Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarĂan el mundo. Federico GarcĂa Lorca
Presidente Consejo Superior Juan Alberto Aragón Bateman Rectora Sonia Fajardo Forero Asesor Rectoría Luis Fernando Fajardo Forero
Directora Bárbara Skladowska Comité Editorial Juan Sebastián Aragón Hugo Fazio Genoveva Iriarte Luis Enrique Orozco Órinzon Alberto Perdomo Editor Jhonattan Joshua Moreno Coeditora Maria Esperanza Segura Asistente Editorial María Luisa Ramírez Distribución Yefer Julián Díaz Edición y Publicación Instituto de Humanidades Fundación Universitaria Konrad Lorenz Diseño y Diagramación Enrique González Fotografías Stock Exchange Edición Electrónica Hernando Rincón Medina Impresión Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas -JAVEGRAFContacto Carrera 9 Bis No.62-43, Bogotá, Colombia Tel. 347 23 11 Ext.140 E-mail: suma.cultural@konradlorenz.edu.co ISSN 0124-1974 |4|
Suma Cultural
Convocatoria No.18
(Julio / Diciembre de 2013)
Correo
Queremos invitar a todos nuestros lectores e interesados a participar en el decimoctavo número de la revista con un trabajo original e inédito en las áreas de literatura, historia, filosofía, ciencia política, artes visuales, plásticas y escénicas, cine, música y culturas urbanas, entre otros. En esta ocasión el eje temático será EL LUGAR. Se reciben textos especificaciones:
de
acuerdo
con
las
siguientes
• Artículos con una extensión máxima de 5000 palabras. • Reseñas de música, cine y libros, con una extensión máxima de 1000 palabras. • Reportajes fotográficos de entre dos y cuatro páginas tamaño carta. Las imágenes deberán estar en formato JPG y tener una resolución mínima de 300dpi. Se publicarán en blanco y negro. Este trabajo deberá llevar título y una breve introducción o pie de fotos. • Ilustraciones y propuestas de portada, acordes con el eje temático de cada número, en formato JPG y 300dpi. • Trabajos de creación literaria (poesía o narrativa). • Cómic.
FECHA LÍMITE DE ENTREGA: 15 de Septiembre de 2013 Los textos deben ser enviados al correo electrónico suma.cultural@konradlorenz.edu.co adjuntando nombre completo, teléfonos, correo electrónico, profesión y ocupación. La Revista no devolverá originales ni mantendrá correspondencia sobre los mismos.
Para mayor información favor comunicarse al teléfono 347 23 11 Ext.140 en Bogotá, D.C. o escribir a suma.cultural@konradlorenz.edu.co
Suma Cultural
• El Instituto de Humanidades y la Revista Suma Cultural se congratulan con el grado de Psicólogo obtenido recientemente por nuestro amigo y gran colaborador DANIEL BONILLA. A Daniel nuestro gracias por su aporte generoso en la construcción de la Revista y muchos éxitos en su vida personal y profesional. • El Grupo de Lectura Laberintos del Instituto de Humanidades, quiere invitar a toda la comunidad universitaria a participar de los encuentros semanales alrededor de los libros. Sus integrantes creen que no obstante la búsqueda social de rentabilidad y utilidad, la literatura amplía horizontes y nos permite construirnos en tanto humanos. Para obtener más información pueden contactar a: Lotus Salcedo • lotus-om@hotmail.com Juan Diego Hernández Chávez • jd_1491@hotmail.com María E. Segura Z. • mariae.seguraz@konradlorenz.edu.co.
Suma Cultural es una publicación dedicada a la difusión y al debate de las nuevas significaciones culturales que intervienen en la configuración del mundo de hoy. La revista pretende ampliar horizontes de lectura de los diferentes campos del Arte y las Humanidades y ser un puente que aligere los tránsitos de ideas entre la escena universitaria y el campo público de la intervención cultural. Sus propósitos fundamentales son: acrecentar saberes, socializar experiencias e impulsar la creación literaria y periodística; pero sobre todo construir escenarios de contraste de las diferentes visiones de temas culturales prioritarios en la sociedad contemporánea para promover el debate y la reflexión crítica. Las opiniones expresadas en la revista son responsabilidad exclusiva de sus autores. Los artículos podrán ser reproducidos siempre y cuando se cite la fuente correspondiente.
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Editorial Miradas Carta de un vendedor ambulante Juliana Olmos La disputa por la calle Martín Castillo La 138 Jean Paul Vega La calle, un lugar público. Mi cuerpo ¡No! Samantha Valdez Mayra García Perspectivas de la calle. Entre lo cotidiano y lo múltiple. César Augusto Ballestas Barrios
Releer
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Sostiene Pereira Antonio Tabucchi La mujer justa Sandor Marai La supervivencia gozosa Jotamario Arbeláez La ciudad Konstantino Cavafis Las calles Jorge Luis Borges El extranjero Albert Camus Historia del cerco de Lisboa José Saramago
Anaquel
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La evolución espaciotemporal de la carrera séptima y la configuración de su entorno inmediato Maria Luisa Monroy Beltrán Carla Gómez Creutzberg Yazmid Alvarado Camacho Regreso a Scorpio City Un análisis geográfico al libro de Mario Mendoza Jennifer Moreno
Revista SUMA CULTURAL • Enero / Junio de 2013 • Número 17 Instituto de Humanidades • Fundación Universitaria Konrad Lorenz Bogotá, D.C., Cra 9 Bis No.62-43 • Teléfono 347 23 11 Ext. 140 suma.cultural@konradlorenz.edu.co
Fotodiario Habitar Jhonattan Moreno
Letras Libres Domingo de fútbol Juan Diego Hernández Chávez De laberintos y espejismos Gabriel Lesmes La calle de fuego Manuel Pedroza La calle del terror Maria Alejandra Duque Leves instrucciones para suicidarse Lotus Salcedo Polvareda mental Elba Yolanda Patiño Relato de un asesino Daniela Guevara Una ciudad laberíntica Juan, Pedro y Pablo Sentidos Expuestos Daniela Ávila
Autores
Ese largo y angustioso escalofrío que parece mensajero de la muerte, el verdadero escalofrío del miedo (…) Ramón del Valle Inclán El miedo es para el espíritu tan saludable como el baño para el cuerpo.
En primer lugar acabemos con Sócrates, porque ya estoy harto de este invento de que no saber nada es un signo de sabiduría. Isaac Asimov
Máximo Gorky
Nadie puede censurar o condenar a otro porque nadie conoce perfectamente al otro. Thomas Browne
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La guerra no es, pues, la madre de todas las cosas, como dijo el griego, pero sí podría decirse eso del conflicto.... Konrad Lorenz - 1966
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Editorial
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ada número de la revista inicia con una pregunta fundamental que termina marcando el desarrollo de la misma y es ¿Cuál temática será el eje? en esta ocasión el equipo decidió proponer La Calle con la intención de poder convocar e incluir la mayoría de miradas posibles buscando siempre aquella diversidad que muy por el contrario de segregar o discriminar termine desarrollando una agregación de saberes o perspectivas, en conclusión una suma cultural.
Intención que se ha cumplido a cabalidad en la medida en que cada vez más nos llegan artículos y propuestas de diversa índole, de diversas disciplinas y gratamente de diversas latitudes, lo cual ha logrado en esta ocasión corroborar esa idea inicial de la calle como el escenario propicio para hablar de las múltiples dimensiones que integran el habitar de las sociedades. En ese sentido el ejercicio que le espera en adelante al lector será enriquecedor, al profundizar en las múltiples perspectivas que la calle le brindó a los autores que nos acompañan en este edición y que a su vez en cierta medida representan los aspectos de quienes por diversas razones no logramos/alcanzamos/pudimos incluir, pero a quienes agradecemos sinceramente su participación y los invitamos a seguir vinculados. En Anaquel el encuentro será con la mirada geográfica, las medidas, las descripciones, las construcciones, las apropiaciones, las representaciones literarias, los comportamientos entre otras dimensiones; lo cual eminentemente nos recuerda que en algún momento la discusión sobre la calle está relacionada con lo físico, pero sus desarrollos y lo que ello involucra no es sólo de ladrillos, asfalto y cemento, muy por el contrario como lo muestran los textos es el reflejo de órdenes más complejos. Las Miradas se volcaron sobre las diversas prácticas cotidianas que la calle permite desde aquellas en la que ésta es un lugar de trabajo y por ende la oficina de algunos hasta aquellas en las que se ve como un escenario de disputa por diversos discursos que pretenden representarla de diversas maneras incluso aquí se podrán leer los sonidos y voces que en ocasiones la adornan y en otras la convierten en un escenario de segregación y temor para sus habitantes. Las Letras Libres serán la confluencia de lo anterior y de lo que faltaba por decir por eso son libres, allí particularmente las emociones tendrán el rol protagónico, pues la confusión, el desamor, la alegría, la vida entre otras surgirán a partir de un acto básico: el caminar por una calle, por momentos al lado de los escritores y en otros viéndolos cruzar desde la acera de enfrente. El Releer permitirá conocer la intimidad de calles particulares que han inspirado a diversos autores alrededor del mundo a describirlas como protagonistas de sus obras o como compañeras fundamentales de sus personajes en el desarrollo de sus historias. Al final este número seguramente habrá dejado algunos roles de lado, los cuales esperamos que nuestros lectores hagan evidentes y decidan discutirlos a través de un diálogo al que siempre estamos dispuestos en la revista, pero así mismo lo que aquí ha sido incluido definitivamente cuestiona esa percepción de la calle como aquel lugar que está allí por defecto, sobre el cual no es necesario reflexionar y que se convierte en un túnel entre dos o más puntos que en ocasiones lo será, pero que incluso en esa perspectiva sigue siendo ésta un aspecto central en el habitar de cualquier sociedad.
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Carta de un vendedor ambulante | Juliana Olmos |
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ola, te hablo desde afuera, soy yo, el habitante de la nada. Ese desolado, apartado, rechazado por la sociedad. Ese que está tirado al olvido sentado sobre una acera sucia fría, congelada, absorbida por el polvo, bañada de agua putrefacta, caminada y aplastada por pies que no saben ni quiénes son. Te hablo a ti, ese que pasa sobre este espacio y sólo ve a un desechable, pero que igual que tú, vino del útero, de lo sagrado, de lo que nos permite estar en este mundo. Yo, como tú, voy al baño, me alimento de cerdos, vacas, pollos, en fin, lo normal, lo que nos nutre a todos en mayor o menor cantidad, eso no importa. Te grito a ti que caminas por esta acera buscando algo que te falta, gastando dinero, comprando una felicidad plástica, consumiendo como zombie, dejándote guiar por los gritos que te prometen libertad, belleza, aceptación, locura, sentir lo verdaderamente importante de la vida, el placer, prometiéndote hedonismo en todos los niveles de tu vida. Hoy estoy sentado hablándote a ti, mañana tal vez no. Arrojado de mi tierra vine a buscar aquí ayuda, ser que promete amor y paz en la tierra, pero que al parecer se quedó sin efectivo, ya no tiene dinero para comprarnos a todos ese tiquete de felicidad. Llegué a la tierra de alguien, que me mira por debajo del hombro, a quien el color negro le parece mierda, no lo toca porque lo puede ensuciar y no hay suficiente detergente, ni blanqueador, que lo ayude a desmancharse. Me miran de lejos y me preguntan, ¿cuánto vale tu vida?. Nunca puedo responder. Me da pena decirles, aunque ya lo saben, mi vida no vale nada, mi suelo ya no es mío, mi aire ya no me pertenece, mi ser se lo vendí a otro. Los impuestos para poder vivir en globalilandia están altos, la inflación ya no me deja nadar, no puedo asomar la cabeza, me pueden matar. Mi fortuna es de piratas, atracan en muelles en los que el ancla no se puede lanzar, si la lanzas mueres, pues, tras de ti vienen hombres verdes, verdes de rabia, de envidia, de humo de matas, que te quieren atrapar si te aferras. Desaparezco, dejé de existir. Caí con el ancla al fondo del mar para nunca volver a aparecer. ¡Corre! me grita mi alma, ¡Huye! me grita mi cuerpo, ¡No pienses! me grita mi espíritu. De repente todo es silencio, todo se apagó, sólo veo gente, cuerpos, ojos clavados en mí, que mutilan con solo una mirada, helada, calculadora, que enfoca como águila a su presa, sólo tengo en mi memoria “vive, vive, vive”. Corro. Mientras tanto mi mirada no es como la de ellos, siento miedo, angustia, terror, tengo congelado mi corazón y nadie lo sabe, nadie sabe lo que es estar en la tierra de otro luchar cada día por la vida, comer lo que sea para no morir para no morir de sed, de amor, de frío, de tristeza, para no volver a ser ese que nunca fui. Mientras yo corro buscando a alguien que me ayude y se abstraiga de ese mundo de espejismo, tú estás ahí mirando hacia la nada, porque tú no sabes lo que significa estar condenado a muerte aún con vida, estar condenado a vivir a la deriva antes de nacer. Tú no sabes nada de la (mi) vida.
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LA DISPUTA | Martín Castillo |
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n México, alguna vez las ciudades fueron pensadas como un lugar para vivir. En la época del emperador Maximiliano (1864-1867) en la ciudad de México se inició la construcción de un paseo que sería una imitación de Les Champs-Élysées y haría de dicha ciudad un lugar moderno, digno de la realeza. Con la derrota del Imperio por parte de los republicanos ese espacio se llamó “Paseo de la Reforma”, en alusión a las Leyes de Reforma expedidas por los liberales mexicanos. En la ciudad de Mérida, Yucatán, México, en la época de gran riqueza generada por la economía de plantación cuasi-esclavista de la producción y exportación de fibra de henequén (sisal) a fines del siglo XIX y principios del XX, se construyó también una avenida que buscaba resaltar y exaltar las aspiraciones señoriales de la clase dominante y se le llamó
“Paseo de Montejo” en referencia al conquistador español (Francisco de Montejo) que fundó la ciudad de Mérida en el siglo XVI. Actualmente, en México y en otros países, las ciudades se construyen o reconstruyen para los vehículos motorizados, no para las personas. Con excepción de algunos lugares de concentración de personas (mercados, escuelas, etc.), en las calles de las ciudades se observa que circulan más vehículos que personas. Las avenidas o los paseos construidos originalmente para caminar y socializar son, ahora, vías rápidas para automóviles y autobuses. En consecuencia, la contaminación de diverso tipo de origen vehicular cubre las ciudades y afecta gravemente los sentidos de las personas: ruidos, olores, humos, etc., irritan la piel, la nariz, los oídos, los ojos. Los equipos de clima artificial y los cristales aislantes contra el ruido crean un ambiente propicio para la indiferencia de los conductores de vehículos motorizados hacia esos problemas. Para los conductores de vehículos motorizados la calle se convierte en un medio, en distancia por recorrer, en obstáculo, en vía de acceso; aquéllos que se atreven a caminar deben soportar los contaminantes y sobrellevar los peligros que implica enfrentarse a proyectiles de gran tamaño y muy veloces, en manos y pies de personas indiferentes, con frecuencia con un teléfono celular en la mano y con prisa pues el vehículo mismo crea confianza excesiva en el conductor, quien termina creyendo que controla el tiempo y el espacio por el sólo hecho de poseer un vehículo motorizado.
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POR LA CALLE Quienes usan el transporte público (autobuses, taxis) también tienen prisa, esperan y desean que el conductor maneje a mayor velocidad, que “le gane a la luz roja” pues así se gana tiempo y espacio, que no deje subir a otros porque el autobús ya está lleno y rebosante. La calle se vuelve el lugar de la disputa por el tiempo y el espacio. Las empresas automotrices invocan la creación de empleos para lograr que las políticas públicas se orienten a promover el consumo de más vehículos motorizados: a mayor demanda de vehículos, mayor producción, mayor empleo. A mayor demanda de vehículos, mayor número de vehículos circulando en las calles. Las empresas automotrices fabrican automóviles que pueden circular a 240 km/hora, pero en las calles de mayor tráfico apenas alcanzan el 5 o el 10% de ese potencial. Jocosamente se les llama “ciudades de primera” porque con frecuencia no es necesario utilizar la segunda o la tercera posición de la palanca de velocidades. Enorme desperdicio de recursos naturales y trabajo social. Agreguemos que los bancos ofrecen créditos para comprar vehículos motorizados. El pésimo servicio del transporte público de pasajeros convence a las personas sobre las ventajas del transporte propio, del transporte privado; de esa manera se espera tener una mejor posición competitiva en la calle. Los gobiernos locales obligan a los comercios a destinar más espacio para el estacionamiento de vehículos que para el área de exhibición y venta de bienes y servicios. Los consumidores desean realizar transacciones comerciales desde su propio vehículo. Se llega al “colmo de todos los colmos” cuando la gente maneja su
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vehículo para ir al gimnasio, al parque o a las “bici-rutas ecológicas”. Las ciudades coloniales tienen calles donde originalmente circulaban carretas y no son propicias para la circulación de vehículos motorizados en número grande y a altas velocidades. Los especuladores inmobiliarios tratan de construir avenidas y calles de menor costo, lo que con frecuencia se traduce en espacios más angostos. Un efecto urbano de la globalización es que la ciudad ya no es lugar para vivir, sino un lugar para competir. Quién tiene el automóvil más ostentoso, más grande, más caro, más veloz, más nuevo. O, simplemente, quién tiene automóvil y quién no. Quién domina la calle y quién no. El ciudadano del siglo XXI ha perdido de vista que lo importante en la vida es el viaje, no el destino. Todos llegamos al mismo final: la muerte. Lo importante en la vida es cómo la vivimos. Vivir en la ciudad significa, o debería significar, que la calle es un lugar para disfrutar porque es inherente al viaje, en sus múltiples sentidos: físico, social, urbano, ambiental, metafórico. El ciudadano actual va de su casa al trabajo, al centro comercial, al teatro, etc. Lo importante es el origen y el destino, no el trayecto; la calle es sólo un medio. En la lógica capitalista, los medios –en tanto costos- deben minimizarse; en la ciudad las calles deben ser vías rápidas para llegar al destino. La calle dejó de ser un lugar para vivir: para caminar, socializar, disfrutar un café, intercambiar miradas y sonrisas, enamorar. Afortunadamente, esto no es cierto para todas las ciudades. Todavía hay ciudades como lugares para vivir, con calles para vivir. Espero que el lector me diga dónde encontrarlas.
