Veleia Minor 28

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JAVIER MORALEJO

EL ARMAMENTO Y LA Tテ,TICA MILITAR DE LOS GALOS Fuentes literarias, iconogrテ。ficas y arqueolテウgicas

VITORIA

2011

GASTEIZ


CIP. Biblioteca Universitaria Moralejo, Javier El armamento y la táctica militar de los galos : fuentes literarias, iconográficas y arqueológicas / Javier Moralejo. – Vitoria-Gasteiz : Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea, Argitalpen Zerbitzua = Servicio Editorial, 2011. – 381 p. : il. ; 24 cm. – (Anejos de Veleia. Series Minor ; 28) Bibliogr. : p. [373]-381 D.L.: BI-321-2012 ISBN: 978-84-9860-604-1 1. Historia militar antigua 2. Armas y armaduras 3. Galia – Antigüedades 4. Galia – Historia. 94(37):355 904(364)

Esta obra es el resultado de la tesis doctoral que fue defendida por el autor en la Facultad de Derecho de San Sebastián el 4 de julio de 2003 y que ha merecido el PREMIO EXTRAORDINARIO DE DOCTORADO de la Universidad del País Vasco por el Área de Ciencias Sociales y Jurídicas en virtud de acuerdo de la Subcomisión de Doctorado de la UPV/EHU de 20 de Octubre de 2005

© Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua ISBN: 978-84-9860-604-1 Depósito legal/Lege gordailua: BI - 321-2012 Fotocomposición/Fotokonposizioa: Ipar, S. Coop. Zurbaran, 2-4 - 48007 Bilbao


A la memoria de mi tío Serafín (31-X-1946 - 11-VIII-2011)



ÍNDICE

Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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III. Fuentes y metodología: ventajas y condicionamientos . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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I.1. Las fuentes clásicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I.2. La iconografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I.3. La evidencia arqueológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

29 34 37

I.3.A. Las necrópolis. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I.3.B. Los santuarios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

42 43

III. Las armas galas en los textos clásicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

45

II.1. Aspectos metodológicos: cronologías y dificultades de asimilación . . . . . . . . . II.2. Armas ofensivas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

47 50

II.2.A. II.2.B. II.2.C. II.2.D. II.2.E.

La espada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sistema de suspensión de la espada gala: el cinturón de cadenas.. . . . . La lanza empuñada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Armas arrojadizas de asta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El carro de guerra galo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

50 112 118 148 174

II.3. Armas defensivas activas.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

191

II.3.A. El escudo oval . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

191

II.4. Armas defensivas pasivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

255

II.4.A. II.4.B. II.4.C. II.4.D.

La «desnudez guerrera»: ¿tópico o realidad? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las corazas de tipo orgánico: reconstrucción iconográfica. . . . . . . . . . La cota de malla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El casco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

255 263 289 299


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ÍNDICE

III. Tácticas de combate de los galos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

323

III.1. Las fuentes clásicas como vehículo de reconstrucción de las tácticas colectivas III.2. Tácticas y estrategias de combate en el mundo galo. De La Tène Antigua a La Tène Final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III.3. Conclusión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

325 326 368

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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PRÓLOGO

La Historia Militar antigua, y su disciplina compañera la Arqueología Militar, han florecido a lo largo de los últimos veinte años tras muchas décadas de algún ostracismo académico, comprensible en cierta medida tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial y la generalizada percepción de que los historiadores militares eran culpables de connivencia intelectual con los militares de Estado Mayor, ya que unos y otros jugaban, sobre mapas topográficos, con deshumanizadas fichas azules y rojas que escondían la verdad de las terribles experiencias de millares de seres humanos sufrientes sobre el terreno real. No es éste lugar para debatir la justicia o no de dicha percepción; lo evidente es que ha existido y a veces perdura. Pero la renovación conceptual y metodológica propiciada sobre todo en el ámbito anglosajón entre 1978 y 1988 con trabajos como los abordados, entre otros, por J. Keegan o V.D. Hanson, ha cristalizado desde aproximadamente 1990 en un renacimiento generalizado de trabajos académicos renovados conceptual y metodológicamente, sin falsos complejos, del que el libro que tenemos en las manos es una buena muestra. Es obviedad que a veces conviene recordar que lo militar es importante, y a menudo predominante y primordial en la información que el pasado nos ha legado de manera directa a través de las fuentes literarias, los temas tratados por la iconografía, e incluso también de la información arqueológica en forma de fortificaciones de poblados, los restos de destrucciones violentas, las fosas comunes, o las armas depositadas en los ajuares funerarios. E incluso si la información resultara estar —como sin duda ocurre— descompensada en favor de los intereses y valores militares y guerreros de las clases sociales dominantes de cada periodo, dado el peso relativo de tales clases sobre el proceso histórico, desmesurado en relación a su volumen demográfico, el estudio de dichos intereses, valores y acontecimientos bélicos sigue siendo de importancia capital, y sin su comprensión será imposible una comprensión adecuada del pasado. Desde la época de Joseph Dechelette (él mismo caído en acción como capitán en 1914, con apenas cincuenta y dos años), el estudio de las armas de los


