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LA CONSTRUCCIÓN PSICOSOCIAL DEL AMOR

por Alicia Cuentas Teosol

Es vital replantear nuestra educación emocional a partir del respeto a uno mismo y romper con estereotipos que obstruyen la capacidad de establecer relaciones que enriquezcan nuestra vida y nos ayuden a crecer.

El amor ha estado presente en la historia del individuo, aunque no siempre se ha manifestado de la misma forma. No obstante, si revisamos diversos conceptos encontraremos que es un sentimiento de afecto que busca el vínculo con otro ser para brindarnos alegría y mayor bienestar, sin embargo, definirlo es todavía complicado y dependerá del contexto en el que se determine.

La psicología no había tratado el tema del amor hasta la década de los setenta cuando el psicólogo social Zick Rubin señaló la diferencia entre amor y aquellos sentimientos relacionados con él, como el cariño o la atracción. Durante varios siglos el amor estuvo reservado a la intimidad, aunque se hablaba de él, por ello ha sido objeto de atención desde tiempos muy antiguos, sobre todo en la creación artística que ha aportado un gran bagaje al punto de proporcionarnos patrones de cómo amar y ser amado.

El amor como lo plantea el arte no existe, es un concepto dado en la psique humana que llega a demostrarse mediante conductas y rituales propios, como el cortejo. Para entenderlo, debemos conocer su historia y evolución. Desde Platón, el amor era visto como mero placer. El amor romántico como lo conocemos actualmente, fue ganando reconocimiento a nivel social ya que gozaba de privilegios.

En diversos estudios sociológicos y antropológicos se sostiene que el amor romántico fue posible gracias a una serie de procesos históricos y sociales de cambio en los comportamientos y formas de pensar.

La necesidad del amor para formar una pareja es de surgimiento relativamente moderno, ya que implica la elección del otro con base en cualidades personales, además de romper la posición tradicional de algunas culturas en las que la relación era impuesta por los padres, por contratos y por el deber ser.

Culturalmente se ha construido un ideal romántico, mismo que ofrece al individuo un modelo de conducta amorosa, desde la cuna hasta la interacción con el otro. La educación en el amor desde lo que nos enseñan los padres hasta lo que vemos en televisión conlleva a concepciones erróneas, fantasiosas y de gran consumo social que nos provocan un malestar y una distorsión de nosotros mismos y de los otros, de allí la importancia de reeducar en el tema del amor.

Tenemos fechas para festejar el amor, que lejos de celebrarlo, lo comercializamos y padecemos, ¿y cuál es el problema en torno a esto? En la consulta psicológica, una parte importante de los conflictos personales se ligan a temas del amor y desamor, en historias desgarradoras de sufrimiento y tormento que se justifican en nombre del amor. Y es aquí cuando hemos distorsionado la práctica de este concepto. Hombres y mujeres recurren al sacrifico de su bienestar físico y emocional para darle al otro lo que no tienen, al caer en un ciclo de dependencia, sacrificio y miedo a estar solos.

Es posible que algunos de nosotros estemos familiarizados con distintas obras como Cumbres borrascosas, Madame Bovary o Romeo y Julieta, que nos muestran historias imposibles de amor y sufrimiento. Pensar que el amor debe ser como en esas obras es absurdo y demencial. Los estereotipos de género que nos guiaron a las funciones que debíamos ejecutar sumado a la educación sentimental que se recibe han contribuido a perder la valoración personal y los principios que deben regir nuestra vida del amor propio.

Todos tenemos un mapa del amor en el que nos dirigimos, con el que nos relacionamos e involucramos en relaciones sentimentales. Dicho mapa es el constructo mental para asimilar los sentimientos y nuestra construcción de la realidad sobre el amor que nos permite interactuar con el resto y elegir.

Si las experiencias tempranas de nuestra vida fueron de carencia afectiva, maltrato, abuso, descalificación, soledad, raramente podremos distinguir el buen trato del maltrato. Esto es emocionalmente peligroso porque se puede caer en una relación patológica y tóxica que lejos de abonar a nuestro bienestar y crecimiento, nos resta y mutila la dignidad personal y el valor, porque renunciamos a nosotros por permanecer con quien nos daña.

Sufrir, sacrificarse y tener miedo en una relación de pareja no es opción; querer salvar a la otra persona de algo que afecta su vida habla más de la necesidad personal de salvarnos a nosotros mismos. El amor debe sumar y por ello la importancia de cultivar el amor propio, la fidelidad y el respeto que nos debemos a nosotros mismos.

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