Agosto y Septiembre de 2012 路 ISSN 0719-2258
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$600
editorial
LOS PELOS DE HOY Vientos Algunas curvas El pago Malas vibraciones Entrevista a Bradbury JRR Tolkien: La mitología como un eco de la 1 Extremo falso, nueva carne Canción de cuna ojepse nu se ameop lE El Visitante Ruinas Dejen soñar a Juan Caída de sistema Plectro para Valdivia Cromosoma 21 Intro.Ex/Creathio Don Gregorio Quiltra Caminante pensante Las ciudades modernas Diablos Cuna de soldado Café entre pares Cóctel inflamable Alacrán Auxilios Despedida Del regreso, las revistas y el sacrificio etílico-l
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Revista literaria de Concepción, Chile. Estrenada en junio de 2012. Fundada para quebrar a la élite intelectual y convertirse en la feria del trueque oficial de todos quienes quieran dar o recibir literatura. unpeloperdido@gmail.com · www.unpeloperdido.com Creada por
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Imagina esto. Vas por la calle conmigo. La vía esta desierta. Mientras conversamos un automóvil pasa junto a nosotros. Baja su velocidad. Frena. Lo quedamos mirando. Se abre la puerta del copiloto. Se baja un hombre con abrigo gris, gafas. Saca un revólver. Me apunta. Dispara. Caigo al suelo. Sangre. El pistolero se vuelve a subir al auto. Acelera. El neumático rechina contra el pavimento. Miras el vehículo y te das cuenta que no tiene patente. Miras a tu alrededor. No hay nadie. Vacío. Nadie vio nada. Yo sigo sangrando. Tú, mientras sacas tu celular, persigues al auto negro. Este dobla en la esquina. Alcanzas a llegar justo después que dobla. Quedas frío. Es una calle corta, sin salida. No hay ningún auto. Desapareció. Llamas a la ambulancia. Llegan; me socorren. Te apartan. Aún no digieres todo lo que pasó. Estas mudo. Al minuto después se acerca un paramédico y te dice que he muerto. Que no pudieron hacer nada. Que mi paro cardiorrespiratorio fue fulminante. No comprendes. Te acercas a mi cuerpo. No hay sangre. Estoy limpio. Ya no está el agujero del proyectil. Quedas perplejo. No paras de pensar. Te hablan. No escuchas. Caminas. Te tomas la cabeza. De pronto, te sientes mal. Miras para abajo.
Portada: ~Kosmur Diseño del logo: Camila Albarrán comité editorial Tomás Gonzalez · Boris Johnson · Michael Phelps · Usain Bolt · Mr. Bean · Paul McCartney
UN PELO PERDIDO
Cristóbal Araneda Acuña
Tienes una gran mancha de sangre en la camisa
Camilo Torres Rojas
difusión Camila Albarrán · Joaquín Castillo · David Chandía · Miguel González · Felipe Méndez · Alejandro Solís · y todos quienes difundieron nuestro proyecto por blogs, voz, facebook, twitter, señales de humo, clave morse y tantos otros medios. Información sobre licencias en la página 31. 2do número apoyado con fondos de la Vocalía de Informaciones de la Federación de Estudiantes de la UdeC.
Vendrรกn lluvias suaves
Ilustraciรณn por Loreto Corvalรกn, basada en el cuento de Ray Bradbury UN PELO PERDIDO | 3
Vientos David Lethei Vientos, huracanados pedazos de sangre levantando la ignominia humana por los confines de la Tierra toda son estos vientos, eólicas cascadas inabarcables entidades transmutando luz aqu í, a h í, a l l á v i e nto s que vo c i fer an eter nos que l e v ant an d e lo s su el o s l a memor i a que e st re me c en d e l as a l mas l a i no c enci a que de sg ar r an , indolentes el org u l l o y l a s ob e rbi a d el hombre
d e
hoy
v i e nto s , qu e l a
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Doblo y hago curvas en mi lápiz Y dejo que mi consciencia y mí luego Inconsciencia sean curvas y recen acá en un lápiz y papel de redondéz y salte y corra y ¡Viva la curva! y que sean locura y vomiten en círculo y sean curva y veo una curva y se alza desde el cubo y se fuma al cubo un redondo y amarradas y hasta libres las curvas se aman y se aman y hasta que son una las curvas.
Algunas curvas Richard Olivera
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El pago
Malas vibraciones
Me senté delante de ella, acomodando la silla para quedarle justo de frente. Nos separaba un escritorio pequeño: una mesa alargada con un monitor y un montón de papeles a un lado. Miré la torre de papeles pensando en la cantidad de nombres que allí se encontraban. Quizá también el mío, me dije.
