GENERO, TRANSGENRERO Y CONTRAGENERO

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Los especialistas reunidos enfocamos estas cuestiones desde perspectivas muy diferentes y con resultados muy dispares, pero siempre profundamente significativos. En primer lugar se trató de elucidar las diferencias entre 'sexo' (desde el punto de vista biológico), 'género' (en el aspecto social) y 'sexualidad' (en el sentido de práctica sexual), distinción que en los últimos tiempos se ha revelado como fundamental para las ciencias humanas. El papel del género como útil metodológico se reveló profundamente relevante para abordar ciertos aspectos de las creaciones literarias (en particular en el teatro, en la novela, en la fábula y en la autobiografía) desde épocas muy tempranas en que el discurso sobre la bisexualización de la sociedad forjaba las diferentes formas de las representaciones sociales y configuraba el imaginario colectivo sobre la figura del autor/ autora. El juego del concepto de 'género sexual' con el de 'género literario'

resultó

en

todo

momento

polisémico,

portador

de

significados múltiples. ¿Resultaba posible una relación entre cierto sexo y ciertas categorías literarias? Esta doble comprensión del fenómeno de 'género', ha condicionado los grandes ejes de reflexión de estas Jornadas, que obligaban a un recorrido por la historia y por el espacio. Igualmente imprescindible resultaba el análisis teórico, que permitiera extraer conclusiones generales concebidas como marco

referencial

para

los

sucesivos

acercamientos

a

estas

cuestiones. Las diversas y complementarias reflexiones que surgieron

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en torno al

'género',

fueron plataforma para un debate tan

enriquecedor como multidisciplinar. Cada capítulo de este libro recoge la intervención de cada uno de los especialistas que participaron en el encuentro. El catedrático de la Universidad de Burgos Teo Sanz, en su aportación, distingue los géneros entendidos como entidades histórico-literarias que se desarrollan y a las que no se debe otorgar un carácter permanente (tendrían un carácter histórico, mudable y abierto), de la llamada “perspectiva de género” enfoque que se ha producido con el desarrollo

del

concepto

de

género

y

la

categoría

analítica

correspondiente desde las ciencias sociales. Y así recorre el concepto tomándolo como una construcción cultural de las identidades de sexo que se puede insertar en la "hermenéutica de la sospecha" de Paul Ricoeur: la noción ofrece elementos para una hermenéutica que nos permite “sospechar” sobre el origen de nuestra identidad sexuada y analizar usos y costumbres relacionados con ella. Y para ejemplificar su análisis aborda la obra de la filósofa existencialista Simone de Beauvoir, como heredera de la tradición ilustrada que entendía la "igualdad de todos los hombres" como la "igualdad de todos los seres humanos" en base a la capacidad de razonar. El catedrático Francisco Hernández estudiando la genética de la autobiografía masculina y femenina descubre la clave del pacto autobiográfico. Esta no es otra que el desencadenamiento del acto de escribir surgido del anticonformismo ante la situación que la sociedad

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asigna al autor. En el caso de la autobiografía femenina, de su rebelión contra el estatuto de la mujer: a través de la escritura las autoras construyen su propia identidad y rememoran su vida pasada, venciendo a la muerte. El gran especialista en teatro de la Universidad de Valencia Juli Leal, rememora desde su visión personal como autor, director y estudioso, las figuras de la alteridad en Koltès y sus referencias en la dramaturgia de Jean Genet; cómo la obra de ambos autores ofrece un ejemplo perfecto de alteridad como esencia, temática y referencia. Ambos autores recrean en sus obras sociedades políticamente incorrectas en las que los valores tradicionales se ven profundamente invertidos con una originalidad y una sinceridad rotundas, generando un mundo que nunca carece de autenticidad. La catedrática de la Universidad de Pau Véronique Duché aborda la figura de las "falsas autoras" en el siglo XVI, y revela como grupos de hombres reunían sus composiciones en verso y las publicaban bajo un único pseudónimo femenino. El caso más llamativo es el

