MUNDO RURAL: VETERINARIOS
¡Nueva serie!
Un veterinario entre vacas asturianas Inauguramos esta nueva serie, titulada ‘Mundo Rural’, con el relato de Benjamín Fernández Varela, veterinario clínico residente en Salas (Principado de Asturias), apasionado de una profesión que él considera esencialmente vocacional. Tanto este primer reportaje, como los siguientes que irán componiendo esta serie, intentarán acercar algunas de las vertientes más desconocidas de los profesionales que trabajan en el entorno rural, un escenario desconocido y de enorme potencial. BENJAMÍN FERNÁNDEZ VARELA es veterinario desde hace quince años. Ha desarrollado toda su vida profesional en el entorno rural asturiano y está especializado en lo que en la jerga denominan «animales grandes» —en el caso del Principado, ganado vacuno—. Benjamín ha enfocado estos últimos años de su actividad veterinaria a las rutinas de la clínica diaria; también ha dedicado parte de su tiempo a los llamados programas —de prevención, de vacunación, etc.—, iniciativas impulsadas desde la Administración a las que, cada vez más, se adhieren los ganaderos de la zona, ayudando así a un mayor control de la calidad en el entorno rural. Sabe que la práctica veterinaria, en este contexto, no tienta a las nuevas generaciones, pero no duda en afirmar que la rural «es una forma de vivir que hay que aprender a valorar». Rutina rural Un día normal en la vida de Benjamín comienza en la oficina, donde recoge los avisos que le indicarán la ruta del día. Antaño los ganaderos dejaban unas señales en el camino —llamadas banderas— para que el veterinario se acercara a sus explotaciones; no obstante, y desde hace unas cuantas décadas, se cuenta con el teléfono como principal diario de avisos. Nuestro veterinario inicia su ruta entre las nueve y las diez de la mañana. Intenta realizar el trabajo de clínica antes de las tres; esto le permite dejar las tardes libres para las posibles cirugías o atender urgencias. Esta 8
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Benjamín Fernández Varela, veterinario rural.
actividad es la que se conoce como «clínica diaria» y consiste, fundamentalmente, en «la inseminación artificial, la revisión de los animales enfermos y en la cirugía posible de esos animales, en el caso de que la necesiten». Las rutas, cuenta Benjamín, «se establecen por orden de prioridades de avisos» y se sigue una rutina de horarios «para que el ganadero sepa cuándo vas». La organización es importante: un veterinario no se puede permitir el lujo de llegar tarde. Puntualidad es sinónimo de confianza —no en vano, la media de kilómetros que un veterinario rural hace al día se acerca a los 200—. Benjamín se
suele mover por los concejos de Salas, Valdés y Tineo, los tres conocidos por albergar importantes rutas de paso. Es en este cruce de caminos donde ha ejercido los últimos años y donde ha desarrollado la que, confiesa, es una de sus principales satisfacciones: la práctica preventiva. Sanidad preventiva «Asturias es un zona de mucha ganadería con explotaciones muy modernas. Las explotaciones pequeñas necesitan un trato especial porque no suelen adscribirse a las citas programadas y están más necesitados de pedagogía». O, lo que es lo nº123
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Vamos aprendiendo a base de ensayoerror», matiza. Sin embargo, no deja de echar en falta una cierta formación en gestión de relaciones humanas «porque, por muy bueno que seas, si no te llevas bien con los clientes, no trabajas». Asegura que el respeto por el ganadero es «fundamental» y que la reputación profesional se consigue «con mucho trabajo, formación y extremando las precauciones».
mismo, prácticas preventivas —análisis de sangre que puedan prever enfermedades, por ejemplo—. Dentro de este saco nos encontramos los programas estandarizados, muy demandados por ganaderías grandes y tecnificadas, pero que también ayudan a que las más pequeñas accedan a programas de inseminación o de control de calidad de la leche —los dos más demandados—. Estos programas pueden estar subvencionados o provenir de iniciativa privada, y suelen contar con el apoyo institucional. El tamaño parecer ser importante en el entorno de las explotaciones ganaderas. También la distancia entre una y otra. ¿Cómo garantizan los veterinarios sus servicios? «No puedes dar una buena calidad de servicio si estás solo», dice Benjamín. Ya sea por cuestión de tiempo o por tratarse de un sector muy especializado, «para poder sobrevivir la unión es necesaria». Es por esto que los veterinarios se asocian, sobre todo en las zonas rurales. «No hay nadie que lo controle todo; el nivel de tecnificación y especialización de la profesión es tan alto que necesitas estar manejándolos prácticamente todos los días para dar un buen servicio», por no hablar de los problemas derivados de la hiperdisponibilidad o los tiempos de descanso, imposibles de tomar en el caso de que un veterinario decidiera ejercer por su cuenta. Formación continuada La actualización en la formación del veterinario es muy importante para el profesional que ejerce en el medio rural, una nº123
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formación que puede no parecer muy ortodoxa por centrarse, sobre todo, en la actividad del día a día. «En la rutina diaria somos generalistas porque tienes que saber un poco de todo». La especialización, en lo que a grandes animales se refiere, llega después de muchos años. Esto se debe a que las universidades suelen orientar al profesional a pequeños animales, comenta Benjamín, y el déficit afecta a la oferta de la formación, construyéndose esta en la experiencia de cada día. «Demostrar lo que sabes y adquirir habilidades a base de experiencia» son las dos principales motivaciones del veterinario bovino tras graduarse. Estas no excluyen la formación continuada —la Asociación Nacional de Especialistas en Medicina Bovina de España (Anembe) ofrece este tipo de servicio en la zona— ni los congresos, que también son importantes a la hora de resolver dudas prácticas; sin embargo, «en formación, lo que más circula es el boca a boca». El colegio profesional, por su parte, cubre al profesional en lo referente a asesoría jurídica; también «ayuda a poner en contacto al veterinario con otros profesionales del ramo», puntualiza Benjamín. El papel de la mujer en la profesión es otro de los temas que generan cierta controversia. En el ámbito rural —y por ser este un sector primario— «las compañeras tienen que demostrar más», especialmente con el ganadero. Y es que, si hay una asignatura pendiente esa es la de la relación entre el veterinario y el dueño de la explotación. «Nosotros no tenemos ninguna asignatura de psicología.
¿Entorno hostil? Los veterinarios rurales se enfrentan a la realidad de una economía menos holgada que la de hace unos años —en estos tiempos «un veterinario, para poder vivir en Asturias, debe controlar entre 2.500 y 3.000 vacas si quiere sacar su vida adelante con normalidad», cuenta Benjamín—. El asturiano admite que la situación es sensible. «Es cierto que cada vez más compañeros y compañeras no quieren trabajar en el medio rural. Se entiende que una clínica de pequeños animales pueda parecer más apetecible», apunta, resignado. Aún así, este veterinario es un fiel defensor del campo y sus bondades. Asegura que, aún siendo un área en retroceso, todos los años llegan estudiantes desde Madrid. Y que, a pesar de que es en clínica —su área— donde más bajas está habiendo, «un profesional, si es bueno, siempre va a tener trabajo». Las explotaciones ganaderas en Asturias han crecido mucho. La tecnificación ha traído garantías sanitarias y producción en serie, pero ha afectado a la relación del ganadero con el animal y con el veterinario. Ahora «la relación es más laboral. Antes era más humana», reflexiona. El ganadero se conforma con un trato cordial, profesional, y eso ha afectado en la imagen pública del profesional veterinario si la comparamos con la «aureola» que antaño compartía con otras instituciones rurales, como podían ser el médico o el cura de la región. ¿Qué le faltaría a tu profesión?, le pregunto a Benjamín. «Respeto entre colegas», contesta, «y más nivel de profesionalización en el ganadero». No pide más. Es un veterinario clínico enamorado del trabajo preventivo, desde su punto de vista, «el futuro de la profesión». ❚ Coordina: Elisa G. McCausland
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Pedagogía y estructura social, peticiones de un maestro rural gallego Francisco Javier Souto Lamas lleva toda la vida formando a chavales en Galicia. Ha enseñado inglés a niños entre seis y quince años por gran parte de la geografía gallega. Ahora es director de un centro público integrado —donde se imparte desde Educación Infantil hasta Secundaria— pero espera volver a la docencia a finales de año. Este maestro de escuela conoce el escenario rural muy bien. Es un entorno que, para los profanos, puede evocar paz y lentitud, pero que para él es sinónimo de trabajo, mucho trabajo.
