Conflicto, violencia y criminalidad en Europa y América IV Jornadas de Estudios Históricos del Departamento de Historia Medieval, Moderna y de América (Vitoria-Gasteiz, 11 al 13 de noviembre de 2002) José Antonio MUNITA LOINAZ (editor)
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CIP. Biblioteca Universitaria Jornadas de Estudios Históricos (Universidad del País Vasco) (4.o VitoriaGasteiz. 2002) Conflicto, violencia y criminalidad en Europa y América : IV Jornadas de Estudios Históricos del Departamento de Historia Medieval, Moderna y de América (Vitoria-Gasteiz, 11 al 13 de noviembre de 2002) / José Antonio Munita Loinaz (editor). — Bilbao : Servicio Editorial. Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea, 2004. — 355 p. ; 24 cm. — (Historia Medieval y Moderna) D.L.: BI- 128-04 ISBN: 84-8373-579-2 1. Edad Media – Congresos. 2. Historia moderna y contemporánea – Congresos. 3. Conflicto cultural – Congresos. 4. Violencia – Congresos. I. Munita Loinaz, José Antonio, ed. 94(063)
Kutxa, eta Euskal Herriko Unibertsitateko Erretoreordetzaren laguntzapean argitaratu da liburu hau, bi erakunde horien arteko elkar laguntzarako itun bati esker. Esta edición se ha realizado con el patrocinio de Kutxa, y el Vicerrectorado de Gipuzkoa de la Universidad del País Vasco, en el marco del convenio de colaboración suscrito entre ambas instituciones. © Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua ISBN: 84-8373-579-2 Depósito legal/Lege gordailua: BI - 128-04 Imagen de portada: Biblia del cardenal Maciejowski. Campaña del Rey David Biblioteca P. Morgan. Nueva York Fotocomposición/Fotokonposizioa: Ipar, S. Coop. Particular de Zurbaran, 2-4 - 48007 Bilbao Impresión/Inprimatzea: Itxaropena, S.A. Araba Kalea, 45 - 20800 Zarautz (Gipuzkoa)
ÍNDICE
Presentación José Antonio Munita Loinaz (Director de las Jornadas) . . . . . . . . . . . .
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HISTORIA MEDIEVAL Poder y conflictos sociales: una visión desde la historia del movimiento hermandino castellano César González Mínguez (Universidad del País Vasco) . . . . . . . . . . . . .
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Conflictividad bélica entre cristianos y musulmanes en el medievo hispano: perspectivas ideológicas y políticas Francisco García Fitz (Universidad de Extremadura) . . . . . . . . . . . . . .
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La conflictividad social en las ciudades de la Corona de Aragón (siglos XIII-XV) Rafael Narbona Vizcaíno (Universidad de Valencia) . . . . . . . . . . . . . . .
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Violencia y conflictividad social en Castilla, vista desde el prisma de la historia local (siglos XIV y XV) Juan Carlos Martín Cea (Universidad de Valladolid) . . . . . . . . . . . . . . 105 HISTORIA MODERNA El recurso a la violencia política en el Antiguo Régimen: la violencia colectiva popular Pedro Luis Lorenzo Cadarso (Universidad de Extremadura) . . . . . . . . 145 Lances de cuchilladas y justicia en la práctica en la Castilla del siglo XVII Tomás A. Mantecón Movellán (Universidad de Cantabria) . . . . . . . . . . 195 Desórdenes públicos y motines antiseñoriales en la Navarra del Quinientos Jesús María Usunáriz Garayoa (Universidad de Navarra) . . . . . . . . . . 229 Revolución y violencia: enfrentamiento ideológico y conflicto armado en Álava (1792-1814) M.a Teresa Benito Aguado (Universidad del País Vasco) . . . . . . . . . . . 253
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Índice HISTORIA DE AMÉRICA
De l’indien à la plèbe: les visages du réprimé dans la Nouvelle Espagne (XVIe-XVIIIe siècles) Thomas Calvo (Universidad de París X-Nanterre) . . . . . . . . . . . . . . . . . 285 La Guayochería. Conflicto y violencia en el Beni boliviano en la segunda mitad del siglo XIX Pilar García Jordán (Universidad de Barcelona) . . . . . . . . . . . . . . . . . 305 Conflictividad y violencia social en la Cuba colonial (1780-1810) Juan Bosco Amores Carredano (Universidad del País Vasco) . . . . . . . . 331
Presentación