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ra el dia 8 de enero del año 1991, aproximadamente las 2 de la madrugada, fría y sola como todas en Bogotá, cuando de repente en un apartamento del conjunto Los Libertadores del barrio Colina Campestre se oyeron unos gritos que advertían estrés, dolor, amor, miedo, emoción…y un bebe a bordo. Era yo, Jean Paul Vega, que desde que tengo uso de razón recuerdo la calle más conocida del barrio donde nací: la gran 138, muy recurrida, con alto flujo vehicular , uno que otro accidente se vive allí y bueno también con algunos huecos que ocasionan estos accidentes, pero ella es única. Desde que me alcanza la memoria he vivido todas las transformaciones que ha tenido la 138 y bueno también lo que me cuentan mis padres; entre esas historias resalto tres casos iguales a los del inicio de este relato, eran mis amigos, cuya edad es mayor a la mía lo cual evidencia que
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ellos conocen esta calle antes que yo pero no tan bien como yo. La 138 ha sido nuestra amante, novia, amiga y confidente, lo que más me gusta de ella es que cuando estoy triste y deprimido por cualquier motivo no me pregunta por qué, solo me hace caminar sobre ella y recordar los momentos de felicidad, olvidando los tristes; bueno la verdad es que con todas las maravillas del mundo uno no se deprime, al contrario se distrae; y entre esas, la nueva maravilla es la calle 138. De nuevo sobre ella, pienso e inicio una serie de ejercicios matemáticos en mi mente tratando de calcular cuántas veces he pasado sobre ella, y me sorprendo, hoy 12 de marzo del 2013 día que estoy finiquitando este relato mi operación da como resultado que hasta el momento la he recorrido por lo menos unas 5.875 veces, este número resulta sin contar los años en los que apenas era un bebe, los días en los que estuve ausente de ella, pero no era mi culpa, cuando viajábamos mi mama no me dejaba quedarme sólo en la casa, claro temía que creara tremendo zafarrancho. La calle 138 ha sido cómplice de muchas cosas buenas y malas, la más significativa para mí, mis amigos y ella, fue el día en que Colombia quedó campeón de la Copa América, recuerdo bien que fue un 24 de junio del año 2001, ese día fue una locura para toda Colombia y en mi calle, se vivió el futbol con representación; recuerdo bien que me encontraba
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con mi familia viendo el partido, todo súper sufrido como siempre, la 138 prestaba sus aceras para acumular gente que tenía los ojos fijos en una sola cosa, la pantalla gigante que había en un bar al que ella le permite estar día y noche acompañándole, se amañó con él, pues todavía el bar sigue con ella, ¡claro! han cambiado de administración pero nunca de lugar. Retomando el tema del partido fue increíble cuando Iván Ramiro Córdoba, en ese tiempo que jugaba en la posición central de la defensa dio un salto monumental y golpeo el balón con su cabeza dándole trayectoria al balón directo al arco contrario, les cuento que la 138 saltaba con, por lo menos más de 100 personas que la acompañaban en ese momento. Lo cierto es que cuando se acabó el partido y quedamos campeones la calle 138 vivió la más elocuente y eufórica celebración que jamás haya tenido en su existencia, recuerdo que yo tenía 10 años y mi mamá no me dejaba salir a festejar a mi hermosa calle, pero mis hermanos mayores si se encontraban celebrando y todo era un descontrol total, la 138 prestó sus hermosas baldosas, zona verde y avenida para la paralización del tráfico, con la complicidad de los muchachos del barrio, recuerdo bien que al que pasaba se le echaba harina en la cara y a muchos también huevos pero en medio de la felicidad no hubo inconveniente con eso; hasta que no me aguante más y fui de carrera a sacar de la cocina dos paquetes de harina y unos cuantos huevos salí por la ventana sin que nadie se diera cuenta , qué locura fue, fui en busca de mis amigos, a quienes la calle 138 los tenía hospedados, comenzamos a tirar harina a la gente y a los carros que en ese momento trascurriera la 138, cada vehículo tenía que pitar y llevarse un buen baño de harina para poder pasar por ella. Suma Cultural
“De repente…” me encontré con un compañero ñoño del barrio y me fui directo a echarle harina con tan mala suerte que en el momento de hacerlo, esquivo mi manotada y... !sorpresa!, le cayó a la mamá que no sé de dónde salió pero me quedaron las piernas cortas para salir a correr, y ellos detrás de mí, sabía que donde me dejara alcanzar me iban a pegar y a contarle a mi mamá , lo cual me significaba dos cascadas seguras, pero ahí estaba ella, mi gran y fiel compañera la 138, me conocía los atajos y los huecos que había en la malla que separaba el conjunto donde vivía de la calle 138, pues mientras yo corría ella me indicaba donde había un hueco por donde ni el hijo ni la mamá podrían pasar ya que ambos eran algo corpulentos por no decir gordos. Ya casi llegando a la malla observé que el hueco por donde pensaba escaparme estaba remachado y entre en pánico lo único que se me ocurrió fue saltar por encima del alambre de púas; no me importó, me iría peor si me dejaba coger, pegué un salto y escalé, ya estaba gritando victoria cuando sentí un jalón en el zapato y caí contra la malla, en ese momento la acera de la calle 138 no fue muy amigable, fue un golpe duro y bueno, pensé que me habían agarrado, pero nó, me había quedado enredado en las púas debido a que tenía un cordón del zapato suelto, miré detrás de la malla y ya no había nadie correteándome, eso me dio algo de tranquilidad después de semejante caída, mis amigos y la 138 fueron los espectadores de todo lo ocurrido, la verdad fue muy chistoso, después de asegurarse que estaba bien no se dejaban de reír y bueno, yo también solté la carcajada, era inevitable. Ya de grandes recordamos todas esas cosas del pasado y pensamos en lo que nos viene por vivir en el futuro para la calle 138 mis amigos y yo, aún sigo viviendo a su lado, bueno con ella, y si algún día me voy de ahí en mi quedará la etapa más significativa de mi vida, y seré su mejor admirador. Ahora está súper linda y cada vez mejora más esa es mi calle 138, la calle de mi vida. | 17 |
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| Samantha Valdéz | | Mayra García | Suma Cultural
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l acoso sexual callejero es una “práctica” violenta ejercida por los hombres a las mujeres. En el mundo 9 de cada 10 mujeres han sido intimidadas en la calle1 y al menos 7 de cada 10 han experimentado algún tipo de acoso en el mejor de los casos2. Que una mujer camine por un lugar público, no significa que su cuerpo lo sea y mucho menos que se considere objeto de libre opinión. El acoso sexual consiste en una o varias interacciones focalizadas cuyos marcos y significados tienen un contenido alusivo a la sexualidad, en la que la actuación de al menos uno de los participantes puede consistir en aproximaciones sexuales indirectas (empleo de símbolos, mensajes escritos, silbidos a distancia), soborno sexual, acercamientos, miradas, susurros y contactos físicos o proposiciones y comentarios sexuales que no son autorizados ni correspondidos, genera un entorno social hostil y tienen consecuencias negativas para quien las recibe. (...) A pesar de ser una “práctica” cotidiana existen muy pocos estudios al respeto, las pruebas que existen de este tipo de acoso se basan en testimonios recogidos por la creación de foros en algunas páginas de Internet, por la presencia de algunas asociaciones ciudadanas que le han prestado interés y por la aparición de leyes que en algunos países lo castigan (Gaytan Sánchez, 2007). Los países que han implementado este tipo de leyes son Chile, España, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Igualmente, en Bélgica se sanciona la figura de acoso sexual callejero, en México y Brasil hay vagones separados en el metro en las horas “punta”; En Guatemala, existen buses de transporte público separados, y en el estado peruano se han generado distintos tratados y convenciones internacionales como la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belem Do Pará, 1994), la Convención sobre la Eliminación de Todas las formas de Discriminación contra la mujer –CEDAW (1979) y la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos (Viena 1993). Estos tratados mencionan la importancia de eliminar la violencia contra la mujer en la vida pública y privada y aseguran que toda mujer tiene derecho a una vida libre de violencia. Sin embargo, el mayor problema encontrado en la constitución de estas leyes es la débil especificación para este tipo de violencia. (Normativa - acoso sexual callejero leyes de otros países)3 “Cuando la violencia se expresa desde “otras” modalidades (verbal, psicológica, simbólica) parece cobrar una calidad diferente, menor. Como si casi no ameritara ser vista como 1 2 3 4 5
violencia” (Campero Balestrino, 2011). Del acoso sexual callejero casi no se habla, piensan que es una conducta natural, pero no es así, es un tema de cultura e involucra a todo tipo de mujer, no es necesario “mostrar mucho”, ser “bonita” o estar “buena” para recibir este tipo de ofensa. Un claro ejemplo de esto lo encontramos en Egipto, que es un país en donde es común cubrirse todo el cuerpo y allí, los casos de acoso callejero son alarmantes, “Entonces, ya sea que vayas en minifalda, Niqab (traje común en Egipto) o pantalón ancho, este acoso estará presente, siempre que los hombres consideren que es su derecho dirigirse en esos términos a toda mujer que se encuentra en la calle.” (1012, Junio 15) Mitos sobre el acoso sexual callejero.4 El “piropo” es uno de los más frecuentes casos de acoso al que las mujeres se enfrentan en la calle, normalmente los hombres lo ven como un “halago” o piensan que así lo es, sin embargo, podemos enunciar dos tipos de piropo, aquel que sí podría ser considerado como un “halago” y otro que definitivamente no lo es. El primero, es el respetuoso, el que menos se practica, y lo encontramos en los escenarios donde el hombre pide permiso a la mujer para hacer un comentario y se lo dice después de que ella lo ha permitido, ya sea de su belleza, de lo linda que se ve ese día, de lo bien que le queda la ropa que lleva puesta, en fin, este es el que podemos considerar como un elogio o un halago. El otro tipo de piropo es el más común y NO es un halago, termina siendo una opinión que nunca se pidió ni se autorizo dar, de ese último vamos a hablar ya que es el más frecuente y el que menos quiere recibir una mujer o la mayoría de ellas. En este caso encontramos que el piropo “tiene una identidad de género y una jerarquía que coincide con roles estereotipados. Hay alguien activo que lo dice y alguien pasivo que lo recibe (...) no está pensado para halagar, para hacer sentir bien a la mujer, sino que son frases violentas, misóginas, degradantes, desagradables, que se emiten para marcar un territorio de propiedad del hombre”. Dijo a la filósofa y legisladora de la ciudad de Buenos Aires, Diana Maffia. (Valente M, 2011)5 Hay una serie de argumentos asociados al acoso sexual callejero que dan los hombres, ellos dicen: “Lo hago para halagarlas, para hacerles saber lo bonitas que son” Recuerda, ¿cómo te respondieron? ¿Alguna vez te dijeron: “¡gracias, eres muy amable!”? ¿No? ¿Y no has pensando que tal vez sea porque no se sintieron halagadas en lo más mínimo? “Si se visten así es porque quieren que los hombres les digan cosas” Un objeto en la calle no es propiedad de todos ¿verdad? Pues, las mujeres tampoco lo son (…) Salir a la calle no debe implicar para una mujer tener que oír cosas que no ha pedido oír
DICEVIMA 2008 CAMPAÑA: “NO SOLO LOS GOLPES LASTÍMAN” & ENDIREH “INEGI” 2006 Instituto Nacional de Estadística, geografía e Informática URL: (http://www. finanzas.slp.gob.mx/secciones/informacion/revista/24.pdf) Estadísticas de dos estudios en línea y estudios de la comunidad por STOP STREET THARASSMENT. http://www.stopstreetharassment.org/resources/statistics/ Extraído desde http://paremoselacosocallejero.wordpress.com/ Extraído desde http://paremoselacosocallejero.wordpress.com/ Marcela Valente El piropo callejero, una forma de acoso sexual. (Extraído desde http://ipsnoticias.net)
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ni recibir, pues ella no está en la calle para el disfrute o entretenimiento de otros sino para el suyo propio. “Es nuestra naturaleza, los hombres somos así” La naturaleza hace que tengamos el cabello crespo o lacio, que tengamos ojos negros o pardos. La naturaleza es eso que no podemos modificar (o no sin que medie una intervención quirúrgica). Nuestras conductas no son por naturaleza. Ellas se aprenden y por lo tanto, puedes esforzarte por desaprenderlas si resultan dañinas para otros. Entonces, puedes elegir molestar o no a una mujer. “Es solo un comentario; si no les gusta, pueden elegir no hacerle caso y seguir con sus vidas” ¿Alguna vez te han robado? ¿Has notado que luego de un robo evitas pasar por ese lugar y, en general, te sientes menos seguro que antes al desplazarte por la ciudad? También empiezas a ver a la gente como potenciales ladrones, desconfías más. Tu vínculo con tu ciudad y tus vecinos se debilita. Lo mismo sucede con las mujeres que han tenido experiencias negativas en la calle, como escuchar constantemente lenguaje sexual agresivo o hasta haber sido tocadas. No sólo se sienten mal en ese instante sino que esto tiene impactos en sus vidas a la hora de ir a la calle (evitan ciertas zonas o tratan de ir siempre acompañadas). Si crees que un robo no es equiparable a las experiencias que sufren las mujeres, tienes razón. Para las mujeres, el acoso callejero puede ser mucho peor pues involucra a su cuerpo (que es parte importante de su identidad) y no a un objeto ajeno, como pasa en el caso de un robo. (1012, Junio 15.) Observatorio virtual de acoso sexual callejero.6 No todas quieren sentirse deseadas, no todas quieren saber qué les quieren meter, tampoco por donde, ni cómo, ni por cuánto tiempo… Y digo que no todas para no generalizar, pero ¿Qué mujer es feliz de sentirse un objeto sexual o ser la diversión visual de un hombre? sin que tenga la intención de serlo, de uno que podría ser su abuelo o su padre. ¿En qué momento podría una mujer sentirse cómoda o a gusto cuando un hombre en la calle la mira como si fuese un alimento?, cuando casi babea al verla, cuando dice que está “rica”… ¿cómo se puede estar rica? y ¿Rica para qué? ¿Para comer?... Por otro lado, ¿Cómo responder a este tipo de ofensa? ¿Qué se puede hacer? Si respondiendo de manera o no acertada se corre el riesgo de sufrir una mayor agresión… 6 7
Las mujeres tenemos derecho de actuar y vestirnos como lo queramos, el hombre no es una víctima que fue tentado a violentar, y tampoco es una excusa decir que fue provocado, si lo fuera, la mala ortografía sería culpa de los lápices, no de la educación de quien escribe... “Si la violación fuera causada por la vestimenta reveladora, en verano las violaciones se cuadriplicarían. Pero no es así.7 Si la violación fuera causada por cuán atractiva es la víctima, solo las mujeres que cumplieran con estos “estándares de belleza” serían violadas. Pero no es así. Absolutamente nada justifica una agresión sexual. Este acoso que es llamado por muchos “normal” y que no tiene la importancia que debería, nos cohíbe de caminar por calles, esas que son construidas con impuestos que nosotras también pagamos. Incluso evitamos algunos tipos de prendas que puedan ser “sugestivas” aunque sean de agrado para nosotras, ya que si las usamos sabemos que en el algún momento podemos ser molestadas o agredidas... ¿eso es libertad? Es incómodo ir por la calle y ver a un hombre extraño cogiéndose, mostrándonos o acercándonos sus genitales. Sí, es algo que nos pasa, que no queremos que pase y es más común de lo que puedan pensar. Por el contrario queremos sentirnos libres, estar en un bus sin pensar que en cualquier momento pueden llegar a tocarnos, queremos sentirnos seguras aún cuando estemos solas. Es nuestra integridad y nuestro cuerpo debe ser respetado. No somos perros para que nos silben y quieran llamar nuestra atención de esta manera. Eso no se puede tomar como un halago, claramente es un ofensa. Debemos sensibilizarnos y concientizarnos, educar como madres a nuestros hijos para que esto no siga pasando, enseñar a respetar y exigir ser respetadas, necesitamos igualdad, queremos caminar por donde sea, a la hora que sea y vestidas como sea; no pueden existir más excusas para que seamos violentadas, la calle también tiene que ser un lugar seguro para nosotras. “Mujeres!! La apuesta es que nos enfrentemos a nuestra realidad, que naveguemos al interior de nuestra construcción y que empecemos a deconstruir todas esas costumbres implantadas en nuestra existencia y muchas aceptadas voluntariamente, La apuesta es defender la idea de que cada mujer tiene derecho a ser la mujer que decida ser, pero no podemos defender eso si nosotras mismas no entendemos que tipo de mujer deseamos ser...” Mar Candela (Líder de la marcha de las P.U.T.A.S Colombia y Feminista Artesanal).
Extraído desde http://paremoselacosocallejero.wordpress.com/ - El equipo del proyecto “Observatorio Virtual de Acoso Sexual Callejero” Es dirigido por Elizabeth Vallejo Rivera (socióloga y docente de la PUCP) Perú. Tomado de La Marcha de las Putas BUENOS AIRES – ARGENTINA. (https://www.facebook.com/MarchaPutasBA)
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| CĂŠsar Augusto Ballestas Barrios | | 22 |
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ablar de la calle, es poner en contexto los múltiples significados y significaciones que puede tener una palabra y por otra parte, es hablar de un lugar en el que constantemente se dan cita la historia y el presente, el recuerdo y el olvido, el carnaval y la tristeza aunque también a mi modo de ver, es el lugar donde mejor se personifican la soledad y el anonimato propios de nuestra realidad contemporánea. En una primera parte de este artículo, abordaré el concepto de calle haciendo uso de fragmentos de algunas canciones populares de distintas épocas, y la manera en que desde el ámbito de los diversos estilos de la música popular urbana son tratadas estas relaciones dialógicas planteadas anteriormente, para cerrar con un breve análisis de las tensiones y contradicciones que nos presentan dichos fragmentos con respecto a la calle como realidad cotidiana de los habitantes urbanos. Comenzamos con el cantante y compositor venezolano Yordano, quien en su popular tema de los años 80 Manantial de Corazón nos dice “me tiro a la calle a caminar esta tristeza, quiero perderme entre la gente atravesando soledades” planteando la calle como un lugar de olvido y desahogo en el que es fácil encontrarse con otros seres tristes y solitarios, pero para Héctor Lavoe la cosa es a otro precio, para él la calle no da tiempo a la tristeza y así lo evidencia en la canción Juanito Alimaña en la que nos dice que “la calle es una selva de cemento y de fieras salvajes como no, ya no hay quien salga loco de contento, donde quiera te espera lo peor”. La contundencia de estas frases la vivimos todos los días los habitantes de grandes ciudades como Bogotá y en ella, se retrata fielmente la sociedad del miedo y el riesgo en la que vivimos. Pero no todo está perdido, el amor es impredecible y la calle no es ajena a su espontaneidad, un ejemplo de ello lo da Jaime R. Echavarría quien manifiesta en su composición Cuando voy por la calle “cuando voy por la calle y me acuerdo de ti, me lleno de alegría, de ganas de vivir” mostrándonos que cualquier calle es un buen lugar para recordar a quien nos ha hecho o quizás nos hace felices. La lucha cotidiana por sobrevivir en la calle, es una de las condiciones de vida para millones de niños, jóvenes y adultos a lo largo del mundo, pero no es fácil y el rapero bogotano Yoki Barrios lo confirma cuando nos comparte en su tema De la calle que “la cosa en la calle es mantenerse siempre fiel, acumulando fuerza para nunca decaer, esa es la calle, esa es la ley” y así, mientras a unos les toca aprender la ley de la calle como la mejor manera de llegar al otro día, para otros la calle es una invitación a ser optimistas y a creer como lo hace Compañía Ilimitada en su tema En la calle que “la calle será tu amigo, el sedante de tu soledad….en la calle algo bueno va a pasar”.
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Al contrario de lo que plantea Compañía Ilimitada, Gerry Rafferty en su clásico Baker Street nos presenta un panorama un poco más sombrío y melancólico en el cual la calle es “un lugar que tiene gente pero no tiene ningún alma” y en el que como lo dice Bobby Womack en Acroos 110th Street “tienes que ser fuerte para sobrevivir” . Todo lo anterior, nos plantea que la calle es un lugar donde podemos acercarnos a la gran cantidad de tensiones y contradicciones que acompañan nuestra vida cotidiana, allí aparentemente podemos caminar nuestras tristezas, desengaños, fracasos y desencantos, mientras para otros, es el lugar donde se escenifica su lucha diaria por sobrevivir, en el que no se pueden romper las reglas y en el que hay que adoptar, una serie de valores y comportamientos que fundamentan las estrategias básicas que construyen muchos seres humanos en las grandes urbes a lo largo del planeta, para enfrentar el abandono, el hambre, el olvido y la pobreza que nos ha legado, un sistema político-económico que en el papel nos llevaría al progreso y a la igualdad. El imaginario de la calle como territorio de peligro y perdición, es reforzado todos los días por distintos discursos que van desde las políticas de seguridad en las cuales lo que se infiere es que lo mejor es no salir de la casa para evitar posibles situaciones de riesgo, hasta las políticas escolares que pretenden negar el valor de los conocimientos que circulan por fuera del espacio educativo más que todo en la calle, debido a que no están sujetos a sus normatividades. Sin duda, la calle representa un espacio de transgresión a todo aquello que se nos presenta como prohibido, es así como muchas personas hombres y mujeres, jóvenes o adultos, lo encuentran como el lugar en donde son libres de hacer lo que quieran ya sea beber, fumar, drogarse, buscar compañía, perder su dinero en un casino, transformarse en mujer o simplemente rumbear con un/a amante ocasional, porque a nadie le interesa lo que haga cada quien puesto que la calle es el reino del anonimato pero también, es el espacio en el que siempre es posible encontrar algo nuevo, algo que nos sorprenda y que de repente cambie nuestra realidad. Por último, considero que la idea difundida por parte de ciertos discursos políticos, culturales y sociales, acerca de la calle como el lugar donde se aprende y ocurre todo lo malo simplemente pretende entre otras cosas, ocultar su inmejorable posición como espacio de luchas materiales y simbólicas en el que se puede tomar conciencia y observar, la manera en que la solidaridad, el bien común y la tolerancia, se transforman en la indiferencia y el individualismo, que caracterizan la cultura de esta nueva sociedad digital del siglo XXI. | 23 |
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Fotografía - Fuente: Zambrano, Fabio. 1989. Historia de Bogotá.
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LA EVOLUCIÓN ESPACIO-TEMPORAL DE LA CARRERA SÉPTIMA Y LA CONFIGURACIÓN DE SU ENTORNO INMEDIATO 1
| Maria Luisa Monroy Beltrán | mlmonroym@unal.edu.co | Carla Gómez Creutzberg | cgomezcre@unal.edu.co | Yazmid Alvarado Camacho | yalvaradoc@unal.edu.co Este artículo presenta una síntesis del trabajo de investigación que nació en el marco de la asignatura de geografía urbana en el año 2005 en la Carrera de Geografía de la Universidad Nacional de Colombia bajo la dirección de la profesora Susana Barrera, el cual ha sido enriquecido con el trabajo posterior de las autoras debido a sus inquietudes académicas y profesionales.
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Resumen A partir de una revisión bibliográfica y el reconocimiento en campo, se desarrolló un ejercicio investigativo orientado a identificar la funcionalidad y jerarquía del eje vial de la carrera séptima en la configuración intraurbana de Bogotá a través de su historia. Así, mediante dicho ejercicio se articuló la información dispersa respecto al tema en torno a cuatro categorías de análisis como son: morfología e hitos urbanos, dinámicas socioculturales, procesos de ordenamiento del territorio y funcionalidad vial. Ello permitió entrever la continuidad de este eje como un estructurante urbano tanto a nivel morfológico como en el plano social, económico, cultural y político. Palabras Clave Carrera Séptima, Geohistoria Urbana, jerarquía urbana, funcionalidad vial y estructuración urbana. Abstract Based upon a combination of bibliographic revision and fieldwork, an investigation exercise was carried out in order to identify the urban hierarchy and functionality of Bogotá’s Carrera Séptima. Thus, this exercise allowed for a synthesis of fragmented information, enabling it’s articulation into 4 thematic groups: urban morphology and landmarks, sociocultural dynamics, territorial organization and street functionality. Such issues reveal a temporal continuity regarding the importance of this corridor in the city’s structure and in its social, economic, cultural and political dynamics. Keywords Carrera Séptima, Urban geohistory, urban hierarchy, street functionality and urban structuration. Introducción Las transformaciones en el espacio urbano obedecen a diferentes factores, entre otros la configuración de las vías y la dinámica que estas generan en los ámbitos social, económico, cultural, político y ambiental dentro de la ciudad. En el caso de Bogotá, las vías constituyen uno de los ejes principales a lo largo de los cuales se ha configurado el espacio urbano ya que han permitido la consolidación de relaciones topológicas de conectividad, adyacencia y centralidad, generando diferenciación y jerarquización de los espacios intra e inter-urbanos. Un ejemplo destacado de ello es la carrera séptima, cuya importancia a lo largo del tiempo ha radicado en su papel como facilitadora del desarrollo de ciertas funciones urbanas, en especial las que se refieren a la prestación de bienes y servicios, el desarrollo de actividades recreativas y culturales, la concentración del poder público, y el establecimiento de instituciones educativas, hospitalarias, castrenses y diplomáticas, entre otras. Para identificar el proceso de evolución espacio-temporal de la carrera séptima y su entorno inmediato y comprender las dinámicas asociadas a este proceso, se empleó un método descriptivo-analítico, centrado en el estudio de las siguientes categorías: la evolución histórica de los procesos de ordenamiento territorial; las dinámicas socio-culturales propias del entorno urbano; la morfología urbana y la funcionalidad vial de la séptima. El estudio se enfocó en el espacio asociado al tramo comprendido entre las calles quinta y cien, entendido el entorno inmediato de la vía como el espacio ubicado estrictamente sobre el eje vial. Los resultados de este ejercicio fueron agrupados en 5 periodos históricos definidos a posteriori de acuerdo con los patrones que se lograron identificar una vez compilada y sistematizada la información. En lo que respecta a las categorías de análisis es importante aclarar que los procesos de ordenamiento territorial abarcan tanto las iniciativas institucionales como aquellas de carácter informal, dado que ambas resultan en acciones pensadas y ejecutadas con una finalidad específica. Asimismo también se aclara que, ante la inexistencia de trabajos puntuales sobre el tema, se recurrió a diversas fuentes bibliográficas que permitieron articular y orientar este estudio las cuales aparecen como referencias bibliográficas en el apartado final y no de forma directa sobre cada dato señalado.
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Periodo Prehispánico: El Camino de la Sal Este periodo corresponde a la etapa de dominación indígena muisca en el territorio que hoy conocemos como la Sabana de Bogotá hasta la fundación oficial de Santa Fe de Bogotá en el año 1539. Las dinámicas de este grupo cultural respondían en gran parte a la estructura y fenómenos relacionados con las condiciones naturales de su territorio, que propició la distribución espacial y la configuración de la red de asentamientos dentro del territorio muisca. A partir de la influencia conjunta de las características de la red de asentamientos, el entorno natural y las dinámicas culturales y socio-económicas se fue delineando la traza de los caminos regionales. Uno de estos, fue el Camino de la Sal que surgió como un eje de importancia interregional dentro de la sabana de Bogotá, ya que, tomando la dirección norte-sur, se facilitaba la comunicación entre Pasca, Usme, Une, Fómeque, Guatavita, Fúquene, Tunja y Sogamoso con fines tanto religiosos (peregrinaciones) como de intercambio comercial. Los principales productos que se transportaban por el camino de la sal (maíz, esmeraldas, hojas de coca, sal, papas y cerámicas) constituían la base de la economía muisca, ya que a partir de su intercambio con otros grupos indígenas, dicha cultura logró consolidar su poderío regional. A continuación se presenta un cuadro en el que se sintetiza Evolución Espacio-Temporal de la actual carrera Séptima durante el periodo Prehispánico (Ver Cuadro 1). Cuadro 1. Síntesis de la Evolución Espacio-Temporal de la Séptima durante el periodo Prehispánico.