DE SU RUTINA dice que es «de todo menos predecible». El centro que dirige se ubica en una capital de comarca, A Cañiza, de cerca de 7.000 habitantes localizada en la media montaña, en la provincia de Pontevedra. Podría parecer que, al ser un centro ubicado en un entorno poblado, los problemas del entorno rural pudieran serle ajenos a los profesionales de esta escuela. Nada más lejos de la realidad porque en este centro también se escolariza a alumnos de sitios «muy distantes y muy variados», como la sierra o las proximidades del río Miño. Algunos de estos son lugares «francamente aislados» donde el contacto con la naturaleza no tiene nada de bucólico, sobre todo en invierno. Todo esto, que pudiera parecer obvio así planteado, le afecta a Francisco Javier de especial manera debido a que su labor como director está muy relacionada con la logística —transporte, comedor— del centro. «Muchas veces los equipos directivos de un colegio rural, además de dedicarse a las tareas educativas, tienen que dedicarle mucha atención a los servicios complementarios», concreta. «Quizás en los centros urbanos esto se note menos», pero en el campo marca la agenda de la semana. A esto se le añade que los padres, cuyos trabajos están relacionados con el sector primario, suelen condicionar los horarios del profesorado, especialmente en Infantil y Primaria. «En el entorno rural les es muy 12
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difícil respetar las horas de atención a padres y vienen en el momento que pueden». Gajes del oficio. El escenario todavía es determinante A ojos de nuestro entrevistado, las diferencias entre los escenarios urbano y rural no están tan acentuadas como hace años, pero todavía son determinantes, en concreto, en lo referente al concepto de formación que puedan tener las familias de uno y otro entorno, además de las fuentes culturales y de divertimento. «El entorno urbano le da mucho más valor a la formación. También hay más competitividad y más acceso a cines, bibliotecas, y diferentes actividades extraescolares —deportivas, artísticas, culturales—. En el entorno rural todo esto es más difícil». A esto se le añade, según Francisco Javier, que las familias no valoran tanto «el éxito educativo en sus hijos porque tienen otros intereses, otras prioridades». No obstante, desde hace unos quince años y gracias a Internet, la situación ha sufrido un cambio exponencial. A mejor. Y es que, antes de Internet estuvo la televisión, de la que Francisco Javier dice que resultó ser un «exceso» porque fue una época —«y aún sigue pasando»— en la que incluso en los dormitorios podía encontrarse un televisor. Sin embargo, la verdadera revolución parece haber llegado de la mano del acceso a la Red en las
escuelas, que ha ampliado el abanico de opciones de muchos alumnos. «Conocen más mundo, ven más posibilidades de futuro. Antes, la única profesión que se planteaban fuera del entorno agrícola y ganadero era enfermería o albañilería. Ahora, y debido también al hecho de que hay institutos con ciclos formativos, las nuevas generaciones están más protegidas e informadas». ¿Qué queda del maestro rural? Pero no solo los avances tecnológicos, también las mejoras en las carreteras comarcales han ayudado a que las dificultades se diluyan, lo que se ha traducido en un mayor acercamiento de sitios considerados, hasta el momento, aislados —aldeas de la sierra, pueblos de la costa— a las dinámicas socializadoras promovidas por ayuntamientos y centros escolares. Entonces, ¿qué queda del maestro rural que puebla el imaginario colectivo? Nuestro entrevistado cuenta que poco. «La mayoría de los maestros viven en ciudades cercanas. Son pocos los que viven en el entorno escolar». Pone como ejemplo su centro, localizado a medio camino entre Vigo y Orense. En él, de un claustro de sesenta y dos profesores, apenas cuatro viven en el pueblo. Esta situación se da, según Francisco Javier, en gran parte de las zonas rurales de Galicia, por lo nº124
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que la mayoría de los profesores viven en ciudades. A esto se le añade el acceso a las nuevas tecnologías y a los centros de formación que intentan fomentar la formación continua del profesorado, lo que garantiza que apenas haya diferencia entre un profesor de ciudad y otro rural. «La visión bucólica ya no tiene razón de ser, no es demasiado real», sentencia. Sin embargo, existen excepciones. Francisco Javier nos cuenta sobre su época de profesor en una aldea de la sierra —Chandrexa de Queixa—. Recuerda de la experiencia su dificultad; esta radicaba, principalmente, en los problemas de desplazamiento, agudizados en época de nieve por el hecho de hallarse en una zona de población dispersa. Que acudieran a clase todos los alumnos era lo más parecido a un milagro —o una heroicidad—. Casos más extremos de aislamiento —como el que comenta Francisco Javier, en el que un niño pequeño hablaba de sí mismo en tercera persona— son, a día de hoy, rarezas camino de la extinción. Organización escolar «En el pasado era todo mucho más difícil porque, a veces, el transporte no llegaba a pueblos muy aislados. En esos casos el colegio no funcionaba como centro de educación, sino como centro de relación». Lo que nos lleva a preguntarnos por la evolución de la institución educativa en este escenario tan especial. Tal y como nos precisa este profesor, «en el entorno rural antiguamente había escuelas unitarias que constaban de un edificio con una habitación muy grande donde se le daba clase a los niños». Eran los tiempos de la educación segregada por sexos, medida desterrada de la educación pública en nuestros días. No obstante, «aún existen escuelas unitarias en zonas determinadas», recuerda, «pero no suele ser lo normal». Fue a partir de la década de los setenta que comenzaron las agrupaciones escolares, conocidas como Colegios Rurales Agrupados (CRA), «agrupaciones de escuelas unitarias de una determinada zona que comparten la dirección, coordinan parte del profesorado y también coordinan el presupuesto con el objetivo de mejorar la gestión de los recursos». El problema, tanto de las escuelas unitarias como de las agrupaciones escolares, nº124
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Francisco Javier Souto en un aula de Infantil del centro que dirige en A Cañiza (Pontevedra)
según nuestro entrevistado, radica en su mantenimiento ante el creciente panorama de despoblación de las aldeas, lo que nos lleva a la última fórmula denominada grupo escolar — de Infantil y de Primaria— «que se caracterizaría por ser un edificio mucho más grande, del estilo de cualquier colegio que puede encontrarse en un entorno urbano, con su número de aulas determinadas, su comedor, sus bibliotecas, sus zonas de recursos, y con un profesorados fijo». «Este modelo, que se hizo para toda España, en Galicia se podría haber pensado de otra manera» debido, entre otras cuestiones, al elevado coste del transporte escolar. Aún así, las ventajas —profesores especializados en determinadas materias, actividades extraescolares— en comparación con los centros unitarios siempre han compensado el gasto. Formación y apoyo institucional Francisco Javier dirige lo que se conoce como Centro Público Integrado (CPI) que, además de Educación Infantil y Primaria, también imparte Secundaria, una especie de grupo escolar, solo que más grande. Aparte quedan los institutos —con Educación Secundaria y Bachillerato— y los cursos de Formación Profesional (FP), localizados en núcleos más poblados. «Los colegios han dejado de ser solo colegios», comenta. «En nuestro centros tenemos ahora a las trabajadoras sociales, tanto del Concejo como del Centro de Salud, que trabajan con nosotros, los profesores, de una manera coordinada».