Alex. Camina por la ciudad. El cielo ya está oscuro, no ha sido un día agradable y lo único que anhela, en el momento en que sus pasos marcan y dejan registro de su existencia sobre el pavimento capitalino, es dormir, recostarse, apoyar la cabeza sobre la almohada, apagar las luces, poner un cartón en la ventana y dormir. Es aniversario de la muerte de su padre. El primero. Lo recuerda, pero no ha sido eso lo que le ha arruinado el día, sino un montón de líos académicos, problemas con sus compañeros y una mala discusión con el chofer de la micro. En algún momento su camino se detendrá y llegará a su casa, dormirá y descansará, probablemente no ponga el cartón en la ventana, pero igual descansará. Y luego de eso iniciará otro día.
Freddy Fuentes J.
Cuando llegué, ella me había mirado de una manera extraña, como nadie me había mirado durante el día. Creí leer en sus ojos algo como: parece que lo he visto antes, ó, ¿será de aquí? Me quedé mirándola a los ojos por unos instantes. Ella, por su parte, no me miraba demasiado. Me sorprendió su boca amplia de labios gruesos, oscuros y opacos. La mujer era bonita, pero tal parecía que ella era la única que no se había dado cuenta. Por un momento creí que yo la miraba más de la cuenta, en un intento por descubrir qué era lo que la hacía ser bella para mí. Sus grandes ojos castaños, su cabello negro y liso. Sí, era ese conjunto, como el resultado exitoso de una ecuación que al principio me parecía complicada. A mí me había sorprendido el resultado. Es que nunca fui bueno con los números. La mujer me hablaba sobre los papeles que yo tenía que recibir; lo hacía con una voz grave y lenta. Después se volvió a ocupar del computador. «Tu run», dijo. Se lo di, y me cortó con un «ya» apresurado justo antes de que yo le dictara el último dígito después del guión. Sin el último dígito, la búsqueda era válida de todas maneras. Revisó la pantalla del computador con indiferencia. Claro, una carpeta llena de papeles sin importancia, pensé. Ella sabía muy bien lo que buscaba. «Esto…», la escuché murmurar para sí misma. Me puse alerta por si debía darle alguna otra información. Hizo varios clics y pronto comenzó a sonar una impresora que estaba hacia un lado de nosotros, a la izquierda, encima de un mueble pequeño con muchos cajones. Se levantó y caminó hacia la impresora para
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Efrim Manuel Menuck
Y fue así, y no solo una vez, muchas. Muchos días malos consecutivos, y la angustia, los malos ratos, la sensación de vacío. Para introducir los comentarios de Sebastián Salas sobre la situación de Alex es necesario primero explicar como entra uno en la vida del otro y qué rol cumple. Y no es algo difícil de explicar. Alex no permaneció en Concepción, pues creía que no había nada de peso que le atara a aquel lugar. Puede que se haya equivocado o puede que no. En algunos momentos sintió que sí y en otros que no. Pensaba que quería algo nuevo, alejado, empezar, de alguna forma, una nueva vida, y que fuera mejor. Entonces tenía todas las posibilidades en otra ciudad. Ingresa a la carrera de Derecho en la Universidad de Chile. Se aloja por uno o dos meses en la casa de unos tíos, lo que le resultó harto contradictorio al momento de iniciar su nueva vida. Tiene el plan, claro, de irse a un departamento, a una casa interior, o a una pieza donde tenga todas las posibilidades, como para experimentar la libertad. Al tiempo abandona a sus tíos, los cambia por una pieza en un sector cercano a su casa de estudios. Es un lugar casi tétrico donde una docena de estudiantes arriendan piezas, por las noches se cocinan arroz y se juntan a tomar cerveza en la pieza de turno, algunos follan entre sí, otros simplemente leen las fotocopias que sus docentes le encargaron para la clase siguiente. Alex participa de todas estas prácticas sin mayor regularidad. Algunas noches se duerme pensando en
como mejorará su situación, en como andarán todos por Concepción o en los deberes que tiene para la semana, otras pasea por las calles cercanas, se sienta en una banca y admira a la gente que pasa y no parece tener un lugar donde llegar, aún a pesar de toda esa prisa. Algunas veces se queda estudiando toda la noche. Algunas veces sale con amigos, o con lo que él cree, erróneamente, que alguna vez serán amigos, y se toman unos tragos, hablan de mujeres, fútbol, universidad, se embriagan y por ahí se acaba la velada. Unas veces, las menos, se queda mirando la pared y llora un poco. Y así, entre tantas ocupaciones, entre tantas noches, se le pasa un año a Alex. Durante ese año conoce a Sebastián Salas, estudiante de Medicina, tipo correcto, sin muchos recursos pero con una capacidad de emprender envidiable. Sebastián, mientras espera la micro, le cuenta su plan: irse de la pieza, arrendar una casa interior. Ya la tiene vista, conversado el precio y las formas de pago, pero le falta un apoyo, pues solo, con el indigno sueldo que recibe por garzonear los fines de semana, no le alcanza. Se queda mirando a Alex. Ambos entendieron. Alex, pasado el tiempo, le dice que sí, y se van, un día de aquellos, a vivir a la casita interior, transportando sus pocas cosas en la misma micro, muy incómodos, y más el resto de los pasajeros. Sebastián es de Rancagua, desde donde, pasado muy poco tiempo, sus padres le envían una cocina pequeña pero eficiente. A Alex le traen desde Concepción, sin siquiera esperarlo, un pequeño refrigerador, una especie de frigobar pero multiuso. Es su hermano menor quien se lo trae, con una sonrisa en la cara por el viaje que debió emprender, el que, más que arduo, le pareció divertido. ¿Y tú no fuiste a clases?, le pregunta Alex, a lo que su hermano le responde: El drama era que o faltaba yo a clases o mi madre dejaba de trabajar.
