Diagnóstico de los Sistemas Agroalimentarios en los municipios de Camacho

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Diagnรณstico

de los Sistemas Agroalimentarios en los municipios de

Camacho


Diagnóstico de los Sistemas Agroalimentarios en los municipios de Camacho La FAO fomenta el uso, la reproducción y la difusión del material contenido en este producto informativo. Salvo que se indique lo contrario, se podrá copiar, descargar e imprimir el material con fines de estudio privado, investigación y docencia, o para su uso en productos o servicios no comerciales, siempre que se reconozca de forma adecuada a la FAO como la fuente y titular de los derechos de autor y que ello no implique en modo alguno que la FAO aprueba los puntos de vista, productos o servicios de los usuarios.

Proyecto: TCP/BOL/3505 (D) “Asistencia técnica para la implementación de acciones de políticas públicas de seguridad alimentaria con soberanía en territorios de agricultura familiar indígena originaria campesina del altiplano norte de La Paz”

Elaboración: Adalberto J. Kopp - Consultor CESA Dalila Luna - Consultor CESA Alejandro Valdivia - Consultor CESA

Fotografías: FAO Bolivia

Diseño y diagramación: Pedro Felipe Condori Miranda

© FAO, 2016


Diagnรณstico

de los Sistemas Agroalimentarios en los municipios de

Camacho

2016



Índice de contenido Presentación............................................................................................................................................. 3 Introducción............................................................................................................................................. 5 Descripción de la zona – perfil de los 5 municipios.......................................................................... 6 Resumen de datos geográficos y demográficos de los municipios............................................. 6 Caracterización de las ecorregiones.................................................................................................. 8 Marco normativo de políticas públicas agrarias y alimentarias..................................................... 12 Las políticas agrarias desde 2006..................................................................................................... 13 La nueva Constitución Política del Estado (CPE)............................................................................ 13

Principales leyes que norman la agricultura sostenible y la seguridad y soberanía alimentaria.............................................................................................................................................. 15 Marco institucional y programas....................................................................................................... 16

Primera Parte.......................................................................................................................................... 17 Sistemas agroalimentarios – entre la tradición y el cambio............................................................ 17 1. Ordenamiento territorial y administración de tierras................................................................ 17 2. Las organizaciones comunales....................................................................................................... 22 3. Tecnologías productivas.................................................................................................................. 25 4. Diversidad de cultivos y hábitos alimentarios............................................................................ 29 Producción agrícola, ganadera y pesca........................................................................................... 29

Productos vegetales................................................................................................................. 29 Crianza de animales................................................................................................................ 36 Pesca.................................................................................................................................... 36 Año agrícola.......................................................................................................................... 37 Hábitos alimentarios....................................................................................................................... 37 Las ferias........................................................................................................................................ 41

Interpretaciones teóricas de las prácticas alimentarias en los hogares campesinos de la provincia Camacho.................................................................................................................. 43

5. Percepciones de las personas......................................................................................................... 44 Percepciones generales sobre la situación actual............................................................................ 44 Cambios experimentados en las etapas políticas............................................................................ 46 Cambios en la educación................................................................................................................ 46

6. Conclusiones de la primera parte: sistemas agroalimentarios................................................. 47


Segunda Parte......................................................................................................................................... 51 Institucionalidad municipal para el apoyo a la producción, seguridad y soberanía alimentaria................................................................................................................................................... 51 1. Políticas municipales de apoyo a la producción, seguridad y soberanía alimentaria......... 51 Diagnóstico..................................................................................................................................... 51 Políticas.......................................................................................................................................... 52

2. Presupuestos municipales en apoyo a la producción, seguridad y soberanía alimentaria.............................................................................................................................................. 53 Origen de los recursos municipales................................................................................................ 53 Criterios para las asignaciones en el presupuesto........................................................................... 53 Análisis de los presupuestos de los municipios de la provincia Camacho....................................... 53

Porcentajes asignados a las inversiones productivas y alimentación.................................... 54

3. Institucionalidad de las políticas municipales en apoyo a la producción y alimentación........................................................................................................................................... 56 4. Conclusiones de la segunda parte: Institucionalidad municipal............................................. 57


Presentación El trabajo de investigación que aquí presentamos se respalda en la Carta de Acuerdo firmada entre la representación en Bolivia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO-Bolivia), y la ONG boliviana Centro de Servicios Agropecuarios (CESA). Tiene como objetivo general “la elaboración de un documento que describa y analice los diversos sistemas agroalimentarios que aplican las y los agricultores en sus familias y en sus comunidades, ponderando el potencial económico y administrativo de los cinco gobiernos municipales de la provincia Camacho para promover la seguridad alimentaria en la región”. Con este propósito el diagnóstico indaga sobre los sistemas de producción y los hábitos alimentarios de los pobladores, analizando e interpretando al final las políticas, programas y presupuestos que los gobiernos municipales destinan al apoyo a la producción, la seguridad y soberanía alimentaria de las comunidades. La FAO tiene la misión de contribuir a la reducción del hambre y de la pobreza en el mundo. Durante décadas la agricultura convencional, con sus sistemas de producción poco sostenibles y con sus parámetros de mercantilizar los alimentos, no ha sido capaz de generar seguridad alimentaria para gran parte de la población mundial. Por tanto la FAO, en los últimos años, ha venido desarrollando una política de decidido apoyo a sistemas agroalimentarios alternativos basados en las tradiciones culturales de los pueblos rurales, en particular, en la agricultura familiar campesina. Los pueblos indígenas de la región andina ocupan un lugar privilegiado en este enfoque. Por tanto la FAO ha encomendado una serie de trabajos de investigación que aporten información objetiva y bajo diversos ángulos sobre las formas en que las comunidades andinas administran sus territorios, sus recursos de suelo, semillas, agua, su alimentación, y cómo se organizan para mantener el equilibrio entre las actividades humanas y los bienes de la naturaleza. El presente estudio se inscribe en este propósito. Los análisis demuestran que las comunidades del lago, de las alturas y de los valles se encuentran en una permanente dialéctica entre un modelo tradicional al cual van integrando progresivamente nuevos elementos de la contemporaneidad. Esto vale para todos los ámbitos de la vida comunal y familiar, desde la administración del territorio, las funciones de las autoridades, la tecnología, el manejo de la agrobiodiversidad, los hábitos alimentarios y el intercambio de productos de altiplano y valle en las ferias. El diagnóstico pone énfasis en no dejarse engañar por preconceptos y percepciones superficiales que ante la presencia de componentes “modernos” en la producción, la alimentación y la conducta de las personas, concluyen en la descomposición de las tradiciones. Por lo contrario, las y los comunarios no perciben como contradictoria la convivencia entre lo tradicional y lo moderno, entre permanencia en la comunidad y los “residentes”, entre semillas nativas y “mejoradas”, entre abono natural y fertilizantes sintéticos, entre autoconsumo y mercado. El diagnóstico, en una interpretación novedosa, identifica con claridad la


presencia de dos corrientes: las prácticas tradicionales junto a los deseos de “progreso”. Estos procesos pueden causar conflictos, pero normalmente son percibidos como dos aspectos de su vida. Las protagonistas de lo tradicional suelen ser las mujeres, mientras los hombres tienden a defender las innovaciones. En caso de duda, la comunidad recurre a sus usos y costumbres que le proporcionan mayor seguridad. Se resalta que la incorporación de nuevos componentes tecnológicos no conforma un nuevo sistema agroalimentario sino son absorbidos por el sistema tradicional que es único, aunque diverso, además de merecer el calificativo de ecológico. La parte central y sobresaliente del diagnóstico es el capítulo sobre la agrobiodiversidad. Entre las dos ecorregiones de valle y altiplano se ha identificado el cultivo de cerca de 60 especies vegetales, la crianza de 7 especies de animales y la captura de 6 especies de peces en el lago y los ríos. Entre los vegetales sobresale la papa con 37 variedades identificadas, 28 de ellas nativas y 9 generadas por institutos de investigación. Los cuadros están respaldados por ilustrativas muestras fotográficas. Todos estos productos forman parte de la dieta diaria o estacionaria que, dada la gran diversidad disponible, hace suponer una alimentación variada y equilibrada basada en especies vegetales. El texto que tenemos en mano es un contundente aporte que hace la institución CESA al “posicionamiento” del sistema agroalimentario andino y de la agropecuaria indígenacampesina familiar y comunal, como un sistema eficiente, de justicia social y ambiental, que contribuye de manera importante a la seguridad y soberanía alimentaria de las mismas familias y de los pobladores urbanos, al cuidado de la agrobiodiversidad, al manejo sostenido de los suelos y al equilibrio ecológico en estos tiempos de incertidumbre climática. Con esta breve reseña procuramos despertar el interés de los lectores. La formulación de las políticas públicas, en sus niveles central, departamental, pero sobre todo a nivel de los municipios, debe construirse sobre las realidades y potencialidades de los agricultores familiares, buscando la articulación vertical entre niveles del estado y la articulación horizontal con las comunidades y sus organizaciones. Los programas y proyectos de las instituciones, al insertarse en el contexto analizado, con seguridad lograrán mayor eficiencia y sostenibilidad en el tiempo. Al final de cuentas el presente diagnóstico no se entiende como un documento acabado sino, por el contrario, contiene un llamado a responsables y técnicos de los proyectos, pero también a las y los comunarios para que contribuyan a futuro con sus experiencias y propuestas a enriquecer el camino hacia una producción agraria sostenible, a la seguridad y soberanía alimentaria tal como lo propone la Constitución Política del Estado.

CESA Centro de Servicios Agropecuarios y Socio-Comunitarios


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Introducción El logro de la seguridad alimentaria con soberanía es uno de los objetivos estratégicos del Estado Plurinacional tal como lo define la Constitución Política del Estado, aprobada por referéndum en febrero de 2009. Desde entonces una serie de leyes fue promulgada para diseñar el camino hacia este objetivo, junto a los planes sectoriales en los distintos niveles de gobierno y las instituciones creadas para su implementación. De acuerdo a su orientación ideológica, la Constitución identifica como protagonistas de la seguridad y soberanía alimentaria para toda la población a los pueblos indígena originario campesinos, y en particular, a las y los agricultores familiares ecológicos de las comunidades. Este sector merece de una particular atención del Estado, no solo en aras de superar sus propios niveles de pobreza sino porque, junto a su rol de proveedor de alimentos, se le confiere también responsabilidades en las áreas de protección y regeneración de los recursos naturales, como el agua, los suelos, los bosques y la biodiversidad. Los procesos de generación y el aprovisionamiento de alimentos ocurren de diversas formas o modelos, dependiendo de la ubicación geográfica, la cultura y los objetivos de vida de sus protagonistas que han desarrollado sus “sistemas agroalimentarios”. Aunque se trate de una abstracción, es posible diferenciar entre tres principales sistemas agroalimentarios: El sistema tradicional, el sistema industrial y el sistema ecológico. En los hechos reales ninguno de estos sistemas se presenta de forma “pura”, sino los elementos que los componen ocupan distinto peso en las opciones productivas y en los hábitos alimentarios de las familias individuales. De ello resultan importantes diferencias entre regiones, comunidades y familias. Los sistemas agroalimentarios practicados en las comunidades de la provincia Camacho, igual a las

comunidades andinas en general, están determinados por un conjunto de componentes interrelacionados y articulados que, más que “sistemas” acabados, deben concebirse como procesos en continua transformación. Estos procesos no obedecen a objetivos definidos previamente sino resultan de la acumulación de experiencias de sus protagonistas. En las comunidades andinas estas experiencias acumuladas se suelen denominar como “sistema tradicional” caracterizado por ser una economía de trabajo donde se articulan, como principales componentes inseparables, los mecanismos de ordenamiento territorial, las formas propias de organización comunal, el manejo de suelos, el cuidado de las semillas, las tecnologías de labranza, transformación y almacenamiento, vinculados a peculiares hábitos alimentarios. Razón fundamental de las actividades económico-productivas campesinas es la provisión permanente de alimentos garantizada por la diversidad de productos. El sistema tradicional, además, se encuentra envuelto en creencias y ceremonias de culto a los espíritus de la naturaleza acorde a una cosmovisión que percibe los acontecimientos naturales y sociales, no en un sentido lineal, sino como ciclos que se suceden periódicamente pero bajo manifestaciones siempre cambiantes. En contraste con la agricultura tradicional se encuentra el “sistema industrial-comercial” que se distingue de aquélla tanto por sus principios económicos de acumulación de capital, como por sus métodos productivos que se resumen en las propuestas de la llamada “revolución verde”. Si bien las condiciones geográficas y físicas de la región andina representan una barrera natural para el ejercicio pleno de la agricultura industrial (a excepción de la región quinuera del altiplano sur), también es cierto que diversos componentes de la misma son incorporados por los agricultores 5


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campesinos al sistema agroalimentario tradicional, de distintas formas y de distinta intensidad. El grado de adopción de componentes del sistema industrial depende de muchos factores, como ser, las condiciones físicas del territorio, el clima, la disponibilidad de agua y la calidad de los suelos. Dependen además de la dinámica demográfica de familias y comunidades. Es tarea del presente diagnóstico describir con la mayor fidelidad posible la realidad agroalimentaria de las comunidades campesinas de la provincia Camacho del departamento de La Paz y esclarecer en qué medida las familias han incorporado en sus labores agrícolas y en sus hábitos alimentarios los distintos sistemas y de qué forma los combinan. Este esclarecimiento, si bien no aspira a ser exhaustivo, pretende contribuir a que las y los comunarios reflexionen sobre su propia realidad, pero también motivar a los responsables de los gobiernos municipales y a los agentes externos para que no descansen en profundizar los conocimientos de la realidad sobre la cual están actuando a fin de adecuar oportunamente sus programas y métodos contribuyendo así a la consolidación de los sistemas agroalimentarios. El documento, en dos acápites preliminares, presenta primero un perfil de los cinco municipios con una descripción de las ecorregiones de la provincia Camacho, para luego resumir el marco normativo, los programas e instituciones que

determinan las políticas públicas en materia de producción agraria, seguridad y soberanía alimentaria. El cuerpo central del diagnóstico se ordena en dos partes. La primera, en cinco acápites, describe los componentes que configuran los sistemas agroalimentarios. Entre estos componentes resalta el cuarto acápite sobre la diversidad de cultivos y los hábitos alimentarios puesto que aporta información amplia y concreta sobre los productos y alimentos usados por las familias de la región. Al final de esta primera parte se formulan algunas conclusiones. La segunda parte hace un análisis del apoyo financiero y técnico que prestan los cinco gobiernos municipales de la provincia al desarrollo productivo y organizativo de las comunidades, concluyendo con un sondeo respecto a las perspectivas que existen para que los municipios a futuro se doten de una institucionalidad que sistematice este apoyo. Los resultados del diagnóstico, al margen de las entrevistas y observaciones en el campo, reflejan las experiencias institucionales de CESA adquiridas en varios años de trabajo con mujeres y hombres de las comunidades de la región. Agradecemos muy sinceramente al equipo de campo de la FAO por su apoyo logístico y por el aporte de sus valiosos conocimientos.

Descripción de la zona – perfil de los 5 municipios Resumen de datos geográficos y demográficos de los municipios La provincia Camacho se ubica sobre la orilla norte del Lago Titicaca extendiéndose más allá de la cordillera hacia la región de los valles. Colinda al oeste con la República de Perú, al norte, este y 6

sur con las provincias Bautista Saavedra, Muñecas y Omasuyos, respectivamente, mientras el límite del sur-oeste lo conforma la orilla del Lago. Tiene una extensión de 2.080 km².


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Mapa: Municipios de la provincia Camacho

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Antes de la Ley de Participación Popular (1994) la provincia Camacho comprendía las dos secciones municipales, Puerto Acosta y Momocomoco, de las cuales se desprendieron en años recientes los municipios de Carabuco, Humanata y Escoma, como tercera, cuarta y quinta sección, respectivamente. Aparentemente, la creación de los nuevos municipios no obedeció a criterios de

unidades territoriales históricas, sino a intereses y demandas regionales. La totalidad de la población de la provincia es categorizada como rural. Las sedes de administración municipal son los centros más poblados, sin embargo su número de habitantes no los califica como centros urbanos.

Aspectos demográficos provincia Camacho El siguiente cuadro refleja entre los censos de población y vivienda 2001 y 2012 la población total de la provincia Camacho y de los municipios que la componen:

Localidad Provincia Camacho

Población total 2001

Población total 2012

Tasa Anual de crecimiento inter censal 2001- 2012

57.877

54.072

-0.5

Municipio Puerto Acosta 13.083

11.290

-1.3

Municipio Moco Moco

17.233

15.665

-0.9

Municipio Carabuco

14.721

14.589

-0.1

Municipio Humanata

5.599

5.342

-0.4

Municipio Escoma

7.241

7.186

-0.1

La anterior estadística del INE demuestra que la cantidad de pobladores de la provincia se ha mantenido casi estable entre los años censales de

2001 y 2012, mostrando solo un ligero descenso de la población de 0,5 puntos.