Profesores, psicólogos y trabajadores sociales implicados en una causa común: el futuro pedagógico de sus alumnos. Le pregunto qué echa de menos. Una mayor «plurifuncionalidad» de los centros escolares, responde; «porque nosotros en el colegio detectamos problemas familiares graves que se escapan un poco a nuestra labor como meros formadores del alumnado, pero no a nuestra labor ciudadana». Es por esto que demanda la inclusión, de manera institucional, de ciertos servicios sociales en el entorno escolar —como asistencia familiar, psicólogos o trabajadores sociales-—. «Hacen falta profesores», dice, y detecta alarmantes deficiencias en la formación, sobre todo en el apartado de motivación del profesorado. «A la formación continua todavía le falta por desarrollarse plenamente», un síntoma que también detecta en las familias para las que también sugiere cierta orientación —desde el ayuntamiento, desde las escuelas— sobre cómo educar a sus hijos. Sabe que es un deseo un tanto utópico. Aún así, Francisco Javier se permite soñar un poco y admite no poder quejarse. De un tiempo a esta parte, la Administración se ha volcado con las nuevas tecnologías en las escuelas pero ahora les toca a ellos, a los maestros, enseñarles a los alumnos qué hacer con toda esa información. Pedagogía y estructura social, no está mal como reto. ❚ Coordina: Elisa G. McCausland
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MUNDO RURAL: TRABAJADORES SOCIALES
Cuando el entorno es el privilegio Salomé López es trabajadora social en La Rioja. Su relato de vida como profesional es optimista y entusiasta, algo difícil de encontrar en los tiempos que corren. Ejerce su profesión en una zona muy particular, el Camero Viejo, una agrupación de once municipios de escasa población —apenas setecientos habitantes en total— distribuidos de manera dispersa. Pero esta trabajadora social no se queja. Esta enamorada de su profesión. El medio escogido para llevarla a cabo tiene la culpa porque, para ella, el entorno es el principal de los privilegios. LA CRÓNICA LABORAL DE SALOMÉ comienza en Logroño, desde donde parte, camino de la sierra, por carreteras secundarias que bordean barrancos y perfilan laderas; un escenario donde lo bucólico y lo práctico se enfrentan. «Sé que dependo de esta carretera pero, por otro lado, no suele haber tráfico, por lo que voy muy tranquila a trabajar». Esta trabajadora social consume las primeras horas del día entre papeles. Dice de la burocracia que es el principal freno para realizar sus tareas. «Es un problema que yo acuso no solo en esta, sino en todas las profesiones» y las nuevas tecnologías apenas logran restarle minutos a la tarea administrativa. Después del papeleo se dedica a lo que verdaderamente le apasiona, tratar con la gente, ya sea en el despacho o yendo a los propios hogares. «Hago muchas visitas, principalmente, porque me gusta la profesión que estudié, que es trabajo social, aunque ahora tenga que dedicarle más tiempo a la labor de despacho», comenta Salomé. Vinculada a la Administración local, siempre ha estado muy ligada a lo social; cuando estudiaba, y al margen de ello, como voluntaria. Así fue como comenzó su trayectoria. Eligió ambas vías, la sanitaria y la social. Desde entonces, el compromiso ha sido con los más desfavorecidos. De su vocación comenta que le gusta lo rural «porque trabajo mucho más a pie de calle», siendo la atención que se le puede procurar al ciudadano «más cercana y singular». Sobre el trabajo explica que es sencillo en el sentido de que la gente es «muy accesible», por lo que «la relación es mucho más cercana y respetuosa debido, en parte, a que la gente de la sierra es muy austera y cuando piden las cosas es porque lo necesitan de verdad». Habla de la «polivalencia» de esa cercanía que, «aparte de ayudar a realizar lo estrechamente ligado a mi profesión, permite que las personas no te consideren el gestor o profesional de turno y se sientan libres para demandar cualquier cosa». 12
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«La cooperación es vital y constante», comenta Salomé, «sobre todo a nivel sociosanitario». Médicos, enfermeros, psicólogos y trabajadores sociales, mano a mano en la elaboración de campañas de salud y en la asistencia domiciliaria para, además de auxiliar y sostener, liberar a las familias de ciertas cargas que les habían venido impuestas por tradición Ley de Dependencia La burocracia es el principal enemigo de Salomé, le resta tiempo para llevar a cabo una atención de calidad. A pesar de ello, y dado que el aumento del papeleo se lo debe a esta nueva norma, está contenta con la Ley de Dependencia. Dice de ella que, «una vez canalizada», cambiará la perspectiva de lo que es la profesión del trabajador social. «Ha habido una transición, desde la imagen que nos presentaba como servicio benéfico y de caridad, al actual reconocimiento como derecho subjetivo; por eso se habla del cuarto pilar del Estado del bienestar». Salomé se detiene en cómo el reconocimiento de estos derechos conlleva que la ciudadanía pueda exigirlos legalmente, lo que automáticamente legitima a los profesionales que han de garantizar su cobertura, entre ellos, los trabajadores sociales. La conciencia vecinal y la empatía gozan en esta comarca de la fuerza suficiente para que la inversión social no sea considerada un gasto, sino una inversión en bienestar. Un compromiso por parte de la Administración Regional y Local que garantiza una estructura social sólida, aunque relativiza al recordar que «aún quedan carencias y demandas, como un centro de día nº125
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Salomé habla de la «polivalencia» de esa cercanía que, «aparte de ayudar a realizar lo estrechamente ligado a mi profesión, permite que las personas no te consideren el gestor o profesional de turno y se sientan libres para demandar cualquier cosa» para dependientes». Necesidades que son suplidas con el servicio de ayuda a domicilio, el servicio de teleasistencia, las prestaciones económicas y las estrechas relaciones vecinales. En lo hiperlocal parece estar la clave de la felicidad. Todos a una «La cooperación es vital y constante», comenta Salomé, «sobre todo a nivel sociosanitario». Médicos, enfermeros y trabajadores sociales, mano a mano en la elaboración de campañas de salud y en la asistencia domiciliaria para, además de auxiliar y sostener, liberar a las familias de ciertas cargas que les han venido impuestas por tradición. Porque «la familia es importantísima en el entorno rural», puntualiza. «Nosotros, dentro de un marco sociosanitario, trabajamos con ellos y con los cuidadores de las personas dependientes», pero también interactúan en otros ámbitos, como el pedagógico. En la zona del Camero Viejo cuentan con un profesor que, junto al director del CRA1 y otros profesionales itinerantes, forman el equipo responsable de la formación de los más jóvenes. Atención transversal, cooperación entre profesiones y compromiso social para garantizar una educación de calidad. Al preguntarle por la feminización de la profesión, Salomé contesta que «sensibilidad y vocación tenemos todos, pero en trabajo social, al menos en La Rioja, el género femenino sigue siendo aplastante», lo que viene a reforzar una situación que también se da en el resto del país. Otra de las cuestiones recurrentes al abordar la situación del profesional en el ámbito rural es el de las nuevas tecnologías. «Todas las intervenciones que realizamos están informatizadas», comenta. Es por eso que se mueve con su portátil como fiel escudero, una herramienta que la mantiene conectada, siempre y cuando no falle la cobertura. «Yo, como profesional del trabajo social, estoy sola». Se refiere a equipo humano in situ, pero en el caso de necesitar ayuda o asesoramiento, tiene a sus compañeros en el ayuntamiento y a cualquier colega de profesión a un clic de distancia; además de acudir una vez al mes a las reuniones de coordinación de Zona Centro, organización territorial de los Servicios Sociales, un punto de encuentro de los trabajadores sociales donde se exponen dificultades en la resolución de algunos casos, se comparte información sobre nuevos recursos y se encuentra el apoyo necesario para seguir adelante con los casos. ¿Utopía? Pero, si hay algo que impacta del relato de Salomé es el optimismo que desprende su visión del escenario rural. Para
ella, la mayor de las ventajas es el hecho de que haya pocos habitantes porque «te permite conocerlos a todos mejor y detectar sus necesidades para poder dar, cuanto antes, con el recurso adecuado». A esto hay que añadirle la autonomía de la que goza para programar actividades y campañas, junto al apoyo de la Administración Local y Regional. «Y sentirte recompensada. Porque el refuerzo positivo que a mí me llega de las personas que están satisfechas con lo que yo les aporto es muy importante». Entiende que es una privilegiada, por la calidad humana de la gente con la que trabaja y atiende, y por las circunstancias que hacen que eso sea posible, muchas de ellas relacionadas con el entorno aislado en el que se encuentra, el perfecto caldo de cultivo, desde su punto de vista, para la pervivencia de una serie de valores que Salomé cree en peligro en otros escenarios. «Aquí los principios éticos están más arraigados», comenta. Y allí está ella, en la sierra riojana, para conservarlos. ❚ Coordina: Elisa G. McCausland
