La Lucha de Bandos en el País Vasco: de los Parientes Mayores a la Hidalguía Universal

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La Lucha de Bandos en el País Vasco: de los Parientes Mayores a la Hidalguía Universal Guipúzcoa, de los bandos a la Provincia (siglos XIV a XVI) José Ramón Díaz de Durana Ortiz de Urbina (ed.)

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La LUCHA de bandos en el País Vasco, de los parientes mayores a la hidalguía universal : Guipúzcoa, de los bandos a la provincia (siglos XIV a XVI) / José Ramón Díaz de Durana Ortiz de Urbina (ed) . — Bilbao : Servicio Editorial. Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, 1998. — 618 p. ; 24 cm. ; (Historia Medieval y Moderna) D.L. BI-2.490-98 ISBN: 84-8373-085-5 1. País Vasco - Historia - 0500-1500 (Edad Media) 946.015"14/15"

Ilustración de portada: Lope García de Salazar Ilustración autorizada por la Real Cofradía de los Caballeros del Santísimo y Santiago de Burgos © Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua ISBN: 84-8373-085-5 Depósito legal/Lege gordailua: BI-2.490-98 Fotocomposición/Fotokonposaketa: Ipar, S. Coop. Particular de Zurbaran, 2-4 - 48007 Bilbao Impresión/Inprimaketa: Itxaropena, S.A. Araba Kalea, 45 - 20800 Zarautz (Gipuzkoa)


Índice

Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Prólogo. José Ángel García de Cortázar y Ruiz de Aguirre . . . . . . . . . . . . . . . .

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1. Historia y presente del tratamiento historiográfico sobre la Lucha de Bandos en el País Vasco. Balance y perspectivas al inicio de un nueva investigación. José Ramón Díaz de Durana Ortiz de Urbina. . . . . . . . . . . .

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2. Nuevos documentos y nuevo tratamiento de las fuentes para el estudio de la Lucha de Bandos. José Angel Lema Pueyo/José Antonio Munita Loinaz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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3. Para una nueva edición del Libro de las Bienandanzas e Fortunas, de Lope García de Salazar. Consuelo Villacorta Macho . . . . . . . . . . . . . . . . .

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4. Historiografía y bandos. Reflexiones acerca de la crítica y justificación de la violencia banderiza en su contexto. Arsenio F. Dacosta Martínez .

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5. La genealogía de los Solares y Linajes guipuzcoanos bajomedievales. Reflexiones y ejemplos. F. Borja de Aguinagalde . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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6. ¿Qué es un Pariente Mayor? El ejemplo de los señores de Oñaz y Loyola. José Antonio Marín Paredes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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7. Aproximación a las bases materiales del poder de los Parientes Mayores guipuzcoanos en el mundo rural: Hombres, seles, molinos y patronatos. José Ramón Díaz de Durana Ortiz de Urbina . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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8. La participación de la nobleza guipuzcoana en la renta feudal centralizada: Vasallos y mercenarios al servicio de los reyes de Navarra (13501433). Jon Andoni Fernández de Larrea y Rojas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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9. Los linajes urbanos de las villas del Puerto de Pasajes (San Sebastián, Rentería y Fuenterrabía): Dos modelos de formación de las oligarquías municipales. M.ª Soledad Tena García . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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10. Repúblicas sin tiranos, Provincia libre. Sobre cómo llegó a concebirse al Pariente Mayor banderizo como enemigo de las libertades de las repúblicas guipuzcoanas. José Ángel Achón Insausti . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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11. La creación de nuevos sistemas de organización política de las villas guipuzcoanas al final de la Edad Media. Ernesto García Fernández . . .

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12. El siglo XVI, época dorada de los movimientos migratorios guipuzcoanos de media y larga distancia durante la Edad Moderna. Santiago Piquero Zarauz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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13. República de hidalgos. Dimensión política de la hidalguía universal entre Vizcaya y Guipúzcoa. José M.ª Portillo Valdés . . . . . . . . . . . . . . . . .