Las IV Jornadas de Estudios Históricos del Departamento de Historia Medieval, Moderna y de América (UPV-EHU), celebradas en el marco de la Facultad de Filología y Geografía e Historia de Vitoria durante los días 11, 12 y 13 de noviembre de 2002, han tenido como título: «Conflicto, violencia y criminalidad en Europa y América», tema transversal en el tiempo que, en esta cuarta edición, ha servido de común denominador a las conferencias impartidas. Por desgracia, el tema elegido es de palpitante actualidad. No hace falta más que hojear la prensa diaria para encontrarnos, aquí y allá, con diversas muestras de conflictos entre los hombres. Vemos que con distinta intensidad, variable apariencia y dispar origen —lo que nos obliga siempre a contextualizar los hechos—, el fenómeno de la violencia se repite contumazmente como si estuviera implícito en la propia condición humana, hasta el punto que la criminalidad tiene sobre sí una secular historia que nos remontaría de forma alegórica, siguiendo el relato bíblico de la muerte de Abel a manos de su hermano Caín, al propio origen de nuestra especie. Así pues, a la vista de los acontecimientos de la Humanidad, no tiene nada de extraño que, en el siglo XVII, el filósofo inglés Thomas Hobbes considerase al propio hombre como el mayor enemigo del genero humano («El hombre es un lobo para el hombre». Leviathan, 1651). Sin embargo, en este punto del proceso histórico y caminando por la senda del siglo XXI, el hombre no puede dejarse abatir por el pesimismo, sino que debe proponerse, día a día, superar de forma pacífica y civilizada los enfrentamientos que le acechan, sabiendo que el empeño no es fácil, pero teniendo la certeza de que generalizadas y crueles prácticas como las que podemos encontrar, por ejemplo, en el seno de la sociedad feudal, en los procesos inquisitoriales de la modernidad, o en la masacre llevada a cabo sobre la población indígena del Nuevo Continente, han quedado felizmente atrás y son contempladas al día de hoy como un macabro patrimonio de la historia de Occidente.
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Conflicto, violencia y criminalidad en Europa y América
Resulta obvio que, repasando la historia de Europa y América, palabras como conflicto, violencia y criminalidad, nos han de traer sin duda a la memoria viejos episodios del pasado relativos a la mutua intolerancia de los individuos, de los grupos sociales y de las naciones, enfrentados unas veces por su credo religioso, en otras ocasiones por disponer o acrecentar el poder político, y en no pocas oportunidades por intereses económicos que se esconden bajo el pelaje de nobles y pías causas. Sin duda son momentos de la historia que, por repudiables que nos parezcan, conviene recordar con el fin de no tenerlos que volver a vivir. Veamos seguidamente, según períodos históricos y en el propio orden de las actas, qué contenidos ofrece este volumen recopilatorio de las conferencias impartidas con motivo de nuestras IV Jornadas de Estudios Históricos. En el área de la Historia Medieval recogemos las aportaciones de César González Mínguez, catedrático de la Universidad del País Vasco, con su estudio sobre «Poder y conflictos sociales: una visión desde la historia del movimiento hermandino castellano»; Francisco García Fitz, profesor titular de la Universidad de Extremadura, con «Conflictividad bélica entre cristianos y musulmanes en el medievo hispano: perspectivas ideológicas y políticas»; Rafael Narbona Vizcaíno, profesor titular de la Universidad de Valencia, con «La conflictividad social en las ciudades de la Corona de Aragón (siglos XIII-XV)»; y Juan Carlos Martín Cea, profesor titular de la Universidad de Valladolid, con «Violencia y conflictividad social en Castilla, vista desde el prisma de la historia local (siglos XIV y XV)». Desde el campo de la Historia Moderna se compilan los artículos de Pedro Luis Lorenzo Cadarso, profesor titular de la Universidad de Extremadura, con «El recurso a la violencia política en el Antiguo Régimen: la violencia colectiva popular»; Tomás A. Mantecón Movellán, profesor titular de la Universidad de Cantabria, con «Lances de cuchilladas y justicia en la práctica en la Castilla del siglo XVII»; Jesús María Usunáriz Garayoa, doctor por la Universidad de Navarra, con «Desórdenes públicos y motines antiseñoriales en la Navarra del Quinientos»; y M.a Teresa Benito Aguado, doctora por la Universidad del País Vasco, con «Revolución y violencia: enfrentamiento ideológico y conflicto armado en Álava (1792-1814)». En la especialidad de Historia de América reunimos las intervenciones de Thomas Calvo, profesor de la Universidad de París X-Nanterre, con «De l’Indien à la plèbe: les visages du réprimé dans la Nouvelle Espagne (XVIe-XVIIIe siècles)»; Pilar García Jordán, catedrática de la Universidad de Barcelona, con «La Guayochería. Conflicto y violencia en el Beni boliviano en la segunda mitad del siglo XIX»; y Juan Bosco Amores Carredano, profesor titular de la Universidad del País Vasco, con «Conflictividad y violencia social en la Cuba colonial (17801810)».