de la célebre cordelera lionesa, Louise Labé,

considerada durante siglos una autora misteriosa, y que los últimos estudios consideran fruto de una superchería del taller de Jean de Tournes. Lydia Vázquez, catedrática de la Universidad del País Vasco (UPVEHU) , se interesa por lo que ella denomina el "contragénero",

encarnado perfectamente en la figura de la aristócrata francesa Mme

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de Genlis. Según la estudiosa, la pacata obra de la aristócrata difícilmente puede valorarse positivamente pese a que ciertos sectores de la crítica hayan pretendido rescatarla "por ser mujer" y por su supuesta conciencia feminista, una actitud que pronto se revela como mera impostura. A continuación, en mi aportación analizo el siglo XVIII europeo, y el francés en particular, como un escenario de incertidumbre sexual y de confusión de géneros. En mi estudio figuras reales como el caballero d'Éon o el abate de Choisy se mezclan en su travestismo con figuras literarias como el caballero de Faublas de Louvet de Couvray o los personajes de la Histoire de Juliette del marqués de Sade para ilustrar los equívocos del género y el transgénero, y la visión que la Ilustración tenía de la bisexuación y sus variantes. El profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha Ignacio Ramos examina la figura de la actriz francesa en la Inglaterra victoriana desde una perspectiva de género. Frente a la mujer tradicional confinada a la esfera del hogar, ideal de la sociedad victoriana, la imagen de la actriz supuso un revulsivo catalizador de las tensiones entre comportamientos genéricos establecidos. María del Carmen Marrero, de la Universidad de la Laguna, se adentra en el universo de la fábula de la mano de escritoras francesas del siglo XVIII, una unión entre género fabulístico y género femenino. En estas composiciones los protagonistas (animales, plantas, hombres o dioses) son una transposición del hombre cuyas

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actitudes las autoras han sabido traspasar para denunciar sus defectos y aprender de ellos. Querría precisar por último, que esta obra no es el reflejo exacto de aquellas Jornadas. Las intervenciones que hoy salen a la luz se han visto enriquecidas por los propios autores, fruto de su reflexión posterior a los debates suscitados en esos encuentros de intenso intercambio intelectual. Igualmente se han añadido las aportaciones de otros investigadores que no pudieron acudir a las jornadas pero que han podido enviar su contribución escrita, lo cual hace de estas páginas un volumen importante sobre este tipo de estudios, más que unas simples actas. Por otro lado, las limitaciones que toda edición conlleva en cuanto a la extensión, han obligado a efectuar modificaciones y ajustes, que si bien han podido sacrificar en ocasiones la originalidad de cada contribución, considero que será en beneficio de la coherencia del conjunto. Espero, en suma, que este libro pueda ser un referente de relevancia en el ámbito de los estudios de género y transgénero y, al tiempo, un punto de partida para posteriores trabajos.

Director Juan Manuel Ibeas Altamira Universidad del País Vasco (UPV-EHU) Abril de 2010

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Género autobiográfico y perspectiva de género: Simone de Beauvoir

Teo Sanz Universidad de Burgos

Tradicionalmente, en el estudio de la literatura, el concepto de género se ha vinculado a la amplísima y antigua teorización sobre los géneros literarios. Esa reflexión sobre los géneros literarios ha interesado desde diversos campos: la Filosofía, la Estética, la Retórica, la Teoría Literaria, la Historiografía literaria o la Literatura Comparada. También la Antropología ha abordado los mitos y el Carnaval. En sentido amplio se entiende por género literario un conjunto de textos que mantienen una serie de marcas comunes, manifestando coincidencias temáticas, formales y discursivas, más allá de la especificidad propia de la obra artística. Como señala Miguel Ángel Garrido, el género literario es un molde cultural de referencia para quienes producen el texto, para quienes le reciben y para la sociedad que media entre producción y recepción: “El género literario es una institución social que se configura como un modelo de escritura para el autor, un horizonte de expectativas para el lector y una señal para la sociedad” (Garrido, 2000: 283). Los géneros son, por lo tanto, entidades existentes histórico-literarias que se desarrollan y a las que no se debe otorgar un

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carácter permanente. Como señala certeramente Jauss: “les genres se transforment

dans la mesure où ils participent

de l´ histoire et

ils

s´inscrivent dans l´ histoire dans la mesure où ils se transforment » (Jauss, 1970 : 76).