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¿Por qué escribe ciencia ficción?
Prefiero no leer los escritores jóvenes de mi género. Usualmente puedes terminar deprimido al descubrir que se les ocurrió una idea en la que tú mismo estás trabajando. Lo que quieres es simplemente seguir adelante con tu propio trabajo. Proust, Joyce, Flaubert, Nabokov—escritores que tienden a pensar la literatura en términos de estilo y forma. ¿Le ha interesado esa línea de trabajo?
Esos no son libros. No puedes sostener un computador en tu mano como un libro. Un computador no tiene olor. Hay dos perfumes en un libro. Si el libro es nuevo, huele genial. Si es viejo, huele incluso mejor. Huele como el antiguo Egipto. Un libro tiene que oler. Tienes que sostenerlo y rezarle. Lo guardas en tu bolsillo y caminas. Y se queda contigo por siempre. Pero el computador no hace eso. Lo siento. Con la publicación de Fahrenheit 451, le llamaron ‘visionario’. ¿Qué nos advertiría hoy?
¿Y qué decía entonces Sebastián sobre los malos días de Alex? La relación de amistad que fueron construyendo se afianzó con el tiempo. Varias veces Alex se fue a dormir a la casa de Rancagua. Tan solo una vez Sebastián se quedó en Concepción, y fue por fuerza mayor. Aún así, en la pequeña casa interior de Santiago las cosas iban bien. ¿Y qué decía? Alex llegaba a la casa y tras saludar se iba directo al dormitorio, donde no pasaba mucho hasta que se durmiera. Sebastián un día dejó el
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Usted dijo que no creía que en la universidad enseñaran a escribir. ¿Por qué?
No directamente. Tiene que ser a través de la reflexión, indirectamente. Nikos Kazantzakis dice “vive por siempre”. Esa es su obligación social. Todo lo que Dickens dice es que hay que vivir la vida con el máximo de tu energía. Edgar Rice Borroughs nunca se vio a sí mismo como un motor social, como un agitador con obligaciones sociales. Pero resultó (y me gusta decir esto porque molestá mucho a todo mundo) que Borroughs es probablemente el escritor más influyente en toda la historia. ¿Por qué cree eso?
Si no tienes sentido del humor, no tienes matrimonio. En Love Story está esa línea, “amor significa no tener que pedir disculpas nunca”. Es la cosa más tonta que he oído. Amor significa pedir disculpas todos los días, por una cosita u otra. Cometes un error: se te olvidaron las apolletas. No las compraste, y te disculpas. ¿Entiendes? Así que estar preparado para aceptar tu responsabilidad, pero por sobre todo tener sentido del humor, para que todo lo que pase tenga su lado divertido.
Cómo leer la entrevista a Bradbury Doble esta página por la mitad (se puede guiar por la línea punteada), de manera tal que la columna 1, de la página anterior, cubra la columna 2, de esta página. Luego, siga los pasos de la página siguiente. 8 | UN PELO PERDIDO
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Es un lugar muy malo para los escritores porque los profesores siempre creen que saben más que tú, y no es así. Son prejuiciosos. Les puede gustar Henry James, pero ¿y si no quieres escribir como Henry James? A muchas personas les gusta John Irving, por ejemplo, y es el más aburrido. Las bibliotecas, por otra parte, no tienen perjuicios. La información está toda allí, y tú la interprestas. No tienes a alguien diciéndote qué pensar. Lo descubres por tí mismo. ¿Tiene la literatura una obligación social?
