La Gruta
Junio de 2016
nº
474
BOLETÍN del SANTUARIO NACIONAL de La Gruta de Lourdes Avda. de las Instrucciones 2223. MONTEVIDEO - Uruguay. Tel.: 2222 3532 grutadelourdes@interware.org www.umbrales.edu.uy
Jubileo de la Misericordia Misericordia y vocación Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”. Jesús, que había oído, respondió: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. La Gruta n.474
Mateo 9,9-13 1
Actualidad
El Papa en Armenia El Papa Francisco visitará Armenia del 24 al 26 de junio. Ha sido invitado por las autoridades de ese país el año pasado cuando en la basílica de san Pedro, en el centésimo aniversario del genocidio, ofició misa para ese pueblo mártir y declaró “doctor de la Iglesia” al armenio san Gregorio de Narek (+1005).
Con la presencia del presidente y del patriarca de aquel país, el Papa honró al monje san Gregorio al que por su sabiduría añadió a los 35 grandes doctores de la Iglesia y por primera vez habló de “genocidio”. Habló del primer genocidio del siglo XX, al referirse al millón y medio de armenios asesinados en 1915 y en los años siguientes de manera brutal, a manos del imperio turco otomano. Lamentó que todavía hoy “haya tantos hermanos y hermanas impotentes que a causa de su fe en Cristo o de su pertenencia étnica, son atrozmente asesinados”. Se refería en particular al actual genocidio de los cristianos en el mundo, pero también a todos los genocidios de nuestra época (la Schoá, Camboya, Ruanda, Burundi, Bosnia…y ahora Siria). También reconoció el “martirio” de ese pueblo cristiano fiel a su Fe, que “es como una perla preciosa de la que se siente orgullosa la Iglesia universal”. Armenia fue la primera nación del mundo en proclamarse cristiana, en el año 301 después de Cristo. La reacción del gobierno turco, que nunca reconoció el genocidio, fue inmediata y retiró por un tiempo su emba-
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jador del Vaticano. Recep Erdogan llegó a decir: “Cuando los políticos y religiosos asumen el papel de historiadores, no dicen verdades sino estupideces”. Pero la presión del Vaticano obligó al gobierno turco a abrir los archivos y a crear una comisión binacional de historiadores en vista de una palabra definitiva sobre el genocidio, ya por otra parte reconocido universalmente. Después de la caída del imperio otomano al que había sido anexada Armenia, los nuevos líderes turcos quisieron reconstruir el país (la actual Turquía) sin incluir ningún otro pueblo, etnia o religión. Los líderes armenios fueron asesinados. La población armenia fue obligada a dejar sus tierras y huir hacia el desierto. Uruguay fue el primer país en el mundo que el 22 de abril de 1965 reconoció este atroz “genocidio”. En Armenia los cristianos no son católicos (estos son una pequeña minoría). Pertenecen a la Iglesia Apostólica Armenia: conservan una arraigada fe cristiana con los 7 sacramentos, sus presbíteros (casados y célibes), sus obispos y una acentuada devoción a la Virgen.
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Jubileo de la Misericordia
Misericordia y vocación Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”. Jesús, que había oído, respondió: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa:Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. Mateo 9,9-13
Dice el papa Francisco al convocar a la Iglesia para vivir el Año de la Misericordia: la vocación de Mateo se coloca en el horizonte de la misericordia. Pasando delante del banco de los impuestos, los ojos de Jesús se posan sobre los de Mateo. Era una mirada cargada de misericordia que perdonaba los pecados de aquel hombre y, venciendo la resistencia de los otros discípulos, lo escoge a él, el pecador y publicano, para que sea uno de los Doce. San Beda el Venerable, comentando esta escena del Evangelio, escribió que Jesús miró a Mateo con amor misericordioso y lo eligió: miserando atque eligendo. Siempre me ha cautivado esta expresión, tanto que quise hacerla mi propio lema.
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Mateo era un “publicano”, es decir un recaudador de los impuestos para el imperio romano y por eso considerado pecador público. Pero Jesús lo llama a seguirlo y a convertirse en su discípulo. Mateo acepta, y lo invita a cenar a su casa con sus discípulos. Entonces surge una discusión entre los fariseos y los discípulos de Jesús por el hecho de que estos comparten la mesa con los publicanos y los pecadores.
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Jesús, de hecho, no los aleja, es más, * frecuenta sus casas y se sienta con ellos; esto significa que también ellos pueden convertirse en sus discípulos. Y también es verdad que ser cristianos no nos hace impecables. Como el publicano Mateo, cada uno de nosotros se encomienda a la gracia del Señor a pesar de nuestros pecados. Todos somos pecadores, todos hemos pecado. Llamando a Mateo, Jesús muestra a los pecadores que no mira a su pasado, a las condiciones sociales, a las convenciones exteriores, sino más bien les abre un futuro nuevo.
