Desde la vitrina
1 de 2
Contenido publicado en Entrelíneas, la revista digital de Red Eléctrica de España. http.//www.revistaentrelineas.es/25/tiempo-libre/desde-la-vitrina
Libros
'La liebre con ojos de ámbar'
Desde la vitrina N. Santos Los netsuke son pequeñas figuras creadas para servir como tope de las cuerdas con las que se atan al cinturón de sus kimonos las pequeñas bolsas o cajas (inro) en las que los japoneses guardaban sus objetos personales. De objeto funcional fueron derivando, entre los siglos XVIII y XIX, a auténticas obras de arte, esculturas en miniatura que acompañaban a sus dueños. Hoy, un netsuke es, por su belleza, antigüedad y la exquisitez de su trabajo, una joya de coleccionista. La liebre con ojos de ámbar es la historia de una colección de más de 250 de estas figuritas que un día, a mediados del siglo XIX, llegaron a París y entraron en la vida de una familia de origen judeo-ruso, los Ephrussi. Tras
varios
años
de
investigación
en
diferentes países, Edmund de Waal, actual propietario de la colección, nos cuenta su historia. La de su colección y la de la familia, su familia. Aunque esta sea la página dedicada a recomendar una obra de ficción y este libro no lo sea, la potencia de la historia, junto con la sensibilidad —sin sensiblería— con que está contada, hace que nos olvidemos de que estamos ante un estupendo trabajo de investigación histórica y nos enganchemos a sus páginas como pocas novelas lo consiguen. La historia comienza en París, cuando Charles, coleccionista, mecenas y amante del arte en todas sus facetas, compra la colección y la sitúa en una gran vitrina en el centro del salón. De ahí, convertida en regalo de boda para sus primos, Viktor y Emmy, viajará hasta Viena, donde será testigo del fin de un imperio y, después, del fin del mundo. Volverá a su primer hogar, Japón, para renacer y, más tarde, retornar a Europa. Aunque, en verdad, la historia comenzó mucho antes. En Odesa, de donde es originario el patriarca de la familia y donde, gracias al comercio de trigo y del petróleo del Cáucaso, creará un imperio que incluye su propio banco, con sedes en París y Viena. Pero no es este el típico relato de una saga, del auge y caída de una gran familia de banqueros; es la historia de unas personas que, en un ejercicio permanente de ingenuidad, se creyeron miembros, pilares, de la sociedad a la que pertenecían y no supieron o no quisieron ver las señales de resentimiento y antisemitismo que esta les mandaba. Este es un libro sobre el hogar, ese lugar acogedor al que sientes pertenecer, no importa si es una ciudad, una casa o una vitrina. La liebre con ojos de ámbar es una historia sobre cosas pequeñas, como los propios netsuke, sobre
Desde la vitrina
2 de 2
libros, fotos, guantes, cuadernos de baile o cartas. Cosas que solo tienen vida y sentido cuando alguien las toca. Tal vez porque él mismo, reputado ceramista, es un creador de objetos, resulta sencillamente fascinante leer las descripciones que De Waal hace de las cosas, sobre todo de los netsuke, su tacto, su forma, su peso. Todo un mundo íntimo, cotidiano y familiar, totalmente al margen, aunque paralelo, de los grandes movimientos sociales o económicos que suceden alrededor. Un mundo que la realidad romperá abruptamente, obligando a cada miembro de la familia a buscar su propio camino con desiguales resultados. Y al igual que alguien, en su día, protegió y conservó la colección de netsuke, Edmund de Waal, en este libro, busca pieza a pieza hasta recomponer esa colección que es la historia de la familia en la que él mismo es una pieza más. Esta búsqueda, esta aproximación a cada personaje es siempre desde el respeto, la simpatía y, sobre todo, el amor. Pero no son personajes; son personas reales y, por tanto, el autor nos muestra también sus debilidades y sus flaquezas, sin excusas pero también sin juicios. De esta franca exposición no se libran tampoco los contemporáneos parisinos o vieneses de los Ephrussi y aparecen pensamientos y actos de personalidades, artistas en su mayoría, que causan verdadera repulsión. Tal vez la excepción a toda esta humanidad sean las páginas dedicadas a la abuela, Elizabeth, una mujer de carácter imponente, valiente y pionera en su tiempo y a la que De Waal trata con tal deferencia y admiración que la convierte, tal vez para preservar su intimidad, en el personaje más distante del libro. Una historia intensa sobre la identidad y la pérdida, que enseña cómo, a veces, basta con acariciar un pequeño objeto para que todo vuelva a estar en su sitio y, tal vez, en estos tiempos de desconcierto general eso sea simplemente lo que necesitemos: buscar en nuestra memoria los pequeños referentes que nos devuelvan a nuestras raíces, sin las cuales no podemos sentirnos más que incompletos.
N. Santos.
Publicado en Entrelíneas (http://www.revistaentrelineas.es/25).