Agenda Cultural Alma Mater noviembre

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Editorial El puntillazo que fracturó la historia

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El pasado martes 31 de octubre se conmemo-

raron 500 años de lo sucedido en la iglesia del Palacio de Wittenberg, Alemania, cuando un fraile católico agustino clavó un manifiesto con

95 tesis sobre la puerta principal. Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum (Cuestionamiento al poder y eficacia de las indulgencias) fue el enunciado que, a manera de titular, daba 2017 | Noviembre


apertura al documento que célebremente se convirtió en el punto de partida para la fractura más connotada de la vida espiritual del occidente cristiano, en lo que va de la historia.

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Martín Lutero (Martin Luther), según cuenta la tradición, fue el personaje que izó la proclama que buscaba argumentar la querella contra la romana institución católica, que, según él y sus seguidores abnegados, había ya alcanzado límites inusitados al comerciar con la pena, el dolor y la redención de la culpa. Las indulgencias habían entrado en el mercado de valores como si se tratara de bonos de resarcimiento e, incluso, de paz y salvos para volver a pecar. La inflación de esta práctica mercantil, acaecida en las comarcas católicas, no sólo alimentó un comercio de almas y redención, sino que logró desbordar los alcances de una curia que había logrado superar cualquier imperio precedente, con un mandato extraterrestre, un designio divino que, al menos en Occidente, sólo encontraría símil en la expansión romana precristiana. La puntilla en la madera logró un millar de cosas nunca avizoradas por el demandante. Una reforma inadvertida fue apenas el comienzo de una revolución que hoy por hoy tiene sobre la mesa una historia divergente en la que el cristianismo alcanzó diversidad teológica y pragmática. El humanismo blindó la escena, la humanidad y su fragilidad se convirtieron en el centro de una praxis incipiente que, con el tiempo, develaría una nueva conciencia sobre la idea de Dios, especialmente desde la ciencia, la filosofía y las artes. Las preguntas sobre la existencia y su sentido siempre serán invitadas de primer renglón en la tertulia del conocimiento. El martillazo luterano resquebrajó una lisa y débil capa protectora de una realidad ilusoria, por donde entró un nuevo torrente de imaginería fascinante a un mundo que había visto contenidas la inquietud y la sed de conocimiento tras las respuestas dogmáticas a las preguntas esenciales

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que aparecen cuando, en la noche más profunda, de luna nueva, vemos el firmamento estrellado: ¿dónde estamos y para qué? La imagen, su imagen, la engastada mirada del reformista se mantiene altiva por los Cranach: Lucas, el viejo, y el joven lo pintaron, tantas veces y en tantas formas y faenas, que su presencia reiterada fue insigne en un camino que terminaría por hacer cambiar la doctrina católica y llegar a la Contrarreforma barroca; una gesta dorada hasta la saciedad, gracias al oro americano, y sentida en las Indias orientales con su horror vacui. No obstante, si los Cranach supieron publicitar la idea reformista con la imagen de Lutero marcada por los tiempos de su accionar, en una operación que nada tiene que envidiar a las artimañas mercantiles de las agencias de branding contemporáneas, su contraparte, la Contrarreforma, hizo del rito eucarístico un acto performativo que necesitó de un espacio donde la gracia divina aterrizara, aunque no lograron encontrar otra metáfora más que la saturación de oro en las narraciones míticas registradas por los artistas sobre cada resquicio de sus templos. Los reformistas alcanzaron lo inimaginable en un momento en que el santo poder romano era ilimitado. No obstante, su logro más significativo no se da necesariamente en el interior del credo; más bien, se trata de la apertura a un mundo de posibilidades donde la humanidad se reconoce creadora de realidades y de mundos diversos, como lo recuerda la máxima bíblica del Génesis que dice que hemos sido hechos a imagen de Dios, pero, después del puntillazo, podríamos agregar que solo semejantes cuando creamos. Esta Agenda Cultural Alma Máter trae una versión en castellano de las 95 tesis del teutón. Hoy parecerá inocuo al leerlo, por eso sugiero que se lea con la conciencia de que el tenedor del báculo de San Pedro era León X, Giovanni di Lorenzo de Medici, heredero de una de las


casas más opulentas que ha visto la humanidad y, claro está, practicante de artes inquisitorias con las cuales no escatimaba en intentar conectar la tierra con el infierno si fuera necesario; sin dejar de lado la pléyade de príncipes y reyes católicos que soportaban el imperio de la fe, y que estaban dispuestos a lo que fuera, mientras el statu quo mantuviera el legítimo linaje que los hacía llegar directamente al reino de los cielos. Claramente, la convulsión del martillo se vivió en muchas latitudes en los años subsiguientes. El pensamiento y, sobre todo, los límites de lo posible fueron ampliados tras la gesta reformista. Apareció el Dios de Spinoza, un ser más parecido a los dioses animistas de las primeras comunidades de sapiens que encarnaban cada ser sobre la faz, que al Dios omnipotente de los herederos de Sem. El cielo habló distinto a los astrónomos que buscaban el origen, y las profundidades de las aguas fueron dejando emerger otras verdades con la historia de la vida. Aun así, entre tantas y

fabulosas puertas que abrió el golpe del martillo, la lógica luterana dejó entreabierta la del antisemitismo que, paradójicamente, y en la misma tierra, aunque, cuatro siglos más tarde, resignó al pueblo judío, la misma nación del nazareno, que parece estar condenada al destierro diaspórico a pesar de haber escrito los libros que todas las falanges cristianas siguen en la actualidad. Juan Carlos Orrego, desde la literatura, Mario Yepes Londoño con una mirada amplia que conecta la Reforma con la respuesta romana, Gustavo Yepes Londoño desde la música, Lucien Febvre con una síntesis biográfica y Carlos Aguilar, Kike, con una interpretación gráfica del momento en que se estaba reescribiendo el libro de las historias sacras y mundanas son los invitados a esta Agenda de colección que espera motivar nuevas preguntas en el incesante afán del tiempo por encontrar una razón a la existencia.

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Oscar Roldán-Alzate

Las noventa y cinco tesis Martín Lutero

Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidencia del R. P. Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén. 1. Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: “Haced penitencia...”, ha querido

decir que toda la vida de los creyentes fuera penitencia. 2. Este término no puede entenderse en el sentido de la penitencia sacramental (es decir, de aquella relacionada con la confesión y satisfacción) que se celebra por el ministerio de los sacerdotes. 3. Sin embargo, el vocablo no apunta solamente a una penitencia interior; antes bien, una penitencia interna es nula si no obran exteriormente diversas mortificaciones de la carne. 2017 | Noviembre


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4. En consecuencia, subsiste la pena mientras perdura el odio al propio yo (es decir, la verdadera penitencia interior), lo que significa que ella continúa hasta la entrada en el reino de los cielos. 5. El papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella que él ha impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a los cánones. 6. El papa no puede remitir culpa alguna, sino declarando y testimoniando que ha sido remitida por Dios, o remitiéndola con certeza en los casos que se ha reservado. Si estos fuesen menospreciados, la culpa subsistirá íntegramente. 7. De ningún modo Dios remite la culpa a nadie, sin que al mismo tiempo lo humille y lo someta en todas las cosas al sacerdote, su vicario. 8. Los cánones penitenciales han sido impuestos únicamente a los vivientes y nada debe ser impuesto a los moribundos basándose en los cánones. 9. Por ello, el Espíritu Santo nos beneficia en la persona del papa, quien en sus decretos siempre hace una excepción en caso de muerte y de necesidad. 10. Mal y torpemente proceden los sacerdotes que reservan a los moribundos penas canónicas en el purgatorio. 11. Esta cizaña, cual la de transformar la pena canónica en pena para el purgatorio, parece por cierto haber sido sembrada mientras los obispos dormían. 12. Antiguamente las penas canónicas no se imponían después, sino antes de la absolución, como prueba de la verdadera contrición. 13. Los moribundos son absueltos de todas sus culpas a causa de la muerte y ya son muertos para las leyes canónicas, quedando de derecho exentos de ellas. 14. Una pureza o caridad imperfectas traen consigo para el moribundo, necesariamente, gran miedo; el cual es tanto mayor cuanto menor sean aquellas.

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15. Este temor y horror son suficientes por sí solos (por no hablar de otras cosas) para constituir la pena del purgatorio, puesto que están muy cerca del horror de la desesperación. 16. Al parecer, el infierno, el purgatorio y el cielo difieren entre sí como la desesperación, la causa de desesperación y la seguridad de la salvación. 17. Parece necesario para las almas del purgatorio que a medida que disminuya el horror, aumente la caridad. 18. Y no parece probado, sea por la razón o por las Escrituras, que estas almas estén excluidas del estado de mérito o del crecimiento en la caridad. 19. Y tampoco parece probado que las almas en el purgatorio, al menos en su totalidad, tengan plena certeza de su bienaventuranza ni aun en el caso de que nosotros podamos estar completamente seguros de ello. 20. Por tanto, cuando el papa habla de remisión plenaria de todas las penas, no significa simplemente el perdón de todas ellas, sino solamente el de aquellas que él mismo impuso. 21. En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las indulgencias del papa. 22. De modo que el papa no remite pena alguna a las almas del purgatorio que, según los cánones, ellas debían haber pagado en esta vida. 23. Si a alguien se le puede conceder en todo sentido una remisión de todas las penas, es seguro que ello solamente puede otorgarse a los más perfectos; es decir, muy pocos. 24. Por esta razón, la mayor parte de la gente es necesariamente engañada por esa indiscriminada y jactanciosa promesa de la liberación de las penas. 25. El poder que el papa tiene universalmente sobre el purgatorio, cualquier obispo o cura lo posee en particular sobre su diócesis o parroquia.



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26. Muy bien procede el papa al dar la remisión a las almas del purgatorio, no en virtud del poder de las llaves (que no posee), sino por vía de la intercesión. 27. Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando. 28. Cierto es que, cuando al tintinear, la moneda cae en la caja, el lucro y la avaricia pueden ir en aumento, mas la intercesión de la Iglesia depende sólo de la voluntad de Dios. 29. ¿Quién sabe, acaso, si todas las almas del purgatorio desean ser redimidas? Hay que recordar lo que, según la leyenda, aconteció con San Severino y San Pascual. 30. Nadie está seguro de la sinceridad de su propia contrición y mucho menos de que haya obtenido la remisión plenaria. 31. Cuán raro es el hombre verdaderamente penitente, tan raro como el que en verdad adquiere indulgencias; es decir, que el tal es rarísimo. 32. Serán eternamente condenados junto con sus maestros, aquellos que crean estar seguros de su salvación mediante una carta de indulgencias. 33. Hemos de cuidarnos mucho de aquellos que afirman que las indulgencias del papa son el inestimable don divino por el cual el hombre es reconciliado con Dios. 34. Pues aquellas gracias de perdón sólo se refieren a las penas de la satisfacción sacramental, las cuales han sido establecidas por los hombres. 35. Predican una doctrina anticristiana aquellos que enseñan que no es necesaria la contrición para los que rescatan almas o confessionalia. 36. Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión plenaria de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias. 37. Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en todos los bienes de Cristo y de la Iglesia;

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esta participación le ha sido concedida por Dios, aun sin cartas de indulgencias. 38. No obstante, la remisión y la participación otorgadas por el papa no han de menospreciarse en manera alguna, porque, como ya he dicho, constituyen un anuncio de la remisión divina. 39. Es dificilísimo, hasta para los teólogos más brillantes, ensalzar al mismo tiempo, ante el pueblo, la prodigalidad de las indulgencias y la verdad de la contrición. 40. La verdadera contrición busca y ama las penas, pero la profusión de las indulgencias relaja y hace que las penas sean odiadas; por lo menos, da ocasión para ello. 41. Las indulgencias apostólicas deben predicarse con cautela para que el pueblo no crea equivocadamente que deban ser preferidas a las demás buenas obras de caridad. 42. Debe enseñarse a los cristianos que no es la intención del papa, en manera alguna, que la compra de indulgencias se compare con las obras de misericordia. 43. Hay que instruir a los cristianos que aquel que socorre al pobre o ayuda al indigente, realiza una obra mayor que si comprase indulgencias. 44. Porque la caridad crece por la obra de caridad y el hombre llega a ser mejor; en cambio, no lo es por las indulgencias, sino a lo más, liberado de la pena. 45. Debe enseñarse a los cristianos que el que ve a un indigente y, sin prestarle atención, da su dinero para comprar indulgencias, lo que obtiene en verdad no son las indulgencias papales, sino la indignación de Dios. 46. Debe enseñarse a los cristianos que, si no son colmados de bienes superfluos, están obligados a retener lo necesario para su casa y de ningún modo derrocharlo en indulgencias. 47. Debe enseñarse a los cristianos que la compra de indulgencias queda librada a la propia voluntad y no constituye obligación. 48. Se debe enseñar a los cristianos que, al otorgar indulgencias, el papa tanto más


necesita cuanto desea una oración ferviente por su persona, antes que dinero en efectivo. 49. Hay que enseñar a los cristianos que las indulgencias papales son útiles si en ellas no ponen su confianza, pero muy nocivas si, a causa de ellas, pierden el temor de Dios. 50. Debe enseñarse a los cristianos que, si el papa conociera las exacciones de los predicadores de indulgencias, preferiría que la Basílica de San Pedro se redujese a cenizas antes que construirla con la piel, la carne y los huesos de sus ovejas. 51. Debe enseñarse a los cristianos que el papa estaría dispuesto, como es su deber, a dar de su peculio a muchísimos de aquellos a los cuales los pregoneros de indulgencias sonsacaron el dinero aun cuando para ello tuviera que vender la Basílica de San Pedro, si fuera menester. 52. Vana es la confianza en la salvación por medio de una carta de indulgencias, aunque el comisario y hasta el mismo papa pusieran su misma alma como prenda. 53. Son enemigos de Cristo y del papa los que, para predicar indulgencias, ordenan suspender por completo la predicación de la palabra de Dios en otras iglesias. 54. Oféndese a la palabra de Dios, cuando en un mismo sermón se dedica tanto o más tiempo a las indulgencias que a ella. 55. Ha de ser la intención del papa que si las indulgencias (que muy poco significan) se celebran con una campana, una procesión y una ceremonia, el evangelio (que es lo más importante) deba predicarse con cien campanas, cien procesiones y cien ceremonias. 56. Los tesoros de la Iglesia, de donde el papa distribuye las indulgencias, no son ni suficientemente mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios. 57. Que en todo caso no son temporales resulta evidente por el hecho de que muchos de los pregoneros no los derrochan, sino más bien los atesoran.

58. Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos, porque éstos siempre obran, sin la intervención del papa, la gracia del hombre interior y la cruz, la muerte y el infierno del hombre exterior. 59. San Lorenzo dijo que los tesoros de la Iglesia eran los pobres, mas hablaba usando el término en el sentido de su época. 60. No hablamos exageradamente si afirmamos que las llaves de la Iglesia (donadas por el mérito de Cristo) constituyen ese tesoro. 61. Está claro, pues, que para la remisión de las penas y de los casos reservados, basta con la sola potestad del papa. 62. El verdadero tesoro de la Iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios. 63. Empero este tesoro es, con razón, muy odiado, puesto que hace que los primeros sean postreros. 64. En cambio, el tesoro de las indulgencias, con razón, es sumamente grato, porque hace que los postreros sean primeros. 65. Por ello, los tesoros del evangelio son redes con las cuales en otros tiempos se pescaban a hombres poseedores de bienes. 66. Los tesoros de las indulgencias son redes con las cuales ahora se pescan las riquezas de los hombres. 67. Respecto a las indulgencias que los predicadores pregonan con gracias máximas, se entiende que efectivamente lo son en cuanto proporcionan ganancias. 68. No obstante, son las gracias más pequeñas en comparación con la gracia de Dios y la piedad de la cruz. 69. Los obispos y curas están obligados a admitir con toda reverencia a los comisarios de las indulgencias apostólicas. 70. Pero tienen el deber aún más de vigilar con todos sus ojos y escuchar con todos sus oídos, para que esos hombres no prediquen sus propios ensueños en lugar de lo que el papa les ha encomendado. 71. Quien habla contra la verdad de las indulgencias apostólicas, sea anatema y maldito.

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72. Mas quien se preocupa por los excesos y demasías verbales de los predicadores de indulgencias, sea bendito. 73. Así como el papa justamente fulmina excomunión contra los que maquinan algo con cualquier artimaña de venta, en perjuicio de las indulgencias. 74. Tanto más trata de condenar a los que bajo el pretexto de las indulgencias, intrigan en perjuicio de la caridad y la verdad. 75. Es un disparate pensar que las indulgencias del papa sean tan eficaces como para que puedan absolver, para hablar de algo imposible, a un hombre que haya violado a la madre de Dios. 76. Decimos, por el contrario, que las indulgencias papales no pueden borrar el más leve de los pecados veniales, en concierne a la culpa. 77. Afirmar que si San Pedro fuese papa hoy, no podría conceder mayores gracias, constituye una blasfemia contra San Pedro y el papa. 78. Sostenemos, por el contrario, que el actual papa, como cualquier otro, dispone de mayores gracias, saber: el evangelio, las virtudes espirituales, los dones de sanidad, etc., como se dice en 1ª de Corintios 1. 79. Es blasfemia aseverar que la cruz con las armas papales, llamativamente erecta, equivale a la cruz de Cristo. 80. Tendrán que rendir cuenta los obispos, curas y teólogos, al permitir que charlas tales se propongan al pueblo. 81. Esta arbitraria predicación de indulgencias hace que ni siquiera, aun para personas cultas, resulte fácil salvar el respeto que se debe al papa, frente a las calumnias o preguntas indudablemente sutiles de los laicos. 82. Por ejemplo: ¿Por qué el papa no vacía el purgatorio a causa de la santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las almas, lo cual sería la más justa de todas las razones si él redime un número infinito de almas a causa del muy miserable dinero para

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la construcción de la basílica, lo cual es un motivo completamente insignificante? 83. Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las misas y aniversarios por los difuntos y por qué el papa no devuelve o permite retirar las fundaciones instituidas en beneficio de ellos, puesto que ya no es justo orar por los redimidos? 84. Del mismo modo: ¿Qué es esta nueva piedad de Dios y del papa, según la cual conceden al impío y enemigo de Dios, por medio del dinero, redimir un alma pía y amiga de Dios, y por qué no la redimen más bien, a causa de la necesidad, por gratuita caridad hacia esa misma alma pía y amada? 85. Del mismo modo: ¿Por qué los cánones penitenciales que de hecho y por el desuso desde hace tiempo están abrogados y muertos como tales, se satisfacen no obstante hasta hoy por la concesión de indulgencias, como si estuviesen en plena vigencia? 86. Del mismo modo: ¿Por qué el papa, cuya fortuna es hoy más abundante que la de los más opulentos ricos, no construye tan sólo una Basílica de San Pedro de su propio dinero, en lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes? 87. Del mismo modo: ¿Qué es lo que remite el papa y qué participación concede a los que por una perfecta contrición tienen ya derecho a una remisión y participación plenarias? 88. Del mismo modo: ¿Que bien mayor podría hacerse a la Iglesia si el papa, como lo hace ahora una vez, concediese estas remisiones y participaciones cien veces por día a cualquiera de los creyentes? 89. Dado que el papa, por medio de sus indulgencias, busca más la salvación de las almas que el dinero, ¿por qué suspende las cartas e indulgencias ya anteriormente concedidas, si son igualmente eficaces? 90. Reprimir estos sagaces argumentos de los laicos sólo por la fuerza, sin desvirtuarlos con razones, significa exponer a la Iglesia y



al papa a la burla de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los cristianos. 91. Por tanto, si las indulgencias se predicasen según el espíritu y la intención del papa, todas esas objeciones se resolverían con facilidad o más bien no existirían. 92. Que se vayan, pues, todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo: “Paz, paz”; y no hay paz.

93. Que prosperen todos aquellos profetas que dicen al pueblo: “Cruz, cruz” y no hay cruz. 94. Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno. 95. Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz. Wittenberg, 31 de octubre de 1517.

La Reforma y la Contrarreforma: hechos capitales de 1517 a 2017 Mario Yepes Londoño

La importancia del conflicto de la Reforma

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Protestante de 1517 y la de su enfrentada consecuente, la Contrarreforma Católica, estaban garantizadas para su trascendencia hasta nosotros: su caja de resonancia estaba siendo construída y puesta a punto en pleno Renacimiento; es decir, en la primera globalización verdaderamente global de la historia. Roma había hecho la suya, enorme por sus alcances culturales y políticos, sin límites en el mundo conocido; había recogido a plenitud la herencia griega y cargado con todo el botín multifacético de los pueblos conquistados en Europa, Asia y África. El propio cristianismo se extendió por los caminos, los puentes y sobre todo las instituciones que construyeron, primero la República y luego el Imperio, y sirvieron para configurar una nueva significación de la palabra Roma: a lo largo de la Edad Media, en una lucha cruenta y sin tregua, Roma llegó a transformarse de capital del Imperio de Occidente, en la cabeza de uno nuevo, el a veces aliado y a veces enemigo de los príncipes cristianos europeos, el más poderoso y permanente como dueño que era de las conciencias, el árbitro de las disputas desde los órdenes teológico y fi-

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losófico hasta el de la geografía política. Pero Roma, así la pagana como la cristiana, pese a la premonición de Séneca sobre la apertura de los mares, no había sospechado la dimensión que conocerían, en los siglos xvi y xvii, Galileo, Copérnico, Erasmo, Bruno, Carlos V o Enrique el Navegante; o Magallanes y Colón, Cervantes, Leonardo, Bacon o Shakespeare. (En todos estos nombres está representada la ortodoxia o la heterodoxia de la época). A la Roma de antes, la de Tiberio o el apóstol Pedro, a la de San Agustín o Abelardo, les faltaba más de medio mundo. Cuando Martín Lutero se enfrenta con esta nueva Roma del papado, aún tan poderosa pero profundamente cuestionada e incluso combatida en el terreno militar, y enfrentado con los príncipes cristianos que lo condenaron (españoles, portugueses, italianos, franceses y un temprano Enrique VIII “defensor de la fé”, antes de su propia Reforma anglicana); aliado como estaba el monje agustino con otros príncipes, como varios alemanes que lo respaldaron a ultranza, ya la lucha política de todos ellos estaba planteada: abierto el mundo que


ahora se veía sin límites y que prometía más hallazgos, la cuestión sería la de siempre: a quién correspondía su dominio, el del Atlántico y luego el del Pacífico. A la larga, más allá de los Concilios y de las disputas teológicas, pero invocándolos como testimonio ante el Cielo de la legitimidad de cada quien, de cada región de Europa parten marinos, conquistadores, misioneros, funcionarios, que van hacia el Oriente, el de Cipango o de Catay, o el subcontinente de la India; hacia el África interior y de las islas; hacia el Caribe, el norte, el centro y el sur de la América que por ahora sólo tiene nombres regionales, todavía “salvaje”, inexplorada y promisoria hasta la demencia de la ambición, y habitada por seres sin alma mientras el Papa no se pronunció en contrario, interesado en las nuevas conciencias por dominar que de eso se trataba. En casa, en Europa, la disputa territorial tiene todavía las diversas dimensiones que se están enfrentando desde siglos: entre señores feudales de diversos alcances económicos y militares por cuestiones más o menos domésticas y regionales; entre ellos y sus pecheros y siervos de la gleba, como en la tremenda disputa de los campesinos alemanes en la que intervendrá Lutero, la narrada por Engels y por la historia de antes y después; o por Goethe en Götz von Berlichingen; o la de los Comuneros de Castilla contra Carlos V; la disputa por cuál será el que ponga a los demás bajo su yugo y a tributarle y aportarle mesnadas (como en las obras de la Crónica Histórica de Shakespeare o en Lope de Vega o Calderón): las definiciones que han de conducir a la creación de las monarquías absolutas y de los Estados Nacionales y eventualmente a los imperios que se enfrentarán hasta las guerras mundiales del siglo xx y llevarán a las luchas de descolonización. Ahora, no seguir obedeciendo a la Roma del Papa Medici, León X, es darse el permiso para no obedecer a Carlos I de España y V de la Alemania del rebelde Lutero. España se enfrenta con todos: alemanes, checos, polacos, france-

ses, flamencos -como en Egmont de Goethe-, y los ingleses que le darán la pelea durante tres siglos y mantendrán viva la asociación entre la política y la Reforma, en la metrópoli y en las colonias. La Reforma y la Contrarreforma tienen que ver con todo ello. El Gran Cisma de Occidente es, pues, también del Oriente, el Norte y el Sur. Incluso los países escandinavos y los del Este de Europa intervendrán en las Guerras de Religión, especialmente en la Guerra de los Cien Años y la De Los Treinta Años. Nadie se libra de esta guerra que sólo fue religiosa para los que no sabían en verdad a qué altísimos propósitos estaban sirviendo como carne de cañón, de arcabuz, de lanza, de flecha y de espada, propósitos nunca tan altos como el Cielo que se les ponía en el horizonte de sus dolores meritorios. Los clérigos y los intelectuales se demoran en infinitas discusiones sobre las innumerables cuestiones teológicas de las copiosas herejías que las sostienen. Pero tampoco en ese territorio de la Europa reformada hay unanimidad ni acuerdo ni paz. Luteranos, Husitas, Calvinistas y Calvinistas Hugonotes, Anglicanos, la Iglesia Escocesa heredera de John Knox, para sólo citar las más grandes, no las tienen todas consigo ni aspiran a una imposible iglesia universal. Y la Católica, irónicamente, conserva ese nombre que significa universal cuando cada vez lo es menos, tras el Cisma.

