El proyecto
“De la imagen que desprende el trabajador humanitario, los pobres, en especial los hombres jóvenes, deducen que para hacer fortuna lo único que hay que lograr es viajar al hemisferio desarrollado a cualquier precio. Ellos nunca han visto a un occidental hambriento, desempleado o sin hogar, todos los que conocen se desplazan en coches caros a lo largo y ancho del país, comen carne a menudo y pueden pagarse infinidad de cervezas.” (Jordi Raich en el Espejismo Humanitario) Este año, 2013, la Universidad Miguel Hernández de Elche inaugurará el tercer periodo de voluntariado en Rwanda. En las dos ediciones anteriores, realizadas durante los meses de julio, agosto y septiembre del 2011 y 2012, un grupo de estudiantes, personal administrativo y de profesorado de la Universidad convivieron en Rwanda durante periodos de un mes, aprovechando las instalaciones que la UMH sostiene en ese país. La filosofía del proyecto es compleja y en muchas ocasiones sus objetivos no quedan del todo claros para los participantes, que habitualmente llegan allí con una serie de ideas preconcebidas, entre las que sobresale la idea de ayudar.
El volcรกn Muhabura, con sus 4127 metros, se refleja en el lago Burera
DĂa de mercado en la calle principal de Gakenke
El proyecto es también profundamente atractivo para los organizadores y aporta al “voluntario” toda una serie de experiencias que cambiarán muchas de aquellas ideas con las que venía equipado, enfrentando conceptos de bondad frente a maldad, desarrollo frente a subdesarrollo, riqueza frente a pobreza, o culpabilidad frente a inocencia. Los que habíamos concebido el proyecto, poseedores de una larga experiencia en Rwanda, no hubiéramos nunca podido imaginar el conjunto de sensaciones, muchas veces contradictorias, que surgieron entre los participantes de ediciones anteriores. En ellos se desataron toda una serie de inquietantes preguntas sobre la cooperación y la llamada ayuda al desarrollo, que solo para aquellos que han sido capaces de permanecer intelectualmente atrapados en la duda, el tiempo acabará contestando. Este proyecto que forma parte de la comunidad universitaria ha sido la realización de un viejo sueño, abrir Rwanda a todos aquellas personas de la UMH que quieran vivir la realidad de la ayuda y permitirles enfrentarse a los tópicos que conforman su filosofía personal. Ha sido algo difícil de conseguir y no hubiera sido posible sin la base logística de la que ahora disponemos y cuya construcción ha ocupado un largo periodo de años. Para algunos, su estancia en Rwanda será el final de una inquietud, para otros el comienzo de una nueva etapa, porque como todo proyecto de cooperación generará emociones contradictorias. Es muy grande la carga de ideas preconcebidas que acompañan al viajero y no todos aceptarán ver una realidad que niega una gran parte de estas ideas. La cooperación fue en sus momentos iniciales un mundo lleno de idealistas, muchos de los cuales regresaron a sus “metrópolis” profundamente desilusionados y confundidos. Habían pasado de sentirse culpables por formar parte de una civilización a la que creían responsable de todos los males del tercer mundo, a sentirse ignorados e incluso despreciados por aquellos a los que habían venido a ayudar.
Asentamientos, construidos con palos y plásticos, en los campos de desplazados de Goma
La cooperación es una actividad llena de desencanto, cuando la realidad no quiere aceptarse. Es en definitiva un test de comprensión y flexibilidad y cuanto mas rígidas son las ideas del individuo, más problemas tendrá para adaptarse a ese mundo que creía puro y lleno de bondad. En último extremo, el proyecto de voluntariado en Rwanda trata de enfrentar al voluntario con la realidad contradictoria de sí mismo. Trata de enfrentarle con su contradicción de hombre o mujer rico, que viene a “ayudar” durante un tiempo prudente, siempre que este tiempo encaje en su programación personal de trabajo y vacaciones, para después regresar a su mundo habitual, enriquecido en experiencias y recuerdos. Trata, en definitiva, de hacer surgir en él la pregunta más inquietante que podría formularse… ¿Esto que hacemos vale para algo?
La UMH en Rwanda “Solo la permanencia y la concentración de esfuerzos garantiza el éxito de la cooperación.” (Pilar Collado, ex Directora de Cooperación de la Comunidad Valenciana) La UMH trabaja en Rwanda desde hace ya más de 17 años. Primero utilizando la estructura de Medicus Mundi, y luego como estructura independiente, una vez creado el Centro de Cooperación al Desarrollo y Voluntariado. Como agente de la cooperación ha desarrollado muchos proyectos que, al concentrarse en un solo país, han generado una superestructura muy por encima de las posibilidades que le correspondían como universidad y muy por encima de lo que la mayor parte de la universidades y de otros agentes de la cooperación han realizado. Podemos decir que la UMH es una universidad atípica en el terreno de la cooperación, dada la forma de realizar sus proyectos y la orientación de los mismos. La UMH en estos largos años ha concentrado sus esfuerzos en Rwanda y ha pasado por varias fases, tal y como las circunstancias de aquel país le fueron indicando que hiciera.
