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ÉL TENÍA 3 MESES CUANDO LE DIAGNOSTICARON CÁNCER
Para Gabriela y Caíque Díaz, los primeros meses de su hijo, Henrique, fueron muy delicados. Con solo dos meses, lloraba mucho y había perdido el movimiento de sus piernas.
Después de casi un mes de hospitalización y exámenes, el resultado fue, neuroblastoma. “Al recibir el diagnóstico fue un duro golpe. En ese momento, pensamos 'esto no será para la muerte, sino para la gloria de Dios', porque ya vivíamos la Fe y abrazamos la cura”, dice
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Gabriela.
Los médicos hablaron del riesgo de la cirugía a la que Henrique tendría que someterse de urgencia para extirpar el tumor.
La operación duró diez horas y parecía haber sido exitosa, pero horas después, surgieron complicaciones.
Caíque cuenta lo sucedido: “En la noche, hubo otro gran ciencia respiratoria aguda. Al día siguiente, Henrique tuvo que ser entubado”
Nuestro bebé enfrentó una cirugía, quimioterapia, pero creimos en la cura desde el momento en que recibimos el diagnóstico.
Gabriela y Caíque Díaz, esposos
Neuroblastoma
El neuroblastoma es la tercera neoplasia maligna más frecuente en la infancia y se caracteriza por un tumor que se origina a partir de las células primitivas de la cresta neural. Los síntomas varían según la ubicación del tumor y pueden incluir dolor, hinchazón y problemas urinarios o intestinales.
La verdadera seguridad
“Fuimos al Altar e hicimos un voto con Dios; después de la cirugía, el bebé empezó a mejorar. Hicimos todo lo que nos indicaron y usamos nuestra fe a través del aceite,
Dios nos honró. En los primeros exámenes de revaloración, el tumor había desaparecido, pero los médicos decidieron continuar con el tratamiento por seguridad. Sabíamos que la verdadera seguridad estaba en el Altar y que el milagro ya había ocurrido”, dice Caíque. Al día siguiente salió de la UCI. Posteriormente, Henrique comenzó la quimioterapia. Gabriela recuerda que antes de las sesiones de quimioterapia ungían con aceite a su hijo: “Vivimos el milagro día tras día. Estaba claro que la mano de Dios estaba obrando en la vida de Henrique. Él recibía altas dosis de quimioterapia y los médicos dijeron que a un adulto le tomaría 30 días recuperarse, pero con cada sesión de quimioterapia él ganaba peso”. Un niño 100% sano Henrique se sometió apias. Con 15 meses de vida, se le realizó un autotrasplante (autólogo) de médula ósea. Hoy, cerca a cumplir cuatro años, está curado y ya no usa medicamentos. Se somete a seguimientos y exámenes periódicos, que siempre muestran que está sano.
Y por la fe, sea libre de todos sus dolores, problemas y enfermedades.
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