Al darle romance y aventura a una generación completa de niños, Burroughs causó que salieran, que fueran especiales. Es lo que tenemos que hacer todos, dar un regalo de vida con nuestros libros Dile a una niña o niño de diez, oye, ¡la vida es divertida! ¡crece alto! He hablado con multitud de astrónomos, bioquímicos, científicos, que cuando tenían 10 se enamoraron con John Carter y Tarzán y decidieron hacer algo romántico. Borroughs nos pone en la luna. Estuvo casasdo por 56 años antes que su esposa falleciera el 2003. ¿Cuál era el secreto de la longevidad de su relación?
--Extracto de la entrevista realizada por Sam Weller, de The Paris Review, a Ray Bradbury. Publicada en el número 192 (primavera de 2010) de la misma revista. © The Paris Review. Traducción libre de Cristóbal Araneda.
Cómo leer la entrevista a Bradbury Doble esta página por la mitad (se puede guiar por la línea punteada), de manera tal que la columna 1, de la página siguiente, cubra la columna 2, de esta página. Luego, siga los pasos de la página anterior. UN PELO PERDIDO | 9
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La ciencia ficción es la ficción de las ideas. Las ideas me entusiasman, y tan pronto me entusiasmo, la adrenalina baja y le pido energía prestada a esas ideas. La ciencia ficción es cualquier idea que se nos ocurra y que aún no existe, pero pronto lo hará, que cambiará todo para todos, tras lo cual nada volverá a ser lo mismo. Tan pronto como tienes una idea que cambia una pequeña parte del mundo, estás escribiendo ciencia ficción. Es siempre el arte de lo posible, nunca de lo imposible. ¿Lee a los escritores más jóvenes que usted?
No. Si una persona me pone a dormir, me pone a dormir. Dios, he tratado de leer a Proust seguido, y reconozco la belleza de su estilo, pero él me pone a dormir. Lo mismo para Joyce. Joyce no tenía muchas ideas. Estoy completamente orientado en base a las ideas, y aprecio ciertos aspectos de la escritura francesa e inglesa. No puego imaginar estar en un mundo y no estar fascinado con lo que nos hacen las ideas. ¿Qué opina de los ebook y del Amazon Kindle?
Nuestro sistema educacional se ha ido al infierno. Mi idea es que hay que dejar de gastar dinero en educar niños que tienen 16. Deberíamos poner todo el dinero en el kindergarten. Se debe enseñar a los más pequeños a leer y escribir. Si los niños entran a la primaria sabiendo leer y escribir, ya armamos el futuro, ¿no? Deberíamos dejar de enseñarle a los niños matemáticas. Ellos no la van a usar en sus vidas. Dénle solo aritmética básica, uno más uno es dos, y cómo dividir, y cómo restar. Esas cosas sencillas se pueden enseñar ráoido. Pero no matemática más compleja, porque nunca la van a usar, a menos que sean científicos, y ellos pueden aprenderla después. Si eres brillante, aprenderás como educarte tú mismo con las matemáticas, si las necesitas. Pero el niño promedio nunca lo necesitará. Así que: leer y escribir. Esas son cosas importantes. Y cuando el niño tenga 6, estará completamente educado y podrá aprender por él mismo. La biblioteca será el lugar donde crecerá.
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Eve S. Alarcón
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computador y golpeó la puerta de su compañero. ¿Estás durmiendo?, le preguntó, entendiendo al instante lo ridículo de la pregunta, lo que no le evitó esperar unos segundos a que le contestaran. No, le dijo, ¿qué pasa? Sebastián entró, se sentó en el suelo, apoyando la espalda en la pared de madera, con la cabeza justo debajo del dibujo de Hitchcock, antiguo recuerdo de la escuela, medio roto, medio sucio, con los colores originales perdidos hacía años. La pieza estaba hecha un desastre. Había incluso comida que parecía empezar a cobrar vida propia en unos platos que dudo alguien se atreviera a lavar, botados, asomando por debajo de la cama. Prendió la luz de la lámpara, Alex, y miró a su compañero. Estás así por lo de tu padre, dijo Sebastián, y en su tono no se distinguía muy fácilmente si eso había sido una pregunta o una afirmación. Y lo peor es que no era por eso, y aún cuando Alex se lo dijo fue difícil para él, durante los días que siguieron, sacarse esa idea de la cabeza, hasta que en un momento, caminando por el campus, advirtió la presencia de Alex bajo un árbol que empezaba a sufrir los azotes del otoño, a una hora en la que debería estar rindiendo un certamen, muy comentado hacía unas semanas por el mencionado. ¿Ya tan rápido lo terminaste?, preguntó Sebastián. Algo así, dijo Alex, y lo invitó a comerse unas sopaipillas con mostaza, como medida precautoria, pues el día parecía empezar a arruinarse. Caminaron, saludaron a unas personas que conocieron alguna vez en alguna fiesta, siguieron, se metieron por entre un grupo de gente que se apilaba alrededor de un vendedor de cine, muy pirata y medio anarquista todo, la gente y el cine, la imagen incluso, a la que no se adhirieron, salvo unos instantes, nuestros personajes, pues sus pasos continuaron hasta que en un minuto, cuando ya estaban cerca de la sala en que impartían las clases que Sebastián debía tomar, este se detuvo y miró a su compañero de casa, que iba por la mitad de su sopaipilla. ¿Y qué es entonces? Le preguntó. No se, dijo Alex. Mordió un pedazo que rebosaba de mostaza, perdiendo un poco que se le cayó al suelo, y pareció pensativo a ojos de una niña que a pesar de su prisa se dio un segundo para mirar la cara de ese joven del sur. La chica siguió adelante. Alex repitió la frase. De verdad no sabía.