1. Colegio Rural Agrupado.
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ENFERMERÍA
Fotografías y viñetas de la enfermería rural Jeff Lemire escribe y dibuja cómics. La nostalgia nutre de sentimiento sus historias, tiernas y desgarradoras. El campo es su escenario. Este funciona en su trabajo artístico como un personaje más. De sus pinceles, precisos y expresivos, nacen escenas familiares de una América que nos puede resultar conocida a primera vista, pero que va adquiriendo personalidad propia a cada página, a cada estación que pasa en las vidas de sus protagonistas. LEMIRE nació en un pequeño pueblo del Condado de Essex, en Canadá. Es el responsable de la trilogía Essex County (Astiberri) —Historias de la granja, Historias de fantasmas y La enfermera rural—, un retrato intimista en tres episodios que explora las relaciones de algunos de los habitantes del pueblo, la crudeza del invierno en el campo y lo importante que puede resultar la familia cuando la soledad y la culpa se instalan en la rutina. Como Doctor en Alaska, la serie de televisión de los noventa, pero con menos humor. Y es que la vida en el campo, en ocasiones, no coincide con los retratos de ficción representados. Muchos retratos de ellos han ayudado a construir una visión idílica de un entorno rural más de consumo que de producción. Son historias que, salvo excepciones, dan la impresión de haber perdido la esencia por el camino. Imagen y significado No es el caso de los cómics de Lemire —crudos, intensos—. Su historia dedicada a un día en la vida de la enfermera rural Anne Quennevilles tiene ese espíritu propio de los reportajes periodísticos de Eugene Smith. Este reportero fotográfico de la Agencia Magnum se hizo famoso en la década de los cincuenta por poner la primera piedra de lo que, posteriormente, se acabaría tildando de 14
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«fotografía humanista». Dos fueron los reportajes que inauguraron la obsesión por el relato fotográfico y el compromiso profesional en el joven Eugene Smith: Country Doctor (1948) y Nurse Midwife (1951). Este último relataba en imágenes las experiencias de la enfermera Maude Callen en California del Sur. Tal y como escribió Enrica Viganó, comisaria de la exposición Más real que la realidad, realizada en el 2008 dentro del marco de PHotoEspaña, la intención del fotógrafo era la de «mostrar la
importancia médica de esta figura y aprovechar el contexto social en el que se desenvuelve para tratar el tema del racismo y de sus catastróficas consecuencias en la comunidad negra» que habitaba las zonas rurales. Smith encuentra en la enfermera Callen «un raro ejemplar de abnegación profesional y humana, así como a una mujer con un gran sentido común y nobleza de espíritu». Los retratos buscan reflejar cómo esta profesional cubre todas las exigencias de la región, desde nacimientos, vacunas,
La verdad es que ya solo tengo a mis pacientes. Ahora son como mi familia. Siempre intento hacer lo mejor para ellos. Y sí, a veces me entrometo. Pero siempre por su propio bien. Ser enfermera significa algo más que cambiar cuñas, ¿sabes? Eso es lo que siempre decía la abuela.
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enfermedades y medicaciones, sin olvidar el apoyo psicológico y la gestión de obras benéficas para poder sustentar su empleo. Este compromiso, reflejado en el retrato heroico que Smith hizo de Callen, motivó una inesperada reacción social; la respuesta que este reportaje de la revista Life provocó en la ciudadanía fue canalizada en la necesaria construcción de un hospital para la zona. Un cuento sobre la abnegación Anne Quennevilles no es Maude Callen, pero se parece mucho. Para ambas el compromiso con su comunidad es un contrato sagrado. Son las sustentadoras, aquellas que, ante las carencias —estructurales, emocionales—, responden con comprensión y una sonrisa. Como el hilo con el que Anne zurce sus recuerdos cuando escucha la radio de noche, los trayectos por carretera de las dos enfermeras acercan a los más aislados las historias que se esconden detrás de las enfermedades, detrás de las muertes y de los nacimientos. La enfermera y su camioneta tejen una frágil red de relaciones, parando en cada casa olvidada y acudiendo a cada llamada de teléfono. Cuatro décadas las separan, pero el paso del tiempo apenas ha afectado al arquetipo de esta
W. Eugene Smith Sin título, 1951 Center for Creative Photography, W. Eugene Smith Archive © The Heirs of W. Eugene Smith
heroína-sanadora. Quizá la tecnología ha acortado distancias entre vecinos y enfermos, sin embargo la esencia asistencial de estas profesionales se mantiene. El dibujo de Lemire acompaña esta idea de austeridad y abnegación que
Essex County, o la trilogía del campo Jeff Lemire comenzó su trilogía contando la historia de Lester, un niño de diez años que, tras quedarse huérfano, se muda a vivir a la granja de su tío. El entorno y la relación con su tío se vuelven tirantes. No obstante, será su relación con Jimmy Lebeuf, un exjugador de hockey dueño de una gasolinera, la que lo transporte por mundos imaginarios y recordados ligados al deporte, los alienígenas y los superhéroes. A este primer capítulo, titulado Historias de la granja, le sigue Historias de fantasmas. Lemire plantea, de nuevo, un conflicto centrado en una relación familiar, en este caso entre dos hermanos, amantes del hockey. Ambos comparten un secreto que afectará a su relación y que obligará a uno de los dos a volver a Essex a pasar sus últimos días en la granja de la familia, haciendo repaso de sus propios fantasmas. En este episodio aparece la enfermera Quennevilles, el principal hilo conductor del libro Historias de fantasmas con la tercera parte de la trilogía, La enfermera rural. Los pacientes habituales se convierten para Quennevilles en su única familia. La pérdida y los remordimientos le dan forma a estas relaciones, pero también la necesidad de sentir que en el cuidado del otro se puede llegar a una cierta complicidad existencial.
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desprende su protagonista. La tinta espesa esta realidad en blanco y negro que coincide en tonalidad con las fotografías de Eugene Smith. Como ocurre con muchos recuerdos, estos retratos explicados en viñetas nos transportan a un tiempo distinto, donde la falta de medios se suplía con mucho trabajo y empatía. Pero, a su vez, La enfermera rural es un relato comprometido con su tiempo y con la labor profesional en un contexto tan complicado como es el mundo rural. Quennevilles cura cuerpos y socorre almas. La vocación le viene de familia. Su abuela, que perteneció al clero, fue la emprendedora. Decía aquello de que «ser enfermera significa algo más que cambiar cuñas». Su compromiso recuerda al de las enfermeras de guerra retratadas en el cine, pero con una carga de realismo inaudita. Ya sea por el dibujo expresivo y lacerante de Lemire o por el sentimiento y la crudeza del relato, esta trilogía de Essex atrapa un pasado que es presente; y un sentimiento, el de la soledad de los espacios abiertos y los inviernos eternos. Vida rural al límite. Tierna y cruel. ❚ Coordina: Elisa G. McCausland
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MUNDO RURAL: Ingenieros Agrónomos
Poniendo en valor los recursos del territorio Fausto González Egido es ingeniero agrónomo por vocación. Gerente de la Asociación para el Desarrollo de la Alcarria y la Campiña (ADAC) y presidente de la sección de Guadalajara del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Centro y Canarias, ha estado en contacto con el campo desde la infancia. Como ingeniero empezó su carrera vinculado al desarrollo rural; lo cambió por la empresa, pero esta no le convenció, razón por la cual volvió a la Alcarria. «Empecé llevando los pueblos de la sierra norte y me enganchó», comenta. Ahora se deja la piel en que la asociación para la que trabaja marque el paso con proyectos como el dedicado a la recuperación del valle del río Ungría o el bautizado como Vida en la Estepa, iniciativa cuyo objetivo no es otro que poner en valor los recursos naturales del territorio. Define al ingeniero agrónomo como «un todo terreno con gran cantidad de competencias», y no es para menos. Fausto González sabe que hay un problema de asociación; que la gente relaciona su profesión con los grandes cultivos de cereales, pero está trabajando para que, de la misma manera que los edificios se asocian automáticamente a los arquitectos o los puentes a los ingenieros de caminos, cuando se hable de desarrollo rural lo primero que venga a la mente sea el profesional de la ingeniería agrónoma. Y es que, no son pocas las actividades que desarrollan estos profesionales —dirección y gestión de explotaciones agrarias, estudios de cultivos, política y estructura agraria, evaluaciones de impacto ambiental, tratamiento de residuos, gestión de infraestructuras de abastecimiento y transporte hídrico, desarrollo de industrias agroalimentarias, energías renovables, etc.—, todas ellas bajo un lema poderoso: «Sin Agricultura Nada». Fausto González admite que todavía hay trabajo por hacer. Sabe que el ingeniero agrónomo tiene que acercarse a la sociedad y decirle que estos profesionales son «grandes responsables de su alimentación y de su ocio»; de la crea14 g Profesiones