Caracterización de las ecorregiones En el territorio de la provincia Camacho se distinguen dos ecorregiones: el altiplano y la región del valle, con marcadas diferencias en cuanto a topografía y clima, pero también en el sentido de identidad de los pobladores. Esta categorización territorial representa un factor importante para el diagnóstico de los sistemas agroalimentarios.

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Dentro de la región altiplánica, con clima frío y seco, se diferencia la zona del lago, con alturas de 3.800 a 4.000 m.s.n.m., de la zona de la puna con 4.000 a 4.700 m.s.n.m. Las tierras de ambas zonas altiplánicas forman una unidad socio espacial donde las comunidades y las viviendas se concentran en las planicies del lago, de los ríos afluentes y en las laderas al pie de la puna; las


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condiciones de clima, acceso al agua y la calidad de suelos permiten que las tierras sean cultivadas todos los años. En cambio las tierras montañosas de la puna, con menor cantidad de centros poblados, tradicionalmente han sido cultivadas en un sistema de rotación y descanso de varios años, además de servir como áreas de pastoreo. En las temporadas de siembra y cosecha los comunarios solían levantar refugios por lo que la puna es conocida también como “cabañas” o “jipiñas” (nidos). Entre las planicies y la puna existe una complementariedad y derechos de uso ancestrales vigentes hasta hoy aunque, por las distancias y por las presiones económicas en general, el aprovechamiento de las tierras de la puna ha disminuido en los últimos años. Entre los productos agrícolas predomina la papa junto a otros tubérculos que son la base alimentaria y también son comercializados. Al mismo tiempo existe una notable diversificación de cultivos alternos, como haba, arveja, tarwi, quinua y kañawa que con frecuencia son sembrados de forma asociada. Al margen de estos productos andinos la siembra de cereales introducidos por la Colonia es muy difundida. Se está expandiendo el cultivo de alfalfa en la perspectiva de una futura ganadería comercial. El uso de maquinaria y de agroquímicos es común en la región. Algunas comunidades de la orilla del lago se dedican a la pesca que es importante en la dieta familiar a parte de proporcionar ganancias complementarias para las familias que la practican. Para unas pocas comunidades del cantón de Chaguaya y del municipio de Humanata la minería es una importante fuente de ingreso pero también

ocasiona una considerable contaminación de aguas y suelos. En la región del valle, con alturas desde 2.600 hasta 4.700 m.s.n.m., la topografía accidentada determina una variedad de microclimas. En las partes bajas las temperaturas son más elevadas, pero las insuficientes lluvias ocasionan dificultades para una agricultura estable y segura. El cultivo ampliamente dominante es el maíz sembrado en todas las alturas y con distintas variedades. Al margen de ello las condiciones en los diferentes pisos ecológicos permiten una gran diversidad de cultivos: árboles frutales en las partes bajas, hortalizas en el medio y tubérculos en las cabeceras. El ordenamiento territorial ancestral establece que cada comunidad, y dentro de ella cada familia, tenga acceso a parcelas distribuidas en los distintos pisos ecológicos. La topografía dificulta el uso de maquinaria agrícola de manera que se usan casi exclusivamente tecnologías manuales tradicionales y tracción animal para arar. Por la falta de lluvias, que se ha agravado en los últimos años, muchos pobladores ya no ven perspectivas en la agricultura trasladándose a la ciudad u otras regiones del país. Los territorios de los cinco municipios se extienden a estas ecorregiones como sigue: ●● ●● ●● ●● ●●

Puerto Acosta: lago y puna Mocomoco: puna y valle Carabuco: lago, puna y valle Humanata: puna Escoma: lago y puna

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Foto I. Zona sayaña. Península de Challapata – Municipio Escoma

Foto 2. Puna con vista al Lago – Municipio Carabuco

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Foto 3. Vista panorámica Puna – Municipio Humanata

Foto 4. Valle - Municipio Moco Moco

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Foto 5. Cabecera de valle – Municipio Moco Moco

Marco normativo de políticas públicas agrarias y alimentarias En el régimen agrario boliviano es preciso distinguir entre las normativas que regulan el acceso a la tierra y la propiedad agraria, por una parte, y los programas y prácticas que se refieren al llamado desarrollo rural, por la otra. Tradicionalmente existe una perjudicial desvinculación entre estos dos aspectos que no ha sido superada hasta la actualidad, no obstante las reiteradas iniciativas por parte de las organizaciones campesinas, como por ejemplo, la Ley Agraria Fundamental (LAF) propuesta por la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) en 1983. El régimen de tierras, dispuesto por la Reforma Agraria de 1953, privilegia la propiedad privada de la tierra, dividiéndola en las tres categorías de 12

propiedad pequeña, mediana y empresarial. En tanto que da reconocimiento legal también a la propiedad comunal como cuarta categoría. La escasez de tierras en la región andina ha sido mitigada a través de los programas de colonización, promocionados por la cooperación internacional en las décadas de 1960 al 70, por los que fueron entregadas parcelas individuales ubicadas en las tierras bajas a miles de familias procedentes de la región andina. La Ley Nº 1715, llamada Ley INRA, promulgada en 1996, y caracterizada por el Banco Mundial como “nueva Reforma Agraria asistida por el mercado”, reitera básicamente las disposiciones de la Reforma Agraria, agregando sin embargo dos medidas nuevas: primero, introduce como nueva categoría de propiedad las Tierras Comunitarias de Origen (TCO), y segundo,


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instruye el Saneamiento de las propiedades agrarias a fin de establecer un catastro de tierras rurales. Por su parte los programas de desarrollo rural se guiaban fundamentalmente por el propósito de los gobiernos de “modernizar el agro” bajo los conceptos de la llamada revolución verde: introducción de variedades de alto rendimiento, empleo de agentes químicos, mecanización y monocultivos de productos comerciales. En este empeño se crearon en las diferentes ecorregiones las estaciones experimentales que, con el financiamiento de organismos internacionales, fueron convertidas en instituciones públicas, como el IBTA y sus sucesoras. Hay que destacar que las políticas públicas de tierras y de desarrollo rural, entre las décadas de 1950 hasta el 2005, estuvieron dirigidas preferentemente al desarrollo de la agricultura empresarial-comercial en las tierras del oriente boliviano, teniendo efectos limitados, y muchas

veces negativos, sobre la agricultura de las comunidades andinas. En las primeras décadas la cuestión de la seguridad alimentaria no fue considerada y entró al horizonte de las políticas públicas recién en la última etapa de los gobiernos neoliberales. Merece mención que, aún durante el período de los gobiernos neoliberales, fueron adoptadas medidas favorables a las poblaciones del campo y que, al menos indirectamente, contribuyeron a su desarrollo. Entre ellas las más destacadas son la ratificación del Convenio 169 de la OIT (mediante la Ley Nº 1257 de 11 de julio de 1991), y la Ley Nº 1551 de Participación Popular, aprobada el 20 de abril de 1994. Ésta última transfiere fondos públicos a los municipios y les confiere competencias para apoyar a los agricultores bajo la consigna del “municipio productivo”. Sin embargo, el concepto convencional de “desarrollo rural” no fue modificado en estas propuestas.

Las políticas agrarias desde 2006 La nueva Constitución Política del Estado (CPE) Respecto al régimen de tierras el “gobierno de cambio” promulgó, en noviembre 2006, la Ley Nº 3545 llamada Ley de Reconducción Comunitaria de la Reforma Agraria que privilegia el carácter comunitario de la propiedad de la tierra. Sin embargo, la nueva ley mantiene sin alteración las categorías de propiedad establecidas en la Ley Nº 1715. Asimismo da continuidad a los procesos de saneamiento de las propiedades agrarias disponiendo la extensión de los plazos para su conclusión. La nueva Constitución Política del Estado (CPE), en el tema de régimen de tierras, asume íntegramente los preceptos de la Ley Nº 3545, dejando intactas las anteriores categorías de propiedad. Ratifica el respeto a la propiedad

privada a tiempo de dar un respaldo decidido a las formas de propiedad comunitaria y territorial (TCO, ahora denominadas Territorios Indígena Originario Campesinas – TIOC). De esta manera, aún en la nueva Constitución, el régimen de tierras no experimenta alteraciones sustanciales desde la Reforma Agraria de 1953. En cambio el concepto de desarrollo rural de la Constitución refleja una visión profundamente innovadora. En contraste con el modelo convencional establece una íntima relación entre agricultura, medio ambiente/recursos naturales y alimentación resumida en el principio del Vivir Bien. Asumiendo la cosmovisión holística de los pueblos indígena-originarios, la temática de la alimentación y de la agricultura sostenible se 13


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plasma a lo largo de todo el articulado del texto constitucional. La nueva CPE, en su Primera Parte sobre las bases fundamentales del Estado, consagra el derecho a la alimentación y al agua como un derecho fundamental de las personas y de toda la población (art. 16). Del mismo modo define el derecho de las personas a un medio ambiente saludable, protegido y equilibrado (art. 33), como también el derecho de los usuarios al suministro de alimentos y fármacos en condiciones de inocuidad, calidad y cantidad suficientes (art. 75). En la Cuarta Parte, sobre la estructura y organización económica del Estado (Título I), define el carácter plural del modelo económico, constituido por las formas de organización comunitaria, estatal, privada y social cooperativa. Estas cuatro formas se articulan sobre los principios de complementariedad, reciprocidad, solidaridad, sustentabilidad y justicia; en la economía social y comunitaria se complementará el interés individual con el vivir bien colectivo (art. 306, I, II y III). El Estado priorizará la promoción del desarrollo productivo rural como fundamento de las políticas de desarrollo del país (art. 318, IV). El Estado fomentará las organizaciones económicas campesinas como alternativas solidarias y recíprocas (art. 334, 1). El Título II sobre medio ambiente, recursos naturales, tierra y territorio resalta el deber del Estado y de la población de conservar, proteger y aprovechar de manera sustentable los recursos naturales y la biodiversidad (art. 342). Reitera que el agua constituye un derecho fundamentalísimo para la vida, en el marco de la soberanía del pueblo (art. 373, I), establece el uso prioritario del agua para la vida garantizando el acceso al agua a todos los habitantes (art. 374, I), en tanto que el Estado reconocerá los usos y costumbres de las comunidades sobre el derecho, el manejo y la gestión sustentable del agua (art. 374, II). El Estado 14

protegerá todos los recursos genéticos y microorganismos que se encuentren en los ecosistemas del territorio, así como los conocimientos asociados con su uso y aprovechamiento (art. 381, II). El Título III sobre el desarrollo rural integral sustentable define como sus objetivos, entre otros: 1) Garantizar la soberanía y seguridad alimentaria, priorizando la producción y el consumo de alimentos de origen agropecuario producidos en el territorio boliviano. 3) Promover la producción y comercialización de productos agroecológicos. 5) Implementar y desarrollar la educación técnica productiva y ecológica en todos sus niveles y modalidades. 6) Establecer políticas y proyectos de conservación y recuperación de suelos. 7) Promover sistemas de riego. 12) Establecer políticas y programas para garantizar la sanidad agropecuaria y la inocuidad alimentaria (art. 407). Considera que el desarrollo rural integral sustentable es parte fundamental de las políticas económicas del Estado, que priorizará sus acciones para el fomento de todos los emprendimientos económicos comunitarios y del conjunto de los actores rurales, con énfasis en la seguridad y en la soberanía alimentaria, a través de: 4) La significación y el respeto de las comunidades indígena originario campesinas en todas las dimensiones de su vida. 5) El fortalecimiento de la economía de los pequeños productores agropecuarios y de la economía familiar y comunitaria (art. 405). El Estado promoverá y fortalecerá las organizaciones económicas rurales, entre ellas… las empresas comunitarias agropecuarias (art. 406, II). El nuevo enfoque de desarrollo rural se basa en la cosmovisión indígena del Vivir Bien y en este sentido privilegia a la agricultura familiar campesina, comunutaria y ecológica. Sin embargo reconoce expresamente la diversidad de sistemas productivos proponiendo la articulación y complementariedad interna de las estructuras de producción agropecuarias y agroindustriales (art. 405, 2).


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Principales leyes que norman la agricultura sostenible y la seguridad y soberanía alimentaria A fin de traducir los conceptos constitucionales en un marco legal que facilite su aplicación práctica, en los años subsiguientes fueron promulgadas una serie de leyes entre las cuales podemos distinguir entre aquéllas que precisan los conceptos y que fueron elaboradas por equipos de técnicos-teóricos; y aquéllas que responden a las propuestas de los propios actores indígena campesinos y de sus organizaciones. Todas ellas tienen en común los postulados de que las actividades económicoproductivas deben desarrollarse con enfoque ecológico, deben apuntar al logro de la soberanía alimentaria y deben estar en manos de las y los agricultores directos.

ancestrales y colectivos, las prácticas de intercambio comunitario, el uso de las variedades nativas y el cultivo de las tradiciones alimentarias. Para la agricultura establece 16 principios, entre ellos, la preservación de la biodiversidad y la reducción paulatina del uso de semillas transgénicas.

Al primer grupo corresponde la Ley Nº 071 de los Derechos de la Madre Tierra, promulgada en diciembre de 2010. A diferencia del enfoque antropocéntrico convencional define a la Madre Tierra como sujeto de derechos que deben ser respetados por el Estado y por todos los pobladores. Como principios plantea: la armonía, el bien colectivo, la regeneración de los recursos naturales, la no comercialización de los bienes de la naturaleza y la interculturalidad.

Al segundo grupo pertenece la Ley Nº 3525 de Regulación y Promoción de la Producción Agropecuaria y Forestal no Maderable Ecológica, promulgada en noviembre de 2006, incluso previamente a la nueva CPE. A través de la promoción de la agricultura ecológica y el manejo sostenible de productos forestales la Ley se propone contribuir a la lucha contra el hambre y al logro de la soberanía alimentaria, haciendo accesible para toda la población alimentos de calidad y saludables basadas en la diversidad biológica. La Ley apunta a regular todo el proceso, desde la producción, transformación, industrialización y comercialización de alimentos ecológicos. Propone como marco institucional la formación del Consejo Nacional de Producción Ecológica (CNAPE) con una estructura amplia y participativa y con un Reglamento que norma la producción ecológica.

La Ley Nº 300, Ley Marco de la Madre Tierra y el Desarrollo Integral para Vivir Bien, promulgada en octubre 2012, traduce la Ley Nº 071 a términos más operativos para lograr el desarrollo integral multisectorial, definiendo algunos nuevos conceptos y estableciendo un marco institucional para las instancias de gobierno. Propone un sistema agroalimentario que fortalezca la seguridad y la soberanía alimentaria a través de un manejo responsable y sostenible de los recursos, bajo la consigna de ‘Saber Alimentarse para Vivir Bien’ con alimentos propios y nutritivos. Instrumentos para ello son la revalorización de los ‘sistemas de vida’, de los saberes locales y de los conocimientos

La Ley Nº 144 de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria, promulgada en junio 2011, responde a las intenciones de las organizaciones campesinas de operativizar los conceptos constitucionales favorables a la agricultura familiar y a la soberanía alimentaria, así como a sus intenciones de que las comunidades accedan directamente a los recursos del Estado. En este sentido se inscribe básicamente en la línea de la Ley Agraria Fundamental (LAF) proyectada por la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) en 1983. La Ley reconoce la capacidad de gestión territorial de las comunidades indígena campesinas y sus estructuras 15


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territoriales comunitarias que son la mejor garantía para el logro de la soberanía alimentaria. Propone que las políticas y las instituciones del Estado, ante todo el INIAF (Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal), actúen bajo estos principios, apoyando las prácticas productivas y alimentarias ancestrales de los pueblos, entre ellas la conservación y difusión de semillas nativas y de la biodiversidad en su conjunto. En lo institucional propone la formación de Consejos Productivos en diferentes niveles. La Ley Nº 338 de Organizaciones Económicas Campesinas, Indígenas Originarias (OECAS) y de Organizaciones Económicas Comunitarias (OECOM) para la Integración de la Agricultura Familiar Sustentable y la Soberanía Alimentaria, promulgada en enero de 2013, debe entenderse como complemento a la Ley Nº 144 por cuanto hace una precisión de los aspectos organizativos, imprescindible para viabilizar la agricultura familiar campesina. Es además un intento de conciliar los conflictos existentes en las comunidades entre las OECAS y las organizaciones sindicales comunales.