Preguntas ¿Qué nos impide sentir sobre nosotros la mirada y el llamado de Jesús? ¿Sentiste algunas veces que Jesús te miraba y te llamaba? ¿Por qué miramos más las cosas malas que las buenas? 3
Este comportamiento no es comprendido por quien tiene la presunción de creerse “justo” y mejor que los otros. Soberbia y orgullo no permiten reconocerse necesitados de salvación, es más, impiden ver el rostro misericordioso de Dios y actuar con misericordia. Además, la misión de Jesús es precisamente esta: venir a buscarnos a cada uno, pasar para sanar nuestras heridas y llamarnos a seguirlo con amor.
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dad cristiana la mesa de Jesús es doble: está la mesa de la Palabra y la mesa de la Eucaristía. Son estas las medicinas con las cuales el * Médico Divino nos sana y nos nutre. Con la
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primera –la Palabra– Él se revela y nos invita a un diálogo entre amigos. Jesús no tenía miedo de dialogar con los publicanos, los pecadores, las prostitutas, Él no tenía miedo, amaba a todos. Su Palabra penetra en nosotros y, como un bisturí, actúa profundamente para liberarnos del mal que se anida en nuestra vida.
Si los fariseos ven en los invitados solo pecadores y rechazan sentarse con ellos, Jesús por el contrario les recuerda que también ellos son comensales de Dios. De este modo, sentarse en la mesa con Jesús significa ser transformados por Él y salvados. En la comuni-
La Eucaristía, por su parte, nos nutre de la vida misma de Jesús y, como un poderoso remedio, renueva continuamente en un modo misterioso la gracia de nuestro bautismo. Acercándonos a la Eucaristía nosotros nos nutrimos del Cuerpo y la Sangre de Jesús, y sin embargo, viniendo a nosotros, ¡es Jesús que nos une a su Cuerpo!
Llamando a los pecadores a su mesa, Él los resana restableciéndoles en esa vocación que ellos creían perdida y que los fariseos han olvidado: la de invitados al banquete de Dios.
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l Señor es mi pastor, nada me puede faltar. El me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo:
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tu vara y tu bastón me infunden confianza. Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. Salmo 23
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Jubileo de la Misericordia Misericordia y vocación El papa Francisco, como ya hemos visto, le tiene un cariño particular a la escena evangélica que en este mes meditamos en el Boletín. Proponemos su homilía del 21 de setiembre del 2013: en ese día celebraba los 60 años de su decisión de hacerse sacerdote, el aniversario del llamado de Dios, que llamamos vocación.
“La mirada de Jesús nos levanta siempre; nos eleva, nos alza. Nunca te abaja, nunca te humilla, te invita a alzarte.La mirada de Jesús siempre nos hace dignos, nos da dignidad... Una mirada que te lleva a crecer, a ir adelante; que te alienta porque te hace sentir que Él te quiere”; que da el valor necesario para seguirle. Se centró en las miradas de Jesús la meditación del Papa Francisco durante la misa en Santa Marta del sábado 21 de setiembre de 2013 por la mañana. Es una fecha fundamental en la biografía de Jorge Mario Bergoglio, porque al día de la fiesta litúrgica de san Mateo de hace sesenta años -era el 21 de setiembre de 1953- él eligió su vocación de vida: ser sacerdote. Tal vez también por esto, comentando el relato de la conversión del evangelista, el Pontífice subrayó el poder de las miradas de Cristo, capaces de cambiar para siempre la vida de aquellos sobre quienes se posan. Precisamente como ocurrió para el recaudador de impuestos que se convirtió en su discípulo: “Para mí es un poco difícil entender cómo Mateo pudo oír la voz de Jesús”, que en medio de muchísima gente dice “sígueme”. Es más, el Obispo La Gruta n.474
de Roma no está seguro de que el llamado haya oído la voz del Nazareno, pero tiene la certeza de que “sintió en su corazón la mirada de Jesús que lo contemplaba. Y aquella mirada es también un rostro” que “le cambió la vida. Nosotros decimos: lo convirtió”. Después hay otra acción descrita en la escena: “En cuanto oyó en su corazón aquella mirada, él se levantó y lo siguió”. Por esto el Papa hizo notar que “la mirada de Jesús nos levanta siempre; nos eleva”, nos alza; nunca nos “deja ahí” donde estábamos antes de encontrarlo. Ni tampoco quita algo: “Nunca te abaja, nunca te humilla, te invita a alzarte”, y haciendo oír su amor da el valor necesario para poderlo seguir. He aquí entonces el interrogante del Papa: “Pero ¿cómo era esta mirada de Jesús?”. La respuesta es que “no era una mirada mágica”, porque Cristo “no era un especialista en hipnosis”, sino algo muy distinto. Basta pensar en “cómo miraba a los enfermos y los curaba” o en “cómo miraba a la multitud que le conmovía, porque la sentía como ovejas sin pastor”. Y sobre todo, según el Santo Padre, para tener una respuesta al interrogante inicial es necesario reflexio5
nar no sólo en “cómo miraba Jesús”, sino también en “cómo se sentían mirados” los destinatarios de aquellas miradas. Porque -explicó- “Jesús miraba a cada uno” y “cada uno se sentía mirado por Él”, como si llamara a cada uno por su propio nombre.
