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La Visión Profesional, en 100 palabras. La interpelación transformadora del feminismo

La interpelación transformadora del feminismo

Octavio Salazar

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Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba

El feminismo lleva prácticamente tres siglos planteando una propuesta alternativa de pacto de convivencia entre mujeres y hombres. Ello pasa por la necesaria revisión de unas estructuras –sociales, políticas, económicas, jurídicas– que se han articulado durante siglos a partir de la ciudadanía privilegiada de los hombres y la devaluada de las mujeres. A partir de una relación jerárquica entre lo masculino y lo femenino, nos hemos construido en cuanto sujetos, y en cuanto comunidad, a partir de una división sexual del trabajo y de un reparto de responsabilidades y tiempos que siempre han restado autonomía a las mujeres. Por más que las leyes y en general las políticas públicas adoptadas en los últimos quince años hayan contribuido a que las mujeres superen obstáculos que se lo siguen poniendo más difícil en el acceso al mundo público en general, y a todo lo que supone ejercicio de poder en particular, las estructuras de fondo apenas si han sido removidas. Esta transformación pendiente exige no solo acción política sino también un compromiso personal y colectivo en la revisión de un modelo de masculinidad y feminidad que continúa marcado por la cultura machista. Al mismo tiempo, es urgente la incorporación de otras reglas del juego, de otras formas de organizarnos, en lo público y en lo privado, de otros modelos organizacionales y de toma de decisiones que superen los métodos y las palabras masculinas y masculinizadas. Un cambio revolucionario que ha suponer en concreto para los hombres el abandono de nuestra tradicional posición de comodidad, la asunción de responsabilidades en el ámbito privado y la implicación, racional y emocional, en una forma de entender el trabajo y la vida que haga que la segunda pese mucho más que el primero en la definición de nuestro currículum. Isabel Tajahuerce

Directora de la Cátedra Extraordinaria de Valores Democráticos y de Género de la Universidad Complutense de Madrid El conocimiento solo es neutro si incorpora la perspectiva de género. Pero todavía hay quien considera que el lenguaje masculino es inclusivo, que un estudio que no desagrega los datos por sexos es válido o que no es necesario trabajar con enfoque de género en el ámbito de la salud, por poner algunos ejemplos. La formación en igualdad es todavía una utopía. Las universidades no la incluyen en sus grados ni másteres, y la investigación sigue manteniendo sesgos de manera generalizada. Las formaciones profesionales tampoco incorporan esas asignaturas y enfoques esenciales. Pareciera que algo tan relevante se resuelve con cursillos de unas horas una vez finalizado el aprendizaje androcéntrico. Los procesos de socialización de mujeres y de hombres son diferentes en la sociedad actual porque las mujeres fueron segregadas por ley durante mucho tiempo, impidiendo el acceso a derechos de ciudadanía y a la educación. La Constitución española actual reconoce la igualdad, pero se mantiene la huella en todos los ámbitos profesionales y en las responsabilidades de la vida privada que producen brechas salariales. Para construir una sociedad democrática y sostenible, que ponga en el centro de todo la vida, es imprescindible un enfoque de género en la formación y en la práctica profesional.

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