Jagüey: Región extendida del yo

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JAGÜEY

encuentros de arte en el Caribe

© Universidad del Norte, 2023

Diseño y diagramación

C.E.P.A. - Cooperativa Editorial de Proyectos Autónomos

REGIÓN EXTENDIDA DEL YO

Jagüey: encuentros de arte en el Caribe es un proyecto de la Dirección de Arte y Cultura-Cayena de la Universidad del Norte. Es un espacio de circulación y difusión para las artes plásticas y visuales que reconoce los procesos más sobresalientes del arte joven contemporáneo del Caribe colombiano en una exposición colectiva. En esta versión se extendió la convocatoria a artistas de Panamá y Cuba, para así acercar al público a las prácticas, intereses y discursos que orientan la producción artística y cultural del Caribe en la actualidad.

El objetivo de este encuentro es canalizar, promover y apoyar procesos profundos de creación artística, además de servir como irrigador de las nuevas ideas y propuestas que den una mirada vanguardista sobre nuestra cultura e identidad.

ÍNDICE

REGIÓN EXTENDIDA DEL YO

MAPA y OBRAS

21Bloque K

ARTISTAS SELECCIONADOS

Rubén Barrios

Ludovico Droogie

Cinthya Escorcia

Jahirton Betín

Juan Pablo Heilbron

Jenn Medina

A la orilla del Jagüey

Acta de selección artista ganador

A Rubén Barrios

B Ludovico Droogie

ANEXO

C Cinthya Escorcia

D Jahirton Betín

E Juan Pablo Heilbron

F Jenn Medina

T E X T O CU RAT ORIA L

Como curadora caribeña, y teniendo muy en cuenta las dinámicas de esta versión de Jagüey, me he planteado ciertos cuestionamientos en torno a las prácticas artísticas del Caribe, especialmente en cómo estas hacen eco en los circuitos centrales del arte y su afectación en las estéticas implementadas por los artistas locales con los que pude trabajar. Pero, ¿qué nos hace caribeños? ¿qué tanto conocemos las estéticas del Caribe y cómo podríamos acercarnos a su autenticidad? ¿En qué punto dichas estéticas se han visto influenciadas por las tendencias centralistas y hacen una transición a una expresión comprensible y aceptada por estas?

A sabiendas que los espacios destinados a la circulación, la visibilización, así como la formación de artistas del

Caribe colombiano son escasos, los artistas considerados periféricos, o como les llamaré de ahora en adelante, del “borde”, que buscan circular a nivel nacional, tienen tendencia a transformar o mutar tanto la forma como el fondo de sus creaciones artísticas con el fin de mimetizarse en la estética centralista y ser reconocidos por los principales gestores del sector. Podríamos considerarlo una forma de colonialismo cultural —que es visible desde la influencia de occidente en Latinoamérica— donde las visiones predominantes cuestionan a lo amorfo su falta de forma, como lo plantea Rodolfo Kusch reflexionando en torno a la estética de lo americano, y cómo la estética colonizadora absorbe y somete lo imperfecto dejándolo rezagado¹. Este es, desde mi punto de vista, un proceso difícilmente evitable, pero el reto de los artistas atrapados y sometidos a esta dinámica radica en conciliar ambos mundos, y lograr que proliferen piezas que interpelan al público tanto del borde, como del centro.

Ahora bien, acerca de lo que podríamos considerar auténtico en el Caribe y aquello que nos “une” como región, parto desde el individuo y su propia percepción del ser, entendiendo como ser el yo consciente, que desde el psicoanálisis de Freud se ha considerado como esa parte de nuestra personalidad que percibe, maneja la información, el razonamiento y el control de los mecanismos de defensa, o definido también

1 Rodolfo Kusch, Anotaciones para una estética de lo americano, 1986.

como el núcleo de la consciencia, según Jung. El mismo yo que en la psicología social de Patricia Linville y E. Tory Higgins se entiende como las representaciones mentales que hacemos de nosotros mismos y que depende de nuestros roles sociales, relaciones interpersonales, rasgos de personalidad nucleares y de las actividades que realizamos, como la carrera profesional². Teniendo en cuenta lo anterior, podemos deducir que nuestro yo está directamente ligado a nuestro contexto demográfico, remitiéndonos al origen etimológico de la palabra, demo: pueblo, grafía: escribir, “la demografía es el estudio de la manera en que la gente se escribe o representa”, como lo define Judith Butler³. Finalmente, nos sentimos parte de un grupo con el que nos identificamos, compartamos o no el mismo territorio, y estamos dispuestos a defender a ese grupo de la misma manera que estamos dispuestos a defendernos a nosotros mismos, y cómo esperamos ser defendidos por ellos en caso de necesitarlo. Somos Caribe porque reconocemos en un grupo determinado de personas esa región extendida del yo4.