bía mirado y esa mirada sobre ellos fue como un soplo sobre las brasas; sintieron que había fuego dentro”; y experimentaron también “que Jesús los hacía subir”, los alzaba, “les devolvía a la dignidad”, porque “la mirada de Jesús siempre nos hace dignos, nos da dignidad”.
Por esto la mirada de Cristo “cambia la vida”. A todos y en toda situación. También -añadió el Papa Francisco- en los momentos de dificultad y de desconfianza. Como cuando pregunta a sus discípulos: ¿también ustedes quieren irse? Lo hace mirándolos “a los ojos y ellos han recibido el aliento para decir: no, vamos contigo”; o como cuando Pedro, tras haber renegado de Él, encontró de nuevo la mirada de Jesús “que le cambió el corazón y lo llevó a llorar con tanta amargura: una mirada que cambiaba todo”. Y finalmente está “la última mirada de Jesús”, aquella con la que, desde lo alto de la cruz, “miró a su mamá, miró al discípulo”: con aquella mirada “nos dijo que su mamá era la nuestra: y la Iglesia es madre”. Por este motivo “nos hará bien pensar, orar sobre esta mirada de Jesús y también dejarnos mirar por Él”.
Finalmente el Papa identificó una última característica en la mirada de Jesús: la generosidad. Es un maestro que come con la suciedad de la ciudad, pero que sabe también cómo “bajo aquella suciedad estaban las brasas del deseo de Dios”, deseosas de que alguno las “ayudara a prenderse fuego”. Y esto es lo que hace precisamente “la mirada de Jesús”: entonces como hoy. “Creo que todos nosotros en la vida dijo el Papa Francisco- hemos sentido esta mirada y no una, sino muchas veces. Tal vez en la persona de un sacerdote que nos enseñaba doctrina o nos perdonaba los pecados, tal vez en la ayuda de personas amigas”. Y sobre todo “todos nosotros nos encontraremos ante esa mirada, esa mirada maravillosa”. Por esto vayamos “adelante en la vida, en la certeza de que Él nos mira y nos espera para mirarnos definitivamente. Y esa última mirada de Jesús sobre nuestra vida será para siempre, será eterna”. Para hacerlo se puede pedir ayuda en la oración a todos “los santos que fueron mirados por Jesús”, a fin de que “nos preparen para dejarnos mirar en la vida y nos preparen también para esa última mirada de Jesús”.