Periodo
Origen Prehispánico de la vía: El Camino de la Sal
Procesos de Ordenamiento del Territorio
Morfología e Hitos Urbanos
Dinámicas Socio-Culturales
La ubicación de los principales asentamientos obedeció a las características geográficas y la oferta de los recursos naturales dentro de la Sabana de Bogotá.
A partir de la distribución de los asentamientos muiscas se configura la red de caminos
Traza del Camino de la Sal desde Tunja hasta Fómeque
El camino de la sal servía de vía de peregrinación hacía los centros religiosos de Guatavita, Tunja y Sogamoso
Funcionalidad Vial El Camino de la Sal hacía parte de la red de caminos de intercambio Muisca, comunicaba los principales asentamientos Muiscas como Pasca, Usme, Une, Fómeque, Guatavita, Fúquene, Tunja y Sogamoso. Por esta vía se transportaban los principales productos de intercambio y consumo de los Muiscas como la sal, la papa, el maíz, los cubios, las tibias, las arracachas, las hojas de coca y las esmeraldas.
El periodo Colonial: La Calle Real y el Camino de Tunja Durante el periodo de la Colonia el Estado Español buscó imponer su estructura social y política con la implantación de formas urbanas que representaran la dominación y el control territorial. Dentro de éstas se destacan la cuadricula ortogonal, las plazas y los centros religiosos, cuya demarcación e instalación le dio primacía al eje vial de la carrera séptima desde el momento de la fundación de Santa Fe. Sobre este eje se emplazaron los principales centros religiosos y políticos de la ciudad como la Plaza de las Yerbas con la Capilla del Humilladero y la Plaza Mayor, además de las Iglesias de Santo Domingo, San Francisco y la Veracruz; los conventos Franciscano y de los Padres Dominicos, el Cementerio de San Pedro (frente a la Catedral) y el de Las Nieves. Este propósito también se reflejó en la organización político – administrativa de la ciudad, ya que a partir de las iglesias Santa Bárbara, las Nieves, San Victorino (que no se encontraba sobre la actual carrera séptima) y la Catedral Primada se delimitaron y estructuraron los barrios de la naciente Santa Fe. De igual forma, el emplazamiento de los establecimientos comerciales, también privilegió el eje de la carrera séptima, al punto que llegó a conocerse como la “Calle Real del Comercio” comprendida entre las calles 11 y 16. En este espacio se concentraba una parte importante de la actividad comercial, como consecuencia de la funcionalidad de esta
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vía a nivel interregional. La jerarquía de estos establecimientos reflejaba el orden social establecido, en la medida en que los almacenes de artículos importados estaban a cargo exclusivo de los españoles mientras que las tiendas menores y las chicherías pertenecían a los criollos y mestizos.
Fotografía - Fuente: Zambrano, Fabio. 1989. Historia de Bogotá.
En 1774, Carlos III dictó una serie de normas que modificaron la estructuración y la administración del espacio urbano, dando una mayor prelación a los estamentos civiles tanto en lo que respecta a la división interior de la ciudad como al tipo de instituciones que se emplazaron en ella. Se ordenó la división administrativa de Santa Fe en cuarteles y barrios, tomando como eje longitudinal la carrera séptima, manteniendo de esta forma la jerarquía de este eje vial dentro del espacio intra-urbano. En el siguiente cuadro se sintetizan los hechos más destacados de este período (Ver cuadro 2).
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Cuadro 2. Síntesis de la Evolución Espacio-Temporal de la Carrera Séptima durante el Período Colonial
Etapa Procesos de Morfología e Ordenamiento Hitos Urbanos Territorial La morfología urbana se caracterizó por el establecimiento de dos plazas principales: la de las Yerbas con la capilla del Humilladero (1938) y la Plaza Mayor (1939). La primera se perfiló como sitio de intercambio comercial y centro religioso, y la segunda como centro administrativo, por lo que en 1550 se instaura la sede de la Real Audiencia en ella.
En la plaza de la Yerbas se hizo el acto fundacional con la primera misa, oficiada en la capilla del humilladero. Estableciendo así las pautas de congregación de los feligreses
La carrera séptima recibió el nombre de la Calle Real del Comercio entre las calles 11 y 16.
El crecimiento de la ciudad se realizó de forma lineal en torno a los dos centros articulados por la Calle Real del Comercio. Surgieron varias construcciones como: las Iglesias de Santo Domingo (1550), San Francisco (1550) y la Veracruz (1554); los conventos Franciscano (1550) y de los Padres Dominicos (1550), el Cementerio de San Pedro (frente a la Catedral, 1555) y el de las Nieves.
El mercado semanal de los viernes adquirió una considerable concurrencia a medida que la Plaza Mayor se consolidó como el centro de mayor importancia.
En 1556 se construyó el primer puente sobre el río San Francisco. En 1556 se prohibió la construcción de casas pajizas sobre la calle principal de la ciudad. La demolición de las existentes se efectuó en 1560
Con el crecimiento de la ciudad aparecieron establecimientos religiosos que se fueron ubicando preferencialmente sobre la carrera séptima, en especial: el ColegioUniversidad Santo Tomás de Aquino (1563); la Iglesia de Santa Bárbara; el Colegio San Francisco; el Colegio de la Compañía de Jesús (1604); el Claustro de la Compañía de Jesús (1605); la Iglesia y Monasterio de San Diego (1606); el Cabildo Parroquial (entre las calles 10 y 11, 1628); la Iglesia del Sagrario (1660); la Iglesia y Monasterio de San Agustín (1637) y la Iglesia y Claustro de la Tercera Orden (1761). Entre las construcciones de tipo no religioso sólo se destaca la Plaza de las Nieves (1587).
El sector sobre la Calle Real, entre las calles 7ª y 9ª se conocía con el nombre del hipódromo pues en él se practicaban carreras de caballos.
Con la fundación oficial y jurídica de Bogota, en abril de 1539, se trazaron las calles, se señalaron los solares y se delimitó la Plaza de Bolívar, la cual se estableció como el punto de mayor jerarquía
1538 a 1773
Desarrollo de la Calle Real y el Camino de Tunja durante la Colonia
Las Iglesias Santa Bárbara (1565), las Nieves (1581) y la Catedral Primada (1572) con sus respectivas parroquias establecieron las pautas para la delimitación de los barrios.
1774 a 1810
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En 1774, Carlos III ordenó la división administrativa de Santa Fe en cuarteles y barrios, tomando como eje longitudinal la carrera séptima entre San Diego y Santa Bárbara, y la Calle Once como eje transversal. Esto da lugar a: la nomenclatura legal de ciudad, la implantación de una planimetría ortogonal y el abandono del sistema religioso como factor predominante en la organización de la ciudad.
Con la división de los estamentos religiosos y públicos en la administración, surgen nuevas edificaciones civiles en detrimento de las religiosas. Sobre la séptima se emplazaron: la Iglesia del Hospicio (1761); el Asilo de los Jesuitas (1774); la Casa de la Expedición Botánica (1783) y el Cuartel de la Compañía (1792).
La vía conservó su importancia y se constituyó como un eje de comunicación interregional entre Santa Fe y Tunja. Ello se expresó en la construcción de los puentes sobre los ríos San Francisco (1551), San Agustín (1630) y, posteriormente sobre la quebrada de San Diego (1791).
Los negocios que se establecieron sobre la Calle Real del Comercio reflejaban el orden social establecido durante la época colonial. Con la adecuación del atrio/altozano de la Catedral en 1842 se difunde el acostumbrado paseo por carrera séptima al mediodía, dando origen al denominado “septimazo”.
La nomenclatura de la vía en 1797 refleja su papel en la comunicación interregional: Camino de Tunja (hacía el norte) y Camino de Fómeque (hacía el sur)
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El periodo Republicano: La Carretera del Norte La ruptura con el imperio Español da paso al establecimiento de un nuevo orden político y social en nuestro territorio, el cual se ve reflejado entre otros, en el proceso de secularización que sufre la organización del espacio intra-urbano. En este transito se buscó fortalecer los nacientes poderes políticos nacionales y municipales, mediante el establecimiento de instituciones de carácter civil en diferentes lugares de la ciudad. Uno de los hechos más destacados que refleja este transito - aparte del surgimiento de diversas edificaciones a lo largo de la séptima, es el cambio de funcionalidad de la Plaza Mayor que se expresa en el desplazamiento del tradicional mercado semanal y la adecuación de ésta como un espacio de reunión y debate público, cuya simbología se refuerza con la implantación de la estatua de Bolívar en 1846. El crecimiento poblacional de la época trajo como consecuencia la densificación del centro de la ciudad y la expansión del casco urbano tradicional hacia la zona de Chapinero teniendo como eje la séptima. Estas nuevas dinámicas propiciaron la expedición del primer Código Urbanístico de la ciudad en 1875, cuyo propósito era precisamente establecer la normatividad que orientara el crecimiento urbano de la ciudad. De esta manera, la carrera séptima se convirtió en la línea de fuga a través de la cual se rompió con la organización espacial compacta y se dio origen a una ciudad de tipo lineal, marcada por eje de segregación espacial centro –norte. A continuación se presenta un cuadro en el que se sintetiza el proceso de evolución de la séptima durante este periodo (Ver cuadro 3) Cuadro 3. Síntesis de la Evolución Espacio-Temporal de la Carrera Séptima durante el Periodo Republicano
Etapa
La Carretera del Norte durante la 1811 Indepena dencia y la 1833 Consolidación de la República
Procesos de Morfología e Ordenamiento Hitos Urbanos Territorial
Dinámicas FuncionaSocio- lidad Culturales Vial
En 1844 se expidió un decreto que impedía el tránsito de carruajes por la ciudad.
El crecimiento demográfico impulsó la subdivisión de los antiguos solares y casonas dentro del casco urbano y las grandes haciendas en el sector de Chapinero.
En 1877 la municipalidad permitió el tránsito de carruajes por las calles siempre y cuando se destinaran exclusivamente al transporte de personas. En 1884 se estableció la primera línea del tranvía de mulas.
Continúa el desarrollo de obras civiles que expresaban la consolidación del aparato estatal. Sobre la 7a. se ubicaron: Colegio Militar (1848), Esc. Pública de las Nieves(1849), Inspección del Panóptico (1854), Archivo Nal. (1861), Asilo de Indigentes de S. Diego (1873), Cárcel del Panóptico (1874), Cuerpo de Serenos de la Policía (1868), Banco de la Unión (1880), Parque del Centenario (sobre la actual calle 26, 1883) y las plazas de San Diego (1842) y las Cruces (1883). Edif. religiosas: Monasterio de la Enseñanza (entre las calles 7 y 8, 1861) y la primera ermita de Chapinero (1812), dentro del actual parque Sucre.
La importancia comercial de la Carrera En 1875 se creó el primer código Séptima se mantiene y se ve reflejada en urbanístico de Bogotá que buscaba la construcción del Bazar de Veracruz, el corregir los factores que habían distorsionado la morfología ortogonal de primer centro comercial de la ciudad (entre las calles 12 y13, 1859); así como en el la ciudad. En él se establecen normas respecto a la forma en que se deberían establecimiento de: el Gun Club (entre las calles 11 y 12, 1882), El Hotel Atlántico adecuar las nuevas calles, plazas y escuelas. En 1876 se ordenó una nueva (1822) y la Imprenta de Silvestre (1862). nomenclatura centrada en la plaza de Bolívar siendo la carrera séptima la calle primera.
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En 1822 se implementó el servicio de alumbrado El público en las intersecciones Mercado de las calles transversales semanal con la Calle Real entre la en la Catedral y San Francisco. Plaza Mayor La comunicación interurbana (Plaza de se lograba mediante el Bolívar a uso de carrozas, berlinas partir de y victorias; mientras que 1846) se al interior de la ciudad se trasladó, privilegiaba la movilidad con el peatonal, dada la limitada fin de extensión de la ciudad y las despejar prohibiciones establecidas la plaza por la administración. y darle Los comerciantes de la prelación Calle Real se valían de las a su mulas y los indígenas para carácter transportar sus mercancías. simbólico y político. Para ello El alto costo, las también deficiencias en el servicio se de los carruajes, el implantó crecimiento demográfico la estatua y el surgimiento del del sector suburbano de Libertador Chapinero condujeron a la en 1846. implementación del Tranvía de Mulas.
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La transición hacía el proyecto de la ciudad moderna La llegada del tranvía a la ciudad marcó el inicio del proyecto de ciudad moderna en Bogotá, en la medida en que éste se constituyó en un agente tecnológico de gran importancia para la configuración del espacio. Ante esta circunstancia, la carrera séptima, como eje privilegiado de la ciudad, presentó importantes transformaciones tanto en sus características y funcionalidad como en la configuración de su entorno a fin de adaptarse a la llegada del moderno sistema de transporte. La séptima entró a formar parte del corredor entre el centro tradicional y el barrio suburbano de Chapinero, pero sin perder su funcionalidad en el orden interregional. Al iniciarse el siglo veinte, la ciudad comienza a hacer uso de nuevos sistemas de transporte mucho más eficientes que los anteriores como los automóviles particulares y los coches de servicio público. Estos sistemas de transporte ayudaron a reforzar la primacía de la carrera séptima en tanto incentivaron el desarrollo urbano de su entorno inmediato. Dicho desarrollo se manifestó en la densificación progresiva realizada sobre el eje de la séptima, que logró el efecto paulatino y discontinuo de llenar los vacíos existentes entre los núcleos centrales (Centro tradicional y Chapinero). Este proceso se prolongó a lo largo del siglo veinte, con una expansión monodireccional discontinua denominada “saltos de rana” que ocurre sobre el un eje centro – norte con intensidades y modalidades de uso del suelo variables. Cuadro 4. Síntesis de la Evolución Espacio-Temporal de la Carrera Séptima a Finales del Siglo XIX y Comienzos del XX.
Etapa Etapa de 1884 Transición a hacía el 1910 Proyecto Ciudad Moderna
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Procesos de Morfología e Ordenamiento Hitos Urbanos Territorial Con la llegada del tranvía se iniciaron labores para la adecuación de la infraestructura vial, como la implementación de rieles de acero (1892), la electrificación del tranvía (1904) y la construcción de puentes y alamedas. El sector privado también participó en el desarrollo de los sistemas de transporte con la implementación de coches de servicio público (tirados por mulas, 1900) y la importación del primer automóvil (1903).
La importancia comercial de la vía se mantiene, tal como lo expresa la proliferación de: fábricas de cerveza [Rosa Blanca (entre las calle 7 y 8, 1891) y La Fabrica de Cerveza (entre las calles 27 y 28,1892)] ; imprentas [la de Medardo Rivas (1885) y la de Lleras (1889)]; librerías [la deNicolás Pontón (1894), la de Lleras (1889) y de Medardo Rivas (1885)]; y otros establecimientos como la floristería La Flora (1891). En otros ámbitos se destacan: el Capitolio Nacional (1892), las legaciones de Chile (1891) y Estados Unidos (1891), la Oficina de Correos (1888), el Colegio Dental (1888); el Colegio de Santiago Cortés (1893) y El Colegio Nuestra Señora del Carmen (1894)
Dinámicas FuncionaSocio- lidad Culturales Vial El 7 de Marzo de 1910 se produce el boicot del Tranvía, como manifestación en contra de los elevados costos y la ineficiencia del servicio de transporte. Como consecuencia, la municipalidad asume la administración de manos de la empresa extranjera “Railway Company”.
En 1884 llegó el primer Tranvía tirado por mulas, que corría por la carrera séptima en el tramo comprendido entre la Plaza de Bolívar y la actual calle 26. Este sistema funcionó hasta 1910, y se perfiló como un agente de cambio en la configuración del espacio ya que agilizó la comunicación con Chapinero. Esto permitió la expansión residencial y comercial de este barrio satélite, y de las zonas comprendidas entre éste y el casco urbano, el cual pasó a formar parte de una ciudad más disgregada. En consonancia con esto la séptima también se prolonga hacía el norte en 1891.
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Principios Del Siglo XX: La Carrera Séptima Durante este periodo, las transformaciones estructurales y arquitectónicas del espacio circundante de la carrera séptima evidencian los intentos de la élite capitalina por imitar los estilos de vida y las costumbres europeas. Este cambio se refleja especialmente en el surgimiento de centros de reunión social y la construcción de barrios de arquitectura europea como La Merced, así como en la conformación de la Sociedad de Ornato y Embellecimiento en 1917 para el “progreso de la ciudad”. Dicha sociedad se encargó de impulsar importantes procesos de renovación urbana, a través de los cuales es posible entrever la concepción de una sociedad moderna y progresista, afianzando y reafirmando los procesos iniciados a finales del siglo XIX. En el periodo comprendido entre 1938 y 1948, este espíritu progresista y de modernización de la ciudad se vio trastocado por cuenta del alto crecimiento demográfico en la ciudad, debido a la continua llegada de inmigrantes de diferentes lugares del país. El proceso de aumento de la población impulsó una rápida expansión del casco urbano en diferentes direcciones, dada la saturación del centro y los barrios tradicionales. El crecimiento de la ciudad motivó el desarrollo de acciones orientadas a la adecuación y dotación del espacio urbano con los equipamientos necesarios para asegurar la conectividad entre los distintos puntos de residencia, consumo y trabajo.
Carrera Séptima a la altura de la calle 78 - Fuente: Gómez, Carla. 2005.
Los intentos por planificar y adecuar el espacio urbano a las nuevas dinámicas de la sociedad se vieron obstaculizados constantemente por restricciones en el presupuesto del municipio. Esta situación cambió a partir de los sucesos del 9 de abril debido a los destrozos ocasionados en la infraestructura de la ciudad por las acciones emprendidas durante el conocido “Bogotazo” y la consecuente necesidad de reconstruir la ciudad. A continuación se presenta un cuadro que sintetiza el proceso de Evolución de la Carrera Séptima durante la primera mitad del siglo XX (Ver cuadro 5)
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Cuadro 5. Síntesis de la Evolución Espacio-Temporal de la Carrera Séptima durante la primera mitad del siglo XX.
Etapa
Procesos de Morfología e Ordenamiento Hitos Urbanos Territorial
La planificación urbana se empieza a fortalecer a medida que se da una participación directa por parte del sector público, el cual se ocupa de: implementar la malla eléctrica y el servicio de acueducto y alcantarillado (1910-1922), establecer la reglamentación del tráfico (1912), planificar la expansión y construcción de la estructura vial, adecuar las plazas para convertirlas en parques, implementar andenes, cunetas, y drenajes en las calles. Como consecuencia de esto en 1926 se crea la Secretaría de Obras Públicas que se encarga de remodelar la Plaza de Bolívar y extender y ampliar las vías La Carrera Séptima a 1911 principales entre ellas, la carrera séptima. a comienzos del Siglo 1948 XX
En 1938 se sustituye la antigua nomenclatura por la que se emplea actualmente, así la carrera séptima pierde su centralidad dentro de dicho sistema.
Dinámicas FuncionaSocio- lidad Culturales Vial
El uso del Sobre la séptima predominaba la suelo en torno construcción de centros sociales, a la carrera educativos y culturales que reflejan los séptima en este intentos de la sociedad por mimetizar periodo refleja los estilos de vida y parámetros un privilegio de europeos. Como ejemplo de ello sobre las actividades la séptima se observa la construcción sociales, de hoteles como el Regina (1926) y el culturales y Granda (1930), el establecimiento de políticas. Se la Academia de Lengua (entre las calles destaca el 17 y 18, 1916), el Club Tout Va Bien, La prolongación de la reapertura del Colegio de la Compañía establecimiento las líneas del tranvía de salones de de Jesús (actual universidad Javeriana, (hacía Chapinero, Las 1930) y la implantación de la actual sede baile y de café, Cruces y la estación de en los que se para el Seminario Mayor Arquidiocesano la Sabana), así como discutía la vida (1948). De otra parte, se remodela las mejoras hechas pública y política la plaza de las Nieves y se le añade la sobre el mismo en del país. estatua de Caldas (1917 y 1910), se el periodo pasado, concluye la construcción del Capitolio impulsaron un posterior Nacional (1926) y se inauguran los crecimiento lineal de la parques de Independencia (1910) y el ciudad, que se prolongó Nacional Enrique Olaya Herrera (1934). hacia la zona norte (hasta la calle 85). De El asesinato El crecimiento demográfico de la ciudad forma simultánea se del caudillo (la población capitalina se duplica entre trazaron nuevas vías liberal Jorge 1938 y 1948) no se ve acompañado perpendiculares sobre la Eliécer Gaitán, carrera durante los años por una expansión de su perímetro el 9 de Abril de ya que se mantuvo el proceso de cuarenta como fueron 1948, desató densificación del siglo anterior. Ello dio las calles 127, 129, el conocido lugar a nuevos barrios especialmente 134, 138, 137,161 “Bogotazo” obreros, como el Antonio Ricaurte y 170. en el que se (1920) que fue el único de este tipo que se desarrollo en la zona norte, al costado destruyó gran parte de las occidental de la carrera séptima entre las edificaciones calles 23 y 27. sobre la carrera séptima, La arquitectura del periodo reflejaba la especialmente culminación del periodo republicano y entre la Avenida la implantación de un estilo inglés en Jiménez y la las residencias del norte, especialmente calle 22. a partir de los años veinte cuando se construye el barrio de la Merced.
La reconstrucción de la ciudad a partir del Bogotazo Si bien, en años anteriores LeCorbusier ya había planteado la modernización de la ciudad con el plan piloto, este proceso sólo se puso en marcha con la reconstrucción de la ciudad luego de las destrucciones ocasionadas en los disturbios del 9 de Abril de 1948. En dicha reconstrucción se privilegió las edificaciones de gran altura, debido a la adopción de nuevas tecnologías y materiales importados de los Estados Unidos de América, lo cual permitió la intensificación del uso del suelo, así como el desarrollo de actividades mixtas dentro de un mismo predio. Este fenómeno no solo se pudo evidenciar en las construcciones de los años 50 y 60, sino que fue una tendencia que permaneció en el tiempo y se manifiesta hoy en día sobre
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la séptima en las zonas de: Las Nieves, Centro Internacional, Javeriana, Marly, La Salle, Avenida Chile, entre otras. A continuación se presenta un cuadro síntesis sobre la evolución de la Carrera Séptima en los años posteriores a 1948 (Ver cuadro 6). Cuadro 6. Síntesis de la Evolución Espacio-Temporal de la Carrera Séptima en los años posteriores a 1948.