“Cuando hay violencia, la respuesta, en defensa de esa madre, padre que nos ha dado todo, es

2 Arturo Torres, “¿Qué es ´el yo´ en psicología?”, Psicología y mente, 2017, https://psicologiaymente.com/psicologia/el-yo-enpsicologia

3 Judith Butler, La fuerza de la no violencia (Planeta, 2020), 126.

4 Butler, La fuerza de la no violencia, 71.

rebeldía”, palabras del poeta chileno Elicura Chihuailaf que hoy tomo prestadas para referirme al aura que invade la selección de artistas de esta exposición. Es la rebeldía, pero también la resistencia hacia la violencia con la que los artistas abordan problemáticas sociales y personales en sus obras, permitiéndonos conectar con sus posturas críticas y sumergirnos en las construcciones formales que han resultado del apareamiento entre una estética del borde y la influencia colonizadora impuesta por el centro. Como fruto de esta negociación inevitable, surgen propuestas que nos invitan a sumergirnos en un futuro distópico como el que idea Jahirton Betín con sus Caracoles de no colores, en donde se nos narra, en una especie de ficción futurista caribeña, lo que sería el devenir de algunas especies nativas como el caracol, a causa de su constante exposición a los derramamientos de carbón en el mar Caribe, específicamente en las costas de Santa Marta, y cómo al verse asediados por la violencia derivada de la negligencia humana optan, en un intento de autopreservación, por mutar y adaptarse a las nuevas condiciones que con extrema rudeza se les ha impuesto. La obra de Betín es una oda a la resiliencia de la naturaleza, que a pesar de la agresividad con la que es tratada, encuentra una forma de persistir y resistir con fuerza a la violencia recibida.

“El débil puede hacer uso de fuerza, su debilidad es su fuerza” ⁵ .

La relación de la naturaleza con la imposición de las crudas condiciones de “vida” humana se hace presente igualmente en la obra La Liga de Juan Pablo Heilbron, en donde el moho, protagonista de esta historia, actúa como inquilino anarquista que boicotea espacios con el fin de subsistir en un ambiente inhóspito como lo es el concreto, así como lo hizo La Liga de Inquilinos en la década de 1920, buscando bajar los precios de la vivienda en la ciudad de Barranquilla. El artista hace un recorrido por los barrios de la ciudad en donde operó este grupo y recupera material de escombro que luego utiliza como vivienda en bloques para el mencionado hongo y logra, con una obra viva, que la fragilidad misma de este microbio y su resistencia a las dificultades, se convierta en la delicada fortaleza que con el paso del tiempo logrará invadir la totalidad de cada bloque.

Hay otro tipo de piezas que también se originan desde la preocupación por el sometimiento destructivo y cruel que el humano ha desatado sobre la naturaleza, y que encuentran en la representación del esfuerzo a lo largo del tiempo una

5 Lemebel, dirigida por Johanna Reposi Garibaldi, 2019.

solución formal, como es el caso de Gran Cauce de Ludovico Droogie. Su recreación cartográfica de un mítico uróboros fluvial, que circula indefinidamente sin principio ni final, rodeando nuestro mundo y simbolizando la lucha eterna, incansable e inútil por mantener infinitas sus riquezas y así complacer la insaciable avaricia humana que conlleva la extracción de oro aluvial, es una alegoría a la teoría del modelo hidráulico aplicado en el comportamiento humano, donde una cantidad de energía se libera y persiste en el tiempo una vez que el yo se encuentra libre de obstáculos o inhibiciones6. Añoramos ser como ese gran cauce: infinito, imparable, desbordante, imposible.

Sí, ¿quién puede dudarlo? me dicen: El Agua es la Vida

¿Pero qué hace el Agua sin el Aire?

¿Pero qué hacen el aire y el agua sin la Tierra?

¿Pero qué hace la Tierra sin el Fuego? ⁷ . Elicura Chihuailaf

6 Butler, La fuerza de la no violencia, 192.

7 Elicura Chihuailaf, “Biodiversidad, reciprocidad”, Cuencas, https://revistacuencas.cl/biodiversidad-reciprocidad/

Jenn Medina vuelve su mirada hacia la tierra y nos invita a recordarla. Y es esta simple acción de recordar la que nos permite tener memoria de quiénes somos, dónde y cuándo nacimos, nuestra historia y visión del mundo. Su obra nos acerca a la cerámica expandida a través de una instalación que invade el espacio, nos embriaga con aromas y nos cuartea con sonidos, que se transforma y adapta a las condiciones del entorno con el inquebrantable y constante transcurrir del tiempo. Así mismo, el material en su estado básico, vivo, nos conecta con los saberes alfareros ancestrales de la región, que con el paso de la historia han tendido a desaparecer, pero que, a pesar de ser menospreciados e invalidados, persisten y se amplían hacia otros lugares de nuestra cotidianidad, negándose a ser absorbidos y objetualizados como arte muerto.