Las colinas de Rwanda
Desplazados de la guerra del Kivu en el año 1997 llegando al Hospital de Nemba
Una primera etapa fue la etapa de la emergencia. En el año 95-96, Rwanda era un país destruido por la guerra y la ayuda se centró en los campos de refugiados de la ciudad de Goma, terreno de la Republica Democrática de Congo pero frontera con Rwanda, donde los refugiados rwandeses, que habían huido de la derrota y de la guerra, se acumulaban en precarios asentamientos. El primer proyecto fue la construcción de una MATERNIDAD en el barrio de Katindo, maternidad que dio asistencia a miles de mujeres que vivían en aquellos campos. Muchos hijos de refugiados nacieron en el exilio y lo hicieron en aquella maternidad que hoy todavía sigue funcionando. Es preciso recordar que entre los diferentes campos de refugiados que en aquella época rodeaban la ciudad de Goma, se sumaban mas de un millón de habitantes. Refugiados que vivían en sus chamizos de madera y plástico y en una incalificable situación sanitaria. Aquel masivo movimiento humano había triplicado el numero de habitantes de la ciudad, desbordando las escasas estructuras sanitarias existentes.
Después de aquella primera etapa y ya en territorio de Rwanda, se inició el segundo periodo, la reconstrucción del país. La construcción de una ESCUELA DE ENFERMERÍA en la ciudad de Ruhengeri, fue el resultado de aquella acción. La guerra había despoblado de profesionales sanitarios el país y los que no habían muerto, habían huido a países vecinos. La escuela con una capacidad para formar a 50 profesionales por año, fue dotada de todos los elementos. Dormitorios, servicios sanitarios, aulas, y laboratorios. Muy pronto comenzó su funcionamiento, que ha seguido sin interrupción, habiendo formado ya a más de 600 titulados en enfermería y un número equivalente de técnicos de laboratorio. Aquella escuela, junto con otras escuelas reconstruidas con dinero de la cooperación internacional, contribuyó a formar la primera fuerza de choque que pondría en marcha las estructuras sanitarias del país. Muchos de estos profesionales siguen trabajando en la actualidad en el hospital de Nemba, al que estamos tan sólidamente unidos.
Escuela de enfermería de Ruhengeri, el primer trabajo de la UMH en Rwanda
En las proximidades de Ruhengeri estaba el HOSPITAL DE NEMBA. Este hospital, fundado por españoles 35 años atrás, también había sufrido el impacto de la guerra y sus edificios e infraestructuras necesitaban ser reconstruidos y ampliados. La UMH, con las aportaciones de la Generalitat Valenciana, reconstruyó una parte importante del mismo, dotándolo de salas de aislamiento para la tuberculosis, salas de pediatría, rehabilitación, infraestructuras sanitarias, etc. Podemos decir que desde el final de la guerra del 94, la UMH nunca ha parado de construir y reconstruir en Rwanda, pero una vez pasados los primeros años y cuando la situación del país comenzó a estabilizarse, la UMH inició lo que podemos llamar su tercer periodo, que era el que más se adaptaba al perfil de la universidad y el que más le correspondía por derecho y por conocimiento, nos referimos al periodo de la FORMACIÓN en su más amplio espectro. La población médica era escasa y al igual que había pasado con los profesionales de enfermería, una gran parte de ellos habían desaparecido. La Universidad de Butare, la única activa en el país, formaba médicos generales, pero no tenía capacidad para formar especialistas y no había tampoco una estructura de formación médica continuada. El nivel de conocimientos impartidos era y es todavía bajo y se imponía mejorar técnicamente a toda una población de médicos, que se defendía ante el paciente y la enfermedad, con una escasa formación y con escasos medios.
La radióloga Deborah Acosta da el primer curso de ecografía
Aprovechando las estructuras que nos daba el hospital, iniciamos la construcción de un CENTRO DE FORMACIÓN MÉDICA CONTINUADA, con la intención de reciclar a una gran parte de la clase médica rwandesa.
Exterior de la residencia de estudiantes
Habitaciones de la residencia de estudiantes
La Generalitat nos proveyó de medios y construimos la primera residencia, a modo de colegio mayor, para impartir la formación en régimen de internado. Esta residencia, austera pero bien equipada, disponía y dispone de capacidad para 22 alumnos. De igual modo se construyó un aula con una capacidad para treinta plazas, dotada de medios de proyección y otros medios didácticos. Después de aquello comenzaron los cursos de formación y durante varios años la mayor parte de la población sanitaria rwandesa, y una parte de la congolesa, se formó y se forma en el centro de formación del hospital de Nemba, sostenido y regido por la UMH.