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14. La revolución de los precios en la Guipúzcoa del siglo XVI: Los precios del trigo. Santiago Piquero Zarauz/Ignacio Carrión Arregui/Isabel Mugartegui Eguía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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15. Nobleza y terratenientes en la Castilla interior y en el País Vasco costero: Soluciones a la crisis del siglo XVII. Isabel Mugartegui Eguía . . . . .

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16. Artesanos, manufacturas y precios en la Gipuzkoa del siglo XVI. Ignacio Carrión Arregui. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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17. De la fiscalidad municipal a la sociedad: notas sobre las desigualdades económicas y contributivas en Guipúzcoa (siglos XV-XVI). Santiago Piquero Zarauz/José Ramón Díaz de Durana Ortiz de Urbina . . . . . . . . . . . .

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18. Bibliografía y fuentes impresas para el estudio de la Lucha de Bandos en el País Vasco. José Ángel Lema Pueyo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Epílogo. Emiliano Fernández de Pinedo y Fernández . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Prefacio

El lector tiene en sus manos los resultados del trabajo realizado por un grupo de investigadores que se reunieron en Vitoria durante los días 4 y 5 de Diciembre de 1997 para exponer los frutos obtenidos en sus respectivas investigaciones y debatir sobre el pasado, el presente y el futuro de la Lucha de Bandos en el País Vasco. La propuesta de realizar este encuentro nació de los miembros de un equipo de investigación que trabajan en un proyecto cofinanciado por la Universidad del País Vasco y el Gobierno Vasco tratando de avanzar en la interpretación de ese conflicto social. Coincidió en el tiempo con la conmemoración del sexto centenario de la aprobación, el 6 de Julio de 1397, en Guetaria, de las Ordenanzas de la Hermandad de Guipúzcoa. También con el inmediato 25 aniversario, durante el mes de marzo de 1998, de la celebración en Bilbao del un Simposio sobre La sociedad vasca rural y urbana en el marco de la crisis de los siglos XIV y XV. Sin excepción, creo que todos los estudiosos del problema reconocen actualmente que aquel encuentro constituyó un paso decisivo en la renovación de los estudios de tema medieval vasco en general y de modo especial en lo que se refiere a la Lucha de Bandos. Durante aquellos días conmemoramos esa efeméride y este último evento científico. Y quisimos hacerlo presentando las últimas aportaciones que se habían producido en torno a estas cuestiones en un Symposium sobre la Lucha de Bandos en el País Vasco que denominamos De los Parientes Mayores a la Hidalguía Universal. Gipuzkoa, de los Bandos a la Provincia (siglos XIV a XVI). El Symposium tuvo un doble objetivo: exponer los resultados alcanzados por los miembros del equipo de investigación y contrastarlos con los que estaban alcanzando colegas de otras universidades que bien orientan sus esfuerzos en la investigación de los mismos problemas desde ópticas diferentes o bien estudian aspectos paralelos que permiten engarzar y contextualizar los procesos que nuestro grupo trata de analizar e interpretar. 9