“... No se puede hablar de inocencia ni de juego cuando se maneja la conciencia de un país con el taca-taca de la tele” ⁸ .

Pedro Lemebel

8 Pedro Lemebel, Háblame de amores, (Seix Barral, 2010), 205.

Cuando el género y el lenguaje están en el centro de la discusión política y cultural, el arte actúa como una herramienta de resistencia contra los cánones estéticos hegemónicos que nos han sido heredados e impuestos desde la Colonia. El fútbol masculino se ha consolidado como el espectáculo de las grandes masas y su influencia va mucho más allá del ámbito deportivo; su discurso masculinizado busca erradicar todo tipo de presencia diversa dentro y fuera del campo, su estructura machista se ha impermeabilizado ante los movimientos sociales de inclusión hasta el punto de acosar y discriminar a los jugadores que han osado “salir del clóset” o levantar su voz. BEN (Rubén Barrios) se apropia de este fenómeno, uno de los cultos más populares del Caribe y del mundo, con el fin de confrontarnos a nuestra propia percepción de la seducción y del cuerpo masculino, utilizando juegos de palabras y la manipulación del esférico, reconfigura el significado de la práctica y del objeto en sí, de igual forma el cuerpo masculino representado adquiere una nueva postura frente al deporte. La obra de BEN, lejos de ser una postura agresiva, adapta la estética del fútbol a las nuevas masculinidades y como él mismo lo expresa, hace relucir la intrínseca atmósfera erótica, fetichista y sugestiva como respuesta subversiva hacia el impacto domesticador de dicho deporte.

“Te encuentro, pero encuentro a mi yo allí como tú, reduplicado en mi abandono, pero yo no soy exactamente yo, sino un espectro al que recibo cuando tú buscas una historia diferente de aquella que tienes”.⁹

Judith Butler

Los roles en el arte contemporáneo no siempre están definidos; la obra, el público y el espacio suelen entrar en una danza intermitente y oscilante que deriva en una fusión y transformación constante. Cinthya Escorcia, en un esfuerzo por conectar con el espacio y el público que cotidianamente lo transita, utiliza esta herramienta a su favor y nos invita a activar su obra y participar de ella. El público, al encontrarse con objetos cercanos a su rutina y con instrucciones de uso de los mismos, decide si entra en el juego propuesto o lo ignora. El espacio, desprovisto de su uso habitual, está repensado y reconstruido a partir de nuevas relaciones y utilizaciones. Cada día, cada momento es una nueva oportunidad, una nueva interpretación que nos interroga sobre la existencia y las consecuencias de nuestros actos como comunidad.

9 Butler, La fuerza de la no violencia, 120.

Estos seis jóvenes artistas del Caribe colombiano han concebido una serie de propuestas estéticas que rondan diversas problemáticas de la cotidianidad ordinaria y constitutiva de la región. Sus obras desbordan una gran sutileza a la hora de plantear una postura crítica y definida, y su relación con el tiempo y la apropiación de los espacios en donde se exhiben, le proporcionan una virulenta dosis de fuerza que impacta al espectador progresivamente. Pero esta no es una fuerza violenta o agresiva, es una fuerza conciliadora y amplia como una brisa cálida y húmeda que averigua todo lo que toca, que se instala en lo más profundo de las problemáticas y va creciendo a medida que utiliza los aspectos vulnerables de cada elemento para transformarlos desde su esencia en una fortaleza. Esta selección de artistas del borde refleja sus deseos y proyecciones, que a la vez no son propios, pero de un yo expandido, en un Jagüey rebosado, incontenido, que ha sobrepasado el cubo blanco para inundar y desnaturalizar el paisaje que hidrata.

Alexandra Haddad

ALEXA NDRA HADDAD

Artista visual egresada de la Alta Escuela de Artes de Lausana, Suiza, ECAL. Ha sido curadora y tallerista de las versiones IX, XII Y XIII del Salón de Arte Bolivariano de la UPB, seccional Montería. También fue coordinadora y curadora de las exposiciones colectivas Devant l’objectif (2015) y Aequum (2016) de la Association Arcos en Ginebra Suiza. Al igual que curadora del proyecto Imagen Regional 9-Regional Caribe (2020-2021).

Su búsqueda curatorial se ha relacionado principalmente con temáticas sociales, regionales y ambientales.

