SEMANA ORACIÓN CONECTA 2019
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SEMANA ORACIÓN
C/ Fernando Rey 3, Pozuelo de Alarcón, 28223, Madrid, España. [+34] 917 377 737
04-11 MAYO
SÁBADO 04 MAYO
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Pase lo que pase... Permanece Óscar López Teulé
DOMINGO 05 MAYO
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Llevando fruto para su gloria Gabriel Díaz R.
Equipo editorial: Director general Mario Martinelli
LUNES 06 MAYO
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Samuel Gil Soldevilla
Administrador Sergio Mato Coordinación de producción y edición Esther Amigó
Conectados sin interferencias
MARTES 07 MAYO
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Siete verbos... Antonio Martínez
Editores Andrada Oltean José David Pallas Diseño y maquetación Anja Villá
MIÉRCOLES 08 MAYO
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Imágenes Getty Images
Publica: EDITORIAL SAFELIZ Pradillo, 6 - Pol. Ind. La Mina 28770 Colmenar Viejo, Madrid (España) tel. [+34] 918 459 877 fax [+34] 918 459 865 e-mail: admin@safeliz.com www.safeliz.com
Permanecer en el espíritu de verdad Sergio Martorell
JUEVES 09 MAYO
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Yo os elegí Jonatán Bosqued
VIERNES 10 MAYO
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Amigos para siempre Víctor M. Armenteros
SÁBADO 11 MAYO
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Amor por todas partes Richard Ruszuly
Es el encuentro, el conocimiento y la experiencia personal con el Señor de la vida (Juan 17:3).
Querida iglesia: Te queremos proponer una semana distinta. Una semana de «ayuno», de oración, de victoria en Jesús. Para ello hemos escogido el capítulo 15 del evangelio de Juan. Permite que contextualicemos este importante capítulo en unas breves líneas. El capítulo 13 nos presenta a Jesús en el aposento alto:
«Y, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin» (vers. 1). Jesús se levantó de aquella cena, se quitó el manto y, tomando una toalla, lavó los pies de sus discípulos. Judas ya había decidido entregar a Jesús, pero esto no constituyó un impedimento para que Jesús lo intentase salvar hasta el final. Fue una cena triste. Los discípulos tenían muchas preguntas y percibían la tristeza, la gravedad del momento que estaban viviendo junto a su admirado Maestro. Cuando Judas ya se había ido, «Jesús se angustió profundamente» (vers. 21), y les recordó la suprema importancia de amarse los unos a los otros, auténtica evidencia del discipulado cristiano (vers. 35). El capítulo 14 nos presenta la gran promesa:
«Vendré para llevaros conmigo» (vers. 3). No temáis. Soy el Camino, la Verdad y la Vida. Creed en mí. Preciosa promesa. Único camino. Verdad maravillosa. Vida eterna en el Amado. Para que la iglesia entienda cómo se ha de preparar, cómo se ha de vivir la experiencia cristiana, Jesús presentará su séptimo «Yo soy» del libro de Juan. Bienvenido al capítulo 15 de este evangelio:
«Yo soy la vid» (vers. 1). Hay poder en permanecer en la Vid. La Vid es vida… vida eterna. Querida iglesia, te invitamos a permanecer en él. A no perderlo de vista. A conectar con el Salvador de forma especial a lo largo de esta semana a través de este magnífico capítulo bíblico.
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«Yo soy la vid y vosotros las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no podéis hacer nada» (Juan 15: 5)
MEDITACIÓN
Amalia Reta
Juntos haremos grandes cosas Si te pregunto qué es lo primero que haces cada mañana al despertar, ¿cuál es tu respuesta? Y si te pregunto qué es lo último que haces cada noche antes de dormirte, ¿qué me dirías? Tal vez tu respuesta sería «coger el móvil». Dios te dice hoy: «Tengo un plan para ti, igual que lo tuve hace dos mil años para aquellos que me seguían. Y ese plan es que te conectes a mí cada mañana, porque tengo grandes planes para ti. Juntos podemos hacer grandes cosas. ¿Has visto cómo cuelgan los pámpanos de la vid? ¿Has visto el fruto que llevan? Si te unes a mí cada mañana al levantarte y te conectas también a mí al decir adiós al día, yo voy a hacer que puedas dar grandes frutos». Te invito a cambiar el orden de tus prioridades. Dios te dice: «Conéctate a mí». Si lo haces, esa conexión hará que tengas frutos, y frutos que serán para vida eterna.
SÁBADO
04 MAYO
Óscar López Teulé
PASE LO QUE PASE... PERMANECE Poder o rutina Siempre me ha llamado la atención el texto de Pablo cuando afirmó que él no se avergonzaba «del evangelio pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen» (Rom. 1: 16). He de confesar que, para mí, el evangelio no siempre ha sido poder. Recuerdo mi adolescencia y no puedo decir que mi vida religiosa fuese precisamente poderosa. Tampoco veía demasiado poder en la comunidad de creyentes en la que, junto a mis padres, solía congregarme. Si tuviera que elegir una palabra para definir lo que para mí era la religión, no usaría la palabra poder. Quizás aburrimiento. También amistad (¡cuánto me gustaba encontrarme con mis amigos los sábados!). Podría usar la palabra «obligación» o, incluso, «rutina». Pablo hablaba de poder y, aunque he tardado en comprenderlo, ahora sé de lo que habla. El evangelio funciona. Transforma vidas. Cambia caracteres. Solo la presencia del Espíritu en la vida del creyente puede causar tal efecto. Hay quien, a pesar de llevar toda la vida «en la iglesia» aún no ha experimentado tal poder. Hay quienes, a pesar de congregarse todos los sábados, siguen definiendo
mal el evangelio. A lo apasionante lo llaman rutinario y al poder del Espíritu lo limitan a la convicción de la verdad.
¿En Cristo o por nuestra cuenta? La declaración del evangelio de Juan es fascinante. Jesús declara que el fruto es el resultado de la permanencia, al igual que «no podéis hacer nada» es el resultado de estar separados de él. Simple. Permanecer en Cristo o separarse de él son dos formas antagónicas de vivir la religión. Una basa la vivencia en la relación con él a través de su Palabra, la búsqueda del conocimiento de su Persona y la aplicación de su enseñanza a la vida diaria. La otra fundamenta su vivencia religiosa en el esfuerzo, los méritos y la observancia externa de la ley. Pablo mencionó a este último grupo cuando, escribiendo a los creyentes de Galacia dijo: «Aquellos de entre vosotros que tratáis de ser justificados por la ley habéis roto con Cristo» (Gál. 5: 4). Ellen White nos advierte del peligro de vivir una vida religiosa sin Cristo: «Muchos tienen la idea de que deben hacer alguna parte de la obra solos.
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Confiaron en Cristo para obtener el perdón de sus pecados, pero ahora procuran vivir rectamente por sus propios esfuerzos. Mas todo esfuerzo tal fracasará […] Nuestro crecimiento en la gracia, nuestro gozo, nuestra utilidad, todo depende de nuestra unión con Cristo. Sólo estando en comunión con él diariamente y permaneciendo en él cada hora es como hemos de crecer en la gracia. Él no es solamente el autor de nuestra fe sino también su consumador. Ocupa el primer lugar, el último y todo otro lugar. Estará con nosotros, no sólo al principio y al fin de nuestra carrera, sino en cada paso del camino» (CC, pág. 69). Los efectos de una religión sin Jesús son muy peligrosos y, sin embargo, lamentablemente, hay quienes todavía no han conocido a Jesús y no han experimentado el poder del evangelio en su vida. Las Epístolas neotestamentarias abundan en ejemplos de personas que, aunque se llamaban cristianos y se congregaban con otros creyentes, no estaban experimentando un verdadero cambio (conversión) de su carácter. Pablo dijo que «Para nada cuenta estar o no estar circuncidados; lo que importa es ser parte de una nueva creación» (Gál. 6: 15).
¿Imposible? Jesús enseñó que lo que «Para los hombres es imposible […] para Dios todo es posible» (Mat. 19: 26). Nacer de nuevo es una expresión que nos recuerda a la conversación nocturna que Jesús mantuvo con Nicodemo (Juan 3: 1-9). Aquel hombre, «maestro de Israel», preguntó algo que, aunque nos resulta obvio, no deja de ser una pregunta oportuna: «¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo?»
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SEMANA ORACIÓN CONECTA 2019
«Pero ahora que habéis sido liberados del pecado y os habéis puesto al servicio de Dios, cosecháis la santidad que conduce a la vida eterna»
No, no puede. «¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer?» No, claro que no. Ellen White formula la siguiente declaración: «No hay poder en vosotros para resistir la tentación o para crecer en la gracia o en la santidad» (CC, pág. 68). ¿Será que Jesús se estaba refiriendo precisamente a esas cosas cuando pidió que permaneciéramos en él? Sin Cristo, no hay poder para resistir la tentación.
Sin Cristo, no podemos entender, ni crecer en la gracia. Sin Cristo, no se puede experimentar la verdadera santidad. El apóstol Pablo afirmó: «Pero ahora que habéis sido liberados del pecado y os habéis puesto al servicio de Dios, cosecháis la santidad que conduce a la vida eterna» (Rom. 6: 22). ¿Liberados del pecado? Entramos en el terreno de lo imposible para los hombres, pero posible para Dios... Quizá necesitaríamos descalzar
nuestros pies para, en el Espíritu, poder comprender este importante tema.
Santificación, obra del Espíritu Se define el proceso santificador del Espíritu Santo como «la implantación de la naturaleza de Cristo en la humanidad» (PVGM, pág. 316). No es algo que se produzca de la noche a la mañana. No es algo puntual que se recibe en el momento del bautismo. Es el resultado (fruto) de la permanencia en Jesús. Pablo afirma que «somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor» (2 Cor. 3: 18) a medida que, por la fe, fijamos la mirada en Jesús a través de su Palabra. Ellen White escribió: «Cristo espera con un deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su pueblo, entonces vendrá él para
reclamarlos como suyos» (EUD, pág. 36). Lejos de asustarnos, este pensamiento debería hacernos desear permanecer en Jesús. El carácter de Cristo perfectamente reproducido en nosotros no es fruto de nuestro esfuerzo. Es gracia. Es un proceso, una vivencia. Es el resultado del encuentro diario, constante, íntimo entre lo divino y lo humano. Es permanencia, no superficialidad. Es entrega y no solo afiliación. Es poder… no simple convicción.
maquillar, modificar su apariencia sin Jesús… pero Jesús no está hablando de religión superficial. Él propone algo más. Separados de mí no podéis hacer nada.
Vida sin Cristo
Porque Jesús no vino para hacer cambios menores en nuestra vida sino para transformar nuestro corazón. Porque Jesús no es SOLAMENTE el Cordero de Dios que perdona el pecado del mundo (¡Gloria a Dios por el perdón!). Él es el Cordero de Dios que QUITA el pecado del mundo… porque lo que es imposible para mí, es posible para Dios.