Para alcanzar esos objetivos nos pareció oportuno, en primer lugar, solicitar la participación de aquellos historiadores que durante los años setenta iniciaron la renovación historiográfica que permitió un cambio de enfoque en el tratamiento del problema y alcanzar resultados de gran interés sobre la interpretación de los conflictos sociales en el País Vasco durante la baja Edad Media. Estos historiadores, J.A. García de Cortázar, E. Fernández de Pinedo y Julio Valdeón, que también participaron en el Simposio bilbaíno hace veinticinco años y son maestros de toda una generación de investigadores, presidieron las mesas de exposición y debate que fueron propuestas y realizaron las conclusiones del Symposium. No quiero ocultarles que con ello pretendimos también ofrecerles un merecido homenaje académico. Junto a ellos, propusimos debatir sobre la cuestión de referencia en esta primera ocasión a investigadores que trabajan sobre distintos problemas estrechamente relacionados con el tema central de nuestra investigación. Se trata de Consuelo Villacorta, Arsenio F. Dacosta, José Antonio Marín, José Ángel Achón, María Soledad Tena, José María Portillo y Borja de Aguinagalde. El resto de los intervinientes en el Symposium forman parte o están muy próximos al equipo de investigación anteriormente señalado y participaron con las aportaciones previstas dentro del plan de trabajo propuesto por el grupo para el desarrollo del proyecto. Se trata de José Ángel Lema, José Antonio Munita, Jon Andoni Fernández de Larrea, Ernesto García, Ignacio Carrión, Santiago Piquero y José Ramón Díaz de Durana. Logramos de este modo reunir a un grupo interdisciplinar de historiadores de la economía, de los fenómenos sociales y a especialistas de la lengua, la literatura y la documentación de la Edad Media en el País Vasco. Un grupo en el que estaban representados investigadores de tres generaciones. El Symposium se organizó en torno a tres grandes áreas de discusión divididas en dos partes. La primera parte se ocupó de los Parientes Mayores y los Bandos. En la primera sesión se abordó, en primer lugar, un balance sobre las fuentes disponibles para atender más tarde a los trabajos relacionados con la reedición de una crónica excepcional como es el Libro de las Bienandanzas e Fortunas de Lope García de Salazar y la explotación histórica de esas fuentes aprovechando las nuevas tecnologías. La trascendencia de las nuevas aportaciones de textos inéditos procedentes de diversos archivos y en particular de los archivos familiares y las observaciones historiográficas no estuvieron ausentes de esta primera aproximación al problema. Durante la segunda sesión se debatió sobre los Parientes Mayores y los Bandos a partir de las últimas investigaciones realizadas tomando como referencia la documentación guipuzcoana. El acercamiento a la definición y significado de la institución de los Parientes Mayores; las bases materiales de su poder en el mundo rural a través del análisis de los prin10


cipales renglones de ingreso; la participación de los Parientes Mayores guipuzcoanos en las rentas del Rey de Navarra, o los distintos modelos de constitución de oligarquías municipales en las villas de la costa guipuzcoana, fueron las líneas de fuerza de la aproximación al problema durante la tarde del día 4 de diciembre La segunda parte se dedicó a la constitución de la Provincia de Guipúzcoa y, en su tercera sesión, al análisis de la sociedad guipuzcoana entre 1450 y 1550, deteniéndose especialmente en el nacimiento y primeros pasos de una «sociedad igualitaria» que perdurará durante los siglos siguientes, es decir, intentando evaluar las transformaciones sociales, económicas y políticas que conoció la sociedad vasca al final de la Lucha de Bandos. Por último la cuarta sesión consistió en una mesa redonda donde intervinieron los moderadores de las sesiones que elaboraron las Conclusiones del Symposium. Las distintas sesiones permitieron a los intervinientes exponer sus resultados y contrastarlos. La elección de esta fórmula de encuentro, el Symposium, más restringida y dinámica que la del Congreso, fue elegida precisamente para primar y estimular el debate de modo que fuera posible revisar aportaciones anteriores, hacer balance de los resultados obtenidos hasta la fecha y proponer nuevos enfoques. La discusión entre los intervinientes y los asistentes en cada una de las sesiones abarcó todos los aspectos del problema y expresó, con la vivacidad y cordialidad que caracteriza a los debates académicos, los diferentes puntos de vista de los participantes. No creo equivocarme al expresar el sentir general de quienes asistieron a aquellas sesiones si afirmo que el debate fue enriquecedor y permitió profundizar en aspectos de gran interés en torno al origen, desarrollo y consecuencias de las Lucha de Bandos en el País Vasco. Para la publicación nos ha parecido oportuno incorporar también otras aportaciones relacionadas con la economía y la sociedad guipuzcoana durante los siglos XVI y XVII con el fin de contextualizar el final de una historia que no termina bruscamente en los primeros años del Quinientos. Con ese fin se agregan a las contribuciones señaladas anteriormente tres trabajos de Santiago Piquero Zarauz, Isabel Mugartegui e Ignacio Carrión excelentes conocedores de la Guipúzcoa de esos siglos. El resultado del trabajo realizado por cada uno de los participantes en el Symposium y de los debates que allí se celebraron pueden valorarse a través de las aportaciones que ahora se publican. Pero no quiero olvidar a quienes antes, durante y después de aquellas sesiones colaboraron en la organización del Symposium haciendo posible finalmente una idea madurada desde intereses estrictamente académicos. Deseo expresar nuestro agradeciendo a los Profesores José Ángel García de Cortázar, Emiliano Fernández de Pinedo y Julio Valdeón que nos enseñaron el camino por el que ahora transitamos; a quienes presentaron sus reflexiones durante aquellos dos fríos días de diciembre; a los profesores, alumnos y estudio11