MAP A

Campus Uninorte

CARRERA 51B
JARDINES DE RECTORÍA
CENTRO MÉDICO
RECTORÍA
BIBLIOTECA
BLOQUE G
BLOQUE K

OBR AS

RU BÉN B ARR IOS

REGIÓN EXTENDIDA DEL YO

BARRANQUILA, COL. 1996

Maestro de Artes Plásticas de la Universidad del Atlántico, con interés hacia los estudios de género y los estudios queer. Su proceso artístico da cuenta de su búsqueda sobre las construcciones corporales de los individuos en un entorno social y cultural, y de las reflexiones en torno a las relaciones entre los artefactos y construcciones de género.

¿Cómo fue concebida la obra de tu autoría presentada en esta versión de Jagüey?

En mi caso, las piezas desarrolladas para la segunda versión de Jagüey titulada “Región extendida de yo” fueron concebidas a partir de una serie de reuniones con la curadora. Desde un inicio, se generó una comunicación en doble vía, permitiendo que los intereses específicos e investigativos del proyecto curatorial tuvieran una relación cercana con mi discurso y proyectos preliminares, lo que posibilitó la creación de obras inéditas e in situ que enriquecieron no solo mi producción, sino también el aspecto conceptual de mi trabajo.

Siento que los artistas del caribe colombiano van al ritmo de su propio tambor. Sin embargo, siempre ha existido un tipo de negociación entre las prácticas artísticas locales con las del resto del país. No es ningún secreto que, en ciudades como Bogotá o Medellín el circuito del arte es más sólido, y por ende existe más dinamismo del medio y visibilización de los artistas, a diferencia del Caribe donde el ecosistema artístico es árido. Esta problemática ha puesto a la mayoría de los artistas en lugares de consideración sobre las estéticas, formas de producción y exhibición, con la finalidad de que sus obras puedan “mimetizarse” o “encajar” en un círculo que aparénteme dicta pautas de qué es el arte, qué es actual y contemporáneo.

Con todo esto, también pienso que los artistas en aras de establecerse y fijarse más en sus contextos locales están pensando con mayor claridad el borde, la periferia, y lo que representaría una emancipación tanto de las prácticas centralizadas que vienen de un En tu experiencia como artista del Caribe colombiano, ¿cómo sientes que se desarrollan los procesos creativos del borde (periferia) con relación a la influencia que pueden ejercer los centros culturales y artísticos del país?

ámbito internacional, como de las instituciones culturales que propagan estas ideas.

Para mí el arte Caribe, incluso latinoamericano ha pasado y pasa por este tipo de enfrentamientos.

¿Qué impacto consideras ha tenido la experiencia de participar en el proyecto Jagüey en tu proceso artístico?

El proyecto Jagüey, más allá de una exposición y una curaduría, estuvo pensado como un laboratorio. En este sentido, pienso que un impacto significativo fue la experiencia de la experimentación y el trabajo colaborativo con diferentes personas.

LU D O V I C O D RO

O G IE

REGIÓN EXTENDIDA DEL YO

BARRANQUILA, COL. 1998

Artista plástico, diseñador gráfico y maestro en Artes Plásticas de la Universidad del Atlántico. Sus procesos artísticos están encaminados al video, animación, collage, cartografía, dibujo y sonoridades. Se enfoca en lo procesual y en el entendimiento, antes que en el objeto resultante, y desarrolla propuestas inspiradas en acciones situacionistas.

¿Cómo fue concebida la obra de tu autoría presentada en esta versión de Jagüey?

La obra “Gran Cauce” tuvo un gran proceso de desarrollo. Desde escoger entre varias ideas de diferentes series que relacionaban la cartografía y la deriva artística, hasta plantear diferentes alternativas de la serie “Cauce”, que jugaban en formatos cómo: grabado, video, instalación, collage. Llegar al resultado final fue un reto, pues la obra se planteó in situ, aprovechando el espacio concedido por la muestra para explotar las posibilidades que esta permitía. Pasó de ser de solo unas piezas individuales y fragmentadas, a ser una propuesta inmensa que sumerge al espectador en un viaje visual

y sonoro

del cauce de un río

En tu experiencia como artista del Caribe colombiano, ¿cómo sientes que se desarrollan los procesos creativos del borde (periferia) con relación a la influencia que pueden ejercer los centros culturales y artísticos del país?

¡Es muy duro!