La Ley define tres tipos de actores de la agricultura familiar-comunal sostenible: las OECAS, las OECOM y ‘las familias productoras… organizadas en la agricultura familiar sustentable’, señalando con ello que la misma organización sindical tradicional pueda ser reconocida como organización económica, y por tanto, actuar como sujeto jurídico y ser merecedora del apoyo del Estado. La Ley retoma el precepto constitucional que declara la agricultura familiar sustentable de interés público nacional y base de la soberanía alimentaria del pueblo boliviano. Adicionalmente a las disposiciones precedentes, es de suma importancia para el nivel alimentario y la salud de las poblaciones rurales, la creación del bono Juana Azurduy por DS Nº 066 de fecha 3 de abril de 2009, que otorga a las madres gestantes y sus familias un subsidio en alimentos y una contribución en efectivo, a partir del quinto mes de gestación hasta los dos años del recién nacido. Condición para recibir este beneficio es que la madre se haga registrar y pase los controles pre y posnatal establecidos.

Marco institucional y programas La máxima instancia de coordinación de las políticas alimentarias públicas es el Consejo Nacional de Alimentación y Nutrición (CONAN) creado en 2003. Sus funciones fueron redefinidas en el DS Nº 28667, de abril 2006. En el CONAN participan 10 ministerios bajo la conducción del Ministerio de Salud, con una estructura descentralizada en los departamentos (CODAN) y municipios (COMAN), además de la participación de las organizaciones indígena-campesinas. Encargado de la coordinación y difusión es el Comité Técnico (CT-CONAN). Los ministerios participan a través de programas, como riego y cosecha de agua (Ministerio de Medio Ambiente y Agua), la alimentación complementaria escolar 16

(Ministerio de Educación), agricultura urbana (Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural), una veintena de instituciones y programas del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras (MDRyT), como los más destacados. El Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INAF), dependiente del MDRyT, fue creado en junio 2008 con la misión de investigación agropecuaria forestal orientada al logro de la seguridad y soberanía alimentaria obedeciendo a los principios de desarrollo integral y la revalorización de saberes ancestrales. Hasta la fecha el INIAF se concentra en la investigación y difusión de semillas mejoradas.


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Primera Parte Sistemas agroalimentarios – entre la tradición y el cambio El presente diagnóstico se asienta en testimonios de informantes primarios, que son las mujeres y hombres de las comunidades que ejercen la agricultura y son responsables de la alimentación de sus familias; y de informantes secundarios, como ser, estudiosos, agentes municipales, maestros rurales, dirigentes campesinos de organizaciones regionales y locales. El texto está ordenado en 5 acápites. El primero describe las normas ancestrales de ordenamiento territorial, la administración de tierras en las comunidades y su adaptación a la legislación y las

políticas agrarias públicas. El segundo analiza la organización de las comunidades, que se encuentra íntimamente ligada al ordenamiento territorial, y los cambios de sus funciones en el tiempo. El tercero describe las tecnologías empleadas en el cultivo, la conservación y transformación de productos. El cuarto hace un listado exhaustivo de las especies y variedades cultivadas y de los alimentarios, incluyendo el intercambio de productos alimentarios en las ferias. Finalmente, el quinto acápite relata algunas de las principales percepciones de las y los comunarios respecto a su vida y sus perspectivas.

1. Ordenamiento territorial y administración de tierras Las culturas andinas, de forma similar a muchas culturas campesinas alrededor del mundo, han desarrollado sistemas de administración territorial donde se combinan normas colectivas, que vigilan la asignación equilibrada y el uso sostenible de tierras y recursos, con los derechos y obligaciones de las familias individuales. La siguiente descripción resalta los elementos básicos y comunes del sistema puesto que su conocimiento es necesario para luego comprender las transformaciones en el tiempo y la realidad actual en las comunidades de la provincia Camacho. Con respecto al acceso a las tierras aún vigente en las comunidades andinas se distinguen tres modalidades: 1) las ‘sayañas’, que son asignaciones familiares estables transmitidas por herencia, son cultivadas todos los años y son las áreas donde se ubican las viviendas; 2) las ’aynuqas’, formadas por conjuntos de parcelas, más alejados de las viviendas, sujetas a ciclos de producción-descanso

y donde cada familia tiene acceso a una de las parcelas; por lo general las parcelas de las ‘aynuqa’ son cultivadas por tres años consecutivas con papa, oca y cereales hasta que vuelvan a entrar en descanso por varios años; es una tecnología no sólo para recuperar la fertilidad de los suelos sino también para controlar las plagas; y 3) la ‘anaqaña’ (“donde se mantiene alejados a los animales”) que es el área de pastoreo en las alturas donde cada familia tiene acceso irrestricto para llevar sus animales. Entre las áreas de ‘aynuqa’ y de ’anaqaña’ no se da una separación estricta sino las ‘aynuqas’ en descanso se convierten en pastizales y viceversa, vale decir, la ‘anaqaña’ es aprovechada periódicamente para cultivos acorde a un ciclo preestablecido, con la condición de que este aprovechamiento respete los límites territoriales entre comunidades. La figura 1 es una representación esquemática del “modelo” de ordenamiento territorial andino. 17


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho Figura 1: Ordenamiento territorial andino - esquema

FIGURA 2: Ordenamiento territorial andino - esquema

ALTURA

CICLO DE CULTIVO - DESCANSO

ANAQAÑA (PASTIZALES) COMUNAL

PARCELAS DE UNA AYNUQA

AYNUQAS EN DESCANSO

AYNUQA COMUNAL - FAMILIAR AYNUQAS EN PRODUCCION

RIO

PLANICIE ZONA BAJA PARCELAS FAMILIARES DE UNA SAYAÑA VIVIENDA

LAGO 18

SAYAÑA FAMILIAR


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Desde los estudios histórico-antropológicos de los años 1970, los tres niveles de uso de suelos se los denomina también “pisos ecológicos”. La figura precedente representa la mirada desde el altiplano (desde el lago, la puna, hasta la serranía). Sin embargo, desde la óptica del valle el modelo es básicamente el mismo, con adaptaciones a las condiciones geográficas. La esencia del modelo reside en que cada unidad familiar tenga acceso simultáneo a los tres “pisos” siendo así que las asignaciones familiares tengan carácter discontinuo. Lo que vale a nivel comunal también se aplica a regiones enteras. La cosmovisión andina no contempla derechos de propiedad sobre la tierra en sentido jurídico occidental. Es la comunidad la que ejerce el dominio sobre el espacio garantizando a las familias individuales derechos de uso sobre la tierra y recursos. Sin embargo, es posible hacer algunas comparaciones cautelosas entre las tres modalidades ancestrales de acceso y el derecho agrario vigente. En tal sentido, la ‘sayaña’ se asimila a la propiedad individual-familiar, la ‘aynuqa’ combina el derecho de uso individual con la decisión comunitaria sobre los ciclos, es decir, es una modalidad “mixta” de acceso individual-comunal, mientras el área de pastoreo es de uso enteramente comunal. Este sistema de administración de tierras dentro del territorio de una comunidad cumple con varios propósitos relacionados entre sí. Uno de ellos es garantizar la equidad en el acceso a la tierra; así por ejemplo, la ‘sayaña’ es un conjunto de parcelas discontinuas distribuidas en lugares de distinta calidad de suelos, con o sin acceso a riego, de manera que todas las familias se encuentren en igualdad de condiciones. La razón de fondo para este ordenamiento está en que cada familia logre autosuficiencia alimentaria; en la medida en que todas las familias se abastezcan con suficientes alimentos toda la comunidad goza de bienestar; si algunas familias son afectadas por una desgracia,

las autoridades comunales tradicionales buscarán una solución. Otro elemento saliente del ordenamiento territorial en las tres modalidades de acceso consiste en que optimiza el aprovechamiento de las tierras, del agua, de los animales y de los demás recursos en adaptación a las condiciones naturales y físicas. Este modelo de uso de recursos se asienta en una cosmovisión que percibe los acontecimientos naturales y sociales, no en forma lineal, sino como ciclos sucesivos que se alternan. La eficiencia del sistema queda demostrada en el hecho de que se ha universalizado, durante siglos, en toda la región andina, tanto en las planicies y tierras montañosas del altiplano como en las quebradas de los valles. A lo largo de la historia también ha servido de modelo para la organización de nuevos asentamientos en distintos pisos ecológicos demostrando un alto grado de flexibilidad y adaptabilidad a las condiciones geográficas como también a los cambiantes contextos políticos manteniendo su estructura básica. Durante el régimen de hacienda fungía de respaldo a las periódicas rebeliones campesinas por la recuperación de tierras y territorios. Desde la Reforma Agraria, en la provincia Camacho se entremezclan las comunidades originarias con las ex haciendas. En toda la región el manejo ancestral de las tierras había quedado afectado por el régimen de las haciendas cuando los patrones se apropiaron de las mejores tierras recortando el espacio territorial de muchas comunidades. Sin embargo, los hacendados no tenían intenciones de destruir el sistema ancestral del uso de la tierra sino, pragmáticamente, se adaptaron al mismo. De esta manera los comunarios, tanto dentro como fuera de las haciendas, después de la eliminación del régimen de los patrones, dieron continuidad a los mecanismos ancestrales de ordenamiento territorial, adaptándolos al marco normativo impuesto por la Reforma Agraria.

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Este nuevo régimen agrario, si bien liberó a los comunarios de la dependencia del patrón, amenazó el sistema ancestral por cuanto intentó “liberar” las tierras del dominio de la comunidad promocionando los derechos de propiedad individual sobre ellas. Sin embargo, por razones pragmáticas, las disposiciones de la Reforma contemplan también la figura legal de la propiedad comunal o colectiva. Las comunidades, en respuesta igualmente pragmática, aprovecharon esta oportunidad para dar continuidad, e incluso para reconstruir, el sistema ancestral de ordenamiento territorial y el uso de las tierras. En los hechos, muchos trámites de titulación de tierras ante el Concejo Nacional de Reforma Agraria (CNRA) se encaminaron colectivamente a nivel de la comunidad e incluso a nivel de varias comunidades en conjunto, estableciéndose arreglos internos propios para tratar con las familias individuales. Hasta el presente las comunidades condicionan a los titulares individuales a ser miembro de su comunidad. Con todo ello el impacto de la privatización quedó amortiguado en la práctica. Con todo, la expectativa de obtener un título individual sobre las tierras familiares despertó ambiciones entre los comunarios para convertirse en “propietarios” de sus parcelas. En la actualidad, en las comunidades de la provincia se presenta una viva dinámica de transferencia de parcelas que, sin embargo, es controlada por las autoridades comunales que no permiten que las tierras sean vendidas a compradores ajenos sino a familias de la propia comunidad o de comunidades colindantes. No se trata entonces de un mercado de tierras sino de transferencias entre familias, donde el comprador toma la opción por dedicarse a la agricultura y el vendedor por abandonarla. En consecuencia la vigencia de las normas ancestrales apenas se ve afectada y sólo significa un ajuste en la distribución de parcelas principalmente en el área de las ‘sayañas’.

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Acorde al ordenamiento territorial ancestral de la región altiplánica cada comunidad tenía acceso a la orilla del lago, donde se ubican las ‘sayañas’, y a la puna, que es el área de ‘aynuqas’ y pastizales. Como efecto de la Reforma Agraria en muchos casos estos accesos han sido cortados al convertirse las ex haciendas en nuevas comunidades. Sin embargo, respetando, o bien, restituyendo derechos ancestrales, se han concertado acuerdos intercomunales que garantizan a las comunidades “separadas” el acceso a los recursos del lago (por ejemplo a la totora para forrajes) y a tierras de la puna. Estos accesos frecuentemente no tienen continuidad territorial, lo que es muy común en el mundo aymara. Con ello se ha recompuesto en buena medida la unidad complementaria entre las zonas ecológicas. El poco aprovechamiento actual de las tierras de la puna y del área de pastoreo no se debe entonces a obstáculos legales que hubiese interpuesto la autoridad del Estado, sino exclusivamente a motivos económicos, de tiempo y de trabajo. En el curso de los años las comunidades han establecido arreglos internos y entre ellas, que compensaron los impactos potencialmente negativos de la Reforma Agraria sobre las normas ancestrales de administración de las tierras y del territorio. Esto vale tanto para la región del altiplano como para los valles. La respuesta a la Ley Nº 1715 de 1996 y al proceso de saneamiento fue distinta en las comunidades de las dos regiones. A casi 20 años de vigencia el proceso de saneamiento tiene un avance significativo en las regiones del valle mientras en el altiplano es casi nulo. Según testigos esto se debe a que las comunidades en esa región, a diferencia del altiplano, están muy unidas, y en razón de ello tramitaron en conjunto la asistencia jurídica y logística por parte de entidades privadas para realizar el saneamiento interno. En el saneamiento interno, cada comunario dibujaba el


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conjunto de sus parcelas: las individuales de la ‘sayaña’ y las que le corresponden en las ‘aynuqas’ (en el valle llamadas ‘suyus’). Recuperando los principios de ordenamiento territorial ancestral de cada comunidad, sin hacer diferencia entre originarias y ex haciendas, y dentro de la comunidad cada familia, recuperó o mantiene el acceso a los distintos pisos ecológicos. Por último lograron que los funcionarios del INRA respetaran los resultados del saneamiento interno y consolidaran los anteriores títulos de propiedad o posesiones. En cambio muchas comunidades del altiplano opusieron resistencia al saneamiento. Coinciden en esta posición con muchas regiones del altiplano de La Paz donde los procesos registran escasos avances. La razón de este rechazo se funda en la convicción de que la Reforma Agraria ya les había confirmado sus derechos propietarios y que las comunidades han adecuado sus normas que son suficientes para manejar cualquier situación. El Estado no tendría capacidad de entender estos arreglos y una nueva intervención pública en el asunto de tierras no sólo sería inútil, sino sólo causaría problemas. Con todo, la resistencia empieza a ceder a posiciones más pragmáticas y varios sindicatos comunales han conformado comités de saneamiento. Influye en ello el ejemplo del valle donde el saneamiento ha causado pocos conflictos y se ha convertido en instrumento para recuperar y consolidar el orden territorial ancestral. Actualmente se ha difundido el criterio de que el saneamiento podría servir no para cambiar, sino para “actualizar” el estado jurídico en que se encuentran las tierras y el territorio de las comunidades. Más allá de la situación jurídica de las tierras en las comunidades a orillas del Lago existe preocupación por el paulatino abandono de las tierras de la puna ocasionado ante todo por el

ritmo acelerado de la economía contemporánea. Las familias perciben con claridad que gran parte de la agricultura se concentra ahora en el área de las ‘sayañas’ aquejada por la subdivisión de las unidades familiares, la transferencia de tierras y el agotamiento de los suelos. Las personas perciben lo paradójico de una situación donde en una zona se ha propagado el “minifundio” mientras la otra, a pesar de la fertilidad de sus suelos, se encuentra abandonada y escasamente cultivada. Según testigos: “Nosotros ya somos viejos y ya no podemos subir, y los jóvenes que sí pueden, ya no quieren”. Ante esta situación son precisamente las personas más comprometidas con la vida de agricultor las que no se resignan con el abandono, supuesto o real, de la puna. Los testimonios registrados dan cuenta de que este abandono nunca ha sido total, sino por el contrario, siempre han existido actividades agrícolas y ganaderas en la zona e incluso se observa una reactivación con recientes cultivos. El ejemplo del recién creado municipio de Humanata, cuyo territorio se ubica enteramente en la puna, demuestra que una importante población sigue aprovechando el potencial de esta zona para la agricultura y la ganadería. Los comunarios de la zona del lago perciben que, en teoría, este “retorno a la puna” resolvería muchos de los problemas que se presentan en las ‘sayañas’, pero saben bien que los tradicionales instrumentos de ordenamiento territorial por sí solos no serán suficientes para alcanzar esta meta. En tiempos actuales las distancias entre las comunidades y la puna ya no pueden cubrirse a pie y con animales de carga, ni tampoco es una perspectiva vivir por semanas en las “cabañas”. Se requiere de medios “modernos” para activar las ‘aynuqas’ distantes. De hecho se ha iniciado la construcción de caminos, que por lo pronto no llegan muy lejos, pero que es indicio de que algunos sindicatos comunales han presentado

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proyectos para llegar en movilidad a la puna. Un comunario formuló su sueño: “¡Qué lindo sería que una volqueta de la alcaldía vaya a recoger nuestra cosecha de papa de la puna!”.

Esto señala que, en la cuestión del ordenamiento territorial, está en marcha un proceso de adaptación para recuperar el sistema ancestral de uso de suelos con medios eminentemente “modernos”.