Presentación
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Sin duda, las aportaciones aquí ofrecidas desde el pasado histórico habrán de servir, en especial a nuestros jóvenes universitarios, para comprender que la violencia no es el camino en la resolución de los conflictos. Las lecciones del pasado las hemos de trasladar al presente. En primer término al presente más inmediato, al aquí y ahora de nuestro país, en el cual, la intimidación, la extorsión, las amenazas y, por desgracia, también la muerte, coartan la libertad ciudadana. Es sabido que el uso de la fuerza como instrumento persuasivo, además de ser el arma de los fanáticos y débiles mentales, deslegitima de raíz cualquier causa —por noble que pudiera ser o parecer— y, lo que es aún mucho peor, puede terminar por desencadenar la reacción social, o lo que es lo mismo, la degeneración caótica del conflicto y la consumación de la vieja sentencia llamada a satisfacer la venganza y la represión: «Quien a hierro mata, a hierro muere». Para finalizar esta presentación deseo concluir agradeciendo el apoyo de cuantas personas y organismos han contribuido en la realización y edición de estas IV Jornadas de Estudios Históricos. Entre las primeras, debo dar las gracias a todos mis compañeros del Departamento por las aportaciones recibidas y el compromiso mostrado, especialmente a los coordinadores de cada una de las tres Áreas de Conocimiento. Entre los segundos, no puedo olvidar el reconocimiento a entidades como el propio Vicerrectorado del Campus de Álava, la Facultad de Filología y Geografía e Historia, el Gobierno Vasco, la Diputación Foral de Álava y la Caja Vital Kutxa, sin cuya colaboración económica no tendrían lugar estas Jornadas. Finalmente, un año más, quiero hacer llegar mi agradecimiento al Servicio Editorial de la UPV-EHU por incluir esta publicación entre las obras recogidas en la Colección de Historia Medieval y Moderna. JOSÉ ANTONIO MUNITA LOINAZ Director de las IV Jornadas de Estudios Históricos y Director del Departamento de Historia Medieval, Moderna y de América (UPV-EHU)
Poder y conflictos sociales: una visión desde la historia del movimiento hermandino castellano César GONZÁLEZ MÍNGUEZ Universidad del País Vasco
1. Breve aproximación historiográfica Una vez más vuelvo donde solía y utilizando un verbo, por lo demás tan querido por marxistas como por masones, me propongo construir la historia. Así de sencillo, o de complicado. En efecto, cada vez que un historiador, un profesional de la historia, acerca su reflexión intelectual a un tema cualquiera trata siempre de construir, a partir de los documentos y de la bibliografía, su particular visión, expresión de su propio subjetivismo, de lo que aconteció. Para tal ejercicio sólo se nos pide oficio, es decir, el dominio de unas determinadas técnicas y saberes, y partiendo de la adecuada utilización de unos precisos materiales nos lanzamos a esa tarea constructiva que es, fundamentalmente, de análisis e interpretación, manteniendo siempre un estrecho compromiso con la verdad. No se trata, sin embargo, de un empeño fácil, aunque así pueda parecer a los profanos, y los resultados obtenidos no siempre son plenamente satisfactorios, por lo que, con frecuencia, se hace preciso volver a intentar el esfuerzo constructivo, es decir, interpretativo. Sucede también que la aparición posterior de nuevos testimonios documentales o de otras aportaciones bibliográficas innovadoras hace necesario volver sobre los propios pasos para tratar de incluir los nuevos matices y perspectivas propuestos, por lo que está totalmente justificado un renovado esfuerzo personal tratando de reconstruir o de restaurar, y sigo con el símil constructivo, las viejas reflexiones sobre un, para mí, viejo tema, como es el del movimiento hermandino castellano. En efecto, mi experiencia en el estudio de las hermandades castellanas se remonta a 1974, cuando publiqué y analicé el texto de una de las muchas hermandades que surgieron durante el reinado de Fernando IV (1295-1312)1. Desde entonces he publicado diversos trabajos so1 GONZÁLEZ MÍNGUEZ, C.: Contribución al estudio de las Hermandades en el reinado de Fernando IV de Castilla. Diputación Foral de Álava (Vitoria, 1974).