Etapa La carrera 1948 a séptima después 2005 del Bogotazo
Procesos de Morfología e Ordenamiento Hitos Urbanos Territorial El “Plan piloto de Bogotá” de Charles Edouard Jeanneret Le Corbusier planteaba importantes mejoras para la ciudad al proponer la construcción en altura, la implementación de espacios recreativos y la articulación ciudad-región, su implementación sólo se dio con el “Plan de Reconstrucción para el Centro de la Ciudad” que se formuló después de los hechos del 9 de Abril de 1948. Para efectuar dicho plan se necesitó del crédito extranjero y de la adopción de nuevas tecnologías para la construcción en altura. Ello resultó en la consolidación de la propiedad horizontal, el crecimiento del sector de la construcción, la agudización el la especulación del minifundio urbano, la importación de materiales de construcción desde Estados Unidos y la intensificación del uso del suelo.
Con la reconstrucción del centro surgen nuevas edificaciones, sobre la séptima se destacan: el Edificio de la Renta (1951), el edificio del Banco de la República (1958), el edificio de Avianca (1969) , y el Centro Internacional (19601980) en donde se ubicó el Hotel Tequendama (1953). La apertura del Aeropuerto Internacional del Dorado en 1959 propició la llegada visitantes extranjeros lo cual, sumado a las ideas modernistas supuso la creación de nuevos espacios culturales en la ciudad como el Mueso del Oro (1968), el Planetario Distrital (1969), la Universidad Distrital (1970) y la Cinemateca Distrital (1971) los cuales se ubicaron sobre la séptima. Con la creación del Distrito Especial de Bogotá en 1954 y la anexión de los municipios aledaños se aceleró el crecimiento espontáneo de los sectores suburbanos en el suroccidente debido al crecimiento demográfico nacional y el éxodo rural. La presión ejercida por la llegada de nuevos habitantes generó congestión y deterioro de la zona central, lo cual, sumado al influjo de nuevos establecimientos comerciales en el sector de Chapinero, originó el desarrollo de nuevas zonas residenciales en la zona norte de la ciudad (El Nogal, El Retiro, Los Rosales, La Cabrera, Chicó y Santa Bárbara), así como de sus espacios recreativos, financieros y sociales (Parque del Chicó, 1964, Club el Nogal 1995, Centro financiero Avenida Chile).
Dinámicas FuncionaSocio- lidad Culturales Vial En años recientes la alcaldía Mayor de la ciudad ha tratado de retomar el tradicional “septimazo”, con el fin de fortalecer el comercio en el sector comprendido entre la plaza de Bolívar y la calle 26, por lo cual se acompaña con actividades culturales y recreativas sobre la carrera séptima. Manteniendo su importancia como eje articulador de la vida social, política y cultural de los bogotanos, la carrera séptima ha sido un espacio importante para la concentración movilización y expresión de los ciudadanos. Ello se refleja en las diversas marchas de protesta, festivales culturales, y actividades recreativas y patrióticas que se dan sobre ella, como son: el desfile del Veinte Julio, el carnaval del festival iberoamericano de teatro, la ciclovía, las marchas por la paz, la inauguración del alumbrado navideño, la marcha por la solidaridad, el festival por el orgullo gay, la media maratón de Bogotá y la marcha del primero de mayo, entre otros.
En 1951 se terminó el servicio colectivo del tranvía ante la competencia de los buses de servicio público. La consolidación de este servicio supuso ciertas modificaciones a la red vial como la ampliación de las vías principales (la séptima y la décima en 1951), la construcción de la calle 26 y el establecimiento de nuevos equipamientos urbanos (parquímetros, semáforos y casetas para el manejo del tránsito).
La Carrera séptima en la actualidad A pesar del crecimiento urbano de la ciudad hacia diferentes direcciones, la carrera séptima mantiene su jerarquía como un importante eje articulador de la estructura intra e inter urbana, y un lugar de convergencia para las actividades económicas, sociales y culturales de los habitantes de la ciudad. De esta forma en la séptima aún se emplazan importantes centralidades comerciales y financieras tales como: el Centro Internacional, la Avenida Chile, y los Centros Financieros y de Negocios de las Calles 100 y 116. Así como diversas instituciones de orden cultural, castrense, diplomático educativo y recreativo.
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La presencia de estas centralidades esta fuertemente asociada con la expansión residencial de las clases altas de la ciudad, quienes a lo largo del tiempo han tomado provecho de la suburbanización sin dejar de lado las ventajas asociadas a la centralidad. Este proceso ha permitido una fuerte especulación rentística y la elevación de los precios del suelo en estas zonas que inician como zonas residenciales de estrato alto y terminan transformándose en zonas comerciales, financieras y de servicios. Este tipo de renta acentúa las formas de segregación socio-espacial, en la medida en que restringe el acceso a este suelo para distintas actividades y grupos poblaciones. Sin embargo estas restricciones socioeconómicas no han logrado limitar del todo la vivencia del espacio urbano y de la calle como el lugar por excelencia de las manifestaciones políticas y culturales de los habitantes de la ciudad. Conclusiones El proceso que ha llevado a la configuración actual de la carrera séptima y su espacio aledaño ha sido el resultado de dos acciones: las de carácter oficial y las de tipo espontáneo. Las primeras se presentan desde el periodo colonial con la implementación de la cuadrícula ortogonal que da prelación y jerarquía a la calle real, establecida sobre el antiguo camino indígena de la sal. Este hecho se perpetúa por varios años al punto que esta vía se constituyó como el punto de referencia para establecer la nomenclatura de la ciudad en distintos periodos; concentró los establecimientos de orden religioso de la ciudad desde los cuales irradiaron los parámetros ideológicos y se estableció la estructura físico-administrativa; y fue el objeto a partir del cual se definieron las pautas para construcciones civiles y públicas y se adoptaron las principales tendencias arquitectónicas y avances tecnológicos de los distintos estadios del desarrollo urbano.
Carrera séptima a la altura de la calle 64 - Fuente: Gómez, Carla. 2005.
Las distintas dinámicas que suponen los diferentes procesos de planificación dieron lugar a que los ciudadanos, de manera espontánea, contribuyeran al desarrollo y configuración del espacio a lo largo de la carrera séptima al establecer las diversas actividades y edificaciones que históricamente allí se han ubicado. Dicho desarrollo obedece a tres factores principales: los intereses económicos, los cambios tecnológicos y las dinámicas políticas y socio culturales. En el ámbito económico la utilización del suelo y el desarrollo de las edificaciones e infraestructuras han sido a la vez resultado y causa en las diferentes fases del cambio económico. Por su parte los desarrollos tecnológicos han propiciado cambios en la morfología y, por ende en la funcionalidad y centralidad de la vía, permitiéndole mantener su importancia como eje articulador intra e interurbano. Dicho desarrollo físico ha estado asociado a unas dinámicas políticas y socioculturales que han fortalecido la importancia de la vía dentro del imaginario colectivo, impulsando así su relevancia dentro de la evolución urbana.
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| Jennifer Moreno |
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1. Biografía
1.2. Estilo Literario
1.1. Vida del Autor
Como el mismo autor lo reconoce en algunas entrevistas,1 su producción literaria se encuentra inscrita dentro del movimiento literario conocido como Realismo Sucio2, el cual tiene sus orígenes en la literatura estadounidense de finales de los setenta y comienzos de los ochenta caracterizada por el uso de lenguajes simples que describen las cosas como realmente son en un contexto sociocultural, además de la representación de personajes comunes y corrientes. Que para el caso de Mendoza, son quienes habitan los márgenes y periferias de las ciudades latinoamericanas siendo estos últimos espacios de constante dinámica, conflicto y transformación.
En 1964, en el seno de una familia acomodada que habitaba al norte de la ciudad nació Mario Mendoza Zambrano; escritor colombiano que pasó sus primeros años entre las aulas del colegio Refous y las calles del barrio Santa Ana occidental, ubicado más allá de la calle ciento ocho. A comienzos de los años ochenta ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional para retirarse al poco tiempo, pues prefirió estudiar Filosofía y Letras. Este hecho lo obligó a afrontar un nuevo estilo de vida tras ser expulsado de casa, viéndose en la tarea de buscar dinero para sostenerse y un sitio donde vivir. Los primeros lugares que habitó fueron inquilinatos universitarios localizados en el centro histórico que posteriormente fueron remplazadas por viviendas tomadas en arriendo al sur de la ciudad, en donde conoció hombres y mujeres que se dedicaban a todo tipo de oficios y profesiones. Tal situación lo puso frente a un espacio de orden citadino en el que subsistían micro espacios – norte, sur, occidente y centro-, con situaciones asumidas de manera distinta por las clases sociales bogotanas. De su constante meditación sobre el espacio que habitaba, surgiría más adelante la preocupación por retratar en su narrativa la Bogotá real. Terminó sus estudios de literatura en 1987, convirtiéndose en profesor del Departamento de Literatura de la Universidad Javeriana y unos años más tarde dejó el país. Primero fue a España para realizar estudios literarios en la Fundación Ortega y Gasset, y posteriormente se trasladó a Israel donde residió en la conflictiva zona de Gaza. A su regreso al país trabajó para publicaciones de revistas y periódicos, realizando artículos de diversos temas sobre la realidad colombiana e internacional, al tiempo que escribía algunas de sus novelas literarias y en 1997 se convirtió en docente de la James Madison University en Estados Unidos. Entre sus obras se destacan; La ciudad de los umbrales, La travesía del vidente, Scorpio City, Relato de un asesino, Satanás, Escalera al cielo y Buda Blues. Con algunas de ellas ha obtenido premios entre los cual son de mencionar el Premio Nacional de Literatura del Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá en 1995, el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral con la novela Satanás en 2002 y el Premio Nacional de Literatura Libros y Letras en 2011. 1 2 3 4 5
“Yo creo que las ciudades de América latina han sufrido grandes transformaciones en los últimos años. Pienso que Ciudad de México, Río de Janeiro, San Pablo, Bogotá o Lima son ciudades que han sufrido ya un Big Bang... no me interesa una literatura sobre el centro, digamos sobre la gente que triunfa, sobre lo que sería el éxito social o el establishment o algo por el estilo, a diferencia de esa tendencia yo voy camino a lo marginal”.3 Esta circunstancia lleva a que en las novelas de este escritor capitalino encontremos esa Bogotá compleja que violenta y abriga, segrega e incluye, es sagrada y sacrílega. La ciudad de múltiples aspectos que se incorporan, chocan y conviven. Finalmente de su obra se deben reconocer dos contribuciones que se resumen en una intensa caracterización de las dimensiones de lo humano que admite lo psicológico y en una inquietud constante por develar dinámicas y transformaciones socio espaciales a partir de una prosa realista que describe construcciones y establecimientos públicos o privados.
2. Scorpio City
2.1. Consideraciones Generales Esta novela fue publicada en 1998 y da inicio a lo que se conoce como una trilogía literaria, que en palabras de Mendoza trata “sobre el descenso a los infiernos y la búsqueda de los universos plutonianos en la ciudad de Bogotá”4. La trilogía se completa con Retrato de un Asesino y Satanás. Scorpio City surge a partir de la expectación que desató en el autor el conocimiento del elevado número de asesinatos cometidos contra los habitantes del sector del Cartucho, tras revisar informes de organizaciones no gubernamentales que reportaron una cifra aproximada de 185 asesinatos para el año de 19935.
Encontramos la entrevista que realizó a Mario Mendoza, el profesor universitario Álvaro Bernal para La Hojarasca. Alianza de escritores y periodistas y la realizada por periodistas del canal City tv en Agosto de 2009. Ver: http://www.escritoresyperiodistas.com/NUMERO24/alvaro.htm y http://www.citytv.com.co BERNAL, Álvaro Antonio. Percepciones e imágenes de Bogotá: expresiones literarias urbanas. Cooperativa Editorial Magisterio. Bogotá. 2010. Ver al respecto: http://www.escritoresyperiodistas.com/NUMERO24/alvaro.htm Consultando las presentaciones de las novelas hechas por el autor se encuentran algunos de sus comentarios sobre las mismas, para mayor profundización se puede revisar; http://www.losandes.com.ar/notas/2002/5/12/cultura-39997.asp Ver: http://www.escritoresyperiodistas.com/NUMERO24/alvaro.htm
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Después de terminar sus labores diarias en la comisaría donde labora, se dirige a su apartamento avanzando por la carrera séptima hasta llegar al sector de San Victorino, de especial significado individual puesto que lo saca de cualquier sentimiento depresivo. Hace una parada en el escondite de Zelia; una ex prostituta que ahora tiene una secta cristiana llamada La Iglesia de los Pobres que brinda ayuda espiritual y económica a ladrones, prostitutas y drogadictos. La interroga y tras respuestas evasivas la mujer lo envía a consultar con una compañera de vivienda de María Ortega, que trabaja por las noches en Casa Show Internacional como stripper. Entrada la noche acude al lugar, una casa de prostitución situada en inmediaciones de la Plaza de las Nieves y al encontrar a la mujer que busca, le hace una serie de preguntas. Ella le comenta a Sinisterra que compartía un apartamento con María, mujer de genio tranquilo que no andaba armada, no tenia novio y además iba todos los domingos a rezar a la Iglesia de los Pobres.
Al observar lo poco que se había escrito sobre esta situación, decidió ponerse en contacto con los dirigentes de la zona para reunir material que le permitiera en una novela, denunciar esta ola de crímenes. Es así como a partir de largas jornadas de conversaciones con habitantes del centro, como recicladores, prostitutas y administradores de burdeles, logró recolectar el material que sería la base de su obra.
2.2 Resumen La novela se encuentra condensada en cinco capítulos, un epilogo y una nota final. El primer capítulo que lleva por nombre Pielroja Blues se encuentra subdividido en dos apartados; Los crímenes y viajes de un elegido, que nos introducen en la vida de personajes y espacios , tiempos; en torno a los que se desarrollará la trama. Los crímenes El inspector Leonardo Sinisterra un empedernido fumador de cigarrillos Pielroja, asiste de nuevo al lugar de los hechos. Esta vez fue asesinada una prostituta identificada como María Ortega, la cual se suma a otros cuatro casos en el último mes. Pese a conocer el sector donde se han presentado todas las muertes, el centro de la ciudad, y a buscar de manera cautelosa pistas para dar con los criminales, Sinisterra no tiene más que una certeza: todos los homicidios están relacionados.
Mientras Sinisterra fuma cae en cuenta que Zelia lo ha mandado a investigar sobre una pista falsa, y en tanto que camina por la carrera séptima, observando los habitantes del sector, decide hacerle otra visita. Al día siguiente, en la comisaria se reúne con su jefe, da un reporte de los últimos acontecimientos y almuerza en el restaurante de Pepillo, un andaluz exiliado tras la Guerra Civil. En horas de la tarde visita a Zelia, quien tras una que otra amenaza accede a darle cierta información que le llegará, solo al siguiente día. Leonardo Sinisterra abre el sobre que le han dejado en la portería de su residencia, lee una nota que dice: Calle Veintiuna - Carrera Cuarta - Ocho de la noche. Asiste a la cita y un travesti le dice que busque las residencias Tokio, debajo de la estación de policía del barrio Las Cruces y pregunte por Pablo, el apóstol. Esa misma noche va en busca del personaje que habita un cuarto mal oliente. El apóstol le sugiere a Sinisterra que revise los datos personales de las mujeres asesinadas para que pueda confirmar la relación existente entre asesinatos y signos zodiacales de las víctimas. Lo anterior le permite concluir que la próxima víctima será una géminis. Al día siguiente Sinisterra llega muy temprano al restaurante de don Pepillo donde cita a González, un subalterno. González llega con la información requerida:
DE HABER TERMINADO SU CARRERA DE ANTROPOLOGÍA, TAL VEZ AHORA ESTARÍA VIAJANDO A OTRAS REGIONES DEL MUNDO Y APRENDIENDO DE LOS OTROS LEONARDOS SINISTERRAS QUE SU SER ENCIERRA
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la relación de prostitutas que trabajan en el sector según su fecha de nacimiento y signo zodiacal Revisan la lista pero de las tres géminis que aparecen, ninguna podría ser la victima porque ellas no están trabajando. Sinisterra contrariado por no encontrar nada, sale a caminar por San Victorino y cada espacio, cada actividad económica, cada persona que encuentra a su paso, le producen sensaciones de bienestar y placer. Después de cinco días vuelve donde el apóstol, quien mediante un escrito profético que reposa en la pared le explica que el próximo asesinato será de una prostituta de carácter andrógino. Al salir de la habitación del apóstol, camina por la Plaza de Las Cruces y luego entra a Casa Show en busca de nuevas pistas. Al tiempo que piensa en lo compleja que puede ser una ciudad de carácter místico, divisa una chica que se desnuda en el escenario y que además esconde su verdadero sexo tras ropas y maquillaje vistoso; esa mujer es un travesti. Finalmente entiende que el próximo asesinado será un travesti dedicado a la prostitución, llama a González a la comisaria, le pregunta si el travesti que le había dado la ubicación del apóstol es géminis y confirma quien será la próxima víctima. Corre a la calle veintiuna, entra en las residencias donde se encuentra el travesti con un cliente, pero ya es demasiado tarde. En el cuarto yacen dos cadáveres y un hombre – el apóstol- se encuentra recostado sobre el marco de una ventana. Los cuerpos identificados son los del travesti y su asesino, un hombre conocido como el astrólogo. Posteriormente al apóstol se lo llevan directo a la cárcel, pero Sinisterra siente que nada ha acabado y que aún están por llegar complicaciones a su vida. El segundo apartado del capítulo primero está escrito en forma de diario. El apóstol narra cómo se convierte en un guerrero de Dios para liberar a los oprimidos de su situación y también reconoce que ha sido necesario dar muerte a asesinos, violadores y delincuentes del sector. Intercala descripciones de trances en los que entra con ayuda de la droga, donde se asume viviendo vidas pasadas en las que también fue un guerrero del bien, anécdotas diarias que describen el proceso de identificación del astrólogo como el asesino de mujeres, los encuentros con Sinisterra y sus acciones homicidas en contra de maleantes. El segundo capítulo titulado La Secta, ahonda en el carácter de los autores de los seis asesinatos de los trabajadores sexuales, a su vez que abarca las consecuencias que este descubrimiento traerá en la vida de Leonardo Sinisterra. Mientras Leonardo en su oficina mira a través de las ventanas reflexiona sobre su trabajo y considera que, de haber terminado su carrera de antropología, tal vez ahora estaría viajando a otras regiones del mundo y aprendiendo de los otros Leonardos Sinisterras que su ser encierra, pero que aún no se asoman al exterior. Sale de su oficina a caminar por el centro de la ciudad, observando las vitrinas, el clima y la gente, le llama la atención la apropiación espacial
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que un grupo de raperos hace de la esquina de la Calle Quinta. En horas de almuerzo entra al restaurante de Pepillo, quien le informa que en la radio anunciaron la muerte de otra prostituta. Sinisterra parte para la comisaría y González le informa que por el signo zodiacal de la víctima se puede establecer una relación directa con la ola de crímenes anteriores. Leonardo visita al apóstol en la cárcel y se entera de que el astrólogo quien ya está muerto era un simple trabajador de una secta que ordenaba los crímenes. Luego en la oficina Leonardo y González examinan las distintas sectas registradas y esa misma noche se dirigen a una Iglesia Cristiana Vegetariana que se localiza en Teusaquillo y mientras esperan en un Renault que parquean en la esquina, sintonizan La Hora del Misterio, un programa radial de medianoche que trata temas inexplicables. Este programa es escuchado por el protagonista en varias ocasiones a lo largo de la novela debido al interés que le despierta la interlocución entre un periodista y diversos oyentes sobre situaciones inauditas que supuestamente han acontecido en los rincones más recónditos del país. Al día siguiente los dos inspectores visitan las sedes de otras sectas que funcionan en Bogotá; en la de Los Buscadores de la Eterna Bondad y la Secta Cristiana Curativa no encuentran nada sospechoso pese a incomodarse por las prácticas de los creyentes que asisten en tumultos a esos lugares. Se separan en horas de la tarde pero acuerdan verse a las diez de la noche para visitar a los Cristianos de Final de Milenio. Sinisterra antes de acudir a su encuentro nocturno visita a Zelia y ella lo pone sobre aviso anunciándole que los CFM son una secta peligrosa que fustiga los trabajadores sexuales del sector. Esa noche los investigadores llegan al lugar donde funciona la sede principal de la secta; parquean el carro en diagonal apagando las luces para evitar sospechas y observan un movimiento de automóviles recurrente durante hora y media. Tiempo después dos autos llegan, de ellos descienden siete hombres con abrigos que ingresan al interior de la edificación, lo cual alerta a Leonardo quien al ver que su compañero de vigilancia está dormido se dirige a la casa sin compañía alguna. Comienza a llover y el agente no encuentra entrada alguna por donde ingresar, entonces, rompe una ventana con la mayor cautela posible. Ya en el interior de la casa localiza una puerta que
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da paso a un sótano. En donde se encuentran reunidos los hombres votando sobre el destino de Leonardo, González y el Apóstol pues consideran que estos tres hombres pueden poner en riesgo su macabro plan de eliminación humana. Sinisterra escucha todo el plan: a él lo harán a un lado, su ayudante será ascendido y el apóstol asesinado. Tras escuchar estas declaraciones sale con cautela de la casa y observa que su ayudante se ha ido, lo espera un tiempo, pero después decide marcharse a su residencia. A la mañana siguiente llega a la oficina y su jefe lo está esperando para informarle que debe retirarse de la investigación y aceptar un cheque de indemnización. El agente sale de su oficina, llega a su casa tras caminar por el centro y entrada la noche logra conciliar el sueño. Al otro día, en horas de la mañana va al banco a cobrar el cheque que es de una cuantiosa suma de dinero y después de más de dos horas el dinero le es entregado por el gerente. Decide llevárselo a Zelia para su iglesia, pues no quiere esa plata “mala vida” pero justo cuando sale de la Iglesia de los Pobres, unos hombres descienden de una camioneta, lo asaltan, inmovilizan y lo meten al auto. El tercer capítulo relata que a Leonardo lo encerraron en un manicomio donde se transforma. Su apariencia física cambia, ahora es más delgado, usa ropas viejas, cabello largo y barba. Además su salud se deteriora tras ser sometido a electrochoques e inyecciones. En conclusión su mundo es confuso y hasta los recuerdos recurrentes de su vida, que en un principio lo bombardean, desaparecen. Así pasa el tiempo hasta que una noche a Sinisterra, lo sacan del manicomio. Lo dejan tirado en el Parque de los Periodistas de donde se traslada a una plazoleta del sector colonial de La Candelaria y observa a unos jóvenes que le dan su primer cigarrillo de marihuana. El cuarto capítulo, La zona, cuenta cómo tras ser liberado Leonardo, ahora convertido en un vagabundo sin recuerdos y en estado neurótico, lucha por conseguir algo que comer sin detenerse a reflexionar sobre sus acciones. Primero camina por el sector comercial de la Decima e intenta coger comida de un mostrador de una lonchería pero un vigilante le pega en la cabeza y lo deja tirado en medio de la calle. Inmediatamente un señor acude en su ayuda, lo levanta y lo lleva a una tienda cercana donde le invita algo de comer. Durante el tiempo que departen sentados alrededor de una mesa del local, el hombre le comenta a Sinisterra que la primera vez que estuvo en una situación similar, confusa y alucinando atrapado en la zona, no pudo volver a la realidad sino hasta una semana después. Suma Cultural
LEONARDO VISITA AL APÓSTOL EN LA CÁRCEL Y SE ENTERA DE QUE EL ASTRÓLOGO QUIEN YA ESTÁ MUERTO ERA UN SIMPLE TRABAJADOR DE UNA SECTA QUE ORDENABA LOS CRÍMENES
Una vez la dueña de la tienda anuncia que deben salir del local, Sinisterra abandona el establecimiento y camina hasta observar en un cafetín a unos universitarios que beben y comen. Cuando estos se van del lugar, el inspector se abalanza sobre los restos de comida para posteriormente emprender una carrera que lo lleva hasta el Pasaje Rivas y de allí camina hasta el Cementerio Central donde pasa la noche. En este recorrido se acuerda de situaciones que le ocurrieron un tiempo atrás.