Claro que hay cosas que el hombre puede hacer sin Jesús. No quiero contradecir al Maestro, pero hemos visto y conocido a muchas personas que son [aparentemente] felices sin fe. Sabemos de gente a las que les va [bien] sin Cristo. Hay quien, en nombre de la religión, sin Jesús en el corazón, puede hacer mucho daño. Uno puede intentar dejar de pecar sin Jesús. Uno puede conseguir cambiar,
Una religión sin Cristo es una religión sin poder. Una religión sin Cristo justifica el pecado. Cristo, vence el pecado. Porque pecado no es lo que hago, es lo que soy. Puedo dejar de hacer cosas malas sin Cristo, pero solo en Cristo puedo ser transformado. Es «Cristo en vosotros, la esperanza de gloria» (Col. 1: 27), porque «separados de mí no podéis hacer nada».
DINÁMICA DE GRUPO
MOMENTOS DE ORACIÓN
Formar grupos de tres o cuatro personas y reflexionar juntos:
AGRADECIMIENTO
1.
«Sin mí no podéis hacer nada» (Juan 15: 5) vs «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Fil. 4: 13).
1.
Porque el evangelio es poder.
2.
¿Hacia dónde dirigiré mi esfuerzo? ¿Viviré obsesionado con dejar de pecar o decidiré permanecer en Cristo por la fe?
2.
Porque en Cristo todo es posible.
3.
Porque somos más que vencedores en Cristo Jesús.
3.
Compara la cita: «Cristo espera con un deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos» (EUD, pág. 36) con el texto de Romanos 8: 29 «Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos». ¿Qué tienen en común estos dos pasajes?
4.
PETICIÓN 1.
Por el derramamiento del Espíritu Santo.
2.
Por la pronta venida de Jesús.
Lee 1 Juan 3: 1-6. ¿Ayuda el texto que hemos compartido a entender de forma clara el significado de este pasaje?
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«Yo soy la vid y vosotros las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no podéis hacer nada» (Juan 15: 5)
MEDITACIÓN
Janet Ribera
Necesidad del Espíritu Santo 3 Juan 2: “Amado, ruego en oración que así como te va bien espiritualmente, te vaya bien en todo y que tengas buena salud.” Cuando me encuentro con citas como éstas, me hacen reflexionar: “La obra de la reforma pro salud es el medio del Señor para disminuir el sufrimiento en el mundo y para purificar a su iglesia” CRA, pág. 549. El objetivo del mensaje de salud, es aclarar la mente para discernir la verdad y preparar el cuerpo para servir a Dios con mayor eficacia. Y, «Ahora se necesitan todas las facultades del cuerpo y la mente. La obra de Dios lo requiere [...]» (1TI, pág. 414). Pero, ¿existe relación definida entre la salud del cuerpo y de la mente, y el discernimiento espiritual? ¿Es posible que la intemperancia esté siendo un impedimento para que se derrame el Espíritu Santo? Las personas llenas del Espíritu Santo son el templo de Dios. ¿Nos hemos detenido alguna vez a pensar en las implicaciones que esto tiene en nuestra vida? “¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios está en vosotros?” 1 Cor. 3:16-17. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo…, glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” 1 Cor. 6:19-20. ¿Qué es lo que el Espíritu Santo hace por nosotros? Todo lo que tenga un valor eterno en esta vida y en la eternidad viene a través de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. Si queremos estar unidos a Jesús, como la vid, necesitamos la ayuda del Espíritu Santo para conseguirlo. Dios está deseando concedérnoslo.
DOMINGO
05 MAYO
Gabriel Díaz R.
LLEVANDO FRUTO PARA SU GLORIA Crecí en una zona rural de mi país hasta los 14 años. El pastor de nuestra pequeña iglesia regaló a mi padre una valiosa semilla de un árbol que había traído como presente de un viaje a California. La semilla fue plantada en el mejor lugar de la huerta, se le dieron los mejores cuidados; era el árbol más mimado de la familia pero, tristemente, pasaron los años, tres, seis, diez… y no dio fruto. Es posible que también hayas pasado una experiencia similar: querer ver o probar el fruto de un árbol, quedando decepcionado porque aquel árbol, por alguna razón, no produjo el fruto deseado. Según los expertos existen varias razones por las cuales una planta o un árbol que debiera dar fruto no lo produce. Entre esas razones se hallan: 1. El clima, el cual debe ser el propicio para la especie plantada. 2. Los nutrientes, quizás la calidad del suelo no sea la óptima. 3. El agua, esta no puede ser escasa, pero tampoco deber ser más de la que la planta necesita. 4. La polinización, tal vez ignores que algunas plantas llegan a ser estériles porque su polen no logra realizar la fecundación. Y habrá más razones por las cuales un árbol que debiera llevar fruto no lo haga.
El fruto en la vida del discípulo La palabra «fruto» aparece ocho veces en solo cinco versículos del capítulo 15 del evangelio de Juan, y en todas ellas se usa o asocia a la buena salud o vitalidad que goza la rama que permanece unida al árbol (15: 2, 4, 5, 8 y 16). En el Nuevo Testamento «fruto» aparece más de sesenta veces.
I. El fruto como resultado natural de estar unido a la vid (vers. 4 y 5). Por lo que Jesús expresó a sus discípulos cuando se refirió a la parábola de la vid, deja claro que el fruto no es el resultado de nuestro esfuerzo, talento o habilidades, sino que es el resultado natural de estar injertados en él, la fuente de vida y poder. Solo puede llevar fruto el pámpano que está verdaderamente unido a la vid, ya que la savia del tronco principal fluye por la rama injertada. Ellen White afirma: «Nuestro crecimiento en la gracia, nuestro gozo, nuestra utilidad, todo depende de nuestra unión con Cristo. Sólo estando en comunión con él diariamente y permaneciendo en él cada hora es como hemos de crecer en la gracia» (CC, pág. 69).
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II. El fruto es para gloria del Padre (vers. 8). ¿Hojas o frutos? El sarmiento o rama no puede estar orgulloso de llevar fruto, pues su fructificación es el resultado de estar conectado a la corriente vital, por ello el Padre es glorificado cuando ve en el creyente el fruto del Espíritu Santo, así como Jesús en todo glorificó al Padre (Juan 17: 1-11). «Mi Padre es glorificado si dais mucho fruto» (Juan 15: 8). El Salvador no invita a los discípulos a trabajar para llevar fruto. Les dice que permanezcan en él «… Por la Palabra es como Cristo mora en sus seguidores» (DTG, pág. 631). «Cuando los profesos cristianos hacen ostentación de sus hojas de profesión delante de los ojos de otros, no hay verdadero fruto para la gloria de Dios» (AFC, pág. 134). Muchos viven una vida cristiana de apariencia, dan mucha importancia a la expresión externa de su fe (comida, vestido, participación en programas, etc.), pero su vida no está escondida con Dios en Cristo (Colosenses 3: 1-3). Así buscan su propia gloria y no la del Padre.
III. El fruto llega a ser una prueba de autenticidad (vers. 8). Jesús, a este respecto, dijo: «Por sus frutos los conoceréis» (Mat. 7: 20). Si los pámpanos no llevan frutos son pámpanos falsos. «Su separación de Cristo entraña una ruina tan completa como la representada por el sarmiento muerto» (DTG, pág. 630). Solo servirá tal pámpano infructífero para ser cortado y echado al fuego. «La vida de la vid se manifestará en el fragante fruto de los sarmientos […] los frutos del Espíritu se verán en nuestra vida; no faltará uno solo» (DTG, pág. 630). De su interior, «brotarán ríos de agua viva» (Juan 7: 38), «… dentro de él ese agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna» (Juan 4: 14). Jamás un pámpano podrá ser
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infructífero si está injertado; si permanece unido a la vid, su fruto será permanente y será una bendición para todos aquellos con quienes se cruce en el día a día.
El fruto que debe llevar el discípulo Cuando leo el llamamiento a llevar fruto viene a mi mente la pregunta ¿qué clase de fruto estamos llamados a llevar?, ya que la palabra fruto, fruto, fruto, resuena como un imperativo ineludible. Mi pensamiento me lleva a tres frutos básicos en la vida de todo discípulo:
I. El fruto del Espíritu Santo. «En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas» (Gál. 5: 22-23). Quien revele en su vida estas cualidades sin duda lleva un fruto que glorifica al Padre. «La vida de Cristo en vosotros produce los mismos frutos que en él […] lleváis fruto según la semejanza de Cristo» (DTG, pág. 631).
II. Fruto de servicio. «Quien quiera servirme debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará mi siervo. A quien me sirva, mi Padre lo honrará» (Juan 12: 26). Un discípulo sigue a su Maestro y hace las obras de su Maestro. Él mismo declaró: «El Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir» (Mat. 20: 28). Una vida de servicio a Dios, a su iglesia y al prójimo, es la evidencia de un cristiano que lleva fruto y glorifica así al Padre. «El estar en Cristo significa recibir constantemente de su Espíritu, una vida de entrega sin reservas a su servicio» (DTG, pág. 630).
III. Fruto de almas. «Por tanto, id y haced discípulos de todas las naciones» (Mat. 28: 19). El sabio Salomón declara: «El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana almas es sabio» (Prov. 11:30, RVR1960). El discípulo que ha experimentado el perdón de sus pecados, que permanece en comunión con su Salvador, no puede estar quieto sin aprovechar toda oportunidad para testificar de la salvación en Jesucristo. Como Jesús declaró en dos ocasiones refiriéndose a quien ha bebido del agua de vida, quien ha permitido que la savia divina fluya por su alma, «el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él ese agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna» (Juan 4: 14, 7: 38). Has recibido de gracia, da generosamente de gracia (Mat. 10: 8).
El fruto no es una opción para el discípulo Quizás, para el árbol de mi historia, llevar fruto sea una opción, pero para el discípulo es una evidencia necesaria, no es una opción en ningún caso, es un resultado natural.
I. Llamados para llevar fruto. «Mi Padre es glorificado si dais mucho fruto, mostrando así que sois mis discípulos» (Juan 15: 8). No habla de un fruto accidental, sino de «mucho fruto». Jesús declaró: «Es abundante la cosecha, pero son pocos los obreros. Pedidle, por tanto, al Señor de la cosecha que mande obreros a su campo» (Luc. 10: 2). Necesitamos ver los campos blancos, no podemos ni debemos seguir encerrados en nuestras iglesias, si nuestro evangelio no es un evangelio práctico, si no alumbramos en la oscuridad del mundo y nos tomamos
en serio ser la sal y la luz del mundo, el fruto de las almas no se verá en nuestras iglesias. «Recibiréis poder y seréis mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hech. 1: 8). Necesitamos ese poder que nos capacita y para ello debemos permaner en Él.