Sinceramente producir arte en el Caribe colombiano es algo luchado. Las ganas las hay, las motivaciones interminables, pero las posibilidades de desarrollar las ideas que nos inspira el contexto del Caribe se limitan a las pocas oportunidades que los circuitos y establecimientos del arte y/o cultura nos brindan. A eso hay que sumarle el sacrificio económico que representa producir una obra y lo poco valorada cuando a duras penas se pone en circulación. Personalmente trato de seguir adelante así el avance dentro del mundo del arte sea a veces lento o tortuoso. Me anima sentir que hago algo o me esfuerzo lo más que puedo, así quizás no sea escogido o reconocido dentro de las oportunidades que hay en el contexto del arte nacional; pues siento que el arte es una cosa de tiempo y el tiempo irá dándole relevancia al trabajo constante.

¿Qué impacto consideras ha tenido la experiencia de participar en el proyecto Jagüey en tu proceso artístico?

Para mí es un motivante enorme haber participado.

Al principio cuando envié, no consideré quedar, pues mando propuestas como si fuese un juego de azar, creyendo un poco que la suerte puede sonreírme.

La verdad, la oportunidad de desarrollar una idea y ponerme el reto de explotarla más allá de lo que hubiese pensado, permitieron que pudiera salirme de mi zona de confort. Pude ver mucho más allá de lo que consideraba de mi trabajo, y me ha inspirado a ponerme nuevos retos. Estoy muy agradecido por la oportunidad, la verdad no siempre se tiene.

CYN THI A E SCOR C

REGIÓN EXTENDIDA DEL YO

BARRANQUILLA, COL. 1992

Relaciona la cotidianidad con el fracaso, el aburrimiento y la soledad, a traves de la fotografía, el video-performance y las interacciones. Su proceso artístico se caracteriza por la utilización de listas de palabras, la correlación de objetos, la atención a los detalles y el cuestinamiento continuo alrededor de los comportamientos de las personas.

¿Cómo fue concebida la obra de tu autoría presentada en esta versión de Jagüey?

Al recibir la confirmación de mi participación en Jagüey se conversó la posibilidad de crear algo que no se alejara de su contexto expositivo, la universidad en este caso. Teniendo en cuenta que el enfoque de mi trabajo artístico es la relación de las personas con los espacios, objetos y rutinas, nació la idea de crear una propuesta que involucre directamente a sus visitantes, siendo la oportunidad perfecta para experimentar con el público a través de un espacio interactivo que los acercara al mundo del arte, creando un espacio lleno de cotidianidad en medio de los pasillos.

En tu experiencia como artista del Caribe colombiano, ¿cómo sientes que se desarrollan los procesos creativos del borde (periferia) con relación a la influencia que pueden ejercer los centros culturales y artísticos del país?

Para ser un artista que trabaja en el Caribe hay que convivir con una incomodidad constante, desde la falta de apoyo hasta el clima, ceder a las influencias externas a nuestro contexto sería ocultar esta realidad. Es inevitable que esto se refleje en el contenido y procesos artísticos que se realizan en la región haciendo cada paso más pesado. Es lamentable que existan tantos obstáculos para contar historias desde el Caribe, desde su gente, desde sus espacios sin sentir la necesidad de ser más ruidosos, más molestos, puesto que estas perspectivas y personalidades son imprescindibles para hablar de arte en el país.

¿Qué impacto consideras ha tenido la experiencia de participar en el proyecto Jagüey en tu proceso artístico?

Anteriormente en mi trabajo artístico no había tenido muchas oportunidades de experimentar con la idea de instalaciones interactivas, siendo este un asunto fundamental en la forma que veo el tema de las relaciones con los objetos y espacios. En esta ocasión se me dio la libertad de realmente conectar con el contexto en que iba a participar en vez de presentar algo alejado de este.

Mi proceso artístico se vio enriquecido al confrontarlo con un público que estuvo dispuesto a participar de la propuesta que presenté utilizando sus cuerpos y sus objetos en comunicación con su comunidad y que por esta razón le dio sentido a todos los elementos y conceptos que fueron concebidos para la muestra.

JA HIR TON B E TÍN

REGIÓN EXTENDIDA DEL YO

SANTA MARTA, COL. 1994

Maestro de Artes Plásticas de la Universidad del Atlántico y ganador del Primer Salón Virtual de Artes Plásticas y Visuales Confinarte. Su trabajo artístico se orienta al dibujo y a la pintura, abordando como temática el territorio en el Caribe, específicamente problemáticas sociales y medioambientales.

