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Arte, ciencia y ciencia ficción

Arte, Ciencia y Ciencia Ficción: Una combinación ganadora

Elisa G. McCausland

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Uno de los signos más visibles de la hibridación creciente entre categorías del conocimiento que tiene lugar en la actualidad es el correspondiente a las relaciones entre expresiones artísticas, avances científicos y reflexiones especulativas sobre nuestro presente y futuro. Los artistas contemporáneos están cada vez más interesados en la filosofía de los procesos tecnológicos a los que recurren para dar forma a sus obras; los científicos se aproximan a esferas de la realidad en las que ya no valen las categorías tradicionales de medición y experimentación; y los escritores y realizadores de ciencia ficción se han convertido en los auténticos analistas de unos tiempos convulsos, plagados de inestabilidades sociales, económicas y sanitarias. Dos exposiciones inauguradas en nuestro país por estas fechas ponen de manifiesto estas interesantes sinergias entre artistas, científicos y mentes imaginativas: Color, el conocimiento de lo invisible, que puede visitarse en el Espacio Telefónica de Madrid desde junio de este año hasta enero de 2022; y Ciencia Fricción: Vida entre especies compañeras, que se exhibe en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona entre el 12 de junio y el 28 de noviembre de 2021. Pero estas dos muestras son tan solo la punta del iceberg en una tendencia que a nivel global está propiciando todo tipo de confluencias y debates, hasta el punto de redefinir lo que entendemos por pensamiento. la vida social, lo que tiene un peso muy significativo a la hora de definir el espíritu político y cultural de nuestros tiempos. Tenemos a nuestro alcance posibilidades inéditas para transgredir las formas tradicionales de presentación, exhibición o interacción del mundo, y, en consecuencia, para articular nuevas relaciones entre la apariencia y la realidad, entre lo singular y lo común, entre lo que es visible y su significado».

Proyecto Casandra

Futuros (im)posibles Un ejemplo pionero de ello lo encontramos en la obra de la intelectual estadounidense Donna Haraway, que desde principios de los años ochenta intersecta en sus textos la especulación humanística y científica y las derivas imaginativas de la cultura popular para alumbrar ideas revolucionarias sobre la naturaleza humana y la de cuanto nos rodea. Del Manifiesto Cyborg (1991) a Seguir con el problema: Generar parentesco en el Chthuluceno (2016), Haraway ha sabido establecer un paralelismo modélico entre la comunión de cultura, ciencia e imaginación en sus argumentos y la comunión en su estilo como ensayista de los tres aspectos citados. El objetivo de Haraway, hacer que las personas salgamos de nuestras cajas mentales, superemos nuestras inercias de pensamiento, a fin de poder contribuir a materializar futuros más vivibles. Los discursos de Haraway están en el origen mismo de esta nueva sensibilidad que aprovecha lo mejor de la realidad, la imaginación, la ficción y la ciencia para proyectar otras maneras de estar en el mundo. Es una aventura a la que se han sumado con entusiasmo teóricos, artistas, agentes culturales, científicos y hasta representantes de las artes aplicadas, que empiezan a pensar los entornos inmediatos en los que transcurre nuestra cotidianidad como vehículos de transformaciones que aúnan lo posible y lo inimaginable. En palabras del investigador y diseñador Oriol Arnedo Casas, «ha llegado el momento de aplicar la (ciencia) ficción a nuestras prácticas a fin de especular con mayor acierto en nuestro tiempo y nuestra materialidad (...) los avances tecnológicos y científicos han transformado casi todos los aspectos de nuestra vida y han traído consigo una ruptura radical en Podría decirse que Haraway y Arnedo Casas se han abandonado a la mera especulación sino fuese porque la fusión de la retórica científica, la imaginativa y la artística ya tiene aplicaciones prácticas para muchas instituciones: en un anuncio que no ha sorprendido tanto como podía imaginarse, el ejército alemán ha implementado un comité nacional de académicos en literatura comparada para predecir el futuro. Los integrantes del Proyecto Casandra, como se ha denominado a la iniciativa, profundizarán en el zeitgeist literario, cultural y científico de nuestra época con el objetivo de deducir a partir de sus manifestaciones la posibilidad latente en un futuro próximo de eventos catastróficos de origen humano, en particular conflictos bélicos. Los partícipes del Proyecto Casandra creen que los acontecimientos sucesivos que han trastornado los primeros compases del siglo XXI —del 11S al Covid-19 pasando por la Gran Recesión de 2008, el deterioro medioambiental y las crisis múltiples de refugiados— obligan a pensar de modo proactivo y abierto en las condiciones de la realidad, dado que las estructuras tradicionales de análisis y política no están dando resultados satisfactorios. Así, los potenciales de la imaginación, el big data, la biología cuántica, la cultura popular y demás elementos complementarios de otras ramas del saber y la sensibilidad pueden llegar a ser el fundamento de un paradigma holístico que nos ayude a frenar derivas entrópicas y encauzar el mañana con menos inestabilidad. Volvemos a Donna Haraway: «la única esperanza de que nuestro presente no sea un final de todo sino el final de un ciclo reside en la comprensión de que no estamos solos. Ni como individuos, ni como especie, ni como intelectos estructurados en torno a una forma rígida y estanca de pensamiento».