El quinto capítulo que titula; La Tribu, abarca el periodo entre la inserción de Leonardo Sinisterra en la comunidad que habita la calle del Cartucho, hasta el momento de su muerte provocada por la persecución de agentes de limpieza social. El narrador cuenta que nuestro protagonista, recorre la ciudad por varias semanas sin reconocer nada; duerme en la calle, no se asea, se enfrenta con otros habitantes del camino y no pronuncia palabra alguna. Conforme los días van pasando se hace consciente de que tiene un pasado que en ocasiones se aparece ante él va recordando personas, sensaciones, voces o miedos y es entonces que se da cuenta de su condición físico-mental actual. Para trasformar su aspecto físico, se corta el pelo, la barba y las uñas con una lata usada, se baña en un parqueadero y se pone un overol que le regalan en un taller de mecánica. Y para buscar un cambio en su condición humana empieza por desempeñar trabajos diarios de limpieza de establecimientos; sin embargo su mente sigue trastornada debido a la incertidumbre de su identidad y vida anterior. Una noche en que Leonardo busca dónde dormir, llega a la calle del Cartucho, lugar en el que decenas de recicladores pasan la noche en medio de fogatas, plásticos, cobijas, droga y alcohol. Esta es su primera noche con los de la Tribu, compañeros que de ahora en adelante se convierten en su familia. Con ayuda de otros recicladores construye una carreta de madera para trabajar recogiendo objetos desechados y constantemente mientras lee noticias del periódico o dialoga con sus colegas, recuerda episodios de su historia personal sin que ninguno sea lo suficientemente fuerte para recobrar la memoria por completo. En varias ocasiones dado el léxico que conoce Sinisterra, los demás recolectores bromean acerca del posible origen acomodado del ex agente y lo apodan el Ministro. Un viernes, en la madrugada cuando solo algunos recicladores – entre ellos el ministro- están despiertos, llega a la Calle del Cartucho una camioneta con vidrios oscuros y placas oficiales de la cual descienden cuatro hombres armados que comienzan a disparar en toda dirección. Pasan varios minutos y los que huyeron se salvan, pero Sinisterra, quien se Suma Cultural
esconde entre su carreta y sale de ella antes de tiempo, queda en manos del último de los cuatro hombres armados. Justo cuando este agente de limpieza social se dispone a disparar, al ver la mirada de Leonardo lo identifica como su antiguo jefe. González no es capaz de darle de baja y sale con rumbo a la camioneta que aun lo espera. Los recuerdos comienzan a martillar en la cabeza de Sinisterra y pronto en medio de la exaltación recupera su pasado. Ahora se encuentra al tanto de todo lo que le sucedió y acepta el hecho de que González se dedique a una tarea inescrupulosa donde lo único que importar es hacer méritos asesinando la mayoría de habitantes del cartucho, trabajadoras sexuales y travestis. De ahí en adelante el Ministro comienza un plan contra los agentes de limpieza social con el fin de proteger a su comunidad. Se entrevista con los dirigentes de la Calle del Cartucho, les plantea la posibilidad de andar armados y tras ser escuchado, consigue armas con algunas milicias de grupos al margen de la ley. A cada uno de los habitantes de la tribu le dan una pistola para disparar cuando vuelvan “los rayas”. Muertos los agentes a manos de los recicladores, las retaliaciones del grupo de seguridad del estado son contundentes, asesinan a familias completas de aquellos que se han trasladado a vivir a un barrio en la afueras de la ciudad y emprenden la cacería de Sinisterra. Este último reflexiona sobre la situación y considera que es pertinente abandonar la tribu. Finalmente deja el lugar y tras una persecución que dura hasta altas horas de la noche, los agentes que lo estaban persiguiendo lo cercan para darle de baja. Logra escapar botándose por una alcantarilla del sistema de desagües de la ciudad, camina por entre las cloacas hasta que observa una nueva tapa de alcantarilla por la que intenta avanzar para salir a la superficie, no obstante resbala y se cae, fracturándose algunas partes del cuerpo. Su movimiento se ve impedido y muere tras una larga agonía. Cuenta el narrador que un viejo amor con el que Leonardo mantenía comunicación a través de cartas, una vez volvió a la ciudad, lo buscó por todas partes y encontró el cadáver de su amado en un drenaje. En el epilogo el autor presenta al narrador de la historia que es un escritor que viaja a Bogotá para inspirarse a escribir su nuevo trabajo. Los apuntes del narrador que son expuestos en esa parte del libro, son complejas reflexiones sobre el espacio en el que investiga y permiten ver de una manera menos idealista la ciudad contemporánea. | 45 |
3. Análisis Geográfico A partir de la lectura de esta obra literaria ambientada en la Bogotá de los noventa, podemos reconocer variados espacios geográficos construidos por vínculos de elementos descriptivos, imaginativos y perceptivos, que posteriormente tras ser contrastados con sus realidades actuales, develan transformaciones y permanencias espaciales en el seno del fenómeno urbano contemporáneo.
3.1. Perspectivas Geográficas La observación y discusión del fenómeno geográfico expuesto por Mario Mendoza en Scorpio City se hizo teniendo en cuenta elementos conceptuales trabajados por dos corrientes pertenecientes a la geografía humana; la geografía urbana y la geografía de la percepción6, que son publicados en textos de geografía como Tratado de Geografía Humana7, La Espesura del Lugar8, Cotidianidad y enseñanza geográfica9 y La ciudad y otros ensayos de ecología urbana10. 3.1.1. La geografía urbana La tendencia en auge tras la segunda guerra mundial, propende por una visión más completa de Ciudad según la
cual es una entidad que no sólo reconoce unos contenidos demográficos de orden cuantitativo, sino que además posee caracteres culturales, económicos y tecnológicos que le imprimen un ritmo de desarrollo superior a la urbe contemporánea. Revisando los postulados de esta corriente subsiste en sus diseños un interés por entender la ciudad como unidad espacio-temporal constituida por fracciones de pasados y presentes con compases que se oponen e incorporan. Además de reconocer que el mosaico urbano se compone tanto de unas estructuras físicas comerciales como de unos espacios domésticos que son habitados por todo tipo de personas -niños, hombres, mujeres, marginados entre otros- en su cotidianidad. Estos espacios diferenciados son terreno de observación a la hora de profundizar en desigualdades, permanencias y transformaciones generadas en el marco de un sistema globalizante. Durante la primera mitad del siglo XX, América Latina asistió a un crecimiento territorial debido a unos procesos de industrialización y migración que influenciaron la constitución del campo geográfico urbano; dicho crecimiento se vio representado en planteamientos acerca de la comprensión de los procesos de urbanización mediante monografías sobre núcleos urbanos latinoamericanos.
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DELGADO MAHECHA, Ovidio. Debates sobre el espacio en la geografía contemporánea. Bogotá. Universidad Nacional de Colombia, Red de Estudios de Espacio y Territorio, 2003. 7 LINDON, A. y HIERNAUZ, D. Tratado de Geografía Humana. Anthropos. Barcelona. 2006. pp. 84 - 95 8 GARRIDO, Marcelo. La Espesura del Lugar. Universidad Academia. Chile. 2009 9 RODRÍGUEZ, Alexander y MORENO, Nubia. Cotidianidad y enseñanza geográfica. GEOPAIDEA. Colombia. 2008. 10 PARK, Robert Ezra. La ciudad y otros ensayos de ecología urbana. Ediciones del Serbal, Barcelona. 1999.
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Consecutivamente, en los sesenta y setenta, el trabajo fue difícil por encontrarse toda producción conceptual y de investigación bajo el control de los gobiernos militares, no obstante, ya en los ochenta se ve influenciado por otras áreas como los “estudios urbanos”11 y la sociología de Chicago12, que se encaminan a realizar análisis en los que existe una clara diferenciación entre los sectores modernos representados en la élite beneficiada por el modelo económico y los sectores premodernos simbolizados en las clases menos favorecidas. Una corriente que surge dentro del marco urbano, en contraposición a la anteriormente descrita es la teoría de la dependencia13, que critica ese modelo dual porque desconoce que las transformaciones sociales urbanas son un crisol donde entran en juego profundos lazos de subordinación y dominación entre economías, sociedades y territorios. Los trabajos que se han elaborado dentro de la geografía urbana abarcan desde análisis cuantitativos que miden recurrencias y variaciones en fenómenos tales como la demografía, la morfología y la expansión urbana, hasta problemas como la producción del espacio, las configuraciones informales y la segregación intraurbana en el marco de las telecomunicaciones. 11 12 13 14 15 16 17
Elementos urbanos centrales a. La ciudad La ciudad como producción humana14 que se remonta a la antigüedad se encuentra demarcada por la tendencia a organizarse en grupos sociales, que generan una serie de dinámicas dentro de las cuales se encuentran las relaciones de poder entre los ciudadanos, la especialización del trabajo que se traduce en un papel especifico en el proceso productivo y la creación y aceptación de una normatividad social15. Al sostener que la ciudad es una creación, se entiende que no siempre ha existido, pues las formas primarias de organización y asentamiento de los grupos humanos aunque diversas, fueron fundamentales en la modificación del patrón de desarrollo. Y al tiempo que en cada uno de los grupos humanos se generaron innovadoras interrelaciones debido a la división de actividades dentro de las cuales podemos situar el crecimiento poblacional16, la tecnificación de los medios de producción, la propiedad privada y los estados, la demanda de nuevas formas de organización de los espacios y las estructuras17 no se hizo esperar. Los conceptos de localidad y barrio, divisiones administrativa y territoriales de todo núcleo urbano, cobran sentido en tanto que su análisis permite comprender cómo se configuran las
LINDON, A. y HIERNAUZ, D. Tratado de Geografía Humana. Anthropos. Barcelona. 2006. Ibíd. Ibíd. Ver al respecto la producción teórica de Robert E. Park y Simmel. Además de consultar el DAPA - SECI - Dinámica Urbana. Observatorio de DINÁMICA URBANA. Volumen II. Ibíd. WIRTH, Louis. el urbanismo como modo de vida. En: American Journal of Sociology Nº 44, p.p; 1-24 Ibíd.
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prácticas sociales en espacios atravesados por organizaciones sociales que establecen vínculos entre personas propias de un sistema que ratifica una individualidad racional y especializada18. Si bien es válido afirmar que la ciudad es la cuna de vínculos estables e íntimos mantenidos a lo largo de generaciones, no se puede pasar por alto que existen fracturaciones y mutaciones en el complejo entramado urbano y que necesitan ser controladas o reguladas19. Consecuentemente, repensar la categoría de Ciudad en esta, la era de las metrópolis20 conlleva a observar detenidamente la intervención de nuevos agentes privados en el escenario de la esfera pública. b. Refuncionalización urbana Con las transformaciones que se dan en los modelos económicos a partir de procesos de industrialización o desindustrialización, las actividades locativas se modifican o pasan a ser reemplazadas por otras nuevas21. En la ciudad se puede observar presencia de actividades globales al mismo tiempo que se asiste a una informalización de la economía urbana en la que construcciones y espacios comerciales de gran envergadura conviven con pequeñas estructuras productivas y materiales; cambiando definiciones de espacios públicos y privados, patrones de desplazamiento urbano, usos del suelo urbano y comportamientos espaciales de la gente.
c. Barrios y zonas marginales (espacios de pobreza urbana) A medida que una ciudad se hace más grande ya sea por efectos del crecimiento económico o por circunstancias sociales como el desplazamiento forzado, se instauran nuevos barrios y franjas de miseria22 caracterizados por el deterioro de la infraestructura y los altos índices de criminalidad. Estos espacios habitados por poblaciones ligadas al desarrollo de actividades como el hurto, la venta de estupefacientes y la prostitución, se encuentran en constante lucha con otros sectores de la población citadina que consideran peligrosa su inserción socio territorial por el carácter de las prácticas que desarrollan. Lo interesante aquí es observar cómo las zonas marginales se encuentran mediadas por fuerzas de control internas y externas. d. Patrimonio urbano y memoria de la ciudad. La presencia de espacios públicos y edificaciones que componen la memoria colectiva social son la expresión de realidades e identidades culturales, ambientales y sociales de un grupo social. Actualmente debe decirse que en la construcción del patrimonio urbano influyen además de los habitantes del espacio, quienes la visitan23; por tanto, conocer los espacios patrimoniales de una urbe es acercarnos
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Ibíd. CHOAY, Francoise. El urbanismo Utopías y Realidades. Editorial Lumen. España. 1965. Ibíd. LINDON, A. y HIERNAUZ, D. Tratado de Geografía Humana. Anthropos. Barcelona. 2006. p;113 GOMEZ PULIDO, Carmen. Marginalidad urbana y transición: estudio de los Barrios Pardo rubio, San Martin y Sucre de la Ciudad de Bogotá. Corporación Minuto de Dios. Bogotá. 1975. 23 LINDON, A. y HIERNAUZ, D. Tratado de Geografía Humana. Anthropos. Barcelona. 2006. p; 116
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a las realidades que ha asumido a lo largo del tiempo y su significado como entidad turística. Revisar el patrimonio urbano, implica ante todo cuestionarnos sobre las políticas de protección de espacios patrimoniales desarrollados por entes administrativos además de repensar la relación entre espacios públicos y privados en tiempos donde la gobernabilidad de las ciudades se halla ligada a esferas del poder económico que aplican políticas territoriales según su conveniencia. e. Renovación urbana En la ciudad latinoamericana contemporánea, son muchas las obras de intervención que son financiadas por las instituciones públicas con el fin de rehabilitar estructuras físicas y construcciones que se encuentran fuera de las estructuras económicas y sociales actuales24. Es pertinente mirar cómo y bajo qué circunstancias se decide intervenir determinada zona de la capital colombiana y si es realmente la administración pública la que pone en juego sus fondos capitales. 3.1.2. La geografía de la percepción Esta perspectiva de carácter existencial y fenomenológico25 aborda un eje esencial partiendo de la concreción de la
existencia en un aquí y un ahora con unas condiciones puntuales, según las cuales el mundo no existe fuera de los seres humanos aparte de aquel en el que viven, experimentado interna y objetivamente desde la participación corpórea en lo cotidiano que se localiza en y con relación a. También aborda un eje fenomenológico retomando de las aportaciones filosóficas de Edmund Husserl que propone una mirada integral de los fenómenos en esencia y apariencia; la experiencia del sujeto en el mundo externo parte del lugar más próximo, según emociones, sentidos e imaginaciones que son de carácter complejo, concreto y reflexivo. Tales elementos se reúnen en lo que podemos denominar como un enfoque hermenéutico; la fenomenología del lugar, es decir la experiencia espacio- temporal. Desde esta postura la Geografía es el estudio de la experiencia, vivencia y convivencia de espacios y lugares, comprendiendo el lugar como un elemento cargado de significado. Defiende una apuesta ético moral y establece de este modo que primero, a través de las experiencias cotidianas, los sujetos que habitaban un lugar adquieren unos significados espaciales relacionados con sensaciones asimiladas por medio de sus sentidos26 que se ven traducidos en sentimientos de felicidad y tranquilidad por representar un espacio ideal, pero después de enfrentarse a experiencias
24 VALENCIA, Ana. Bogotá la renovación urbana y el derecho a la ciudad Empresa de Renovación Urbana. Bogotá, 2006. 25 DELGADO MAHECHA, Ovidio. Debates sobre el espacio en la geografía contemporánea. Bogotá. Universidad Nacional de Colombia, Red de Estudios de Espacio y Territorio, 2003. 26 WRIGHT, John K. 1947. Terrae Incognitae: The Place of Imagination in Geography Annals of the Association of American Geographers 37: 1-15. . Terrae Incognitae 1947: El lugar de la imaginación en los Anales de Geografía de la Asociación de Geógrafos de América 37: 1-15. Mirar también a LINDÓN, Alicia. La educación geográfica y la ampliación de las terrae Incognitae personales. En: GARRIDO Marcelo. “la espesura del lugar”. Reflexiones sobre el espacio en el mundo educativo. Santiago de Chile. 2009. Pp.153-169.
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reales de carácter violento, los significados mutan asociándose ahora a sensaciones desagradables como por ejemplo gritos de angustia y sentimientos de miedo y desesperanza. Elementos perceptivos centrales a. El lugar Existen diferentes categorías de análisis para abordar el espacio geográfico; entre ellas encontramos el Lugar, como unidad cargada de significados que reconoce la experiencia espacial del sujeto y que se presenta en diversas escalas en la que se materializa la vida (rincón, habitación, casa, barrio, país, etc.). Asumir la experiencia del lugar, implica mirar las sensaciones, pensamientos y emociones que producen los espacios en sus habitantes27. Se necesita también comprender la relación dialéctica y constante que se da entre medio y ser humano; cómo se posiciona cada individuo en él y frente a él, las contradicciones y problemáticas que estas ubicaciones desencadenan. Además de códigos como el lenguaje ya que junto con las acciones son formas a través de las cuales se construye y se da sentido al espacio. b. Topofilias Según el geógrafo Yi-Fu Tuan, se definen como el conjunto de relaciones emotivas y afectivas que unen al hombre con un determinado lugar, siendo este su vivienda, su barrio su pueblo o la ciudad que habita28. Determinada topofilia puede ser de carácter topolátrica si los valores y emociones con respecto al lugar son reverenciales y agradables, o Topofóbica si los
sentimientos con respecto al lugar son de miedo y desagrado.
3.3. Relación entre teoría y elementos registrados En la imagen de toda ciudad ideal sinónimo de desarrollo y progreso se desconoce la configuración real que subyace. La presencia de prácticas conflictivas que se interrelacionan es encubierta mediante disposiciones de mecanismos que regulan el espacio. En el caso de Bogotá se puede establecer, a partir de la novela abordada, que en las capas más profundas del tejido urbano, se alimentan prácticas de actividades delictivas patrocinadas por mafias y pandillas constituidas por sectores marginales de la población. Ahondar en la cuestión de estos grupos me permite llegar a plantear cómo el desarrollo complejo de actividades económicas y sociales generadas en respuestas a unas anteriores, desdibuja los límites existentes entre espacio público y espacio privado. A modo de ejemplo; las calles, andenes y plazas del centro de Bogotá, siendo espacios públicos deberían garantizar el libre acceso evidenciado en una intensa actividad social. No obstante la utilización de los mismos por sectores desplazados por el sistema económico, los convierte en territorios que solo se pueden transitar con un permiso manifiesto. Estar en ellos expresa el conocimiento de unas reglas de comportamiento rígidas que son establecidas por quienes dotan de sentido este tipo de espacios. La regulación y existencia de estas zonas se alimenta de la interrelación espacial pero además del conocimiento de fuerzas institucionales que regulan la ciudad
27 GARRIDO Marcelo. “la espesura del lugar”. Reflexiones sobre el espacio en el mundo educativo. Santiago de Chile. 2009. 28 YORY GARCIA, Carlos Mario La topofilia: una estrategia para hacer ciudad desde sus habitantes. Cuadernos de Estudios Urbanos. 1997.
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clandestinamente, su identificación social implicaría poner al descubierto el accionar de brazos de control social al margen de la ley. Por otro lado encontramos que Bogotá como todo espacio urbano se halla fundado sobre unas bases sobrenaturales y míticas de conocimiento multitudinario que dan identidad al colectivo, y por ende el reconocimiento de espacios públicos y construcciones como la escultura de La Mariposa, conciertan una especie de memoria colectiva social que expresa algo de los contextos culturales citadinos. La institucionalidad, en su afán por desarrollar obras que reconcilien la memoria de la población y el discurso hegemónico oficial, desconoce y omite representaciones de fragmentos populares. Con la existencia de un mercado económico que aborda la cultura de lo exótico y artesanal como fuente de capital, las actividades y el espacio del centro de Bogotá se ven intervenidas bajo el concepto de “Centro Histórico Colonial” que estipula el arreglo de estructuras arquitectónicas propias de periodos históricos anteriores, la presencia de establecimientos y puestos callejeros que venden artesanías y productos originarios de la región y la cooperación de empresas públicas, privadas y medios de comunicación. El desplazamiento de comerciantes dedicados a la venta de productos culturales originarios de otras regiones del país y el continente comienza a hacerse insostenible. Se observa mayor control de seguridad privada en el sector, el desarrollo de actividades culturales que incluso están asociadas al consumo de alucinógenos por parte de extranjeros y mayor población dedicada a la mendicidad que pide una contribución a turistas. Además de una estrategia propagandística donde se
invita a conocer Bogotá, argumentando que es una ciudad culta y segura. Pero donde queda la realidad de los que duermen en las calles del centro, de las comerciantes informales y de las comunidades más pobres que habitan el sur de la ciudad. Como último elemento de análisis para el Caso de Bogotá es pertinente reafirmar la necesidad de una base teórica que basada en la observación en campo, establezca los límites y número de barrios que conforman el entramado urbano en la actualidad. Esta información debe estar disponible para la comunidad, que en últimas es quien en la mayoría de los casos se organiza y apropia de un espacio. El olor vegetal podía casi palparse en el aire. Cerró los ojos y se dejó invadir por esas atmósferas de plantación en un día de verano, de cosecha, de granja en plenitud de mediodía. Era un olor verde oscuro, fuerte, potente. Comenzó a salivar y reconoció que había llegado a los estantes donde se ofrecían las naranjas y los limones. Abrió los ojos y en efecto las frutas amarillas y verdosas insinuaban al transeúnte su frescura y su jugosidad. Salió de las casetas y los escaparates en busca de una de las calles que cruzaba tangencialmente el mercado. Su humor era excelente. Una curiosa alegría, una felicidad ingenua e infantil lo invadía de pronto dejándole en el cuerpo la certeza de una complejidad. Sí, eso era, el mercado le recordaba las distintas tonalidades de su cuerpo, sus matices, sus zonas más recónditas y escondidas.29
29 MENDOZA, Mario. Scorpio City. Editorial Planeta. Bogotá. 2004.
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Los sujetos que habitan la ciudad establecen relaciones entre sus espacios cotidianos a partir de lo que experimenta el cuerpo por medio de los sentidos, nuestros personajes por ejemplo encuentran que el recorrer los mercados y avenidas despierta impresiones, olores, sabores, sonidos y sensaciones táctiles que evocan otros espacios y momentos vividos. No toda experiencia in situ genera sentimientos agradables, los espacios que se presentan hostiles son percibidos de manera violenta. De este modo es posible que un mismo espacio al encontrase atravesado por una dimensión emotiva genere disonantes sensaciones en quienes lo habitan. Respecto al sector de San Victorino se establece que genera sensaciones tanto agradables como desagradables. La confluencia de variadas texturas, formas, colores, sabores y sonidos despierta la posibilidad de imaginar y representar muchos espacios-tiempos asumidos previamente que con toda seguridad dejaron en nosotros marcas que más van allá de la dimensión física. Además la naturaleza de las prácticas laborales y culturales que median a los actores no son las mismas en todos los casos. En el marco de lo expuesto, el lenguaje y las artes se constituyen como herramientas al momento de ejercer dominio sobre los lugares de mayor significancia, pues son estas expresiones estéticas y comunicativas que trazan visiones del mundo habitado. En esta lucha por el territorio surgen prácticas espaciales contestatarias frente a discursos que privilegian acordados sentidos del lugar. Los raperos que se paran en la esquina de una avenida del centro son por ejemplo un colectivo que a partir de sus movimientos y sus narrativas contemporáneas nos plantean una visión del centro caótico e inequitativo frente a un discurso oficial en el que el centro es núcleo de progreso social.