ción de infraestructuras que aseguran el desarrollo y la sostenibilidad de zonas rurales, así como importantes conservadores del medio ambiente. Compromiso rural Fausto González habla del mundo rural desde «la experiencia, la profesión y el corazón». Quiere hacer consciente a todo el mundo de que, a pesar de que solo un 15% de la población viva en el campo, el 85% que puebla las urbes depende del entorno rural más de lo que pudiera parecer: «Durante todos estos años, el mundo rural ha experimentado cambios importantes, en gran medida debido a los Fondos Estructurales. Con la Política Agraria Común (PAC) y con los fondos de desarrollo rural LEADER, se ha dibujado una estructura sobre la que actualmente se prevén profundos cambios que modificarán el equilibrio de los entornos funcionales del medio rural», explica. Le preocupa el futuro,
pero tiene fe en el potencial económico del campo. Espera que esa anunciada reestructuración del mundo rural y del sector agrario se haga realidad y, a su vez, no deja de trabajar para que se desarrollen otras actividades económicas, ya sean vinculadas a la actividad agraria o sin vínculo directo con ella. «El espacio rural tiene como punto fuerte ser un espacio de oportunidades», matiza. Por el momento ya cuentan con la Ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural, un instrumento que, espera, marque un punto de inflexión en lo político. Desarrollo hiperlocal Este ingeniero reparte su tiempo entre la asociación de la que es gerente y el colegio profesional al que representa. Su teléfono está abierto las veinticuatro horas a sus colegiados y en ADAC se vuelca en proyectos de desarrollo que aspiran a extrapolarse a toda la provincia de Guadalajara. El campo de acción de
Hay que acercarse a la sociedad y decirle que los ingenieros agrónomos son grandes responsables de su alimentación y de su ocio; de la creación de infraestructuras que aseguran el desarrollo y la sostenibilidad de zonas rurales, así como importantes conservadores del medio ambiente. nº 127 g septiembre-octubre 2010
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esta asociación comprende la Comarca de la Alcarria y la Campiña de Guadalajara. En esta zona conviven la industria del Corredor del Henares y los espacios rurales de la Alcarria Alta en delicado equilibrio. Inclinar esta balanza del lado del desarrollo sostenible es uno de los principales objetivos de ADAC. Para que esto sea posible se han planteado proyectos hiperlocales tanto de incentivación del turismo rural como de protección de áreas en riesgo. Este es el caso, del proyecto dedicado a desarrollar una figura de protección para la vega del río Ungría. Otro de los proyectos que esta asociación tiene en marcha es el relacionado con la «señalización activa» de la comarca. Fausto los llama «puntos de información interactivos», que no son otra cosa que pantallas táctiles cuya función es ofrecer información de rutas o casas rurales en tiempo real. El propósito de todo este trabajo es el de aumentar tanto el valor económico como el social de unas zonas que son todo potencial. Vida en la Estepa Siguiendo esta línea, Fausto González habla de Vida en la Estepa, otra de las iniciativas comarcales propuestas por ADAC para ordenar y gestionar los espacios naturales protegidos y así favorecer la generación de nuevos empleos y el desarrollo de actividades sostenibles en el entorno. Las premisas son esperanzadoras: conservación, educación, coordinación y cooperación. «Lo más complinº 127 g septiembre-octubre 2010
Que el ámbito rural se ha transformado gracias al cambio tecnológico es una realidad palpable. Este cambio, constante mientras esté bien alimentado, supone una oportunidad para desarrollar nuevas metodologías de trabajo más seguras, eficientes y eficaces. cado», comenta nuestro ingeniero, «es formar a los territorios y hacerles ver que tener un espacio protegido es una oportunidad y no un inconveniente». Otro de los retos a los que se enfrenta este ingeniero agrónomo está estrechamente relacionado con la construcción de sólidas redes para el desarrollo socioeconómico y medioambiental, como ocurre con Vida en la Estepa. Enmarcada en la Red Natura 2000, una red ecológica europea de áreas de conservación de la biodiversidad impulsada desde el Ministerio de Medio Ambiente, esta iniciativa no solo busca «emprender, educar y gestionar», también impulsa la cooperación. Es otro de los escollos con los que han de lidiar los ingenieros. Pero a Fausto no le frena lo más mínimo; más bien ocurre todo lo contrario porque, como él subraya, «si no existieran problemas que resolver, ni desafíos que conseguir, el entorno laboral sería aburrido y reducido». Él lo tiene claro, «lo más importante de todo es la capacidad que tiene una persona con la cualificación de un ingeniero agrónomo de abordar, esbozar, comprender y, finalmente, resolver esos problemas».
Tras el cambio tecnológico Que el ámbito rural se ha transformado gracias al cambio tecnológico es una realidad palpable. Este cambio, constante mientras esté bien alimentado, supone «una oportunidad para desarrollar nuevas metodologías de trabajo más seguras, eficientes y eficaces». A eso hay que sumarle la sólida formación científico-tecnológica de los ingenieros agrónomos, la misma que les lleva a dominar «múltiples campos» que, tal y como asegura Fausto González, «los cualifica como elementos técnicos indispensables para el desarrollo del mundo rural, el medio ambiente y las industrias relacionadas», una misión que, desde lo particular se proyecta a través de redes hacia lo general, vertebrando con sus infraestructuras el futuro de la ciudadanía. Porque sin coordinación entre estos y otros profesionales para poder explotar el medio de manera sostenible no habrá mañana. «En las manos de todos está crear un espacio sostenible, innovador, con puesta en valor de los recursos locales», sentencia el ingeniero. Coordina: Elisa G. McCausland Profesiones g 15
MUNDO RURAL: Farmacéuticos
Cercanía y confianza, los dos pilares fundamentales de la farmacia rural Montserrat Iglesias Núñez es farmacéutica en el «último pueblo de Galicia». Lo llaman así porque linda con la frontera del Principado de Asturias. Su nombre oficial es Ribadeo, uno de los destinos turísticos más importantes de la provincia de Lugo, en Galicia. Aquí es donde reside y ejerce su profesión esta gallega de adopción que estudió la carrera en la Universidad Complutense de Madrid. Cuenta que la vocación apuntaba a Medicina, pero Farmacia terminó siendo el destino definitivo. «Una vez dentro de la carrera me pareció tan completa y con tantas salidas que no pude marcharme», comenta. Luego vino la especialización. «La decisión de trabajar en oficina de farmacia la tomé haciendo las prácticas tuteladas, obligatorias para obtener el título». La experiencia fue tan completa y gratificante que se decidió por esta rama de la profesión: «Esta fue, sin ninguna duda, mi mejor etapa profesional gracias a todos los que estaban en la farmacia donde hice dichas prácticas», recuerda. El destino, dice ella, es el que la ha llevado a ser propietaria de una farmacia en un lugar tan apartado de sus orígenes, un entorno para el que solo tiene buenas palabras: «Vivir en un medio rural tiene muchísimas ventajas; un paraíso natural que te permite ir andando al trabajo, sin metro ni coches». Si tuviera que ponerle alguna pega esta sería la dificultad para el reciclaje formativo. Y es que, «cuando haces algo, además de trabajar, es mucho más enriquecedor que incluso cuando solo estudiabas la carrera». Le encantaría poder matricu-
Función social del farmacéutico «El farmacéutico rural es, en la mayoría de las ocasiones, la primera consulta de Atención Primaria que hace el paciente; este acude muchas veces a nosotros antes que al médico de familia. Actuamos de filtro, dentro de nuestras posibilidades, algo que el paciente agradece
mucho». ¿Y la relación con los médicos del Centro de Salud? Se intuye una sonrisa en Montserrat. «Yo aquí tengo muy buena relación con los médicos y eso es un autentico regalo porque muchas veces se puede trabajar conjuntamente para el beneficio del paciente». El experimento reciente de la receta electrónica ha servido, dice, para acercar a médicos y farmacéuticos, «al menos, en Ribadeo». El medio rural tiene la gran ventaja del control interno, como dirían en sociología; es decir, todos los habitantes se conocen. «Las farmacias son siempre las mismas, los pacientes también; y hacer un seguimiento farmacoterapéutico es mucho mas fácil en este contexto, lo que es muy beneficioso para la salud publica», precisa Montserrat. «Tú en una ciudad puedes entrar en una farmacia y comentar una dolencia con el farmacéutico pero, a no ser que sea la misma a la que vas continuamente -porque sea al lado de tu trabajo o la del barrio donde vives- el profesional de turno no te va a volver a ver. Aquí, sin embargo, cuando sabemos el problema médico del paciente, al entrar éste por la puerta ya preguntamos cómo sigue».
