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1.1. ANTECEDENTES DEL PROBLEMA
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1.1. ANTECEDENTES DEL PROBLEMA
Las características del crimen han sido objeto de estudio desde tiempos remotos. El efecto
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de la pobreza sobre el delito fue observado en el siglo XV por Sir John Fortescue y descrito por Tomás Moro y Juan Luis Vives en el siglo XVI (Hernando, 1999). Entre los años 1825 y
1890, se constituyó la Escuela Cartográfica del siglo XIX que circunscribió a la escuela
sociológica francesa, a su vez se estableció en Francia el primer sistema de estadística
judicial criminal. El aporte principal de esta escuela fue diferenciar los contextos urbanos
y rurales considerando la delincuencia como un fenómeno que ha trascendido de
generación en generación (Hernando, 1999). Esta escuela vincula el análisis estadístico y
la representación geográfica en mapas para el estudio de la criminalidad (Vázquez y Soto,
2013), dando un salto importante en materia de geografía del crimen. Los precursores de estos análisis fueron Charles J. M. Lucas (1827), Adolphe Quételet y André M. Guerry,
quienes realizaron análisis detallados de la correlación entre la edad, efecto de las
condiciones económicas, educación y sexo en la criminalidad (Anselin, Cohen, Cook, Gorr,
y Tita, 2000).
Fletcher (1849) y Henry Mayhew (1959), pioneros en la geografía criminal, llevaron a cabo
una investigación de tipo estadístico a una escala espacial de condados en Londres,
Inglaterra y Gales. En sus estudios evidenciaron la estrecha relación entre los elevados
índices de delincuencia y la riqueza de ciertos condados, los condados de mejor calidad de
vida ofrecían mayor oportunidad para el delito (Quinney, 2001, p. 8).
En el siglo XX a principios de la década de 1915 a 1940 cuando se conforma la Escuela
ecológica de Chicago, el antropólogo Adam Kuper (1988), Bronislaw Malinowski (1884 -
1942), Franz Boas, (1858 - 1942), Robert Park y Ernest Burgess (1921), entre otros, buscan
la comprensión de la sociedad en pro del conocimiento científico, es así como se constituye
la Sociología, que partir de una visión interdisciplinaria, busca el conocimiento de la estructura de la sociedad (Azpúrua, 2005). La escuela se convierte entonces, en pionera en
el análisis de la ecología humana y su eco se refleja en la criminología. Sus miembros más
representativos fueron Robert Park, Clifford Shaw, John Landesco, quienes se enfocaron en
la identificación de patrones criminales que generaba la modificación del ambiente en la
época.
Por su parte, América Latina registra una de las tasas de criminalidad más alta del planeta
(Buvinic, Morrison, y Orlando, 1994). Los grupos al margen de la ley, el narcotráfico, así
como las reformas macro económicas han dado lugar a una disparidad entre estratos
sociales, creando las condiciones ideales para el crimen (Gootemberg, 2004). Colombia, un
país de múltiples recursos, lidera un escenario de confrontación por el control y manejo de
las drogas. Entre los años 1980 y 1990 se potencializó esta crisis con la conformación de los carteles de Medellín y Cali, la repercusión llegó hasta la filtración en instituciones
públicas corrompiendo y manipulando la política (Pérez Toro, 2000). Paralelo a esta
condición se agudizan el crimen organizado, la prostitución, trata de blancas, la
drogadicción y el terrorismo. El incremento de estos fenómenos sociales genera un
impacto en la economía del país, incrementando excesivamente el Producto Interno Bruto
(PIB) (Buvinic et al., 1994). Los costos inmediatos de la violencia incluyen los tratamientos
para la reparación de víctimas, captura y procesamiento a los delincuentes, bienes y servicios utilizados en su prevención, etc.
El departamento de La Guajira, fronterizo con Venezuela y abandonado políticamente
(Trejos y Luquetta, 2014) dadas las relaciones de los gobernadores con el narcotráfico y el
paramilitarismo, se ha considerado una zona de disputa criminal y depredación económica
entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), las bandas criminales BACRIM (Ávila, 2015) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) lo cual implica un
incremento importante en los niveles de violencia.
El municipio de Fonseca, ubicado en la zona sur del departamento de La Guajira, es uno de
los municipios fronterizos con Venezuela y por ende ha sido canalizador de actividades
ilegales que difícilmente pueden manejarse debido a la disputa constante por el control del
territorio (Aparicio, 2015). Este análisis es determinante al identificar la distribución
geográfica de los hechos delictivos durante el año 2017, de esta manera se definirán zonas
calientes propensas al crimen. A partir del resultado se podrán implementar programas de
prevención y control del delito por parte de las entidades gubernamentales
correspondientes.