retirar los papeles. Cuando volvió al asiento tampoco me miró. «Ahora, debes ir con estos papeles al edificio (x) y traerlos firmados. Después de eso puedes pagar.» Ahora me había mirado y casi pude verme reflejado en sus grandes ojos oscuros. Quizá es tímida, pensé. Me levanté de la silla con un extraño desgano interno. No quería ir al otro edificio, sino quedarme allí mirándola unos minutos más. La secretaria con ojos grandes, la secretaria que no se pinta y que me parece bonita. Cuando volví del edificio (x) ella aún estaba sentada allí. Me miró tal como la primera vez, y movió sus manos como en busca de alguna cosa que jamás tomó. «Bien», dijo. «Con esta firma y el timbre que acabo de poner, ya puedes pagar. Está todo listo.» Nos despedimos, e hizo una sonrisa que si bien no me pareció forzada, sí me pareció poco natural. Pensé que posiblemente no es de las que sonríe. Claro —concluí después—: si no es de las que se maquillan, y tampoco de las saben que son bonitas, será de las que casi nunca sonríen.
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JRR Tolkien: La mitología como un eco de la verdad Romy Valenta
Bastan menos de tres segundos luego de introducir la sigla JRR en el buscador para disponer de un sinfín de artículos referentes a la vida y obra de Tolkien. Muchos han sido escritos por fanáticos de sus libros y las películas inspiradas en ellos, otros fueron realizados por afamados académicos y estudiosos de la literatura contemporánea a nivel mundial. Pero tanta fama y reconocimiento sobrevino luego de una complicada vida, marcada por sucesos dolorosos sumados a un arduo y constante viaje hacia el autoconocimiento que lo llevó a desarrollar una serie de obras que dejarían una huella indeleble en su generación y en las posteriores. Hablamos de la lucha y el reencuentro de un hombre con sus miedos y convicciones a través de la búsqueda de la verdad impresa en la identidad de los pueblos. Padre de la alta fantasía, John Ronald Reuel Tolkien, nació en Bloemfontein, Sudáfrica el 3 de enero de 1892 y falleció el 2 de septiembre de 1973. Perdió a su padre a la edad de cuatro años y luego a su madre a los doce. Filólogo por excelencia desde muy pequeño, fue el creador de varias lenguas como el nevbosh y el animálico, éste último sería utilizado a menudo en inolvidables tardes de juegos en compañía de su prima Mary. Más adelante en su adolescencia dentro de sus fabulosas invenciones aparecería el naffarin, lengua inspirada en el andaluz y el galés aprendido por boca del cura que lo crió tras la muerte de sus padres, el sacerdote Francis Xavier Morgan. Tal vez debido a su infancia llena de multiplicidades étnicas, éste interés por los idiomas sería uno de los primeros indicios de su pasión por otras culturas y marcaría el principio de una carrera literaria basada en el constante estudio y documentación sobre temas ancestrales de todo el mundo. Sus primeras letras tuvieron un paradójico y a la vez fortuito comienzo mientras se recuperaba tras sufrir fiebre de las trincheras durante su participación en la I guerra mundial. A pesar de estar muy enfermo, Tolkien empezó a escribir, lo cual lo mantendría sumido en una inusual lucidez que le abriría las puertas a su alucinante legendarium. A partir de ésta etapa, toda su obra se desarrolla como un reflejo de su propia realidad y promueve a través de ella, todo un contingente histórico, cultural y patrimonial que le valdría más adelante una serie de fuertes críticas de orden moral e ideológico. En 1937 publica El Hobbit, libro dedicado especialmente a sus hijos, el cual relata las aventuras del 12 | UN PELO PERDIDO