«Nuestra profesión abarca muchos ámbitos; no somos solo comerciantes. Yo no vivo para vender, desempeño una labor social»
Farmacia rural La clientela fidelizada puede verse como una de las grandes ventajas de la farmacia rural, pero esta también entra-
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larse en ‘Análisis clínicos’, pero tendría que desplazarse hasta Madrid. «Hago cursos puntuales, pero no es lo mismo», precisa Montserrat. Si nos centramos más en el día a día de nuestra farmacéutica, el escollo que encontramos en lo que concierte al tema de la formación es que, tal y como comenta, tiene que seleccionar mucho las actividades a las que dedica el tiempo: «Este no es un sitio en el que la gente sea partidaria de la medicina no convencional por lo que descarto, en gran medida, la homeopatía o la medicina natural». Tampoco han tenido mucho éxito sus iniciativas para formar pacientes. No obstante, está «encantada» con el sitio, sobre todo cuando lo que hace que todo merezca la pena es la importante función social del farmacéutico en este entorno.
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ña riesgos que se hacen patentes en el día a día. Montserrat habla del esfuerzo que ha de realizar el profesional para que la confianza que los pacientes depositan en ella no se debilite, un factor que en la farmacia de ciudad pasa más desapercibido. «Antes de llegar a Ribadeo estuve una temporada en Madrid y puedo asegurar que en un pueblo se trabaja a conciencia; no se te permite dormirte en los laureles y puedes perder fácilmente un buen cliente por un descuido. En una ciudad la mayoría de los clientes son de paso, a no ser que sea una farmacia de barrio; en ese caso estaríamos hablando de una farmacia rural más», reflexiona. Montserrat se siente respaldada por su colegio profesional -el Colegio de Farmacéuticos de Lugo- del que dice «le faltan medios», cuestión que suplen con compromiso y atención en la medida de sus posibilidades. Liberalización del sector A la pregunta de qué necesitaría para sentirse más respaldada por las instituciones colegiales, responde que «tal vez se debiera informar más» a la ponº 128 g noviembre-diciembre 2010
blación de la importancia de su labor. «Nuestra profesión abarca muchos ámbitos; no somos solo comerciantes. Yo no vivo para vender, desempeño una labor social. Si un día me doy cuenta de que mi prioridad es hacer caja y no hacer bien mi trabajo sanitario, aun a costa de perder ganancias, habrá llegado el momento de retirarme de esto, tenga la edad que tenga», responde contundente. También señala al Consejo General de Colegios de Farmacéuticos como encargado principal de, según ella, «recuperar todo el prestigio que se ha perdido y recuperar también la esencia de la profesión, sobre todo en el caso de las farmacias rurales, porque se ha dejado escapar mucho de lo bueno que teníamos».Montserrat se refiere a la amenaza de liberalización que, cual espada de Damocles, pende sobre las farmacias de este país. A esto se le añade la actual crisis económica y los últimos recortes que afectan, principalmente, a las boticas rurales. Ya lo anunció Carmen Peña en el pasado Congreso Nacional Farmacéutico, la tercera parte de las farmacias españolas apenas son rentables. Y, por si fuera poco, los re-
sultados de la encuesta presentada por el profesor de Sociología de la Universidad Complutense, José Luis García de la Cruz, informan de que la ciudadanía no percibe a estos profesionales como agentes de referencia del sistema de salud, a pesar de los 2,5 millones de pacientes que se acercan a una farmacia española al día. Nuestra entrevistada es consciente de este desfase en la percepción global: «Cuando se habla del farmacéutico tenemos verdaderamente mala fama. Desde mi punto de vista, hay profesionales que viven económicamente mejor que nosotros y no se les desprecia tanto. En el caso de las farmacias rurales nadie ve que muchas de ellas tienen turnos de guardia abusivos, por ejemplo», por no hablar de la función de escuchantes, que también comenta. Un escenario privilegiado este en el que Montserrat trabaja, donde el profesional es más consciente que nunca de su valor, pero también de lo sensible de su situación en estos tiempos de crisis. Coordina: Elisa G. McCausland Profesiones g 15
MUNDO RURAL: Ingenieros Técnicos Forestales e Ingenieros de Montes
Bosques Modelo, desarrollo sostenible del entorno rural Pilar Valbuena es ingeniera técnica forestal e ingeniera de montes. Trabaja en Valladolid (Castilla y León) en un innovador enfoque de desarrollo rural conocido como Bosques Modelo. Contribuye al desarrollo en materia forestal a través de una asociación, la Red de Bosques Modelo Mediterránea, que persigue el uso sostenible de los bosques y los paisajes forestales. Es una gestora apasionada y absoluta defensora de esta innovadora manera de entender la explotación de los bosques. También ha colaborado para que, en el Año Internacional de los Bosques, el Foro Global de la Red Internacional de Bosques Modelo, que se celebrará en Burgos ya entrada la primavera, se convierta en cita ineludible de la gestión forestal en este 2011. Oriunda de Palencia, Pilar Valbuena —ingeniería técnica forestal e ingeniería de montes— trabaja desde hace tres años en Valladolid en la Red Mediterránea de Bosques Modelo. Como dice en su tarjeta, un Bosque Modelo es «una asociación voluntaria de personas que viven o se interesan para descubrir, definir, fomentar y garantizar su sostenibilidad; y que, al compartir su experiencia y conocimiento, contribuyen a alcanzar objetivos ambientales a escala mundial». Sin embargo, ella prefiere definirlo como «la unión de gente que vive en un territorio y que trabajan unidos por la sostenibilidad del mismo, tanto de un punto de vista medioambiente, como económico y social». En el compromiso está la clave. El potencial de esta herramienta para el desarrollo rural ha dejado de ser teoría para revelarse como una de las alternativas más sólidas para la sostenibilidad de entornos hiperlocales. «Nadie como las personas que habitan en el territorio conocen las necesidades y potenciali-
dades del mismo, y el Bosque Modelo les ayuda a trabar juntos en una plataforma estable de colaboración dentro del territorio y con otros territorios por todo el mundo, intercambiando experiencias y conocimientos, y realizando proyectos en común». Red Mediterránea de Bosques Modelo En la Red Mediterránea, Valbuena ejerce de gestora forestal e idea, junto a los otros gestores, proyectos que resuelven problemas. «Ponemos en contacto a gente de la Red de Bosques Modelo y ofrecemos soluciones técnicas», concreta. La clave está en las conexiones: «Cuantos más vínculos, mejor». Y si son internacionales, la perspectiva se amplía; «de hecho, al tener muchos puntos en común con las Reservas de la Biosfera, por ejemplo, es frecuente que existan iniciativas con organismos como la FAO, la ONU o el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas (UNPD, en sus siglas en inglés)», co-
El potencial de los Bosques Modelo para el desarrollo rural ha dejado de ser teoría para revelarse como una de las alternativas más sólidas para la sostenibilidad de entornos hiperlocales 14 g Profesiones
menta nuestra entrevistada. Desde que empezara, a principios del 2008, el proyecto se ha duplicado y cerca de diez bosques de la zona están pendientes de ser declarados Bosques Modelo en los próximos meses. «Además, actualmente ya son catorce las regiones y países del entorno mediterráneo que trabajan en iniciativas comunes», precisa. La Red Mediterránea se articula en una Red Internacional de la que forman parte todos los Bosques Modelo. Aparte, existen seis redes regionales —Canadá, Iberoamérica, Mediterráneo, África, Norte de Europa, Rusia y Asia—. Son redes de intercambio de conocimientos y experiencias, cuyo punto fuerte es «que estamos en constante búsqueda de soluciones a problemas y trabajamos juntos con este objetivo». Work in progress De su experiencia en estos tres años, Valbuena destaca los proyectos que tienen en desarrollo en países del Mediterráneo, donde están empezando a ver resultados. Uno de esos proyectos es el de comercialización de productos forestales no leñosos. A través de cooperativas y asociaciones se asesora a los habitantes de zonas rurales dedicadas a nº 129 g enero-febrero 2011
