Ahora quiero empezar a cumplir con cierta obligación dicien-do que existió una persona, que ya no está aquí, que tenía algo que decir y que lo dijo, pero a quien nadie creyó y ni siquiera
entendió. Olvidado. Por razones que ya se verán, preferiría que permaneciera en el olvido, pero no queda otra opción que reabrir su caso.
No conozco toda su historia. Nadie la conocerá jamás, salvo el mismo Fedro, y él ya no puede hablar. Pero por sus escritos y por lo que otros han dicho, y por fragmentos que yo mismo recuerdo, sería posible armar alguna suerte de aproximación a lo que él decía. Dado que las ideas básicas para esta Chautauqua fueron tomadas de él, no habrá una desviación real, no será más que una ampliación que pueda hacerla más comprensible de lo que sería si fuera presentada de forma puramente abstracta. El propósito de la ampliación no es argüir en su favor, ni tampoco para alabarlo. El propósito es sepultarlo, para siempre.
En Minnesota, cuando viajábamos a través de una zona de marjales, hablé algo acerca de las «formas» de la tecnología, aquella «fuerza letal» de la que parecen estar huyendo los Sutherland. Quiero moverme ahora en dirección opuesta a la de ellos, hacia esa fuerza, hacia su centro mismo. Al hacerlo estaremos adentrándonos en el mundo de Fedro, el único que conoció y en el cual toda comprensión está en términos de forma subyacente.
El mundo de las formas subyacentes es un tema insólito de discusión porque en realidad en sí mismo es un modo de discusión. Uno discute cosas en términos de su apariencia inmediata o las discute en términos de su forma subyacente, y cuando intentamos discutir estos modos de discusión nos
vemos envueltos en lo que podría llamarse un problema de plataforma. No tenemos otra plataforma desde la cual discutirlos, como no sean los modos mismos.
Anteriormente estuve discutiendo su mundo de forma subyacente — o al menos ese aspecto llamado tecnología— desde un punto de vista exterior. Ahora creo justo hablar sobre ese mundo de forma subyacente, desde su propio punto de vista. Quiero hablar de la forma subyacente del propio mundo de la forma subyacente.
Para hacerlo, antes que nada se hace necesaria una dicotomía, pero antes de poder usarla de forma honesta tengo que respaldarla y decir qué es y qué larga historia. Forma parte de este problema de base. Pero, ahora mismo, sólo quiero emplear una dicotomía y después explicarla. Quiero dividir el entendimiento humano en dos clases: el entendimiento clásico y el entendimiento romántico. mos operando dentro de la modalidad clásica para descubrir o crear un mundo de forma subyacente. Los términos clásico y romántico
Un entendimiento clásico ve el mundo, primariamente, como una forma subyacente en sí. Un entendimiento romántico lo ve, primordialmente, en términos de apariencia inmediata. Si mostraras un plano de máquina o un esquema electrónico a un romántico es probable que no le encontrara mayor interés. No le atrae porque la realidad que él ve es números. Nada interesante. Pero si mostraras el mismo plano o esquema o dieras la misma descripción a un clásico, éste podría mirarlo y luego sentirse fascinado por aquello, porque ve que dentro de las líneas, formas y símbolos hay una tremenda riqueza de forma subyacente.
La modalidad romántica es principalmente inspiradora, imaginativa, creativa, intuitiva. Predominan los sentimientos antes que los hechos. El Arte, en oposición a la Ciencia, es con frecuencia romántico. No se rige ni por razonamientos ni por leyes. Se rige por sentimientos, intuición y conciencia estética. En las culturas europeas nórdicas el modo romántico se asocia habitualmente con la feminidad, pero en realidad ésta no es una asociación necesaria.