Los teóricos de la literatura aceptan hoy en día el carácter

histórico, mudable y abierto de los géneros, lo cual acarrea la aceptación sin paliativos de los géneros nuevos o subgéneros nacidos a la luz de los llamados básicos. No es este el momento de ir más allá en la reflexión sobre los géneros literarios ya que éste no es el propósito del tema que nos ocupa. Solamente he querido aclarar

el concepto de género literario para

diferenciarlo de la llamada “perspectiva de género” enfoque que se ha producido con el desarrollo del concepto de género y la categoría analítica correspondiente desde las ciencias sociales, entre las que se encuentra la crítica literaria de las últimas décadas. En ese sentido me parece del todo justo citar de entrada a la filósofa existencialista Simone de Beauvoir, objeto de estas reflexiones, cuya frase más famosa, epígrafe de su libro El Segundo Sexo,“On ne naît pas femme, on le devient" (Beauvoir, 1949) está íntimamente asociada a la historia de la emancipación de las mujeres en el siglo XX. El libro de Beauvoir fue publicado en

1949 y aún no utiliza el

término 'género' porque éste no tenía todavía el significado que le darán más tarde las ciencias sociales y humanas: construcción cultural de la feminidad y la masculinidad que se añade a las diferencias biológicas de sexo. Pero es evidente que su sentido está y que Simone de Beauvoir reabre el debate sobre los orígenes biológicos o culturales de la diferencia sexual que ya habían sido discutidos en los siglos XVII y XVIII.

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Podríamos decir que la teoría de género corresponde a lo que Paul Ricoeur calificó de “hermenéuticas de la sospecha”. En efecto, este filósofo llamó a Nietzsche, Freud y Marx “maestros de la sospecha” ya que los tres pusieron en duda la certeza proveniente de la Modernidad de que somos libres, originales y racionales. El concepto de género facilita elementos para una hermenéutica que nos permite “sospechar” sobre el origen de nuestra identidad sexuada y examinar críticamente usos y costumbres relacionados con ella. Durante la Ilustración francesa, se produjo un debate en torno a lo innato y lo adquirido en la diferencia entre hombres y mujeres.

La

información sobre pueblos asiáticos y americanos que traían los viajeros permitió preguntarse sobre la importancia de la educación en el modelado de la diferencia de los sexos. Por otro lado, la utilización del derecho natural como base filosófica para reclamar la abolición de los privilegios de los nobles daba lugar a repensar la organización social de género. Pero “¿Qué significaba la igualdad de todos los hombres para los pensadores ilustrados? La mayoría la entendió como igualdad de todos los varones. Es el caso de Rousseau o de Kant. Una rama minoritaria y posteriormente olvidada la pensó como la igualdad de todos los seres humanos en base a la capacidad de razonar.”

(Puleo,

2008: 23).

A esta rama minoritaria pertenecen

pensadores como Condorcet, Sophie de Grouchy y Olympe de Gouges, esta última con su Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana de 1790. Simone de Beauvoir continúa esta tradición en el siglo XX con

El

Segundo Sexo. En este clásico del feminismo, publicado, como ya he señalado, a mediados del XX, la autora sostiene que las mujeres sufren una