II. El fruto como característica del discípulo. El fruto no es algo casual que no deba esperarse, sino todo lo contrario, fuimos llamados para llevar fruto y que ese fruto permanezca (Juan 15: 16). Jesús dijo: «[…] si dais mucho fruto» (vers. 8). Un verdadero discípulo se multiplica, testifica de lo que ha ocurrido en su vida, la savia vital ha transformado su vida y no lo puede callar. «Lo que ha sido desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos, esto os anunciamos […]. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo» (1 Juan 1: 1-3).
III. Satanás quiere impedir el fruto. Él está interesado en que seamos improductivos y no glorifiquemos a nuestro Padre, «Satanás se esfuerza constantemente por mantener la atención apartada del Salvador, a fin de impedir la unión y la comunión del alma con Cristo» (CC, pág. 71). Solo existe una vía para que como creyentes llevemos fruto, la permanencia en Cristo; separados de él, nada bueno puede ocurrir, (Juan 15: 5). Por el contrario, si no permanecemos unidos, injertados, ligados a la vid, lo único que haremos será desparramar (Mat. 12: 30), por muy buenas que puedan ser nuestras intenciones. Ellen White menciona cuatro armas utilizadas por el enemigo para separarnos del Señor y así impedirnos la fructificación (ver CC, pág. 71). 1. Los placeres de este mundo. 2. Los cuidados y perplejidades de esta vida. 3. Nuestras propias faltas e imperfecciones. 4. Las faltas ajenas.
DINÁMICA DE GRUPO Formar grupos de cuatro personas y leer Juan 15: 2, 5, 8 y 16; cada uno un versículo.
DIALOGAR
Conclusión Solo hay dos opciones. No existe una zona neutral. La cuestión está en someternos a Cristo y dejar que sus cuerdas de amor nos atraigan y nos aten (Ose. 11: 4), permanecer en él para llevar mucho fruto y que el Padre sea glorificado. Así, la tormenta no puede arrancar el sarmiento. Las heladas no pueden destruir sus propiedades vitales. Nada es capaz de separarlo de la vid. De otro modo, nos convertimos en pámpanos secos, sin vida y sin fruto. Si el pámpano está unido superficialmente a la vid, falta la conexión vital. Entonces no habrá ni crecimiento ni fruto. Puede existir una relación aparente. como asistir a la iglesia, participar en una actividad, ser miembro del coro, u ostentar un cargo importante, pero no habrá frutos, no se verá el carácter de Cristo en nuestras vidas. La unión, la permanencia en él produce frutos preciosos en nuestras vidas, te invito a permanecer.
MOMENTOS DE ORACIÓN En los mismos grupos de cuatro personas (u otra dinámica a elegir).
1.
Orar por las cinco personas de la lista de oración (Tarjeta de intercesores).
2.
Orar por una familia que hace mucho no viene a la iglesia (usar nombre).
1.
¿Por qué crees que Dios espera que llevemos fruto?
2.
Como discípulo, ¿posees los tres tipos de fruto comentados hoy?
3.
Orar por dos jóvenes de la iglesia (nombre propio y enviarle un mensaje cariñoso).
3.
Personalmente y como familia, ¿que nos está impidiendo llevar fruto?
4.
Orar solicitando sentir la necesidad del Espíritu Santo en nuestras vidas.
4.
¿Qué cosas debo poner a un lado para ser un pámpano que lleve mucho fruto?
5.
Orar por el Día de Impacto y demás proyectos misioneros locales y nacionales.
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«Así tampoco vosotros podéis dar fruto si no permanecéis en mí» (Juan 15: 4) «Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he comunicado» (Juan 15: 3)
MEDITACIÓN
Madalina Cristea
Permanecer en Jesús Jesús vino a este mundo oscuro y lleno de pecado para traer esperanza. “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, este lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer”. Juan 15:5. Jesús quería que comprendiéramos que sin conectar con él nada somos. Dejemos que él entre en nuestras vidas cada mañana a través de la oración. Si permanecemos en él seremos transformados. Y al igual que Pedro, Juan y Andrés llevaremos el amor de Dios a los que nos rodean. Me gusta imaginarme en los momentos en que Jesús transmitía, con tanto amor, sus mensajes. Oír su voz diciendo: “permaneced en mí” nos hará que amemos como él nos ha amado. Conectados a la vid verdadera, cada día, nos ayudará a vivir en la voluntad de Dios llevando el mensaje de esperanza a nuestra sociedad que tanto necesita de él.
LUNES
06 MAYO
Samuel Gil Soldevilla
CONECTADOS SIN INTERFERENCIAS Falsas vides Parece que hoy en día la Biblia tiene abundante competencia. Si te pregunto cuántas veces miras el móvil al día seguramente me dirás un número más bajo del real. ¡Es que ni nos damos cuenta! • Un 92% de españoles tiene un smartphone. Somos, con Singapur, la primera potencia mundial en penetración de estos dispositivos. • Los españoles consultamos el móvil más de 150 veces al día (a ver si aguantas leyendo este artículo hasta el final sin tocar el móvil). WhatsApp, redes, notificaciones, juegos, plataformas de contenidos audiovisuales… • Las estadísticas de consumo televisivo en España señalan que cada espectador está una media de cuatro horas al día frente al televisor. • Netflix empleará este año más de 8.000 millones de dólares para conseguir tu atención. • Amazon ha invertido una cifra parecida (en 2017 invirtió 4.500 millones).
• Apple tiene un presupuesto en contenidos que supera los 1.000 millones. La cuarta revolución industrial es tecnológica. Las cuatro compañías más grandes en capitalización bursátil son Google, Facebook, Amazon y Apple. Las aplicaciones de tus marcas y compañías te quieren. Se nutren de tus datos. Dependen de tu atención. Tu mirada es su negocio. Cuanto más tiempo te posean, mejor. Y todo eso va tan rápido que ni lo percibimos. Así, la voz de Dios apenas se escucha entre tanto ruido. Hay demasiadas interferencias a nuestro alrededor. La conexión con Jesús, la vid verdadera, tiene cortes de señal constantes. ¡La cobertura se nos va… a otro sitio!
¿A quién te conectas? Jesús sabía que cada época tiene sus interferencias, y ya hace 2000 años nos advirtió de que, si no estamos conectados a él, seremos incapaces de tener una vida fructífera: «Así tampoco vosotros podéis dar fruto si no permanecéis en mí» (Juan 15: 4). No tengo ninguna duda de que la tecnología está transformando y
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de-construyendo la manera en la que nos relacionamos unos con otros, con lo que nos rodea, y también nuestra experiencia cristiana. La tecnología no es mala, la cuestión es hacia dónde nos lleva. Qué nos aporta. Cómo la consumimos (o nos consume). Hablo de la tecnología, pero esas interferencias, cortes de conexión, ruidos, etcétera pueden ser cualquier otra cosa que te esté impidiendo fundamentar tu vida en Dios. En ocasiones me aterroriza la idea de estar viviendo una experiencia cristiana que aparente brillo y luz, como unos granos de uva apetecibles, pero que por dentro solo haya vapor y vacío. ¿Permanezco en Dios o en mí mismo? ¿De quién dependo? Esta es la pregunta detrás de los primeros versículos de Juan 15. «Tienes fama de estar vivo», dice Juan, «pero en realidad estás muerto» (Apocalipsis 3: 1). No me interesa un formato religioso estático, o solo estético. No quiero un cristianismo envasado. Ni actuar porque siempre se ha hecho así. Quiero estar sumido en Cristo, no consumido en las cosas. Sumergido en su Vida, en su Palabra, en su Reino; no enredado y perdiéndome el proyecto lleno de fruto que Dios tiene para mi vida. ¿Dónde están hoy las Ester, los Daniel, los Pablo…? ¿Dónde están los que se enchufan antes a la oración que al móvil? ¿Los que dedican un tiempo a la lectura bíblica antes que a la novela de moda? ¿Dónde están aquellos cuya atención y mirada busca a Jesús antes que al espejo? ¿Dónde estás? ¿Dónde hundes tus raíces? ¿En qué o quién permaneces? ¿Qué mensajes consumes? ¿De qué se alimenta tu mente y corazón? Si ves que tu hermano tiene una vida
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#AyunoDigital
sin fruto..., por favor, avísale. Dale un codazo o una colleja. Si ves que eso me pasa, aunque me incomodes, hazlo. Sé que todavía hay esperanza. Acuérdate de la Vid verdadera. Recuérdale a tu hermano/a para qué estamos aquí. Recuérdame Quién dio su vida por mí. Aunque su cruz no tuviera luces de neón sé que le necesito. Ayudémonos unos a otros a mirar a Jesús. Dirijámonos hasta él en primer lugar para conectarnos y recibir vida. Vida en abundancia. Vida fructífera.
Llamamiento Te propongo #AyunoDigital, ayuno de todo aquello que produce interferencias con Cristo. A veces me veo a mi mismo, en el sábado, con el móvil en la mano, navegando sin
rumbo por la red. Cuánto necesito a un discípulo valiente que me rescate:
has vivido con Jesús durante la semana.
“¡Ey, conéctate a Jesús y evita ser cortado de la Vid!”
¿Una semana pobre espiritualmente? Entonces no esperes que tu sábado sea espectacular. Si durante la semana no hablo con mi mujer, no la escucho, no paseamos, no nos besamos, no dedicamos tiempo y espacio a cuidar nuestra relación... ¿qué puedo esperar?
Pon el móvil, o lo que sea que suponga una barrera en tu conexión diaria con Dios, en #ModoAvión; ¡como si nos fuésemos volando con el Maestro! Limita el impacto de la tecnología, las aplicaciones y todo aquello que consideres que te distrae de Jesús. Hay lugares a los que solo se puede llegar prestando atención a las direcciones del Camino. Dios te regala 1.440 minutos cada día. Aunque estés en contacto con él más de una vez, resérvale en exclusiva al menos 15 minutos (¡te quedan 1425!). Tu experiencia del sábado es directamente proporcional a cómo
Abandona el ruido de tus quehaceres y conéctate a la Fuente de alimentación verdadera. Tu vida va a cambiar. Lee la Biblia, fundamento de tu fe. Háblale en oración, echa sobre él todas tus necesidades y preocupaciones. Permanece en Jesús (Juan 15: 4). Ya has sido limpiado por su Palabra (15: 3). Disfruta, ten una vida llena de frutos (15: 2).
DINÁMICA DE GRUPO Juan 15: 1-4 recoge las significativas palabras de Jesús que hemos analizado. En ellas se nos invita a permanecer en Cristo, a estar conectados a la Vid verdadera. El versículo 3 dice que la palabra que nos ha comunicado nos ha limpiado. El mensaje del evangelio, la buena noticia de lo que Dios ha hecho y puede hacer en nuestra vida, es un mensaje demasiado relevante como para esconderlo entre cuatro paredes.
