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JOSE ORDOÑEZ: de la risa del humor al gozo del Evangelio
José Ordóñez se tomó en serio el humor, no solo para conquistar los corazones de quienes escuchan sus chistes, sino también para poner el don que tuvo desde pequeño al servicio de Dios, quien lo llamó para extender su Reino de una manera poco usual. "Él nos ha mandado a que desde cada talento personal se evidencie su multiforme gracia y así poder ejercer un ministerio para su gloria", asegura.
Con su forma cómica de contar historias, menciona que pasó momentos de necesidad en los que aprendió a comer huevo con cuchillo y tenedor; “con el tenedor lo tenía y con el cuchillo lo defendía”. Así que las situaciones difíciles y el ser rechazado, desarrollaron en él la capacidad de reaccionar bien en cualquier situación. También rescata la soledad como una aliada, pues con ella escribía libretos, historias y personajes. “Creo que los tiempos difíciles son la materia prima que el ser humano utiliza para hacer cosas en su vida. Esos tiempos no se pueden desaprovechar y mi infancia fue un cúmulo de situaciones difíciles que hoy en día, como adulto, puedo aplicar y observar desde un punto de vista positivo”.
El creador de Ordóñese de la risa aprendió en carne propia que la fama es pasajera y jamás se debe poner por encima de la familia. Por eso, luego de haber intentado recuperar a su esposa en sus fuerzas y no lograrlo de rodillas oró, “Señor, perdóname, ¿sería posible que me devuelvas a mi esposa y a mis hijos?, no quiero hacerles a mis hijos lo que mi papá me hizo a mí, lo que mi abuelo le hizo a mi papá".