Podemos decir sin equivocarnos que durante los últimos años, una gran parte de los profesionales sanitarios rwandeses se han formado en este centro. Se han dado cursos de radiología, ecografía, cardiología, salud mental, etc. Mas adelante, el centro de formación se dotó con una segunda residencia y dos nuevas aulas igualmente equipadas, que hicieron del hospital de Nemba el único hospital dotado de una estructura docente. En el momento actual, el Centro de Formación Médica Continuada del hospital de Nemba, tiene capacidad para albergar a más de treinta personas y dispone de tres aulas para impartir clases y de un pequeño laboratorio de investigación con medios elementales. Todas estas estructuras siguen funcionando periódicamente, bien con la colaboración del profesorado de la UMH, bien con personas voluntarias o con profesores rwandeses que ya han tomado el relevo.
El laboratorio
En el mismo distrito, junto al hospital, había un conjunto de pequeños y ruinosos edificios que constituían LAS ESCUELAS DE NEMBA. Sólo un edificio entre ellos tenía condiciones para dar con comodidad la formación a los estudiantes, aunque también éste necesitaba de una reparación urgente. Hasta cierto punto era incongruente haber trabajado tanto en la reconstrucción y mejora del hospital de Nemba, de tal modo que habíamos hecho del hospital y del centro de formación un lugar privilegiado y permitir que aquellas escuelas, a escaso metros del hospital y que albergaban a mil trescientos niños, siguieran en estado ruinoso. El agua invadía las clases los días de lluvia, carecían de puertas y ventanas, carecían de servicios sanitarios y se veían obligados a colocar a tres y cuatro escolares por pupitre.
Niños acumulados en los pupitres de las viejas escuelas
El proyecto era ambicioso y de elevado coste. Una vez más solicitamos de nuevo ayuda a la Generalitat Valenciana, en colaboración con Fontilles, dado que la Universidad no podía solicitar una ayuda de esa cuantía para la construcción. La subvención nos fue concedida y así pudimos realizar lo que fue uno de los últimos grandes logros de la UMH. En Marzo del 2010 inauguramos una escuelas, únicas en el país, dotadas con veinticinco aulas, servicios sanitarios y enfermería, que dan albergue a mas de 1400 niños y niñas y que les permiten estudiar primaria y secundaria en condiciones físicamente inmejorables.
Las nuevas escuelas y sus aulas
En esa misma época se construyó también el embrión de lo que podría ser una ESCUELA DE FORMACIÓN PROFESIONAL. Esta escuela ha comenzado con una unidad de carpintería que, siendo autosuficiente con la venta de los muebles producidos, forma todos los años a un pequeño número de jóvenes que aprenden los rudimentos de este oficio. En el momento actual, a pesar de los escasos recursos de los que disponemos, pero gracias a la explotación de los edificios del centro de formación continuada y a pequeñas aportaciones puntuales de la UMH, estamos construyendo una ESCUELA PREUNIVERSITARIA, de elevado nivel intelectual, que acoge a niños de una de las regiones mas pobres del país, en la región de los volcanes.
La carpintería
Nuestro último proyecto, igualmente ambicioso, trata de formar a los primeros técnicos en NEUROFISIOLOGÍA CLÍNICA y hacer de un pequeño grupo de profesionales médicos, los primeros médicos capacitados en la especialidad de NEUROLOGÍA . La epilepsia hace estragos en el país y pretendemos crear la base técnica y científica necesaria para paliar, en parte, los estragos causados por la enfermedad. La UMH puede decir con orgullo que durante estos años ha construido y puesto en marcha en Rwanda toda una serie de estructuras sanitarias y de estructuras de formación. Se ha impartido y se imparte formación en todos los niveles educativos, desde la escuela primaria hasta la universidad, pasando por la formación profesional.
Todo esto ha sido posible gracias a la confluencia de una serie de factores, como la existencia de la Oficina de Cooperación con un personal especializado que ha gestionado los proyectos. La presencia de equipos rectorales que han apoyado incondicionalmente el trabajo y, lo que es más importante, han apoyado la permanencia en el terreno. Y, por último, la presencia como actor de la Generalitat Valenciana, que con los diferentes equipos de la Dirección General de Cooperación, ha mostrado siempre su comprensión y apoyo. Pero, una vez más, el secreto de todos estos logros se ha basado en las dos premisas que marcan el camino del éxito en la cooperación; la concentración de esfuerzos, -esfuerzos que se han aplicado a un solo país y a una sola región del mismo- y la permanencia, una permanencia que ha durado muchos años, desde el comienzo de nuestro trabajo hasta la actualidad. El efecto multiplicador que todas estas estructuras han generado en la zona se materializó en el año 2009, cuando se hizo la nueva división administrativa del país, y Gakenke pasó a ser la capital del distrito, dada la existencia de un hospital de referencia, escuelas, etc. La dispersión de la ayuda, en el espacio y en el tiempo, nunca hubiera tenido ese efecto multiplicador al que hacemos referencia.