mediano Bilbo Bolsón, quien vive en Bolsón Cerrado, una pequeña comarca inspirada en el lugar donde se crió en Inglaterra. Éste texto más allá de ser un libro infantil, es también el testimonio de una fuerte experiencia de vida y del proceso de individualización del ser humano experimentado por el autor. Uno de los pasajes del libro que mejor grafica el sentido de la obra es la travesía de Bilbo desde Rivendel por las Montañas Nubladas, donde Tolkien relata el viaje que el personaje emprende para alcanzar la superación del egoísmo y la codicia, siendo éste y no otro, el motivo central del libro. Ya en 1937 el propio C. S Lewis, autor de Las crónicas de Narnia y amigo durante toda la vida del escritor afirma que El Hobbit era una novela con grandes proyecciones de ser un clásico. Tanto J.R.R como C.S Lewis pertenecían desde muy jóvenes a un club literario llamado los Inklings. En un comienzo, la idea de que los mitos contienen verdades fundamentales, se convirtió en un tema central para los Inklings y luego el propio Tolkien tomaría éste precepto como un estandarte dedicando toda su vida a reivindicar el acervo folklórico y mitológico de los pueblos que fueron motivo de su interés. Tolkien creía fehacientemente en la perpetuación de las culturas a través de su dialéctica y situó la muerte de las lenguas antiguas como el Esperanto en el hecho de que ninguno de sus autores inventó una leyenda en torno al idioma. Con una fuerte influencia de Andrew Lang y los Hermanos Grimm, Tolkien se embarca en la creación de un mundo imaginario nunca antes visto por la humanidad. El Señor de los Anillos, libro escrito como continuación de El Hobbit, representa la inconmensurable capacidad imaginativa del escritor para crear un mundo paralelo, basado en el real, donde podría establecer y aplicar sus propias concepciones sobre la vida y la muerte. En ésta saga compuesta finalmente, tras muchas reestructuraciones y cortes por parte de la editorial Allen & Unwin, por tres tomos, se evidencia una marcada tendencia a rescatar y proyectar la mitología escandinava en su obra. La historia de La Tierra Media, lugar donde transcurre toda la trama, se inicia con el viaje de Eârendil y abarca siglos y siglos a lo largo de una línea de tiempo totalmente elaborada por la mente del escritor. Según algunos, ésta obra presenta grandes similitudes con el Kalevala, poema finés que relata las proezas de avezados guerreros que se embarcan en asombrosas aventuras en busca del honor y grandes victorias. Uno de los personajes más emblemáticos de la saga, el mago Gandalf, está basado en la pintura del alemán Josef Madlener llamada El espitiru de la montaña (Der Berggeist). Luego de mucho trabajo, la figura final fue inspirada por Odín y Gandalf el gris, como se le apoda en el libro, fue concebido por Tolkien como un caminante odinico.
Asimismo, la leyenda escandinava de Beowulf marcó significativamente la creación de la obra de Tolkien, un fiel ejemplo de esto es la alusión al pueblo vikingo con la invención de los jinetes de Rohan. Pero además del contingente multicultural plasmado en sus libros, el autor también nos abre con cada página un portal hacia sus creencias más profundas y nos deja en claro que la implantación del mal como un modelo, eje principal de la historia, se basa en su arraigada fe cristiana. Ferviente católico, el propio Tolkien asevera respecto a ésta historia: “El Señor de los Anillos es, por supuesto, una obra fundamentalmente religiosa y católica” y agrega sobre la misma: “La mitología es el eco de la verdad”, sentimiento que persiguió inculcar a lo largo de toda su vida y que reafirma en el poema Mitopeia. Es así, como El Señor de los Anillos se abre paso desde 1960 como la obra de fantasía épica más popular de todos los tiempos. Basados en la defensa de las raíces y el estudio por los orígenes de los pueblos que incentivó a Tolkien a investigar de manera incansable para crear sus obras, sus detractores comenzaron a elaborar truculentas teorías sobre las ideas políticas y sociales del escritor, tergiversando ejemplos extraídos de sus historias, como en el caso del posicionamiento del bien y el mal en ambos extremos de la carta cromática, debido a que los personajes benévolos llevaban siempre nombre o vestimentas asociados al color blanco y los villanos siempre eran o vestían de oscuro. En contraste a estas acusaciones, siempre resurgía un Tolkien defensor de los derechos de la humanidad, lo cual se evidenció al manifestar su rechazo al proyecto Manhattan, desestimando la vía armamentista nuclear de Estados Unidos. A pesar de su visión conservadora producto de su profundo catolicismo, se criticó también su dualidad al mostrarse en extremo liberal y contrario a las políticas represoras que imperaban en la época, ganándose el inusual apodo de “anarquista monárquico”. Fue en contra del