2. Las organizaciones comunales La Reforma Agraria introdujo los sindicatos agrarios como modelo de organización para los “trabajadores campesinos”, en distintos niveles que, hasta hace poco, ha sido la única forma de organización representativa de las comunidades campesinas de la provincia. El presente acápite se limita a abordar el nivel local-comunal con breve mención del nivel regional. De manera algo simplificada se puede diferenciar entre el lado “oculto” de la organización comunal tradicional, donde las funciones de las autoridades varían poco en el tiempo, y el lado “visible” del sindicato donde las funciones de las autoridades experimentan modificaciones acorde a las cambiantes coyunturas políticas. Respecto del lado “oculto”, las autoridades comunales mantienen funciones que consisten en velar por el orden territorial y de tierras y por la justicia en caso de conflictos. En la mayoría de las comunidades se han integrado al sindicato las antiguas autoridades que son el ‘jilakata’ – que data de los ayllus pre-coloniales - y el ‘segunda mayor’ - cargo introducido por la Colonia. El hecho de que, en tiempos de hacienda, los ‘jilakatas’ fungían de intermediarios entre el patrón y la comunidad, les ha causado cierto desprestigio; sin embargo, desde esa época hasta hoy las autoridades tradicionales siguen desempeñando un rol importante al interior de la comunidad. A los cargos tradicionales mencionados hay que agregar las autoridades responsables de los asuntos de culto que, bajo diferentes denominaciones según la región, dirigen las ceremonias comunales en torno a las ofrendas a la Pachamama, a los ruegos por las lluvias oportunas, a la producción de 22

alimentos suficientes y contra las inclemencias climáticas. El sindicato es lado “visible” y representativo de la organización comunal, y sus autoridades son los responsables de sostener las relaciones con las instancias del Estado. En tiempos de Reforma Agraria la principal función del sindicato comunal fue colaborar con los funcionarios del CNRA para tramitar la titulación de las tierras acorde al nuevo régimen agrario. Al margen de ello los dirigentes tenían que movilizarse para conseguir los beneficios ofrecidos por el Estado, como ser, mejoras de infraestructuras, asistencia técnica entre otras. Una tarea muy importante en el comienzo, que se convirtió en permanente, fue tramitar los ítems de maestros y organizar a la comunidad para la construcción y el mantenimiento de la escuela. Con la Ley de Participación Popular (1994) estas funciones experimentaron un salto cualitativo y cuantitativo. En las áreas rurales la Ley intentó implantar las llamadas Organizaciones Territoriales de Base (OTB), como órganos de vigilancia a la administración municipal. El propósito de suplantar a los sindicatos por las OTB no prosperó. Por el contrario, fueron los sindicatos agrarios los que asumieron el papel de vigilantes, y a partir de esta función, en muchas regiones se hicieron cargo de la administración municipal, de manera que todos los municipios de la provincia pueden calificarse como genuinamente campesinos. La Ley Nº 1715 de 1996, llamada Ley INRA, introduce la nueva categoría legal de las Tierras Comunitarias de Origen (TCO) dando a los pueblos


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y comunidades indígenas la oportunidad de ser dueños y gestores de sus propios territorios históricos. Un año después se formó el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ) que desde entonces promociona en la región andina la conversión de los sindicatos campesinos en organizaciones originarias, a nivel local y regional. Con ello se rompió la estructura monopólica del sindicato. En la provincia Camacho el retorno a las formas ancestrales de organización comunal data de años recientes y se dio principalmente en comunidades de valle del municipio Mocomoco, donde 6 de los 13 de los distritos municipales se reorganizaron junto a una pequeña comunidad sobre el Lago del municipio Puerto Acosta. Al tomar esta opción las comunidades están dirigidas por autoridades originarias, ‘jilakatas’ a nivel local y ‘mallkus’ a nivel de los distritos municipales, habiendo emprendido gestiones de reconocimiento legal de sus tierras como territorios indígenas. Al margen de las denominaciones de los cargos y un mayor apego a los valores tradicionales, estas organizaciones apenas se diferencian de los sindicatos y de sus funciones, manteniendo relaciones fraternales y poco conflictivas con éstos. Con la creciente influencia de los gobiernos municipales en las regiones, las organizaciones comunales, sindicatos y originarios, tuvieron que asumir nuevos roles. Les compete ahora proponer periódicamente candidatos a concejales y cultivar una relación cercana con la administración municipal, con la finalidad de presentar y conseguir apoyo a los proyectos propuestos por la asamblea comunal. La comunidad califica la gestión de sus dirigentes por el éxito o fracaso que éstos tienen en lograr la aprobación y ejecución de los proyectos presentados. El contenido de estos proyectos, al menos en las primeras dos décadas de la LPP, comprendía casi siempre obras de infraestructura, como caminos, construcción y mejoramiento de las sedes sindicales o instalaciones deportivas, y

sólo excepcionalmente el mejoramiento de las condiciones productivas. Con la actual “política de cambio” se duplicó el presupuesto de los municipios rurales, dándoles mayores posibilidades de apoyo a las comunidades, incluso en el campo de la producción. Adicionalmente los diferentes ministerios, la gobernación departamental y entidades cooperación ejecutan proyectos específicos, tales como programas de vivienda, obras de riego y cosecha de agua, plantas procesadores de productos agrícolas y asistencia técnica. A ello hay que agregar la creación de institutos de formación técnica por parte de las universidades y de la gobernación. Todo ello representa nuevas oportunidades para las comunidades pero también nuevos desafíos para la directiva sindical. Por el incremento de actividades, en comunidades de mayor extensión y número de familias se han creado directivas zonales que cooperan al sindicato comunal en cumplir sus tareas. Una faceta peculiar de los sindicatos locales es su relación con los llamados “residentes”. El constante incremento del número de miembros de la familia obliga a parte de ellos a buscar fuentes de trabajo e ingresos en lugares fuera de la comunidad. Gran parte de los migrantes sigue manteniendo relaciones más o menos estrechas con su comunidad de origen, tanto por un sentido de pertinencia como para trabajar la parte de la tierra que le corresponde. A parte de los arreglos entre familiares que esto requiere, los “residentes” son reconocidos como miembros plenos del sindicato estando en la obligación de cumplir con los cargos y demás deberes. Requisitos para mantener la calidad de comunario y el derecho a la tierra son la asistencia a las asambleas comunales, registrarse en los censos de población y en el padrón electoral, puesto que la comunidad procura demostrar la mayor cantidad posible de habitantes y conseguir así más recursos para los proyectos presentados.

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Ante el creciente número de “residentes”, y a medida que se prolonga el tiempo de sus ausencias, los sindicatos locales buscan cada vez nuevas figuras en el trato con ellos. Nivel regional. Los sindicatos comunales se agrupan en centrales que antes se ajustaron a los cantones y recientemente a los distritos municipales que cada año se multiplican. Adicionalmente, en algunas centrales se han creado sub-centrales cuya función es atender cuestiones entre comunidades vecinas. Cada una de las centrales está directamente afiliada a la Federación Provincial de Camacho. En cambio, no existe una instancia sindical a nivel de los municipios. Según los entrevistados una organización a este nivel sería necesaria para lograr una planificación integral y de largo plazo del presupuesto y de los proyectos municipales. Sin embargo, frente a los intereses individuales locales e intereses de grupos que se benefician del status quo vigente, parece poco probable que se forme esta instancia sindical en un tiempo cercano. La intensidad de proyectos y obras ha desatado un notable dinamismo en las organizaciones que, con todos sus defectos, es signo de un creciente interés e identificación de las comunidades con su región, con el mejoramiento de las condiciones de vida, y por ende, con la agricultura. Señala también que la organización comunal, lejos de ser estática, posee la capacidad de adaptarse y buscar soluciones racionales a cada vez nuevas situaciones. Desde su instauración por la Reforma Agraria, los sindicatos campesinos arrastran el defecto de no preocuparse por los asuntos económicos de producción y comercialización de sus afiliados. Una primera respuesta para superar esta debilidad, a principios de los ’80 la CSUTCB lanzó la iniciativa

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de las CORACA, y posteriormente, en muchas regiones rurales surgieron las llamadas OECAS. Contrariamente al dinamismo sindical que se pudo observar en las comunidades de la provincia Camacho persiste la despreocupación por los asuntos económicos. Si bien se registran casos donde existen asociaciones de comercialización con personería jurídica, éstas dejaron de operar cuando se retiraron las ONG auspiciadoras. Al respecto hay criterios divergentes entre los comunarios. Algunos testigos perciben este tipo de asociaciones como iniciativa tendiente a dividir a las comunidades. En cambio para otros, la ausencia de organizaciones económicas es una desventaja que debe superarse y que las centrales sindicales deben dar cumplimiento a la Ley Nº 144 de la Revolución Productiva. Según algunos comunarios los sindicatos, que han sido capaces de hacerse cargo del gobierno municipal, no deberían conformarse con sus tareas de rutina, sino que tendrían que asumir el rol de auténticos “gobiernos comunales” que se preocupen de los asuntos vitales de las familias que son el mejoramiento de los niveles productivos, de alimentación y de comercialización. Por tanto, prestar atención a las OECOM previstas en las Leyes Nº 144 y 338 debería ser una de sus funciones puesto que este tipo de organizaciones se constituirían en contraparte importante para los proyectos de apoyo a la producción. Con todo, tendría poco sentido forzar la creación de organizaciones económicas dedicadas a la transformación y comercialización de productos. Éstas surgirán de forma natural en la medida que el mejoramiento de las infraestructuras productivas, como caminos y riego, hayan generado las condiciones apropiadas.


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3. Tecnologías productivas Las y los comunarios son buenos observadores propensos a experimentar. En las comunidades de la provincia Camacho hay un vivo debate sobre las variadas tecnologías agrícolas propuestas y practicadas. Las personas tienen percepciones claras sobre las ventajas y desventajas de los sistemas productivos, los tradicionales y la tecnología “moderna” respectivamente. En su percepción “sería preferible” mantener las técnicas vinculadas al ordenamiento territorial ancestral que contemplan, como elementos esenciales: la rotación de las áreas de cultivo, el cambio de semillas, la alternación entre productos que dan fruto “debajo y encima de la tierra” (es decir, entre tubérculos y granos o leguminosas), la aplicación de abono natural que es el ‘wanu’ de los animales o el manejo de las fuentes de agua para riego. Ello implica el uso de instrumentos manuales y la tracción animal. En la región del valle, donde la topografía dificulta el uso de maquinaria, se aplican estas tecnologías de forma generalizada y son apreciadas por los comunarios. Dada la accidentada topografía se han construido a lo largo de los siglos conjuntos de terrazas (‘patapatas’) en las laderas, única forma de cultivar en los terrenos empinados. Aunque muchas de estas construcciones parecen estar abandonadas, éstas siguen siendo mantenidas y cultivadas en amplias áreas, destacando la región de valle de Mocomoco donde se observan verdaderas obras de arte paisajístico. Las labores de cultivo en las ‘patapatas’ necesariamente son realizadas de forma manual. Por otra parte está muy difundido el uso de semillas de papa “mejorada”. La aplicación de agroquímicos es percibida como peligro por las personas individuales como por los grupos. Sin embargo reconocen que la mayoría los usa ante la amenaza de las plagas que es cada vez más difícil de controlar.

En comparación con el valle, en la región del altiplano existe una mezcla de técnicas productivas. Mientras una parte de las familias usa las tecnologías manuales tradicionales, como por ejemplo la tracción animal para arar, muchas aprovechan las condiciones del terreno, tanto del lago como de la puna, usando el tractor, sea en todas las etapas desde la preparación del terreno hasta la cosecha, sea al menos para las labores más pesadas. Son los “residentes” los que hacen mayor uso de maquinaria y que reciben críticas de los “presentes” por hacerlo indiscriminadamente sin los cuidados necesarios, “y a veces ni siquiera se toman la molestia de recoger la cosecha” lo que fomenta la propagación de plagas en perjuicio de los demás. La aplicación de agentes químicos, tanto fertilizantes como herbicidas y plaguicidas, es muy difundida en el altiplano. Incluso las personas cuidadosas aducen dos argumentos, primero, hay ya pocos animales que provean el abono natural, y segundo, debido a las temperaturas más elevadas, la pobreza de los suelos, pero también por la falta de cuidado en el manejo de semillas, las plagas se han incrementado a tal grado que los tradicionales medios naturales ya no alcanzan para combatirlas. Respecto del manejo de las semillas (de papa) hay una viva memoria de los métodos que se deben aplicar: usar semilla propia seleccionada y alternar los terrenos para la siembra. Sin embargo las personas perciben que este sistema está en crisis. Por el abandono de la puna hay escasez y falta de renovación con semillas de altura. Por eso mucha gente busca semillas de afuera sin preocuparse de dónde viene, por ejemplo acepta las donaciones de “semilla certificada” de la alcaldía. “Es culpa de nosotros mismos porque sabemos que las semillas de origen desconocido pueden traer nuevas enfermedades y plagas que no sabemos controlar”. 25


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La mayoría de las/los entrevistados manifiesta tener sus propias experiencias con técnicas de control natural a las plagas. A manera de ejemplo un comunario afirma haber tenido éxito en reducir la cantidad de gusanos de la papa: “Ellos tienen su ciclo acostumbrado, así que estoy adelantando o atrasando la siembra para engañarlos”. Respecto de las tecnologías agroecológicas en la percepción de las personas éstas siempre han formado parte de los sistemas tradicionales de producción y por tanto son de conocimiento común. Pero hubo muchos cambios que hacen difícil practicarlas en las actuales condiciones. En particular las presiones de tiempo, las distancias y la escasez de abono han ocasionado el progresivo abandono de las ‘aynuqas’ en la puna poniendo en crisis las técnicas de rotación de suelos y la renovación periódica de semillas. Paralelamente ha aumentado la intensidad de cultivos en tierras de las ‘sayañas’ donde ya no es posible respetar los periodos de descanso y la tradicional sucesión de cultivos. Por todo ello las personas y familias perciben que los conocimientos ancestrales ya no son suficientes para conservar y renovar los recursos. Por tanto se necesitan nuevas técnicas ecológicas que permitan practicar una agricultura más intensiva que al mismo tiempo no sea perjudicial para la fertilidad de los suelos. Se ha podido observar en el terreno cómo se aplican algunas de estas nuevas técnicas. Las y los entrevistados perciben como prioridad la recuperación y el aumento de la fertilidad del suelo y por tanto practican el manejo de aboneras donde, por la escasez de abono animal (‘wanu’), se aumenta el volumen con la incorporación de materia vegetal. La crianza de animales menores, como cerdos, aves y conejos (‘cuyes’), que proveen estiércol es visto como importante complemento y es practicado por muchas familias.

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Entre las prioridades más sentidas figura la disponibilidad de agua para riego. A excepción de unas pocas comunidades en ubicación favorable y donde existen antiguas obras de riego de envergadura, el acceso al agua es un serio problema. En algunas comunidades ubicadas en las laderas entre planicie y puna, como también en los valles, las familias hacen un cuidadoso manejo del agua de vertientes en pequeños estancos (‘qutañas’) y acequias. Pero en la mayoría de las comunidades la producción es a secano. Animadas por instalaciones demostrativas, algunas de ellas demandan cooperación en la cosecha de agua “sin la cual las tecnologías sostenibles no pueden dar resultados”. Las familias aplican las técnicas agroecológicas en diferentes formas y con diferente participación. Mientras algunas recién ensayan unos pocos componentes, otras practican ya un conjunto en forma de sistema. Sin cuestión alguna las mujeres son las protagonistas de las prácticas, pero hay casos donde participa la familia entera. Hay ejemplos de una distribución de tareas dentro de la familia: atención a la huerta, atención a la crianza de animales menores, plantación de cercos forestales alrededor de las parcelas, entre otras. Las y los que se han comprometido con estas técnicas muestran satisfacción por los resultados estando en un proceso de apropiarse de las tecnologías. Las técnicas agroecológicas son percibidas como medios para mejorar el nivel y la diversidad alimentaria en las familias y sólo pocos productos tienen destino al mercado, como por ejemplo semillas de hortalizas. Al margen de ello se han entrevistado también jóvenes que se han especializado en la crianza de ganado con fines eminentemente comerciales.


DiagnĂłstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Foto 6. TerracerĂ­a comunidad Huatascapa - Municipio Moco Moco.

Foto 7. Trillado y venteado de trigo

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Diagnรณstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Foto 8. Trillado de quinua

Foto 9. Preparaciรณn de abonera

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4. Diversidad de cultivos y hábitos alimentarios Las y los comunarios de la provincia Camacho siembran una gran diversidad de productos, muchos de ellos se han desarrollado y están en uso desde hace muchos siglos, otros fueron introducidos por la Colonia, en particular cereales y animales, y finalmente hay productos que fueron adoptados en décadas recientes, tales como variedades de pasto, hortalizas y ganado vacuno. Los productos

conocidos y cultivados por los comunarios se enumeran en los siguientes cuadros. La primera columna lleva el nombre común, la segunda el nombre en el idioma aymara, la tercera la clasificación científica y la cuarta indica la ecorregión. Una estrella señala los productos introducidos desde la Colonia hasta la actualidad.