Color, el conocimiento de lo invisible

Afirman los comisarios de esta exposición instalada en el Espacio Telefónica de Madrid y centrada en las diversas facetas del color, Miguel Ángel Delgado y María Santoyo, que su ánimo ha pasado por reivindicar estudios científicos de todas las épocas acerca de la impresión que la luz reflejada en los cuerpos provoca en nuestras retinas; pero, también, han aspirado a descubrir a los visitantes las vertientes sociales, culturales y artísticas de la cuestión. En el primer aspecto, Color, el conocimiento de lo invisible parte del pasado para recalar en las perspectivas científicas más vanguardistas del momento a la hora de averiguar cuál es la naturaleza exacta del color y sus propiedades: fotofarmacología, neurología, inteligencia artificial… En el segundo, se abordan las facultades psicológicas, plásticas y sensoriales del color en un viaje que incluye paradas en Newton, Goethe, Yves Klein o Balenciaga. La exposición indaga también en las convenciones simbólicas asignadas al color, de modo que una parte importante de la misma está dedicada a su vínculo con las religiones, el poder político, las revoluciones industriales, las codificaciones de género o los hábitos cotidianos y festivos de los colectivos. Por último, una cuestión que sus comisarios no han querido que pase desapercibida —las tonalidades de cada color y sus sentidos diferentes y hasta divergentes— también tiene espacio en la exposición.

Ciencia Fricción: Vida entre especies compañeras

El planteamiento de esta exposición comisariada por la activista feminista María Ptqk en el CCCB de Barcelona es una evidencia científica: todas las especies terrestres están unidas por relaciones simbióticas e interdependientes. En la naturaleza no existen organismos autónomos o independientes. Todos formamos parte de ecosistemas integrados armónicamente los unos en los otros. Los seres vivos configuramos una red de colaboraciones, mutaciones e intercambios en cuyo seno aprendemos a convivir como especies compañeras. Desde esta perspectiva, la función del ser humano en la evolución pasa a ser la de otra pieza en la red de interdependencia de especies en nuestro planeta. Esta visión científica da paso a lo largo de la exposición a gran cantidad de reflexiones vinculadas a la imaginación por obra y gracia de intervenciones artísticas en soportes diversos: pintura y escultura, instalaciones inmersivas audiovisuales y sonoras, realidad virtual, dibujo y cine de vanguardia, así como piezas de divulgación científica. La idea de Ciencia Fricción: Vida entre especies compañeras ya había sido desarrollada en Internet por María Ptqk, aunque la exposición presencial nos da la oportunidad de ampliar muchas de sus propuestas y de hacer del espacio del CCCB un universo que integran hasta cinco ecosistemas: Simbiogénesis, Especies compañeras, Redes de conciencia bioquímica, Historias de los orígenes y un epílogo, Contrato animal.

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