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injusta subordinación. Como pensadora existencialista, entiende la vida humana como proyecto, como elección y libertad. Su afirmación de que “no se nace mujer, sino que se llega a serlo” es una denuncia del Eterno Femenino como mistificación opresiva. Le Deuxième Sexe (El Segundo sexo) ensayo menos teórico que los precedentes, pensemos en Pour une morale de l'ambigüité (1947) (Por una moral de la ambigüedad) y que a la postre le daría una fama mundial se centra en el estudio de la condición de la mujer en la sociedad occidental. Aplicando la filosofía al análisis de la realidad, concluye que las mujeres a lo largo de su existencia

viven el

papel de las "otras". Rechazando todo esencialismo denuncia el aprendizaje de ser mujer por ideología interpuesta. Uno

de los objetivos, entre otros muchos, de la crítica literaria de

género consiste en centrar los análisis de las mujeres como autoras. Teniendo en cuenta esto desearía también referirme a la escritura autobiográfica de Simone de Beauvoir. Desde un punto de vista de género, yo diría que su autobiografía relata la vida de una mujer que no sigue las pautas de la época en la que las mujeres, por lo general, no estaban en el ámbito público: se trata de una escritura en la que se narra el proceso de una emancipación.

En cambio, ella se compromete con una actividad

intelectual. Habría por su parte una voluntad de hacer un juicio crítico hacia ella misma y hacia los demás. En el primer libro de su autobiografía Memoires d'une Jeune fille rangée la tarea emancipadora es relevante, esa tarea está movida, por la fuerza del existencialismo como poder de elección y de libertad. Por ello me referiré en particular a esta obra que cubre la etapa crucial que va de la niñez hasta sus primeros éxitos académicos. Simone de Beauvoir considera que su proyecto de conocer el mundo

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está unido a su deseo de expresarlo. De ahí que la tarea puramente intelectual de la filósofa existencialista no excluya la experiencia afectiva como lo demuestra la relevancia de su producción autobiográfica en el conjunto de su obra. Quizá convendría recordar aquí que en las últimas décadas del siglo XX ha surgido con fuerza un debate en torno a si se puede o no hablar de “literatura femenina”. Biruté Ciplijauskaité dice que la cuestión está abierta aunque en sus trabajos señala algunas características posibles comunes como la tendencia autobiográfica o la escritura desde lo emocional entre otras. (Ciplijauskaité, 1994). Beauvoir escribió cuatro volúmenes de memorias, Mémoires d´ une jeune fille rangée (1958) (Memorias de una chica formal), La Force de l´ âge (1960) (La fuerza de la edad), La Force des choses (1963), (La fuerza de las cosas), Tout compte fait (1972) (En resumidas cuentas) , así como un libro que relata la muerte de su madre Une mort très douce (1964) (Una muerte muy dulce) y un otro acerca de la muerte de su compañero Jean-Paul Sartre La Cérémonie des adieux (1981) (La ceremonia del adiós). Si al principio de su carrera literaria Simone de Beauvoir se decanta por la novela, en su madurez, deseosa de mostrar al lector el mundo desde un prisma más real, se consagra con más ahínco al género autobiográfico ya que éste permite a la singularidad del autor mostrarse sin artificios. A su entender, la novela no es del todo satisfactoria para quien desea reflejar la contingencia. Sin embargo, en una autobiografía "los acontecimientos se presentan en su gratuidad, en sus azares, en sus combinaciones a veces exageradas, tal y como han sido: esta fidelidad ayuda a comprender mejor que la más hábil transposición cómo

las cosas le suceden realmente al

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hombre" 1 (Beauvoir, 1963: 296). Así, Simone de Beauvoir se desmarca de los detractores del género íntimo concediendo valor estético a una forma literaria que demanda gran destreza y solidez con el fin de ganarse al lector. La motivación que la lleva a adentrarse en ese terreno tiene unos objetivos claros: conocerse mejor a sí misma y ser honesta en la exposición de su intimidad. Consciente de que el yo "no es más que un objeto probable" y de que quien se aventura a decir "yo" sólo puede captar algunos perfiles, la pensadora aborda la tarea de contarse sabiendo que al final del camino siempre quedará un resquicio de insatisfacción. No obstante, Simone de Beauvoir estaba completamente convencida de que un examen honesto de su existencia siempre podía aportar algo a los demás. Por ello considera que la sinceridad al exponerse conlleva que más o menos todo el mundo se vea implicado. De esta forma, esclarecer la propia vida supone iluminar la de los demás. Su tarea autobiográfica no tiene rasgos narcisistas. Su escritura