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bre el tema, tanto de carácter general como referidos especialmente a las hermandades de Álava2. Parto, por tanto, con el bagaje previo necesario para tratar de esbozar en estos momentos algunos puntos de vista o enfoques que pueden tener ahora un renovado interés historiográfico, aunque soy consciente también de mis propias limitaciones, espoleadas en esta ocasión por la urgencia con que ha sido efectuada la propia reflexión. Anticipadamente, quisiera poner ya de relieve que el estudio de las hermandades en la Corona de Castilla cuenta en estos momentos con una extensa bibliografía, aunque falta un estudio pormenorizado de las mismas, con vocación de síntesis innovadora, que supere algunas obras todavía imprescindibles, que podemos considerar como clásicas, como sucede con las de Luis Suárez Fernández3 o de Antonio Álvarez de Morales4, por citar sólo dos muy representativas. También se echan en falta los estudios comparativos, no sólo aquellos que tengan en cuenta la diversa floración hermandina en los diferentes territorios de la extensa Corona de Castilla, sino también aquellos otros que busquen su posible relación con las hermandades surgidas en los demás reinos peninsulares y europeos, pues conviene no olvidar que el movimiento hermandino, en la medida que fue expresión del asociacionismo medieval5, tuvo una importante y generalizada presencia en toda Europa así como un carácter estructural, no meramente coyuntural. Como instrumentos de trabajo imprescindibles y que facilitarían y mejorarían los rendimientos sería de gran utilidad el disponer de un repertorio bibliográfico que recogiera todas las aportaciones realizadas sobre el tema hasta la fecha6 y, lo que es más importante, de un corpus documental,
2 Al trabajo citado en la nota 1 se pueden añadir, entre otros, los siguientes: «El movimiento hermandino en Álava». En la España Medieval. Estudios en memoria del Profesor D. Salvador de Moxó. Universidad Complutense (Madrid, 1982), vol. I, pgs. 435-456; «Aproximación al estudio del “movimiento hermandino” en Castilla y León». Medievalismo. Boletín de la Sociedad Española de Estudios Medievales, 1 (1991), pgs. 35-55, y 2 (1992), pgs. 29-60, y «Génesis y primer desarrollo de las Juntas Generales de Álava (1417-1537)», en Actas de las Juntas Generales de Álava. II: 1520-1533. Juntas Generales de Álava (Vitoria, 1994), pgs.VII-CXLI. 3 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L.: «Evolución histórica de las Hermandades castellanas». Cuadernos de Historia de España, XVI (1951), pgs. 5-78. 4 ÁLVAREZ DE MORALES, A.: Las Hermandades, expresión del movimiento comunitario en España. Universidad de Valladolid (1974). 5 Sorprendentemente, el tema apenas fue abordado en la XIX Semana de Estudios Medievales de Estella (1992), cuyas actas llevan el elocuente título de Cofradías, gremios y solidaridades en la Europa Medieval. Gobierno de Navarra (Pamplona, 1993). 6 A falta de ese repertorio, pueden ser de utilidad las referencias bibliográficas contenidas en los siguientes trabajos: GONZÁLEZ MÍNGUEZ, C.: «Algunas cuestiones historiográficas y metodológicas a propósito del “movimiento hermandino” en la Corona de Castilla durante la Edad Media», en XVII Congreso Internacional de Ciencias Históricas. I Sección Cronoló-
