El pensamiento predominante en la sociedad actual es el científico. El papel jugado por la ciencia se ha hecho cada vez más complejo. El conocimiento científico surge de un proceso humano, marcado indeleblemente por virtudes humanas, valores, limitaciones y dentro de un contexto social. El progreso que aporta la ciencia y los cambios que suscita su relación con la sociedad plantean nuevos desafíos para la comunidad científica. A su vez, las fuerzas de la sociedad afectan la dirección de la investigación y cuestionan lo que se cree es el progreso de la ciencia. El desarrollo en los países del tercer mundo supone la instauración de configuraciones culturales en las que la ciencia puede adquirir diferentes formas para realizarse. Estas características locales inducen, al menos para nosotros, la necesidad de investigar dentro de la abundancia de conflictos, tales como la pobreza y la inequidad, que pueden marcar la investigación científica pero no deben estrechar sus perspectivas.