1. Valora: ¿Qué es lo que más te impacta del mensaje de salvación?
2. Cambia: ¿Qué puedes hacer para mejorar tu conexión diaria con Dios?
3. Actúa:
4. Conectados en oración:
¿Cómo podemos levantar la Cruz en un mundo con tantas interferencias?
Por la relevancia de nuestro mensaje de manera personal, como iglesia local, nacional y mundial.
SEMANA ORACIÓN CONECTA 2019
15
«Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis, y se os concederá. Mi Padre es glorificado si dais mucho fruto, mostrando así que sois mis discípulos» (Juan 15: 7-8)
MEDITACIÓN
Marta Reta
Pilas cargadas El reloj que me despierta cada mañana, la tostadora que dora el pan, la nevera que conserva la fruta fresquita, la hervidora que calienta el agua para mi infusión preferida, el ordenador desde el cual envío decenas de correos electrónicos, ¡mi teléfono móvil! Sí, sí, ese pequeño aparato sin el cual parece que no podemos vivir, y así un largo etcétera. Somos más dependientes de los enchufes de lo que nos gustaría. Necesitamos que todos nuestros dispositivos estén cargados o conectados para poder empezar el día y, cuando digo todos, me refiero a todos, incluso los que no se acoplan a la pared. Si no afrontamos el día enchufados a nuestra gran fuente de energía, ¿cómo podremos funcionar? Necesitamos mantenernos conectados a Dios para VIVIR (así, con mayúsculas), para poder dar lo mejor de nosotros, siempre por y para él. No salgas de casa sin asegurarte de que tu mente y tu corazón están al 100 % de batería, batería de la buena.
MARTES
07 MAYO
SIETE VERBOS...
Antonio Martínez
Son palabras de Jesús, que salen de su corazón –«de la bondad que atesora en el corazón» (Luc. 6: 45). Nos las dice a cada uno de nosotros, individualmente, y también a nuestras familias. En estas palabras, que son la base de nuestra reflexión de hoy, encontramos siete verbos magníficos. Ya sabemos que los verbos son el núcleo de una frase. Los verbos expresan muchísimo. Los que aquí encontramos son: • Permanecer • Pedir • Querer • Hacer
• Glorificar • Dar • Ser
Permanecer «Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen…» En este versículo, una vez más, se nos refiere la necesidad de permanecer. Nosotros vivimos en una sociedad que viene y va en medio de ideas cambiantes, modas, filosofías… Por el contrario se nos exhorta a permanecer, a ser estables, duraderos. Sin permanecer nos
diluimos y no somos consistentes ni fiables. Jesús desea que lo consigamos, y se va a mostrar interesado en que comprendamos cómo podemos lograrlo: a través de sus palabras: «si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros». Cuando sus palabras son tomadas en nuestro corazón, leyéndolas, reflexionándolas, aplicándolas a nuestra vida, entonces permanecemos en él y él en nosotros. Nuestra vida devocional, personal y familiar, va a ser por tanto fundamental para que esto tome forma de realidad. Si cada mañana nos acercamos al trono de la gracia, obtendremos una gran convicción de su presencia a lo largo del día, permaneceremos en él y viviremos el día con él.
Pedir «pedid todo lo que…» Jesús nos invita a pedir. Eso es porque él quiere dar. Este verbo nos viene a decir que a Dios le encanta darnos todo lo que pueda contribuir a
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«Es el Padre, que está en mí, el que realiza sus obras»
nuestra realización como individuos y como familias. ¡Qué bonito sería si cada mañana pensáramos en Dios como quien nos da, y quiere seguir dándonos, lo que necesitamos!
Querer «… lo que queráis» Hay que reconocer que a veces queremos cosas absurdas. Algo importante es comprender que Dios desea que le pidamos bien. Y eso solo lo conseguiremos permaneciendo en él a través de su Palabra. Si no es así, podemos llegar a pedir tonterías («para satisfacer vuestras propias pasiones» [Sant. 4: 3]). Cuanto más permanezcamos en él, más profundas y certeras serán nuestras peticiones. Pablo asevera que los seres humanos, sin Jesús, nos movemos «impulsados por nuestros deseos pecaminosos» (Efe. 2: 3). Dios nos llama, con nuestras familias, a pedirle «lo bueno, lo que le agrada y lo perfecto» (Rom. 12: 2, LBLA). ¡Él quiere darnos lo mejor!
Hacer «y se os concederá» Según la versión RVR1960, «os será hecho». Es este un verbo muy común. Forma parte de nuestra vida cotidiana. Continuamente estamos haciendo algo, afanados en alguna cosa, sea por nuestro trabajo, preocupaciones o necesidades. El verbo hacer nos acompaña desde nuestra edad más temprana. Pero he aquí que en el texto se produce un giro inesperado: «os será hecho».
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SEMANA ORACIÓN CONECTA 2019
O sea, que quien hará es Dios. Ya Jesús nos había dado, en el capítulo anterior, un dato muy esclarecedor: «Es el Padre, que está en mí, el que realiza sus obras» (Juan 14: 10). ¡Cuántas veces hemos fracasado individualmente y en el ámbito de nuestra familia por querer hacer nosotros, por no dejarle hacer a él! Jesús nos invita a cambiar el sistema, ya que se ha demostrado ineficaz.
Glorificar «mi Padre es glorificado»
Encontramos un texto realmente esclarecedor en la Epístola de Pablo a los Corintios: «Porque habéis sido comprados por precio, glorificad, pues, a Dios» (1 Cor. 6: 20, RVR1960). Nos habla de la causa por la que debemos glorificar a Dios. Y es que Dios, en su Palabra, nos enseña la relación entre muchas causas y muchos efectos: «Cada uno cosecha lo que siembra» (Gál. 6: 7). ¿Y qué recogemos cuando glorificamos a Dios? Humildad, sabiduría, gozo, gratitud, deseos de servirle… Dios no necesita que le glorifiquemos: «¿Traerá el hombre
provecho a Dios? Al contrario, para sí mismo es provechoso el hombre sabio» (Job 22: 2, RVR1960). Cuando un cristiano da gloria a Dios, cuando una familia da gloria a Dios, cosecha cosas valiosas y Dios se goza en ello. ¿Queremos fomentar la humildad, la sabiduría, el gozo, la gratitud, el espíritu de servicio en nuestro hogar? No olvidemos dar gloria y honra a nuestro Creador y Salvador, verbalizando nuestra gratitud y nuestras alabanzas en el seno de nuestro hogar.
Dar «si dais mucho fruto» Pero hay algo que glorifica de una forma especial a nuestro Dios: que demos fruto; o mejor dicho, que demos «mucho fruto». Dios te ofrece su «savia», llena de las mejores propiedades, llena de nutrientes poderosos. Te la ofrece
para que puedas tener «vida en abundancia» (Juan 10: 10) y para que puedas compartirla a través de unos frutos que lo van a glorificar. Pidamos a Dios que nos haga fructíferos en nuestra familia y en medio del mundo.
Ser «mostrando así que sois mis discípulos» Me gusta que esta secuencia termine con el verbo ser. Es un verbo fundamental que toca la esencia, nuestra verdadera realidad. Todos somos. Esto es consustancial con el hecho de existir. Pero, ¿qué somos? Eso es lo que marca todas las diferencias. Jesús desea que seamos sus discípulos, que sigamos su ejemplo, anhelando su carácter. Y a nivel familiar, una familia que vive el discipulado, que intenta seguir el ejemplo de Jesús, crecerá en su forma de pensar, de sentir y de actuar. Eso
es lo que desea Dios para cada una de nuestras familias. Quiere hacer familias a imagen de Jesús, y eso es realmente el cielo en la tierra.
… y un condicional Los textos que nos han servido de base para nuestra reflexión empiezan con el uso de un condicional: «Si…». Este «si…» nos dice que tenemos opción, que la decisión es nuestra. Podemos elegir permanecer en Jesús y que sus palabras permanezcan en nosotros (o no), pedirle buscando su voluntad (o no), permitir que sea el protagonista de nuestra vida (o no), dejándole actuar en ella (o no), darle gloria y alabanza con un espíritu de gratitud (o no), ser fructíferos por su gracia en nuestras vidas (o no). En realidad es elegir entre un camino que nos lleva al SER o un camino que nos lleva al NO SER para nosotros y nuestros hogares. ¡Que nuestra elección sea un SÍ firme, decidido, con la mirada fija en Jesús y en un futuro que empieza ya!
DINÁMICA DE GRUPO Formar grupos de siete personas distribuyéndose entre ellos los siete verbos mencionados, y pedirle al Señor que pueda convertirlos en una experiencia real en cada familia.
4. Hacer:
Por ejemplo:
Que Dios pueda hacer en nuestras vidas todo lo que él desea, y que se lo dejemos realizar a nivel personal y con nuestras familias.
1. Permanecer:
5. Glorificar:
Que permanezcamos en Jesús a través de la Palabra y la oración, dedicando un tiempo diario a la comunión con nuestro Dios.
Que nuestra vida sea una vida de gratitud y de alabanza, y que eso sea lo que se viva en nuestro hogar.
2. Pedir:
6. Dar:
Que sepamos pedir lo verdaderamente valioso al gran dador de la vida para el crecimiento de nuestras familias.
Que demos mucho fruto en medio de nuestro hogar y en medio del mundo.
3. Querer:
7. Ser:
Que pueda el Señor transformar nuestros deseos, nuestros impulsos, nuestra voluntad.
Que lleguemos a ser los discípulos que Jesús desea, estudiosos de su carácter y siguiéndole junto a nuestros seres queridos.
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«Cuando venga el Consolador, que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él testificará acerca de mí. Y también vosotros daréis testimonio, porque habéis estado conmigo desde el principio» (Juan 15: 26-27)
MEDITACIÓN
Marta Sainero
Unidos a Cristo venceremos Las Palabras de Jesús aún resuenan... están registradas en su Palabra: En algunas ocasiones hemos de hacer frente a situaciones que nos hacen estar preocupados, tristes, afligidos, llenos de dudas y de temor, pero el Señor nos dice... “si permanecéis en mí”, “si os apoyáis en mí”, “si estáis unidos a mí”, os sentiréis seguros. Además podremos hacer frente a cualquier situación adversa que pueda acontecernos y todo revertirá en entusiasmo, fortaleza, alegría, salud. Nuestro comportamiento reflejará el carácter de nuestro Maestro. El Señor nos pide que estemos atentos a su voz y prestos a obedecer sus mandamientos ya que en ellos se encuentra la base de nuestro comportamiento a seguir hacia Dios y nuestro prójimo. Además nos dice: “Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado”. Juan 15:12. Cuando hacemos esto nuestra vida transcurre en forma positiva. Estamos siguiendo el ejemplo de nuestro Señor, quien durante su vida terrenal manifestó siempre sentimientos de amor y bondad hacia sus semejantes. A veces es difícil mostrarnos comprensivos y amables hacia aquellos que nos hacen daño con su forma de actuar, pero si deseamos ser fieles seguidores de nuestro Maestro hemos de ser bondadosos, pacientes, misericordiosos y estar dispuestos a perdonar en cualquier circunstancia. Unidos a Cristo venceremos y llevaremos mucho fruto. “Sin mí, nada podéis hacer”. Juan 15:5.