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integrado tanto por regestos documentales como por transcripciones íntegras de los documentos, y que ofreciera toda la documentación posible relativa a las hermandades, publicada en parte de forma dispersa como complemento e ilustración de algunos trabajos de investigación y en parte también dormida en los archivos, en espera de ver la luz merced a la codicia de algún investigador. Desde la particular perspectiva de uno de los territorios que formaron parte de la Corona de Castilla, el País Vasco, es necesario destacar la importancia de la participación del mismo en las hermandades generales castellanas así como de la formación de hermandades propias, privativas de cada uno de los tres territorios históricos, es decir, Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, y que fueron elementos fundamentales en la vertebración de los mismos, aunque nunca consiguieron integrarse o fundirse en una organización unitaria, representada por unas únicas Juntas Generales, y que hubiera podido ser un elemento decisivo para la definitiva y armónica vertebración de los tres territorios en el siglo XV. No faltan los estudios parciales sobre cada hermandad provincial y sus respectivas juntas7, pero nada se ha hecho de cara al estudio de la génesis comparativa de cada una de las hermandades provinciales y a la explicación de por qué no fue posible a fines de la Edad Media la construcción de una hermandad única que englobara a Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. En el enunciado de esta Ponencia figuran dos palabras que son las claves de la misma: poder y conflicto. Con la primera quiero expresar que el enfoque que pretendo se hace desde la historia del poder, desde la nueva historia política, que sigue siendo el verdadero núcleo de la historia8. El estudio de la conflictividad social y de sus variadas expresiones delictivas, gracias principalmente a la influencia de la historiografía marxista, se ha convertido desde hace varias décadas en uno de los temas más sendereados por los historiadores9, aunque en estos mo-
gica. Comité International des Sciences Historiques (Madrid, 1992), pgs. 149-161, y ASENJO GONZÁLEZ, M.: «Ciudades y Hermandades en la Corona de Castilla. Aproximación sociopolítica». Anuario de Estudios Medievales, 27 (1997), pgs. 103-146. 7 El caso alavés ha sido estudiado por MARTÍNEZ DÍEZ, G.: «La Hermandad Alavesa». Anuario de Historia del Derecho Español, XLIII (1973), pgs. 1-107; en Álava Medieval. Diputación Foral de Álava (Vitoria, 1974), vol. II, pgs. 87-190, y por GONZÁLEZ MÍNGUEZ, C.: «El movimiento hermandino...», pgs. 435-456. 8 La nueva historia política tiene como «concepto y fin central la noción de “poder” y los hechos relativos al poder», y así concebida, aunque no sea el esqueleto de la historia, «es sin embargo su núcleo» (LE GOFF, J.: «¿Es todavía la política el esqueleto de la historia?», en Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente medieval. Ed. Gedisa, Barcelona, 1985, pgs. 167 y 178). 9 La bibliografía sobre esta temática para el caso castellano ha crecido de manera extraordinaria en los últimos años. Es de justicia destacar las importantes aportaciones de VAL-
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mentos el estrellato del mismo haya perdido cierto brillo. Poder, conflictos sociales, y ahora sumo hermandades, se nos presentan así como los vértices de un triángulo, cuyos lados es necesario articular. Antes de comenzar el desarrollo de la exposición debo aclarar que la misma tiene un planteamiento generalista, por lo que no entraré en el análisis de los comportamientos o significados que en determinados momentos pudieran presentar algunas hermandades de ámbito local, como puedan ser las andaluzas, las gallegas o las vascas, por ejemplo. Por otro lado, daré por concluido el estudio en 1476, al producirse la creación de la Santa Hermandad por los Reyes Católicos. 