sos del problema que quisieron acompañarnos en aquel encuentro académico; a los patrocinadores de la reunión: la Universidad del País Vasco —a través de los Vicerrectorados de Álava, Extensión Universitaria y el Decanato de la Facultad de Filología y Geografía e Historia—, el Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Álava, la Biblioteca Koldo Mitxelena de la Diputación Foral de Gipuzkoa y la Caja Vital Kutxa. Y de modo especial no quiero olvidar la generosidad en el trabajo de dos alumnos, Eider Villanueva y Luis Morante, y un compañero, Jon Andoni Fernández de Larrea. En nombre del grupo de investigación responsable de la celebración del Symposium quisiera transmitir a los que se acerquen a estas páginas la ilusión de quienes colaboraron en su organización. Durante los meses previos a su celebración trabajamos para que nadie quedara defraudado. Espero que lo hayamos conseguido. En todo caso siempre consideramos que los trabajos que ahora se presentan eran un eslabón más en una cadena que nuestros maestros nos enseñaron a forjar y enlazar y a la que los historiadores más jóvenes incorporarán otros nuevos desde las inquietudes historiográficas de su generación. José Ramón Díaz de Durana Ortiz de Urbina Vitoria-Gasteiz, febrero de 1998

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Prólogo José Ángel García de Cortázar y Ruiz de Aguirre Universidad de Cantabria

El oficio de historiador, al menos, el de historiador maduro, es aparentemente, como el poder de los señores en la sociedad del Antiguo Régimen, de carácter proteico. Adopta distintas formas y se mete por todos los intersticios. De él se espera la clase general de primer curso de licenciatura, el artículo erudito de investigación, la ponencia congresual rigurosa, la monografía sólida, la síntesis comprehensiva, la conferencia brillante y banal, el ensayo ágil, el guión audiovisual y hasta la redacción de un prólogo. En cierto modo, como sucedió también con el poder de los señores entre los siglos XI y XV, el oficio de historiador va pasando, conforme éste madura, del dominio territorial al jurisdiccional. Sus rentas se generan cada vez menos en el territorio de la investigación y más en el de la jurisdicción de la investigación, sin olvidar que, en ocasiones, acaban siendo sólo las rentas de la representación de la investigación. Algo así como el reflejo social de un recuerdo de pretéritos estudios y quehaceres. En esa evolución del oficio de historiador surgen coyunturas que, como en los señoríos medievales, propician un aumento significativo de la producción. De él se benefician no sólo los productores directos sino también el titular del señorío, a quien permite una ampliación de los excedentes y una elevación de sus niveles de renta. Ésta es, justamente, la sensación que tuve al asistir a las sesiones del simposio a cuyas actas sirven de prólogo estas páginas. La sensación de que mi renta intelectual se incrementaba al escuchar las exposiciones de los ponentes. Éstos, desde luego, disponían inicialmente de una ventaja. Los organizadores los habían convocado para que hablaran de lo que sabían, no de lo que hubieran podido improvisar en seis, ocho o diez meses a propósito de la conmemoración de alguna fecha significativa en el particular calendario de la institución financiadora. Acudían, por tanto, a exponer el resultado de años de estudio, a exhibir las rentas de su dominio del territorio investigador. 13