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El resultado de la gran disputa política es que el, ahora sí, Globo terráqueo se va a dividir en lo que hemos heredado: separados por la ideología sobre el destino del ser humano en este mundo y frente al grave problema de la salvación en la otra vida, los dos grandes bloques sostendrán: los reformados, la predestinación a la salvación y la obligación de cumplir mientras se vive el plan de Dios en la vida presente, enriquecerse porque la pobreza es pecado, vivir una vida de rigurosas costumbres al servicio de Dios y del trabajo honrado conducente 2017 | Noviembre


a la producción y al comercio incesantes y a la acumulación y el rendimiento del dinero; la movilidad para el acenso social dependen de ello; las buenas obras podrán llevarte a la predestinación por Dios. De aquí resulta que los países reformados (con escasas excepciones regionales, todo el norte de Europa y la Francia de Enrique IV; recordemos La masacre de París, de Marlowe); las islas británicas excepto la Irlanda del Sur y los mínimos reductos de los seguidores de María Estuardo; el Norte de América colonizado por diversos pueblos reformados, y el Sur del África de holandeses y alemanes y tal cual colonia con los mismos inmigrantes, se convertirán en el natural asiento del capitalismo moderno. El Norte próspero, imperialista de mayor duración que el otro, el latino.

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Los católicos responden en este punto con la doctrina del libre albedrío que te obliga a conducirte en la vida con arreglo a los mandamientos pero sobre todo al orden y los códigos de la Iglesia; típico del pensamiento medieval supérstite, tu papel en este mundo sí obedece a una predestinación por parte de Dios: ocupas el lugar (pobre, rico, humilde o poderoso) que Él te ha destinado. La vida que importa, la verdadera, es la eterna; por ello no importa que sufras en esta vida mortal porque en la otra tendrás tu recompensa. Acumular riquezas en esta vida sólo tiene mérito ante Dios si ejerces la caridad, pero hace más difícil tu entrada al Cielo. Por obra de la conquista y la colonización ejercidas por España y Portugal o la Francia católica, toda Suramérica, Centroamérica y algunas islas del Caribe, así como la Irlanda y la Polonia católicas y algunas colonias importantes del África, van a constituír el mundo del subdesarrollo o del capitalismo deformado. Para completar el cuadro, vale la pena señalar que los países eslavos, principalmente la Rusia zarista, escaparían a esta disputa geopolítica y religiosa: aparte de la distancia geográfica y cultural que sólo será salvada a partir de la

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época de la Ilustración, su ideología religiosa es desde la primera Edad Media la heredada del cristianismo ortodoxo griego, vehículo además del alfabeto y luego de la literatura. Para los católicos, los “papistas” como son llamados despectivamente por los reformados, aún tras una vida de pecado, para llegar después de la muerte a la única vida verdadera del Cielo, bastará con que te arrepientas en el último instante y Dios se acordará de ti; es posible que por tus pecados no puedas alcanzar de una vez la gracia del Cielo, pero puedes alcanzarla después de muerto con una temporada en el purgatorio, y aún de éste puedes librarte si obtienes indulgencias que la Iglesia generosamente ofrece para ti con distintas formas de asidua oración que rinden beneficios; también éstos se pueden incrementar si compras las indulgencias, ya no sólo para ti mismo sino para tus parientes o amigos. Esto subleva a Lutero. En su momento, a Alemania ha llegado un predicador de la venta de las indulgencias, el dominico inquisidor enviado por el Papa mismo, de nombre Johannes Tetzel: el promotor de un vulgar mercado de la salvación que Lutero no dudó en calificar de nueva simonía. La justificación de este negocio era que los fieles de toda la cristiandad debían contribuír a la terminación de la Basílica de San Pedro en Roma; ya no sólo se trataba del problema teológico y de la burla a los fieles, sino de la acentuación del centralismo de la Iglesia, que explotaba a los cristianos de todo el mundo para la pompa de los príncipes romanos. Este era uno de los puntos que Lutero resentía; para él, cada comunidad regional debía tener como autoridad a su obispo, y la supremacía del pontífice, casi siempre italiano, era especialmente sensible dada la circunstancia política señalada. Lutero comprueba que las instituciones cristianas ya no son las de la idea primitiva; que el ansia de poder y de riqueza de la institución



clerical, tan extraordinariamente representado por ese poder sobre la conciencia, para fines nada espirituales ni trascendentes, y en la apariencia exterior e interior de templos y palacios de los príncipes de la Iglesia; descentrados los cristianos de lo esencial en la creencia y la moral, manifestado en el abandono de la fé, de la solidaridad y de las puritanas costumbres, tanto como en la renuncia a la idea exclusiva del Cristo redentor y de la creencia en la Trinidad para sustituírlas por una constelación de devociones de los santos y las vírgenes. La propia identidad de la comunidad cristiana debía ser reforzada con una reestructuración del culto litúrgico, en templos de severa arquitectura con la sola imagen de Cristo y empezando por ceremonias cumplidas en la lengua vulgar del país. El propio Lutero dio el ejemplo de lo que debía convertirse en la apropiación de la palabra religiosa mediante la tra-

ducción que emprendió de la Biblia al alemán común: él consideraba que el libro sagrado no tenía por qué ser interpretado por la ortodoxia de los representantes del papado, sino por la libre lectura de los fieles. De paso, de esta manera, al abandonar para este propósito el latín y el griego, las lenguas no sólo de la Iglesia sino las universales de los académicos, y con su traducción de la Biblia, Lutero contribuyó decididamente al establecimiento del alemán corriente como lengua literaria. Este ejemplo, como el de la música y los demás elementos del culto, sería imitado por las demás confesiones reformadas. Mario Yepes Londoño es investigador y docente universitario. Fue fundador del grupo de teatro El Tablado y de la Escuela de Teatro de la Universidad de Antioquia. Escribió este texto para la Agenda Cultural Alma Máter.

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La reforma luterana y la música Gustavo Yepes Londoño

Martín

Lutero fue un monje agustino que terminó rebelándose contra la autoridad de Roma durante el reinado de León X, a quien tocaron en suerte, no sólo la escisión del primero aquí mencionado, sino la de la Iglesia anglicana liderada por Enrique VIII de Inglaterra, dentro del fenómeno general del llamado protestantismo, que involucra a otros dirigentes reformadores, unidos por su rebelión contra la autoridad papal fincada en Roma y que corresponden a nombres tales como Melanchton, Hus, Calvino y Zwinglio, y a iglesias como la calvinista y la anabaptista suiza, además de las ya mencionadas luterana y anglicana. Todo ese panorama se debió a una Noviembre | 2017

crítica cada vez más dura contra aspectos doctrinales dentro de la misma Iglesia, por parte de teólogos que no querían aceptar lo que consideraban falso y que quería imponerse por simples argumentos de autoridad, o mejor, de autoritarismo, así contara el papa con el apoyo de muchos príncipes y, muy señaladamente, del emperador Carlos V. Entre las diferencias de doctrina se hallaban temas como la venta de indulgencias por parte del papado, el privilegio que la sede católica central romana se abrogaba de la interpretación de las escrituras sagradas, la redención por la sola fe como la predicaba Lutero, y muchas otras divergencias doctrinales que terminaron por escindir el


catolicismo, un nombre que, por otra parte, y etimológicamente, implica universalidad. Estas sublevaciones contra el poder papal centralizador venían ya siendo favorecidas por el humanismo, el racionalismo, el descubrimiento de América, el método científico naciente; la imprenta, y la consiguiente lectura con mayor difusión pública, de textos muy diversos, incluso aquellos que hablaban de costumbres cristianas más severas en el pasado; el renacimiento de las culturas clásicas griega y romana, la corrupción y el lujo ofensivo de muchos jerarcas católicos y el papel cada vez más crítico de muchas manifestaciones artísticas como el teatro, la literatura, las artes visuales y la misma música (recordemos, por ejemplo, el viejo Roman de Fauvel), sin olvidar el surgimiento de los nacionalismos, que buscaban dar término a las condiciones feudales y al poder político superior del papado. Otro de los fenómenos culturales coetáneos más significativos fue la creciente recesión del latín como lengua paneuropea ante la instauración de lenguas nacionales como el italiano, gracias al Dante y a Petrarca, ya desde el Renacimiento; del alemán y del inglés, sobre todo a partir de las traducciones de la Biblia, realizadas por Lutero mismo durante su reclusión protectora en el Castillo de Wartburg y por John Wicliff, respectivamente, siendo más determinante Lutero que Wicliff, valga precisar; y del francés, bajo los auspicios literarios y pedagógicos del clérigo católico Jean Baptiste de la Salle, ya a fines del siglo xvii, para referirnos sólo a las naciones de influjo principal de la Reforma protestante.

o gramática; tropo, figura literaria o retórica; razón o dialéctica; vale decir, el trivium). Numerus, tonus, angulus, astra (número o aritmética, tono o música, ángulo o geometría y astros o astronomía; es decir, el Quadrivium). Las artes serviles eran, sin importar la participación directriz de los nobles en ellas: Rus, nemus, arma, rates, vulnera, lana, faber (campo o agricultura, bosque o cacería, armas o milicia, embarcación o navegación, heridas o cirugía, lana o tejido, artesano o fabricación). La Europa reformada favoreció las escuelas y asociaciones artesanales y, sobre todo, fabriles que desembocaron en la posterior revolución industrial y el nacimiento del “capitalismo” en manos de la burguesía, en contraposición con los caballeros y los nobles, más relacionados con la vida campesina y la agricultura extensiva. Grosso modo, podemos decir que la ciencia aplicada y las artes manuales empezaron a aprestigiarse más, especialmente las que fueron clasificadas como bellas artes —no tanto las artesanías— ante la antigua supremacía de las puramente intelectuales. Esa revaluación de las artes manuales como actividades útiles y necesarias para las naciones en general, podrían haber llevado a estas a conformar estados más equilibrados de conciudadanos diversos aunque convivientes todos en dignidad. Sin embargo, los “capitales” pecuniarios y la maquinaria industrial se concentraron en pocas manos de burgueses hábiles, pero ignorantes de la historia, que, en forma antidemocrática egoísta, quisieron ser nuevos amos emuladores de los viejos príncipes, lo que llevaría después a las polarizaciones políticas que conocemos por la historia.

Ya desde los griegos, la Europa próxima al Mediterráneo favoreció las artes liberales, las labores del puro pensamiento realizadas por los hombres libres, por encima de las artes mecánicas o serviles, ejecutadas por siervos o esclavos. Las formas mnemotécnicas abreviadas que enumeran ambos tipos de artes o teknés (saber hacer) son: Lingua, tropus, ratio (lengua

Entrando ahora en nuestro asunto de la Reforma y su influencia en lo musical, empecemos por recordar que, en el mundo latino, especialmente en Francia e Italia, el concepto estético acerca de la música favorece la idea de su dependencia de los textos por cuenta de su carencia de semántica, por una parte, y de su hedonismo indigno cuando se preten-

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de defender la música por la música, es decir, su autonomía. Pero Martín Lutero, él mismo un buen músico, predica que se trata de un don divino que eleva las mentes e induce a la fe y al culto divino, tal como afirmara en carta a su amigo y discípulo, además de maestro de capilla en el luteranismo, Ludwig Senfl. Tal opinión podría dar buena cuenta del auge y preeminencia posteriores de la música instrumental alemana, tanto de cámara como sinfónica durante el Barroco y el mismo Clasicismo. Lutero critica la florida polifonía religiosa católica con el argumento de que el contrapunto imitativo no permitía que el texto religioso se entendiese, argumento que, por otras razones y sobre todo en torno a la ópera, esgrimiera la Camerata del Conde Bardi, con Vincenzo Galilei —padre de Galileo— a la cabeza, y que llevaría a la creación de ese grande y glorioso género del teatro musical, el “Drama in musica de la seconda pratica”, con Claudio Monteverdi como adalid insuperado. El canto del servicio luterano se basará con firmeza en el coral, completamente homófono, de tal suerte que todas las voces o partes cantan cada sílaba del texto al mismo tiempo para lograr su completa claridad. Se inaugura así, con la homofonía del coral reformado y del “recitar cantando” de las primeras óperas, la técnica armónica que, sin embargo, no sería claramente formulada sino en el siglo xviii por Jean Philippe Rameau en su Tratado de armonía reducida a sus principios naturales, ya en plena Ilustración, y en el marco de la gran Enciclopedia. La Iglesia católica convocó el Concilio de Trento (1545-1563) como reacción tardía, tanto a las viejas y desatendidas críticas de Erasmo de Rotterdam dentro de la Iglesia misma, como a la ya imposible vuelta al redil de todos los reformados, dentro de un espíritu de tácita aceptación de la validez de muchos de sus argumentos. Giovanni Pierluigi da Palestrina compuso la Misa del papa Marcelo, por requerimiento del pontífice de este nombre, en la