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este tipo de explotación y se les enseña cómo comercializar sus productos, garantizando un desarrollo rural sostenible «social y económico». Otro de los proyectos que se están llevando a cabo, específicamente en la zona del Magreb, es el centrado en evitar la despoblación de determinadas zonas rurales fomentando un turismo sostenible e hiperlocal; su objetivo principal es lograr que los beneficios obtenidos de la explotación de la zona se queden en el territorio, respetando el ecosistema. En esta línea, y emulando los éxitos alcanzados en la zona de Urbión (Castilla y León) con la explotación sostenible de setas, se están replicando en Túnez y Turquía iniciativas de desarrollo económico local, como las recogidas en Micodata (www.micodata.es). «Con la red articulada es muy fácil trabajar y organizar», comenta Valbuena. Estos sistemas de gestión ofrecen, a través de su web, servicios de estimación y predicción de producciones al recolector y asesoramiento técnico para la ordenación del recurso micológico forestal de la región. Un recurso útil y creativo, surgido desde el ámbito civil, para organizar el territorio en beneficio de los habitantes de la zona. Y es que «este trabajo estimula un punto de vista crítico con aquello que te rodea», asegura Valbuena. Nuevas tecnologías y foros de intercambio Pero, si hay algo que marque el día a día de su profesión, eso es, sin duda, el uso de las nuevas tecnologías para mantener la red unida. «Al estar en comunicación con Bosques Modelo de todo el mundo es básica la comunicación a través de Internet y todas las herramientas que nos facilita: e-mail, página web, wikis, Skype, blogs, Twitter, Facebook, etc.». Reuniones por Skype con la Red Iberoamericana de Bosques Modelo, redes articuladas gracias a Facebook o la difusión de información y convocatorias vía Twitter. Porque «una de nuestras máximas es la comunicación, tanto dentro de cada Bosque Modelo, como entre Bosques Modelo o hacia el exterior de la red; y, para ello, estas herramientas facilitan mucho el trabajo». En relación al futuro más cercano, Valbuena está preparando para el próximo nº 129 g enero-febrero 2011
Un Bosque Modelo es, según la ingeniera Pilar Valbuena, «la unión de gente que vive en un territorio y que trabajan unidos por la sostenibilidad del mismo, tanto de un punto de vista medioambiente, como económico y social» marzo la reunión global de Bosques Modelo, el Foro Global de la Red Internacional de Bosques Modelo, que tendrá lugar en Burgos y cuya organización ha sido la principal tarea de nuestra entrevistada estos últimos meses. Esta «reunión de trabajo» toma el testigo del foro realizado hace tres años en Canadá. «La sensación que me quedó de aquella experiencia fue buena. Los compañeros lo llevaron todo muy preparado por lo que se tomaron decisiones», recuerda. «Se aprende mucho del contacto directo con la gente; surgen muchas ideas y, de ellas, nacen interesantes oportunidades de trabajo». Sobre otras oportunidades, las de de-
sarrollo sostenible de los Bosques Modelo, esta ingeniera destaca «todas» las posibles; porque «tienes a todas las entidades y personas responsables o preocupadas por la gestión de un territorio trabajando juntos. Desde la Administración pública hasta asociaciones de cualquier tipo, pasando por grupos ecologistas». Un compromiso civil estrechamente relacionado con el territorio y la gente que lo habita. Una vocación, la de esta ingeniera y gestora, eminentemente social.
Coordina: Elisa G. McCausland Profesiones g 15
MUNDO RURAL: Médicos
Entrevista a Josep Fumado, médico rural El factor social no puede pasarle desapercibido al médico rural. El contacto constante, no solo con el paciente, sino con su entorno, impide al profesional el aislamiento de una realidad en la que interviene constantemente. Josep Fumado es médico rural en Tarragona. Con la ayuda de la tecnología, su labor se sofistica, aunque todavía detecta carencias. En esta entrevista nos cuenta cómo el entorno limita, pero también ofrece lecciones impagables, lecciones de vida. Pregunta.- ¿Sigue siendo el geográfico el factor principal y definitorio de la profesión del médico rural? Respuesta.- Efectivamente, el factor geográfico y la densidad de población son los factores que mejor definen la profesión del médico rural. En mi caso ejerzo, desde hace 28 años, en el municipio de Sant Jaume d´Enveja (Tarragona), en la desembocadura del río Ebro, con una población censada alrededor de 3.500 habitantes, repartidos en tres núcleos de población: Sant Jaume, con 3.000 habitantes; Els Muntells con 540; Balada con 40; la isla fluvial de Gracia, con dos familias permanentes; y la isla fluvial de Buda, con más variabilidad en función de las épocas de caza y pesca. A esta población hay que añadir la «ambulante» no censada que ocupa una urbanización en la playa, un camping, algunas colonias y masías; ello quiere decir que en Semana Santa y en verano la afluencia de gente se duplica como mínimo. La población trabaja en la agricultura —cultivo del arroz y hortalizas—, la construcción, la pesca y un poco en el sector turístico. Actualmente la cobertura sanitaria asistencial la desarrollamos dos médicos y dos enfermeras; de la cobertura nocturna se ocupa otro equipo, compuesto por un médico y una enfermera.
P.- ¿Existen diferencias sustanciales entre el profesional que ejerce en ciudad y el que ejerce en el entorno rural? R.- En la medicina rural hay que destacar la cercanía con nuestros pacientes; la misma que una relación de confianza que, a su vez, crea cierta adherencia a los consejos médicos de todo tipo, como cuestiones de salud pública, cuidado personal, aspectos preventivos, cumplimiento de los tratamientos, etc. En el medio rural, por lo general, los desplazamientos para visitas a domicilio son mucho más largos y, en ocasiones, encontramos grandes dificultades para llegar a los pacientes. Ocurre, sobre todo, en los pueblos de alta montaña, donde en invierno, con las nevadas, puede resultar dificultoso el acceso. En el medio urbano, por lo general, no existe este tipo de dificultades, mientras que en el medio rural la diseminación de la población es un factor a tener en cuenta. P.- ¿Cuáles han sido las experiencias que más le han definido en el transcurso de su carrera como médico rural? R.- Hasta que me integré en el equipo básico de salud de Amposta, estuve ejerciendo catorce años, veinticuatro horas al día, con fines de semana alternativos. El aislamiento que comporta
«El aislamiento que comporta el medio rural, conlleva que seamos los primeros actores en intervenir en los problemas de salud graves que suceden en la zona» 14 g Profesiones
el medio rural, en mi caso a 40 km del hospital de referencia, conlleva que seamos los primeros actores en intervenir en los problemas de salud graves que suceden en la zona. En los primeros años, y recién licenciado, cuando iba a visitar a los pacientes a domicilio me permitía el «lujo» de sentarme en la cabecera del paciente, tomar un café y conversar; esto me permitió conocer en profundidad las inquietudes y problemáticas de mis pacientes. Fue entonces cuando empecé a desarrollar la habilidad, tan importante en medicina, de saber escuchar. Tengo el privilegio de ejercer la medicina en el mismo pueblo donde nací; el mismo donde vive toda mi familia. Conozco el medio. La experiencia ha sido siempre especial en el sentido de que cuidé durante muchos años y acompañé en los últimos minutos de su vida, sentado en su cabecera, a la mujer que ayudó a traerme a este mundo: la señora Pepeta. Ella era la encargada de los partos en el pueblo antes de que hubiera médico. Al tratar, en los primeros años, a toda una población dedicada a la agricultura, me di cuenta de que mi vocación de médico de familia había sido acertada. Podía desarrollar una medicina polivalente —cirugía, traumatología, ginecología, psiquiatría— que era, y es, lo que más me gusta. Durante los diez primeros años viví solo en una pequeña casa del pueblo y cuando algún vecino tenía problemas familiares, aquel era su refugio. nº 133 g septiembre-octubre 2011
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P.- ¿Qué herramientas del Sistema Nacional de Salud (SNS) diría que «empoderan» al médico rural? R.- Las nuevas tecnologías en el medio rural, como la Historia Clínica Electrónica (HCI), son herramientas fundamentales para la mejora de la Atención Primaria rural; Internet permite incrementar la Formación Médica Continuada (FMC), impensable hace unos años. Hay médicos en toda la geografía española —aún pocos— que se han formado en Ecografía Clínica, por ejemplo, y que utilizan esta técnica como exploración complementaria rutinaria, con lo que el médico rural sale muy reforzado por el alto grado de satisfacción de la población. P.- ¿Redefinen las nuevas tecnologías, de alguna manera, el rol del médico rural? R.- Las nuevas tecnologías sitúan al médico rural en un lugar privilegiado; mejoran el acceso a la FMC y permiten aminorar la discriminación negativa que ha sufrido durante tantos años el médico rural. nº 133 g septiembre-octubre 2011
«Las nuevas tecnologías, como la Historia Clínica Electrónica (HCI), son herramientas fundamentales para la mejora de la Atención Primaria rural» P.- ¿Qué carencias detecta en el SNS para aquellos que ejercen en entornos aislados? ¿Qué cambiaría o mejoraría? R.- Debería cambiarse el sentido de la discriminación que existe para el médico rural y volverla positiva. Y me explico. Actualmente, la carrera profesional de los médicos urbanos y rurales de atención primaria se mide con los mismos parámetros, tanto para la investigación como para la docencia. Mientras, el médico urbano tiene todas las facilidades que ofrece poder formarse en una ciudad, el médico rural se encuentra con unas barreras que no le permiten competir en igualdad de condiciones, traduciéndose esta diferencia en una merma profesional y económica. También creo que se debería facilitar la formación y el acceso a la ecografía en el medio rural, lo que mejoraría el nivel de resolución en este medio.
