielo, si llegará un viento fuerte que nos levante las carpas y nos deje al fondo de la grieta. Esa fue, sin dudas, la noche más larga de todas”.

QUINTO PASO. La conquista

A la mañana siguiente, con la primera luz del día, tendrían que salir del laberinto de grietas, rumbo al esperado anfiteatro del Circo de los Altares. No sabían cómo estaría el escenario, pues durante la noche el viento había sido tan fuerte que

alerta. Desde el refugio chileno Eduardo García Soto el grupo vio los cambios en el paisaje: algunos cerros eran más tierra que nieve.

pensaban que en cualquier momento arrancaría los tornillos de hielo. Pero al salir de las carpas, Campos de Hielo les regaló la mejor ventana climática de todas. “Pudimos ver desde ese punto el cordón Mariano Moreno y el volcán Lautaro junto a un mar blanco, lo que formaba un paisaje impresionante”, recuerda Martínez.“Luego llegó el momento más emotivo para mí: estar a unos metros de los colosos Fitz Roy y Torre. Después de las fotografías de rigor, seguimos avanzando para salir del hielo y tocar tierra nuevamente. Nos abrazamos: esto significaba en gran parte que lo habíamos logrado”. Tras salir del Circo de los Altares, solo restaba atravesar el temido Paso de los Vientos, donde las ráfagas

pueden superar los 90 kilómetros por hora: de hecho, a varios del grupo el viento los mandó al suelo. El último campamento fue a la intemperie, protegidos por el bosque de la Laguna Toro. A la mañana siguiente, cruzaron el río en una tirolesa que está dispuesta allí por los guardaparques argentinos e iniciaron su regreso triunfal a El Chaltén. Fue recién en este último tramo cuando volvieron a ver a otros seres humanos: la gente –en su mayoría extranjeros– que llega hasta ese punto para hacer trekking por el día desde el pueblo. Una vez en El Chaltén, Erwin Martínez y su equipo se dieron el fuerte abrazo que tanto añoraban. Su sueño se había cumplido, y estaban sanos y salvos para contarlo.“A todos se nos cayeron las lágrimas”, recuerda ahora. “Habíamos visualizado esto un año antes y todo se nos había dado. Para mí esta es la ruta más difícil que he hecho. Aquí tienes que lanzar toda tu experiencia y conocimientos a la parrilla.Te exige mucho. Campos de Hielo es uno de los escenarios más hermosos y cautivantes que he visto en mi vida, pero a su vez es un lugar extremadamente hostil, que no da opción para improvisaciones”. Domingo

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