El tema: aparentemente, los conflictos sociales desencadenados en el marco de la llamada crisis del feudalismo o crisis bajomedieval en un escenario concreto, Guipúzcoa. En otras palabras, la lucha de bandos revisitada. Pero revisitada con la deliberada voluntad de sustraerla a lo que Foucault llamaba «la apropiación social del discurso». En este caso, del discurso elaborado por Lope García de Salazar en sus Bienandanzas e fortunas, origen de otras apropiaciones posteriores denunciadas ya en 1973 tanto por Alfonso de Otazu como por los ponentes reunidos en marzo de aquel año en un simposio en Bilbao. De ello habla Ramón Díaz de Durana en su colaboración en la que traza el itinerario historiográfico del tema. En la reunión de marzo de 1973, los frutos más prometedores se habían dado en el ámbito del análisis de las relaciones sociales. Concretamente, en el deslinde de los variados conflictos que la reduccionista expresión «lucha de bandos» encubría. Casi veinticinco años después, en la reunión de diciembre de 1997 en Vitoria, cada uno de los aspectos apuntados en la de Bilbao de 1973 ha tenido su específico desarrollo; su correspondiente y profundizador análisis. Una comparación entre los índices de las actas de los dos simposios deja ver los avances experimentados, los horizontes de las nuevas preocupaciones. En una lectura rápida, los títulos de las ponencias de ambas reuniones tienen un lógico parentesco: «lucha de bandos», «linajes», «organización municipal», «genealogía», «Lope García de Salazar», etc. Una lectura más atenta certifica que los organizadores de la reunión de Vitoria tenían una deliberada voluntad de revisitar el tema. O, para ser exactos, poseían la convicción de que, en los últimos veinticinco años, en particular, en los diez más cercanos a nosotros, se había producido una acumulación de reflexiones e informaciones que hacían recomendable una nueva visita a la vieja «lucha de bandos». La revisión vitoriana afecta, sin duda, a todos los aspectos tratados en el simposio de Bilbao de 1973 pero, a mi entender, marca una significativa inflexión en tres ámbitos concretos. El primero, el impresionante aumento de las fuentes desveladas para el estudio del tema. El segundo, la aceptación más o menos explícita del valor de la representación mental como elemento operativo en la creación de identidades sociales. El tercero, el seguimiento de la construcción políticoadministrativa de Guipúzcoa por debajo de la crisis social y de los enfrentamientos banderizos que eran una de sus manifestaciones. Empecemos por las fuentes. Los estudiosos reunidos en Vitoria reconocen haberse beneficiado del espectacular aumento del número de documentos de los siglos XIV y XV relativos a Álava, Guipúzcoa y Vizcaya publicados en los últimos quince años. Más aún, como señalan José Ángel Lema y José Antonio Munita en su aportación, se están aprovechando de un acceso mucho más seguro y fácil a fondos tan importantes, y hasta hace poco prácticamente inaccesibles, como los conservados en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. El crecimiento de la masa de in14