MIÉRCOLES
08 MAYO
Sergio Martorell
PERMANECER EN EL ESPÍRITU DE VERDAD Hay unas muñecas rusas de madera, llamadas matrioska, que se encuentran huecas y en su interior contienen una nueva muñeca, y esta a su vez a otra, en un número variable que puede ir desde cinco hasta el número que se desee. Lo llamativo es que todas son una copia de la más grande que las alberga a todas. Además, todas las muñecas incluidas en una matrioska deben ser construidas a partir del mismo bloque de madera, para que la expansión, la contracción y la humedad sean idénticas en todas. Sin esta precaución las diferentes dilataciones romperían las muñecas, ajustadas milimétricamente unas en las otras.
¿Llenos o vacios? Esto me recuerda lo que Jesús dijo en Juan 14: 20 «yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros». Sabemos que Jesús pudo realizar un ministerio perfecto porque él siempre permaneció en su Padre y el Espíritu Santo lo llenó, y él pudo llenar la vida de todos los que permanecieron en él. Como carpintero experimentado transformó existencias llenas de las espinas del pecado, enderezando vidas retorcidas y agrietadas por el dolor, lijando los nudos provocados
por los golpes y amputaciones del conflicto con el mal, para crearnos de nuevo a su imagen. Formados de su misma madera: «Yo soy la vid y vosotros las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no podéis hacer nada» (Juan 15: 5). Como cristianos, podemos decidir vivir como una matrioska solitaria, sin estar en Cristo, ni en el Padre, y sin que nos llene el Espíritu, pero entonces nuestra vida no cumplirá el propósito para la que fue creada. Estaremos sin protección, expuestos a los golpes, roces e inclemencias de la existencia, ya que no nos cubrirá la protección del Padre, ni la de Jesús. Aunque lo más triste es que nuestra vida interior estará oscura, vacía y estéril, porque no nos llenará el Espíritu Santo ni su fruto, que es «amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio» (Gál. 5: 22-23). Ellen White advierte: «si dejamos de relacionarnos con Dios, no podremos seguir siendo alumnos en la escuela de Cristo. Como consecuencia, perderemos interés en las otras almas por las cuales él también murió» (RP, pág. 41). Separados de Cristo y vacíos
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del Espíritu y su fruto nada podremos hacer. Esto es lo que les pasó al levita y al sacerdote de la parábola del buen samaritano, pasaron de largo, sin sentir la más mínima misericordia por el moribundo (Luc. 10: 31-32). Eran sacerdotes de Dios, pero el texto recalca que “se desviaron”, alejándose de Dios, viviendo una religión formalista, llena de normas y mandamientos, pero sin amor al prójimo.
«Yo pediré al Padre, y os dará otro Consolador para que os acompañe siempre: el Espíritu de verdad»
Es lo mismo que Cristo puede estar diciéndonos hoy a muchos de los que nos sentamos en los bancos de esta iglesia y, permitidme que parafrasee el texto en presente, «Porque tengo hambre, y no me dais nada de comer; tengo sed, y no me dais nada de beber; doy forastero, y no me dais alojamiento; necesito ropa, y no me vestís; estoy enfermo y en la cárcel, y no me visitáis. […] Os aseguro que todo lo que no hacéis por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hacéis por mí» (Mat. 25: 42-43, 45).
El abogado defensor Jesús les dijo a sus discípulos que la única solución a esta falta de amor y misericordia, la solución a toda religión formalista, es ser dirigido por el Espíritu. Nosotros no podemos transformar una mente y unos sentimientos deformados desde el nacimiento por nuestra naturaleza caída. Dios sabe que no poseemos el amor ágape, un amor que ama incluso a los enemigos que buscan tu muerte. Jesús sabe esto, sabe que no podemos transformarnos a nosotros mismos, por eso nos manda al Parakletos, que significa “aquel que es invocado” (de para-kaléin, “llamar en ayuda”); y, por tanto, el defensor, el abogado, además de el mediador, que realiza la función de intercesor.
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SEMANA ORACIÓN CONECTA 2019
Así que podemos llamar al Parakletos, el Abogado defensor. Jesús fue el primer Parakletos, el primer Abogado defensor que nos rescató del pecado dando su vida en rescate por nosotros y ascendiendo al Santuario celestial para continuar esa labor desde el trono. Pero antes de irse prometió: «Yo pediré al Padre, y os dará otro Consolador para que os acompañe siempre: el Espíritu de verdad» (Juan 14: 16-17). El Espíritu Santo es el segundo Parakletos, con una estrecha afinidad con el Padre y con Cristo. No en vano Juan ve en medio del trono de Dios: «Entonces vi, en medio de los cuatro seres vivientes y del trono y los
ancianos, a un Cordero que estaba de pie y parecía haber sido sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra» (Apoc. 5: 6). Esta imagen intenta plasmar la íntima relación entre la acción de Cristo (Cordero) y del Espíritu (siete ojos) para ayudarnos a vencer el pecado. Ellen White lo expresa así: «La extirpación del pecado es un acto del alma. En su gran necesidad el alma clama por un poder que no posee en sí misma y que viene de lo alto; y por medio de la operación del Espíritu
Santo, las facultades superiores de la mente quedan imbuidas de fortaleza para librarse de la esclavitud del pecado» (FV, pág. 93).
Dar testimonio La principal labor del Espíritu es dar testimonio de la verdad y de Cristo. Pero lo quiere hacer a través de nosotros, desde dentro, es transformarnos con la verdad a imagen de Cristo. Por esto también se representa al Espíritu en Apocalipsis con «siete lámparas de fuego» (Apoc. 4: 5). Estas lámparas eran sostenidas en alto por los siete brazos del candelabro, que representan a las siete iglesias (Apoc. 1: 20). Con lo cual, la labor de la iglesia es sostener en alto la lámpara que, según Salmos 119: 105, es la Palabra de Dios. Toda la Biblia ha sido inspirada por el Espíritu (2 Ped. 1: 21), que es el aceite
que llena la lámpara (2 Sam. 16: 13). La mecha de lino, que se hacía con las vestiduras viejas de los sacerdotes, somos tú y yo, a los que Cristo ha perdonado sus pecados y nos ha revestido de su perfecta justicia (Apoc. 19: 8). Como sumo sacerdote encargado de arreglar las lámparas (Éxo. 30: 7-8), Jesús espera encontrarse contigo cada amanecer y cada anochecer, estudiando en la lámpara de su palabra, empapándote del aceite del Espíritu. Con sus tenazas de oro (1 Reyes 7: 49) el quitará los pecados que manchan tus vestiduras de lino y te introducirá más profundamente en su Palabra, la sabiduría del Espíritu Santo empapará tu mente y comprenderás claramente el proyecto de Dios para tu vida. Ese día serás una mecha viva, y tus pensamientos, palabras y actos serán una poderosa luz del cielo para todos los que te rodean.
DINÁMICA DE GRUPO
Literalmente, esto es lo que experimentaron los apóstoles en el día del Pentecostés. Temprano por la mañana, mientras oraban, dice Hechos 2: 3-4 que «Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo» (Hech. 2: 3-4). Jesús en el cielo llenó de aceite las lámparas, y ellos eran “las mechas vivientes” que por muchos días estudiaron la Palabra, se arrepintieron de sus pecados y se pidieron perdón unos a otros. El Espíritu los empapó y se convirtieron en la luz del mundo. Jesús está esperando que tú y yo hoy seamos esa mecha viva, que demos el último mensaje de esperanza al mundo. El secreto es encontrarte con Jesús cada día. Él nos asegura: «Y también vosotros daréis testimonio, porque habéis estado conmigo desde el principio» (Juan 15: 27).
MOMENTOS DE ORACIÓN
Hacer grupos o de manera individual.
1.
Agradecer a Dios todo lo que ha hecho hasta hoy en tu vida.
Teniendo en cuenta que Jesús dice que daremos testimonio porque hemos estado con él desde el principio.
2.
Rogar un encuentro transformador diario con Cristo.
3.
Pedir ser lleno del Espíritu Santo, y que te muestre lo que debe ser abandonado.
4.
Reconocer la necesidad de una transformación plena de tu vida, y una vivencia práctica del fruto del Espíritu (amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio).
1.
¿Cómo es tu relación diaria con Cristo? ¿Cuánto tiempo le dedicas?
2.
Analiza los tres tipos de amor más importantes según los griegos (eros, filio y ágape)
3.
¿Cuál crees que predomina en nuestra sociedad? ¿Cuál piensas que predomina en tu vida?
4.
¿De qué tipo de amor crees que quiere llenarte el Espíritu Santo y para qué?
SEMANA ORACIÓN CONECTA 2019
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«No me escogisteis vosotros a mí, sino que yo os escogí a vosotros y os comisioné para que vayáis y deis fruto, un fruto que perdure. Así el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre» (Juan 15: 16)
MEDITACIÓN
Nancy Figueras
Quédate a mi lado Jesús siempre te sorprenderá; sobretodo porque sus pensamientos se generan mucho más arriba que los nuestros, y porque su visión de nuestras vidas se proyectan de modo panorámico. La vid, representaba al mismo pueblo de Israel; pueblo amado y protegido por Dios; que a pesar de todos los cuidados recibidos terminó dando uvas amargas (Is. 5). Y Jesús, Dios hecho hombre, la hace suya. Él mismo se representa ahora: “Yo Soy la vid”. Y para ser fuerte y desarrollarse necesita de un apoyo firme, que le guíe hacia arriba y le permita dar frutos en abundancia. Jesús se apoya en Dios. Dios sustenta a su Hijo. Son uno en un mismo trabajo: que la Vid crezca, se multiplique, se llene de ramas cargadas de fruto. Tú y yo somos las ramas, los sarmientos que unidos a la Vid, podrán ver cómo da fruto; y fruto en abundancia. Jesús dice..“ no os preocupéis si me voy; estamos unidos a pesar de lo que pueda pasar”, “ no os separéis de mi, porque entonces no podréis hacer nada.”... Un sarmiento cortado de la vid muere. Esto no es un proceso esporádico, solo a ratos. O solo cuando llegan las lluvias, arrecia el viento o asoma alguna plaga; sabe que nunca puede separarse del tronco. Esto es una relación continua, diaria. No te separes de Jesús, sigue conectado a él. Crecer lleva tiempo; y si estás aferrado a la Vid verdadera no temas, él hace que llegue el alimento, te cuida, te hace fuerte y renueva tus fuerzas. Si hay que podar, Dios se encargará. Lo importante es permanecer.