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Desde una visión holística, si bien los objetos que se distribuyen en un espacio limitado, son estructuras materiales simples o complejas como mesas y edificios; estas estructuras deben reconocerse como elementos que producen emociones y dan sentido a un todo – el lugar-. Es decir objetos cargados de un especial afecto significan para los sujetos particulares en diferentes proporciones. Por lo tanto el hecho de que algún elemento ubicado en un lugar cambie de posición o deje de existir implica inevitablemente una reconfiguración del mismo. Encontramos por ejemplo que las residencias donde habitan los personajes, la oficina donde trabaja Leonardo y la carreta de cada uno de los recicladores son lugares en tanto que se hallan provistos de elementos como camas, escritorios y cartones. En cierta ocasión en que Leonardo recoge pedazos de brazos de muñecos desechados en la calle piensa en su vida, en la muerte y en los espacios que habitó cuando era apenas un adolescente. Las distribuciones de los vendedores en el espacio y los productos que ofrecen, permiten inferir que desde sus formas de ser y actuar han otorgado un rol ambiental a los lugares que ocupan y a elementos públicos. Si bien estos espacios son construidos para desempeñar una función específica, es en la práctica cotidiana que adquieren una determinada razón de ser. Lo anterior estipula que es la función real de un espacio, la que estructura nuestra concepción e imagen del mismo. El espacio y el hombre se hallan en relación dialéctica y del mismo modo los lugares que habitamos nos construyen. A partir de las prácticas rutinarias y el pleno conocimiento de un lugar se pueden establecer algunos estereotipos que se evidencian a través de conductas, su aspecto físico (vestimenta por ejemplo) y su posicionamiento constante en un punto espacial. Podemos
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afirmar entonces la existencia de territorialidades urbanas, ya que según formas y patrones de uso del espacio, en un lugar, se generan diversas apropiaciones a partir de procesos sociales y culturales que son particulares de colectivos e individuos.
5. Bibliografía -
CHOAY, Francoise. El urbanismo Utopías y Realidades. Editorial Lumen. España. 1965.
El lugar está sujeto a posibilidades de pintarse con palabras y por eso las narrativas literarias o urbanas permiten realizar descripciones de lugares experimentados en tiempos y espacios que cambian continuamente, pero presentan características inmutables. Es así como variadas obras narrativas nos permiten realizar una estructuración enriquecida del ámbito de la ciudad; pieza medular, como lugar habitado por múltiples actores, con diversas realidades e ilusiones que se entrecruzan en una serie de situaciones creando el tejido social.
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DELGADO MAHECHA, Ovidio. Debates sobre el espacio en la geografía contemporánea. Bogotá. Universidad Nacional de Colombia, Red de Estudios de Espacio y Territorio, 2003.
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GARRIDO, Marcelo. La Espesura del Lugar. Universidad Academia. Chile. 2009
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LINDON, A. y HIERNAUZ, D. Tratado de Geografía Humana. Anthropos. Barcelona. 2006.
La novela contemporánea, utilizando un lenguaje directo en muchas ocasiones, permite señalar de forma específica las crisis e infortunios de nuestra sociedad. La investigación del escritor acerca de fenómenos socio ambientales que realmente sucedieron además de la personificación completa de sus protagonistas que pueden ser empleados oficiales, meseros, comerciantes y políticos acercan al lector a un auto reconocimiento con su contexto social.
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MENDOZA, Mario. Scorpio City. Editorial Planeta. Bogotá. 2004.
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PARK, Robert Ezra. La ciudad y otros ensayos de ecología urbana. Ediciones del Serbal, Barcelona. 1999.
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RODRÍGUEZ, Alexander y MORENO, Nubia. Cotidianidad y enseñanza geográfica. GEOPAIDEA. Colombia. 2008.
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YORY GARCIA, Carlos Mario, La topofilia: una estrategia para hacer ciudad desde sus habitantes. Cuadernos de Estudios Urbanos. 1997.
4. Consideraciones Generales
Ahondar en los fenómenos que definen el espacio más que en las cifras que lo representan, permite aterrizar toda teoría en el plano de la realidad que nos reconoce a todos como agentes de transformación. Preguntas como ¿Quién? ¿Cómo? ¿Por qué? ponen al descubierto la naturaleza espacial. Finalmente completar el trabajo geográfico con otras fuentes como la novela o los reportes oficiales, genera una perspectiva integral.
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Fotografías panorámicas de Bogotá: Jhonattan Moreno.
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La calle es el espacio donde sucede la vida... la suya... la mía... la de todos. Es el espacio de las historias humanas y cómo no, también de la literatura que viene siendo lo mismo. Son las calles de Lisboa las que Pereira, el periodista de Antonio Tabucchi, recorre pensando en la muerte, en la resurrección de la carne; también José Saramago pone a Raimundo Silva a subir y bajar fatigosamente por la capital portuguesa decidido a cambiar el curso de la historia con la traducción que hace. Constantino Cavafis con un tono melancólico intuye que tenemos que cargar a cuestas las penas y las tristezas dondequiera que nuestros pasos nos lleven; para Jorge Luis Borges en cambio, las calles, las pequeñas, las de arrabal, hermanan la vida que habita en las casas. La imagen que describe Sandor Marai en la historia que cuenta Judit es dramática: Budapest, la hermosa capital húngara es ahora un montón de escombros; la guerra ha sembrado sus calles de muerte, el magnífico puente sobre el Danubio es ahora una frágil estructura construida de prisa, apenas para que sus habitantes salgan a rehacer sus vidas…o a comprar quitaesmalte. Desde su balcón, el Mersault de Camus ve cómo la vida sucede en su calle un domingo; pasan temprano las familias y los jóvenes que van de paseo, se aquieta la vida por un momento, quedan solos los tenderos y los gatos; al anochecer de nuevo vuelve la agitación cuando todos regresan cansados y la calle se prepara a dormir, solitaria, con un gato que la cruza silencioso. Los jóvenes que habitan la calle de Jotamario Arbeláez son alegres, despreocupados, no les importa que tengan que recorrerla en las noches heladas cuando los echan de las fiestas y deben esperar en algún lugar a que la ciudad se despierte y de nuevo a la calle a buscar la vida. Éstas son algunas de las calles que la literatura nos ofrece, los invitamos a recorrerlas y descubrir las historias que esconden; a lo mejor, motivados por ese viaje, decidan echar a andar por otros caminos a buscar nuevos relatos, a sentir la vida que brinda la calle.
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Sostiene Pereira
Antonio Tabucchi- Editorial Anagrama Colección Compactos– 2012 Pereira sostiene que salió turbado de aquel breve coloquio de la manera en que había sido despedido. Se preguntó: ¿En qué mundo vivo? Y se le ocurrió la extravagante idea de que él, quizá, no vivía sino que era como si estuviese ya muerto. Desde que había muerto su mujer, él vivía como si estuviera muerto. O, más bien, no hacía nada más que pensar en la muerte, en la resurrección de la carne, en la que no creía y en tonterías de esa clase, la suya era sólo una supervivencia, una ficción de vida. Y se sintió exhausto, sostiene Pereira. Consiguió arrastrarse hasta la parada más cercana del tranvía y cogió uno que lo llevó hasta Terreiro do Paco. Y mientras tanto, por la ventanilla, veía desfilar lentamente su Lisboa, miraba la Avenida da Liberdade, con sus hermosos edificios y después la Praca do Rossio, de estilo inglés; y en Terreiro do Paco se bajó y tomó el tranvía que subía hasta el castillo. Bajó a la altura de la catedral, porque él vivía allí cerca, en Rua da Saudade. Subió fatigosamente la rampa de la calle que le conducía hasta su casa. Llamó a la portera porque no tenía ganas de buscar las llaves del portal y la portera, que le hacía también de asistenta, fue a abrirle.
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La Mujer Justa
Sandor Marai – Ediciones Salamandra – 2012 Después del asedio pude ver claro a mi alrededor, como cuando a uno le quitan con un bisturí las cataratas que le velan los ojos. Y por un momento contuve el aliento de lo interesante que me pareció lo que vi. El castillo aún estaba en llamas cuando salimos trepando de los sótanos. Las mujeres se vistieron de viejas, iban harapientas y tiznadas, creían que así se librarían de que los rusos las forzaran. El olor de la muerte, ese hedor a animal putrefacto de los sótanos, se había quedado pegado a nuestra ropa y a nuestra piel. En las aceras, en todas partes había bombas sin estallar. Yo caminaba por las calles entre cadáveres, escombros, carros blindados convertidos en chatarra y esqueletos sin alas de aviones de combate Rata. Había atravesado el barrio de Krisztina en dirección al Vérmezo. Me sentía un poco mareada por todo aquel aire repentino, por el sol del final del invierno, por el hecho mismo de estar viva…pero seguía caminando, como otras decenas de miles de personas, porque habían levantado a toda prisa una especie de puente sobre el Danubio. Era una construcción improvisada, torcida, chepuda, como el lomo de un dromedario. La policía del ejército ruso había reclutado a la fuerza a los obreros, que lo construyeron en dos semanas bajo el mando de los constructores del ejército rojo. Así que ya se podía volver a pasar de Buda a Pest. Yo también corrí todo lo que pude porque quería llegar a Pest a toda costa, cuanto antes. Ya no aguantaba más… ¿Y por qué? ¿Quería volver a ver nuestra casa? Nada de eso. Ahora te cuento por qué. La primera mañana que por fin hubo un puente transitable sobre el Danubio yo corrí hacia Pest porque quería comprar quitaesmalte en la vieja droguería del centro.
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La Supervivencia Gozosa Jotamario Arbeláez – Cuentos Nadaístas Editorial Panamericana Colección El Pozo Y El Péndulo– 2010
La vida era una fiesta hasta que se acababan las fiestas. Muy pasada la medianoche el impredecible anfitrión –quien ya tendría su gato encelado-, nos ponía de patitas en la calle, a nosotros nadaístas sedientos de exprimir la copa o alucinados de sueño, pero sin tener dónde ir a tirar pestaña. La mayor parte de estas madrugadas atroces, tiritando de frío y de rencor contra el mundo que nos había hecho tan geniales y tan pobres, la pasábamos viendo jugar billar en tabernas interminables (de allí nació el jocundo verso: “ruidoso como una carambola a las dos de la mañana”), o esperando bajo un farol la salida con la alborada de la zorrita paganini de la casa de citas a quien tramábamos con los versos de poetas que abominábamos; o simplemente caminando hasta que derivaban las calles en extramuros, dando vueltas en el magín a aquellos cuentos estentóreos que revulsionarían la existencia. Cuando el sol sacaba el espejo convocándonos a la vida, nos allegábamos al sitio donde teníamos guardados con la muda de calzoncillos y fetiches los poemas herméticos en una caja, a los que hacíamos los hirientes retoques apocalípticos sugeridos por la helada vigilia mientras desayunábamos con el cepillo de dientes y trazábamos la estrategia del día para la supervivencia gozosa. (Estos sitios iban desde un locker en un gimnasio abandonado hasta la portería de las residencias estudiantiles de la Universidad Nacional, el turbio bar recién cerrado que Hernán Soto administraría o los entrepaños inferiores de un confesionario sellado). La visita impajaritable a los titinos directores de suplementos literarios –GOG y Eduardo Mendoza Varela, que al fin descansen- , quienes nos daban tinto y charla y alguna plata menuda por tan menudas colaboraciones. La caminata por la séptima desde El Tiempo hasta El Cisne, cafetería bohemia, tentando la invitación a almorzar que llegaba del cielo en forma de intelectuales grecoquimbayas, parlamentarios emerrelistas, peluqueros de televisión, proxenetas en ejercicio o balas perdidas disparadas hacia el éxito.
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La Ciudad
Konstantino Cavafis – Poemas Canónicos Alianza Editorial- 2011 […] No encontrarás otra tierra, otro mar. La ciudad te perseguirá. Caminarás las mismas calles, envejecerás en los mismos barrios, en las mismas casas encanecerás. Aquí terminarás, no esperes nada mejor. No hay barco para ti, no hay camino. Como has destruido aquí tu vida, en esta angosta esquina de la tierra, así las has destruido en todo el mundo.
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Las Calles
Jorge Luis Borges – Fervor De Buenos Aires Emece Editores - 2007 Las calles de Buenos Aires ya son la entraña de mi alma. No las calles enérgicas molestadas de prisas y ajetreos, sino la dulce calle de arrabal enternecidas de árboles y ocasos y aquéllas más afuera ajenas de piadosas arboladas donde austeras casitas apenas se aventuran hostilizadas por inmortales distancias a entrometerse en la honda visión hecha de gran llanura y mayor cielo. Son todas ellas para el codicioso de almas una promesa de ventura pues a su amparo hermánanse tantas vidas desmintiendo la reclusión de las casas y por ellas con voluntad heroica de engaño anda nuestra esperanza. […]
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El Extranjero
Albert Camus – Alianza Editorial - 2012 Mi cuarto da sobre la calle principal del barrio. Era una hermosa tarde. Sin embargo, el pavimento estaba grasiento; había poca gente y apurada. Pasó primero una familia que iba de paseo: dos niños de traje marinero, los pantalones sobre las rodillas, un tanto trabados dentro de las ropas rígidas, y una niña con un gran lazo color de rosa y zapatos de charol. Detrás de ellos, una madre enorme vestida de seda castaña, y el padre, un hombrecillo bastante endeble que conocía de vista. Llevaba sombrero de paja, corbata de lazo, y un bastón en la mano. Al verle con su mujer comprendí por qué en el barrio se decía de él que era distinguido. Un poco más tarde pasaron los jóvenes del arrabal, de pelo lustroso y corbata roja, chaqueta muy ajustada, bolsillo bordado y zapatos de punta cuadrada. Pensé que iban a los cines del centro porque partían muy temprano y se apresuraban a tomar el tranvía, riendo estrepitosamente. Después que ellos pasaron, la calle quedó poco a poco desierta. Creo que en todas partes habían comenzado los espectáculos. En la calle sólo quedaban los tenderos y los gatos. Sobre las higueras que bordeaban la calle el cielo estaba límpido, pero sin brillo. En la acera de enfrente el cigarrero sacó la silla, la instaló delante de la puerta, y montó sobre ella, apoyando los dos brazos en el respaldo. Los tranvías, un momento antes cargados de gente, estaban casi vacíos. En el cafetín Chez Pierrot, contiguo a la cigarrería, el mozo barría aserrín en el salón desierto. Era realmente domingo. […] Las lámparas de la calle se encendieron bruscamente e hicieron palidecer las primeras estrellas que surgían en la noche. Sentía fatigárseme los ojos mirando las aceras con su cargamento de hombres y de luces. Las lámparas hacían relucir el piso grasiento y, con intervalos regulares, los tranvías volcaban sus reflejos sobre los cabellos brillantes, una sonrisa, o una pulsera de plata. Poco después, con los tranvías más escasos y la noche ya oscura sobre los árboles y las lámparas, el barrio se vació insensiblemente, hasta que el primer gato atravesó lentamente la calle de nuevo desierta. […]
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Historia del Cerco de Lisboa
José Saramago – Biblioteca El Tiempo - 2001 Sabiendo ya el camino que ha de tomar, Raimundo Silva se levanta, se sacude los pantalones y empieza a bajar las escaleras. El perro lo siguió, pero de lejos, como quien tiene una vieja experiencia de cantazos y le basta, para llevarse un susto, el ver que el hombre se inclina y finge agarrar una piedra. En el fondo de las escaleras vaciló, parecía pensar. Sigo, no sigo, pero se decidió y se fue tras el corrector, que va bajando ya la Calzada do Correio Velho. Por esos sitios, o un poco más adentro, para obedecer al alineamiento del tramo de San Crispím, bajaba la muralla, en línea recta, se supone, hasta la famosa Porta de Ferro, otros dicen do Ferro, de la que no quedó ni resto que hoy se diga, tal vez si levantásemos este empedrado moderno de la Plaza de San Antonio da Sé, y excavásemos hondo aparecieran algunos fundamentos de aquel tiempo, algunas escamas de herrumbre de las antiguas armas, un olor a tumba y dos confundidos esqueletos, de guerreros, no de amantes, gritarán al mismo tiempo, Perro y al mismo tiempo uno y otro se matarán. Suben y bajan automóviles, los tranvías rechinan en la curva de la Magdalena, son de la línea veintiocho, particularmente estimados por los directores de cine y allá delante, virando frente a la catedral, va otro autocar repleto de turistas, deben de ser franceses que se creen que están en España. El perro tiene dudas sobre si atravesar o no, su mundo más allegado y conocido es el de las calles altas y a pesar de ver que el hombre mira para atrás mientras desciende por la Rua de Padaria, a lo largo de lo que sería hace siglos, el lienzo de muralla que iba hasta la Rua dos Bacalhoeiros, no se atreve a continuar, tal vez el miedo ahora se le vuelva insoportable por recuerdo de un susto antiguo, gato escaldado del agua fría huye, el perro también, vuelve a las Escadinhas de San Crispim a la espera de quien aparezca.
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habitar | Jhonattan Moreno | Varias son las definiciones y explicaciones que de este verbo se han hecho, afortunadamente no se ha llegado a una verdad universal, permitiendo así que en esta ocasión, para mí, la calle haya sido el vehículo perfecto para mostrar en esta serie de fotografías mi definición del habitar.
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| Juan Diego Hernández Chávez |
L
lega el último día de la semana. No eres desinteresada por el mundo o por la actualidad, tan solo un poco distraída y te consideras inútil en mucho de lo que haces. El sol llena tu cuarto desordenado, tu ropa interior en el piso y líneas que delatan telarañas en las esquinas del techo, algún día se irán, te gusta pensar. También vuelves a ver la ventana que te dio un problema anoche cuando la rompiste al lanzarle un fuerte golpe, anoche creció más aquel inmenso hueco, es gigante y entra un viento terrible pero sabes que no permanecerás mucho en ese tercer piso así que puede esperar, papá la arreglará, le contarás cuando vuelva, ahora no quieres molestarlos. Esta tarde vienen un par de amigos y la familia, tus papás se han tenido que ir de viaje, estás sola por ahora con tu hermanito. Vas a su cuarto, abres ligeramente la puerta y en su pulcra habitación se siente la lenta respiración, los ojos como bóvedas completan la imagen de un rostro inocente que a ti te evoca los momentos más sinceros. Bajas a tomar desayuno mientras pones algo de música, luego te bañas y no sabes qué más hacer para pasar el tiempo. Vas al cuarto de Carlos, así se llama él, lo despiertas pues no soportas estar sola. Vamos a ver televisión, estoy aburrida, le dices. El pequeño Carlitos no tiene problema con que lo despiertes, pone una sonrisa en sus labios grandes y te alienta a acostarte en su cama. Estás entre sus sábanas y otras cosas que no sabes si se llaman frazadas o cubre lechos, el cambio de ciudad te ha afectado la forma de hablar. Ya sabes que no soporta que le hagas cosquillas, le haces algunas y él te empuja pero no para de reír, muchas carcajadas llenan el lugar, aquel cuarto parece el único con vida, además del único limpio porque no has limpiado nada desde hace dos días y te dices, mamá limpiará.
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Desde el parque se oyen gritos ahogados de niños jugando al fútbol y recuerdas que hoy vienen a visitarte por el fútbol. Qué tortura, piensas, no me gusta el fútbol. A Carlitos menos, él está interesado en deportes anti movimiento y sabe muy bien su misión dominguera, jugar Xbox hasta que le duelan los dedos. — ¿Puedo jugar desde ahora? -. Te dice Carlitos con su mirada irresistible. — Juega, yo no tengo tantas ganas de ver ese programa—. Le dices, consintiendo su vicio. Carlitos es pequeño ante ti, hace 12 años lo conociste recién traído al mundo y decidiste que esa persona cambiaría tu vida, así fue, fue una decisión profética. Sus débiles brazos empujan la caja donde guarda el aparato, saca unos controles y coloca la consola frente a su televisor. Tú te despides por un momento, tienes que ir a cocinarle algo para almuerzo, ya sabes que lo que menos le gusta los domingos es perder el tiempo tomando desayuno. Ya está el almuerzo y lo llamas a comer, baja y comen juntos, se cuentan un par de chistes mientras se quejan del sufrimiento proveniente de que su casa haya sido elegida para el partido definitivo de la selección nacional. Qué aburrido todo eso, quisieras salir a caminar un rato pero sabes que no puedes, ya van a llegar, no te deja de tentar el pensamiento de largarte y caminar por calles que sabes que estarán temporalmente desoladas. Además quieres llevarte a Carlitos y comprarle un helado, sí, qué bonito sería eso pero suena el timbre y arruina todos tus planes, lo dejas sonar unas cuantas veces, se oyen felices y en grupo, Carlitos sube con su almuerzo corriendo al cuarto, se oye un portazo y supones que está jugando Xbox, tú te enfrentas a recibirlos, abres la puerta y en cuestión de segundos, tu sala está repleta y todos tienen una camiseta idéntica y abigarrada que molesta tu vista, no sabes qué hacer, los dejas, vas a comprarle una gaseosa. Llegas y oyes una aguda voz que te critica... — Ponte la camiseta de tu país, Andrea, de nuestro país.