Un medico rwandés recibe su certificado de asistencia al curso de Psiquiatría
La sala de informática
La UMH dispone en el momento actual de unas infraestructuras, que si son mantenidas como una parte de la propia Universidad, permitirán en un futuro realizar múltiples tipos de proyectos, desde proyectos de cooperación a proyectos de formación de los propios estudiantes de la UMH, e incluso proyectos de investigación médica, antropológica y social. Ninguna universidad española dispone de estos medios y la UMH tendría que hacer todo lo que esté en su mano para mantenerlos, habida cuenta de la escasísima cantidad de dinero que esto representa. Es cierto que la UMH ha sido una universidad atípica en su forma de realizar la cooperación. Estamos muy lejos de la forma de hacer del resto de las universidades e incluso de la forma de hacer de otros agentes de la cooperación.
El modus operandi de esas estructuras se adapta más a la idea de múltiples y pequeños proyectos dispersos en amplias áreas geográficas. El que escribe estas líneas es crítico con este tipo de proyectos ya sean sanitarios o de otra índole, porque duda de la real efectividad de los mismos. Algunos de estos proyectos son proyectos de corta duración, en raras ocasiones sobrepasan dos semanas de trabajo, ya sean proyectos de investigación o de formación. Proyectos que aportan mínimos beneficios al país en el que se realizan, pero que por el contrario aportan grandes beneficios personales a los ejecutores del proyecto, ya sea en forma de viajes, estancias cuasi turísticas en diferentes países, y datos para publicaciones posteriores en el ámbito de la cooperación, que mejoraran sus currícula profesionales. He sido también crítico, -o al menos escéptico- (esto puede llamar la atención de muchos) con algunas de las llamadas campañas sanitarias, en especial quirúrgicas, siempre de corta duración y que si bien benefician a aquellos afortunados que son elegidos entre la inmensa masa de enfermos, cuando “los solidarios” parten, no queda ningún rastro de sus acciones. En muchas ocasiones no queda nada que permita a los que se quedan, profesionales de aquellos hospitales que recibieron la ayuda, realizar al menos una pequeña parte de las técnicas aplicadas. No soy escéptico -todo los contrario-, con aquellas organizaciones que han centrado su actividad en algunas de las llamadas enfermedades olvidadas y recorren el mundo diagnosticando y en especial formando monitores para capacitarlos en el diagnóstico.
Los voluntarios seguidos por sus estudiantes
He conocido médicos, llenos de buena voluntad, que cada año operan en un país distinto, durante un periodo de un mes como máximo, convencidos de la bondad de su método y de la generosidad de sus acciones. La inutilidad de gran parte de estos proyectos, unida a los elevados costes que esto representa en viajes y material, ha generado en los países receptores y en los profesionales del país, un profundo escepticismo y ha hecho nacer la percepción de que están ante una actividad de turismo solidario, privativo de países y de personas ricas, de las que hay que tratar de obtener los mayores beneficios personales, ya sean becas para marcharse del país, o pequeñas prebendas económicas, pero no ante una actividad bien planificada para desarrollar las estructuras sanitarias autóctonas. Podría decir, sin temor a equivocarme, que este tipo de acciones acrecienta en el médico joven el deseo de partir hacia esos remotos países, donde la medicina alcanza ese nivel tan desarrollado que ven en los visitantes. Es un acicate para la emigración. Pero lo que es más grave en la situación actual es la duda que ha comenzado a también a surgir en la ciudadanía del país rico, sobre la utilidad o no utilidad de este tipo de acciones. Esta forma de hacer, unida al fenómeno de la profesionalización del cooperante, que ha adquirido un toque de elitismo, ha alejado a los agentes de la cooperación de la ciudadanía, creando un sentimiento de rechazo en una gran parte de nuestra sociedad, que ha empezado a ver en ellos, ONGDs, fundaciones, etc., asociaciones cerradas, formadas por algunos afortunados que se mueven por el mundo financiados con dinero público o con el dinero de ingenuos donantes, ejerciendo de esta forma ese llamado turismo solidario al que antes hacíamos referencia.
