Julian Barnes: “Los monstruos del siglo XX se comieron a los héroes” El autor publica ‘El ruido del tiempo’, sobre la trágica historia del compositor Dimitri Shostakóvich “Los británicos siempre hemos sido los malos europeos”, dice sobre el Brexit PABLO GUIMÓN Londres 31 JUL 2016 - 00:01
CEST El 28 de enero de 1936, dos días después de que Stalin abandonara una representación de la ópera Lady Macbeth de Mtsensk, el Pravda publicó un editorial que constituye quizá la más aterradora crítica musical del siglo XX. La abundancia de errores gramaticales hizo sospechar a muchos que era el propio Stalin quien lo había escrito: nadie habría osado corregir al dictador. La reseña cambió para siempre la vida del autor de la ópera, un Dimitri Shostakóvich de 29 años, cuyo trabajo había cosechado un reconocimiento internacional que aquel día se volvió contra él. Ese texto podía significar un billete a Siberia o a la tumba.
El ruido del tiempo (Anagrama), la última novela de Julian Barnes, empieza de madrugada en el rellano de una escalera. Shostakóvich apura nervioso su quinto cigarrillo con el abrigo puesto y una pequeña maleta a los pies, esperando a una policía política que nunca llegaría. Prefiere aguardar a las puertas del apartamento en el que su hija duerme y su mujer finge dormir, con la esperanza de que, si lo encuentran fuera, no entrarán a por ellas. Shostakóvich sobrevivió, siguiendo los dictados del poder, adaptando su arte a la estética oficial. Se convirtió en uno de los más grandes compositores del siglo XX, a costa de una parte de su dignidad. Su historia es un brutal ejemplo de los juegos entre el poder y el arte que Julian Barnes, a sus 70 años (Leicester, 1946), ha decidido abordar con la libertad de un novelista y sin los corsés de un biógrafo. Recibe a EL PAÍS en su casa del norte de Londres. Un hogar en el que uno se perdería curioseando entre libros y recuerdos, que se antoja grande para un hombre solo. Su esposa, la agente literaria Pat Kavanagh, falleció en 2008. La entrevista se produce unos días antes de que los británicos decidieran abandonar la Unión Europea, un desenlace que no esperaba, pero temía, un eurófilo como Barnes. Pregunta. Su admirado Flaubert dijo que los protagonistas de las novelas no deben ser monstruos ni héroes. ¿Habría aprobado la elección de un personaje como Shostakóvich? Respuesta. Es gracioso que utilice esa cita, porque cuando empecé a pensar en el libro iba a utilizarla yo. Él decía que la ficción debe reflejar los tiempos modernos, y que ya habían pasado los días de héroes y monstruos. Mi intención era que el narrador del libro explicara que en el siglo XX los monstruos volvieron y se comieron a los héroes, así que no quedaron héroes, solo monstruos y gente comprometida. Luego pensé que era demasiado didáctico, más apropiado para un artículo que para una novela P. ¿Fue Shostakóvich un cobarde?