El modo clásico, en contraste, se rige por la razón y las leyes, las cuales en sí mismas son formas subyacentes de pensamiento y conducta. En las culturas europeas es, primordialmente, una modalidad masculina, y los campos de la ciencia, leyes y medicina —en especial por esta razón— no son atractivos para las mujeres. Aunque andar en moto es romántico, su mantenimiento es puramente clásico. La suciedad, la grasa, el dominio de la forma subyacente que exige le dan tal atractivo romántico negativo que las mujeres ni se acercan.
el modo clásico de entendimiento, ésta no es inherente a él. Hay una estética clásica que los románticos a menudo omiten por ser demasiado sutil. El estilo clásico es directo, desprovisto de adornos, no emotivo, es económico y cuidadosamente proporcionado. Su propósito no es la inspiración emocional sino sacar orden del caos y hacer conocido lo desconocido. No es un estilo estéticamente libre y natural. Es estéticamente constreido. Todo está bajo control. Su valor se mide en términos de habilidad con la que se mantiene ese control.
Para un romántico, esta modalidad clásica a menudo parece torpe, aburrida y fea, como el propio mantenimiento. Todo está en términos de piezas, partes, componentes y relaciones. Nada es descifrable hasta después de haber pasado una docena de veces por el ordenador. Todo tiene que ser medido y probado. Opresivo. Pesado. Interminablemente gris. La fuerza letal.
Dentro de la modalidad clásica, sin embargo, el romántico tiene algunas apariencias que le son propias. Frívolo, irracioque no puede o no quiere acarrear su propio peso. Un verdadero estorbo para la sociedad. A estas alturas, estas alineaciones de combate deberían parecernos familiares.
Este es el origen del problema. Las personas tienden a pensar y sentir exclusivamente de un modo o de otro, y al hacerlo tienden a entender mal y a subestimar en qué consiste el otro modo. Pero ninguno está dispuesto a renunciar a la verdad como la ve y, hasta donde yo sé, ningún ser humano vivo reconcilia realmente estas verdades o modalidades. No existe un
Tanto es así que en tiempos recientes hemos visto abrirse una honda brecha entre la cultura clásica y la contracultura romántica, dos mundos en creciente alienación, odiándose entre sí, preguntándose si siempre va a ser igual, una casa dividida contra sí misma. Nadie lo quiere en realidad, a pesar de lo que puedan pensar sus antagonistas en la otra dimensión.
Dentro de este contexto es importante lo que Fedro pensó y dijo. Pero nadie lo escuchaba en aquel entonces; al principio sólo pensaban que era un excéntrico, luego un indeseable, más tarde que estaba un poco loco, y después enfermo del todo. No cabe duda de que parecía estar enfermo, pero mucho de lo que escribió en aquel tiempo indica que lo que estaba enloqueciéndole era esa opinión hostil que se tenía sobre él. Las conductas inusuales tienden a producir ese extrañamiento de los demás que, a su vez, tiende a exagerar la conducta inusual, y por consiguiente el extrañamiento, en ciclos que se autoalimentan hasta que se llega a alguna especie de clímax. En el caso de Fedro hubo un arresto policial ordenado por los tribunales y su exilio permanente de la sociedad.
Estamos en el desvío izquierdo para entrar a la US 12 y John se ha detenido a repostar gasolina. Me detengo junto a él.
El termómetro junto a la puerta de la gasolinera marca treinta y tres grados. «Tendremos otro día pesado», digo.
Cuando los depósitos están llenos cruzamos la calle para tomar caté en un bar. Chris, por supuesto, está hambriento.
Le digo que lo esperaba y que si no come con nosotros se quedará sin comer. No se lo digo enfadado, sino como algo que se da por sentado. Aunque arruga el ceño, sabe que así es como se darán las cosas de ahora en adelante.
Capto una fugaz mirada de alivio de Sylvia. Es evidente que pensaba que éste iba a ser un problema constante.
Finalizado el café y nuevamente en la calle, el calor es tan feroz que nos lanzamos a toda velocidad a nuestras motos. Volvemos a gozar de un frescor momentáneo, pero desaparece rápido. El sol hace brillar de tal manera la hierba abrasada y la menor. Esta carretera US 12 es vieja y mala. El asfalto agrietado y con baches está lleno de parches de alquitrán. Más adelante está señalizado un desvío. A cada lado del camino hay cobertizos aislados y barracas venidas a menos, así como tenderetes que han ido acumulándose con los años. Ahora el tránsito es denso. Pero estoy feliz pensando en el mundo racional, analítico y clásico de Fedro.