2. Las etapas del movimiento hermandino La historia de las hermandades castellanas es una historia larga y al mismo tiempo compleja. Es larga porque tales instituciones se documentan ya en el siglo XII y en algunos casos, como expresión del asociacionismo concejil, se prolongaron hasta el siglo XVIII10. En lo que al período medieval se refiere, podemos distinguir tres etapas claramente diferenciadas. Una primera se extendería hasta 1282, coincidiendo en gran parte con el período de crecimiento y expansión de la sociedad feudal, y podríamos considerarla como «etapa germinal del fenómeno hermandino», utilizando la conocida expresión de Juan Ignacio Ruiz de la Peña11. Entre 1282 y 1325, comprendiendo los reinados de Sancho IV y de Fernando IV y la minoría de Alfonso XI, se produjo una extraordinaria floración de hermandades, siendo las más relevantes las grandes hermandades generales o mayores, como las de 1282, 1295, 1313 y 1315, que pretendieron ejercer un papel destacado en la constitución política BARUQUE, J.: Los conflictos sociales en el reino de Castilla en los siglos XIV y XV. Siglo XXI (Madrid, 1975); y de MORETA VELAYOS, S.: Malhechores-Feudales. Violencia, antagonismos y alianzas de clases en Castilla, siglos XIII-XIV. Ed. Cátedra (Madrid, 1978), que marcaron un hito pionero en el estudio de los conflictos sociales en la Corona de Castilla. En relación con la delincuencia, la criminalidad y la represión, merece la pena citar dos obras de gran interés: BAZÁN DÍAZ, I.: Delincuencia y criminalidad en el País Vasco de la Edad Media a la Moderna. Gobierno Vasco (Vitoria, 1995); y MENDOZA GARRIDO, J.M.: Delincuencia y represión en la Castilla bajomedieval. Grupo Editorial Universitario (Granada, 1999). 10 Así se comprueba con la Hermandad Vieja de Toledo, Talavera y Ciudad Real. PAZ Y MELIÁ, A.: «La Santa Hermandad Vieja y la Nueva Hermandad general del Reino». Revista de Archivos, Biliotecas y Museos, I (1897), pgs. 97-104, y SÁNCHEZ BENITO, J.M.: Santa Hermandad Vieja de Toledo, Talavera y Ciudad Real (siglos XIII-XV). Caja de Ahorros de Toledo (1987). 11 RUIZ DE LA PEÑA, J.I.: «Aportación al estudio de las Hermandades concejiles en León y Castilla durante la Edad Media», en Homenaje al Profesor Juan Torres Fontes. Universidad de Murcia-Academia Alfonso X el Sabio (Murcia, 1987), vol. II, pgs. 1.512-1.513.
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del Estado feudal castellano-leonés12. Constituye esta segunda etapa el momento «clásico» del movimiento hermandino13. Las hermandades concejiles surgidas a partir de 1282 intervendrán en cuestiones de interés general, como el mantenimiento del orden público, asegurar la adecuada administración de la justicia, luchar contra los abusos de la nobleza feudal y participar equitativamente en la constitución política del reino o estructura de poder. Hasta 1325 las hermandades hicieron todo lo posible por lograr la participación de los concejos de manera más objetiva y equilibrada, en relación con las restantes fuerzas políticas, en la estructura de poder del Estado feudal castellano-leonés14. La organización hermandina dio a los concejos en las Cortes una fuerza extraordinaria, como puede comprobarse especialmente en las Cortes de Carrión de los Condes de 131715, pero realmente ese protagonismo fue bastante efímero. Las hermandades habían tratado de asumir una cierta representación del reino y, en alguna medida, pretendieron controlar la acción de gobierno de los monarcas o de sus tutores en los períodos de minoría regia. Tales objetivos entraron, finalmente, en contradicción con la política diseñada por Alfonso XI de fortalecimiento de la institución monárquica, intervencionismo regio y centralización administrativa. Por ello una de las primeras acciones de gobierno de Alfonso XI, una vez declarado mayor de edad, fue suprimir las hermandades, decisión que proclamó en las Cortes de Valladolid de 132516, sin que la prohibición apenas registrara reacción alguna. La falta de resistencia de los concejos a su disolución parece indicar que, en alguna medida, los intereses de las oligarquías urbanas, es decir, su consolidación al frente de los concejos, habían sido salvaguardados. No se puede decir lo mismo para el resto de la población concejil, convertida en principal