¿Cómo fue concebida la obra de tu autoría presentada en esta versión de Jagüey? La obra surge de un trabajo de exploración en el que a través de una bitácora y un ejercicio de deriva, se recorrieron diferentes lugares de Santa Marta y la Ciénaga Grande, encontrando en común, residuos de carbón en la orillas de las playas, debido a los constantes derramamientos de carbón en el mar Caribe generando algunos cuestionamientos sobre el peligro en el que se encuentran algunas especies marinas de nuestro contexto. Esto y una montañas de conchas de caracoles que descubrí en un pequeño asentamiento de pescadores que encontré de un lado de la carretera entre Santa Marta y Barranquilla, mientras realizaba uno de mis recorridos de investigación, me condujo a entablar una relación y una narrativa ficticia en la cual estos moluscos se adaptaron a un ambiente hostil y de alguna manera evolucionaron, planteando una forma plástica en la que se referencia a su alto consumo y caza indiscriminada.

En tu experiencia como artista del Caribe colombiano, ¿cómo sientes que se desarrollan los procesos creativos del borde (periferia) con relación a la influencia que pueden ejercer los centros culturales y artísticos del país?

Cómo artista del Caribe colombiano he podido percibir cierta tendencia con relación a los procesos creativos, y es esta manera que tiene el artista local para apropiarse de su entorno y su contexto, generando cuestionamientos estéticos de elementos, acciones y comportamientos, que crean algún tipo de inquietud y sensibilidad que transgrede lo cotidiano.

Al artista local parece no interesarle la visión centralizada de las instituciones, podría decir que se impone ante los centros artísticos del país y de alguna manera desmitifica ese imaginario sobre el Caribe y lo que se supone “debe hacer” un artista de la periferia.

Creo que esto surge como consecuencia del ambiente hostil que es el Caribe para el arte emergente, debido a la falta de espacios e instituciones culturales que brinden las posibilidades de identificar, incentivar y visibilizar el arte local. No obstante, existen iniciativas y espacios alternativos que buscan realizar esta labor.

¿Qué impacto consideras ha tenido la experiencia de participar en el proyecto Jagüey en tu proceso artístico?

Participar en el proyecto Jagüey me ha permitido explorar nuevas posibilidades invitándome a cuestionar y ver desde otra perspectiva mis procesos de creación, siendo la excusa perfecta para desarrollar esta propuesta que comenzó como un objeto escultórico y luego se transformó en una instalación con la posibilidad de seguir creciendo y convertirse en algo más.

J UA N P A BL O

H E I L

B RO N

REGIÓN EXTENDIDA DEL YO

COL. 1996

Comunicador social y codirector del laboratorio ¡Socorro!, donde impulsa y genera proyectos investigativos alrededor del Caribe. Sus prácticas artísticas conectan con la ecología y la arquitectura. Explora las interacciones del texto, imagen y entorno a través de la imagen en movimiento, proyectos web, instalaciones, arte sonoro y poesía.

BARRANQUILLA,

¿Cómo fue concebida la obra de tu autoría presentada en esta versión de Jagüey?

Desde el 2020 me empecé a familiarizar con prácticas y tácticas anarquistas y teorías de la ecología social. Algunas de estas anglosajonas y europeas, pero principalmente de corte decolonial o poscolonial. Preguntándome sobre la existencia del anarquismo en Barranquilla, fue como llegué a La Liga de Inquilinos. Me pareció potente que hubiese ocurrido, y empecé a pensar en las nociones de ocupar un espacio. Necesitaba y quería integrar la ecología como campo de conocimiento y canal de información a mi proceso artístico. Creo que el proceso de relacionamiento y conexión de puntos fue más bien directo. Consideraba que materializar esos procesos históricos dados en Barranquilla en torno al derecho y el acceso a la vivienda digna, por medio de la conformación comunal, con boicots y acciones claras, tenía un sentido muy directo con la manera de comportarse del moho sobre algunos materiales. Al final opté por el concreto porque es quizás el material más usado en el planeta después del agua, lo cual no deja de ser abrumador. La última escala que integré a la obra fue la geológica, que quizás redondeé a la idea de una narrativa multisecular, donde empiezan a cobrar sentido conceptos como los datos geológicos, biológicos y geográficos. Esta ideación la quería ver traducida en un formato que se saliera de lo instalativo de los bloques, por eso decidí acudir al video que es el medio que he conceptualizado y estudiado por más tiempo,

para hacer una especulación sobre el entrelazamiento de estos datos, reimaginando y evidenciando lo que ocurría en el interior de los bloques, de los microorganismos, y sus orígenes geográficos, geológicos y epistémico.

En tu experiencia como artista del Caribe colombiano, ¿cómo sientes que se desarrollan los procesos creativos del borde (periferia) con relación a la influencia que pueden ejercer los centros culturales y artísticos del país?

Es una contradicción. De alguna manera los centros culturales y artísticos se entienden como los legitimadores, pero es un sistema basado en jerarquías. Existe una tensión en señalar y sentirse como no-parte de esos centros y sin embargo “buscar” figurar en esos espacios porque son los que a priori ofrecen un mayor alcance o visibilidad. Eso en términos económicos y expositivos.