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— No, es que no tengo, por eso no me puse. — Claro que tienes, yo te compré una hace poco. — Tía, mi mamá se la debe haber llevado, no la encuentro por ninguna parte. Qué lástima. Bueno, tomen gaseosa para todos. — ¡Ya va a empezar el partido! — Sí, sí. Ponlo, mira, mira, están cantando el himno nacional. Todos colocan sus manos en el pecho y repiten las palabras de una grabación. Tú los miras indiferente y te sientes incómoda, colocas tus manos en los bolsillos y esperas a que termine el momento de vergüenza para ti. Sabes que tus tías te están mirando mal pero eso no importa, siempre andas buscando razones para que te odien. Tus primos menores solo ponen cara de sorpresa pero con el tiempo, es probable que adquieran las mismas miradas reprobatorias de tus tías. — ¡Ay! Diosito, tenemos que ganar, tenemos que pasar al mundial. — Yo sé que vamos a ganar; mira, mira, es que esos jugadores nos van a llevar al triunfo, yo lo sé. — ¿Por qué tanta emoción? Ustedes no están jugando, está jugando un equipo conformado por jugadores que casualmente son nuestros compatriotas, podrían ser de cualquier lado. Las cabezas voltean hacia ti, has dicho algo mortal. — Yo le pego. Oye, no te trato mal por ser hija de mi hermana, no ves que es nuestro país, tu país, tienes que amar a tu país. Tú sabes que no soportas amar algo tan abstracto como tu país, solo que no quieres decirlo y quedar en peor situación, tampoco soportas ese fanatismo ciego de los patriotas pero no puedes decir nada, bajas la cabeza, pides perdón. También te retiras un momento, subes a darle gaseosa a Carlitos, lo encuentras desconectando el Xbox.
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— ¿Qué haces? — Es que, el televisor de tu cuarto es más grande ¿Puedo jugar allá? — Bueno, ve. Yo te subo la comida y la gaseosa, no te preocupes en bajar a saludar. — Gracias, hermanita —. Ves en su rostro alivio, te rodea con sus brazos. El partido ya ha comenzado, bajas con miedo y sin mirar directamente a nadie, las miradas tampoco te corresponderían, todos están concentrados en el movimiento del balón, todos mirando al televisor, dándole la espalda a las escaleras y a la puerta, qué fácil sería escaparse. Te sientas en una esquina y miras el televisor pero te dedicas a observar las líneas, te absorben, estás perdida en un juego incomprensible, no por sus reglas sino por sus implicaciones. Ves las caras agresivas de tus parientes, tus amigos tampoco se ven amigables, están preocupados, de repente das con la pelota, ves que un equipo de colores mucho más sobrios y agradables tiene el dominio, todos tienen rostros preocupados, algunos se comen las uñas, otros aprietan sus fuertes brazos diferentes a los suyos, el equipo contrario se acerca a un arco blanco y grandísimo, patea y el arquero en una acrobacia fallida pierde el balón, se mueven las redes, es un gol. De la pantalla sale el interminable grito adolorido de un locutor que evidentemente no disfruta de su narración.
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Todos te miran, piensan que tú eres la culpable y comienzas a dejarte influir por sus comentarios indirectos, no te gusta sentirte así, quizás es el primer momento en que te importa tanto la opinión de tu familia. Pasas los siguientes quince minutos concentrada en el juego rogando al equipo contrario falle, quieres que el equipo de tu país gane, es confuso. Quieres que gane para librarte del acoso insoportable. Quieres quitarte de encima las miradas de tus tías. El balón es ahora del equipo favorito en la sala, un jugador anónimo para ti tiene el balón entre sus piernas y luego de unas jugadas que consideras innecesarias, centra y otro anónimo hace un gol. No sabes qué hacer, todos gritan, se levantan, festejan, cantan, tú sales de la petrificación, te unes a ellos, te aceptan, te toman entre brazos y gritas ¡Gol!, lo gritas como nunca antes. Sientes la calidez de tus compatriotas, es extraño pero agradable. No pasa mucho y el primer tiempo termina, eso dicen ellos. Comienzas a hablar sobre el partido y ya hasta comentas las jugadas, sabes que unos momentos atrás habrías aborrecido los comentarios que ahora das pero qué vas a hacer, te has dejado llevar por el resto, tampoco es tan malo, concluyes. Tus tías se acercan a ti, ahora quieren hablar, tú también quieres hacerlo, todos hablan de lo mismo pero no te molesta. Que los goles que perdimos, de los que casi nos hacen, en fin, te despegas de tu usual irrelevante domingo. Te tomas un vaso de gaseosa y recuerdas que Carlitos quizás tiene sed otra vez. Pobre Carlitos, le sirves un vaso de gaseosa y lo llevas en tus manos hacia su cuarto. Cuando comienzas a subir las escaleras, oyes las voces de tus acompañantes: — Vamos, ya comenzó otra vez, no te puedes perder nada. Sube el volumen. Tú miras con duda las escaleras y también a tus amigos y familiares, no sabes exactamente qué hacer pero ignoras cualquier análisis y dejas el vaso en la mesa, ya luego se lo llevarás. Te sientas y ves lo que sigue del partido, por un rato sabes que lo disfrutas pero también sientes la necesidad incontrolable de subir y dejar el vaso, es una tarea incompleta por el momento. Después de unos diez minutos viendo el juego, cambias de opinión. Aprovechas los ojos petrificados en el juego para salirte del montón, te sientes más en paz, más tranquila y subes las escaleras. Otra vez miras la puerta, está entreabierta, alguien la habrá cerrado mal.
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Llevas el vaso y esta vez ignoras con una sonrisa lo que dicen los demás. Carlitos ¿Dónde estás? ¿Estás por aquí?, sigues subiendo las escaleras y miras por ahí. Al llegar a tu cuarto, no ves a tu hermano, tu televisor está prendido y sonidos infantiles se distinguen entre el bullicio del griterío sorprendente del partido. Carlitos no está, debe haber bajado a su cuarto. Bajas a buscarlo y no lo encuentras, te comienzas a preocupar. Las voces futbolísticas provienen de todos lados y no te dejan pensar con claridad, corres al cuarto de tus papás, no está. Tampoco en los baños, no sabes dónde está Carlitos. Vuelves a tu cuarto, desesperada, gritando su nombre aunque sea inútil pues nada se escucha en el mar de sonidos elevados. Llegas y te fijas en los detalles pero nada es un indicio de nada, la confusión abarca el ambiente. Deduces tonterías, volteas tu rostro, tu mirada va directo a la inmensa ventana rota pero es improbable que Carlitos se haya caído por allí, bien lo sabes. Miras por las ventanas y no ves tampoco señal de alguna caída, te alivia pero ¿dónde está?, recuerdas la mañana, recuerdas su sonrisa, su inocencia y corres por los cuartos intentando buscar una pista de él. Golpeas otra ventana, golpeas también tu cama, pegas un grito indescifrable, pateas el suelo y miras al cielo con tus ojos reclamando. Reúnes las fuerzas que te quedan, necesitas unos brazos que te sostengan pues te sientes débil y enferma, te preparas y sueltas tu voz: — ¡Carlos!, ¡Carlitos!, ¿dónde estás? Y en el mismo instante que tus cuerdas vocales pronuncian el nombre que más amas, las de tus invitados abajo pronuncian un interminable: — ¡Goooooool! Miras el espejo sobre tu cama, te sientes impotente, insignificante y decides bajar a decirle a todo el mundo. Corres y te caes, las puntas de la escalera raspan tus suaves manos pero eso no es importante, sangran pero no lo sientes. Al llegar a la sala con los ojos rojos y la boca pesada, encuentras una fiesta de sujetos saltando y abrazándose, incluso bailando. Los miras con odio, sientes que esas personas no pueden estar relacionadas contigo, tú eres diferente a ese montón de imbéciles. Quieres darles una oportunidad, les preguntas si alguno ha visto a Carlitos pero te miran extrañados, se ofenden al saber que interrumpas la celebración de un gol, un gol más para el mundial, te dicen, la familia te quiere abrazar, los empujas. Sales desesperada y te das cuenta que nadie lo nota, ahora recuerdas, la puerta entreabierta, la ausencia de Carlos, deberían estar relacionadas pero nada es seguro, simplemente no está y el vacío te enreda las cuerdas vocales, hace que tus palabras se vuelvan duras, difíciles de pronunciar, a su vez el pensamiento pierde rapidez o agilidad, el asunto es que no concretas nada,
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sabes que estás corriendo porque sientes algunos golpes y la gente que salta, grita se va de un lado para otro derramando cerveza en la aberrante camiseta tricolor. Das otro grito fuerte, gritas por él, das el sonido que él no pudo dar cuando seguro te buscó y no se escuchó por celebraciones tontas. ¡Estás odiando al mundo! Con un sentimiento profundo y único, miras a los demás para que no griten más y Carlos tenga momentos de calma para ser encontrado. Ves unos policías, vas a hablar con ellos, tienen cervezas en las manos y están explotando en carcajadas, la alegría se desborda de sus barrigas verdes y sus bigotes sucios. Ya no crees conveniente decírselo a ellos. No conoces un hospital cerca, ni vecinos que no vean fútbol, qué útiles serían. El atardecer soleado del domingo parece una burla a tu sufrimiento, un universo sarcástico conspirando para tu desgracia, miras el infinito con repulsión pero sabes que no puedes escapar de él, es imposible. Caminas a tu casa, desgastada y llorando todavía, nadie se da cuenta de tu estado, nadie se preocupa por Carlitos, solo tú. Al llegar a casa, se escucha un gol y tú no dudas en coger el control y apagar el televisor de tu casa, no quieres que celebren en tu sala manchada por su desinterés. Todos comienzan a reclamarte, quieren volver a ver el partido. — Váyanse todos a la mierda—. En tus palabras se siente el llanto previo y el actual, pero tu afirmación es tan severa que nadie pregunta y todos se alejan de tu casa en busca de un lugar para celebrar el resultado. Quedas sola, debes esperar a tus padres que llegan esta noche, prefieres no llamarlos, no tienes ganas de hablar con ellos, te acuestas a llorar en tu sillón y el desgaste físico es tan grande que caes en un profundo sueño. Abres los ojos empapados de lágrimas, te pesan los brazos y al levantarte te das cuenta que la pesadilla está en tu vigilia, la diferencia es que ahora toda tu casa está en plena oscuridad, no sabes qué hacer, todavía no estás preparada para buscar otra vez, casi por inercia, prendes el televisor. El canal es el mismo del partido pero ya han pasado varias horas desde aquello, la ciudad está callada y eso te tranquiliza levemente, el noticiero es lo que se presenta a esta hora. Están hablando del resultado, tu país ha pasado al mundial y las imágenes son iguales todo el tiempo, celebración, tres colores que no combinan en una sola prenda, sonidos altos, saltos. Piensas en la felicidad conjunta del país que delimita tu existencia y tus vecinos, piensas en tu tristeza inmensa que te parte en este instante. Piensas en la sonrisa de toda la gente que gritó el gol y piensas en Carlitos que es tan anónimo para el mundo, te agobia eso, la desaparición de tu hermano ha sido vencida, aplastada por la terca y enceguecida felicidad que ignora los tristes e inevitables hechos de la vida a como dé lugar. Te dices a ti misma, ya llegarán mis papás.
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De Laberintos y Espejismos | Gabriel Lesmes |
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-¡Sofía!... ¡por favor! Necesito de tu voz…. Necesito escucharte así sea una ultima vez. Estoy prácticamente solo, en este apartamento que cada vez se hace más pequeño, más asfixiante, sólo puedo recordar como tocaba su piel, cómo sentía su cuerpo junto al mío, como sus labios rozaban los míos, ahora no existo, su frialdad, su indiferencia, el hacer de cuenta que solo queda mi fantasma en su piel, en su memoria. Las paredes me empiezan a sofocar y su imagen desaparece por el pasillo y se desvanece al entrar en su cuarto. En este momento lo único que puedo hacer es salir de su vida por la misma puerta por la que entraba y salía cuando le hacia el amor, cuando éramos uno solo. Ahora más que nunca, que la muerte nos separe. Camino por la calle que he visto miles de veces, por la calle que en su memoria guarda los mas grandes secretos, los mas ultrajantes crímenes y las escenas mas románticas que puede presenciar alguien. Camino desolado, con el corazón en la garganta. De ahora en adelante el amor solo será una ilusión; la vieja ilusión que tuvo Edipo al casarse por inocencia y perder sus ojos por el dolor, la pequeña ilusión de Romeo y Julieta al morir el uno por el otro sin ni siquiera darse cuenta. Al final de cuentas el que busca amor probablemente también busque el dolor más bello y desafiante de la vida. El dolor de compartir su vida con alguien mas, el dolor de no sentirse solo nunca mas y guardar todo ese cariño, esa sonrisa tan especial al ver a aquella persona a la distancia. Desde aquel momento en que los ojos se encuentran, se seducen las miradas y cae a merced el uno del otro, claro, cuando es correspondido; de no ser así se pierde en el intento, se pierde en el laberinto de esperar y confiar en ser correspondido. En estos instantes odiando el amor, ese amor imperfecto y humano, no se que va a ser de mi, mientras aun camino por la calle vacía de almas pero llena de transeúntes, esa calle áspera que le demuestra a uno que sigue vivo que no se percata hasta que cae al asfalto y la sangre le sigue refutando su vitalidad dormida…
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Llego a la Av. Caracas con 63, hay todavía mas gente, todos preocupados por sus horarios y por ser los primeros en todo: los primeros en hacer la fila para comprar su pasaje, los primeros en subirse a esos inmensos monstruos rojos, los primeros en conseguir un asiento... y la lista podría continuar indefinidamente por todas las banalidades diarias que la gente hacemos. Me subo a uno de esos Transmilenios, lo peor de todo es que no tengo un rumbo, pero simplemente escogí el que mas estuviera lleno. Voy parado y veo el síndrome de las manos pailitas a mi alrededor, todos buscando sostenerse en ese enredo, en esa cantidad de brazos y cuerpos que se mueven por inercia, que se mueven por que alguien más genera el movimiento. Todos pagando una cantidad de dinero por ese transporte vil y poco humano. A los dos lados las avenidas atestadas de carros ni pasan ni dejan pasar, parece que todo estuviera en cámara lenta, pero la verdad es que ni se mueven. Ya no pienso en Sofía, me logré distraer, pero ahora que la recuerdo, la veo tan lejana como el apartamento en el que solíamos encontrarnos. Voy llegando al norte y creo que iré a casa. ¿A casa? ¿Cual casa? Si todo el tiempo he estado en mi hogar, en la calle que habito y en el mundo que vivo. ¿Dónde podría estar esa realidad donde el amor no existiera, donde no necesitara subirme a un inmenso bus para transportarme? Donde no sintiera que los días se pueden tornar negros o blancos a pesar del gran sol iluminante. Cual es esa realidad parsimoniosa donde no habría peligros, donde la muerte solo fuera un sueño deseado. Ahora me encuentro en la calle, el lugar de mi nacimiento y de mi muerte, si porque aunque me cueste darme cuenta de ello, ya soy un fantasma y mi cuerpo ya expiró y mi vida quedó solo en el recuerdo que dejé, en el aroma que se va desvaneciendo en la vida de Sofía, en la vida de mi familia, de mis amigos y de toda la gente que me ha rodeado y que yo he deseado rodear. Ya cabe contestar la pregunta de qué hacer después de la muerte, si aun valdrá la pena hacer lo que no hice en vida, lo que dejé para mañana día tras día. Lo que presencié y lo que me perdí. Lo que murió y lo que dio vida. Lo que es grande y lo que es pequeño, si la inmensa dualidad de lo que está adentro y lo que está afuera. Con esto, mi última carta, me despido y descanso en paz bajo el inesperado halo de vida que me dio el amor de Sofía, Sofía, Sabiduría. Que un día tenía que acabar, como todo lo humano, como el ciclo de vida que dejo atrás lo que tenía que dejar y recobro aún mas fuerzas que antes. Ya puedo entrar en mi habitación y dormir en paz.
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La Calle de Fuego | Manuel Pedroza |
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ransitar, vagar, rebuscar, tropezar, caer, seguir en el piso. De esta manera, el lugar en donde estoy me ha inspirado para escribir estas letras; un poco densas, duras y con una mezcla de barbaridad y escandaloso realismo. Un semรกforo en rojo me da la posibilidad de subsistir. Son las cinco y treinta de la tarde y entre la expectativa de algunos y la insensibilidad de otros, comienzo con mi espectรกculo. Aquella tarde-noche parece mรกs transitada que cualquiera y la sombra roja de un sol encubierto por
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las nubes, anuncia que la época de verano, abatido y poco complacido tiende a desaparecer para dar paso a las lluvias. [Siempre creí –en mis momentos de desordenada irrealidad- que el sol y la lluvia en forma de agua hacían parte de un amor imposible, furtivo y traidor; las nubes eran cómplices y cubrían los largos y apasionados besos que estos a escondidas compartían. Lo llamo imposible porque la luna era quien vivía con el sol en un confuso lugar del universo] Soy el amo, el dueño y el administrador de aquel semáforo; es mi territorio y literalmente tendré que luchar por él para ahuyentar a los sagaces compañeros también necesitados que luchan por conseguir unas monedas en cada parada de los vehículos. En el semáforo siguiente pueden verse malabaristas, actores y mimos. Mi salida a aquel escenario conlleva una preparación técnica: primero una vieja vara de metal -que alguna vez perteneció a una elegante y fina cortina de algodón-, en cada uno de sus extremos sostiene una envoltura de algodón, lo suficientemente gruesa y consistente como para soportar una llama producida por la combustión del querosene. Enciendo los extremos de la varilla metálica con un fósforo y una llama azul aparece con bordes dorados. Una bocanada de combustible líquido parece que desgarra mi boca; debo ser cuidadoso y no tragarlo o tendré un malestar que seguramente me deje sin poder levantarme de la cama por varios días o a lo mejor termine intoxicado debido a la cantidad. Las personas en los vehículos parecen expectantes. Algunos muy acostumbrados a ver siempre lo mismo, solo murmuran palabras poco halagadoras mientras que otros se limitan a observar. Dejando mis pies ligeramente separados absorbo aire por mi nariz y expulso a gran velocidad el querosene por mi boca, apuntando a los extremos de los listones metálicos mientras estos giran. Una gran llamarada inunda la oscuridad y el reflejo entra por los panorámicos de los carros. Parte del líquido aún sigue en mi boca y comienza a faltarme el aire, por lo que debo expulsarlo de inmediato. Mi espectáculo culmina con una segunda llama un poco menos fuerte pero con la misma velocidad saliendo de mi boca. Son las diez de la noche. Luego de muchos espectáculos considero que es suficiente. Apago el fuego de los extremos de la vara metálica, empaco todo lo que utilicé y apenas dejo un rastro de quemadura en la acera que quedó gracias a un movimiento no calculado. Quiero dormir, voy de regreso al lugar donde duermo y veo que esa noche nadie sale de su casa. Son las once y treinta y los sueños profundos empiezan a atravesar y a conjugarse en los cerebros de muchos habitantes de aquel
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lugar. Se concentra la noche y de un momento a otro la lluvia empieza a manifestarse en forma de gotas heladas y gruesas. La calle de piedra, es bañada una y otra vez por las cascadas perennes que se forman. Una oscura noche que se combina con el olor a humedad, a paredes lisas de concreto y a lámparas mojadas que emanan humo, parece no tener fin. Frío, temible, sucio y desconocido, así es el lugar donde duermo. El viento forma ondas de sonido que terminan convirtiéndose en un silbido tenue y ligero. –Quizá son las almas en pena que hacen música, queriendo despertar a las almas vagabundas que aún permanecemos vivas-. Voy caminando por un callejón oscuro buscando cómo protegerme de la lluvia. Por suerte, llego a mi destino. Un local abandonado que funciona como refugio de escombros, basura, arañas, cucarachas y una que otra rata que se protege del frio que entra por los rincones, mientras yo deseo abrigarme con tres cobijas que conservo desde hace meses. Antes de entrar, en frente de mí, las ventanas, bañadas por las ráfagas de agua, forjan lo que asemeja un espejo. Un espejo oscuro, rustico y desteñido que sirve como reflejo de aquel ser extraviado; de aquel dueño de nada; soy yo, una silenciosa y negra sombra, imitando una silueta humana. Un ser extraño, irreal a la vista e irracional a los sentidos. Mis pasos son simples roces con el suelo porque mi peso ya es tan insignificante que no lo marca. Esta característica, en ocasiones me hace apto para volar, convirtiéndome en el mismo viento. En aquella ventana observo ilusiones y esperanzas, algo de tristeza y otro tanto de nostalgia. Me llevo la mano al rostro lleno de cicatrices a causa del viento, la lluvia, el sol y la brisa, luego, pasando por mis mejillas y pómulos descubro el imperdonable paso de los meses. No recuerdo la última que me observé a mí mismo, ni cuándo experimenté una sensación de miedo tal, como para salir huyendo. Entré a aquél lugar, me recosté y me abrigué. Como una vez lo escuché, las gotas de lluvia son millones de seres diminutos que saltan y aplauden; quizá siempre lo hacen por la felicidad tan grande que ocasiona el hecho de ser un simple vapor y terminar siendo algo tan complejo como una gota de agua. ¿Qué se siente transformarse en otro ser? ¿A qué huele el denso paso del tiempo?, ¿De qué manera cambiamos un largo camino transitado? ¿Cómo abandono esta calle? ¿Cómo regreso a casa? Y de repente, abrí los ojos a un mundo sencillo pero difícilmente habitable, el mío, el propio, el diario… y dejé de filosofar, pues este cuerpo cansado sólo debía descansar.