Estudio parasitológico de los escolares de Nemba
Hacia una regeneración de la solidaridad como extensión del proyecto de voluntariado en Rwanda “Desde todos los ángulos la cooperación es un negocio para el estado. Camufla los intereses estratégicos en lo países pobres, incentiva la economía nacional y da un lustre filantrópico y comprometido que se traduce en votos. Más importante aún, elimina el potencial transgresor del movimiento humanitario como corriente social y civil al integrarlo en la agenda política y manipularlo en beneficio propio.” (El espejismo humanitario, de Jordi Raich)
La calle principal de Gakenke
Los denominados “agentes de la cooperación” se están divorciando lentamente de la sociedad, o mejor la sociedad se está divorciando lentamente de estos agentes, sin que esto sea claramente percibido por los interesados. Son muchas las razones que están conduciendo a esta situación y no es solamente la tan comentada crisis y la reducción de presupuestos la causa de este divorcio, si bien las estrecheces económicas que sufre un parte importante de la ciudadanía han agudizado el conflicto. El halo romántico de la figura del cooperante se ha ido diluyendo para pasar a ser en muchos casos un figura severamente criticada. Tenemos que recordar que las organizaciones no gubernamentales surgieron como movimientos espontáneos, independientes de los estados y con el ánimo de realizar labores humanitarias, siempre con una total libertad económica y política. La fundación de OXFAM durante la segunda guerra mundial, ha sido el ejemplo más utilizado como paradigma de independencia política y económica en el mundo del humanitarismo, cuando un grupo de intelectuales de Oxford decidió en contra de la opinión de su gobierno, ayudar a la población civil de Grecia, cercada por la marina británica. Si bien esta independencia económica y política se ha mantenido en algunas organizaciones, la mayor parte de ellas, o casi la totalidad, han sido absorbidas por los Estados. La absorción se produjo en el plano económico y, si bien al principio, era el dinero de sus fundadores y socios los que mantenían la estructura y financiaban las ayudas, lentamente las organizaciones humanitarias se acostumbraron a ser financiadas por este dinero llovido del cielo, aportado por los organismos públicos, que permitió su crecimiento hasta unos niveles que nunca hubieran podido alcanzar con sus propios recursos. Esta absorción económica ocultaba una finalidad, la de absorber sus actividades y en definitiva su imagen, de tal forma que muchas de sus acciones pasaron a formar parte de la política exterior del país contribuyendo, además, a dar al Estado la imagen de solidaridad que requieren los gobiernos delante de sus electores y así obtener los votos de un determinado sector social. Podríamos decir que la absorción de las organizaciones humanitarias por parte del Estado se hizo más pensando en sus propios ciudadanos que en las poblaciones desfavorecidas. Por otro lado y al no haber normas precisas con respecto a la magnitud de la base social necesaria, que permita a una organización ejercer el derecho a una representatividad social significativa, las organizaciones humanitarias, en ocasiones dotadas de diminutas bases sociales -un escaso centenar de socios-, proliferaron en España de forma epidémica y sin barreras legales que las controlaran. Curiosamente España, hasta nuestra entrada en la comunidad europea, se había caracterizado por su comienzo tardío en el mundo de la cooperación, como consecuencia de la existencia años atrás de un régimen no democrático, que nunca se fió de las organizaciones civiles.
El resultado de esta absorción por parte del los estados hizo que muchas de estas organizaciones nacieran ya hipotecadas y dependientes casi al cien por cien de los poderes públicos. Algunas fueron incluso fundadas directamente por partidos políticos adscritos al poder del momento, que querían explotar su propia cuota de imagen solidaria. Esta dependencia económica es tal que hoy día escasísimas organizaciones pueden sostenerse con sus propios medios, es decir, con el dinero de sus socios y donantes, y dada la situación de relativa penuria económica en la que vivimos, es casi seguro que en los próximos años seremos testigos de la extinción por muerte natural de muchas de ellas. La dependencia económica, tal y como hemos comentado, determinó a su vez la dependencia política y hasta cierto punto ideológica, de tal modo que ya no era posible hacer lo que se quisiera y donde se quisiera, y eran los respectivos gobiernos los que determinaban con sus ayudas, el dónde y el cómo de sus acciones. El aumento de las aportaciones recibidas y el coste de muchos de los proyectos realizados con financiación pública, algunos de gigantesca envergadura, obligó lentamente a la profesionalización extrema, lo que representó un nuevo paso en la evolución de estas organizaciones. La profesionalización se hizo en todos los sectores, surgiendo especialistas capaces de identificar proyectos, gestionarlos o justificarlos económicamente. La profesionalización fue recibida con gran entusiasmo y defendida, como es lógico, por aquellos que conocían la imposibilidad de trabajar con plantillas de voluntarios como única fuente de gestión y trabajo. Asumiendo, por otro lado, que esta profesionalización generaría una nueva fuente de dependencia económica con un aumento sustancial de los llamados gastos de gestión. Sin embargo, no se percibió un importante problema. Detrás de esta nueva estructura, mucho más efectiva y útil, se escondían las bases de un futuro conflicto. El divorcio de las macroestructuras creadas y la sociedad. Alrededor de la cooperación profesionalizada surgió un nuevo tipo de profesional, más un mito que una realidad, que reclamaba y exigía un trato y una catalogación social independiente. Ante esta demanda de nuevos profesionales surgieron los cursos especializados en cooperación, ayuda humanitaria, desarrollo etc., y con ellos los llamados especialistas en cooperación, que teóricamente eran los cualificados para trabajar en este mundo algo elitista que se estaba construyendo. La imagen que empezó a dibujarse delante de algunos ciudadanos ya no era la imagen amable de un grupo de voluntarios que lo daban todo, tiempo libre, trabajo, e incluso su vida, “gratuitamente”, para ayudar a las poblaciones necesitadas. Para muchos ciudadanos, los cooperantes habían pasado a ser profesionales y miembros