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cual aplicó su enorme maestría al comprobar la posibilidad de intelección del texto a pesar del tejido polifónico y del uso de, nada menos, que seis voces. El otro gran compositor de la Contrarreforma católica es, sin duda, Tomás Luis de Victoria, el gran abulense del Renacimiento y de todos los tiempos. Lutero fue un gran himnodista; es decir, compositor de corales, muchos de ellos basados en himnos y secuencias medievales con textos latinos o en pasajes de los evangelios, como los que seguían en uso también en los ritos católicos. Entre los corales más famosos, están: “Ein feste Burg ist unser Gott” (Una sólida fortaleza es nuestro Dios), basado en el Salmo 46, traído a cuenta, no sólo por el gran Bach sino por Mendelssohn en su 5ª Sinfonía titulada De la Reforma; “Vom Himmel hoch da komm’ich hier” (Del alto cielo vengo acá), entresacado de Lucas 2:11; “Wir glauben all’an einer Gott” (Todos creemos en un solo Dios”), derivado, claro está, del Credo in unum Deum; “Vater unser im Himmelreich” (Padre nuestro en el reino del cielo) o Padre nuestro en alemán; “Aus tiefer Not schrei ich zu dir” (Desde mi angustia clamo a ti), texto tomado del Salmo 130, un coral que apareció en el Achtliederbuch (libro de 8 cantos), primer Himnario de la Reforma en Alemania; “Nun komm, der Heiden Heiland” (Ven ahora, salvador de los gentiles), versión reformada del Veni, Redemptor Gentium y “Komm, Gott Schöpfer, heiliger Geist” (Ven, Dios creador, Santo Espíritu), versión luterana del Veni creator Spiritus. Los conocedores de los títulos de las cantatas de Johann S. Bach recocerán en estos títulos los de varias de ellas. En efecto, dentro del género Oratorio, las cantatas son un importante subgénero o especie, al lado de los grandes oratorios y las Pasiones. En dichas cantatas, el núcleo temático es el señalado por el coral respectivo que, además y normalmente, la concluye. Ya en el siglo XVII, la pía Abendmusik de los reformados luteranos, una sesión vespertina



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que servía de lección cantada, con solistas y coro, de episodios de la historia sagrada, se convirtió en el germen de lo que sería después el oratorio protestante y especialmente, la cantata. Aquella tradición comenzó en la Iglesia de Santa María de Lübeck, donde se escuchaba música de órgano, ejecutada allí por el Kapellmeister Franz Tunder, y piezas vocales piadosas. Pero el género conoció su mejor época con el maestro de capilla sucesor, Dietrich Buxtehude, quien compuso ya verdaderos oratorios alrededor de una historia unificadora. El género del oratorio debe su nombre a que Felipe Neri, preocupado por la vida poco edificante de tantos clérigos y la consiguiente falta de fe y de asistencia al culto, por parte de muchos católicos en las ciudades italianas, creó el Oratorio, lugar y género musical, con la finalidad de orar, de predicar y de retomar las –para la Iglesia– edificantes historias bíblicas de los testamentos antiguo y nuevo y las vidas de algunos santos, que terminaron siendo cantadas en manera similar a la de la ópera, con sus números de obertura, recitativos, arias y coros, pero sin representación escénica en el oratorio. Veamos algunos pocos ejemplos de Oratorio, tanto luteranos como católicos: “Vespro della Beata Vergine” de Claudio Monteverdi; “Membra Jesu nostri, Jesu meine freude e in dulci jubilo” del ya mencionado Buxtehude; “Historia de la resurrección de Jesús”, “La Natividad” y “Las siete palabras” de Heinrich Schütz; “Jefte” de Giacomo Carissimi; “La pasión de Jesucristo”, “Esther” y “Magdalena a los pies de Cristo” de Antonio Caldara; “Agar e Ismael”, “El Mesías”, “Saúl” e “Israel en Egipto” de Georg F. Händel; “Judita triumphans” de Antonio Vivaldi; “Pasión según Mateo”, “Pasión según Juan” y “Oratorio de Navidad” de J. Sebastian Bach; “El día del juicio’ de Georg Ph. Telemann; “Betulia liberada’ y “David penitente” de Wolfgang A. Mozart; “La creación” de Franz. J. Haydn; “Cristo en el monte de los olivos” de Ludwig van Beethoven; “Pablo” y

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“Elías” de Felix Mendelssohn; “La infancia de Cristo” de Hector Berlioz; “El rey David” y “Juana de Arco en la hoguera” de Arthur Honegger; “Pasión según Lucas” de Chr. Penderecki; “El pesebre” de Pau Casals. En el oratorio luterano, los compositores redescubren la polifonía y, en el católico, la homofonía va al lado del contrapunto, con lo que podríamos decir que el acuerdo que no se logró ya en el campo religioso sí se alcanzó en el del lenguaje musical, hasta el punto de que Bach, gran devoto de la Iglesia reformada, llegó a los logros polifónicos más altos y complejos en los géneros contrapuntísticos del canon, la invención, el preludio, la fuga y el preludio de coral, además de las sonatas en dúo y trío y las arias y coros de cantatas, pasiones y oratorios, además de los movimientos instrumentales integrantes de conciertos y suites, más las sinfonías y oberturas de oratorio. La lucha entre homofonía y polifonía (Il cimento dell’armonia e dell’invenzione, como reza uno de los títulos vivaldianos) se repetiría más tarde en el paso del Barroco al Pre-clasicismo como reacción que volvería después por los fueros del contrapunto en el Clasicismo, muy señaladamente en las obras de Haydn y Mozart. La Reforma protestante, y particularmente la luterana, señalan entonces un punto histórico de cambios culturales y políticos fundamentales en ese lapso trascendental del Renacimiento, apenas cortamente precedido por el descubrimiento de América que unifica el planeta por su redonda integridad y, más atrás, por la toma de Constantinopla, fecha normalmente aceptada como comienzo de la era moderna. Gustavo Yepes Londoño, profesor del Departamento de Música de la Universidad EAFIT, escribió este texto para la Agenda Cultural Alma Máter.


Dos novelas sobre la herejía Juan Carlos Orrego Arismendi

Conforme

pasan los años y los siglos, los grandes hitos de la historia humana van antojándose como vestigios arqueológicos sepultados entre gruesas capas de documentos. Para tener una idea exacta de eso puede considerarse, a guisa de ejemplo, lo mucho que se ha escrito sobre el descubrimiento y conquista de América durante los últimos 525 años.

Una primera conclusión que puede sacarse frente a la explosión del archivo señala la dificultad de decir algo nuevo sobre dichos acontecimientos, cuya inaudita complejidad es, a la postre, la tabla de salvación de los comentaristas. Paradójicamente, la segunda conclusión frente a la abundancia de documentos es por completo optimista: ellos permiten decir lo que al principio se antojaba impensable. Para no ir lejos en nuestro ejemplo, basta pensar en lo que el rico archivo histórico ha sugerido sobre Cristóbal Colón y otros navegantes del siglo xvi: al término de muchas horas de biblioteca, el novelista Abel Posse forjó la imagen desnuda del descubridor, echado sobre una hamaca con total molicie caribeña; asimismo, Napoleón Baccino Ponce de León tuvo la ocurrencia de contar el viaje infinito de Magallanes desde la perspectiva del bufón del barco. En resumen: o porque iluminan un hito o porque lo saturan, las muchas palabras que él ha suscitado llaman a más palabras, cada una de ellas preñada de la ilusión de ser inédita. A la Reforma protestante, separada de nuestros días por cinco siglos redondos y millones de cuartillas escritas, le ha correspondido un destino similar al del encuentro entre América y Europa. Como ocurrió con ese hecho, han llegado los días en que la literatura contemporánea —envanecida o hastiada de la labor

de los historiadores— nos regale las imágenes menos convencionales de la efeméride luterana. Al menos eso es lo que muestran dos novelas iberoamericanas de la última veintena, en las que, si bien no se distinguen héroes disipados ni narradores bromistas, las imágenes de la historia se ofrecen a nuestros ojos como finas refracciones artísticas, por completo ajenas a los afanes informativos de otras épocas y perspectivas. Las dos novelas a que nos referimos son El hereje (1999) de Miguel Delibes y Tríptico de la infamia (2014) de Pablo Montoya, cuál de las dos más empeñada en llevar al reposado símbolo literario lo que entienden como espíritu de la coyuntura reformista. El hereje, que mereció a Delibes el Premio Nacional de Narrativa de España, se ocupa del periplo vital de Cipriano Salcedo, un comerciante vallisoletano del siglo xvi que entra en contacto con las ideas reformistas gracias, sobre todo, a Pedro Cazalla, párroco del pueblo de Pedrosa en el que Salcedo posee tierras cultivadas y ganados. Cazalla, en otro tiempo partidario de las ideas erasmistas —críticas frente a la corrupción clerical y promotoras de una religiosidad intimista—, amonesta al joven y próspero comerciante por no considerar suficiente el mérito del sufrimiento de Jesús en la cruz, sufrimiento que, por la sola fe, concede la gracia de la salvación humana sin necesidad de obras piadosas; el párroco amonesta de esta manera a Salcedo: “¿Por qué tan poca fe? Si Cristo murió por nuestros pecados, ¿cómo va a exigirnos luego reparación por ellos?”. Por recomendación de Pedro Cazalla, Salcedo se une a una secta luterana de Valladolid, dirigida clandestinamente por Agustín Cazalla, hermano del otro y antiguo capellán de Carlos V, y quien incluso confía a Salcedo la misión de viajar a Alemania para adquirir

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libros comprometidos y entrevistarse con los herederos espirituales de Lutero. Tras la muerte del Emperador en 1558, la nueva Corte extrema su celo romano y barre con los focos protestantes españoles, entre ellos la célula vallisoletana. Reacio a retractarse, Salcedo muere en la hoguera el 21 de mayo de 1559; de hecho, renuncia a un postrer reconocimiento de la Iglesia de Roma que le habría valido, por la vía del garrote vil, una muerte más expedita y piadosa.

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En el inventario de la prolífica obra de Miguel Delibes, El hereje ocupa un lugar especial, o por lo menos a primera vista: es la única novela con un carácter francamente histórico, en un corpus en que la mayor parte de los libros se interesan por la vida sencilla —incluso miserable— en la meseta castellana durante la Posguerra, con protagonistas que no pocas veces son cazadores consumados, como Lorenzo —el protagonista de la trilogía Diario de un cazador (1955), Diario de un emigrante (1958) y Diario de un jubilado (1995)— y los personajes de la muy célebre novela Los santos inocentes (1981), llevada al cine por Mario Camus. Sin embargo, El hereje también sitúa su trama en Castilla, e incluso está dedicada a la ciudad en que Delibes, en 1920, vino al mundo; se lee en el lugar correspondiente: “A Valladolid, mi ciudad”. Y también hay escenas de cacería en aquella historia del siglo xvi, como las que —de modo especialmente significativo— comparten Pedro Cazalla y Cipriano Salcedo mientras conversan sobre El beneficio de Cristo. De modo que, como cualquier perdiz, el comerciante es un hombre cazado por una nueva profesión religiosa. Pedro y Agustín Cazalla, así como otros simpatizantes de las ideas erasmistas y luteranas que aparecen en la novela, son personajes históricos, y a ellos, para hacer posible la apuesta literaria, se suman entidades ficticias como Cipriano Salcedo, su incestuosa nodriza Minervina, la esquiladora Teodomira —a la postre esposa del comerciante— y otras más. Con todo, no es El hereje una novela histórica convencional: ella

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apuesta por algo más que la reconstrucción verosímil de una época y unos sucesos sociales, pues confiere a sus símbolos literarios un carácter alegórico. Ello permite decirlo, en esencia, la figura de Salcedo, quien en cierta medida es una personificación del espíritu de la Reforma en España: ha nacido el 31 de octubre de 1517, que es la misma fecha en que, según la tradición, Martín Lutero clavó los folios del Cuestionamiento al poder y eficacia de las indulgencias —las 95 tesis— en la puerta de la iglesia del Palacio de Wittenberg. El protagonista de El hereje encarna una actitud ecuánime y objetiva respecto de los misterios religiosos y sus cuestionamientos filosóficos y morales, del todo afín con el espíritu de unas tesis luteranas proclamadas “Por amor a la verdad” —tal es su encabezamiento— y que, sin desconocer la autoridad del papa, en esencia pretendían reivindicar el sacrificio cristiano sobre las prácticas lucrativas de la Iglesia. Atado al palo de la pira, Salcedo no quiere retractarse de unas ideas que siente henchidas de libertad, fraternidad y humildad, pero por lo mismo no quiere ser arrogante con sus jueces espirituales, quienes le exhortan a plegarse, in artículo mortis, al credo romano. Discurre, entonces, la fórmula que encuentra más ética: “Creo en Nuestro Señor Jesucristo y en la Iglesia que lo representa”. A pesar de la ternura con que lo dice —eso informa el narrador—, los ejecutores no están dispuestos a aceptar lo que no sea un arrepentimiento radical. La misma pasión católica por los hechos radicales es tema de Tríptico de la infamia, obra que le granjeó a Pablo Montoya el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos en 2015. La persecución sufrida en el mismo siglo xvi por los hugonotes franceses —protestantes de filiación calvinista— es el drama que recorre y aúna las tres historias que conforman la novela, de las que son protagonistas sendos pintores de la época: Jaques Le Moyne, Françoise Dubois y Théodore de Bry. La purga de católicos contra protestantes se muestra con toda su ferocidad sobre todo en las dos primeras



partes: en la dedicada a Le Moyne, iniciada con el esperanzado viaje de los hugonotes a la Florida —con el proyecto de construir una colonia próspera— y finalizada con la virulenta embestida católica contra los franceses, comandada por el almirante español Pedro Menéndez de Avilés; y en la segunda parte, en que Dubois vive en carne propia la persecución, uno de cuyos puntos culminantes en tierra europea fue la masacre de San Bartolomé, iniciada en París la noche del 23 de agosto de 1572, por orden de un Carlos IX a quien robaban el sueño las reuniones de los hugonotes. Durante las crudas jornadas pierde la vida Ysabeau, la esposa encinta y ficticia que Montoya idea para hacer más desventurado el sino de Dubois.