P.- ¿El médico rural como vertebrador social-hiperlocal? R.- Desde siempre el médico rural ha sido un vertebrador social-hiperlocal, más en municipios pequeños. El médico, en su esencia, ha de considerar a todas las personas como iguales, por encima de raza, ideología, religión y estatus social; ahí radica la importancia de esta profesión. P.- ¿Qué opinión tiene de relatos de ficción contemporáneos como «Doctor en Alaska» o «Doctor Mateo»? R.- Aunque no sigo las series y, en general, la televisión por falta de tiempo, lo poco que he visto, aunque ficción, dados los tiempos que vivimos de escasez de médicos, no lo veo mal, en el sentido de generar ilusión en escolares hacia la medicina. Coordina: Elisa G. McCausland Profesiones g 15
MUNDO RURAL: Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur)
Entrevista Teresa López, presidenta de Fademur El rol de la mujer y los derechos conseguidos -y por conseguir- de este sector de la población en el mundo rural son dos de los focos de interés de Fademur. Entrevistamos a su presidente, Teresa López, para saber un poco más de la situación social y laboral de las mujeres en el entorno rural español. Pregunta: ¿Qué papel tienen las mujeres en el mundo rural y en qué medida viene marcado ese rol por la herencia cultural? Respuesta: Las mujeres tenemos un papel fundamental en el mundo rural y el sector agrícola y ganadero en particular. Nosotras hemos sido durante años las que hemos mantenido el medio rural vivo, las que asentamos población en los pueblos y las encargadas en solitario del cuidado de mayores y menores. El problema fundamental ha sido la invisibilidad a la que nos hemos visto sometidas en la sociedad en general, heredando los papeles tradicionales de género que reproducen las relaciones de desigualdad y las limitaciones de acceso de las mujeres a todas las esferas de la vida social y productiva en igualdad de condiciones. P: ¿Es el mundo rural un espacio más complicado para que una mujer pueda ejercer su profesión? ¿Veis necesaria una labor de concienciación al respecto? R: Como he comentado, las mujeres siempre han trabajado en el campo y en las explotaciones familiares agrarias, pero nuestro medio rural adolece de tres grandes problemas: el envejecimiento, el despoblamiento y la masculinización. Estos problemas implican que las mujeres tienen más dificultades a la hora de acceder a un empleo, a la hora de conciliar, ya que no hay servi14 g Profesiones
cios suficientes en el medio rural —guarderías, actividades extraescolares, centros de mayores, ayuda a domicilio para dependientes—. Es fundamental para las mujeres que trabajan en el sector agrario que coticen a la Seguridad Social y aquí hay que hacer una labor de concienciación y de poner en valor tanto el trabajo desempeñado por las mujeres como la necesidad de “aparecer en los papeles” y tener derechos sociales individuales propios. En muchos casos, cuando solo se podía pagar una cotización en la explotación familiar, ha sido el hombre el que figuraba a pesar de compartir ambos la gestión diaria. Por desgracia muchas mujeres, después de una vida de trabajo, han visto como sus primeros ingresos son los de la pensión de viudedad; todo eso sin contar con que, en casos de divorcio, hay mujeres que se quedan sin nada. P: Desde vuestro punto de vista, ¿sentís que las instituciones españolas son sensibles a la perspectiva de género aplicada a los problemas socio-económicos, ya no solo en el espacio rural, sino en lo que es la geografía nacional? R: Estos últimos años han sido en los que más hemos avanzado en cuanto a derechos y reconocimiento de las mujeres en el medio rural y en cuanto a normativas aprobadas para avanzar hacia la igualdad real
entre mujeres y hombres a todos los niveles. En estos años hemos visto como se aprobaba la Ley contra la Violencia de Género, la Ley de Igualdad, la Ley de Salud Sexual y Reproductiva. Otra ley fundamental para nosotras y por la que Fademur lleva años trabajando a nivel estatal y en todos los territorios, es la Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias. P: Eres la única española en el Comité de Organizaciones Agrarias de la Unión Europea. Desde el punto de vista de vuestra institución y teniendo en cuenta la perspectiva internacional, ¿qué podría mejorarse en el sector agrario? R: En el Comité de Agricultoras del COPA, celebrado la semana pasada, tuve la ocasión de exponer como ejemplo la Ley española de Titularidad Compartida ya que había despertado gran interés entre todos los países que participan de la Unión Europea y es un ejemplo a seguir en cuanto a reconocimiento del trabajo de las mujeres agricultoras y ganaderas. En cuanto a la nueva Política Agraria Común (PAC), el sector agrario necesita de todos los apoyos y más en este momento con la PAC que nos espera en los próximos años. Por ese motivo, consideramos necesario que se trabaje la reforma de la PAC integrando la perspectiva de género y, en segundo lugar, que nº 134 g noviembre-diciembre 2011
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las organizaciones de mujeres rurales participemos en los foros de debate y decisión en torno a la nueva PAC. P:¿Cuáles son las principales quejas que exponen las mujeres que trabajan en el medio rural? ¿Se dan grandes cambios dependiendo de la geografía o el sector? R: Nuestros años de experiencia de trabajo nos llevan a saber que los problemas de las mujeres, salvando algunas distancias territoriales, son los mismos en todas partes. La principal queja de las mujeres ha sido la invisibilización, la falta de servicios e infraestructuras en todos los niveles y su escasa presencia en la toma de decisiones. Aún hoy las mujeres rurales no están representadas en las organizaciones profesionales agrarias, las comunidades de regantes, los grupos de acción, los consejos rectores de las cooperativas... Las mujeres debemos participar en todos los ámbitos para incorporar nuestras necesidades en las agendas políticas.
P: La igualdad de género «plena y total» sigue siendo una cuenta pendiente. ¿Es responsabilidad de los poderes públicos que se establezca un compromiso ético para que sea una realidad? ¿Cuáles son las peticiones concretas de Fademur en relación a esta cuestión? R: Por supuesto que a pesar de lo que hemos avanzado todavía queda mucho por hacer y es responsabilidad de todas las administraciones poner todos los medios a su alcance para seguir trabajando para conseguir la igualdad real. En cuanto a la Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias, que entrará en vigor el próximo 6 de enero, es imprescindible que se pongan en marcha las medidas de fomento de esta figura que, entre otras, son bonificaciones de la cuota de la Seguridad Social y otras ayudas e incentivos para su registro. También es fundamental que las Comunidades Autónomas agilicen la puesta en marcha de estos registros y primen a las explotaciones en titularidad compartida.
P: Con el cambio de Gobierno ¿Qué balance hacéis desde vuestra institución de las políticas aplicadas y qué le pediríais al Gobierno entrante? R: Respecto al sistema de ayudas, desde Fademur esperamos que la crisis económica no suponga un obstáculo para su puesta en marcha y, de esta forma, evitar que, nuevamente, el sector agrario en general y las mujeres del sector agrario en particular se vean de nuevo afectadas. Fademur quiere seguir avanzando en el reconocimiento del trabajo de las mujeres ya que en muchas empresas familiares ocurre como en el sector agrario, las mujeres cónyuges del empresario trabajan pero no son beneficiarias de los derechos como trabajadoras. En este sentido, desde nuestra organización planteamos extender esta figura al resto de negocios familiares, estudiando las singularidades de cada sector —especialmente se produce en hostelería— y adaptando esta figura a dichas especificidades. Por lo tanto, pedimos al nuevo ejecutivo que no se den pasos atrás en los avances conseguidos hacia la equidad de género y sobre todo que la igualdad y los derechos de las mujeres no sean moneda de cambio en los tiempos de crisis. Coordina: Elisa G. McCausland
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