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ÁLVAREZ DE MORALES, A.: Las Hermandades..., pg. 39 y ss. GUTIÉRREZ NIETO, J.I.: «Semántica del término “comunidad” antes de 1520: las asociaciones juramentadas de defensa». Hispania, 136 (1977), pg. 337. 14 GONZÁLEZ MÍNGUEZ, C.: «Concejos, Cortes y Hermandades en la estructura de poder de la Corona de Castilla en los últimos siglos medievales: el caso de Álava», en La Península Ibérica en la era de los descubrimientos (1391-1492). Actas III Jornadas Hispano-Portuguesas de Historia Medieval. Junta de Andalucía-Universidad de Sevilla (Sevilla, 1994), vol. I, pg. 592. 15 En efecto, las Cortes de Carrión de los Condes de 1317 se limitaron, simplemente, a aprobar el cuaderno de peticiones y acuerdos que, previamente, había elaborado la hermandad general: «e seyendo y ayuntados rricos ommes e caualleros e escuderos ffijos dalgo e caualleros e ommes buenos procuradores delas çibdades e delas uillas delos rregnos del dicho sennor que sson enla hermandat mostráronnos vn quaderno de muchas cossas que ellos auyan ffecho enlos ayuntamientos quela hermandat auyan ffecho en Cuéllar e aquí en Carrión, que eran a gran seruiçio de Dios e del Rey e nuestro e a pro de toda la tierra». (Cortes de los antiguos reinos de León y de Castilla, publicadas por la RAH, Madrid, 1863, vol. I, pg. 300). 16 Cortes..., vol. I, pg. 388. La decisión fue ratificada en las Cortes de Madrid de 1329. Véase: Cortes..., vol. I, pgs. 433-434. 13
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víctima del fracaso de las hermandades. El «común» de los vecinos de los concejos se vio convertido en mera comparsa de los grupos oligárquicos y su representación política en la estructura de poder quedó mediatizada o, en la mayor parte de los casos, simplemente absorbida por tales minorías definitivamente aristocratizadas17. A partir de 1325 y durante bastantes años no se hablará de hermandades generales, que volverán a resurgir durante el reinado del primer Trastámara, Enrique II (1369-1379). En las nuevas hermandades de época trastámara el modelo ya no es el de la hermandad general de 1282, sino que están inspiradas en el Ordenamiento de justicia aprobado por Pedro I en las Cortes de Valladolid de 135118; los objetivos perseguidos son la represión del bandidaje y la lucha antiseñorial; y el funcionamiento sigue el modelo de la Hermandad Vieja de Toledo, Talavera y Ciudad Real, sobre todo en lo referente a la rapidez y ejecución del procedimiento judicial19. Las hermandades de esta última etapa no parecen plantearse unos objetivos políticos ambiciosos de control de las acciones de gobierno o de participación en la estructura de poder, aunque ocasionalmente podían convertirse en instrumentos de acción contra los monarcas20. 3. Los principales objetivos de las hermandades La historia de las hermandades además de larga, como se deduce ya a primera vista del esquema periodificador propuesto, es al mismo tiempo compleja. Por un lado es necesario tener en cuenta el claro valor polisémico del término hermandad (fraternitas, germanitas), que tiene sus equivalentes en vocablos como cofradía, vecindad, amistad, unión, compañía, conjuración, y otros. Cuando se habla de hermandad se está aludiendo a realidades asociativas muy diversas, tanto afecten a personas como a los más variados entes o instituciones, ya tengan carácter religioso o civil. Por otro lado, si a esa diversidad en el origen aplicamos unos simples criterios de clasificación, en relación con la composición, extensión y objetivos de las hermandades, obtenemos una variadísima tipología de las mismas, de cuyo detalle prescindo en estos momentos21. Las primeras hermandades documentadas están circunscritas al ámbito religioso, ya se trate de asociaciones de personas con iglesias o