JUEVES
09 MAYO
YO OS ELEGÍ
Jonatán Bosqued
El 21 de julio de 1969 millones de personas seguían en directo lo que estaba sucediendo a más de 380.000 Km de distancia en nuestro satélite, la Luna. La expectación era grande ya que entre los objetivos de la misión del Apolo 11 estaba el que por primera vez en la historia de la humanidad un ser humano caminase por la superficie de la Luna. Eran las 2: 56 UTC cuando, a través de las pantallas de televisión de medio mundo, millones de personas pudieron escuchar las palabras que pronunció el comandante de la misión, Neil Armstrong, al colocar su pie izquierdo sobre la superficie lunar: «Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad». Sin duda alguna ese primer paso y primera huella en la superficie de la Luna marcó un antes y un después en la historia de la exploración del espacio. Pero como casi todas las grandes historias, su comienzo se remonta a mucho antes, con el origen de sus protagonistas. Armstrong nació el 5 de agosto de 1930 en la granja de su abuelo en Ohio, Estados Unidos. Muy pronto,
a la edad de dos años, se despertó en él un interés entusiasta por volar cuando su padre lo llevó a las Carreras Nacionales Aéreas de Ohio. A partir de ese momento, esa pasión le acompañaría a lo largo de su vida. Se graduó en ingeniería aeronáutica, fue aviador naval, piloto de cazas a reacción, piloto de pruebas y finalmente, en 1958, fue seleccionado por el programa de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos para llevar un hombre al espacio. En 1960 fue elegido como miembro del grupo de pilotos asesores y, en 1962, fue escogido como uno de los siete pilotos que podría viajar al espacio. Finalmente, ese mismo año, fue seleccionado para unirse al segundo grupo de astronautas de la NASA. Todo esta sucesión de elecciones y selecciones culminó en ese primer paso que quedó grabado en la memoria y en los anales de la exploración del espacio: «Es un pequeño paso para un hombre...». Ese pequeño paso de Armstrong, que sirvió de inspiración para generaciones de exploradores, se había ido fraguando con trabajo duro, pasión, ilusión, pero nunca se habría llevado a cabo sin la elección, que le dio la oportunidad de ponerse a los mandos de esa apasionante misión.
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Elegidos
«nuestro amigo»
Las palabras de la Biblia que hoy nos inspiran hablan precisamente de elección, centrando la acción en quien se presenta como «nuestro amigo» (vers. 14 y 15), Jesús. Es aquí donde radica lo excepcional, donde se percibe con poder el amor de Dios que, habiéndose hecho hombre, se acerca al ser humano para decirle: Vosotros sois mis amigos, y no sois vosotros los que me habéis elegido a mí, sino que yo he sido el que os ha elegido a vosotros (vers.15, 16). Muchas veces nuestra mirada se pasea sobre las palabras sin llegar a percibir su profundidad y trascendencia. Una profundidad en la que el Creador del universo quiere tansmitir a la humanidad su deseo de entablar una amistad, para la que él ya nos ha elegido. Ser elegidos para algo bueno nos produce una gran satisfacción, tanto en lo personal como en lo profesional, en cualquier etapa de la vida. Pero sin duda hay dos en las que esa elección se vive con auténtica pasión: la niñez y la juventud. Etapas de la vida en las que más necesitamos sentir la amistad auténtica y la aceptación del grupo.
Nuestros jóvenes La vida del joven es intensa en prácticamente todos los aspectos de la vida. Época de descubrimientos, conocimiento, fuerza, sueños… pero también dudas, incertidumbre, necesidad de saber quién es uno mismo y necesidad de pertenencia.
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SEMANA ORACIÓN CONECTA 2019
¿Te acuerdas de cuando llegaba la hora de jugar un partido de fútbol, baloncesto, voleibol o de hacer equipos para algún tipo de juego? Generalmente dos personas se encargaban de escoger los equipos y muchas veces eran los que mejor jugaban o los más populares. La sensación de ser elegido por la persona con la que querías estar era espectacular, te sentías bien, importante, aceptado. De alguna forma, las palabras de Jesús quieren hacerte parte de su historia, sin importar tu procedencia, estatus social, género, edad,
experiencia, altos y bajos en la vida. Él te ha elegido para ser su amigo y esa elección está destinada a dar un fruto que permanezca. Justo al comienzo del capítulo, Jesús utiliza la metáfora de la vid y los pámpanos. Únicamente si las ramas están conectadas a la planta, podrán dar fruto: de lo contrario, terminarán marchitándose y muriendo. Algo parecido sucede hoy con los teléfonos móviles de última generación. Tienen cientos de miles de aplicaciones a su disposición, multitud de tareas que pueden
realizar pero, en el momento en el que quedan desconectados de la de la red, pierden su capacidad y generan frustración. Hasta tal punto esto nos condiciona, que muchas personas eligen sus destinos de vacaciones en función de la conexión. Conociendo la realidad del ser humano, Dios quiso dejarnos ejemplos en su Palabra de lo que pasó con personas a las que él eligió como amigos y que a su vez decidieron vivir en conexión con él. Personas como Noé, Abraham, José, Moisés, David, Ester, Samuel y Pablo entre muchos otros. Cada historia, como cada persona, es
un mundo: pero el poder de Dios es el mismo ayer, hoy y siempre.
«No hay duda de que Jesús subió por ellos».
Volviendo al inicio, Neil Armstrong, el primer hombre en caminar sobre la Luna, fue un cristiano profundamente comprometido. En 1988 tuvo la oportunidad de viajar a la ciudad de Jerusalén y allí le pidió a Thomas Friedman, profesor experto en arqueología bíblica que le pudiese guiar por la ciudad a los lugares donde se pudiese tener la certeza que había caminado Jesús.
Armstrong, emocionado, le dijo: «Para mí significa más haber pisado estas escaleras que haber pisado la Luna».
Su guía le llevó, entre otros, a los restos del templo de Herodes el Grande, donde todavía se conservan los peldaños que constituían la principal entrada del templo y le dijo:
Conclusión ¿Te gustaría saber lo que Dios podría llegar a hacer en tu historia? Te invito a aceptar cada mañana, cada tarde y cada noche la elección y la amistad que te ofrece el Creador. Te invito además a vivir en una conexión real que vaya transformando tu vida a través de los frutos que él irá produciendo en ti.
MOMENTOS DE ORACIÓN Hoy te quiero invitar a realizar la siguiente dinámica de oración:
1. Piensa en los niños y jóvenes de tu iglesia. Posiblemente, hasta desconozcas cómo se llama alguno de ellos.
2. Aprende sus nombres y salúdales cada sábado cuando les veas.
3. Ora por al menos cinco de ellos y sus familias, durante esta semana.
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«Os digo todo esto para que seáis tan felices como yo. Y esto es lo que os mando: que os améis unos a otros, así como yo os amo a vosotros. Nadie muestra más amor que quien da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os mando. Ya no os llamo sirvientes, porque un sirviente no sabe lo que hace su jefe. Os llamo amigos, porque os he contado todo lo que me enseñó mi Padre» (Juan 15: 11-15, TLA adaptada)
MEDITACIÓN
Tiani Figuereo
Aferrados a Jesús Me encanta el texto de Juan 15: “yo soy la vid verdadera y mi padre es el labrador” y “nosotros somos sus pámpanos” Qué maravilla, visualizo a Jesús como una vid robusta, grande, sana, y nosotros sus pámpanos. Ahí, enganchados como un niño al pecho de su madre, conectados a esa sabia de vida, para dar mucho fruto. No se nos pide menos. ¡Se nos dice mucho fruto! Esta conexión íntima con Jesús, no solo llena de frutos nuestra vida, también nos abre una puerta directa al Padre (v.17). Somos transformados en este abrazo constante con Cristo, atravesando pruebas de cuya dureza sólo tú conoces. Pero has puesto toda tu esperanza y confianza en él, mientras recibimos la sabia vivificante de su espíritu: Amor, paz, paciencia… Frutos que transforman tu vida interior, convirtiéndote en un instrumento en sus manos, con frutos perdurables, visibles y tangibles en todas las áreas de tu vida: familiar, personal, ministerial, etc. Así que no tengas miedo, te espera una experiencia maravillosa y única con él. ¡Solo mantente conectado a su vid y sé ese pámpano que lleva mucho fruto para dar vida a otros!
VIERNES
10 MAYO
Víctor M. Armenteros
AMIGOS PARA SIEMPRE Escena primera Hoy corren tiempos revueltos, pero teníais que haberlo visto entonces. Bueno, algunos lo vivisteis y seréis memoria de mis palabras. 1992 fue el año de las Olimpiadas de Barcelona. La ciudad se puso guapa (“Barcelona posa’t guapa” era el lema municipal de aquel momento) y, como una adolescente en la fiesta de final de curso, se engalanó de luz y tolerancia, de color y diversidad, de esplendor y generosa hospitalidad. Fueron días inolvidables. Las ramblas se inundaron de deportistas: gigantescos baloncestistas con etiqueta de “Dream teams”; hipermusculados atletas de peso y pesas, diminutos gimnastas de pálida piel y ojos rasgados. Turistas y residentes sentimos la narcotizante hipnosis de una ciudad que presumía de ser, por unos días, la capital del mundo. Se nos encogió el alma cuando el arquero Antonio Rebollo lanzó su flecha al pebetero olímpico. Recogimos nuestros corazones tras la llama y nos embargó el orgullo que produce dar en el blanco. Nos aunamos con los desfiles y, quién lo diría hoy, incluso con los abanderados monárquicos. Fueron días únicos, auténticos que
causaron impronta en todo el país. Hubo un momento final que aún me llena de emoción. Josep Carreras y Sarah Brightman cantaron “Amigos para siempre” (“Amics per sempre”) y pensamos que era posible el respeto y afecto entre los pueblos. Creímos que podíamos, además de ir más rápido, llegar más alto y ser más fuertes («Citius, altius, fortius»), ser mejores personas (¿Optimum?). Nos sentimos en fraternidad con el universo y pensamos que duraría “para siempre”. No fue así. Hoy corren tiempos revueltos y, en nuestra vuelta a los principios bíblicos que dan perspectiva, hemos de reflexionar acerca de la verdadera amistad y del compromiso con la benignidad. Lo mejor de lo que pueden reflejar nuestras vidas ya se encuentra escrito en la Biblia. Mensajes sencillos para ser vividos y disfrutados. Uno de esos mensajes que, por cotidiano, parece irrelevante debe ser fortalecido en nuestras comunidades porque nos CONECTA con lo mejor del ser humano. Nos referimos a la AMISTAD. La Santa Escritura presenta algunas facetas de este afecto que se convierte en sentimiento, relación y, finalmente, en principio. Hablaremos de tres de estas facetas.