Creo que la discusión más central, o que al menos a mí más me interesa, viene desde un lugar conceptual en el que pienso mis procesos desde la maleabilidad del lenguaje. Entender el lenguaje como un objeto plástico me permite pensar en lo que significa ser o vivir en un determinado lugar. De entender las aristas del lenguaje que constituyo, de sus prominencias y sus oposiciones, de entender qué es de acá y qué no es de acá. Es un proceso continuo de apuntar hacia los lenguajes de otras latitudes de forma crítica y filtrar, concebir, fundir. Es una búsqueda, no creo que tenga resultado, por tanto, esa premisa de los procesos creativos de/ en el Caribe es más bien metodología; entendernos como borde o periferia implica una jerarquía que dentro de estos bordes existen otros bordes, quizás, más profundos y complejos. No somos bordes homogéneos.

Canalizo la tesis en torno al Caribe desde un lugar filosófico y, aspiro, ecológico.

¿Qué impacto consideras ha tenido la experiencia de participar en el proyecto Jagüey en tu proceso artístico?

Entender mi proceso artístico no como un resultante sino como una obra viva hizo que Jagüey fuese el espacio idóneo para presentarla por primera vez. Fue la primera vez que trabajé con una curadora. Fue la primera vez que hice una instalación. Fue la primera obra que pensé desde las divergencias y convergencias entre la ecología y el arte. Ha sido un proceso de aprendizaje absoluto desde los procesos intrínsecamente artísticos hasta los más operativos y productivos en cuestión de montaje, cables y herramientas. Es una oportunidad que atesoro y que seguramente me permitirá crecer en mi desarrollo como artista.

J E N N M EDI N A

REGIÓN EXTENDIDA DEL YO

MONTERÍA, COL. 1989

Licenciada en Artes Plásticas con orientación en cerámica de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Tiene interés por la relación entre la identidad, las plantas y la tierra. En su obra, muestra la historia de la cerámica y pintura en el continente americano. Actualmente, cursa su especialización de Gestión Cultural en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

¿Cómo fue concebida la obra de tu autoría presentada en esta versión de Jagüey?

Hace aproximadamente 8 años vengo trabajando con la cerámica expandida en una búsqueda por encontrar relaciones y establecer cercanías entre los colores, olores y texturas presentes en las diferentes arcillas, tierras y materiales de la cerámica y cómo a través de ello puedo conectar con el público e invitarlo a recuperar el legado cerámico. Al entrar al museo me conecté con las piezas a través de los motivos esgrafiados, y quise utilizar los colores de las mismas para mi obra, que al principio fue concebida como un tejido de caminos de arcillas que se superponían unos con otros con la intención de cruzarse en el camino de

los visitantes del museo Mapuka. Sin embargo, al habitar el espacio y comenzar a recorrer las vías de acceso, la idea evolucionó de “cruzarse en el camino” a “ser puente”, establecer conexiones entre los visitantes y las piezas a través de la materialidad de la instalación y allí, en ese cambio de idea, se gestó la nueva forma que quedo en definitiva: una espiral, pero no la espiral redonda que tallaron todos nuestros pueblos precolombinos, sino una espiral que ya ha sido intervenida por la línea recta, por el pensamiento académico, por la lógica occidental de la que inevitablemente somos parte también. Fue una experiencia que me permitió ver cómo el campo semántico de la cerámica se expandió dentro del museo y la experiencia a través de los sentidos y acciones del público ampliaron los límites de la obra abierta que invita a transformar continuamente el presente.

En tu experiencia como artista del Caribe colombiano, ¿cómo sientes que se desarrollan los procesos creativos del borde (periferia) con relación a la influencia que pueden ejercer los centros culturales y artísticos del país?

Actualmente vivo en Montería, un lugar donde todavía no se ha incorporado un habitus cultural que dé cuenta del talento presente en la región, que considero vasto y variado, ni hay entes formadores que capaciten a los artistas para saber cómo aplicar a convocatorias, saber dónde buscar estímulos, participar por premios u obtener visibilización de su trabajo. En este contexto los artistas plásticos y artistas visuales tienen la oportunidad de presenciar 4 exposiciones anuales programadas que genera el MUZAC (Museo Zenú de Arte Contemporáneo) y asistir a los talleres en el marco de la muestra; sin embargo, y resaltando que lo hacen de manera impecable y siempre dispuestos a formar público, faltan espacios de circulación, creación, formación y espacios donde los artistas puedan enriquecerse también en laboratorios de artes como lo hicimos en Jagüey, crear en compañía, saber de qué manera nuestros compañeros resuelven cuestiones formales, conceptuales y colaborativas.