formación a disposición de los investigadores está permitiéndoles obtener respuestas más seguras a preguntas de siempre y proponer nuevos interrogantes. La consecuencia más evidente es bien conocida: cuanto mayor es la masa documental manejada menor es la dependencia de los estudios respecto a las Bienandanzas e Fortunas. De esa forma, aunque admitamos con Jean-Claude Passeron que la comunicación es particularmente difícil en las ciencias sociales, porque estas disciplinas son lenguas que no tienen gramática, y sigamos hablando de «lucha de bandos», las cosas ya no serán lo mismo. Nuestra imagen del conflicto se ha enriquecido con las nuevas perspectivas abiertas por esa ampliación de las fuentes. Como complemento en este aspecto, no es logro menor de la reunión de Vitoria haber contado, además, con dos ponencias que constituyen un verdadero cuaderno de bitácora en la navegación por las prolijas páginas de Lope García de Salazar. De un lado, la propia edición crítica de la obra a punto de culminar. Los ejemplos ofrecidos por Consuelo Villacorta de las correcciones que ha hecho a anteriores lecturas del texto son un llamamiento a la prudencia a la hora de establecer genealogías o de otorgar fiabilidad a la toponimia y antroponimia recogidas en el texto salazarino. De otro lado, la revisión de las Bienandanzas e fortunas y otras obras del cronista vizcaíno en cuanto discurso historiográfico ha permitido a Arsenio Dacosta reconstruir la representación que Lope García de Salazar se hacía de su grupo social y de la violencia banderiza que protagonizaba. Una violencia que, a ojos del cronista, parecía razonada, más aún, patrimonio de hidalgos. Al menos, eso puede deducirse de párrafos como el que abre el libro XXIV de las Bienandanzas. En él, tras narrar los banales orígenes del enfrentamiento entre Galochas y de la Sierra, concluye diciendo que de esos linajes «salieron todos mucho guerreros e profiosos e perversos para ser omes comunes». La representación colectiva como dato de la identidad de un grupo social, en el sentido que autores como Roger Chartier han investigado, es, sin duda, un elemento al que se concede cada vez mayor importancia en los estudios de historia de las sociedades. No extraña, por ello, que muchas de las contribuciones reunidas en este volumen incluyan aspectos relativos a ella. Lo hace, desde luego, Dacosta, pero está presente, igualmente, de forma explícita en los trabajos de Borja de Aguinagalde y de José Antonio Marín. De hecho, la genealogía de los solares y los linajes, que estudia el primero, no es sólo el registro de sucesiones biológicas que regula la transmisión de unos bienes materiales sino también la conciencia de adscripción a un tronco familiar. Y esa conciencia se expresa de forma muy variada: desde el empleo dentro del linaje de un depósito de antropónimos personales hasta la expresión escrita, con ocasión de testamentos o pequeños memoriales, del reconocimiento de la identidad familiar. 15


La relevancia de este dato en el estudio de los bandos y linajes no era desconocida. Julio Caro Baroja se ocupó de él al analizar los fundamentos sociológicos de aquella pugna por el «valer más» que, según Lope García de Salazar, era el desencadenante de todos los enfrentamientos banderizos. Pero, como en los restantes temas, y a la espera en este punto de la publicación de la tesis doctoral de Arsenio Dacosta, los ponentes del simposio de Vitoria han ido más allá de los planteamientos de los pioneros de la renovación del estudio de los conflictos sociales bajomedievales. En este ámbito, unas cuantas aportaciones han venido a ampliar y profundizar las que en 1973 fueron, en parte, propuestas ejemplificadas. De esa forma, cada uno de los renglones enunciados hace veinticinco años cobra encarnadura. Así, la personalidad de los parientes mayores y las bases de su autoridad lo hace en la ponencia de José Antonio Marín y los fundamentos patrimoniales de su poder en la de Ramón Díaz de Durana. De estas dos contribuciones, la segunda, y el autor lo reconoce así en la introducción a la misma, es la que parece tener más relaciones de parentesco con algunas de las ponencias del simposio de 1973. Se mueve en el campo estricto de las bases de la jerarquía y de las relaciones sociales en el mundo rural guipuzcoano, aunque los datos concretos que ofrece permiten medir lo que, hace veinticinco años, sólo se podía enunciar. El trabajo de José Antonio Marín muestra, en cambio, otras preocupaciones que tienen relación con la propia configuración política de la Provincia, de Guipúzcoa. En efecto, el análisis de solares, linajes y parientes mayores está orientado, sobre todo, a averiguar los perfiles de la estructura de poder en aquel territorio. Más concretamente, a presentar los rasgos del modelo sociológico de comunidad, que sería el característico del conjunto de los hidalgos guipuzcoanos, y las tensiones «constitucionales» creadas entre éstos y las villas, que disponían de un modelo distinto, el de asociación, en la lucha por el poder en la Tierra de Guipúzcoa. Si de la exposición de José Antonio Marín podía desprenderse la idea de una especifidad de la sociedad guipuzcoana en los siglos XIV y XV con respecto a la de otros ámbitos regionales del reino de Castilla, las de Jon Andoni Fernández de Larrea, María Soledad Tena y Ernesto García Fernández muestran una semejanza de comportamientos sociales y políticos dentro y fuera de Guipúzcoa. La ponencia de Fernández de Larrea lo hace desde una perspectiva muy poco habitual y menos en el grado de concreción en que el autor desenvuelve su exposición. En efecto, la existencia y algunas andanzas de «malhechores feudales» en el tramo guipuzcoano de la frontera entre los reinos de Castilla y Navarra eran conocidas. Lo que no sabíamos era ni la importancia del fenómeno ni la transformación del mismo en movilizaciones temporales de parte de la hidalguía guipuzcoana. En una actitud bien conocida en el turbulento siglo XIV en otras regiones europeas, hidalgos guipuzcoanos se incorporan como mercenarios al servicio de los reyes de Navarra. En otras palabras, 16