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I. Fraternidad Un ejemplo de amistad como el de Jonatán y David nos remite a tiempos de inocencia y adolescencia. El joven príncipe, Jonatán, a fuerza de relacionarse con el pastor de pelo cobrizo, David, comprendió que era un hombre de Dios y surgió la sintonía entre ambos. Los dos eran líderes, valientes, creyentes y tenían posibilidades de acceder al trono. La magnanimidad de Jonatán (generosidad escasa en las autoridades de nuestros días) y la pasión de David entretejió una amistad tan intensa que bien se podría haber pensado que eran hermanos. Y es que, la verdadera fraternidad, no necesita de vínculos de sangre sino de vínculos divinos. La relación generó un compromiso: ser amigos para siempre (1 Sam. 18: 2-3). Y Jonatán juró que sería así. Tal acción nos hace pensar en lo relevante que es comprometerse, que las formas también generan estabilidad. Vivimos tiempos de miedo a muchas cosas y uno de ellos tiene que ver con el deber, la responsabilidad adquirida tras ser buscada. La tiranía del like, del somos amigos mientras me gustas o mientras me interesas, nos impregna de dopamina pero no de permanencia. Lo de Jonatán y David no era una foto de Instagram porque duró mucho más que un instante. David mantuvo ese compromiso de amistad incluso tras la muerte de Jonatán. Y cuidó de Mefibóset, hijo tullido del príncipe fallecido, como recuerdo de aquella sana e intensa relación. Pedro (2 Ped. 1: 7) nos anima en la escalera de santificación de un cristiano a practicar el afecto fraternal. Creo que, sin dudarlo, podría haber dicho: “Fijaos en Jonatán y David, Esos sí que eran amigos.
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Amigos entre sí y amigos de Dios. Su relación les ayudó a ellos y a muchos”. El asunto es bien fácil, solo hay que mantener y alimentar esas amistades que nos acompañan desde la infancia o que se nos han incorporado a lo largo de los años y que nos hacen crecer en fe.
II. Sororidad Es la palabra de moda tras los escándalos de abusos en diferentes lugares del mundo. Sororidad (soror en latín significa “hermana”) es símbolo de esfuerzo colectivo y vínculo. Y es bueno que correspondamos la amistad con los ideales porque ésta es mucho más que una relación autocomplaciente. Hemos de indicar, sin embargo, que éste no es un fenómeno reciente. En la Biblia hallamos diferentes historias de sororidad, una de ellas es la de Noemí y Rut. Noemí era una viuda sin hijos. Rut era una viuda que abandona a su familia por acompañar a su suegra. Eran dos personas desasistidas socialmente. El término que se emplea para estos grupos en la Biblia es anawim (los pobres, los marginados, las viudas, los huérfanos, etc.). Pero se tenían la una a la otra. Aunque Noemí (que significa “Consolación”, Chelo para los amigos) pensó en cambiarse de nombre por Mara (que significa “Amargada”) tuvo a su lado a una amiga (que es lo que significa Rut) para superar aquel trance. Cuando la joven moabita dice que el Dios de su suegra será su Dios y que su pueblo será el de ella, encontramos la sororidad en mayúsculas. Y juntas, con Dios, salieron adelante. Ambas se encuentran en el árbol genealógico del Mesías.
No son tiempos fáciles para las mujeres porque detrás de los discursos de igualdad y oportunidades se viven muchas irregularidades. La sana amistad, con el objetivo de mejorar a las personas, debiera ser un punto relevante en las agendas de nuestras iglesias. Además de fortalecer las relaciones entre “noemíes” y “rutes” debemos potenciar la participación honesta y cooperativa de “boozes” (y no tanto yendo de rescatadores de débiles damiselas como de colaboradores con los hijos e hijas de Dios).
III. “Amorosidad” Juan 15 supera cualquier expectativa. Lo hace porque no era necesario que Jesús quisiera ser nuestro amigo, ya teníamos suficiente con ser salvos por su sacrificio. Pero a Jesús le gusta ir más allá, vivir al verdadero límite. Y nos propone que, tras conocerlo, seamos amigos. Es una amistad que surge y fluye del amor divino, del principio que ordena y relaciona todas las cosas. Él, Dios, se agacha hasta nosotros, nos mira a los ojos y nos dice: “¿Quieres que seamos amigos?” Lo hace de forma tan normal que nadie diría que es el Rey de reyes, el Altísimo, el Todopoderoso pero es que a él le gusta ser el Generoso, el Cercanísimo, el Amigo de amigos. Paulo Freire, hablando de las cualidades de un educador de verdad, dice que tiene que poseer “amorosidad”. O sea, que no solo debe manifestar afecto fraternal (fraternidad), objetivo de mejora (sororidad) sino, además, transformación y esperanza. En Juan 15, Jesús CONECTA con nosotros por medio de su “amorosidad”. Genera una relación de afecto que nos proporciona apego. Propone un vínculo de crecimiento que nos
oferta horizonte. Y practica el amor de verdad que nos salva, nos cambia, nos hace sabedores de soluciones y nos embarga de esperanza. Esa “amorosidad” de Jesús la necesitan hoy día nuestra iglesia y nuestro planeta. Estamos cansados de mujeres y hombres que viven como lobos y necesitamos de hombres y mujeres que vivan como personas, como buenas personas. Debiéramos tratarnos como si nos quisiéramos (es una ironía pero también es un desafío) porque el camino de la actitud a la actuación es mucho más corto de lo que pensamos. Además, no sabéis lo bien que sienta. En palabras del mismo Jesús: «Os he dicho esto para que tengáis mi alegría y vuestra alegría sea completa» (Juan 15: 11 ). Y él sabe de lo que habla.
Escena última Hoy corren tiempos revueltos pero
tenéis que verlo cuando llegue. Bueno, algunos lo vivieron en visión y los tenemos en la memoria por la Palabra. No sabemos el momento pero tenemos la certeza de que será el año de la Fiesta del Universo. La tierra se pondrá guapa (“La terra és maca” será el lema a partir de aquel momento) y, como una novia en su boda, se engalanará de luz y respeto, de color y armonía, de esplendor y generosa redención. Serán días inolvidables. Las calles se inundarán de salvos: gigantescos idealistas con etiqueta de soñadores; hiperemocionados creyentes con poso y sin poses, diminutos niños de rosada piel y ojos “googleados”. Los celestes y los terrestres sentiremos el vibrante gozo de un planeta que presumirá de ser, por siempre, la capital del universo. Se nos encogerá el alma cuando el jinete, Jesús, abra los cielos. Recogeremos nuestros corazones tras el silencio y nos inundará la plenitud que produce ser salvos. Nos aunaremos con los desfiles y, quién lo diría hoy,
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incluso con el Rey de reyes que nos abanderará. Serán días únicos, auténticos que causarán impronta en todo el cosmos. Habrá un momento final que aún me embarga de emoción con solo pensarlo. Todos juntos porque, por efecto de la transfiguración, todos seremos divos, cantaremos el canto del Cordero y constataremos que seremos “Amigos para siempre” (“Amics per sempre”). Sabremos que es real el respeto y el afecto entre los pueblos. Sabremos que no solo podremos, además de ir más rápido, llegar más alto y ser más fuertes (“Citius, altius, fortius”), ser mejores personas (¡Excelsior!). Nos sentiremos en amorosidad con el universo y constataremos que durará “para siempre”. Y será así. Hoy corren tiempos revueltos y, en nuestra vuelta a los principios bíblicos que dan perspectiva, hemos decidido fortalecer la verdadera amistad y el compromiso con la benignidad. ¡Amigos para siempre!
MOMENTOS DE ORACIÓN
Reunirse en grupos de tres o cuatro.
AGRADECIMIENTO
Imaginad que en la iglesia nos tratáramos como si nos quisiéramos. Sin lugar a dudas, afectaría nuestras relaciones. Bajo esa suposición:
1. Por la fidelidad de los miembros de nuestra iglesia.
1. ¿Cómo hablaría de los otros?
2. Por las capacidades recibidas (dones y talentos) que vivifican nuestras congregaciones.
2. ¿Cómo me comportaría con los demás?
PETICIÓN
3. ¿Qué haría por mis hermanos?
3. Por el incremento de la fraternidad, la sororidad y la
4. ¿A qué me comprometería por mis amigos? Jesús nos pide que vayamos más allá de la relación con los amigos o los hermanos en la fe, nos insta a llegar hasta los demás y los otros.
“amorosidad” en nuestra iglesia.
4. Por el compromiso con la misión y el anhelo de hacer diaria la relación con Dios.
5. ¿Qué aporta la “amorosidad” en este proceso?
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«Mi mandamiento es este: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. El amor supremo consiste en dar la vida por los amigos» (Juan 15: 13-14, BLP)
MEDITACIÓN
Vanesa Rodríguez
¿Quién es quién? “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la cultiva. Si una de mis ramas no da uvas, la corta; pero si da uvas, la poda y la limpia, para que dé más.” (Juan. 15, 1-2). Una vid requiere tres cosas: 1. Un viñador que la cuide. 2. Un viñador que la pode. 3. Ramas que produzcan frutos. Olvidamos con frecuencia quién se encarga de dar fruto y de igual manera olvidamos quién se encarga de la labor de podar y cortar. El fruto no es propio de la rama, sino de la vid. Se entiende que si la rama no lleva fruto es porque no está en conexión permanente con la vid, le faltan nutrientes, tiempo… Cuando las ramas dependen del alimento que la vid les suministra cumplen su función de dar fruto, porque las ramas solo viven para producir frutos. Es así como se hace evidente esta unión, el fruto es el resultado de permanecer en Cristo. Es nuestra satisfacción y felicidad permanecer en la Vid. La tarea de nuestro Padre es cuidarnos y encargarse de cualquier poda que sea necesaria para aumentar nuestra productividad. No hace falta tener conocimientos de jardinería para saber que podar mal un árbol hace que sufran, se debiliten, enfermen y mueran. La mala costumbre de cortar o desmochar las ramas evidencia el necesario arte de un jardinero profesional que pode para un crecimiento vigoroso y una mejor cosecha. No nos corresponde a nosotros esta labor porque lo único que conseguiremos será perpetuar un legado patético que lleva a la fealdad, al juicio y el riesgo de la vida de la planta. Es el Padre quien se encarga de podar, es necesario para dar fruto, pero si no da frutos, el mismo Padre tiene la responsabilidad de cortar, porque solo él conoce los tiempos y la valía de cada una de las ramas.La mejor de las opciones y la única para vivir en abundancia y dar fruto es, no soltarnos del árbol, no creernos jardineros, y estar dispuestos para dar los mejores frutos.