¿Qué impacto consideras ha tenido la experiencia de participar en el proyecto Jagüey en tu proceso artístico?

El cambio en el formato de mi obra me ha permitido estar literalmente inmersa en la materialidad y ha generado nuevas perspectivas de espacialidad y relación con el público. Ha sido un proceso de creación enriquecedor, específicamente de crecimiento en cuanto al tamaño y las proporciones en los que habitualmente manejo la cerámica y muy satisfactorio en cuanto al contacto con las experiencias del público que todo el tiempo apropia la obra y la interviene. Esta segunda versión de Jagüey me ha dado la bienvenida a establecer vínculos con artistas del resto del Caribe que desarrollan temáticas y formatos que replantean mi obra, resignifican el material, su disposición y se conectan en el espacio expositivo.

En el caso concreto, encontré por ejemplo que el “Gran Cauce” de Ludovico, esa cartografía ribereña, se suspende formalmente en la segunda planta, exactamente sobre el lecho de arcilla que compone mi obra “Por favor, tocar”, y que fuera del museo, como si de las playas que deja el río en verano se tratara, se conecta con la instalación de Jahirton Betín y sus “Caracoles de no colores” y con la humedad y el moho que invade “La liga”, las piezas de nuestro compañero Juan Heilbron, no compitiendo, sino complementándose en un paisaje que transforma al Mapuka de un espacio/museo a lo que yo llamo un Bioma expositivo, un ecosistema contenido en

una muestra, construido por obras independientes entre sí, pero que se comunican a través de lo conceptual y le dan estatuto de paisaje a la exposición.

A LA ORILLA DEL JAGÜEY

“Expuesta (sub)versión”. Rubén Barrios cuenta sobre su proceso artístico donde explora los objetos como elementos formales y estéticos.

“Diálogo con un explorador”. Jahirton Betín, cuenta sobre su relación con el territorio y cómo su obra da cuenta de una problemática medioambiental poco conocida en el Caribe.

“Ecologías concretas: moho, geología y anarquías”. Juan Heilbron cuenta sobre su obra “La Liga”, una historia hasta ahora muy poco conocida de la ciudad.

Ludovico Droogie con su obra Gran Cauce, plantea una reflexión en torno a la minería ilegal que afecta los ríos del país.

ACTA SELECCIÓN ARTISTA GANADOR

Después de mes y medio de muestra, la exposición Jagüey: encuentros de arte en el Caribe, en su segunda edición “Región extendida del yo” curada por Alexandra Haddad, entra a la difícil tarea de escoger a la persona que será reconocida con un estímulo que esperamos impulse su carrera artística hacia nuevos horizontes.

Parte fundamental de toda esta iniciativa fue seleccionar a un artista con el proceso más sobresaliente entre los finalistas. El reconocimiento consta de una residencia artística en República Dominicana, Panamá, Bolivia, Honduras, Perú o en Colombia (a elección del artista). Para la selección del artista que recibirá la residencia, se invitó un comité de evaluación compuesto por un grupo de artistas con gran trayectoria a nivel nacional: Mónica Gontovnik, Ph.D en Interdisciplinary Arts, docente de la Universidad del Norte, poeta, coreógrafa, directora escénica y performer; Jaider Orsini, licenciado en Arte y Folclor y magíster en Estudios del Caribe de la Universidad Nacional de Colombia y director de

Plataforma Caníbal; Marco Mojica, artista plástico egresado de la Universidad del Atlántico y ganador del premio Fernando Botero en el 2005.

El panel de jurados, después de examinar detenidamente el proceso artístico de cada uno de los artistas expuestos en Jagüey (Cinthya Escorcia, Gustavo Sánchez, Juan Heilbron, Rubén Barrios, Jahirton Betín y Jennyfer Medina), considerando la fortaleza conceptual y evaluando el proceso artístico a futuro, llegaron a la decisión unánime de otorgar el premio a Rubén Barrios (BEN).

En una sesión de casi dos horas, el jurado discutió de manera comprometida y pasional sobre las propuestas que hicieron parte de este segundo encuentro. Si bien se considera que todas las obras tenían una madurez importante y un potencial enorme, la de Rubén se destacó por su solidez conceptual y la complejidad de su discurso.

De cara al cierre queremos agradecer a todos los medios de comunicación y asistentes por ayudarnos a promover y apoyar procesos profundos de creación artística al acercarse a estos discursos que orientan la producción cultural del Caribe en la actualidad.

Barranquilla, Colombia, 7 de noviembre de 2022

La cultura es inevitable

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