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| MarĂa Alejandra Duque |
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—“¡Alístate que nos vamos!”.¡Qué emoción sentí al escuchar esas palabras!, amaba salir con mi papá, y seguro esta vez iríamos a comer helado o me iba a comprar algo bonito. Entonces como siempre, salí corriendo a recoger a mi osito koala, él era de color gris, con unas lindas orejitas blancas y su gran nariz y ojos negros, era el más lindo de todos los ositos y lo llevaba a todos lados porque siempre se portaba muy bien. Subimos a nuestro carro rojo, y mi papa arrancó. Era demasiado aburrido pasar tanto tiempo dentro del carro, pero yo sabía que al final valdría la pena, el problema era que mi osito se desesperaba mucho, y yo solo le decía que se calmara porque ya casi íbamos a comer helado. De repente pasó algo que me empezó a preocupar, —“Yo conozco este lugar” “¿Papi a dónde vamos?”, pero mi papá no me respondió, solo decía: —“Por allí, a un lugar”, y aunque yo insistí preguntándole a cual lugar no me decía nada más. ¿Podía ser posible? ¿Volveríamos a ese horrible lugar?, no lo sabía, aunque las calles se parecían cada vez más, ¡Diosito por favor que no sea!, suplicaba mentalmente. ¡Esta es! ¡Estoy segura! ¡Esta es la calle del horror!, empecé a gritar, a llorar, a suplicar —“¡NOOO! ¡OTRA VEZ NOO PAPI POR FAVOR! ¡NOOO! Pero mi papá no se detenía, ¿Por qué me hacía esto? ¿Acaso no me quería? Mi papá se detuvo, se bajó del carro, abrió mi puerta y me alzo a la fuerza para bajarme del carro, a pesar de que yo pataleaba y me cogía de las sillas de adelante para que no me sacara. Luego, conmigo y mi osito koala, cruzó la calle hasta llegar a una reja negra que quedaba antes de la puerta de ese horrible lugar, y me bajó para que yo caminara, quería salir corriendo, ¡escapar!, pero sabía que si lo hacia mi papá me iba a regañar, o castigar ¿o quién sabe? de pronto ya no me querría. Entramos por una gran puerta blanca, mientras apretaba muy fuertemente a mi osito y lloraba, empezamos a caminar a través de un pasillo muy estrecho y tenebroso, el piso era blanco y las paredes también, al final del pasillo siempre había una bruja que le daba a mi papá unas noticas para que él escribiera algo en ellas mientras ella me sonreía, como si yo no supiera lo que vendría a continuación. Esperamos un rato en esas sillitas azules, donde había más personas que miraban televisión como si no pasara
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nada, a mí me sudaban las manos, suplicaba a Diosito que me sacara de allí, intentaba convencer a mi papá, lloraba, consolaba a mi osito, pero nada funcionaba, y el tiempo parecía eterno. De pronto el momento había llegado, la horrible bruja dijo mi nombre y mi papá me cogió de la mano y empezamos a caminar hacia una habitación, mientras todas las personas de las sillitas azules me miraban pero no hacían nada. ¡NOO PAPITO! ¡NO QUIERO!, mi papá abría la puerta y allí estaba, ese monstruo gigante de bata blanca, pelo y barba grises, que se reía mientras saludaba a mi papá. Después me alzaba, me ponía en una cama muy alta, y luego sacaba unos tubos gigantes y los metía en mi boca y mi nariz. Esos tubos empezaban a sonar, yo le suplicaba al monstruo que no lo hiciera, pero era de piedra, era como si no me escuchara, finalmente le pedía que entonces solo metiera el tubo por la boca y no por la nariz, pero él no me ponía atención. Yo sentía que estaba muriendo, me dolía muchísimo, y sentía que me iba a ahogar, solo lloraba y le tapaba los ojos a mi osito, ¿Por qué mi papá no me defendía? Solo me decía que era por mi bien ¿Acaso a uno lo torturan por su bien? No le importaba, solo se sentaba en una silla a ver como sufría. Luego de un rato el gran monstruo me quitaba los tubos y me decía que ya había pasado todo dándome una colombina de muchos colores, como si eso me pusiera feliz después de haberme hecho daño, aunque igual se veía rica entonces me la comía. Mi papá se despedía y abría la puerta, yo solo quería salir corriendo, mi papá me cogía de la mano nuevamente y salíamos caminando de ese lugar, ¡Que alivio sentía!, nos subíamos al carro y yo solo quería que nos fuéramos a casa y poder contarle a mi mamá lo que había pasado para que ella me defendiera y no permitiera que mi papá me llevara allá otra vez. Detestaba esa calle era el lugar al que le tenía más miedo en el mundo y no quería volver jamás. Esa era mi percepción acerca del consultorio y las terapias respiratorias que debía recibir cuando era una niña de cinco años, ahora sé que solo es una casa vieja, en la cual atendía una amable secretaria, un doctor que solo cumplía con su trabajo, y aquella calle del terror ahora es únicamente una calle más. Sin embargo, afortunadamente ya no necesito terapias respiratorias.
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s e n o i c c u r t Lepvaersa inssuicidarse A
| Lotus Salcedo |
ntes de comenzar a detallar las instrucciones a seguir para suicidarse impondré unas cuantas condiciones, algunas absurdas y rígidas, otras un tanto más flexibles, pero en todo caso necesarias para explicarle al lector por qué ha de matarse. Primero, es necesario que se descalce para leer. Quítese los estúpidos zapatos de oficinista, los insoportables tacones que tanto le gustan, las medias que le cortan la circulación a sus piernas. Busque una alfombra o una almohada en la cual descansar sus pies. Sienta la textura de la lana, el algodón o la seda entre sus dedos descubiertos, como las suaves caricias que lo materiales muertos pueden brindarle a una de las partes más olvidadas de su cuerpo. No sea vago, hágalo. No lea como los universitarios mediocres, obligado, con sueño, con el trago en la cabeza. Tampoco como un melancólico desgraciado, así, por escapismo, porque no tiene nada mejor que hacer mientras espera otra desgracia que lo encadene de la tristeza a la vejez prematura, y de la vejez a la muerte. Lea con coraje, con arrogancia, sea prepotente, napoleónico, que del sadismo y la sátira nos encargamos los escritores. Lea con morbo, con expectativa, nunca sea inocente con la lectura, ella nunca lo será con usted.
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Levántese y diríjase a un espejo. Dígame a qué personaje se parece, ¿a Fausto, a Raskólnikov, a Meursault? Dígame, ¿acaso se parece a usted mismo? No se engañe, no sea escrupuloso con su respuesta. Mírese por primera vez como a otro. Fúndase de inmediato con sus propios ojos y siéntase orgulloso de sus ojeras, sus imperfecciones, de lo fantástico de su temible presencia en este mundo. No fantasee con lo que otros le han contado, no se masturbe pensando en lo grande que fue Shakespeare, léalo, participe. Descalzo, desnudo. Vamos, no sea tímido, despójese de sus prendas, hasta quedar en ropa interior, o mejor sin nada. Como sea, diviértase. Entre a la cocina, ponga agua en el fogón y mientras se calienta busque la caja del té, huélala, piérdase en los placeres sensoriales de la naturaleza, sienta el aroma a tierra, a fruto, a hoja, a tostado. No ponga el agua encima del té, ni beba de inmediato de la taza, no sea idiota. Haga de cosas tan sencillas como esta, un ritual en su vida diaria. Haga participes al olfato, la vista, el tacto, a su cerebro. Vierta el agua y luego ponga la bolsa, observe como la trasparencia del agua se tintura lentamente de hilos naranjas casi parecidos a la sangre y dure un buen tiempo sin ver, observe como un niño. Tome la taza caliente con las dos manos, abrásela con los dedos, deje que le trasmita su calor sin necesidad de beberla, deténgase, olfatee de nuevo. Después de eso ya estará listo para su primer sorbo. Sople, beba, con los ojos cerrados, sienta ese placer místico mientras el té choca dulce contra la punta de su lengua y amargo contra los bordes. Pero nunca le ponga azúcar al té, a veces en la vida las cosas amargas son más dulces que las empalagosas. Si no me cree coja un libro de Camus, un existencialista que nunca lo fue, un existencialista que a diferencia de los otros no se hundía con la desgracia y lo absurdo de este mundo, él se reía a carcajadas. No espere buscar humor en su obra, no es a eso a lo que me refiero. Siéntalo, Camus era capaz de observar el | 85 | | 85 |
más absurdo sinsentido de la existencia como si estuviera sentado mirando desde el balcón, ajeno, feliz como una persona que toma chocolate mientras mira por la ventana a la gente mojarse bajo la lluvia. De eso trata el estilo de Camus, estar feliz y aun así escribir de forma cruda. De eso se trata el té, de disfrutar la felicidad en lo amargo. El mundo es caótico, el observador inmutable. Beba, abra los ojos y siéntase despierto. Vuelva a su biblioteca. No importa que sea pequeña, basta con que tenga buenos libros y sea cómoda, pero tenga una. Busque ese libro de poemas que tiene empolvando hace meses, ábralo en una mano, en la otra el té, el torso desnudo, tome un sorbo para aclarar la voz y empiece a entonar poemas de forma maniática, pues sólo hay dos formas de recitar poemas, gritándolos o susurrándolos. Declame sin vergüenza alguna, hágalo con fuerza, sin quedarse quieto, dando vueltas en la habitación, mueva los brazos, las manos, el espíritu. Siéntase profeta del advenimiento de un culto que nunca llegará porque siempre ha estado y no hace falta buscarlo pero sí encontrarlo: la poesía. Si no tiene libro de poemas, salga, cómprelo, o en su defecto sígame: Nada más bello que lavarse los dientes en la ventana con la ciudad que comienza a echar humo Con la ciudad que levanta persianas Con la ciudad atravesada por ambulancias de leche Y piernas de adolescente rumbo a su diversión estival Con la ciudad donde tu retrato marca la hora de mi muerte cada 5 segundos Con la ciudad que ha tomado mi forma
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como el agua Tomando la forma del recipiente donde vive Escudriñar en el buzón la mano amiga que te habla Desde un país donde ya es hora de acostarse Escribir en el muro como propósito del día “Amortiguar el odio” “Mirarte el pene mientras duermes”… Fragmento del poema Zen y Santidad de Jotamario Arbeláez. Luego de terminado el té y el poema, salga a correr a la calle, desnudo si es que así lo desea o vístase si es que se sonroja con su propio cuerpo, pero salga, haga ejercicio hasta el cansancio, hasta el borde del derrumbamiento, hasta casi ceder al padecimiento insoportable de articulaciones, huesos, músculos, y después de eso sobrepóngase a todo y prosiga, incremente exponencialmente la sensación. Cuando esté a punto del desmayo tiéndase sobre el césped del parque o de algún vecino incauto, y asimile todo el dolor que pueda como la prueba de que usted está vivo, pues sin duda es el dolor lo único que nos recuerda que no somos querubines sino humanos. Es frente al dolor donde nos contemplamos más mortales y vulnerables que nunca, pero en este caso vívalo como un símbolo de fortaleza, de que tiene piernas, brazos, voluntad, y sobre todo la libertad suficiente para propinarse dolor a sí mismo y sentirse satisfecho de hacerlo. Aunque no lo crea esta es la razón de vivir de muchos que se esclavizan a las disciplinas del deporte y el arte. Ser felices mediante el dolor y convertir el dolor en felicidad. Luego, acostado mire al cielo y siéntase eterno, sin fronteras. Ámese de pies a cabeza como un narcisista epicúreo, como un Dalí, como un poeta. No lo dude, vale la pena. Encuentre a quien besar con todas sus fuerzas, pero no besos tímidos de colegio, o besos con sabor a porcelana vieja de algún extraño, busque un beso cálido, conocido, lo suficientemente familiar como para poder hacerlo intenso y prolongado. No economice pasiones, nunca. Tome a una mujer bella y joven con su mano por detrás de la nuca, haga que sus labios luchen y evite que respire, presione suavemente su cabeza hacia usted, tómela de la cintura. No lo intente con mujeres maduras, ellas lo harán por usted. Juegue con el desenfreno, dele vida al movimiento, y cuando su pareja esté lo suficientemente elevada como para pensar en otra cosa, retire inmediatamente sus labios de ella. Si ella lo busca, retírese un poco más y contemple el espectáculo.
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Ella mantendrá los ojos cerrados, los labios estirados en busca de usted y la respiración suspendida. Grábese ese rostro con facciones de felicidad incomparables, con belleza, entrega, y entienda la importancia que usted representa en otros. Si es mujer, seduzca a un hombre que valga la pena, que le fecunde las ideas, no las entrañas. Atrápelo con palabras, con miradas, con esencia. No se limite a ofrecerle sexo, ofrézcale vida. Cuando lo tenga a su entera disposición no se guarde nada, destrócele la espalda con sus uñas, arránquele el vientre a mordiscos, hágale saber que si pudiera, lo exprimiría hasta cuando sólo quedase un perfume hecho de él, hasta cuando él se vuelva un aroma que perdure irracionalmente en su memoria. Luego, tiéndase sobre su pecho mientras duerme y sienta sus estruendosos latidos, su calor, mírele el rostro despejado y reténgalo para siempre. Disfrute del silencio y olvídese de este mundo. Sí desea intentarlo con alguien de su mismo sexo no importa, eso es lo de menos, busque a quien prefiera, pero apresúrese. Ríndase al éxtasis y transmita lo que las letras no pueden nombrar: la sabiduría del cuerpo. Ame con la piel, el corazón, el cerebro, los intestinos, con lo que sea, pero ame como loco. Preferiblemente, no se case nunca. Ahora, si usted ha leído todo el texto de corrido sin haber sentido la necesidad de detenerse a mirar por la ventana, de hacer silencio para luego cerrar prolongadamente los ojos mientras fantaseaba entre pensamientos; si usted aún sigue con ropa, con pudor, e incluso, si tiene el descaro de haberme leído con zapatos puestos; si usted es de los que sólo leen para considerarse más intelectuales que el resto, pero su vida sigue dando asco, y aún no sabe si su día se pareció más a alguna novela, un cuento o un poema; o ni siquiera sabe si se parece a usted mismo, porque la televisión y su currículum lo confunden; si no se ha levantado a prepararse un té, o a leer a Camus, y sigue sentado, aplastado como una masa inerte; si no ha buscado algún poema que lo ponga eléctrico, o no ha encontrado placer en el cansancio; y lo más sorprendente, si no ha encontrado a quien amar, con quien compartir el florecimiento de los instintos que nos llevan a morir en los campos donde colisionan el calor y la humedad, debo confesarle que es usted un ser admirablemente aburrido. No le pido que se avergüence de usted mismo, pero temo confirmarle que ha perdido su capacidad de asombro, que usted ya es poco más que un fantasma, que un recuerdo, o mejor, que un olvido. No sea cobarde, no lo dude, definitivamente debe pegarse un tiro.
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| Elba Yolanda Pati単o |
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l camino parece abierto hasta que aparece un muro de ladrillo que promete encubrir y ocultar las huellas de quienes transitaron ese sendero en el pasado. El humo que emana de los autos se convierte en esa esencia que sin querer respiramos. Y entonces, mientras voy caminando por esa polvorienta calle que se me hace tan familiar, de repente me encuentro envuelta en un laberinto de pánico que oprime mis pulmones y acelera mi pulso, y me hallo perdida. He transitado por aquí cada día de mi vida, y sin embargo hay algo que me produce desazón. No sé si serán las personas que me observan desde sus ventanas, mientras mantienen conversaciones que para mí no son más que murmullos, o si tal vez lo que me incomoda son las estructuras de esas casas en las que jamás he entrado. No sé, no lo entiendo, y tal vez nunca lo entenderé. Pero lo cierto es que mientras me dirijo hacia la puerta de la que llamo mi casa, mis ojos temen desviarse de su entrada, tal vez porque si lo hiciesen mis pasos también se extraviarían y terminaría deambulando en la calle vecina, la cual, no me resulta más tranquilizadora. En realidad, ambas tienen el mismo efecto en mí. La única diferencia es que en esta calle tengo el techo que me protege y me da abrigo. Tal vez esa es la única razón por la que, a pesar de todo el terror que infunde en mí, la prefiero antes que cualquier otra combinación de asfalto, polvo y ladrillos destrozados. Y trato de entender por qué le temo. No, no es el miedo a que aparezca un ladrón y me arrebate un objeto de valor, tampoco es que esté asustada de pensar que alguien pudiese lastimarme. No, no es nada de eso. Sé que no lo es porque ya he experimentado antes ese miedo, y sé
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diferenciarlo. Estando en esas situaciones todo mi cuerpo tiembla, mis pensamientos se nublan y no presto atención a lo que hay a mi alrededor. Pero ahora, mis músculos pareciera que estuvieran listos para una competencia de atletismo, mis pensamientos son difusos, pero no detienen su flujo y observo con atención cada detalle que mis pasos van dejando tras de sí. Saludo a aquel perro sin hogar que siempre da quien sabe cuentas vueltas por esta calle. Sus ojos destilan un brillo triste. Pienso ahora en aquel gato que, desafiante, pasa de tejado en tejado, de terraza en terraza, y que siempre me despierta con sus maullidos en las madrugadas. ¿Qué me hace distinta a ellos? ¿Es acaso, el hecho de que tengo un lugar al cuál regresar? Sí, debe ser eso, ya que, por lo demás, soy idéntica a ellos. Camino por esta calle una y otra vez y quizás podría hacerlo con mis ojos cerrados si así lo quisiera, pero aún así es un lugar lleno de extrañeza, de miradas hostiles y sobre todo, de soledad. Es eso, de repente lo entiendo. Es la soledad la que me mantiene buscando insaciablemente respuestas que ni siquiera yo me doy cuenta de lo que quiero encontrar —y esto es, fundamentalmente, porque ni siquiera sé que preguntas debo formular—. No sé si le temo a la soledad, o si siento temor porque la soledad me hace vulnerable, o si simplemente me siento menos sola mientras camino por aquí. No lo sé, sólo sé que lo seguiré haciendo hasta que algún día me canse de repetir esta tediosa rutina, aunque claro, no puedo estar segura de si llegaré a cansarme de ella alguna vez. Quizás solo me detenga cuando encuentre la respuesta —o más bien, la pregunta— que tanto deseo hallar.
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RELATO DE UN ASESINO | Daniela Guevara |
Era la mezcla entre colonia y sudor lo que mejor recordaba, sus labios color carmín, su pelo largo que bajaba por su espalda como una hermosa cascada, sus pechos y sus manos ya no le decían nada. Repasó las últimas líneas y en medio de la soledad se preguntaba una y otra vez cuando la volvería a ver, sin embargo, sus ojos se cristalizaron de nuevo al ver su foto y entender que su habitación no llegaría a ser del mismo color desde que ella se fue. Extrañando todo lo que había perdido se lanzó al vacío que inundaba la calle gris. No hubo nadie que se preguntara por aquel desquiciado que había decidido terminar con su vida, solo ella. A la que había amado con su vida, con su alma y resistencia; a la que había dedicado cada una de sus cartas sin darse cuenta: a ella, la que había dejado ir sin tocarle un solo centímetro de piel para lastimarla. Su vida de asesinatos, de mentiras y engaños por fin había sido descifrada por la mujer que amaba. Sin reproches, ataduras o amarguras dejó el mundo. No había peor castigo que el desprecio, el odio y el olvido de la única mujer por la que no había sentido la necesidad de saciar su sed de sangre. Suma Cultural
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II
| Juan, Pedro y Pablo |
Una ciudad laberíntica | 92 |
I
¡Oh! Mi laberíntica ciudad, los rosetones de tus pilares se encuentran ladeados, Vesta cuida de tus patrones y de aquellos que por ti han sido olvidados. Inmodestia, esa es tu actitud, llena de colores, de prototipos, de suciedad jamás alcanzarás la rectitud. Tu espíritu, como el de una mujer, es ininteligible… cabalístico, jeroglífico, ilógico, incognoscible eso pienso de ti, mi Bogotá abominable. Tu inmensidad me hace acordar aquella magnanimidad de la antigua Sodoma, tu estado laico, retorna las prácticas de la antigua Gomorra. Eres bella como ninguna otra, te regodeas en tus estatuas, haces solemne recuerdo a la revolución en tu plaza de Bolívar… ¡Ay ¡ pobre de este que en cada marcha le cambian de ropa como si fuera mujer fácil. En una de tus montañas, unCristo es olvidado, solo para ser recordado por aquellos que madrugan a ejercitarse, amo que seas furcia y laica, tu libertinaje lo encuentro en cada parque de Chapinero, tu drogadicción y perdición se refleja en los jóvenes que en tus aceras caen borrachos y drogados por las fuertes mareas. Te aprecio únicamente porque en tu lecho se concibió al poeta más grande y esplendido que ha pisado tierra colombiana: José Asunción Silva.
III
Tu razón de ser sigue viva, Intacta al paso de la dádiva, el centro de tu cuerpo es marginado y profanado, sin embargo, admiro tus museos, tu oro tu clasicismo inmerso en la desgracia tus raptos, tu absurda impotencia, por tu regentes has sido herida; eres la ciudad donde el opio del pueblo es el fútbol y no la religión, en tu nombre digo que la muerte de Dios ya se ha superado para caer en la impotencia que gritas mientras te desangras, gritas y gritas, para exclamar: “La poesía ha muerto”. Suma Cultural
Sentidos Expuestos | Daniela テ」ila | Caminas, todos tus sentidos se agudizan ante el mundo. Respiras y aunque el aire es para todos, huele diferente en algunos lugares. El sol no brilla con la misma intensidad y esos, que todos intentamos olvidar para alejarnos de esta cruda realidad, permanecen en la sombra, inertes, a la espera de nuestra sensibilidad. Escuchas, voces vociferantes que te gritan todo eso que no quieres escuchar: crテュticas, preguntas, incertidumbre constante, utopテュas para ablandar la crudeza, estimulantes para alegrar la tristeza. Sientes ツソRealmente sientes?
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Autores María Luisa Monroy Merchán Geógrafa, Universidad Nacional de Colombia. Administradora Pública, Escuela Superior de Administración Pública ESAP. Carla Gómez Creutzberg Geógrafa, Universidad Nacional de Colombia. Candidata a Msc en Forest & Nature Conservation, Universidad de Wageningen, Países Bajos. Yasmid Alvarado Camacho Geógrafa, Universidad Nacional de Colombia. Magíster en Hábitat, Universidad Nacional de Colombia. Jennifer Katischa Moreno Rojas Estudiante de Geografía, Universidad Nacional de Colombia. Gabriel Lesmes Estudiante de Psicología, Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Juan Diego Hernández Chávez Estudiante de Psicología, Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Daniela Ávila Velosa Estudiante de Administración de Negocios internacionales, Fundación Universitaria Konrad Lorenz. María Alejandra Duque Peña Estudiante de Mercadeo, Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Manuel Pedroza Ortiz Estudiante de Administración de Empresas. Lotus Salcedo. Estudiante de Psicología, Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Elba Yolanda del Carmen Patiño Segura Estudiante de Psicología, Fundación Universitaria Konrad Lorenz.
Sebastián Rodríguez Pineda Estudiante de Psicología, Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Ama-gi o Juan, Pedro y Pablo, seudónimo en honor al poeta colombiano Porfirio Barba Jacob. http:// insatisfaccionemocional.blogspot.com/ Juliana Olmos Alonso Psicóloga, Minor en Psicología Clínica. Coaching de padres y maestros en Crianza, enfocada en Disciplina Positiva. Manuel Martín Castillo Profesor investigador de la Facultad de Ciencias Antropológicas, Universidad Autónoma de Yucatán, México. Jean Paul Vega Estudiante de Administración de Negocios Internacionales, Universidad Konrad Lorenz. Samantha Valdés Estudiante de Mercadeo, Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Mayra García Estudiante de Sociología, Universidad Santo Tomás. César Augusto Ballestas Barrios Músico, Universidad Nacional Licenciado en Humanidades y Lengua Castellana. Pontificia Universidad Javeriana. Candidato a Magister en Estudios Culturales, Pontificia Universidad Javeriana. Realizador del programa radial “Los sonidos de la urbe”. www.konradio.co Jhonattan Moreno Politólogo, Universidad Nacional de Colombia. Candidato a Magister en Hábitat, Universidad Nacional de Colombia. Docente Instituto de Humanidades Fundación Universitaria Konrad Lorenz.
Daniela Guevara Torres Estudiante de Psicología, Fundación Universitaria Konrad Lorenz.
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