Impresión sangria 3 mm Cemiterio de Pereiró.pdf 1 27/10/2015 10:01:57
Historia del cementerio En el último tercio del siglo XIX, Vigo conoce una gran prosperidad. Los barcos unen de forma regular la ciudad con La Habana, Buenos Aires y Puerto Rico; Ourense y Vigo están unidas por el ferrocarril desde 1881; nuevos rellenos permiten ampliar las instalaciones portuarias, y las salazones y otras industrias se van extendiendo, cambiando el paisaje urbano. En 1880 se crea la Caja de Ahorros de Vigo y en las calles se levantan construcciones cada vez más ambiciosas. La población alcanza los 15 000 habitantes y los muertos son ya entre 300 y 350 al año. Los dos cementerios del municipio se han quedado inservibles. El del Picacho sólo tiene 4600 metros cuadrados, y en el de Santiago los vecinos se niegan a enterrar a sus difuntos porque las tumbas se hunden en las tierras pantanosas. Por eso en 1889 la corporación municipal inicia los trámites para crear un nuevo cementerio, moderno e higiénico. Lo difícil es encontrar terrenos libres debido a la densidad de población. Al final se opta por Pereiró, en la parroquia de Santa María de Castrelos. Un rectángulo de 250 por 260 metros para un camposanto de 67 750 metros cuadrados, de los cuales 43 652 se dedican a panteones, sepulturas ordinarias, fosas comunes y cementerio civil, repartidos en cuadrados rectilíneos separados por vías amplias y arboladas. Se realizan 121 expropiaciones y se paga por ellas 38 604 pesetas, con un presupuesto total para el cementerio de 98 691,84 pesetas. El Ayuntamiento recibe el cementerio en 1898 y pronto tiene lugar el primer enterramiento: el del niño de once años José Rodríguez Rodríguez. La próspera burguesía construye hermosos panteones y templos, y pronto trae los restos de sus familiares enterrados en el Picacho. Aquí encuentran reposo personajes históricos como Concepción Arenal, José García Barbón, políticos, los grandes industriales conserveros, etcétera. Y mucha gente humilde que con su trabajo labró el destino de la ciudad portuaria y fabril, y de este cementerio, que es parte de su historia.
Arte funerario
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Detalle del monumento funerario de Gil y Sarabia
Los panteones y monumentos funerarios del camposanto de Pereiró forman un interesante conjunto artístico. Son encargados por las familias más pudientes de la ciudad (o sufragados por iniciativa popular) a conocidos arquitectos como Jenaro de la Fuente -que realizó el proyecto del nuevo cementerio en 1897-, Manuel Gómez Román o Francisco Castro; a canteros como José Fernández, conocido como Pepiño Fainichos, un artista de los años anteriores a la guerra civil; y a escultores como Francisco Asorey y Henry Godet. Se trata de construcciones eclécticas, de inspiración neoclásica, modernista o neogótica que dejan ver el gusto estético de cada época y personaje.
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Esculturas funerarias
Cementerio de Pereiró Detalle del panteón de Cesáreo González Rodríguez Las dos ciudades conviven en el sosiego del respeto. Con la tristeza embellecida por el árbol o la f lor que se alinean estéticamente a lo largo del parque, donde duermen y sueñan, quizás con nosotros, los enfermos de la oscuridad, las amadas estructuras de los viejos ancestros. Cada pueblo tiene dos ciudades la de la vida brillante y luminosa, y la vida del silencio irreversible de la eternidad. María do Carmo Kruckenberg
Coche fúnebre de época En 1938, el Ayuntamiento compró dos Dodge Ram para acondicionarlos como coches f únebres. Cada uno costó a la ciudad 20 000 pesetas, y uno de ellos todavía se conserva en perfecto estado.
Se pueden concertar visitas guiadas: turismodevigo.org