se convierten en beneficiarios de la fiscalidad estatal que, sin suplantarla y centralizando los ingresos, se superpone a la fiscalidad señorial. Probablemente, la erosión de ésta, por la resistencia de los campesinos y las villas, estimuló a los hidalgos del este y sur de Guipúzcoa, ya fueran parientes mayores ya simples escuderos, a buscar esa fórmula para compensarla. Ya la reunión de marzo de 1973 en Bilbao puso de relieve que los hidalgos habían ensayado otras fórmulas de ampliación o mantenimiento de sus ingresos. Algunas de ellas exigían olvidar una de las dicotomías tradicionalmente establecidas en el tema de la lucha de bandos: la que separaba radicalmente mundo rural y mundo urbano. El primero, solar de hidalgos campesinos; el segundo, de gentes del común dedicadas al comercio y la producción artesanal. De hecho, los datos que se manejaban ya hace veinticinco años habían aclarado dos cosas al respecto. Una, que el mundo rural fue algo más que el solar de campesinos, labradores o hidalgos; fue también un escenario de actividad ferrona y de comercio. Otra, que el mundo urbano no escapó a la dinámica banderiza. Las villas se alimentaron demográficamente de la población rural que, en parte, en Vizcaya, había sido ahuyentada de la Tierra llana por el fortalecimiento de la institución del mayorazgo. Muchas familias urbanas siguieron manteniendo vigorosas relaciones de parentesco con las del área rural. Más aún, algunas reprodujeron la estructura de linajes y, desde luego, no respondieron siempre a la imagen que identificaba villa con voluntad de pacificación del territorio. En la reunión de diciembre de 1997 en Vitoria, las relaciones mundo rural / mundo urbano o, más exactamente, los ejemplos explícitamente urbanos de la sociedad guipuzcoana de los siglos XIV y XV los han ofrecido las ponencias de Soledad Tena y Ernesto García Fernández. La primera centró su argumento en la formación de oligarquías en unas cuantas villas marineras. Al parecer, un solo tamiz acabó confundiendo en el siglo XV los caminos, inicialmente distintos, de la apropiación del poder municipal por parte de los linajes urbanos de una población con dos procedencias, los emigrantes gascones y la población rural autóctona. En el caso de Guipúzcoa, a diferencia de Vizcaya, la ampliación de términos y jurisdicción por parte de las villas permitió a los linajes urbanos dominantes aprovechar aquélla para conseguir una proyección territorial de su poder menos contestada que en el Señorío. La dinámica de la creación de una oligarquía local fue, por lo demás, semejante a la de muchas villas de la época. Desde esa premisa, la ponencia de Ernesto García Fernández muestra además un estrecho paralelismo entre los resultados guipuzcoanos y los de otras áreas del reino de Castilla en la organización política interna de las villas. Si el fenómeno de los linajes y los bandos en las ciudades era general en el reino, parecía lógico que las disposiciones para controlar sus acciones lo fueran también. Las ordenanzas de elección de los cargos concejiles lo confirman; a la vez que 17