Su tipo de racionalidad se ha empleado desde la Antigüedad para poder evadirnos del tedio y la depresión de nuestro propio entorno. Lo que lo hace difícil de ver es que, donde fuera una vez usado para escapar de todo aquello, la escapatoria ha sido tan exitosa que los románticos están ahora tratando de mente su mundo no es su extrañeza, sino su habitualidad. La
familiaridad también puede cegarte.
Su manera de ver las cosas produce un tipo de descrip ción que puede llamarse «descripción analítica». Ese es otro nombre de la plataforma clásica desde la cual uno discute las cosas en términos de su forma subyacente. El era una persona totalmente clásica. Y para dar una explicación más completa de lo que es eso, quiero volver ahora a su enfoque analítico del análisis, es decir, analizar el análisis mismo. Quiero hacerlo, en primer lugar, a través de un extenso ejemplo de ello y, después, explicar lo que es. La motocicleta es un tema perfecto para ello, ya que la inventaron mentes clásicas. Escuchen entonces:
En una motocicleta tenemos —para el propósito de análisis racional clásico— por un lado el conjunto de sus componentes y por el otro el de sus funciones.
Dentro del conjunto de sus componentes, según su división más básica, tenemos un conjunto energético y un conjunto móvil.
El conjunto energético puede ser subdividido en el motor yel sistema distribuidor de la energía. Primero tomaremos el motor.
El motor es una caja que contiene un grupo propulsor, un sistema de carburación, un sistema de encendido, un sistema de distribución y un sistema de lubricación.
El grupo propulsor se compone de cilindros, pistones, bielas, cigüeñal y volante motor.
Entre los componentes del sistema de carburación y ventilación, que son parte del motor, tenemos un depósito de gasoy un tubo de escape.
El sistema de encendido está compuesto por un alternador,
El sistema de distribución está compuesto por una cadena, un árbol de levas, unas válvulas y un distribuidor.
El sistema de lubricación está compuesto por una bomba de aceite y conductos a través de la caja para la distribución del aceite.
El sistema de transmisión de potencia que acompaña al motor está compuesto por un embrague, un eje de transmisión y una cadena.
El conjunto de apoyo que acompaña al conjunto energético está compuesto por un bastidor que incluye las estriberas, el sillín y el guardabarros; un conjunto de dirección; amortiguadores traseros y delanteros; ruedas; mandos de control; faros y claxon; e indicadores de velocidad y kilometraje.
Una vez dividida en sus componentes, necesitamos saber para qué sirven esos mismos componentes, y para ello se hace necesaria una división según sus funciones:
Una motocicleta puede dividirse en funciones durante el ciclo de entrada, funciones durante el ciclo de compresión, funciones durante el ciclo de energía y funciones durante el ciclo de expulsión.
Y así sucesivamente. Podría continuar enumerando las funciones correspondientes a cada uno de los cuatro ciclos dependiendo de su secuencia, luego continuar con las funciones controladas por operador y aun así se trataría de una descripción muy sumaria de la forma subyacente de una motocicleta.
Para quienes suelen leer estas descripciones ésta sería en extremo reducida y rudimentaria. Casi cada uno de los compo-
leído un volumen técnico completo que se ocupaba únicamente de los bornes de contacto, que son una parte pequeña pero vital del distribuidor. Hay otros tipos de motores fuera del motor Otto de un cilindro aquí descrito: motores de dos tiempos, motores de cilindros múltiples, motores diesel, motores Wankel., pero nos bastará con este ejemplo.
Esta descripción debería cubrir el «qué» de la motocicleta en términos de componentes, y el «cómo» del motor en términos de funciones. Se haría muy necesario un análisis del «dónde» en forma de ilustración, y también un análisis del «porqué» en forma de los principios de ingeniería que condujeron a esta peculiar conformación de las partes. Pero mi propósito no es el de hacer un análisis exhaustivo de la motocicleta, sino el de proponer un punto de partida, un ejemplo de una modalidad de entendimiento de las cosas, que por sí misma se convierte en un objeto de análisis.