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La novela encuentra uno de sus clímax narrativos en el que, sin duda, es el más claro indicio de la existencia histórica de Dubois: el óleo en tabla conocido como La masacre de San Bartolomé, actualmente exhibido en el Musée Cantonal des Beaux-Arts, en Lausana, y que el pintor habría concebido y ejecutado en la década que siguió al exterminio. El personaje de Dubois, narrador en primera persona de la segunda parte de la novela, describe su tabla con el cansancio de quien, por reproducirla con su arte, ha sido dos veces testigo de la misma abominación. Se refiere con morosidad a la defenestración y decapitación del líder hugonote Gaspard de Coligny, representada en el centro de la tabla; al amontonamiento de los cadáveres desnudos de muchas mujeres; al vientre abierto de una gestante —Ysabeau— que yace acribillada en una de las callejas junto al Louvre; a los dos adolescentes que se divierten arrastrando el cuerpo de un bebé; al merodeo córvido de los católicos sedientos de sangre y, en fin, a disparos a quemarropa, acuchillamientos y saqueos. El escrúpulo de la descripción es el mismo con que antes ha pintado, y Dubois lo ha hecho de esa manera porque sabía a quién se refería la tragedia que debía retratar: “Son ciento sesenta, los he

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vuelto a contar, el número de mis personajes. Pero juro que es toda la humanidad la que he intentado meter en la tabla”. Es evidente que a Tríptico de la infamia la Reforma protestante no le interesa por su particular filosofía de fe intimista sino por la expresión de odio fratricida con que fue recibida en Europa. En ese sentido, sabe alinearse con otros libros de Montoya en que la desgracia padecida por cualquier pueblo específico, en coordenadas precisas del espacio y el tiempo, es forzosamente una desgracia que atañe a toda la humanidad. Ya en Los derrotados (2012), las masacres cometidas en Colombia por escuadrones paramilitares habían sido descritas para denunciar, con un clamor que solo puede alcanzar el arte, la barbarie de los hombres que son lobos de otros hombres. Y allí las imágenes de referencia son fotografías, como son óleos y grabados en Tríptico de la infamia. A Montoya le interesa detener en el tiempo los gestos que muestran lo que realmente somos, y parece estar persuadido de que a las imágenes para siempre quietas de las artes gráficas debe sumarse la morosidad de una prosa que, como la de Delibes, tampoco está movida por un banal afán informativo sino por el empeño de forjar símbolos perdurables. Para Miguel Delibes y Pablo Montoya, el exterminio de los reformados —españoles o franceses— debe seguir produciéndose en la eternidad del tiempo artístico si, con ello, logra revelársele al hombre no solo lo que ha sido sino, también, lo que puede llegar a ser. Con eso aludimos a que, tanto como la conciencia de sus excesos, a la humanidad le es precisa la conciencia de las alternativas del pensamiento y la fe. La verdadera herejía es la intolerancia. Juan Carlos Orrego Arismendi es profesor del Departamento de Antropología de la Universidad de Antioquia. Ha publicado los libros: Cuentos que he querido escribir, La isla del Gallo, Viaje al Perú y Tumba de indio. Escribió este texto para la Agenda Cultural Alma Máter.


Conclusiones [en Martín Lutero: un destino] Lucien Febvre Duae gentes sunt in utero tuo, et duo populi ex ventre tuo dividentur1 Génesis, XXV, 23

El diario de Antonio Lauterbach nos ha conservado una conversación de mesa bastante impresionante. El 27 de junio de 1538, Martín Lutero cenaba en Wittenberg con el maestro Felipe Melanchton. Los dos hombres estaban tristes. Hablaban del porvenir. “¿Cuántos maestros diversos seguirá el siglo próximo?, interrogaba el doctor. La confusión llegará al colmo. Nadie querrá dejarse gobernar por la opinión o por la autoridad de otro. Cada uno querrá hacerse su propio Rabí: ved ya a Osiander, a Agricola... y entonces, cuántos enormes escándalos, cuántas disipaciones. Lo mejor sería que los príncipes, por un concilio, previniesen tales males; pero los papistas escurrirían el bulto: le tienen tanto miedo a la luz...”. Sin embargo, Felipe hacía eco a su maestro: “Oh —exclamaba a su vez—, quiera Dios que los príncipes y los Estados puedan convenir en un Concilio y en una fórmula de concordia para la doctrina y las ceremonias, con prohibición para cada uno de alejarse de ellas temerariamente para escándalo del prójimo. Sí, tres veces lamentable el rostro de nuestra Iglesia, enmascarada bajo semejante capa de debilidades y de escándalos”. ¿Frases de vencidos? No nos preocupemos de Felipe Melanchton. Martín Lutero ¿tenía razón de estar tan desolado aquella noche, y tan desesperado? Y verdaderamente, ¿verdaderamente era un vencido?

I Sin duda, cuando miraba a su alrededor, veía en tierra más ruinas que edificios. ¿Ruinas?

Había llenado la tierra con ellas. Ruinas colosales, de las que sin duda no era el único responsable; otros, con él o aparte de él, otros rudos obreros habían colaborado también con el tiempo; pero con qué poderoso hombro él, Martín Lutero, había apoyado el esfuerzo brutal de los demoledores. El papa expulsado, total o parcialmente, de diez países de vieja obediencia. El Emperador, reducido cada vez más a una actividad local en un Imperio menos unificado que nunca. Las divisiones religiosas exasperando los antagonismos políticos, sobreexcitando las oposiciones nacionales. Sobre todo, la Iglesia dividida en trozos, dañada a su vez en su estructura corporal y en su razón de ser espiritual; la Iglesia, la vieja Iglesia ecuménica, atacada y vilipendiada bajo el nombre de Iglesia papista, proclamada inútil, malefactora, de origen y de textura humanos, mientras el sacerdote, despojado de su carácter sagrado, sustituido por un funcionario controlado por el poder civil, se veía también expulsado sin honor del viejo edificio del que había hecho la grandeza y la fuerza.

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Las ruinas eran vastas. ¿Qué había construido Lutero, en tanto? ¿Qué había edificado sobre el terreno conquistado? Reforma y Libertad: tal había sido, durante años, el grito de guerra, el grito de unión de sus partidarios. ¿Reforma? Lutero no era un reformador. Esto estaba demasiado claro. Además, cuando en 1517 se había alzado frente a la Iglesia, ¿qué pretendía? ¿Reformar a Alemania? ¿Fundar una Iglesia luterana? No. Lutero había partido para cambiar las bases espirituales de la Iglesia cristiana. Lutero había partido, alegre, confiado, teniendo a su Dios en él y con él, para volver a encontrar unas fuentes perdidas y que ya no manaban en los 2017 | Noviembre


patios de las iglesias o en los claustros de los conventos. Como su amigo el viejo Cranach en sus cuadros ingenuamente complicados, también él soñaba con la fuente de Juvencia. Sabía en qué lugar, milagrosas, sus aguas surgían de una vena inagotable. Convidaba a beber a la cristiandad entera.

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Martín Lutero no había tenido éxito. Sin duda algunos creyentes aislados, y algunas agrupaciones también, colectividades, pueblos y estados, seducidos, habían aceptado tomarlo por guía, beber confiadamente en las fuentes que él indicaba. Pero un éxito parcial ¿no era el fracaso, puesto que el innovador había sido echado de la Iglesia, expulsado por ella, excomulgado, y puesto que esta Iglesia, sin él, a pesar de él, contra él, había continuado su ruta, su marcha secular por los caminos consabidos; la Iglesia tradicional, con su jerarquía, sus obispos ligados al papa, sus papas orgullosos de su serie continua? Allí seguía estando la vieja Iglesia, asentada sobre las mismas bases. En Trento iba a su vez a rejuvenecerse, a tomar un baño de tomismo, de ese tomismo en el que Lutero, por instinto, aborrecía a su rival, a su enemigo más mortal. Y le decía a Lutero, no dejaba de decirle: “Tú, que pretendes ser el hombre de Dios, pruébanos que eres de Él, de Él y no del Otro. Tu fracaso mismo, tu fracaso relativo pero seguro, ¡qué mentís!”. Argumento muy fuerte en ese tiempo, y que un Lutero no podía refutar airosamente. Porque no era un protestante liberal de hoy. Verse reducido a las proporciones de un simple jefe de secta era, hiciera lo que hiciera, pretendiera lo que pretendiera, la derrota... Reforma y Libertad... Sin duda, el yugo del papa, el yugo de la Iglesia, lo había sacudido con gran vigor. A los que le habían seguido, los había liberado plenamente. Pero ¿había que cantar victoria si había puesto en el lugar de un yugo pesado el yugo todavía más pesado del príncipe, del Estado creado y puesto en el mundo por Dios para velar sobre los intereses,

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las costumbres, los mismos dogmas de la comunidad cristiana? ¿No se gloriaba Lutero de haber fundado de nuevo, más sólidamente que nunca, su omnipotencia secular y temporal, de haber vuelto a encontrar y haber renovado sus títulos, de haberlo redoblado, finalmente, por decirlo así, con la omnipotencia espiritual de Dios? Y en cuanto a la liberación espiritual y moral, en cuanto a la libertad de conciencia entendida como la entendemos, y a la libertad de pensamiento: el Lutero envejecido de 1538, el Lutero del diálogo con el maestro Felipe, se habría estremecido al haber reivindicado su efecto bienhechor para los hombres. Lutero había fracasado. Y ni siquiera debemos preguntarnos si no hay muchas razones profundas para regocijarnos de ese fracaso. Porque, en el designio al mismo tiempo múltiple y coherente del agustino; en su pretensión de imponer a la universalidad del mundo cristiano, como precio de su fe, la negación feroz (y tan antipática en el siglo del Renacimiento para tantos espíritus formados por los antiguos en un humanismo digno de su nombre), la negación obstinada y rabiosa de toda dignidad, de todo valor, de toda grandeza humana independiente de la gracia divina; en su afirmación apasionada del Siervo arbitrio que levantará contra él no solamente a Erasmo, sino a tantos hombres de pensamiento libre en su tiempo, desde Rabelais hasta Giordano Bruno y Campanella; en esa tentativa, finalmente, de un cristiano puramente cristiano para rehacer la unidad cristiana sobre bases nuevas y predicar un credo hostil a todo lo que una élite empezaba a amar, defender y promover, cuántas quimeras anacrónicas en verdad, y útiles para regocijar, en sus horas de insomnio, el cerebro de un monje poco al corriente de su siglo.

II Contra un molino de viento vetusto y caduco, no levantemos nuestras lanzas ventajosas. Sencillamente, tomemos por nuestra cuenta, para aplicarla a su autor, la vieja distinción sobre la que Lutero se apoyó tantas veces. Hay



el plano del mundo y el del más arriba, el del más allá supraterrestre. El reino terrenal y el reino de Dios. La esfera de lo temporal, pero también la de lo espiritual y lo sagrado. En el plano del mundo, Lutero parece fracasado. Porque, como el creyente cuyo retrato ideal dio él, no se interesó con todas sus fuerzas en lo que pasaba en este plano. No se lanzó a la conquista de las cosas. Se movió en medio de ellas, como el actor en medio del decorado. No paseó por él más que despreocupación y despego del alma.