Producción agrícola, ganadera y pesca Productos vegetales Se los clasifica en: tubérculos, cereales, leguminosas, frutas, hortalizas, hierbas aromáticas y pastos forrajeros. Nombre común

Aymara

Registro científico

Ecorregión

Tuberosas Papa

Chuki

Solanum tuberosum

Altiplano, Valle

Oca

Apilla

Oxalis tuberosa

Altiplano, Valle

Papalisa

Ulluku

Ullucus tuberosus

Altiplano, Valle

Isaño

Isaño

Tropaeolum tuberosum

Altiplano, Valle

Yacón

Arikona

Polymnia sonchifolia

Valle

Maíz

Tonko

Zea mays

Valles

Quinua

Jupha

Chenopodium quinoa

Altiplano, Valle

Cañihua

Kañawa

Chenopodium pallidicaule

Altiplano

Cebada*

Cebada

Hordeum vulgaris

Altiplano, Valle

Trigo*

Trigo

Triticum aestivum

Altiplano, Valle

Avena*

Avena

Avena sativa

Altiplano, Valle

Tarwi

Tawri

Lupinus mutabilis

Altiplano, Valle

Frijol

Purutu

Pheseolus vulgaris

Valle, Altiplano

Maní

Chokiopa

Arachis hipogaca

Valle

Linaza

Linaza

Linum usitatissimum

Altiplano, Valle

Haba*

Awa

Vicia faba

Altiplano, Valle

Arveja*

Alverja

Pisum sativum

Altiplano, Valle

Lenteja*

Lenteja

Lens culinaris

Altiplano, Valle

Cereales

Leguminosas

29


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Fruta Chirimoya

Chgirimoya

Annona cherimila

Valle

Tumbo

Tumbo

Passiflora tripartita

Valle

Granada

Granada

Passiflora ligularis

Valle

Chilto

Chilto

Solanum betaceum

Valle

Tuna

Tuna

Opuntia tuna

Valle

Durazno*

Durazno

Prunus pérsica

Valle

Ciruelo*

Ciruelo

Prunus domestica

Valle

Manzana*

Manzana

Malus domestica

Valle

Pera*

Pera

Pyrus communis

Valle

Tomate

Sillkauchu

Lycopersicon peruvianum

Valle

Locoto

Chinchi lokoti

Capsicum pubescens

Valle

Huacataya

Wakataya

Tagetes minuta

Altiplano, Valle

Zapallo

Zapallo

Curcubita maxima

Valle

Lacayote

Lacayote

Curcubita ficifolia

Valler

Zanahoria*

Zanahoria

Daucus Carota

Altiplano, Valle

Cebolla*

Cebolla

Allium cepa

Altiplano, Valle

Nabo*

Nabo

Brassica campestris

Altiplano, Valle

Lechuga*

Lechuga

Lactuca sativa

Altiplano, Valle

Repollo*

Repollo

Brassica olereceae

Altiplano, Valle

Coliflor*

Coliflor

Brassica olereceae

Altiplano, Valle

Brócoli*

Brócoli

Brassica olereceae

Altiplano, Valle

Rábano*

Rábano

Raphanus sativus

Altiplano, Valle

Remolacha*

Remolacha

Beta vulgaris

Altiplano, Valle

Acelga*

Acelga

Beta vulgaris

Altiplano, Valle

Apio*

Apio

Apium graveolens

Altiplano, Valle

Perejil*

Perejil

Petrosellium hortense

Altiplano, Valle

Pasto ovillo

Pasto ovillo

Dactylis glomerata

Altiplano, Valle

Festuca alta

Festuca alta

Festuca arundinacea

Altiplano, Valle

Avena forrajera*

Avena forrajera

Avena sativa

Altiplano, Valle

Alfalfa*

Alfalfa

Medicago sativa

Altiplano, Valle

Phalaris*

Phalaris

Phalaris acuatica

Altiplano, Valle

Hortalizas

Pastos forrajeros

30


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Hierbas aromáticas Hinojo

Inojo

Foeniculum vulgare

Altiplano, Valle

Ruda

Ruda

Ruta graveolens

Altiplano, Valle

Manzanilla

Manzanilla

Matricaria chamomilla

Altiplano, Valle

Cedrón

Cedrón

Aloysia triphylla

Altiplano, Valle

Toronjil

Toronjil

Melissa oficinalis

Altiplano, Valle

Andrés Huaylla

Andrés Waylla

Cestrum parqui

Altiplano, Valle

Ajenjo

Ajenjo

Artemisia absinthium

Altiplano, Valle

Orégano*

Orégano

Origanum vulgare

Altiplano, Valle

Perejil*

Perejil

Petrosellium hortense

Altiplano, Valle

Apio*

Apio

Apium graveolens

Altiplano, Valle

Romero*

Romero

Rosmarinus officinali

Altiplano, Valle

La gran variedad de productos cultivados refleja la visión indígena-campesina de dar prioridad a la seguridad en las actividades agrícolas y la provisión garantizada de alimentos a través de la diversificación. De otra parte se destaca la incorporación de nuevas especies (vegetales y animales) a lo largo de los siglos y que continúa hasta la actualidad. Al respecto merecen mención las hortalizas que, a excepción del tomate, locoto y huacataya, no formaron parte de la dieta andina pero que se van incorporando a la alimentación de forma progresiva y sostenida. Entre la diversidad es preciso referirse a la papa y su gran número de variedades tanto nativas como mejoradas. En términos generales, los comunarios distinguen entre tres grupos o clases, cada una con sus variedades: ●● Las papas ‘qhati’ son variedades nativas que tienen forma prolongada o redonda y son de varios colores, son harinosas, relativamente susceptibles al clima y con tiempo limitado para la conservación. Son las preferidas en la alimentación diaria por su buen sabor y por requerir de poco tiempo para la cocción (generalmente con cáscara) y por tanto poco gasto en energía.

●● Las papas ‘munta’ son de consistencia más dura, de forma redonda con pocos ojos. Son resistentes al clima y más conservables. Se las pela antes de cocer, son parte de la comida diaria pero sobre todo son apreciadas por su valor comercial. En general son variedades desarrolladas en institutos de investigación a partir de las variedades nativas e introducidas después de la Reforma Agraria. Estas “variedades mejoradas” ocupan actualmente un lugar privilegiado entre los agricultores de todas las regiones, ganando paulatinamente primacía sobre las variedades nativas. ●● La tercera clase son las variedades nativas de las papas ‘luk´i’, muy resistentes a las heladas. Por ser amargas se las convierte en ‘chuñu’ o ‘tunta’ a través de un proceso de fermentación en agua, congelamiento y deshidratación que permite su conservación durante varios años. En ocasiones la papa ‘luk´i’ también es consumida en estado fresco. Una diferenciación adicional se hace entre la papa ‘mara’, que es la papa anual cultivada con preferencia, pero no exclusivamente, en la puna; y la papa ‘milli’, con corto tiempo de maduración, sembrada en lugares con riego y de forma intercalada entre las siembras principales. 31


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Institutos de investigación dan cuenta de más de un centenar de variedades de papa existentes en la región norte del Lago Titicaca. En el siguiente Variedad de papa

´munta´

´qhati´

´luki´ (papa amarga) 32

cuadro se enlistan solo aquéllas que, durante el estudio, se han podido identificar a través de testimonios e inspección ocular. Área de cultivo

Waycha Chiyar Imilla Sani imilla Wila Imilla Janqu Imilla Chiar Pala Wila Pala Janqu Pala Qaqa Imilla K’usillo Janqu Sani Sankayu Sacha Wila Puya Janqu Puya Janqu Surimana Chiyar Surimana Wila Surimana Qaqa Surimana Yurima Chiyar Yurima Wila Qaysalli Janqu Sacampaya Keyllu Papa Meja Wila Meja Asaruna Kharawiri Huancu Sullu Janqu Yurima Chiar Chuxllu Wila Qhini Janqu Luki Janqu Ajawiri

Lago, puna, cabecera de valle Lago y puna Lago y puna Lago y puna Lago y puna Lago y puna Lago, puna, cabecera de valle Lago, puna, cabecera de valle Lago y puna Lago y puna Lago y puna Lago y puna Lago y Puna Lago y puna Lago, puna, cabecera de valle Lago, puna, cabecera de valle Lago y puna Puna Lago, puna, cabecera de valle Puna Lago, puna Lago, puna, cabecera de valle Puna Lago, puna Puna Puna Puna Puna Puna Puna Lago, puna Lago, puna Puna, cabecera de valle Puna

Chiar Pulillu

Puna, cabecera de valle

Wila Waka Laxra

Puna, cabecera valle

Janqu Pulo

Puna, cabecera valle

Usos

●● Pelada antes de cocer para sopa y platos variados. ●● Con cáscara en la merienda. ●● Chuñu, tunta

●● Cocida y consumida con cascara en sopa y merienda. ●● Chuñu, tunta.

●● Preferentemente: Chuñu y tunta. ●● Ocasionalmente: Cocida con cascara. Pelada y cocida en sopa


Diagnรณstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Foto 10. Papa Munta, variedad Imilla

Foto 11. Papa nativa Qhati, variedades

Foto 12. Papa nativa Qhati, variedades

Foto 13. Semillas de oca, variedad amarilla

33


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

34

Foto 14. Papa Qhati – Variedad Kaka Surimana

Foto I5. Papa Qhati – Variedad Keyllu Pujru

Foto I6. Papa Qhati – Variedad Kusillu

Foto 17. Papa Qhati – Variedad Wila Pala


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Foto 18. Papa Qhati – Variedad Surimana

Foto 19. Papa Qhati – Variedad Meja

Las variedades de las clases ‘qhati‘ y ‘luk’i‘ son exclusivamente nativas, tienen destino preferente al propio consumo y su número supera ampliamente al de las variedades ‘munta‘. Sin embargo, según testimonios, esta diversidad está disminuyendo paulatinamente, afirmaciones que requieren de una investigación más profunda.

A parte de las variedades ‘munta‘ referidas en el anterior cuadro es probable también el uso de otras variedades, como la desiree o la papa holandesa, que son netamente comerciales. Sin embargo, no se ha podido confirmar su empleo.

Lo cierto es que, a través de los programas de asistencia técnica de las pasadas décadas, se han introducido las nuevas variedades que en el cuadro son clasificadas como ‘munta‘, mientras los técnicos les atribuyen el calificativo de “variedades de alto rendimiento”. Junto a la mayor productividad y adaptación a suelos y alturas, tienen gran aceptación por parte de los consumidores en lo que radica su valor comercial. Al margen de ello las papas ‘munta‘ también tienen destino al autoconsumo, además de ser utilizadas con frecuencia para la elaboración de ‘chuño‘ y ‘tunta‘.

Mientras la papa es el cultivo ampliamente predominante en el altiplano, el maíz ocupa un papel similar en el valle. A pesar de existir gran cantidad de variedades, los vallunos solo distinguen entre el maíz blanco, amarillo y gris. Cada una de estas clases tiene usos muy diversos y está presente en la dieta tanto del valle como del altiplano. Por tanto el maíz se constituye en producto estrella para el intercambio con productos del altiplano en las ferias.

35


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Crianza de animales En la provincia Camacho la crianza de animales domésticos nativos se reduce a solo dos especies: el conejo ‘cui’ (criado por casi todas las familias) y

la llama (en comunidades de altura). La introducción de especies europeas ha ocasionado enormes cambios en la configuración de la agropecuaria.

Especie

Usos principales

Cui (conejo nativo)

‘wanu’, carne, , comercio

Llama (en alturas)

‘wanu’, carne, lana, piel curtida

Bovino*

‘wanu’, tracción, leche, comercio,

Ovino*

‘wanu’, lana, piel curtida, comercio (oveja cara negra)

Cerdo*

‘wanu’, carne, comercio

Burro*

‘wanu’, carga

Aves (gallinas)*

‘wanu’, huevo, carne

Entre los distintos tipos de aprovechamiento de productos animales, el más importante es la provisión de abono natural: el ‘wanu’. Por otra

parte, el consumo de carne, hasta hoy día, no es muy frecuente entre los pobladores andinos.

Pesca En la provincia Camacho, por su ubicación a orillas del lago y sobre algunos ríos de caudal permanente, la pesca ocupa un destacado papel. Las especies de peces cuya existencia y aprovechamiento se ha

Nombre común

Aymara

Nombre cientifico

Lugar

Carachi

Tujuc, Chiya

Orestias sp.

Lago

Ispi

Ispi

Orestias ispi

Lago

Mauri

Mauri

Trichu myelerus sp.

Lago, ríos

Suchi

Suchi

Trichu myerlerus rivulatus

Lago, ríos

Pejerrey*

Pejerrey

Odonthestes bonairensis

Lago, ríos

Trucha*

Trucha

Oncorynchus mykiss

Lago, ríos

De mayor importancia es la pesca en el lago. Las áreas de uso están determinadas por derechos ancestrales. Se la ejecuta en la noche con la utilización de redes. Para las especies introducidas se aplica eventualmente la crianza en jaulas. El 36

podido comprobar, se enlistan en el siguiente cuadro que diferencia entre las especies nativas y las introducidas (con estrella).

pescado es preferentemente objeto de intercambio en las ferias, pero también es rescatado por intermediarios para el mercado urbano. La pesca en los ríos se la efectúa mediante anzuelos y tiene destino al consumo familiar.


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Año agrícola El año agrícola se rige por las dos temporadas climáticas que son el ‘jallu pacha’ (época de lluvia) de diciembre a marzo, y el ‘luki pacha’ (época seca y fría) de mayo a agosto, con intermedios menos fríos y con lluvias ocasionales en abril, septiembre, octubre y noviembre. La temporada de la siembra se concentra en octubre, con siembras atrasadas o adelantadas, acorde a las predicciones de clima y la llegada de las lluvias. Las siembras diferidas corresponden a la decisión de cada familia que busca disminuir los riesgos en la producción. La temporada de cosechas se concentra en marzo y abril, con adelantos o atrasos según la siembra. Las labores agrícolas están acompañadas de rituales, tanto a nivel de una zona, de la comunidad, como a nivel de la familia. A nivel de zona y comunidad hay dos fechas principales: el solsticio del 21 de junio y la fiesta de la Candelaria, el 2

de febrero. Se celebran encuentros colectivos en los lugares sagrados, que son las cimas de los cerros. Mientras en la región del altiplano estos lugares suelen ser siempre los mismos, en el valle se los define en cada ocasión a través de la lectura en coca. Partes invariables de los rituales son el sacrificio de animales, inciensos, flores, música, danzas y rezos. Las celebraciones de junio tienen el objetivo de rogar por las lluvias oportunas (en el valle ocurren en septiembre), y las de febrero contra las heladas y por una buena cosecha. Al margen de los rituales colectivos cada familia por separado o grupos de familias afines practican ceremonias individuales en ocasión de siembras y cosechas. En todas estas ceremonias se comparten comidas comunales y grupales, denominadas ‘apthapi’.

Hábitos alimentarios La alimentación de las y los comunarios de la provincia Camacho se compone en gran medida de los productos locales. El listado de los anteriores cuadros demuestra la gran diversidad de productos agrícolas cultivados, de animales criados y de pesca. Esta diversidad es garantía para la seguridad alimentaria de los pobladores y, en su conjunto, se basan en el sistema agroalimentario tradicional. Acorde al calendario agrícola se presentan para las familias temporadas de abundancia en época de cosechas y de escasez previa a las siembras. Los alimentos tradicionales son complementados por alimentos adquiridos en las ferias o en el mercado, tales como aceite, azúcar, gaseosas, fideo y arroz. Estos últimos tienen la ventaja de una rápida cocción, y por tanto de menor gasto de energía. Con mayor frecuencia se adquieren estos productos en la temporada de escasez.

