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Poesía muerta: Poemas sobre la muerte

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Thirteen (2003).

Thirteen (2003).

La muerte es poesía. Hablar de la muerte se convierte en un acto poético porque podemos imaginar la belleza y el horror de lo que hay en ese acto incierto a través de las palabras. La utilizamos para expresar el dolor que nos causa ese momento o simplemente para hacer una oda a innata del ser humano. Alrededor del mundo se convierte en un tabú y símbolo de respeto. Algunos la evitan, hacen todo por no cruzarse con ella, otros, más arriesgados, la retan constantemente y parece que pronto su vida los conducirá hacia ese camino la admiran y le temen. Se enfrentan a ella con valor pero no saben qué es, porde nuestra vida, al menos en esta realidad.

Canciones, películas, libros y poemas giran en torno a este tema porque la muerte es algo desconocido, secreto pero seguro. La muerte nos causa gran curiosidad. Nos mantenemos cerca de ella pero nos alejamos con premura si vemos que está demasiado cerca.

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Es un gran tema romántico porque suicidarse es la expresión máxima de la crueldad del ser amado; es un tema heróico porque los más valientes caballeros pierden la vida para salvar a su pueblo y es un tema de horror porque lo desconocido detrás de ella hace que pensemos que los que ya están del otro lado puedan regresar.

Gratia plena

Todo en ella encantaba, todo en ella atraía su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...

Era llena de gracia, como el Avemaría. ¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Ingenua como el agua, diáfana como el día, rubia y nevada como Margarita sin par,

Era llena de gracia, como el Avemaría. ¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Cierta dulce y amable dignidad la investía de no sé qué prestigio lejano y singular. Más que muchas princesas, princesa parecía: era llena de gracia como el Avemaría. ¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Yo gocé del privilegio de encontrarla en mi vía y cadencias arcanas halló mi poesía. Era llena de gracia como el Avemaría. ¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

¡Cuánto, cuánto la quise! ¡Por diez años fue mía;

¡Era llena de gracia, como el Avemaría, y a la Fuente de gracia, de donde procedía, se volvió... como gota que se vuelve a la mar!

Amado Nervo, 1912.

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera Sombra que me llevare el blanco día, Y podrá desatar esta alma mía Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera Dejará la memoria, en donde ardía: Nadar sabe mi llama el agua fría, Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido, Venas, que humor a tanto fuego han dado, Médulas, que han gloriosamente ardido, Su cuerpo dejará, no su cuidado; Serán ceniza, mas tendrá sentido; Polvo serán, mas polvo enamorado.

Francisco de Quevedo, 1969.

Sólo la muerte

Hay cementerios solos, tumbas llenas de huesos sin sonido, el corazón pasando un túnel oscuro, oscuro, oscuro, como un naufragio hacia adentro nos morimos, como ahogarnos en el corazón, como irnos cayendo desde la piel al alma.

Hay cadáveres, hay pies de pegajosa losa fría, hay la muerte en los huesos, como un sonido puro, como un ladrido sin perro, saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas, creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

Yo veo, solo, a veces, ataúdes a vela zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas, con panaderos blancos como ángeles, con niñas pensativas casadas con notarios, ataúdes subiendo el río vertical de los muertos, el río morado, hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte, hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

A lo sonoro llega la muerte como un zapato sin pie, como un traje sin hombre, llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo, llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta. Sin embargo sus pasos suenan y su vestido suena, callado, como un árbol.

Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo, pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas, de violetas acostumbradas a la tierra porque la cara de la muerte es verde, y la mirada de la muerte es verde, con la aguda humedad de una hoja de violeta y su grave color de invierno exasperado.

Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba, lame el suelo buscando difuntos, la muerte está en la escoba, es la lengua de la muerte buscando muertos, es la aguja de la muerte buscando hilo.

La muerte está en los catres: en los colchones lentos, en las frazadas negras vive tendida, y de repente sopla: sopla un sonido oscuro que hincha sábanas, y hay camas navegando a un puerto en donde está esperando, vestida de almirante.

Pablo Neruda, 1933.

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