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LOS ANESTÉSICOS TAMBIÉN AFECTAN A LAS PLANTAS

por Verónica Guerrero Mothelet

Durante los últimos años, se ha investigado el misterio de la anestesia en un espécimen inusual: la venus atrapamoscas. Los estudios han encontrado efectos similares a los que produce en animales y humanos, convirtiéndola en un modelo ideal para estudiar anestésicos, e incluso la base biológica de la conciencia.

La anestesia provoca la pérdida de la conciencia en animales y humanos. Sin embargo, pese a que la medicina la ha empleado desde hace 176 años, continúa el debate científico acerca de cuál es exactamente su funcionamiento.

En años recientes, este misterio se ha investigado desde un ángulo sorprendente: la venus atrapamoscas, una planta carnívora que se alimenta de los insectos que quedan atrapados entre los lóbulos de sus hojas. La razón de elegir este modelo para estudiar los efectos de la anestesia se remonta a las investigaciones del fisiólogo francés Claude Bernard, 30 años después del debut de la anestesia en los quirófanos. Bernard demostró que el éter afectaba el movimiento observable de otra planta, la mimosa, que suele cerrar sus hojas al tacto, y concluyó que la anestesia no inhibía la capacidad de movimiento, sino la “percepción del entorno”, lo que puede interpretarse como una forma de interrupción de la conciencia.

Bernard sugirió que las plantas y los animales comparten una fuente biológica de la conciencia y esa fuente en común debía ser la diana de la anestesia. En los animales, se piensa que la fuente de la conciencia es el sistema nervioso: las neuronas detectan los estímulos sensoriales, como la presión mecánica de una mosca que se posa en nuestro brazo, y los convierte en impulsos eléctricos. Esos impulsos viajan al cerebro que, tras analizarlos, inicia una respuesta. Las plantas no tienen un sistema nervioso como tal, pero sí transmiten información eléctrica en respuesta a los estímulos ambientales, de manera similar al funcionamiento del sistema nervioso animal.

En años recientes, varios equipos de investigación, como el dirigido por Frantisek Baluska, de la Universidad de Bonn, han estudiado los efectos de diversos anestésicos en la venus atrapamoscas. A diferencia de la mayoría de las plantas, ésta es particularmente sensible al tacto. Para atrapar a su presa, responde al estímulo con un disparo y la veloz transmisión de impulsos eléctricos.

En términos generales, los estudios han encontrado que la anestesia paraliza esta planta interrumpiendo sus señales eléctricas, con un efecto a nivel celular y orgánico. Además, mientras está anestesiada no puede percibir su entorno y al “despertar” no “recuerda” lo ocurrido. Estas reacciones son muy similares a las observadas en animales y humanos bajo anestesia general, que suprime la actividad del sistema nervioso central; por ello, convierten a la venus atrapamoscas en un modelo ideal para probar diversos anestésicos, e incluso para investigar si compartimos con las plantas una fuente biológica de la conciencia.

Verónica Guerrero es filósofa, periodista y divulgadora de la ciencia; ha sido corresponsal de la revista Nature Biotechnology y colaboradora frecuente en ¿Cómo ves? de la UNAM.

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