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1.5. Desarrollo de la percepción y expresión espacial
conocimientos básicos con los que se anime a trabajar el volumen, a través de la cerámica, en las escuelas. Conocimientos que van más allá de una etapa concreta y que tratan de despertar el interés por la cerámica a cualquier edad, sus comienzos, su importancia, sus materiales, su elaboración, etc. Este despertar se inicia en el conocimiento de las características de la cerámica y en aprender a efectuar obras propias sin modelos estereotipados. Comprender los procesos y saber explicarlos, adquirir competencias en las fases de ejecución, saber por qué ocurren ciertas cosas y aprovechar o rechazar con criterio propio aquello que se va a utilizar. Son metas de largo alcance que apuntan a dotar al profesorado de cualquier nivel con conocimientos globales que vayan más allá de su etapa.
1 .5 . Desarrollo de la percepción y expresión espacial
La percepción es el proceso mental que hace posible que la información transmitida por los sentidos pueda ser interpretada. Se desarrolla por medio de la experimentación y de las relaciones que se establecen con aquello que se experimenta.
Cuando hablamos de percepción espacial se hace referencia a las tres dimensiones y en la infancia la percepción espacial se experimenta en relación con uno mismo. Se desarrolla a través de todos los sentidos y depende de la madurez mental para comprender e interpretar la información que estos proporcionan. La actitud de exploración inagotable que se posee en la infancia es la evidencia de la necesidad de conocer y comprender su entorno. Cuanto más experimentan más se desarrollan sus sentidos y se fortalece su motricidad, de modo que repercute en una percepción más completa. Es una progresión que se puede fomentar con diversas actividades, pero hay una especialmente estimulante: manipular el barro.
El proceso de aprendizaje de la cerámica es continuo, cada logro se interioriza y se suma al anterior. Toda experimentación es útil para la adquisición de nuevas metas y se establece con la materia un diálogo de acción-reacción que surge de los deseos de construir y las posibilidades que ofrece el material. Para Isabel Cabanellas y otros (2003):
El papel de la educación artística no debe centrarse únicamente en aquellos objetos con los que los niños manipularán sus realizaciones artísticas, sino que el maestro debe ocuparse también de los espacios por donde transitan y viven estos niños en su tiempo escolar, procurando integrarlos con el resto de los objetos del aula de manera vivencial y emotiva, con una visión cultural más amplia.
De pequeños sienten, al igual que de adultos, la compensación de ser capaces de resolver problemas por sí mismos. Les gusta hacer proyectos con arcilla porque es un material que se deja manipular con mucha libertad, que pueden pellizcar, rodar, golpear y enrollar. Cada acción les produce sensaciones gratificantes. Cuando sienten que su proyecto se ha completado se sienten orgullosos, y muestran sus creaciones en arcilla a sus familias.