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Lo que dejó detrás en la tierra es una contrahechura irrisoria del edificio que, inspirándose en sus ideas, un arquitecto algo dotado y que creyera en su tarea, que creyera en la necesidad de construir una obra hermosa y duradera, habría levantado sin esfuerzo sobre el suelo, descombrado por una mano poderosa del rebelde. El luteranismo institucional, con sus debilidades y sus taras, tal como se realizó en la Alemania de finales del siglo xvi y comienzos del xvii —bajo la tutela de pequeños príncipes mezquinos y fatuos, bajo el control mecánico de la burocracia, con sus dogmas sabiamente pulidos y repulidos por el talento microscópico de teólogos aplicados—, decir de tal luteranismo que traicionaba al hombre de Worms, al autor de los grandes escritos de 1520, no es bastante. Lo hubiera cubierto de vergüenza, si no le hubiera sido casi completamente extraño. Pero hay el dominio del Espíritu. La otra esfera. Y ese Lutero que no tenía nada de un constructor enamorado de la duración y preocupado de poder grabar, sin demasiada ironía, en el dintel de una casa sólida el viejo dístico burgués: Stet domus haec, donec fluetus formica marinos Ebibat, et totum testudo perambulet orbem,2

ese Lutero era en cambio el primero, el más denso si no el más rico de esa cadena discontinua de genios heroicos, filósofos y poetas, músicos y profetas, que no porque no hayan Noviembre | 2017

traducido todos en el lenguaje de los sonidos sus deseos tumultuosos, sus aspiraciones al mismo tiempo fuertes y confusas y el malestar de un alma que no sabe escoger, merecen menos el nombre justificado de genios musicales. Es la vieja Alemania la que los ha dado al mundo y, en sus obras frondosas como selvas de leyenda germánica, alternativamente iluminadas por rayos de luz y luego sumidas en insondables tinieblas, esta Alemania encuentra con orgullo los aspectos eternos de su naturaleza ávida, de apetitos infantiles, que no cesa de amontonar, para un gozo solitario, los tesoros y los prestigios de los mundos: ordenarlos no es su preocupación. Lutero es uno de los padres del mundo moderno... Los franceses emplean gustosos esta fórmula u otras análogas y de igual resonancia. A condición de que se anote escrupulosamente cuán involuntaria fue esta paternidad, cuán poco realizó el hijo indeseable los anhelos de su genitor, se la puede transcribir, si se quiere, y tomarla por cuenta propia*. Lutero, al vivir, al hablar, al mostrarse como lo que era, creó, como tantos otros, numerosas situaciones de hecho, a su vez generadoras de consecuencias espirituales o morales que él no había previsto. Y por haber realizado el cisma sin restablecer la unidad; por haber debilitado y disminuido materialmente a la Iglesia católica; por haber creado condiciones propicias al nacimiento de sectas innumerables; por haber provocado entre los laicos la discusión de cuestiones religiosas; por haber expuesto la Biblia a las miradas de los curiosos; por todo esto y por muchas otras cosas, es indudable que el reformador merece el agradecimiento de hombres que nunca dejó de combatir y detestar. Que haya permitido en definitiva a Bossuet, y a muchos otros más, escribir, cada uno a su manera, la Historia de las Variaciones, es tal vez su título de gloria. Es ciertamente una de esas ironías formidables cuyo secreto conoce la historia. El viejo Proudhon se ríe en alguna parte de esos abisinios que, “atormentados por la tenia, se


deshacen de una parte, pero teniendo cuidado de conservar la cabeza”. En esta postura, con su frescor de hombre del Franco-Condado, el hijo del tonelero de la calle del Petit-Battant se complace en mostrarnos a Martín Lutero. Y le es fácil señalar después que no se le da su parte al espíritu crítico como uno quiere; que querer “en nombre de la crítica comprometer a la crítica” y circunscribir con prudencia un incendio espiritual es quimera. Tiene razón. Y se pueden suscribir hoy, como en 1853, las conclusiones de La Révolution Sociale démontrée par le coup d’État du Deux Décembre. Su forma las fecha ligeramente, pero en la medida en que la frase impresionante de Proudhon es exacta: “La religión, para nosotros, es la arqueología de la razón”, podemos saludar a Lutero con el título de Precursor. Involuntario, se entiende. Y podemos, debemos hacer más. La Alemania luterana, en los siglos pasados, la Alemania de los teólogos oficiales y de los pastores dependientes de la Kleinstaaterei3 (Napoleón dirá: asnos hereditarios), pudo durante años desentenderse de Lutero casi por completo, y significar al mundo, de todas las maneras, que no tenía nada que ver, verdaderamente nada, con el idealismo magnífico, el impulso apasionado, la fe viva del libre cristiano de 1520. El espíritu de Lutero no cesó por eso de flotar sobre las aguas germánicas. ¿Y cuáles son los hechos verdaderamente esenciales de la historia de Alemania, en el sentido más amplio de la palabra historia; cuáles son, si se prefiere, las maneras de ser más características del pensamiento y de la sentimentalidad germánicos que no alumbre para nosotros, con una luz reveladora, un conocimiento, por poco reflexivo que sea, de la obra, de la doctrina, de la fe profunda del profeta de Worms? Pero también, cómo nos explican estos hechos y estas maneras de ser a un Lutero.

III Vamos diciendo: “Ved a este hombre. Tan bien dotado para la meditación, y qué torpe para la

acción. En los tiempos en que pretendía escalar el cielo, dos o tres toperas, a ras de tierra, le hicieron tropezar y le inmovilizaron, torpe y pataleante”. Desgracia individual, al parecer; desventura fortuita... Pero Lutero ¿será el único, en Alemania, entre los hombres verdaderamente grandes de su país, que no pudo llevar a buen término su revolución? Fórmula muy francesa por lo demás, que se nos viene a la pluma naturalmente. ¿Cuál es su sentido para un alemán, si es verdad que las revoluciones, en Alemania, se quedan siempre en individuales; que sus autores, genios heroicos, no se han preocupado nunca de poblar la tierra de edificios molestos y sin vida: para eso están los albañiles, los contratistas, incluso los consejeros de arquitectura, por cuenta y bajo la dirección de los pastores y de los príncipes? Así debe ser y los espíritus libres no tienen nada que ver con semejantes tareas. Conquistar para sí mismos, apoderarse de su propia verdad revolucionaria; sobre las ruinas del viejo orden de las cosas, como arado por la explosiva violencia de su sinceridad, hacer surgir un orden personal y autónomo; y mientras que la masa trabaja en humildes labores, entrar en comunión directa, por el pensamiento, con lo Divino, esto les basta y los colma. ¿Lo demás? No es Lutero el único que lo desdeñó. ¿Para qué?, dicen unos y otros. A quien ha bebido el vino embriagador de lo absoluto, ¿qué le importan vuestras pequeñas vendimias terrenales?

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Pensemos siempre en esto, si queremos comprender. Por sus divisiones claras, precisas, uniformes, el metro satisface nuestros gustos de hombres lógicos. ¿Nos deja captar con suficiente flexibilidad esas relaciones sutiles que, con ayuda de otras medidas, los viejos arquitectos, ignorantes de las secas relaciones decimales, regularon y quisieron para sus construcciones? Los revolucionarios alemanes de los cuales lamentamos, según nuestras ideas, unas veces el fracaso y otras lo poco que se ocuparon de pasar a los actos, debe2017 | Noviembre


mos dejar de verlos como Constituyentes sin suerte o Convencionistas incapaces. Más bien debemos evocar ante nosotros la figura de ese Fausto que lanza el anatema sobre todos los prestigios, perfora todas las ilusiones, maldice lo que el hombre se goza en poseer: mujeres o niños, criados o arados, Mammón revolcándose en su oro, el amor que exalta e incluso la esperanza, la fe y el dolor... Echa abajo la felicidad del mundo; rompe el universo con su mano implacable, a fin de poder levantarlo de nuevo, reconstruirlo en su corazón; y los espíritus, testigos aterrados del drama, se llevan a la Nada los despojos de un mundo. Sin embargo, en la tierra, desentendidos de esas catástrofes espirituales, los hombres gregarios giran sin duda en redondo, sobre el orden reverenciado de sus superiores.

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Porque éste es el segundo aspecto de las cosas. El suelo, del que se desinteresan los genios heroicos —en el que no aceptan mantener sino su cuerpo, mientras su espíritu boga por el empíreo —es invadido por los pastores con sus perros de guarda. Y mandan, dirigen, gobiernan. Designan la meta, su meta. Las multitudes se dirigen hacia ella, dóciles, al ritmo que se les indica. Se prestan, sin resistencia ni esfuerzo, a la disciplina impuesta. Se colocan, metódicamente, en los cuadros de una Iglesia visible, que se articula estrechamente con el Estado. Este, con todas sus fuerzas, sostiene a aquella. Aquella, en cambio, hace participar al Estado de su carácter de institución divina, directamente querida e instaurada por Dios, a quien, por lo tanto, no se puede, no se debe resistir. Y todo esto es Lutero. Todo esto también es Alemania, desde Lutero hasta nuestros días. Ahora bien, en este complejo de hechos, de ideas y de sentimientos, ¿quién hará exactamente la división entre lo que vino de Alemania a Lutero o, inversamente, de Lutero a Alemania? “El luteranismo —se ha dicho— es una concepción de la vida. Y es en toda la vida alemana donde habría que estudiarlo”. Es verdad. Lute-

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ro, uno de los padres del mundo y del espíritu moderno, si se quiere. Uno de los padres del mundo germánico y del espíritu alemán, sin duda. En la justa medida, se entiende, en que hay “un” espíritu alemán, así como también, por otra parte, hay “un” espíritu moderno. El 27 de junio de 1538, a Felipe Melanchton, humanista alimentado en las buenas letras y, en su Sajonia de largos inviernos, alumbrado (lo quisiera o no) por un reflejo de sol helénico, a este hombre moderado para quien la palabra razón tenía todo su sentido, le era permitido lamentarse. ¿Y a Lutero? Hacía mal, él, en abandonarse, en repetir palabras tales como las que cualquiera de sus amigos, o incluso de sus enemigos, hubiera dicho sin esfuerzo y naturalmente. Hacía mal, como tantas otras veces, en dejar hablar en él al hombre, al grueso hombre sentado a la mesa burguesa de su burguesa casa de Wittenberg. Este hombre tenía tal vez derecho a estar triste. El profeta, no. Porque no se había engañado: no hay aduanas, no hay cárceles para las ideas. Son inasibles y propiamente indestructibles. Lutero había sembrado suficientes ideas por toda Alemania para contar con una hermosa sobrevivencia. ¿Qué era la Iglesia de Sajonia, con sus dogmas y sus pastores, sus templos y sus ritos, al lado de la magnífica posteridad que el idealista de 1520 debía ver levantarse en la Alemania que lo había alimentado? Magnífica y temible a veces. Porque, entre el maestro Felipe que Lutero nos muestra siempre preocupado por la suerte de los imperios y de los graves problemas de la política, y él, Lutero, que no sabía interesarse más que en sí mismo, en su conciencia y en su salvación, sólo el último debía más tarde ejercer sobre la política una acción al mismo tiempo lógica e imprevista. Poderosa sin duda. ¿Saludable para la paz de los hombres y la felicidad del mundo? Es otra cuestión. Y, por lo menos aquí, no es la nuestra. No juzgamos a Lutero. ¿Qué Lutero, además, y según qué código? ¿El nuestro?, ¿o el de la


Alemania contemporánea? Prolongamos sencillamente, hasta los extremos confines de un tiempo presente que estamos mal preparados para apreciar, con sangre fría, la curva sinuosa, y que se bifurca, de un destino póstumo.

Notas * Corresponde a la nota 229 de la edición referenciada de Lucien Febvre: Jacques Maritain coincide conmigo en este punto, en una página notable de sus Notes sur Luther (p. 610), con la diferencia de que él concluye lanzando el anatema sobre el mundo moderno, en lo cual yo no lo imito precisamente. Pero dice muy bien: “Lutero mismo no era ciertamente un hombre moderno, ni más ni menos que no era un protestante. Esto no impide que esté en el origen del mundo moderno, del mismo modo que está en el origen del protestantismo. Y esto precisamente es lo que hace el inmenso interés de su caso: católico, fulminado, santo fracasado, en su manera falsa y furiosa (y en la que, en realidad, el Yo se convertía en centro y regla soberana) de lanzarse sobre ciertas grandes antiguas verdades demasiado olvidadas a su alrededor (confianza en Cristo y desprecio de sí, valor de la conciencia como regla inmediata de nuestras acciones, imposibilidad para el hombre caído de un estado de perfección natural adquirido sin la gracia de Cristo, etc.) es donde se ve aparecer en él el principio de los errores modernos”. Y añade: “Que la idea de una religión individual haya horrorizado a Lutero, que haya amado siempre la idea de una Iglesia... estamos persuadidos de ello. Pero, al liberar a las comunidades cristianas de la ‘tiranía romana’ y de la autoridad espiritual del Vicario de Cristo, las arrancaba en realidad a la unidad del cuerpo de Cristo para encarcelarlas a pesar suyo en el cuerpo temporal de la comunidad política o nacional, y someterlas finalmente a la autoridad de

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esos príncipes que detestaba”. He querido citar esta página difícilmente accesible. 1 Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas. 2 “Que esta casa dure hasta que una hormiga drene el mar tempestuoso y una tortuga dé la vuelta al mundo”. Inscripción en el dintel de una abadía medieval en la isla de Inchcolm en Edinburgo. 3 Término despectivo para aludir a la fragmentación de Alemania en la primera mitad del siglo xix en pequeños territorios soberanos.

Fragmento tomado con fines divulgativos del libro Martín Lutero: un destino de Lucien Febvre (traducción de Tomás Segovia, México, Fondo de Cultura Económica, 1998).