SÁBADO
11 MAYO
Richard Ruszuly
AMOR POR TODAS PARTES Somos adventistas y estamos proclamando la cercanía del glorioso día de Cristo, nuestro Redentor. ¡Oh, cuánto anhelamos ese día cuando veremos a Cristo cara a cara! ¡Será inolvidable! Efectivamente, toda la eternidad recordaremos ese instante: «en un abrir y cerrar de ojos» (1 Cor. 15: 52), la voz de Cristo llamará de lo profundo de la tierra a los que recibirán cuerpos inmortales. Imagínate: luz celestial, cánticos angélicos y vacaciones de 1.000 años en la Nueva Jerusalén. Es inconcebible lo que nos espera, algo que «ningún ojo ha visto» (1 Cor. 2: 9). Y todo está preparado para nosotros, los que venceremos la tibieza espiritual y nos sentaremos con Cristo en su trono. «Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono» (Apoc 3: 21). Bueno, cada vez que hablamos de su pronta venida, en la trayectoria de predicaciones proféticas adventistas, inclinamos la balanza hacia ciertas señales: guerras, calamidades, hambruna, terremotos, e incluimos la predicación del evangelio al final de todo. ¿Nos damos cuenta de que falta algo? Pocas veces he oído hablar de esto como un asunto profético… ¡Qué triste!
La realidad es que no se percibe como una de las señales sustanciales que acontecerá muy cerca del final de los días. Hay que predicar sobre un estado lamentable en el mundo: el amor se congelará. Así lo profetiza la voz amorosa de Cristo: «El amor de muchos se enfriará» (Mat. 24: 12). El amor de mucha gente. No de todos. Lo positivo es que el amor no desaparecerá. Pero los corazones se endurecerán. Así nos lo dice el apóstol Pablo: «en los últimos días […]. La gente estará llena de egoísmo y avaricia,… despiadados, enemigos de todo lo bueno» (2 Tim. 3: 1-3).
¿Cómo puede resurgir el amor verdadero hacia Cristo? I. Amando, porque así te dejarás llevar Aparece el debate: si es mandamiento, es obligatorio. Si es un consejo, es para tomarlo o dejarlo según las circunstancias. Por mucho que nos cueste aceptarlo Cristo relaciona el amor con el deber. El amor es un mandamiento porque cuando amas sufres, sacrificas, soportas (1 Cor. 13) incluso cuando no es justo. Va más allá de lo razonable.
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Sin amor no se puede vivir. La novedad en el mandamiento brilla porque Cristo se pone como ejemplo. ¡Eso lo facilita! «Como yo». Es una acción visible. El primer paso lo da Cristo. Él nos ama en su plan de rescate (Apoc. 13: 8) aun sabiendo que le daremos la espalda. No condiciona su dadivosidad en función de nuestra respuesta. Amar como Cristo es lanzarse para liderar la vía de la reconciliación. Para Cristo, romper el egoísmo tuvo un precio incalculable. Las primeras evidencias fueron que lo perdió todo en una cruz. Ser colgado en la oscuridad por gente que se burlaba de él y escupía en su santa cara. Morir entre ladrones y criminales, como lo proclamaba Isaías: «Se le asignó un sepulcro con los malvados, y murió entre los malhechores aunque nunca cometió violencia alguna, ni hubo engaño en su boca» (Isa. 53: 9). Reflexionamos en ello: es difícil amar así. De hecho, seamos francos: ES IMPOSIBLE. Ese amor no proviene de nosotros. Nadie quiere experimentar golpes e insultos. Todos tenemos límites. Pero, ahí está el Hijo de Dios, manso y humilde. ¡Precioso en su manera de tratar con los pecadores! Buscando a los perdidos por los cuales vino a dar su vida. Amar «como yo», implica, verlo en la Última Cena, amando hasta el fin; es decir, humillándose por no perder a ningún Judas traidor, y por no dejar fuera a ningún Pedro cobarde. Así «como yo», podría significar que, si quieres ser pescador de hombres, deberás dejar tu barco en la orilla. Ese barco… tu comodidad y tu lógica. Para volver al amor que una vez tuvimos, ese amor que nos conquistó
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el alma cuando conocimos a Cristo, deberíamos renunciar a nuestros argumentos egoístas. Meditar más en la salvación espiritual de los demás. Cuando nos dejemos atraer por su amor, seremos llevados lejos de la indiferencia.
«Amad a vuestros enemigos […] para que seáis hijos de vuestro Padre»
«El pecador puede resistir a este amor […]; pero si no se resiste, será atraído a Jesús» (CC, pág. 27).
II. Amando, porque así llegarás a ser más sensible ¡Qué bonito es el amor! Te enamoras y estás envuelto en sueños. Estás volando… No quieres aterrizar. Esquivas los obstáculos. Te sientes motivado para aguantar lo que sea. Sí, ¡el amor es dulce! ¿Qué conviene más, que te amen o que seas amado? ¿Sabías qué…? • Si no amas, no sentirás el amor de Dios. Porque «el que no ama no conoce a Dios» (1 Juan 4: 8). • Si no das tú el primer paso, el otro no podrá experimentar el perdón de Dios. «[…] recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti […] reconcíliate con tu hermano» (Mat. 5: 23-24). • Si no amas a tus adversarios, no experimentarás el amor verdadero. «Amad a vuestros enemigos […] para que seáis hijos de vuestro Padre» (Mat. 5: 44-45). Podrás dar mucho de tus recursos a los demás sin estar motivado por el amor. «Y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso» (1 Cor. 13: 3). El amor de Cristo te lleva a servir sin considerar los riesgos. Cuando amas te vuelves vulnerable. Sin embargo, ¡hay una certeza! El amor de Cristo traerá sus frutos; «Después de su
sufrimiento, verá la luz y quedará satisfecho» (Isa. 53: 11). Quizás, no en el momento; lo normal es que pase un periodo considerable. ¡Pero los frutos aparecerán! Es una inversión segura. Nuestras iglesias deben ser lugares de refugio donde las personas encuentren paz y seguridad frente a la violencia. Si amasemos como Cristo, tendríamos tanto que dar: sinceridad, transparencia y seguridad. Cuando amas, prepárate para encajar lo inesperado. Si amas, verás que muchas cosas no están contempladas en tu agenda. Por más inaceptable
que parezca, no tengas temor en sentir el amor. El amor es de Dios. «Muchos que profesan amar al Salvador, no se aman unos a otros» (HAp, pág. 439).
III. Amando, porque eso es darte a los demás Dar la vida por los demás… ¿Cuántos minutos, horas y días pasamos con los que amamos? No los contabilizamos. El tiempo no existe y la eternidad se nos hace corta. Una madre que se despierta cada noche para cuidar a su pequeño. Un padre que trabaja con la esperanza de un futuro mejor. Un hermano que busca una tarta para sorprender a su hermano en su cumpleaños. Una hija que llama a su padre para preguntarle cómo se encuentra. Cosas pequeñas, sin demasiado esfuerzo, pero que son vida. Existencia entregada al bienestar de los demás. ¡Amar es hermoso! Cada acto de amor es una muerte a
las exigencias de nuestra naturaleza caída. En realidad, no hay amores peligrosos. Cuando contemplamos a Cristo en la cruz algo ocurre en nuestro interior. Sentimos que queremos entregarnos por completo para servirle. Quizás no tengamos todos los conocimientos y nos falte mucho por crecer en todos los aspectos. Pero, ¡qué maravilloso es esto! Puedes sentir que Dios te ama y que esto da sentido a tu vida. Hay una cruz grande y triunfante: la cruz de Cristo que nos salva a todos. Dios no necesita otras cruces para salvar a la humanidad. Hay poder en el sacrificio de Cristo para salvar a cualquier persona que cree. Nuestros actos buenos no salvan a nadie. Si hay algo bueno en nosotros es porque Cristo nos amó. Cristo nos indica cuál es el amor verdadero. Va hasta lo último. Supera cualquier prueba. Lucha para hacer todo lo bueno. El amor auténtico
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significa buscar la justicia de Cristo más allá de los esfuerzos humanos (Mat. 5: 20). Aceptar que sin Cristo estamos perdidos. Admitir que el otro tiene la misma oportunidad que yo para salvarse incluso cuando nos hiere. «Únicamente cuando amemos a Dios en forma suprema, será posible amar a nuestro prójimo imparcialmente» (DTG, pág. 559).
Conclusión El amor tibio hacia Cristo lo superamos cuando no oponemos resistencia a la atracción divina; cuando admitimos que es positivo ser sensible al dolor que nos rodea; cuando estamos dispuestos a sacrificarnos por los que no lo merecen. ¡Que el amor de Cristo reine en nuestra iglesia!
MOMENTOS DE ORACIÓN
Mira a tu alrededor y busca la persona que menos conoces. Acercaos el uno al otro y plantearos las siguientes preguntas:
1.
Orar por un corazón lleno de amor hacia los que no comparten la misma fe que nosotros.
1. ¿Cuál consideras que es tu mayor logro?
2.
Orar por los pastores para que sean conocidos por su amor desinteresado.
3.
Orar para que, antes de condenar, amemos con disposición a darlo todo por la recuperación de los que yerran.
2. ¿Por qué será que hasta ahora nos hemos conocido tan poco?
3. Contaros algún recuerdo bonito de vuestra infancia. 4. Responde a la pregunta: ¿Cómo será posible que nuestro amor hacia Cristo vuelva a crecer?
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TE INVITAMOS A ORAR Y A PARTICIPAR EN: Dia de Impacto nacional
Proyecto Jabes
25 de mayo de 2019. Todos los ministerios, toda la iglesia compartiendo esperanza, obsequia el libro “Esperanza para la familia de hoy”.
Convención Integrada
26-30 de junio de 2019 en Palencia.
20-22 de septiembre de 2019.
10-14 de julio en La Palma (Canarias).
Encuentro especial de todos los ministerios de la iglesia.
Te invitamos a vivir la experiencia de misionero voluntario este verano.
Escuela Sabática Viva
Reavivamiento del Discipulado
Todo miembro involucrado
Un proyecto diseñado para revitalizar la vida espiritual de nuestra iglesia.
Seminario de formación, motivación y movilización a la misión integral de cada iglesia.
Haz de tu don, tu profesión, tu hobby un ministerio de servicio y salvación.
PLAN ESTRATÉGICO UAE:
Es el encuentro, el conocimiento y la experiencia personal con el Señor de la vida (Juan 17:3).
Es la búsqueda de la fraternidad, de la unidad con nuestros hermanos, de la aceptación, de la comunión y del amor fraternal (Juan 13:35).
Es acercarnos a los demás, empezando por aquellos que están más cerca de nosotros, y continuando con aquellos que están lejos, compartiendo amor y fe en Dios siguiendo el método de Cristo (Mar 4:23).
Es convertir el discipulado en un estilo de vida, en algo más que un programa o proyecto de iglesia. Es un modo de vivir el cristianismo, es conectar con Dios, es vivir la fraternidad, es comunicar la esperanza de forma natural (Mar 3:13-14).