transciende el yo y se pone al alcance de los

demás porque el acto de escribir sobre su propio ser es, según su criterio, la mejor manera "de hablar a los otros sobre ellos mismos". Simone de Beauvoir siente la necesidad de escribir sobre sí misma cuando está a punto de cumplir cincuenta años. A esa edad ya tenía consolidada una obra novelesca que alcanza su máxima expresión en Les Mandarins (1954), (Los Mandarines) galardonada con el premio Goncourt. ¿Cómo se refleja esa mujer en los escritos íntimos? Es indudable que la obra autobiográfica de de Simone de Beauvoir encaja perfectamente con la noción de "pacto autobiográfico" desarrollada por Philippe Lejeune. Para este crítico la noción de pacto nace de una de las Todas las citas en castellano de las obras de Simone de Beauvoir son traducciones nuestras.

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características más distintivas de la escritura autobiográfica: la búsqueda de una complicidad del autor con el destinatario de la obra (Lejeune, 1975). Por consiguiente, estaríamos ante un contrato de lectura que el autor de una autobiografía subscribe con el lector. A través de este contrato el autor asume explícitamente la identidad con el protagonista del relato. La filósofa existencialista

da muestras de su talento literario

autobiográfico en Mémoires d´ une Jeune fille rangée. En ese libro clave para entender su pensamiento de adulta,

cuenta, de manera lineal y

sintética, la historia de la evolución intelectual y moral de la autora hasta que ésta alcanza la edad de veintiún años y aprueba en 1929 la “Agregation”, es decir, las oposiciones a Cátedra. El libro posee una unidad novelesca que, a juicio de la propia creadora, no se encuentra en los volúmenes posteriores. Estamos ante una especie de novela de aprendizaje rigurosamente estructurada de acuerdo con el flujo temporal. Utilizando el estilo indirecto libre, la narradora deja que tanto la niña como la adolescente se expresen con absoluta libertad. Únicamente interviene desde el saber que le han conferido los años transcurridos para completar ciertas lagunas de la protagonista y también proponer análisis. La elección de esa técnica narrativa no conlleva una adhesión ciega a la perspectiva

de la

protagonista. Se puede decir que existe una gran simpatía entre la escritora adulta y la narrada, una simpatía mitigada por la ironía que aflora en el texto cuando la niña o la adolescente reproducen, como apunta LecarmeTabone,

"dócilmente

los

errores

de

su

medio",

1999: 238). Simone de Beauvoir pone ante todo

(Lecarme-Tabone:

el acento en la tarea

emancipadora que ha hecho de ella lo que es como adulta que escribe y que ha determinado su vocación de escritora. El libro consta de cuatro partes

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dedicadas a los diferentes momentos de esa liberación personal, de su emancipación. Esa liberación estará igualmente asociada a una progresiva ampliación de los horizontes espaciales parisinos desde la casa de sus padres en el distrito sexto hasta la zona intelectual del barrio latino, símbolo de libertad, pasando por los parques y jardines más emblemáticos como el Luxemburgo donde por primera vez verá a Sartre. Al evocar los momentos de la infancia y de la juventud, Simone de Beauvoir denuncia de forma satírica la cultura burguesa de la cual procede. Hay por tanto en el libro un punto de vista ideológico que dialéctica opone

de manera

los valores tradicionales que le inculcaron con las

convicciones que van asentándose con fuerza en ella. Desde una lectura de género se puede ver que asistimos a un relato de conversión y al nacimiento de una intelectual que pone en duda. Pasar de una creencia que sería falsa a una presunta verdad. Se podría incluso decir como señala Lecarme-Tabone que hay una comunicación fructífera entre la teoría (Segundo Sexo) y la experiencia individual de este libro autobiográfico. Esta autora ve múltiples lazos entre ambos textos: relaciones entre madre e hija, primero próximas, muy simbióticas y más tarde de enfrentamiento, relación entre religión y masoquismo, circunstancias que permiten a una joven escapar de un destino que la sociedad imponía

a las mujeres,

rechazo precoz de la maternidad y rechazo de la vida en el ámbito privadodoméstico, (Lecarme-Tabone, 1998: 230). A modo de ejemplo se puede decir que

uno de los pasajes más

intensos del libro narra con gran sinceridad el momento en el cual perdió la fe. Una tarde en el campo, contemplando la naturaleza en soledad, exaltada por la belleza, Beauvoir tiene la experiencia definitiva en el terreno