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académica

• 1 de noviembre: Exposición temporal Híbrido / cruzado / discontinuo: arte antioqueño del 70 y el 80 • 8 de noviembre: Exposición temporal Niñez y geografías humanas. Exposición del fotógrafo Gabriel Vieira • 15 de noviembre: Evocaciones atmosféricas - Entornos de arte y ciencia. Exposición de la maestra Olga Lucía Hurtado G. • 22 de noviembre: Exposición temporal Voluntariado Cultural 2017 • 29 de noviembre: Exposición temporal Convocatoria a la Creación 2017

todos los sábados 10:20 a. m. // Tallernautas “Vacacionando ando” Cupos: 20 cupos disponibles que se asignan en orden de llegada al taller Lugar: Museo Universitario / Hall del primer piso, Bloque 15. Costo: $4.000 Invita: Museo Universitario Universidad de Antioquia MUUA • • • • •

4 de noviembre: Una ruta de vacaciones 11 de noviembre: Una simple maleta 18 de noviembre: Cine en lentes 25 de noviembre: Al alcance de un búho 2 de diciembre: Caja maravillosa

miércoles

1

8:30 a. m. - 9:00 a. m. // Conferencia: “Fortalecimiento y desarrollo de la agricultura familiar”, por Jaime Alberto Garzón Araque, Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Antioquia Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Organiza: Encuentro de investigadores de las ciencias pecuarias Invita: Facultad de Ciencias Agrarias 9:00 a. m. - 10:00 a. m. // Conferencia 1: “La historia de la agricultura familiar en Colombia”, por R. Albert Berry (Canadá) Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Organiza: Encuentro de investigadores de las ciencias pecuarias Invita: Facultad de Ciencias Agrarias 10:30 a. m. - 12:30 p. m. // Presentación de trabajos en diferentes salas Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Organiza: Encuentro de investigadores de las ciencias pecuarias Invita: Facultad de Ciencias Agrarias 2:00 p. m. - 3:00 p. m. // Conferencia 2: “La agricultura familiar, los desafíos en el contexto”, por Absalón Machado Cartagena (Colombia)

4:30 p. m. - 6:30 p. m. // Presentación de trabajos en diferentes salas Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Organiza: Encuentro de investigadores de las ciencias pecuarias Invita: Facultad de Ciencias Agrarias

jueves

2

8:00 a. m. - 9:00 a. m. // Conferencia 3: “Los profesionales de las ciencias pecuarias y su contribución al desarrollo rural, mediante la agricultura familiar”, por Ramón Correa (Comvezcol, Colombia) Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Organiza: Encuentro de investigadores de las ciencias pecuarias Invita: Facultad de Ciencias Agrarias 9:00 a. m. - 10:00 a. m. // Presentación de trabajos en diferentes salas Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Organiza: Encuentro de investigadores de las ciencias pecuarias Invita: Facultad de Ciencias Agrarias 10:30 a. m. - 12:30 p. m. // Presentación de trabajos en diferentes salas Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Organiza: Encuentro de investigadores de las ciencias pecuarias Invita: Facultad de Ciencias Agrarias 2:00 p. m. -3:00 p. m. // Conferencia 4: “Implicaciones de la producción pecuaria de tipo familiar en la seguridad alimentaria en México”, por José Alfredo Carranza Velázquez (México) Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones

Conferencias, congresos, seminarios, simposios, coloquios, foros, paneles, tertulias y talleres

académica académica

1:00 p. m. // Café en el Museo Café en el Museo es un espacio de encuentro informal creado con el fin de recorrer, de manera espontánea, los espacios del Museo y dialogar con sus visitantes sobre las exposiciones. Lugar: Museo Universitario / Hall del primer piso, Bloque 15 Invita: Museo Universitario Universidad de Antioquia MUUA

Inscripción a cursos de manualidades, artes y oficios Inversión: $43.000 Inscripción: desde el 27 de noviembre hasta el 05 de diciembre según hora y día de cada curso Inicio de clases: desde el 05 de febrero de 2018, según el curso. Duración: 32 horas Informes: educacionmuseo@udea.edu.co / 2198186 Invita: Museo Universitario Universidad de Antioquia MUUA

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todos los miércoles

3:00 p. m. - 4:00 p. m. // Presentación de trabajos en poster Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Organiza: Encuentro de investigadores de las ciencias pecuarias Invita: Facultad de Ciencias Agrarias

académica

académica

27 de noviembre al 5 de diciembre

académica

N O V I E M B R E / 2017

Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Organiza: Encuentro de investigadores de las ciencias pecuarias Invita: Facultad de Ciencias Agrarias

académica

PROGRAMACIÓN


académica

académica

4:30 p. m. - 6:30 p. m. // Presentación de trabajos en diferentes salas Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Organiza: Encuentro de investigadores de las ciencias pecuarias Invita: Facultad de Ciencias Agrarias

viernes

3

8:00 a. m. - 9:00 a. m. // Conferencia 5: “Incentivos, productividad y desarrollo de la agricultura”, por Juan José Perfetti Del Corral (Colombia) Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Invita: Facultad de Ciencias Agrarias 10:30 a. m. - 12:30 p. m. // Presentación de trabajos en diferentes salas Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Invita: Facultad de Ciencias Agrarias 2:00 p. m. - 3:00 p. m. // Conferencia 6: “La agricultura familiar en el área rural dispersa – Resultados 3er Censo Nacional Agropecuario-CNA”, por Mauricio Perfetti Del Corral (Colombia) Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Invita: Facultad de Ciencias Agrarias

martes

7

6:00 p. m. // Conferencia Danzamed Lugar: Edificio de Extensión Invita: Departamento de Extensión Cultural

viernes

10

12:00 p. m. // Ciclo de conferencias “UniverCitas: Citas con el Universo: el verdadero Apocalipsis”, por Carlos Vera Ciro, PhD, profesor Modelación y

martes

14

5:00 p. m // Martes de poesía: Lectura de poemas de Elkin Restrepo. Conversación con Eufrasio Guzmán Lugar: Abril Café de la Librería (Edificio de Extensión) Invita: Editorial Universidad de Antioquia

jueves

16

5:00 p. m // “El pecado en la novela Una sombra”. Memo Ánjel conversa con la autora, Emperatriz Muñoz Pérez Lugar: Abril Café de la Librería (Edificio de Extensión) Invita: Editorial Universidad de Antioquia

jueves

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10:00 a. m. - 1:00 p. m. // Taller: Creatividad y elementos para desarrollar un live electrónico. Taller con cupos limitados. Inscripción previa Lugar: Salón de reuniones - piso 3 - Coliseo Universitario Invita: Departamento de Extensión Cultural

viernes

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12:00 p. m. // Ciclo de conferencias “UniverCitas: Citas con el Universo: la historia de un electrón”, por Juan Carlos Muñoz Cuartas, PhD, profesor pregrado de Astronomía, Instituto de Física, Universidad de Antioquia Lugar: Auditorio Luis Javier García Isaza, Tercer piso Museo Universitario Invita: Museo Universitario Universidad de Antioquia (MUUA)

martes

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5:00 p. m. // Martes de poesía: Lectura de poemas de Lucía Estrada. Conversación con David Marín Lugar: Abril Café de la Librería (Edificio de Extensión) Invita: Editorial Universidad de Antioquia

miércoles

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4:00 p. m. - 5:00 p. m. // Presentación sobre: Capacidad antioxidante y efecto citoprotector – citotóxico de cafés comerciales colombianos, por José Contreras Calderón (profesor de Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias) Lugar: Abril Café de la Librería (Edificio de Extensión) Invita: Editorial Universidad de Antioquia

académica

3:00 p. m. - 4:00 p. m. // Presentación de trabajos en poster Lugar: Plaza Mayor Medellín. Convenciones y exposiciones Organiza: Encuentro de investigadores de las ciencias pecuarias Invita: Facultad de Ciencias Agrarias

Computación Científica, Universidad de Medellín Lugar: Auditorio Luis Javier García Isaza, Tercer piso Museo Universitario Universidad de Antioquia Invita: Museo Universitario Universidad de Antioquia (MUUA)

escénicas todos los sábados 11:20 a. m. // Títeres en Escena Lugar: Museo Universitario / Auditorio 3er piso, Bloque 15 Invita: Museo Universitario Universidad de Antioquia MUUA • 4 de noviembre: Títeres en recreo • 11 de noviembre: Arte y fantasía en la vida de canito • 18 de noviembre: Títeres en recreo • 25 de noviembre: La obra maestra de los títeres • 2 de diciembre: ¡Amááá!: ¿dónde están los buñuelos?

miércoles

8

6:00 p. m. // Temporada de Danza. Danzamed 2017 (internacional) Lugar: Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural

sábado

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martes

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11:00 a. m. // Sábados en Familia: Corporación Corpuarte “El compartir de los reinos” Lugar: Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural

6:30 p. m. // Temporada de Teatro: “Preciosas ridículas” Lugar: Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural

Conferencias, congresos, seminarios, simposios, coloquios, foros, paneles, tertulias y talleres

escénicas

académica

académica

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Organiza: Encuentro de investigadores de las ciencias pecuarias Invita: Facultad de Ciencias Agrarias


cine y video

jueves

2

2:00 p. m. // CINE INDIE. Ciclo: “Símbolo y metáfora: Carlos Saura” “Elisa, vida mía”, Carlos Saura, España, 1977, 117’ Lugar: Sala de Cine Luis Alberto Álvarez Invita: Departamento de Extensión Cultural y 10° Festival Internacional de Cine de Oriente 6:00 p. m. // CINE FORO: EN CONSTRUCCIÓN. Ciclo: “Si algo puede salir mal, saldrá mal” “The Raid: Redemption”, Gareth Evans, 2011, Indonesia, 101’ Sala de Cine Luis Alberto Álvarez (10-217) 6:00 p. m. // CINE CLUB TARDES EN EL PARANINFO Ciclo: “Cine Latinoamericano” “Bicho de siete cabezas”, Laís Bodanzky, Brasil, 2001, 88’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

viernes

3

12:00 p. m. // Cine en el Camilo (UdeA). Ciclo: “Aprender de la guerra” “El puente sobre el río Kwai”, David Lean, Reino Unido, 1957, 161’ Lugar: Sala de Cine Luis Alberto Álvarez Invita: Departamento de Extensión Cultural 4:00 p. m. // CINECLUB CINEMAESTRO. Ciclo: “Entre nosotras: cuerpo, raza y migración”

martes

7

6:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO. Ciclo: “Cine Latinoamericano” “La teta asustada”, Claudia Llosa, PerúEspaña, 2009, 103’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

miércoles

8

12:00 m. // CINEISMO CINECLUB. Ciclo: “Muñequitos + 18” “Perfect Blue”, Satoshi Kon, Japón, 1997, 80’ Sala de Cine Luis Alberto Álvarez (10-217) 2:00 p. m. // Programación especial 10° Festival Internacional de Cine de Oriente “Home”, Yann Arthus-Bertrand, Francia, 2009, 90’ Lugar: Sala de Cine Luis Alberto Álvarez Invita: Departamento de Extensión Cultural y 10° Festival Internacional de Cine de Oriente 4:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO Ciclo: “Robert de Niro vs Benicio del Toro” “Érase una vez en América”, Sergio Leone, Italia-Estados Unidos, 1984, 139’ (versión para Estados Unidos) Sala de Cine Edificio San Ignacio

jueves

9

2:00 p. m. // Cine Indie. Ciclo: “Símbolo y metáfora: Carlos Saura” “Jota, de Saura”, Carlos Saura, España, 2016, 90’ Lugar: Sala de Cine Luis Alberto Álvarez Invita: Departamento de Extensión Cultural y 10° Festival Internacional de Cine de Oriente

Cineclubes, cineforos y proyecciones

6:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO. Ciclo: “Cine Latinoamericano” “Hermano”, Marcel Rasquin, Venezuela, 2010, 96’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

viernes

10

12:00 p. m. // Cine en el Camilo (UdeA). Ciclo: “Aprender de la guerra” “La tumba de las luciérnagas”, Isao Takahata, Japón, 1988, 93’ Lugar: Sala de Cine Luis Alberto Álvarez Invita: Departamento de Extensión Cultural 4:00 p. m. // CINECLUB CINEMAESTRO. Ciclo: “Entre nosotras: cuerpo, raza y migración” “Orlando”, Sally Potter, Reino Unido, 1992, 93’ Auditorio 10-206, Facultad de Educación, Universidad de Antioquia 4:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO Ciclo: “Robert de Niro vs Benicio del Toro” “21 gramos”, Alejandro González Iñarritu, México-Estados Unidos, 2003, 124’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

martes

14

2:00 p. m. // ENCUENTRO CON EL CINE. Carlos Saura estará con nosotros conversando sobre su obra y luego presentaremos su filme “Cría cuervos”, 1975, 110’ Lugar: Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural 6:00 p. m. // CINECLUB PORNÓGRAFOS. Ciclo: “Satoshi Kon”, Japón, 1997, 80’ Sala de Cine Luis Alberto Álvarez, 10-217

cine y video cine y video

4:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO Ciclo: “Robert de Niro vs Benicio del Toro” ”El Padrino II”, Francis Ford Coppola, Estados Unidos, 1974, 200’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

4:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO. Ciclo: “Robert de Niro vs Benicio del Toro” “Huevos de oro”, Bigas Luna, España-Francia-Italia, 1993, 95’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

cine y video

12:00 m. // CINEISMO CINECLUB. Ciclo: “Muñequitos +18” ”El planeta salvaje”, René Laloux, Checoslovaquia, Francia, 1973, 72’ Sala de Cine Luis Alberto Álvarez (10-217)

cine y video

1

2:00 p. m. // Programación especial 10° Festival Internacional de Cine de Oriente “Humana”, Yann Arthus-Bertrand, Francia, 2015, 188’ Lugar: Sala de Cine Luis Alberto Álvarez Invita: Departamento de Extensión Cultural y 10° Festival Internacional de Cine de Oriente

cine y video

miércoles

“Nanting Maste Ga Sonder” (Algo se tiene que romper), Ester Martin Bergsmark, Suecia, 2014, 81’ Auditorio 10-206, Facultad de Educación, Universidad de Antioquia

cine y video

cine y vid eo


miércoles

15

2:00 p. m. // Encuentro con el Cine: Santiago Tabernero conversará con nosotros y presentará su filme “Vida y color” Lugar: Sala de Cine Luis Alberto Álvarez Invita: Departamento de Extensión Cultural y 10° Festival Internacional de Cine de Oriente 12:00 m. // CINEISMO CINECLUB. Ciclo: “Muñequitos + 18” “Sobreviviendo a la vida (teórica y práctica)”, Jav Svankmajer, República Checa, 2010, 106’ Sala de Cine Luis Alberto Álvarez (10-217)

6:00 p. m. // CINE FORO: EN CONSTRUCCIÓN. Ciclo: “Si algo puede salir mal, saldrá mal” “Fargo”, Ethan Coen y Joel Coen, 1996, Estados Unidos, 98’ Sala de Cine Luis Alberto Álvarez (10-217) Bonus Track (Sujeto a cambio) 6:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO Ciclo: “Robert de Niro vs Benicio del Toro” “El cabo del miedo”, Martin Scorsese, Estados Unidos, 1991, 127’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

viernes

24

12:00 p. m. // Cine en el Camilo (UdeA). Ciclo: “Aprender de la guerra” “La patrulla infernal”, Stanley Kubrick, Estados Unidos, 1957, 86’ Lugar: Sala de Cine Luis Alberto Álvarez Invita: Departamento de Extensión Cultural

4:00 p. m. // CINECLUB CINEMAESTRO. Ciclo: “Entre nosotras: cuerpo, raza y migración” “Entre nos”, Gloria La Morte, Paola Mendoza, Estados Unidos, 2009, 80’ Auditorio 10-206, Facultad de Educación, Universidad de Antioquia.

4:00 p. m. // CINECLUB CINEMAESTRO. Ciclo: “Entre nosotras: cuerpo, raza y migración” “El color púrpura”, Steven Spielberg, Estados Unidos, 1985, 147’ Auditorio 10-206, Facultad de Educación, Universidad de Antioquia

21

6:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO. Ciclo: “Cine Latinoamericano” “El topo”, Alejandro Jodorowsky, México, 1970, 125 Sala de Cine Edificio San Ignacio

miércoles

16

2:00 p. m. // Cine Indie. Ciclo: “Símbolo y metáfora: Carlos Saura” “Flamenco, flamenco”, Carlos Saura, España, 2010, 90’ Lugar: Sala de Cine Luis Alberto Álvarez Invita: Departamento de Extensión Cultural y 10° Festival Internacional de Cine de Oriente

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12:00 p. m. // Cine en el Camilo (UdeA). Ciclo: “Aprender de la guerra” “El hijo de Saúl”, László Nemes, Hungría, 2015, 107’ Lugar: Sala de Cine Luis Alberto Álvarez Invita: Departamento de Extensión Cultural

martes

4:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO Ciclo: “Cine Latinoamericano” “El lugar sin límites”, Arturo Ripstein, México, 1977, 110’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

jueves

viernes

22

12:00 m. // CINEISMO CINECLUB. Ciclo: “Muñequitos + 18” “Cheatin”, Bill Plympton, Estados Unidos, 2013, 72’ Sala de Cine Luis Alberto Álvarez (10-217)

4:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO. Ciclo: “Cine Latinoamericano” “Los viajes del viento”, Ciro Guerra, Colombia-Argentina-Alemania, 2009, 117’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

jueves

23

4:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO. Ciclo: “Robert de Niro vs Benicio del Toro” “Licence to Kill”, John Glen, Reino Unido, 1989, 135’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

martes

28

4:00 p. m. // CINECLUB OTRAS MIRADAS: “El jorobado de Notre Dame” Lugar: Sala de Cine Luis Alberto Álvarez Invita: Departamento de Extensión Cultural 6:00 p. m. // CINECLUB PORNÓGRAFOS. Ciclo: “Satoshi Kon” “Tokyo Godfathers”, Satoshi Kon, Japón, 2003, 92’ Sala de Cine Luis Alberto Álvarez, 10-217

6:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO. Ciclo: “Cine Latinoamericano” ”Relatos salvajes”, Damian Szifron, Argentina, 2014, 122’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

29

2:00 p. m. // Cine Indie. Ciclo: “Símbolo y metáfora: Carlos Saura” “¡Ay, Carmela!”, Carlos Saura, España, 1990, 102’ Lugar: Sala de Cine Luis Alberto Álvarez Invita: Departamento de Extensión Cultural y 10° Festival Internacional de Cine de Oriente

12:00 m. // CINEISMO CINECLUB. Ciclo: “Muñequitos + 18” “Anomalisa”, Charlie Kaufman, Estados Unidos, 2015, 90’ Sala de Cine Luis Alberto Álvarez (10-217)

6:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO. Ciclo: “Robert de Niro vs Benicio del Toro” “Godfellas”, Martin Scorsese, Estados Unidos, 1990, 146’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

4:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO. Ciclo: “Cine Latinoamericano” “Cronos”, Guillermo del Toro, México, 1993, 95’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

Cineclubes, cineforos y proyecciones

miércoles

cine y video

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6:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO. Ciclo: “Cine Latinoamericano” “Memorias del subdesarrollo”, Tomás Gutiérrez Alea, Cuba, 1968, 95’ Sala de Cine Edificio San Ignacio


6:00 p. m. // CINECLUB TARDES EN EL PARANINFO. Ciclo: “Robert de Niro vs Benicio del Toro” “Una historia del Bronx”, Robert de Niro, Estados Unidos, 1993, 120’ Sala de Cine Edificio San Ignacio

jueves

2

7:00 p. m. // Temporada de Música Jaibanakus Lugar: Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural

viernes

3

4:00 p. m. // Viernes U Grupo Musical “19 historias” Lugar: Costado sur externo del Museo Universitario Invita: Departamento de Extensión Cultural 6:00 p. m. // Viernes U Recital instrumentistas “Bach” 2017-2 Lugar: Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural

miércoles

15

6:30 p. m. // Temporada de Piano: Carlos Eduardo Betancur (Internacional) Lugar: Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural

sábado

18

5:00 p. m. // Temporada de Piano: Lebensessenz Lugar: Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural

lunes

20

6:00 p. m. // Música Rock Coral UNAL Lugar: Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural

miércoles

29

jueves

30

6:30 p. m. // Temporada de música: Coro Aurumkue Lugar: Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural

6:30 p. m. // Música y Contexto: Plancha Lugar: Auditorio Principal de Extensión Invita: Departamento de Extensión Cultural

expo s i c i o n e s todo el mes Lunes a jueves 10:00 a. m. - 6:00 p. m. / Viernes 10:00 a. m. a 4:00 p. m. // DPEP Exhibición temporal “Paisajes Viajeros”.

Exposición larga duración Colección de Antropología Constituida en 1943, conserva alrededor de 35.000 objetos del patrimonio cultural de Colombia Segundo piso MUUA Organiza: Museo Universitario – MUUA Exposición larga duración Colección de Ciencias Compuesta por una serie de montajes permanentes, temporales y murales enfatiza en especies nativas de animales colombianos Tercer piso MUUA Organiza: Museo Universitario – MUUA Exposición larga duración Colección de Historia Memorias de Una Colección Con esta exhibición se pretende abrir un escenario de diálogo alrededor de los objetos allí expuestos y de todas las situaciones que los rodean Tercer piso MUUA Organiza: Museo Universitario – MUUA Nuevas exposiciones temporales en el MUUA • Desarrollo de las artes Plásticas en Medellín durante las décadas del 70 y el 80, primer pisopiso MUUA • Exposición Voluntariado Cultural. Segundo piso MUUA • Exposición cuarta Convocatoria Creación Auxiliares Administrativos Museo Universitario. Tercer y cuarto piso MUUA • Exposición temporal Niñez y Geografías Humanas expo del Fotógrafo Gabriel Vieira • Exposición temporal EVOCACIONES ATMOSFÉRICAS: entornos de arte y ciencia de la maestra Olga Lucia Hurtado G. Segundo piso Edificio de Extensión

Recitales, temporada de piano, conciertos de cámara y músicas populares

cine y video

6:00 p. m. // Concierto. Orquesta sinfónica 2017-2 Lugar: Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural

cine y video

6:00 p. m. // CINE FORO: EN CONSTRUCCIÓN. Ciclo: “Bonus” “Celda 211”, Daniel Monzón, 2009, España, 113’ Sala de Cine Luis Alberto Álvarez (10-217)

8:00 a. m. - 6:00 p. m. // Exhibición temporal “Reordenamientos”, taller de proyectación. Juan Raúl Hoyos. Semestre Enseñar y aprender el universo Lugar: Hall del Teatro Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural

exposiciones

4:00 p. m. // Viernes U Grupo de Rock Facultad de Medicina Lugar: Costado sur externo del Museo Universitario Invita: Departamento de Extensión Cultural

Olivier Debré - Jean-Gabriel Thénot, conversación en pintura. Lugar: Sala de exhibiciones Edificio San Ignacio (Paraninfo) Invita: Departamento de Extensión Cultural

exposiciones

17

2:00 p. m. // CINE INDIE. Ciclo: “Símbolo y metáfora: Carlos Saura” “Salomé”, Carlos Saura, España, 2002, 86’ Lugar: Sala de Cine Luis Alberto Álvarez Invita: Departamento de Extensión Cultural

m úsica

música

viernes

música

30

música

cine y video

jueves


12:00 m. - 1:00 p. m. // Viernes U: Yoga U de A Sanga Lugar: Césped entre el bloque 5 y el bloque 15, bajo la escultura de María Mulata Invita: Departamento de Extensión Cultural

miércoles

8

8:00 a. m. - 6:00 p. m. // Editorial en tu Facultad (Facultad de Medicina) Lugar: Primer piso, Facultad de Medicina Invita: Editorial Universidad de Antioquia

4:00 p. m. - 5:30 p. m. // Caficultor Invitado: Café Cielo Tostado. Francisco Zuluaga Lugar: Abril café de la librería (Edificio de Extensión) Invita: Editorial Universidad de Antioquia

jueves

9

8:00 a. m. - 6:00 p. m. // Editorial en tu Facultad (Facultad de Enfermería)

1:00 p. m. - 2:00 p. m. // El café y sus métodos. Juan David Benavides (barista) Lugar: Abril café de la librería (Edificio de Extensión) Invita: Editorial Universidad de Antioquia

viernes

10

sábado

11

1:30 p. m. // Viernes U: Recreativo Lugar: Plazoleta Barrientos Invita: Departamento de Extensión Cultural

11:00 a. m. // sábados en Familia: Cursos de Extensión Facultad de Artes (Danza) Lugar: Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural

lunes

20

4:00 p. m. - 5:30 p. m. // Hablemos de cafés especiales colombianos

Lugar: Abril café de la librería (Edificio de Extensión) Invita: Editorial Universidad de Antioquia

viernes

24

10:00 a. m. - 5:00 p. m. // Mercado Agroecológico Lugar: Epopeya de café, a un costado del Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural

10:00 a. m. - 4:00 p. m. // Camión Campus Digital, se compone de siete consolas de PS4 PlayStation, ocho tabletas, espacios para cine-foros, cine y conexión a internet. Lugar: Plazoleta Barrientos Invita: Departamento de Extensión Cultural

re g i o n e s viernes

10

Programa de Formación Lectora, Edipo rey / Antígona de Sófocles Lugar: Sede Sonsón Invita: Editorial Universidad de Antioquia

cine y video viernes

10

5:00 p. m. // ENCUENTRO CON EL CINE Víctor Gaviria conversará con Lucrecia Ramírez y presentará su película “La mujer del animal” Lugar: Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo Invita: Departamento de Extensión Cultural y 10° Festival Internacional de Cine de Oriente

otras opciones

todos los viernes del mes

Lugar: Primer piso, Facultad de Enfermería, Ciudadela Robledo Invita: Editorial Universidad de Antioquia

regiones

regiones

otras opciones

otras opciones

otras opciones





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