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Vigencia en la gráfica de protesta en el diseño editorial

Las manifestaciones gráficas de protesta son fácilmente reconocidas. El imaginario colectivo está repleto de iconos de gran impacto como la paloma, la estrella, el puño en alto y tantos personajes de diferentes latitudes. Estas poderosas imágenes, base del discurso que sostiene una protesta, son el refuerzo de las ideas que se quieren defender. Ninguna de ellas son presentadas de manera aleatoria; tienen una justificación.

El historiador Norman Carton sostiene que la protesta es aquel ataque que se lleva a cabo por las vías intelectuales contra un orden preestablecido. Aunque puede recurrir a la violencia tiene fines muy específicos para llamar la atención y conmocionar a un grupo de élite sobre determinado tema considerado injusto. Los movimientos de protesta confrontan a esta élite a través de diferentes manifestaciones como huelgas, denuncias, campañas y otros actos de confrontación.

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El medio editorial ha sido uno de los recursos más poderosos de la protesta a través de la representación visual de diferentes iconos abrazados por una estética definida. Todo movimiento de protesta está respaldado por una producción editorial de impacto: volantes, carteles, manifiestos, periódicos, revistas, gacetas, fanzines... Hay un estilo que se mantiene unido al movimiento a través de elementos como la tipografía, el color, los medios de reproducción y los iconos…

En los movimientos sociales de Latinoamérica ocurridos en los años 60 y 70, los conflictos tenían que ver con la demanda de justicia ante las dictaduras y la opresión del gobierno como la revolución cubana, el golpe de estado de Argentina, la victoria de Salvador Allende en Chile y los cruentos eventos ocurridos en nuestro país en Tlatelolco y el Jueves de Corpus Christi, mejor conocido como el Halconazo. La denuncia de la violencia y represión debía ser expuesta de manera que no pasara desapercibida.

Arriba: Cubierta del álbum gráfico de la revolución cubana.

Derecha: Diferentes productos editoriales de protesta diseñados en los años 60 y 70.

Llegar a diferentes medios y hacerlo de manera económica y rápida es imperante para todo movimiento social. Los textos viajaban de mano en mano y las imágenes en televisión lograron hacer que estos acontecimientos no pasarán desapercibidos. Con fuerte inspiración en los movimientos posmodernos que van del hippismo al punk, el estudio de la gráfica de protesta demuestra que aunque los medios de difusión han cambiado, las propuestas recurren a los mismos elementos visuales.

Hoy en día, movimientos como aquellos hechos por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el frente denominado “Yo soy 132” o los relativos a los hechos de Ayotzinapa como “Nos faltan 43” o “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, han encontrado en redes sociales su medio más fuerte de hacer presencia. Y la fuerza continúa con los movimientos pro vida y ecologistas, de defensa a la comunidad LGTB, equidad de género y muchos más.

El ser humano necesita códigos de impacto que le ayuden a formar un grupo, a identificarse, a documentar y presentar una ideología. La gráfica de protesta suele ser considerada de producción hechiza o efímera, pero en las limitaciones en su confección, reproducción y divulgación es en donde ha encontrado la posibilidad de crecer: empleo del alto contraste, recursos de reproducción (que recientemente emulan en el ámbito digital puesto que poco se imprime) como grabado o esténcil con técnicas que nos recuerdan el collage.

Izquierda: Diseño de propaganda en contra del Mundial 1978.

Arriba: Dos ejemplos de gráfica de protesta estudiantil en contra del gobierno mexicano.

El diseño editorial y sus canales se diversificaron y hoy en día, encuentra en el fanzine y los medios digitales ventanas nuevas de expresión, pero siempre regresando al origen.

“Gráfica Editorial de protesta de los años sesenta y setenta” fue la tesis de Guadalupe Gatica Vázquez presentada el pasado 11 de mayo de 2019 y con el cual obtuvo su Grado de Maestro en Diseño Editorial con mención honorífica.

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