UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE MADRID ESCUELA TÉCNICA SUPERIOR DE ARQUITECTURA
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federico soriano Textos 2017-2018
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Técnicas: arquitectura como una práctica material
ALLEN, Stan. ‘‘Práctica vs proyecto’’. Nueva York, 2000.
No puede haber diferencia que no haga una diferencia—ninguna diferencia como verdad abstracta que no exprese en sí misma una diferencia de un hecho concreto, y de conducta consecuente hacia el hecho, impuesto a alguien, de alguna manera, en algún lugar, en algún momento. William James Cuando se habla de técnicas de construcción, es importante recordar que el arquitecto no es el constructor, sino quien especifica las técnicas de construcción. Los arquitectos trabajan con un conocimiento de los métodos y materiales de construcción tanto en el diseño como en su implementación, pero el impacto de este conocimiento es indirecto. Lo que es más significativo es el modo en el que las variables de la construcción son consideradas en el cálculo de los procedimientos arquitectónicos. Esto nos aleja de una teoría de la “verdad de los materiales” hacia un examen de sus consecuencias y efectos experimentales. El hecho, por ejemplo que Le Corbusier, en su Carpenter Center for the Visual Arts logre alcanzar una sensación de movilidad y ligereza con un material que no es en sí intrínsecamente liviano enciende una detallada discusión sobre algunos de los aspectos técnicos de las construcción con hormigón armado. La historia del diseño del Museo Guggenheim es significativa en este aspecto, y fue crucial para mí al definir la noción de práctica que se delinea aquí. En 1991, 1
escribí que Frank Lloyd Wright podía “destruir múltiples principios estructurales con una libertad operacional efectiva precisamente porque está sujeto a la racionalidad estructural como una práctica, no como un proyecto”. Lo que quise decir era algo parecido a esto: los primeros modelos, muestran que la rampa espiral del museo se apoyaba en columnas esbeltas, una solución claramente en contra de la continuidad orgánica que Wright deseaba. Con el tiempo, Wright implementó una solución estructural integrada que no distinguía entre soporte estructural y cerramiento envolvente. Aunque arquitectónicamente convincente, esta solución era impráctica desde el punto de vista constructivo. Finalmente Wright aceptó una solución que, si bien era literalmente inconsistente con la unidad conceptual originalmente propuesta, era en sí lógica y eficiente. Lo que es revelador, y habla tanto de la flexibilidad táctica de Wright como de su conocimiento de las técnicas constructivas, es que, a pesar de ser literalmente segmentada, la experiencia en el edificio es de una estructura integrada y un flujo continuo. En la práctica, el deseo de continuidad no está en ningún modo comprometido por el aparente expediente estructural. La diferencia entre práctica y proyecto es por lo tanto marcada por la idea pragmática de “diferencias que hacen la diferencia”. Apela a diferencias concretas de performance y comportamiento y no a relaciones abstractas entre ideas y discursos. Para Wright, y para la mayoría de los arquitectos que me interesan, los edificios son siempre más que componentes individuales de proyectos mayores. No son ejemplos de principios enunciados desde afuera, casos para probar una regla de la ley teórica. Las instancias particulares se encuentran con soluciones particulares. La consistencia y racionalidad están garantizadas por la lógica de la estructura, y por el comportamiento indiferente de los materiales en sí. En el caso de Wright, el comportamiento racional de la estructura no es un hecho absoluto al que se le da expresión material, sino una oportunidad y un recurso— un punto de estabilidad provisoria para ser libremente manipulada. La medida de la “destreza” de Wright en términos de construcción es tanto su conocimiento de donde y cuando comprometerse, como en cualquier acercamiento mítico a la integridad y “verdad” de los materiales. Este es un modo de trabajo que asume que la habilidad de la arquitectura para generar experiencias y sensaciones perceptibles en el mundo— consecuencias y efectos prácticos— es más importante que su conformidad o su disconformidad con algunos conjuntos de criterios teóricos abstractos. Decir que la arquitectura es una práctica material, que trabaja en y entre el mundo de las cosas— una práctica instrumental capaz de transformar la realidad— es no perder de vista el complicado compromiso de la arquitectura con las técnicas de representación. A pesar de que los arquitectos trabajan a distancia de la realidad material de su disciplina, necesariamente trabajan a través de la mediación de sistemas de representación. La arquitectura está marcada por la mezcla promiscua de lo real y lo abstracto, y al mismo tiempo está dirigida a la producción de materiales y productos que son innegablemente reales. Las técnicas de representación nunca 2
son neutrales, y los modos abstractos que tiene la arquitectura para imaginar y realizar formas dejan sus huellas en el trabajo. El entender la representación como una técnica (en el más amplio sentido de Foucault de la techne) es por lo tanto prestar atención al carácter paradójico de una disciplina que opera para organizar y transformar la realidad material, pero debe hacerlo a distancia, y a través de medios altamente abstractos. Concentrarse en la instrumentalidad de dibujo es prestar atención a los complejos procesos de lo que Robin Evans llamo “traducciones” entre el dibujo y la construcción. Esto es, entender el modo en que el tráfico entre la geometría y la construcción es fundamental para la integración de la práctica del dibujo dentro del trabajo del diseño. La caracterización de la arquitectura como una práctica material merece una cualificación final. Estas traducciones entre el dibujo y la construcción hoy tienen lugar dentro de un flujo mayo de imágenes que circulan en modos complejos e incontrolables. La cultura arquitectónica de representaciones instrumentales no puede evitar ser afectadas por su intersección con esta imagen cultural dominante. La arquitectura siempre se mantuvo como un mecanismo de explanación, promoción y descripción normativa a lo largo de la producción material: tratados, catálogos, diarios, conferencias y artículos. En el pasado esto estaba relacionado a la pedagogía y la diseminación de la información profesional. Hoy hay un movimiento espiral acelerado, hacia donde los materiales ajenos a la arquitectura (más notablemente, los efectos inmateriales del cine, los medios o el diseño gráfico) han sido reinsertados a través de la disciplina para agrandar el catálogo de técnicas disponibles para la arquitectura. Esta cultura de la imagen pertenece a un nuevo modo de pensar y ver que ha emergido con la modernidad: cambiando esquemas mentales que marcan nuestra posición incierta en el mundo moderno, y nos fuerzan a ver como la práctica de la arquitectura ha sido constantemente revisada por las complejas corrientes de pensamiento del siglo veinte. Si mantengo una distinción provisoria entre las consecuencias instrumentales de la representación dentro de la cultura de la arquitectura, y el juego complejo de la arquitectura con las representaciones sociales y semánticas, es para no ignorar los momentos de intersección y solape. Propongo una atención especial a los efectos materiales y las consecuencias en el mundo de todos los asuntos de la arquitectura —material o inmaterial, semántico o de otra especie— mientras se mantiene una estricta indiferencia a los orígenes de esos efectos.
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