El Papa Francisco volvió a la escena evangélica, que prosigue con Jesús sentado a la mesa con publicanos y pecadores. “Se corrió la voz y toda la sociedad, pero no la sociedad 'limpia', se sintió invitada a aquel almuerzo”, comentó el Santo Padre, porque “Jesús los ha6
Parábolas de HO Y - El “bobo” grado 5 (1) HOY “Achicar ideales y reducir esfuerzos” ¿Amor a los hijos? ¿Rendición? ¿Complot? Hace apenas unos días me di un título: “BOBO” GRADO CINCO. Me lo di en consulta de amigos. Contaba lo que me pasó, y todos opinaron lo mismo. Estaba cortando el pasto y un muchacho de unos veinte y pico, se me arrima. “¡Padre!, ¿No quiere que le ayude?” “¡No! le digo, porque no tengo para pagarte.” “¡No importa! Ud. siempre nos ayuda!” Lo dijo con tanta convicción, que le creí. Le pedí que juntara unos papeles y unas bolsitas en la vereda. Le hablo del “trabajo”, y que nadie tiene que “vivir de arriba”, o “robando”. Me doy vuelta y, empeñado con la bordeadora seguí unos 15 minutos. Suficientes para que el joven “trabajador” me entrara en la casa y se llevara lo que no corresponde… “¡Que bobo, que soy!” me digo… Tres días después, el “generoso agradecido, portón cerrado, a las 23, 30 hs. me llama. Es él. Desde adentro, le pregunto qué quiere. “¡Venga!” me dice. “¿Qué quieres?” “¡Venga!” Hay dos perros frente a mi casa; y yo, con la llave en la cerradura, le digo que se retire. El portón está cerrado, es una hora inoportuna, y que se retire. “¡Venga que le están robando!”. Llamamos al 911. Los alcanzaron, eran dos, los llevaron a la comisaría, y al otro día estaban sueltos... Una semana más tarde, aparece nuevamente en la parroquia, a las 16 hs. Le digo que el que roba, puede embromar, al prójimo, un tiempo, pero a Dios, nunca. Pronto o tarde, Dios nos pide cuentas. Que no lo tiente a Dios. Hay que trabajar para ser libres. Esa actitud de abusar, no queda sin lección. Dios es un Padre y nos da lecciones, como todo buen padre. La Gruta n.474
Como estaba agachado, al verse reconocido, se levantó diciendo fuerte: “¡Soy una mierda!”. Lo corrijo: “Mira, que Dios no hace lo que dijiste. Tenemos cabeza, cerebro, corazón para sentir lo que es bueno y lo que no, brazos y piernas para trabajar y disfrutar de nuestro trabajo. El trabajo te da una hermosa experiencia de “Libertad”. Cuando comas el pan que ganes, vas a ver qué sabroso es. Saber trabajar, descubrir la libertad, disfrutar de lo tuyo, son experiencias irrenunciables, para saber “Qué es vivir”. Mientras se retiraba del patio, yo, con un poco de tristeza, intenté mirar para atrás… me explico: lo imaginé en su pasado, en su infancia, y se me presentaron unos cuantos de mi barrio. Chicos de ahora que veo todos los días e intento mirar “al futuro”. Los veo como él. La cara triste, quemada y llena de hollín, signo de pasta base. Los veo con 5, 8, 12 años y, con apenas unos 10 años más, los veo “ASÍ”. Con la horrible tentación de llamarse “mierda”. Me nace un sentido de “rebeldía” que no puedo describir. Una pena indecible. Un arranque de indignación y… miro el templo, casa del Padre Dios, pienso en la Iglesia, anunciadora de la Buena Noticia y en Jesús: El Señor. Jesús, el Maestro que pasaba haciendo el bien, sanando a todos, con esa repetida expresión suya: “¡Ánimo! ¡Levántate! ¡Toma tu camilla y vete a tu casa! ¡Yo tampoco te condeno. ¡Vete y no peques más!...” O quizás aquella: “¡Denles ustedes de comer!” o “¡Háganlos sentar en grupos de cincuenta!” a pesar de que fuera tarde… (sigue en el próximo boletín) Rodolfo Bonci 7
Oración a los pies de La Gruta
sábado 9 de julio de 2016 a las 18 hs. en el despacho parroquial: formación de los voluntarios del día 11.
Señor Jesús, de tu Corazón abierto nació la Iglesia y de él aún recibe la vida. Haz que seamos miembros vivos de tu familia conforme a tu llamado que nos consagró al amor. Aumenta en nosotros la fidelidad y la dedicación para que seamos verdaderos siervos de Dios y de los hombres, como tú fuiste cuando vivías visiblemente entre nosotros. Que crezcamos en la unidad por la cual rezaste al entregar tu vida por el Padre y por nosotros.
Amén. De la devoción al Sagrado Corazón de Jesús nace la Congregación del padre Dehon El viernes 3 de junio, con toda la Iglesia hemos celebrado la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Los padres que atienden a la Gruta son Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús. Partiendo de la visión evangélica de nuestro Fundador, el P. Dehon, descubrimos y experimentamos en el signo del Costado Abierto y del Corazón traspasado de Cristo, nuestro Salvador, el amor único y totalmente gratuito de Dios, que salva. Gracias al don del Espíritu, queremos corresponder a ese amor siguiendo la vida de Jesús y su Evangelio, ofreciendo nuestra vida al Padre y a los hermanos para el servicio del Reino. Prestamos así nuestra humilde colaboración en la obra de Cristo, sirviendo a la misión de la Iglesia del Señor en constante atención a las personas, llevando el amor y la reconciliación de Dios principalmente a los más necesitados de amor. Nos esforzamos en vivir en comunidades fraternas como realización de la nueva fraternidad posible en Cristo, uniendo nuestras fuerzas y haciendo de nuestras personas un don recíproco. 8