régimen soviético y a su vez condenó la doctrina racial del partido nazi, criticando a Hitler e igualmente a la política anti alemana promovida por los británicos. Por ésta causa él mismo Tolkien sería también objeto de críticas y ataques que cuestionaban su ideología basados en la raíz alemana de su apellido. De igual forma, el escritor era un constante defensor de la naturaleza y el ecologismo estaba patente en todas sus obras. Su fuerte crítica social reflejada tras la industrialización de La Comarca luego de El retorno del rey, dejaba en claro una temprana preocupación por el camino que estaba tomando el mundo moderno hacia la destrucción y malversación de los recursos naturales. Asimismo, Tolkien mediante la metáfora de Bárbol, un ent que personifica a un añoso árbol que encarna la sabiduría de la madre tierra, nos muestra lo necesario
que es detenerse a escuchar la voz de la naturaleza, tomar conciencia y asumir que dependemos de ella. Éste personaje aparece en El señor de los Anillos y fue inspirado en su amigo C.S Lewis, debido a su forma pausada de hablar y a su personalidad introvertida. En lo que respecta a su vida personal, la fantasía tampoco dejó nunca de estar presente. A los dieciocho años conoció a la mujer que más adelante sería su esposa, pero no pudo verla ni pedirle matrimonio hasta los veintiún años, por mandato expreso del padre Morgan, quien sería en ese entonces su tutor, ya que éste consideraba que primero debía cumplir la mayoría de edad impuesta en esa época. Transcurrieron tres años en los cuales no se vieron ni se escribieron. Edith estaba comprometida para casarse con otro hombre, pero al reencontrarse con John dejó a su novio y se unieron en matrimonio. La capilla donde vivió cuando niño hasta su adolescencia fue también su prisión durante éste angustioso período de espera e inspiró las dos torres de Minas Morgul y Orthanc, que aparecen en el segundo tomo de El señor de los Anillos. El profundo sentimiento por su esposa, lo llevó a crear la leyenda incluida en el Silmarillion llamada Beren y Luthien, que relata la historia de amor entre un hombre y una mujer elfo. Académico de Oxford, profesor Honoris Causa de varias universidades, miembro de la Philological Society y Royal Society of Literature, Tolkien fue acumulando títulos y menciones honrosas alrededor del mundo a lo largo de toda su carrera como escritor y profesor. En 1961 fue propuesto para el Nobel y fue desestimado por el jurado de la época debido, según los mismos, a su pobre prosa. Su hijo Christopher se dedicó a editar y publicar póstumamente la gran mayoría de sus escritos acumulados en una serie de cuadernos y libretas de anotaciones. Actualmente se conservan algunos manuscritos de sus obras en las universidades de Marquette y Harvard en Estados Unidos. Sin lugar a dudas, la obra de J.R.R Tolkien está cargada de vivencias personales junto a una acuciosa introspección que no dejó de practicar a lo largo de toda su vida. El sello único de su pluma proviene de un profundo respeto por las culturas primigenias y un incansable afán por rescatar el patrimonio histórico de la humanidad a través del arte y la ciencia. Pero también por medio de sus libros podemos conocer a una persona que a pesar de sufrir los embates de una vida dura, jamás perdió la capacidad de imaginar ni dejó de ser niño en su interior. Aprendió a crecer escuchando las voces de su inconsciente, dejándonos en claro que la fantasía está presente en todo ámbito de nuestras vidas y que los mitos y leyendas que rodean al ser humano en cada rincón del planeta conforman el registro de nuestras acciones a lo largo de la historia proyectando la realidad del hombre en el espejo del tiempo.
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José Miguel Lema Él miró sus manos con atención. El centro de las 1 imágenes permanecía estático, mientras los alrededores
giraban rápidamente. Entendió que sus manos no le pertenecían. Ni sus manos ni sus ojos, ni nada de lo que pretendía como suyo. Sintió su esqueleto temblar en el vacío de un tiempo más allá de su imaginación, en la explosión final que destruiría el universo. Bajó a la tierra un instante y miró el cenicero. Había sido una buena inversión, sin lugar a dudas.