Un coche bien aprovechado
de una colectividad, en ocasiones muy bien remunerada, que viajaban por el mundo viviendo apasionantes y aventureras vidas. Algunos tipos de anécdotas, que no pueden ser consideradas como hechos habituales, pero magnificadas por la prensa, han contribuido y contribuyen a acrecentar la distorsión de la imagen de la cooperación. Historias de cooperantes que son secuestrados cuando viajan alegremente en caravanas solidarias por el desierto, repartiendo baratijas, y por los que hay que pagar para su liberación, cuantiosísimas sumas aportadas por el erario público, contribuyen a la desmitificación de la ayuda. Algún escándalo económico, de alguna ONG o falsa ONG, igualmente magnificados por los medios de comunicación y algunos otros hechos similares en los que no vamos a insistir, contribuyen también al desprestigio y al divorcio de las organizaciones humanitarias de una parte muy importante de la ciudadanía. En tiempos de bonanza, cuando estas contradicciones se hacían publicas, los ciudadanos fruncían el ceño sin poner demasiada atención al problema, pero en tiempos de penuria, este tipo de anécdotas desatan injustamente las críticas más violentas. Recientemente los periódicos publicaron la noticia de la drástica reducción del presupuesto de cooperación para este año 2013 y pudimos constatar por la opinión de los lectores algo que era ya predecible. El mayoritario acuerdo
de la opinión pública con la decisión tomada por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Muchos celebraron esta decisión, alegando el conocido tópico de “ese dinero ahora se necesita aquí”, ignorando la inmensa diferencia que separa la definición de pobreza entre unos y otros países, e ignorando los beneficios que la cooperación aporta a ambos países, donante y receptor. Son muchas las causas que nos han llevado a la situación actual, una de las más importantes ha sido la incapacidad de los agentes de la cooperación, de formar a los ciudadanos sobre el valor de la cooperación con los países pobres y el beneficio que para los países donantes representa esta ayuda. Una de las características más llamativas de algunos países del norte de Europa es el alto nivel de formación del ciudadano en temas de cooperación. Ciudadano responsable, que aporta periódicamente su ayuda, independientemente de la existencia o no de grandes cataclismos humanos. Esta formación, en nuestro país, tendría que haberse hecho de forma desinteresada y las más de las veces en consorcio entre organizaciones y los poderes públicos, olvidando todo tipo de protagonismos. Pero muy al contrario, muchas de las llamadas campañas de sensibilización no son más que burdas campañas de autopropaganda de alguna organización, que se exhibe con un lenguaje autista y en las que nos hablan de todas las maravillas que son capaces de realizar, independientemente de los demás agentes de la cooperación. Muchas de las denominadas publicaciones informativas son de difícil lectura, con una repetitiva aparición cada pocas líneas de las siglas de la organización y la presencia de un cupón para hacerse socio al final de la misma. Curiosamente, si son los organismos públicos los que publicitan la ayuda que han financiado, algo a lo que tienen derecho, son acusados de utilizar la cooperación con fines políticos. Barrios periféricos de Kigali
La población ya no se conmueve y además no soporta ver las imágenes de las desgracias exhibidas con ánimo de recaudar fondos. El ciudadano ha pasado de dar a no dar y ha pasado de no dar a enfurecerse ante la imagen de un niño vestido con andrajos, al lado de un número de cuenta corriente. “Los problemas humanitarios no tienen soluciones humanitarias”, nos decía Sadako Ogata, antigua alta comisionada de las Naciones Unidas para los Refugiados. Ya hemos aprendido que la cooperación nunca va a solucionar los problemas del tercer mundo, pero representa uno de los valores éticos mas importantes de nuestra sociedad y el mantenimiento de estructuras solidarias, garantiza el espíritu de tolerancia y sienta las bases de una futura convivencia entre las distintas culturas. En los momentos que vivimos hay que dar un nuevo giro a la forma de actuar de las organizaciones humanitarias. Éstas tienen que aprender a proyectar y a hacer partícipes a los ciudadanos de sus acciones. Tenemos que aproximarnos al ciudadano, implicarlo directamente y darle la oportunidad de ser protagonista de la acción solidaria. En cierto sentido tenemos que retornar a los orígenes de la cooperación. La escasez de fondos no es el principal problema, o… ¿No es en plena guerra mundial, cuando Oxfam, en una Inglaterra, carente de cientos de productos básicos, encuentra fondos para ayudar a Grecia? Sin perder la profesionalización y la capacitación alcanzada, tenemos que saber generar unas estructuras capaces de ilusionar y comprometer a colectivos de ciudadanos solidarios. Tenemos que hacerles sentir de nuevo la pasión de los fundadores. Hay que alcanzar en lo posible la independencia económica, sin despreciar la ayuda que proceda de organismos oficiales, pero no aceptando condicionamientos, porque también tenemos que recuperar la independencia política. En esto tenemos que diferenciarnos de la ayuda bilateral, de estado Begoña con sus estudiantes a estado. Si estas dos premisas se cumplen la ayuda humanitaria, no financiada con dinero público, recuperará su credibilidad.