De suma importancia en el rubro de los alimentos son las técnicas ancestrales de transformación y conservación. Encabeza la lista la transformación de la papa y de la oca en ‘chuño’, ‘tunta’ y ‘kaya’ a través un proceso de fermentación en agua, el congelamiento al aire libre y la deshidratación por el pisado. Mediante este procedimiento los productos se conservan por varios años y son disponibles en las épocas de escasez. Los lugares para la exposición a la helada son cuidadosamente escogidos y eventualmente se encuentran alejados de la misma comunidad lo que requiere de medios de transporte. Un segundo método es el desamargado de quinua y tarwi a través de una prolongada sumersión en agua. Los granos secos de maíz, haba, arveja, trigo y avena permiten una conservación prolongada almacenándolos en lugar seco apropiado. La carne 37


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

y el pescado sólo en ocasiones son consumidos en estado fresco, sino se los conserva mediante secado al aire, con aditamento de sal, convirtiéndolos en ‘charki’ disponible como ingrediente a las comidas durante todo el año. En los hogares que crían ganado lechero se elabora queso tanto para propio consumo como para la venta. De los granos se elabora el llamado ‘pitu’: después de tostar el grano seco se lo muele en una piedra plana (el batán) con lo que se obtiene un polvo soluble en agua. Un mate con ‘pitu’ es el desayuno tradicional, aunque paulatinamente está siendo sustituido por café con pan. Granos secos o transformados en ‘pitu’ se consumen durante las labores agrícolas. Son tres las comidas diarias: el desayuno ya descrito, el almuerzo y la cena que consisten frecuentemente en una sopa - el ‘chairo’ - en base a papa, oca, ‘chuñu’ y ‘kaya’ a los cuales se agrega una diversidad de ingredientes: granos como quinua o trigo, hierbas aromáticas, mote de maíz, verduras y a veces ‘charki’. Hay días en que algunas familias se sirven, a parte de la sopa, un segundo plato en el cual nunca faltan papa u oca, acompañadas alternativamente de carne de ‘cui’, pescado, huevo frito y queso. Al parecer el consumo de verduras está en aumento. Una vez por semana, preferentemente los jueves, se agrega pescado. No puede faltar como acompañante a la sopa o al segundo plato la ‘llajua’ (o ’jallpa waika’ en aymara), una salsa picante elaborada con locoto, tomate, hierbas y sal. La cena tiene los mismos contenidos y es preparada al mismo tiempo que el almuerzo. Lo que en el altiplano es la papa y sus derivados, en el valle es el maíz en la comida diaria. El maíz blanco, en forma fresca, es consumido como “choclo” en el “plato paceño”. En forma seca es consumido como “mote” o se lo muele para una diversidad de alimentos, como por ejemplo, la huminta cocida en agua o asada en horno. Entre 38

otros usos, el maíz amarillo es la materia prima para la chicha, una bebida elaborada con maíz fermentado consumida en las fiestas. El maíz gris o negro es usado principalmente como tostado para alimento seco durante las labores agrícolas. Los alimentos básicos de la dieta diaria, papa y maíz, también pueden ser complementados o sustituidos por alimentos industriales, como fideo y arroz que son adquiridos especialmente en las temporadas cuando escasean los productos locales. Casi la totalidad de las familias preparan los alimentos en su propia casa. La mujer es la responsable, dedicando a la cocina de una a dos horas al día. Aun siendo ella la responsable de preparar la comida, las y los entrevistados confiesan que hay un orden de acceder a los alimentos entre los miembros de la familia: el primero y el que come las presas más preciadas es el hombre jefe de familia, seguido por los jóvenes, y la mujer se sirve al último. La energía para la cocción es fundamentalmente la leña obtenida de los árboles de eucalipto y el estiércol de los animales. Ambas fuentes de energía ocupan en promedio entre el 70% y el 80%. El uso de garrafas de gas se ha incrementado en los últimos diez años desde un 3% hasta un 20% en promedio; su uso está en ascenso y depende de la ampliación de la red vial hacia las comunidades. Las familias suelen combinar la energía del gas con las fuentes tradicionales. Adicionalmente a la alimentación diaria merecen mención las comidas en ocasiones festivas y las formas de prepararlas. Entre otras gozan de mucho aprecio las técnicas de preparar los alimentos en piedras o trozos de tierra calentados sobre los cuales son cocidos los tubérculos y la carne. Un método preferido consiste en calentar las piedras bajo la tierra, un proceso llamado ‘wathía’, que aporta un sabor peculiar al alimento.


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

La invasión al campo de “comida chatarra” es innegable y sus portadores son ante todo los jóvenes. Sin embargo, el avance de estos alimentos poco nutritivos es respondido por un movimiento de valoración de alimentos locales. Como ejemplo, las comunidades del municipio de Mocomoco organizan cada año una feria de exposición de

cocina local donde se presentan al menos 15 platos típicos de la región, como ser: panes, humintas (pasteles de maíz) cocidas y al horno, tostados de maíz y poroto, ají de papalisa, arvejas y habas, lacayote al horno y en olla, asado de ‘cui’ y, como especialidad, tortilla de ‘kaya’, entre otros.

Foto 20. Transformación de la Oca en Kaya

Foto 21. Transformación de papa en chuñu

39


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

40

Foto 22. Alimentos de la merienda – Phuti de oca

Foto 23. Alimentos del medio día y cena – Sopa de quinua

Foto 24. Segundo plato – Papa a la huancaína

Foto 25. Platos especiales - Apthapi


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Foto 26. Alimentación Complementaria Escolar (ACE)

Las ferias Un factor importante para la diversidad y complementación de alimentos lo constituyen las ferias cuyo origen se remonta a épocas precoloniales. Las ferias de hoy son de tipo muy diverso y de distinta importancia. En la base de las ferias está el intercambio de productos, definido comúnmente como “trueque”. En la provincia Camacho se puede identificar un complejo sistema de ferias locales, regionales e incluso internacionales en la frontera con Perú. Las ferias locales funcionan como una suerte de tienda donde el ama de casa se abastece de artículos de primera necesidad ofreciendo a cambio su propio producto. Estas ferias locales pueden realizarse cualquier día de la semana y responden a sencillos acuerdos entre comunidades, tendiendo la ventaja de cortas distancias para acudir a ellas.

Una categoría de mayor alcance son las ferias regionales que igualmente son de larga tradición. En ellas se intercambian productos entre las regiones ecológicas, particularmente entre los del altiplano (‘chuño’, ‘kaya’, pescado) y los del valle (maíz, verdura, condimentos, fruta). Este intercambio ocurre acorde a reglas y entendimientos entre mujeres principalmente. La importancia de las ferias reside en que la población de una región se abastezca con la oferta de la otra región, incrementando la diversidad y la calidad de su alimentación. Tal como el “mote” es un ingrediente importante en la dieta de los pobladores del altiplano, y el ‘chuño’ en la dieta del valle, estos productos son adquiridos en las ferias por medio del intercambio. Incluso se ofrecen productos de origen lejano, en particular coca, plátanos y cítricos provenientes de los Yungas. 41


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Las ferias regionales se encuentran en un proceso de cambio continuo adquiriendo características de los mercados urbanos. Así por ejemplo, al margen del intercambio de productos, también se practica la compra-venta a manos de los llamados “rescatistas” que acopian productos de altura, en especial papa y ‘chuño’, para comercializarlos en la ciudad o en zonas de tierras bajas. Por otra parte, las ferias regionales suelen estar acompañadas por ferias de ganado.

Lugar

Imitando la dinámica de los mercados urbanos, en las ferias de alcance regional se hacen presentes los comerciantes que ofrecen todo tipo de artículos de consumo, como ropa, implementos deportivos, artefactos electrónicos y herramientas, y muchos otros. Los siguientes datos sobre las ferias de mayor importancia en la provincia Camacho fueron obtenidos de los Planes Operativos y de Desarrollo de los cinco municipios y por observaciones propias.

Días de realización

Municipio Puerto Acosta Puerta Acosta

Jueves y Domingo

Janco Janco

Miércoles y sábado

Patacayli

Miércoles y Sábado

Wirupaya

Miércoles y sábado

Chiñaya

Sábado

Municipio Mocomoco Wila Cala

Viernes

Warachani

En proceso de organización

Municipio Carabuco Jokopampa

Jueves

Chaguaya

Miércoles

Sisasani

Sábado

Chuani

Jueves

Cotañani

Sábados

Copusquía

Sábados

Ambaná

Domingo

Municipio Humanata

42

Humanata

Jueves

Internacional de Kimsa qalqu

Domingo

Internacional de Muñani

Miércoles


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Lugar

Días de realización

Escoma

Jueves y domingo

Internacional de Kimsa Qalqu

Domingo

Municipio Escoma

Foto 27. Feria semanal en Escoma

Interpretaciones teóricas de las prácticas alimentarias en los hogares campesinos de la provincia Camacho Con la salvedad de que se requiera de estudios técnicos sobre el valor nutritivo de los alimentos que se consumen en el campo, el presente diagnóstico se anima a afirmar que éstos son de calidad y cantidad adecuadas. Esta apreciación se basa ante todo en la verificación objetiva respecto a la gran diversidad de los productos que componen los alimentos diarios, como también en recientes estudios que confirman un importante contenido de proteínas y vitaminas en las variedades de papa y en los granos andinos; pero también se basa en la apreciación subjetiva de las y los comunarios

quienes atribuyen a los alimentos obtenidos por su propio trabajo en sus chacras más valor y “más gusto”, que a los alimentos de origen industrial adquiridos por compra – aunque por necesidad y facilidad también los consumen. Estas apreciaciones no concuerdan con las opiniones muy difundidas (reflejadas incluso en los diagnósticos de los Planes municipales - ver Segunda Parte) que califican la alimentación de los campesinos como uniforme, poco equilibrada y carente de nutrientes esenciales, como vitaminas 43


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

o proteínas. Sobre todo se observa la limitada presencia de carne, verduras y frutas en la dieta de los campesinos andinos. En respuesta, en cuanto a los alimentos de origen animal (carne, leche, huevos) existen pruebas de que su consumo excesivo puede ser perjudicial para la salud de pobladores de alturas. Tanto la diversidad de los tubérculos como de los granos proveen las proteínas, vitaminas adecuadas y suficientes. En otras palabras, la misma naturaleza ha enseñado a los pueblos de altura a ser “vegetarianos”. Respecto a verduras y frutas, su consumo es escaso en los hábitos alimentarios tradicionales. No se debe descartar que la ruptura de contactos entre pueblos altiplánicos, de valle y trópico, impuesta por los regímenes colonial y republicano, haya

ocasionado un empobrecimiento de la dieta, y que las ferias de intercambio interregional de productos alimentarios estén recuperando esta pérdida, es decir, las prácticas de buscar la diversidad en el consumo de alimentos. Se debe concluir que las relaciones de intercambio, o bien nunca han desaparecido por completo, o bien se están reactivando en recientes tiempos. Se puede observar que las frutas, sean los duraznos, ciruelos y tunas del valle, sean los cítricos de los Yungas, forman una sección importante en las ferias semanales. En cuanto a una mayor incorporación de verduras y frutas en la dieta campesina también inciden los medios de comunicación y los programas públicos y privados que van teniendo impactos en la consciencia y hábitos alimentarios de los pobladores, particularmente de las mujeres.

5. Percepciones de las personas Los sistemas agroalimentarios practicados por las familias campesinas de la provincia Camacho, lejos de ser estáticos, están sujetos a transformaciones continuas que se originan en los cambios de las políticas públicas, de las acciones de agentes privados y de condiciones sociales y económicas de los mismos hogares campesinos. Los acápites precedentes, si bien reiteradamente hacen referencia a estos cambios, no los ha enfocado como tema específico. Por tanto, a manera de complemento, en este lugar se indaga sobre las percepciones de las personas, de las familias y de grupos respecto de su realidad y respecto de sus opciones asumidas en repuesta a los cambios ocurridos en su entorno.

La información a continuación fue recogida en conversaciones y entrevistas con individuos, familias y grupos de comunarios, sostenidas de manera aleatoria y bajo una guía de preguntas. En su mayoría estas entrevistas se realizaron acompañando labores agrícolas de personas y familias o presenciando trabajos comunales. Se ha ordenado esta información bajo tres enfoques que, directa o indirectamente, se encuentran relacionados al tema de los sistemas agroalimentarios y haciendo énfasis en las percepciones sobre los cambios.

Percepciones generales sobre la situación actual Una percepción espontánea y común de las personas sobre su situación actual se refiere directamente a problemas en la agricultura. Dentro de éstos ocupa el primer lugar el cambio del clima 44

que causa preocupación en varios aspectos. Todas coinciden en que las lluvias son más escasas, no llegan a tiempo y se concentran en pocas semanas con precipitaciones inusuales, lo que obliga a las


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

familias a efectuar modificaciones en el calendario de las siembras. Otra preocupación, resultante de la anterior, se refiere a la poca disponibilidad de agua para riego. Si bien la sequía es un fenómeno inherente a las condiciones climáticas de la región, la escasez de agua se ha agravado por la falta de lluvias y muchas personas se refieren a ella como principal causa del abandono de la agricultura. Además se percibe que las temperaturas son más elevadas lo que, por una parte, lleva a un incremento de plagas, pero que también tiene ventajas, por ejemplo, en la puna antes se sembraban sólo papas amargas, ahora da cualquier variedad de papa dulce; en el valle es posible sembrar maíz en más altura. La pérdida de fertilidad de los suelos es una de las percepciones comunes. Pero ésta es atribuida no solo a fenómenos naturales sino también a la actividad humana, el uso excesivo de las tierras cercanas a las viviendas, la aplicación imprudente de agroquímicos y de maquinaria “que secan y compactan los suelos”. En el campo social y ocupacional, la motivación fundamental de las actividades económicas es asegurar el futuro de los hijos. Se constata que hay menos gente que trabaja en la agricultura. Los niños y jóvenes van al colegio, los hombres tienen actividades fuera de la comunidad, de modo que las mujeres tienen mayor carga laboral y más responsabilidades que antes; en muchas familias son las y los ancianos los que ayudan en las faenas agrícolas, en el cuidado de los animales y en la cocina. La cantidad de animales se ha reducido significativamente “porque no hay quien los cuide”. Los animales de carga han desaparecido en algunas comunidades de la zona del lago, aunque no en todas, lo que refleja la disminución de las tierras trabajadas en la puna. La cantidad de ovejas se ha reducido, en algunos municipios alcanza a unas

10 cabezas por familia y el ganado mayor se limita a un par de bueyes o vacas. En consecuencia se ha reducido también la disponibilidad de estiércol (‘wanu’) como abono natural y ha aumentado la aplicación de fertilizantes químicos. En todas las comunidades hay el grupo de familias “presentes”, es decir, aquellas que viven permanentemente en la comunidad y el grupo de los “residentes”. Esta separación no es estricta puesto que en muchas familias una parte de los miembros está ausente (hombres, jóvenes) y otros (mujeres y ancianos) viven en la comunidad. La relación numérica entre “presentes” y “residentes” varía mucho de una comunidad a otra, pero en general se reparten en cantidades similares. La relación social entre ambos grupos no es percibida como problema sino como algo normal puesto que la migración no sólo hace frente a la escasez de tierras sino que los “residentes” prestan múltiples servicios a las comunidades. Por lo demás hay formas de migración temporal entre la cual destacan los jóvenes estudiantes que, durante las vacaciones de fin de año, van a la cosecha de coca a los Yungas o a Apolo. Sin embargo, existe también el movimiento contrario: algunas personas perciben la permanencia en la ciudad como una “vida sin perspectivas” y el retorno al campo como la mejor opción. Entre los entrevistados hubo jóvenes que habían retornado del exterior “para cambiar el trabajo aburrido en los talleres de costura de Brasil por una vida sana de agricultor en la comunidad”. Hay una percepción general en sentido de que en la comunidad “se vive y se come mejor” que en la ciudad. A pesar de los múltiples problemas que aquejan a las comunidades, a las familias y a las personas, las percepciones permiten asegurar que sus preocupaciones están dirigidas principalmente a enfrentar y mejorar su vida como agricultores y no así a buscar soluciones al exterior de la comunidad. 45


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Cambios experimentados en las etapas políticas La consulta respecto a los cambios en los últimos tiempos, en un primer momento, es respondida de una forma típica de las sociedades rurales apegadas a las tradiciones: “Estamos igual que antes, no ha cambiado nada”. Sin embargo, ahondando en la cuestión se denota en las personas una pronunciada consciencia de que los cambios forman parte de la vida diaria de las familias. Con todo, estos cambios apenas se los vincula a determinadas coyunturas o contextos políticos. Para las personas, particularmente las de edad, la historia se divide en un antes y un después de la Reforma Agraria. Los cambios ocurridos desde

entonces son percibidos más bien como accidentales. Como en todas las sociedades existen percepciones divididas respecto a “lo bueno y lo malo” de los cambios – una división que se da al interior de las mismas personas. Hay quienes afirman que “antes hubo más orden, en este gobierno cada uno hace lo que quiere”; otros están conscientes de que, sí, hubo cambios positivos en sentido de mayores oportunidades y también de mayores responsabilidades para las personas y las familias individuales.