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EL ARMAMENTO Y LA TÁCTICA MILITAR DE LOS GALOS

pueblos de la Galia sirvió de inspiración y modelo para el de los pueblos de lengua céltica de la Península Ibérica, en trabajos como los de Enrique de Aguilera y Gamboa, Marqués de Cerralbo. Ha transcurrido un siglo, y los muchos trabajos acumulados desde entonces —ya desde los años veinte los del propio Juan Cabré, colaborador del marqués, y luego los de su hija Encarnación, y luego muchos más—, nos han permitido disociar por completo la vieja asociación entre las «culturas» centroeuropeas de Hallstatt y La Tène, y la dinámica por completo diferente de Celtiberia y el conjunto de la Península Ibérica, por mucho que existan relaciones, transmisiones y algunas similitudes muy parciales en exceso valoradas sobre todo por algunos autores germanos. El libro que prologamos no tiene pues como objetivo aplicar lo que puede saberse y deducirse sobre las armas de la Galia al caso de Iberia, y en eso hay que ser muy claro. Sin embargo, un análisis detallado del caso galo es de por sí relevante, per se y también, subsidiariamente, para mejor comprender el caso hispano y trazar una meditada trama de influencias, diferencias y relaciones. Y esto sobre todo si, como indica Javier Moralejo, son muy escasos los trabajos que desde España se han dedicado al estudio del armamento y forma de guerra entre los galos en la Segunda Edad del Hierro, siendo éste un tema de estudio perfectamente accesible y legítimo para un investigador que trabaje desde España, como lo ha sido tantas veces el recorrido inverso de foráneos estudiosos «hispanistas». Pero es que además, y como también recalca nuestro autor, no existe en la bibliografía general en otros idiomas un estudio extenso, sistemático y conjunto de la forma en que las diferentes fuentes literarias de época clásica trataron las armas y las tácticas de los galos, evaluando su fiabilidad de acuerdo con criterios de crítica de textos, conocimientos militares del autor, proximidad a los acontecimientos descritos y sesgo ideológico, todo ello cotejado de manera sistemática con las fuentes arqueológicas e iconográficas. Existen, sí, valiosos trabajos parciales sobre determinados tipos de armas, sobre aspectos tácticos, o sobre autores concretos, pero no un estudio global con los sistemáticos criterios y metodología aquí empleados. Este libro no pretende pues integrarse en los aspectos más innovadores y renovadores de la «nueva» historia y arqueología militar de la Antigüedad, centradas en cuestiones como la experiencia del combatiente, en aspectos ideológicos o simbólicos, logísticos o económicos, o en tantas otras vías de inquisición. Ya tendrá tiempo para esas empresas su joven pero ya avezado autor. Por ahora, nos presenta nada más —y nada menos— que un estudio sistemático y minucioso, riguroso, de catalogación y análisis de fuentes literarias y abundante aparato comparativo, demostrando no sólo un buen conocimiento de las fuentes primarias sino también de la literatura científica moderna. Una gran ventaja de este tipo de trabajos es no sólo que demuestren la constancia y método del investigador, tan necesarias para la carrera de fondo que es la actividad académica, sino que tienden a ser obras perdurables, de necesaria consulta y manejo, cuya