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GONZÁLEZ MÍNGUEZ, C.: «Aproximación al estudio...», pg. 53. Cortes..., vol. II, pgs. 2-6. 19 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L.: «Evolución histórica de las Hermandades...», pg. 39. 20 GONZÁLEZ MÍNGUEZ, C.: «Concejos, Cortes y Hermandades...», pgs. 592-593. 21 El problema de la clasificación tipológica de las hermandades puede verse en GONZÁLEZ MÍNGUEZ, C.: «Algunas cuestiones historiográficas...», pgs. 155-158. 18
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monasterios, cuyos primeros antecedentes se remontan al siglo IX, o bien se trate de las establecidas entre comunidades religiosas o cabildos, y a cuya difusión desde fines del siglo X contribuyeron de forma muy destacada los cluniacenses22. Una cuestión a precisar, en la que ahora no voy entrar, sería la influencia que tales hermandades pudieron tener en la génesis de las hermandades concejiles. Pero lo que no podemos dejar de valorar en este momento es que el nacimiento de esas primeras hermandades está vinculado a la resolución de problemas de muy variada índole, con frecuencia de tipo reivindicativo, ya sean de carácter intraconcejil o afecten a las relaciones entre varios concejos. De entrada conviene señalar el marcado carácter antiseñorial de las primeras hermandades. Cuando en las Crónicas de Sahagún nos aparece el término hermandad, referido a acontecimientos que se producen muy a principios del siglo XII, nos parece la expresión de un grito solidario de los vecinos de la villa y de los campesinos que tratan de oponerse a lo que consideraban abusos señoriales del abad del monasterio de Sahagún, señor de la villa23. En este caso la hermandad, formada por una asociación o ayuntamiento de personas, sería claramente un instrumento de lucha antiseñorial, que es una expresión de la conflictivdad social24. El mismo carácter hay que atribuir a la hermandad que formaron por la misma época los burgueses de Santiago de Compostela contra el obispo de la ciudad25. En 1159 los burgueses de Lugo se alzaron contra el señorío del obispo juramentados en hermandad, «ad germanitatem uel confratriam fraudulentam», como dice el Tumbo Viejo de Lugo, y obligaron al prelado a huir de la ciudad26. El 7 de noviembre 22 RUIZ JUSUÉ, T.: «Las cartas de Hermandad en España». Anuario de Historia del Derecho Español, XV (1944), pgs. 392-394. 23 «En este tiempo todos los rústicos labradores, e menuda gente se ayuntaron, faciendo conjuración contra sus Señores, que ninguno de ellos diese a sus Señores servicio debido. E a esta conjuración llamaban hermandad...» (ESCALONA, R.: Historia del Real Monasterio de Sahagún. Madrid, 1782, pg. 305). 24 VALDEÓN BARUQUE, J.: «Resistencia antiseñorial en la Castilla medieval», en Señorío y feudalismo en la Península Ibérica (siglos XII-XIX). Institución «Fernando el Católico» (Zaragoza, 1993), vol. II, pg. 319. 25 «Expulsados, pues, los sobredichos para disminuir el poder del obispo, forman, por instigación de aquellos que he llamado enemigos domésticos del prelado, cierta conspiración a que dan el nombre de hermandad. Para confirmar y consolidar esta conspiración, líganse todos mediante juramento, al objeto, se entiende, de ayudarse los unos a los otros contra cualesquiera hombres, de guardarse y defenderse unánimemente, y de que si alguno de ellos recibiese daño o agravio de algún poderoso o de otro que no pertenezca a la liga, los demás cómplices le ayuden según su posibilidad». (En Historia Compostelana, traducida del latín al castellano por M. SUÁREZ, con notas aclaratorias e introducción por J. CAMPELO, Ed. Porto, Santiago de Compostela, 1950, pg. 208). 26 PASTOR, R.: Resistencia y luchas campesinas en la época de crecimiento y consolidación de la formación feudal. Castilla y León, siglos X-XIII. Ed. Siglo XXI (Madrid, 1980), pg. 147.