Cambios en la educación La Ley Nº 070 de Educación de 2010 ha introducido cambios en el sistema educativo, no solamente en su orientación ideológica sino también en aspectos prácticos. Los más importantes son: la regionalización de la currícula; los programas de formación complementaria de docentes (PROFOCOM) y la obligación de los maestros a presentar una tesis sobre producción agrícola; proyectos socio-productivos para llevar a la práctica la “escuela productiva” en los cuales participan maestros, el consejo de padres y madres de familia y dirigentes comunales; las instancias de planificación conjunta entre el consejo municipal y la dirección distrital de educación. En la provincia Camacho todas estas medidas han sido implementadas y los programas de formación se encuentran en ejecución. En la percepción de los maestros rurales la nueva política educativa ha contribuido a que ellos sean más respetados y que es muy beneficiosa tanto para su labor pedagógica como para la integración de la escuela a la comunidad. De hecho se observa un cambio de actitud en los maestros que “antes éramos los dictadores de los comunarios, ahora ellos nos dictan lo que tenemos que hacer”. 46

Cambios visibles son la instalación de huertas o invernaderos con cultivos de hortalizas y de especies nativas que mejoran la calidad de la alimentación, la colaboración de las y los comunarios en el cuidado de las huertas, su participación en charlas sobre alimentación y cuidado del medio ambiente, prácticas compartidas en tecnologías ancestrales y manejo de animales; a ello se agrega el uso del idioma aymara en la enseñanza. Con apoyo de entidades privadas algunas comunidades habían logrado mantener por un tiempo la alimentación escolar con productos propios, aunque estas iniciativas resultaron poco sostenibles en el tiempo. Los comunarios tienen una percepción clara y estiman estos cambios y por su lado manifiestan tener una actitud diferente hacia la escuela y hacia los maestros. Llama la atención que las familias que no tienen hijos en la escuela colaboran igualmente en sus actividades. En contraste, esta nueva relación entre escuela y comunidad no ha frenado la tendencia de que la mayoría de las familias mande a sus hijos a escuelas del pueblo o de la ciudad. De esta manera la


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cantidad de alumnos en las escuelas de las comunidades permanece muy baja. En un ámbito distinto, algunas universidades han creado institutos de formación técnica superior. La creación de estos institutos corresponde tanto a políticas públicas de llevar la educación superior al campo, como a las demandas de los comunarios. Paradójicamente, y de manera similar a las escuelas rurales, estos institutos cuentan con muy poco alumnado y hay casos donde sus instalaciones son utilizadas sólo para la educación regular.

Esta contradicción en la conducta de los comunarios, que por una parte piden escuelas e institutos, y por la otra hacen grandes sacrificios para que sus hijos vayan a educarse en la ciudad, es un hecho totalmente común. Frente a ello, las percepciones de las personas son de resignación que pone de manifiesto que las presiones sociales y, probablemente, las presiones de sus propios hijos para “darles una buena educación en la ciudad”, son irresistibles.

6. Conclusiones de la primera parte: sistemas agroalimentarios La investigación se concentra en las personas y familias que residen en sus comunidades, y solo secundariamente hace referencias a aquéllas que se encuentran ausentes o se acercan ocasionalmente a sus hogares en el campo. En consecuencia recoge las opiniones y el sentir de aquellas personas que practican la agricultura y la generación de alimentos como actividad central de sus vidas. En estas familias se observa que las y los agricultores, en su vida diaria y en sus aspiraciones persiguen simultáneamente dos objetivos: la seguridad y el “progreso”. La seguridad la encuentran obedeciendo a usos y costumbres que tradicionalmente han guiado la vida de las familias en comunidad. Es decir que se basan en el sistema agroalimentario tradicional cuyos componentes, con variantes en espacio y tiempo, están vigentes en su esencia. De acuerdo a las percepciones tradicionales, las actividades productivas de la agricultura, la ganadería, y en algunos casos la pesca, tienen la finalidad de procurar el abastecimiento de la familia con alimentos. Ambos son inseparables, en otras palabras, la seguridad alimentaria es el objetivo fundamental de todas las actividades agrícolas, ganaderas y pesqueras. En medio de los riesgos climáticos las actividades

productivas y los hábitos alimentarios de las familias del campo, conforman un sistema coherente y relativamente seguro que se asienta en el manejo eficiente de una gran diversidad de especies y variedades cultivadas. Es evidente que los comunarios, a tiempo de buscar seguridad en su sistema agroalimentario tradicional, también desean el “progreso”. No quieren permanecer como los marginados, cultural y económicamente, de la sociedad. En su percepción, para cumplir con estas aspiraciones, las comunidades y sus métodos tradicionales no tienen el potencial para generar el “progreso” desde adentro y con fuerza propia, sino que para ello requieren de apoyo externo. Es así que, a lo largo de las seis décadas desde la Reforma Agraria, demandaron insistentemente al Estado la dotación de medios para “progresar”. De hecho las políticas y programas públicos de desarrollo rural respondieron con la oferta de algunos instrumentos técnicos y comerciales para que se conviertan en agricultores “modernos” y “competitivos” en el mercado. Con todos sus defectos y justificadas críticas, los programas públicos han tenido gran influencia en el pensamiento y en las estrategias de vida de los comunarios que han ido incorporando al sistema 47


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tradicional una serie de elementos externos, como maquinaria, agroquímicos, semillas mejoradas, además de la producción orientada al mercado. Sin embargo, la incorporación de ciertos elementos de la agricultura “moderna” no significa que hayan adoptado un nuevo “sistema” por el simple hecho de que las condiciones geográficas y climáticas de los Andes, junto a la identidad cultural de los pueblos, son una barrera natural que impide la implementación plena del sistema agroalimentario industrial-comercial. Los campesinos optaron por la vía pragmática incorporando a su sistema agroalimentario tradicional sucesivamente aquellos componentes de la agricultura “moderna” que les convienen. El diagnóstico, corrigiendo incluso la hipótesis inicial, constata con claridad que en la región no coexisten dos sistemas agroalimentarios antagónicos. Por el contrario, está vigente un solo sistema que es él que llamamos el tradicional, en sus numerosas variantes. Se lo debe calificar de sistema por cuanto se combinan un conjunto de componentes, o sub-sistemas, relacionados entre sí, desde el ordenamiento territorial, el aprovechamiento racional y organizado de los suelos, el manejo de las semillas, el uso del agua, hasta la organización comunal que ejerce la vigilancia. Merece el calificativo de sistema agroalimentario por cuanto la provisión de alimentos es base y fin de las actividades productivas. Su fuerza reside en la diversidad de especies cultivadas, la flexibilidad que le permite incorporar nuevas especies y nuevas tecnologías, y en el alto grado de adaptación a las condiciones climáticas muchas veces adversas. Con respecto al sistema agroalimentario ecológico se debe afirmar que éste está representado por el mismo sistema tradicional, tal como lo perciben perfectamente los comunarios, particularmente las mujeres. Esto no excluye que determinadas

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técnicas de agricultura sostenible y orgánica, desarrolladas por agentes externos y hasta ahora poco conocidas, sean promovidas al interior de las familias y comunidades. Sin embargo, similar al caso de la agroindustria, los agricultores no aplican la agroecología como sistema aparte, sino desarrollándola dentro de sus sistema tradicional. El diagnóstico ha permitido resaltar un aspecto que caracteriza el sistema agroalimentario tradicional, que se refiere a la asignación de roles entre mujeres y hombres dentro de este sistema. De forma algo simplificada se puede afirmar que a las mujeres les compete el rol de ejecutoras directas tanto en la producción como en la alimentación. Mientras las principales labores agrícolas, como la preparación de suelos y las cosechas son realizadas en conjunto entre ambos, son ellas las que manejan las semillas, los abonos, la transformación y el almacenamiento de los productos, el cuidado de los animales y la preparación de la comida diaria. En este sentido asumen el rol de ser guardianes de la seguridad y sostenibilidad en producción y alimentación. En cambio, los hombres asumen el protagonismo cuando la familia o la comunidad deciden incorporar elementos externos de la agropecuaria “moderna” a sus prácticas productivas. Tomando en cuenta que, en el contexto de las sociedades rurales, los hombres asumen el rol de tomar las decisiones, como por ejemplo en el sindicato, se explica fácilmente el afán de las comunidades en demandar apoyo a la innovación de tecnologías e insumos. En cuanto a las organizaciones económicas cabe mencionar que los campesinos se asocian cuando sus actividades están vinculadas al movimiento monetario, como comercialización de productos, artesanía o transporte. En cambio, si se trata de actividades en la producción agropecuaria o el intercambio en las ferias y similares, éstas se desarrollan con el respaldo de la organización comunal tradicional.


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El diagnóstico no asume una posición neutral, sino está empeñado en descubrir y describir los valores y ventajas del sistema agroalimentario practicado por las y los agricultores de la zona. En este sentido, las conclusiones son también un aporte al debate sobre algunos temas polémicos. Como consideraciones finales una discusión de los preconceptos más difundidos y que frecuentemente son perjudiciales tanto al mismo sistema vigente como a la eficiencia de la asistencia técnica: ●● El sistema agroalimentario tradicional está en crisis. No pocos observadores externos, basándose en estadísticas oficiales sobre la pobreza rural, la migración campo-ciudad y el mercado de alimentos, llegan a la conclusión de que la agricultura familiar campesina está en retroceso y a futuro no podrá resistir ante el avance de la agroindustria. El presente diagnóstico no puede emitir juicio sobre los procesos agrarios a nivel nacional puesto que se limita a analizar la realidad agroalimentaria en una determinada región. Lo que sí se puede afirmar es, primero, que el sistema agroalimentario tradicional practicado por los comunarios muestra eficiencia en abastecer a las familias con alimentos de forma adecuada y permanente, además de generar excedentes para el mercado; y segundo, este sistema es lo suficientemente flexible como para adaptarse a los cambios de clima, a las sucesivas coyunturas económicas y políticas. De esta manera, no se han detectado indicios de una crisis existencial y menos de una pronta desaparición de la agricultura familiar campesina. ●● El sistema tradicional es el obstáculo para la tecnificación del agro y el desarrollo. Este argumento es exhibido persistentemente por políticos, profesionales y técnicos desde que la Reforma Agraria se propuso la “modernización del agro”. Ante esta percepción, el diagnóstico ha demostrado que el sistema agroalimentario

practicado en la región es altamente permeable y receptivo a la innovación incorporando periódicamente tecnologías externas que proceden tanto del paquete agroindustrial, como también de la agricultura sostenible. Desde la misma Reforma Agraria hasta hoy día, las organizaciones sindicales y los comunarios no desean nada más que “modernizarse”. La falta de éxito de muchas acciones y programas de asistencia técnica no se origina entonces en una resistencia sicológica o cultural a las innovaciones tecnológicas, sino tiene causas de distinta naturaleza. Una de ellas es de carácter metodológico: Los promotores externos, como enfoque de partida, tratan de implementar sus propuestas por encima de las realidades y prácticas de las y los comunarios. Muchos de los técnicos y promotores tienen experiencia y son conocedores del sistema agroalimentario de las comunidades andinas. Pero no es suficiente conocerlo, sino también hay que respetarlo. Las innovaciones, para ser adoptadas por los agricultores, no deben utilizarse como instrumentos para cambiar, sino insertarse en el sistema practicado por los comunarios. Es de tomar en cuenta que los campesinos indígenas, a tiempo de aspirar a la innovación tecnológica, también defienden a su propia cultura y su propio sistema, al cual lo aprecian por la seguridad que les ofrece. ●● Las tecnologías del paquete agroindustrial dañan al sistema agroalimentario tradicional y no son sostenibles. Es el argumento exhibido frecuentemente por las personas comprometidas con la agroecología; algunas de ellas rechazan de principio toda tecnología que, según ellos, pertenece al “paquete agroindustrial”. Para responder a estos temores es necesario diferenciar. Ciertamente, si estos componentes son introducidos y usados de forma precipitada o con fines puramente comerciales, los daños concomitantes son inevitables y, en la práctica, esto ocurre. Por otra parte, hay que tomar en 49


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cuenta tres aspectos: primero, que los comunarios reclaman con insistencia y con justa razón tener acceso a estas tecnologías para satisfacer sus aspiraciones. Segundo, no todas estas tecnologías ocasionan daños al sistema, sino son de indudable utilidad; de hecho, el uso del tractor en las planicies y en la puna y la aplicación de algunos agentes químicos ya se han tornado insustituibles en los procesos productivos; la introducción de algunas variedades de papa ha aportado significativos beneficios y ha sido plenamente adoptada en todas las comunidades de la región. Y tercero, siendo la sostenibilidad y el cuidado de los recursos un principio fundamental del sistema agroalimentario tradicional, los comunarios procuran observar estos principios cuando hacen uso de tecnologías externas en sus actividades productivas. La asistencia técnica deberá coadyuvarles en este empeño. ●● La alimentación de las poblaciones rurales es deficiente. En el acápite correspondiente la cuestión ha sido abordada con cierta amplitud, pero en esta conclusión corresponde resaltar algunos puntos. Es posible que la alimentación en las familias no se ajusta estrictamente a los criterios establecidos por académicos o las normas internacionales sobre la nutrición. Si bien está fuera del alcance del diagnóstico aportar pruebas sobre el valor nutritivo de los alimentos, lo que sí se ha podido constatar es que la dieta de las familias no es tan uniforme y centrada en el consumo de carbohidratos como lo afirma una opinión generalizada. Por el contrario, la base de la alimentación es una producción agrícola, animal y pesquera altamente diversificada y complementada por productos de las distintas regiones que se intercambian en las ferias. El consumo de artículos no tradicionales, como las verduras, parece estar en aumento. El reducido consumo de productos frescos de origen animal no se debe considerar como insuficiencia sino, 50

eventualmente, es lo más apropiado para una dieta “vegetariana” de poblaciones de altura. Se concluye que la población se alimenta de forma adecuada y su dieta contiene los nutrientes esenciales en la cual la diversidad es fuerza y garantía de una alimentación equilibrada y sana. Con todo, estas apreciaciones deberían ser respaldadas por estudios correspondientes. Cabe reiterar que la nueva CPE y las leyes resultantes de ella se constituyen en marco normativo favorable y de fomento a la agricultura familiar comunal y sostenible. En realidad estos preceptos constitucionales reflejan en buena parte el sistema agroalimentario tradicional. Al mismo tiempo propone la economía plural postulando la complementariedad de los sistemas productivos. El diagnóstico ha probado que las prácticas de los comunarios de la provincia Camacho en alto grado se encuentran insertas en estos preceptos. Sin embargo, para que su economía se consolide y que sea base de un paulatino mejoramiento de sus condiciones de vida, es necesaria una labor permanente de investigación a fin de que la asistencia técnica y organizativa adecúe sus métodos a las realidades y potencialidades de los comunarios. El presente diagnóstico se inscribe en este empeño a tiempo de señalar algunas de las temáticas sobre las cuales se requieren mayores investigaciones a futuro.


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Segunda Parte Institucionalidad municipal para el apoyo a la producción, seguridad y soberanía alimentaria En esta segunda parte se hace un breve análisis de la realidad y de las perspectivas existentes en los municipios con respecto a la institucionalidad creada, o por crearse, para dar respaldo a los proyectos de apoyo a la producción y alimentación. Los tres acápites de esta parte abordan la caracterización de las políticas formuladas, el

análisis de los presupuestos municipales ponen énfasis en los proyectos en el rubro de producción y alimentación y el grado de institucionalidad que respalda estos proyectos. En las conclusiones finales se abordan las perspectivas que tienen los municipios para mejorar su sistema de planificación y para institucionalizar el apoyo.

1. Políticas municipales de apoyo a la producción, seguridad y soberanía alimentaria Los Planes quinquenales (PDM) y anuales (POA) de los municipios nos ofrecen primero un diagnóstico de la situación para luego pasar a la

definición de políticas en apoyo a la producción, la seguridad y soberanía alimentaria.

Diagnóstico En sus diagnósticos de la situación los Planes reconocen el potencial productivo para los cultivos de haba, papa, avena, cebada, quinua; la existencia de conocimientos locales, la disponibilidad de agua, el carácter orgánico de la producción tradicional, entre otros. Se reconoce la existencia de tierras fértiles, suelos franco arenosos y tierra negra con potencial productivo así como la existencia de hatos de ganado vacuno, camélidos y ovinos representativos. Por lo general los cultivos están orientados al autoconsumo. Por otra parte los diagnósticos dan énfasis en las múltiples limitaciones para una producción estable y segura, distinguiendo entre factores naturales y climáticos, tales como sequías, heladas y granizo, el incremento de las plagas, la propagación de la fasciola hepática entre los animales, la erosión de los suelos, las periódicas inundaciones de suelos

productivos y las riadas que se llevan la tierra fértil a orillas de los ríos; y prácticas productivas perjudiciales, tales como el uso excesivo de fertilizantes químicos, la siembra de semillas degeneradas, el uso intensivo de los suelos cercanos a las viviendas, la sobrecarga animal, la compactación de los suelos por los tractores y la contaminación de aguas por la minería. Ante estas amenazas los diagnósticos lamentan la insuficiente infraestructura productiva agropecuaria, las deficientes instalaciones de riego, falta de acceso vial permanente a las comunidades y áreas de producción, informalidad y precariedad de los sistemas de comercialización de productos agropecuarios y la inexistencia de sistemas de control de calidad de los mismos, asistencia técnica insuficiente y mal orientada, y escasa presencia de asociaciones productivas orientadas al mercado. 51


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Los diagnósticos estiman que la actividad agropecuaria no genera los recursos económicos suficientes para la reproducción social quedando insatisfechas algunas necesidades básicas.