El proyecto de voluntariado en Nemba pensamos que puede ser el germen de este nuevo tipo de cooperación. Estamos tratando de poner las bases para la creación de una fundación, (Fundación Solidaria Universitas Miguel Hernández), capaz de aglutinar a un numero suficiente de espíritus solidarios. Pero en la idea de esta fundación no está como único objetivo la búsqueda de financiación. No es ni tan siquiera el objetivo más importante. En la idea de la fundación está el exigir a sus socios, donantes o amigos, un compromiso directo con los proyectos que se desarrollen. Disponemos de infraestructuras importantes para permitir a muchos de los futuros socios y colaboradores residir en el terreno un tiempo prudencial y visitar directamente los proyectos, para escuchar y atender sus sugerencias. Los voluntarios de Nemba, en sus cortas estancias, han sabido aportar muchas ideas nuevas y han añadido puntos de vista originales, que para muchos de los que estamos asiduamente en el terreno habían pasado desapercibidos. Tenemos una profunda fe en el proyecto de la fundación y pensamos que Rwanda, tras muchos años de trabajo, entrará ahora en un periodo más creativo, en el que con el apoyo de la universidad y con el apoyo de los socios y de los colaboradores de esta nueva fundación se podrá hacer una cooperación con características propias. Una cooperación participativa. Fueron los voluntarios de ediciones anteriores, sin ellos saberlo, los que hicieron surgir la idea de una cooperación diferente. Con su presencia e ilusión no pararon de aportar y sugerir nuevas ideas para los proyectos. Esperamos que las sucesivas promociones de voluntarios y futuros Nacho pintando a sus estudiantes visitantes de Nemba, miembros de la nueva fundación, socios, amigos o colaboradores desinteresados, puedan participar en este proyecto común que hará del proyecto Rwanda, una vez más, un proyecto con un camino y una identidad propia. Mariano Pérez Arroyo Director del Centro de Cooperación al Desarrollo y Voluntariado de la UMH Elche 1-5-2013
Juanjo Ballesta con sus estudiantes de música
EXPERIENCIA DEL PERSONAL VOLUNTARIO
Para el voluntario es una experiencia como muy pocas en cuanto a enriquecimiento personal. Se aprende mucho de cosas que no se enseñan en escuelas ni universidades. Sólo se pueden ver, sentir y entender en lugares como Rwanda. José Manuel, voluntario de Julio 2011 (…) Y entonces veías a esos niños, que no tienen más que polvo encima y pensabas en la cantidad de cosas que echas de menos o que, simplemente, tienes y que no es que no te hagan falta para vivir, es que te sobran. Es absolutamente un sinsentido. Y lo peor de todo, es que soy incapaz de corregir mis incoherencias y contradicciones. Carmen, voluntaria de Julio 2012 “Resulta descorazonador ver la pobreza que sumerge a tantas familias, a niños descalzos cargando con bultos más grandes que ellos y a jóvenes con familia numerosa. Sin duda resulta sorprendente ver la fascinación que genera en ellos encontrarse con blancos. Niños que salen la nada y se acercan corriendo para cogerte de la mano y seguirte durante kilómetros sin que nadie se extrañe”. Natalie, voluntaria de agosto 2012
José Manuel, como profesor de gimnasia
Mi opinión de la estancia, en general, es muy buena. Ha sido una experiencia muy interesante, muy enriquecedora y muy difícil de repetir, por lo que estoy contentísima de haber tenido esta oportunidad. La estancia ha sido muy cómoda, me he sentido muy bien acogida por las gentes de allí, he conocido de primera mano la forma de vida de muchas de ellas, y me he sentido útil, así que felicito al Centro de Cooperación y a la universidad por esta iniciativa, y me siento realmente afortunada de haber participado en ella. Pilar, voluntaria de septiembre 2011
Ha sido una experiencia muy gratificante. Choque de emociones positivas y negativas. Realmente algo especial de lo que me llevo un gran recuerdo. Me ha ayudado a valorar ciertos aspectos de la vida, de las personas y míos propios. Por otro lado, me ha dado el empujón para hacerme voluntaria en el hospital de mi zona; que la gente que tengo más cerca también necesita apoyo y cariño. Begoña, voluntaria de agosto 2012