consagran la hegemonía sociopolítica de algunos linajes, contribuyen a pacificar la sociedad local. La idea de la villa como cuerpo orgánico que busca la paz reaparece en el texto de García Fernández, aunque su argumento se preocupa más por la modernización sociológica de la estructura de la sociedad urbana. La riqueza y el prestigio social habrían sustituído la fuerza de los bandos como instrumentos que facilitaban el acceso a los cargos concejiles. Las aportaciones de Soledad Tena y Ernesto García ponen apellidos a los linajes urbanos y nombres a los instrumentos políticoadministrativos que sirvieron a aquéllos para asegurar su dominio social en las villas. Ambas operaciones desarrollan aspectos de los conflictos sociales que algunas de las ponencias del simposio de marzo de 1973 habían incluído ya en sus planteamientos. En cambio, las dos últimas contribuciones a que me voy a referir suponen una significativa novedad respecto a las preocupaciones de los ponentes de hace veintincico años. Son las de José Ángel Achón y José Manuel Portillo. Cabría decir que éstas y en cierto modo la de José Antonio Marín son las que mejor representan el espíritu de los tiempos actuales. En concreto, el renovado interés por la historia política. En el caso de las ponencias de Achón y Portillo, por una historia «constitucional» en el sentido brunneriano del término. Una historia que trenza su argumento, al menos, con tres hilos, con el conocimiento de tres ámbitos de la realidad. La identificación social de los grupos dominantes; la identificación territorial del ámbito en que ejercen su dominio (solar, «casa», linaje, anteiglesia, villa, provincia, reino); y la representación mental de su dominio difundida en el conjunto de la sociedad a través de una traducción jurídica y, sobre todo, doctrinal. De las dos ponencias mencionadas, mientras la de Portillo se mantiene en el nivel del análisis doctrinal, la de Achón trata de fundamentar, en concretos episodios del siglo XV, los avances producidos en la sociedad guipuzcoana camino de un final de «hidalguía colectiva». Ese desenlace, a juicio de Achón Insausti, sugería tanto la idea de colectividad como la ausencia de una alta nobleza que pudiera imponer su dominio sobre la tierra y las villas de Guipúzcoa. Portillo Valdés, más familiarizado con las fuentes de los siglos XVI y XVII, acepta ese desenlace pero lo proyecta en el marco de un proceso integral de consolidación de repúblicas provinciales. Éstas constituirían, y no sólo en la doctrina de los teóricos vascongados, el modelo característico de la articulación política de Vizcaya y Guipúzcoa en la monarquía hispana durante la Edad moderna. La conclusión de Portillo recuerda implícitamente otro dato de palpitante actualidad historiográfica. El de las formas «constitucionales» de imbricación política de la sociedad medieval camino de la creación del Estado moderno. En este sentido, es evidente que, en general, los medievalistas hemos tendido a ver los procesos de los siglos XIII a XV con un 18


cierto finalismo cuya culminación situamos en el reinado de los Reyes Católicos. La misma presentación tradicional de las vicisitudes y desenlace de la «lucha de bandos» ha tenido mucho que ver con esa óptica. En cambio, a algunos modernistas, les parece más evidente la imagen de una débil estatalización de las monarquías bajomedievales. Ello se traduciría, todavía en los siglos XVI y XVII, en una amplia variedad de modalidades en la articulación de los espacios de los estados europeos. Esta última reflexión nos remite, una vez más, al oficio de historiador. En este caso, el oficio de combinar la exploración profesional del pasado con la búsqueda de respuestas a preguntas que la sociedad de su tiempo formula o, sin formularlas, siente. Y ahora la sociedad de Guipúzcoa, a propósito del tema que nos ocupa, no se pregunta probablemente por las implicaciones sociales de la «lucha de bandos» pero, tal vez, sí por las formas «constitucionales» que se forjaron en la misma cronología y, quizá, al socaire de aquellos enfrentamientos. No hay que olvidar que en pocas regiones como en Vizcaya y Guipúzcoa el discurso historiográfico se fue convirtiendo en discurso jurídico para acabar siendo discurso político. Los ponentes de la reunión de Vitoria no podían ser ni fueron insensibles a esa circunstancia. Como en otros aspectos de sus intervenciones, demostraron que las voces que proclaman la crisis de la historia forman parte, como dice Gérard Noiriel, de un rito de paso obligado en cualquier discusión en torno a las ciencias sociales y, por lo demás, son voces que ya eran viejas hace casi dos siglos.

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