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PRÓLOGO

utilidad como herramienta de trabajo futura se mantendrá cuando quizá las hipótesis audaces o nuevas visiones que pudiera presentar estén ya superadas por la corriente del conocimiento. Es pues para mi un placer sincero, y un privilegio, tener la oportunidad de decir aquí unas palabras sobre un trabajo útil, novedoso en su sistemática integración de la información proporcionada por las fuentes literarias, que demuestra una notable madurez científica. Me agrada además sobremanera que se publique en una serie de prestigio que ha prestado tradicionalmente atención a los temas militares y su relación con las fuentes literarias, como muestran dos trabajos importantes del que éste es más que digna continuación. Me refiero al estudio de Pilar Ciprés Guerra y Sociedad en la Hispania Indoeuropea de 1993; o al de Jesús Bartolomé sobre Los relatos bélicos en la obra de Tito Livio, publicado en 1995. Más que mi personal opinión, es sin duda indicio relevante de la importancia de este libro el que eruditos prestigiosos, cuya visión es quizá más ponderada al no ser especialistas en cuestiones militares ni directos mentores del autor (como este prologuista), concedieran al estudio universitario defendido como DEA que es origen de este libro, el Premio Fundación Pastor de Estudios Clásicos a la mejor Memoria de Licenciatura en 2009. Con trabajos como éste la Arqueología y la Historia Antigua españolas especializadas en temas militares muestra una vez más su madurez. Además, el trabajo de Javier Moralejo no es el de un franc-tireur aislado sino que forma parte de las actividades del Grupo de Investigación Polemos de la Universidad Autónoma de Madrid que tengo el honor de coordinar, en el que se vienen defendiendo diversas Tesis Doctorales y Memorias de Licenciatura —o cualquiera que sea el nombre que se quiera dar ahora a la iniciación seria a la investigación—. Jóvenes investigadores, algunos ya Doctores y Profesores universitarios de cierta veteranía, y otros en camino de defender sus trabajos, forman un núcleo prometedor de especialistas, como otros que —somos conscientes—, van creciendo en varios centros académicos. Trabajos como éste, y trabajadores como Javier Moralejo, auguran bien para el futuro. Fernando Quesada Sanz Septiembre de 2011



AGRADECIMIENTOS

Quisiera comenzar por reconocer la deuda contraída con las instituciones y personas que han facilitado el desarrollo de este trabajo y lo han mejorado sensiblemente; con ellos debo compartir muchos de los méritos que se puedan considerar alcanzados. En primer lugar, agradezco las facilidades que me brindó el Instituto Arqueológico Alemán cuya biblioteca fue fundamental para la elaboración de este trabajo y, en especial, las atenciones que me dispensó María Díaz Teijeiro. No menos importantes han sido los fondos consultados en la Escuela Española de Arqueología en Roma, la Casa Velázquez y el Museo Arqueológico Nacional. Muy importantes para la culminación de este trabajo han sido las becas de investigación que disfruté en la Universidad Autónoma de Madrid (Departamento de Prehistoria y Arqueología); el premio a la memoria de investigación Fundación Pastor de Estudios Clásicos, otorgado en el año 2009, titulada: «El armamento y táctica militar de los galos y germanos en la II Edad del Hierro: propuesta de análisis de la Arqueología y las fuentes grecolatinas», que fue la espoleta de la presente publicación. A ambas instituciones expreso mi agradecimiento. Mención especial merecen los profesores de la UAM, Fernando Quesada Sanz, cuya prolija obra ha sido, y es, un constante referente sobre «la manera de hacer» en estas lides y cuya dirección científica me ha permitido asomarme a los sugerentes horizontes de la Arqueología militar del Mediterráneo Antiguo, con quien tengo el placer de trabajar desde que dirigió mi memoria de investigación —germen de este trabajo— hasta el día de hoy. Sus aportaciones salpican por doquier esta investigación; Eduardo Sánchez Moreno, cuyas valiosas aportaciones bibliográficas y crítica exhaustiva enriquecieron mucho este estudio y Emilio Crespo Güemes por su enorme ayuda con las fuentes literarias griegas. No menor ha sido la contribución de mis compañeros de la UAM: en primer lugar, de Eduardo Kavanagh del Prado, «compañero de fatigas» en tareas de excavación. Sus valiosísimos consejos sobre cuestiones concretas de armamento