“También me asombro cuando veo a los niños copiar todas esas cuentas a su libreta gracias a su vista de águilas pescadoras. La luz está apagada y el día nublado. Yo no distingo los puntos de las comas en una pizarra que algún día fue negra. Más tarde bromeo con el profesor y le comento que deberían llamar a la pizarra whiteboard en vez de blackboard. No me entiende, o bien el chiste es muy malo, que lo es. Al salir de esta primera clase encuentro a varios jóvenes de rodillas con los brazos en cruz. El profesor lanza un par de varazos con bastante intención pero sin ser cruel. Todo zanjado. Con esto termino de hacerme una idea de la vida de los profesores y alumnos de la escuela de Nemba” Arturo, voluntario de septiembre 2012
“La estancia allí es dura por las cosas que se ven, ya que, aunque lo que hay allí se sabe que existe, no lo asimilas hasta que lo ves en el terreno. La experiencia allí te hace plantearte el hecho de que si lo que estás haciendo vale para algo o no, si no es una gota que se diluye en el océano. Javier, voluntario de agosto 2012
María Dolores Vives desfilando con un grupo de estudiantes
Tópicos como el papel de la mujer en la sociedad ruandesa, la homosexualidad, la poligamia, el legado de la colonización europea, la dificultad en el acceso a la educación para la mujer, la caza furtiva, el impacto medioambiental, etc., dieron rienda suelta a auténticos y agitados debates (…) Escuchar sus testimonios, sus opiniones, ha sido un verdadero desafío y lo que más valoro haber aprendido” Alicia, voluntaria de agosto 2012
LA UNIVERSIDAD MIGUEL HERNÁNDEZ, 10 AÑOS EN RUANDA FORMACIÓN 2003
2004
Cursos en técnicas pedagógicas (CAP) y en manejo de recursos informáticos, básico y avanzado. (Edición de material docente).
INFRAESTRUCTURAS Centro de Formación y Capacitación Sanitaria anexo al Hospital de Nemba con capacidad para formar a 25 profesionales.
Cursos de información especializados en registros de actividad cardiaca y cerebral, para profesionales médicos. Cursos de Ecografía y Radiología Cursos de Cardiología, Neumología y Nefrología para médicos generalistas ruandeses.
2005
Cursos recibidos por 80 profesionales sanitarios de: - Salud mental, Criterios Terapéuticos y Diagnóstico. - Estrategias de Intervención Psicológicas en Salud Mental. - Perfeccionamiento en Dermatología.
2006 2007
- Perfeccionamiento en Lepra.
Cursos de formación en TICs para profesionales sanitarios ruandeses.
Aula de Informática con capacidad para formar a 19 profesionales sanitarios.
6 cursos de formación para médicos y enfermeros en el Aula de Informática y el Centro de Formación y capacitación.
2008
Formados 80 médicos y enfermeros en: - Neuroanatomía y Neurofisiología. - Neurofisiología Clínica y Enfermedades del Sistema Nervioso. - Electroencefalografía (EEG). - Técnicas de Laboratorio. - Prácticas de Sistema Cardiopulmonar.
Residencia de Estudiantes adscrita al Centro de Formación para poder abarcar la formación de un mayor número de alumnos.
2009
Inicio de la actividad comercial de la carpientería para permitir la autofinanciación de la escuela y así permitir dar formación a futuras promociones.
Construcción de las escuelas de Nemba: 15 aulas que perimiten el acceso a una enseñanza de calidad a aproximadamente 1.500 alumnos.
2010
2011
Escuela de carpintería en Nemba.
Cursos de informática para mejorar la capacidad docente de 24 profesores. Se han impartido dos cursos de educación para la salud (detección de enfermedades infecto-contagiosas y VIHSIDA). Primera edición del programa de cooperación para voluntarios de la UMH. Cursos para 24 profesores de las Escuelas de Nemba en problemas básicos de salud de los escolares. Cursos para 1500 alumnos en medidas higiénicas básicas para prevenir las enfermedades derivadas de la convivencia colectiva. Cursos para madres y padres de escolares sobre las posibles enfermedades y peligros sanitarios derivados de la convivencia colectiva.
2012
Segunda edición del programa de Cooperación para voluntarios de la UMH.
2013
Formación de Maestría y Especialización en Neurología en el Hospital Neuro-psiquiátrico de Ndera.
Centro de Prevención para el sector Nemba con sala de consulta, sala de observación para 6 pacientes, aula de formación y almacén. Control sanitario de los niños y niñas de las escuelas.