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religioso: "Apenas me sorprendí cuando constaté su ausencia (de Dios) en mi corazón y en el cielo. No negaba su existencia con el fin de deshacerme de alguien que molesta: al contrario, me di cuenta de que ya no intervenía en mi vida y por consiguiente saqué la conclusión de que había dejado de existir para mí" (Beauvoir, 1958: 191). Frente a esos momentos de ruptura con el pasado, momentos por otro lado dolorosos, el libro también es un canto a la amistad con su amiga Zaza muerta prematuramente. Simone de Beauvoir dota a ese personaje de una gran simpatía y de un amor muy profundo. El libro se cierra con la evocación de su figura y con un reconocimiento a lo que ella le aportó en vida pero también con el significado profundo de su muerte: "Juntas habíamos luchado contra el destino fangoso que nos acechaba y durante mucho tiempo pensé que había pagado mi libertad con su muerte" (Beauvoir, 1958: 503). El encuentro con Sartre marcará el inicio de una nueva etapa intelectual de Simone de Beauvoir. Los nuevos valores surgidos de ese período emancipador narrado la llevan por el camino del compromiso, la conducen a actuar en el mundo no sólo como testigo sino como miembro activo: "Estaba todo por hacer; todo lo que en el pasado había deseado hacer: combatir el error, encontrar la verdad, decirla, explicar el mundo y si fuera posible ayudar a cambiarlo" (Beauvoir, 1958: 481). En definitiva Beauvoir intelectual y moral. Hay una

narra la historia de una emancipación ruptura evidente: con el medio burgués de

origen aristocrático, con el padre de familia aristocrática y con madre burguesía provincial católica. Como buena existencialista encontramos ya en esos escritos que recuperan la infancia y la juventud una proyección que le guía. Simone de Beauvoir rechaza el conformismo proveniente de su

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medio familiar marcado por

la hipocresía y el rígido conservadurismo

social. A esta ruptura hay que añadirle un aspecto que para ella fue muy positivo: el descubrimiento y la construcción de un yo no encorsetado en valores antiguos, sino en valores nuevos que se concretizan en la autonomía que adquiere con el trabajo y la escritura. Género autobiográfico y género en el sentido emancipador se funden en este texto más íntimo que los siguientes tomos de su autobiografía en los cuáles los acontecimientos históricos y externos ocupan más espacio. No obstante, hay que señalar que el texto autobiográfico de su niñez y juventud no se presta a una tesis en lo concerniente a la liberación de la mujer. Este libro relata su liberación con respecto a la familia y al medio del que provenía. Simone de Beauvoir se emancipa de esas tutelas lo mismo que lo hace con relación a los valores religiosos o la sexualidad. En ese contexto se da el rechazo de los modelos femeninos tradicionales, algo que surge de forma natural no como una teorización de la liberación de las mujeres. Más tarde, en los 70, sí lo hará, cuando en Tout compte fait, 1972, considere que la lucha de clases debe ir asociada a la lucha por la liberación de la mujer. A modo de conclusión de estas breves líneas, diría, desde una perspectiva de género que este libro Simone de Beauvoir presenta a la mujer como Sujeto libre. El libro enseña a pensar a las mujeres como seres independientes, en todos los aspectos. Quizá, sin renunciar al mundo complejo

en

que

vivimos

donde

realmente

tenemos

identidades

fragmentadas a todos nos convendría releer a esta autora pionera que puso en duda la certeza de un sujeto absoluto y de un esencialismo llamado mujer.

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