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EL ARMAMENTO Y LA TÁCTICA MILITAR DE LOS GALOS

romano y aspectos tácticos en la guerra antigua han sido indispensables. También agradecemos a Eva González Medina, Mercedes Lanz Domínguez, Cristina Farnié Lobenstainer, Diego Franganillo Rodríguez, Carlos Merino Bellido, Jaime de la Vega, Javier Mantecón y, sobre todo, a Raúl Varea Blanco su apoyo y constante ánimo. A Helena Gimeno Pascual, directora del Centro CIL II de la Universidad de Alcalá, por sus orientaciones y consejos, así como a Esther Sánchez Medina por toda su atención, y a todos mis compañeros del Centro CIL II de la Universidad de Alcalá: Jessica Cogollor, Lara Ginés Sanz, Leticia Verdes- Montenegro y Juan Pablo Rincón por su soporte, paciencia y aportaciones. Respaldo fundamental me ha proporcionado Peter Rothenhöfer, codirector del Centro CIL II e investigador de la Kommission für Alte Geschichte und Epigraphik (Munich), institución a la que también quiero expresar mi reconocimiento. Especial mención debo hacer de Estíbaliz Ortiz de Urbina, Joaquín Gorrochategui y Cruz González Rodríguez, de la Universidad del País Vasco, que me brindaron la oportunidad de hacer posible su publicación en la serie de Veleia. A mi madre Beatriz y a mi hermano Juan, que tanto me ha enseñado; a Eduardo, Ignacio, Esther, Rubén, Iván, Rodrigo, Carlos; Elena, Alejandra y Silvia por todo lo que ellos ya saben. Last but not least, a mi padre. Sin su paciente lectura y revisión del manuscrito original, sus valiosas correcciones y sus aportaciones a las traducciones empleadas de los textos griegos y latinos, esta publicación no habría llegado a buen puerto. Pero, aunque parezca mentira, esta ha sido quizá la menor de sus contribuciones. Fue él quien me enseñó a correr tras los pies del temible Aquiles y, juntos, despedimos a Tristán, navegando inerte, con la espada quebrada, hacia Poniente. De aquello hace ya un tiempo, mas ninguno de los dos imaginábamos que podríamos cumplir los sueños nacidos al calor de la «vieja forja de espadas» de la carpintería de Cortegada; pues bien, algunos sueños infantiles sí se cumplen y… «de aquellos polvos vinieron estos lodos». Por todo ello y mucho más, gracias. Javier Moralejo Ordax Septiembre de 2011


INTRODUCCIÓN



Pero además, los métodos con los que atemorizan a los enemigos y los asustan antes de llegar a las manos no deben ser temidos por nosotros como si fuésemos inexpertos en la guerra. ¿Qué daño terrible podrían hacer, pues, a quienes avanzan al ataque las espesas cabelleras, la fiereza de sus ojos y la horrible apariencia de su aspecto? Y esos brincos desacompasados, el vano agitar de las armas, los numerosos golpes de los escudos y cuantas otras bravatas son tramadas por bárbara y necia fanfarronería en gestos y voces para amenazar a los enemigos ¿qué ventajas han producido a quienes se lanzan insensatamente o qué miedo a quienes resisten de forma calibrada frente a los peligros? (Dion. Hal. XIV 9, 4)

El que, según nuestras noticias, denominó el filósofo Gustavo Bueno hace ya tiempo «síndrome de Astérix» ha sido para muchos europeos medianamente cultos, desde hace más de siglo y medio, un impulso más o menos confeso, siendo como eran, o parecían ser, los pueblos célticos algo así como la tribu perdida de Occidente, por el hecho de no haber dado lugar a ninguna entidad política duradera, ni a una identidad cultural bien definida y de cierto alcance, ni haber dejado por escrito (salvo honrosas excepciones) una literatura digna de tal nombre. Por ello vinieron a ser para algunos el malogrado paraíso al que cabía remitir no pocas ilusiones y frustraciones, y en el que cabía rebuscar supuestas señas de identidad ahogadas por el ulterior triunfo de la convencional civilización europea, mixtura, nada menos, la greco-romana-judeo-cristiana-germánica. El mundo céltico, pues, pasó a convertirse, sobre todo al amparo del vendaval romántico, en la sede común de añoranzas y frustradas ilusiones de no pocos europeos. Los celtas representaron —primero como gálatas, luego como galos— el prototipo del bárbaro al que la civilización grecoromana hubo de enfrentarse


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