Por cierto, nada hay de extraño en esta descripción cuando se oye por vez primera. Suena a manual para principiantes en esta materia, o quizá a la lección inicial en una escuela técnica. Lo que sí es extraño es cuando deja de ser una modalidad de discurso y se convierte en objeto de discurso. En ese caso hay ciertas cosas que señalar.
Lo primero que hay que observar en esta descripción es tan obvio que uno tiene que soportar o se ahogarán el resto de observaciones. Esto es: es más insípida que el agua de acequia. Bla, bla, bla, carburador, dirección, compresión, bla, bla, bla, pistón, bujías, toma de aire, bla, bla, bla y sigue y sigue. Esa es la cara romántica de la modalidad clásica. Opaca, torpe y fea. Son pocos los románticos que sobrepasan ese límite.
Pero si puedes aguantar esa observación tan obvia, podrás observar otras cosas que no aparecen a primera vista.
La primera es que la motocicleta, así descrita, es casi imposible de comprender a menos que sepas cómo funciona. Las un entendimiento primario, han desaparecido. Sólo queda la forma subyacente.
La segunda es que falta el observador. La descripción no nos dice que para ver el pistón haya que sacar la culata. «Tú» no estás en ninguna parte del cuadro. Incluso el «operador» es una especie de robot sin personalidad, cuya ejecución de una función en la máquina es completamente mecánica. En esta descripción no hay sujetos reales. Sólo existen objetos, independientes de cualquier observador.
La tercera es que las palabras «bueno» y «malo», y todos sus sinónimos, están por completo ausentes. No se ha expresado ningún juicio de valor, solamente hechos.
La cuarta es que allí hay un cuchillo moviéndose. Uno sumamente mortífero; un escalpelo intelectual tan rápido y tan sión de que todas esas partes simplemente están allí y van recibiendo un nombre a medida que existen. Pero podrían llamarse de otras maneras y estar organizadas de maneras totalmente diferentes, dependiendo de cómo se mueva el cuchillo.
Por ejemplo, el mecanismo de distribución que incluye el cigüeñal, su cadena, los taqués y el distribuidor sólo existen por un corte inusual de este cuchillo analítico. En caso de ir a una tienda de artículos para motocicletas y pidieras un conjunto de distribución, no sabrían de qué diablos estás hablando. Las motos no se desmontan así. No existen dos fabricantes que las desmonten de igual manera, y todo mecánico está familiarizado con el problema de la parte que no puedes comprar, porque no puedes encontrarla ya que el fabricante la considera parte de otra cosa diferente. Es importante ver este cuchillo por lo que es y no dejarse enga-
ñar por la idea de que las motocicletas, o cualquier otra cosa, son como son sólo porque al cuchillo se le ocurrió cortar de tal manera.
Es importante concentrarse en el cuchillo mismo. Más adelante quiero mostrar cómo la capacidad para usar este cuchillo entre clásico y romántico.
Fedro fue un maestro con este cuchillo y lo usó con destreza y sentido de poder. Con un solo tajo de pensamiento analitico dividió al mundo en partes que él mismo eligió; dividió las partes y dividió los fragmentos de las partes, cada vez más
Hasta el uso especial de los términos clásico y romántico son ejemplos de su maestría con el escalpelo.
Pero si todo lo que hubiera a su favor fuera su arte analítico, yo estaría más que dispuesto a no hablar de él. Usaba esta cativa —que se hace importante hablar de él. Nadie lo vio jamás hacerlo, e incluso puede ser una ilusión mía, pero el cuchillo que utilizaba no era el de un asesino sino más bien el de un cirujano de escasos recursos. Quizá no haya diferencia. Pero él veía que algo malo pasaba y empezaba a cortar, más y más y más hondo para llegar a su raíz misma. Buscaba algo. Eso es importante. Buscaba algo y usaba el cuchillo porque era la única herramienta que poseía. Pero llegó tan lejos y fue tanto dera víctima fue él mismo.