Constatan una escasez de alimentos para el ganado y las personas en épocas de estiaje y consideran que el nivel alimentario muestra insuficiencias por la escasa diversificación.

Políticas La formulación de las políticas municipales manifiesta el propósito de alcanzar una agropecuaria sostenible diversificada, vinculada a los mercados en condiciones competitivas cuyas acciones se orienten, entre otras, a la disminución de los niveles de pobreza, a la consolidación de la seguridad alimentaria y la conservación de los recursos naturales. Deben basarse en organizaciones capaces de enfrentar los retos productivos que son el incremento de los rendimientos y mayor valor agregado a través de la transformación de productos y el fomento de las ferias locales. Los objetivos, políticas y estrategias definidos en los PDM y POA sobre la promoción de la alimentación sana, afirman que la seguridad alimentaria es un objetivo y a la vez estrategia operativa de los municipios cuyas acciones deben contribuir a su consolidación. Entre las acciones más importantes se destacan: ●● Fortalecer la agricultura familiar campesina, indígena y originaria con base comunitaria. ●● Apoyar el desarrollo de iniciativas productivas agropecuarias, agroforestales y otras. ●● Promover la asociatividad de los productores. ●● Desarrollar procesos de asistencia técnica y capacitación para la seguridad alimentaria. ●● Dotar desayuno escolar. ●● Promover la producción y autoabastecimiento de leche. ●● Fortalecer la ganadería menor.

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Una caracterización de estas políticas revela la coexistencia de dos principales vertientes. Por una parte postulan la revalorización de las tecnologías tradicionales, de la agricultura familiar campesina y de la preservación del medio ambiente y de la biodiversidad; en este sentido obedecen a los preceptos constitucionales y del marco legal establecido. Por otra parte, interpretan que la agricultura practicada en las comunidades tiene muchas limitaciones, por lo que proponen acciones de apoyo concentradas en el mejoramiento de infraestructuras (caminos, riego) y la promoción de tecnologías “modernas” (ganado y semillas mejoradas) como condición para que los agricultores superen sus niveles de pobreza. En este sentido, las políticas municipales se encuentran en la línea de las políticas oficiales de desarrollo rural, pero también responden a las demandas de los comunarios. El siguiente análisis de los presupuestos municipales da cuenta de que esta última vertiente goza de prioridad.


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2. Presupuestos municipales en apoyo a la producción, seguridad y soberanía alimentaria Origen de los recursos municipales Los principales recursos económicos de los municipios provienen de las siguientes fuentes de contribución, cuyos porcentajes aproximados se expresan en rangos como sigue: ●● Recursos de Coparticipación Tributaria: 58,52% al 73,1% ●● Recursos Sumi PSSI: 11,4% al 13,78% ●● Recursos del IDH (Impuesto Directo a los Hidrocarburos): 19,7% al 21,5% ●● Recursos HIPIC II (Cuenta Especial Dialogo Nacional 2000): 4,5% al 6,45% ●● Recursos propios: 1,1% al 1,3%. Los cinco municipios disponen entre 6 a 12 millones de bolivianos/año, cada uno para cubrir el Plan Operativa Anual (POA); una parte del presupuesto está destinada a la inversión.

Criterios para las asignaciones en el presupuesto La asignación presupuestaria cumple con las diferentes condicionantes establecidas en el marco de las competencias que le corresponden donde se aplican los criterios de distribución porcentual del presupuesto asignado por partida programática. Acorde a las políticas los presupuestos de los Planes Operativos consideran la asignación de recursos económicos de inversión que varían entre el 0,4 al 4,0 % (ver tabla 2) destinados a: la construcción y mantenimiento de caminos vecinales, construcción y mantenimiento de micro riegos, la promoción y fomento a la producción agropecuaria, desayuno escolar, prevención de riesgos y preservación del medio ambiente.

Análisis de los presupuestos de los municipios de la provincia Camacho Durante la ejecución presupuestaria anual, se observa que existen saldos no ejecutados; estos remanentes comprometidos afectan los presupuestos inicialmente aprobados y los modifican en su vigencia durante el ejercicio de la siguiente gestión. Debido a ello los presupuestos aprobados durante la gestión 2016 hasta julio se incrementaron en 59,3% (ver tabla 1) Tabla 1: Municipios provincia Camacho: Presupuestos aprobado y vigente julio 2016 (Bs) Presupuesto Municipio

Aprobado

Puerto Acosta

18.919.782,0

20.950.103,8

Moco Moco

22.011.408,0

41.054.312,4

Carabuco

15.505.954,0

28.635.055,0

Escoma

9.681.247,0

14.294.498,8

Humanata

6.849.760,0

11.309.649,8

72.968.151,0

116.243.619,7

Total

Vigente

Fuente: Elaboración propia en base a información de la Dirección General de Contabilidad Fiscal - Unidad de Información y Análisis Financiero

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Porcentajes asignados a las inversiones productivas y alimentación Para determinar la distribución del presupuesto a los rubros de producción y alimentación, los gobiernos municipales tienen que regirse, primero, por las normas públicas vigentes, y segundo, por las solicitudes de las comunidades sobre las cuales se toman las decisiones en asambleas y cabildos.

Del presupuesto global (2016), los municipios de la provincia Camacho asignan anualmente porcentajes a las partidas identificadas como apoyo, directo o indirecto, a la producción y alimentación, como se aprecia en la siguiente tabla:

Tabla 2: Partidas de apoyo a la producción y alimentación en los presupuestos municipales, en porcentajes. Valor Mínimo (%)

Partida

Valor Máximo (%)

Gestión de caminos vecinales

1,2

9,2

Construcción y mantenimiento de micro riegos

0,3

5,1

Desarrollo y preservación del medio ambiente

0,0

0,2

Promoción y fomento a la producción agropecuaria

0,2

4,4

Prevención de desastres naturales y otros

0,3

0,6

Desayuno escolar

0,9

4,5

0.4

4,0

Promedio

Fuente: Elaboración propia en base a información de la Dirección General de Contabilidad Fiscal - Unidad de Información y Análisis Financiero

Las asignaciones presupuestarias municipales a las partidas identificadas varían mucho dependiendo del marco normativo, de los objetivos estratégicos y prioridades municipales, de las necesidades sociales, del contexto territorial, de la densidad demográfica y de la ocurrencia de fenómenos abióticos adversos.

Un problema adicional para interpretar las inversiones para producción y alimentación en el presupuesto vigente se presenta en las grandes divergencias entre los datos sobre la ejecución presupuestaria y las cifras reportadas a la Dirección General de Contabilidad Fiscal - Unidad de Información y Análisis Financiero:

Tabla 3. Ejecución de los presupuestos de inversión, en porcentajes y por partidas Partida programatica

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% Ejecución presupuestaria Rango

Gestión de caminos vecinales

0 – 48,2

Construcción y mantenimiento de micro riegos

0 – 94,2

Desarrollo y preservación del medio ambiente

0,0

Promoción y fomento a la producción agropecuaria

3,2 – 59,8

Prevención de desastres naturales y otros

0,0 – 41,1

Desayuno escolar

0,0 – 88,4

Fuente: Elaboración propia en base a información de la Dirección General de Contabilidad Fiscal - Unidad de Información y Análisis Financiero


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La siguiente tabla muestra el análisis porcentual de las partidas identificadas respecto del presupuesto vigente (PV) y la ejecución presupuestaria (PE) a julio 2016 y expresada por municipio: Tabla 4: Análisis porcentual de las partidas seleccionadas (PS) respecto del presupuesto (PV) y ejecución presupuestaria (PE) vigentes a julio 2016 Partidas (PS)

Puerto Acosta

Moco Moco

Carabuco

Escoma

Humanata

% del PV

% PE

% del PV

% PE

% del PV

% PE

% del PV

% PE

% del PV

% PE

Gestión de caminos vecinales

2,9

6,8

6,1

33,9

9,2

20,2

1,2

0,0

5,5

48,2

Construcción y mantenimiento de micro riegos

5,1

0,0

2,9

27,7

2,9

38,4

1,1

0,0

0,3

94,2

Desarrollo y preservación del medio ambiente

0,2

0,0

0,1

0,0

0,0

0,0

0,1

0,0

0,0

0,0

Promoción y fomento a la producción agropecuaria

3,9

3,2

4,4

4,1

2,8

59,8

0,2

0,0

3,5

11,8

Prevención de desastres naturales y otros

0,3

0,0

0,4

0,0

0,6

41,1

0,3

0,0

0,4

0,0

Desayuno escolar

4,5

0,0

4,5

4,8

2,4

28,3

2,2

0,0

0,9

88,4

Elaboración propia en base a información de la Dirección General de Contabilidad Fiscal - Unidad de Información y Análisis Financiero. A julio 2016

Con todas las limitaciones anteriores es posible identificar una cierta jerarquía de prioridades de gastos que establecen los municipios en el área de producción y alimentación. ●● El primer lugar lo ocupa la construcción y el mantenimiento de caminos, incluida la construcción de puentes, lo que facilita el acceso de las comunidades a vías de comunicación con vehículos motorizados y con ello la movilización de personas y cargas. Todo ello facilita el acceso a mercados y ferias. ●● En segundo lugar se encuentra la construcción, mejoramiento y mantenimiento de instalaciones de micro riego, lo que incluye nuevas captaciones y almacenamiento de agua, mejoramiento de

los canales de conducción y sistemas de distribución. ●● En tercer lugar está la Alimentación Complementaria Escolar (ACE) que los municipios asumen con gran responsabilidad y bajo vigilancia de los comunarios. En tanto que los intentos de incorporar productos locales al desayuno escolar en ninguno de los casos han dado resultado de manera que las administraciones municipales se encargan de las licitaciones a empresas y del apoyo a la distribución a escuelas y colegios. ●● El fomento a la producción, en cuarto lugar y casi al nivel de la alimentación escolar, se enfoca a la dotación de semovientes y semillas, 55


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implementación de infraestructura, como establos, baños antisárnicos y carpas solares principalmente, asistencia técnica y capacitación en mejoramiento de ganado y sanidad animal. Para la asistencia técnica cada municipio destina a dos funcionarios que, junto a un director de planificación técnica, forman un equipo responsable de la producción agropecuaria. ●● En quinto y sexto lugar se encuentran la prevención de desastres y la preservación ambiental para los cuales se destinan montos insignificantes. Se puede concluir que esta priorización de gastos para inversiones en apoyo a la producción y alimentación reflejan en gran medida las demandas de las comunidades. Se debe destacar que los montos absolutos destinados a estos rubros son muy escasos, y el personal técnico encargado es insuficiente como para cubrir las necesidades de la gran cantidad de comunidades.

De otra parte se debe tomar en cuenta que el apoyo a infraestructuras productivas no está cubierto únicamente por los presupuestos municipales sino que una cantidad de programas y proyectos adicionales son financiados y ejecutados por diferentes ministerios, la gobernación departamental, instituciones de formación y entidades de cooperación, principalmente en riego, construcción de caminos y puentes, asistencia técnica e institutos técnicos, lo que representa un apoyo significativo, directo o indirecto, a la producción agropecuaria. Estos proyectos no forman parte de los planes operativos y tampoco figuran en sus presupuestos. No se cuenta con datos sobre los costos de estos programas y proyectos, aunque estos deben ser muy superiores al financiamiento de los municipios. Por tal razón, tanto los gobiernos municipales como las comunidades, se esfuerzan por conseguir la ejecución de estos programas en sus circunscripciones. Los gobiernos municipales ejercen funciones de supervisión y seguimiento sobre estos proyectos.

3. Institucionalidad de las políticas municipales en apoyo a la producción y alimentación La ejecución de proyectos en apoyo a la producción y alimentación está a la par de las capacidades administrativas actuales de los municipios y sujeta a los mecanismos vigentes por los cuales las comunidades presentan sus demandas. Junto a la implementación de proyectos de inversión por parte de ministerios, de la gobernación y entidades de cooperación, los apoyos municipales han conducido a un visible mejoramiento de infraestructura productiva que es reconocido por las comunidades y sus organizaciones. Sin embargo, persiste una serie de limitaciones y obstáculos que se oponen a una mayor eficiencia y coherencia de estos apoyos, como por ejemplo: 56

●● Los gobiernos municipales se enfrentan a un cúmulo de tareas y problemas administrativos que les dejan poco espacio para atender de forma sistemática al rubro de producción y alimentación. Por su parte, las demandas de las comunidades son dispersas e inconexas y se centran en obras que en la mayoría de los casos no están vinculadas a este rubro. ●● A ello se agrega la debilidad conceptual respecto a lo que se entiende como desarrollo rural. Mientras los objetivos resaltan la importancia de los métodos tradicionales de producción, de la agricultura familiar y comunitaria y de la preservación de los recursos naturales, los proyectos de apoyo, solicitados por las


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comunidades, privilegian la promoción de componentes de la agro ganadería “moderna”. No se percibe una claridad sobre la cuestión de cómo se relacionan las prácticas tradicionales con las técnicas aportadas de afuera y en qué manera se complementan. ●● Salta a la vista que los gobiernos municipales aprueban los proyectos en apoyo a la producción y alimentación de forma reactiva a las solicitudes de las comunidades. Sus políticas concretas carecen de una visión territorial y de una planificación a mediano o largo alcance.

En su configuración actual, las escasas asignaciones en los presupuestos municipales no permiten que el apoyo a la producción y la alimentación cuente con un respaldo institucional dentro de la planificación y administración de los municipios. La creación de una Dirección de Planificación Técnica a cargo de un solo responsable del área agropecuaria, es un inicio pero, al limitarse al nivel operativo, no tiene facultades de diseñar un plan coherente de mayor proyección.

4. Conclusiones de la segunda parte: Institucionalidad municipal Los gobiernos municipales se encuentran ante el desafío de generar un marco institucional apropiado para cubrir el rubro agropecuario, de seguridad y soberanía alimentaria de forma planificada y eficiente. Son parte de este desafío establecer planes en base a una visión territorial que supere la ausencia de nexo entre los proyectos puntuales y que en esta planificación territorial estén considerados los proyectos ejecutados por los ministerios, la gobernación, la cooperación y por las entidades educativas y de salud. Tanto los munícipes, como las organizaciones comunales y regionales han manifestado el genuino deseo de que el apoyo a los productores se haga más eficiente a través de una mayor sistematización respaldada en una institucionalidad sólida y una planificación coherente a mediano y largo plazo. La conformación y reactivación de organizaciones económicas productivas desde las bases será un factor clave en este empeño. Evidentemente, ni las administraciones municipales ni las organizaciones comunales por sí solas tendrán la fuerza interna suficiente como para poner en práctica un nuevo sistema de planificación. En consecuencia, el gobierno central ha promulgado,

en febrero de 2016, la Ley Nº 777, que instruye a los gobiernos municipales un ajuste de sus planes quinquenales al modelo del Plan Territorial de Desarrollo Integral (PDTI). Esta metodología se basa en los siguientes principios: ●● Orientar los Planes, en todos los niveles y por etapas, al cumplimiento de la Agenda Patriótica. ●● Obedecer al Sistema de Planificación Integral del Estado (SPIE) a fin de lograr la articulación de los Planes en sus niveles de administración central, de gobernaciones y autonomías municipales. ●● Ajustar los PDTI locales al Plan de Desarrollo Económico y Social 2016 – 2020 (PDES). ●● Observar en los PDTI los criterios de: desarrollo humano integral (incluyendo equidad de género e igualdad de oportunidades), la economía plural y el ordenamiento territorial. La planificación se entiende como un proceso cíclico y participativo (de organizaciones locales y regionales) que contempla la formulación de planes de largo, mediano y corto alcance, la debida asignación de recursos y un sistema de seguimiento y evaluación. 57


Diagnóstico de los sistemas agroalimentarios en los municipios de la Provincia Camacho

Como en todo el país los municipios de la provincia Camacho están empeñados a poner en práctica la metodología de planificación de los PTDI quinquenales. Su realización será un proceso prolongado que requiere de un apoyo técnico sostenido. Para los proyectos de apoyo a la

Foto 28. El futuro en nuestras manos

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producción, seguridad y soberanía alimentaria se ha abierto la perspectiva de una planificación territorial coherente y de largo alcance donde se articulen los emprendimientos de las comunidades y de los municipios con las regionales y nacionales.



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