Una dinámica rompe lazos tradicionales, amantes de lo reluciente; corremos por los vestigios de la sociedad en estado-coma, estados policiales nos atacan, esquizofrenoapáticos, alzheimer del populis, vox populis abnegados acefaloides inanimados sin idea, mutatis mutandi el mundo es un travesti de voz ponzoñosa que arremete en el cosmos como una extraña enfermedad que gira en vanidad, bailarina del caos del extraño circo universal. Cada estrella un tricoma. Expansión global de lo enfermo inmiscuido en cada intersticio del tiempo-muerto. Muerte al trabajotiempo, el estado de existencia y de percepción se desvaloriza con las dinámicas podridas que arremeten Dan Carroña y atacan, cual fusil, cada espacio, reproducciones Extremo falso, nueva carne de falsas luchas, falsos mártires idolatrados, idiotas maniquíes que niegan la creación desde nuestra propia inteligencia, no dan oportunidad alguna para la creación y crean una fuerza invisible que no ataca más que su propio narcisismo. Estas reproducciones se dan a nivel denso en las colectivizaciones de instituciones de domesticación, claustros educacionales, y no es de extrañar que se difuminen. La vieja-nueva enfermedad no debe ir más. El enfermo terminal debe ser desconectado efusivamente, con alegría y ahínco, Corro, me lanzo sobre el parquet brillante, resbalo, pues no es más que el remate de un muerto putrefacto paso bajo el borde de la cuna, paso, pasaba, ya no, que huele peor que la mierda. Vida a la nueva carne. me atrapa, me arrastra de la pierna, me grita, siento una astilla entrar en mi rodilla, debajo de la cuna veo alejarse a mi oso café, me mira algo angustiado, parece que quiere ayudar.
Siento el roce de sus anillos al golpear sobre mi cara, el rojo de las uñas se asemeja a mariposas de sangre que Paulina Correa me rodean, veo su ojos enardecidos, verdes, brillantes, Canción de cuna una lluvia de golpes llena el aire, me duele, grito, no hay nadie más, india asquerosa me grita mientras me patea en el piso, mis ojos se derraman sobre la madera, veo el reflejo de la colcha en la poza que crece cada vez más, se va, por fin se va, me duermo acurrucada, me abrazo a la pata de mi cuna, ojalá mi mamá no vuelva más. 14 | UN PELO PERDIDO
ojepse nu se ameop lE .T azeuhnaS rotcéH
aíseop im ed ohcum riced árdop detsU ralbah árdop eM sosrev eD omsiril eD sixatnis eD aciróter eD acirtém eD afortse ed Y arofátem eD notabrépih eD alam se euq eD aneub se euq eD augibma se euq eD se euq ercoidem ol eD serojem odíel ah euq eD aitselom al anep al elav on euQ obircse éuq rop edneitne on euQ ateop rojem ohcum se detsu euq ,osulcnI econoc em on ,roñes detsU adan riced edeup on ím eD aíseop im ne emreel ed etart oN elbaeuqnarfni omsiba nu ,detsu arap ,yoS anajel allertse anu omoc yoS otnemamrfi le ne zul se aíseop iM .adagurdam arto ne airetam yos oy Y ojepse nu se ameop lE econoc em on neib is Y aíseop im ed ogla riced árdoP roñes ,detsu is olóS .econocer es alle nE
51 | ODIDREP OLEP NU
El Visitante
Valentina Moscoso A. La mirada, vacía de todo sentimiento, está fija en algún impreciso punto de la habitación. Su cuerpo, inmóvil, se encuentra tendido sobre la cama en posición fetal.
duendecillo siempre vuelve para atormentarlo durante los días lluviosos, podría cerrar la ventana y poner las cortinas, claro, pero un extraño impulso masoquista le impide hacerlo.
Lenta, pero inexorablemente, las sombras se apoderan de la pieza, una ventana está abierta y el viento invernal se cuela por la abertura carente de cortinas, la lluvia, que amenaza desde hace algunas horas, se deja caer acompañada de truenos y relámpagos.
Clara toca la puerta de la habitación, nadie responde. Intenta abrirla, está con llave. Maldice en voz baja a su hermano, ese loco que se encierra cada vez que amenaza lluvia, no sabe ni quiere saber el por qué.
La lluvia no cesa. Seguramente será una noche De entre la desconchada pintura azul que larga, pero afortunadamente el duendecillo se ha cubre las paredes, salen arañas. Pequeñas y negras, sus calmado un poco y las arañas han vuelto a dibujar en las delgadas patitas se mueven a una velocidad vertiginosa paredes. mientras forman estrafalarios dibujos en las paredes. Por la ventana entra un extraño duendecillo de porte liliputense, vestido con ropajes completamente amarillos, y comienza a dar vueltas alrededor de la cama al tiempo que lanza terribles alaridos. Él no se mueve, sólo cierra cuidadosamente los ojos.
Ruinas
Afuera el viento sacude los árboles. Es una calle como cualquiera: una larga hilera de casitas cuadradas frente a otra larga hilera de casitas cuadradas, veredas angostísimas precedidas de rectangulares jardines con pocas plantas. Algunas viviendas tienen mascota, otras, como esta, tienen auto. El duendecillo se sube de un salto a la cama, acerca su cara a la de él, lo abofetea, lo pellizca, lo muerde... pero no hay respuesta. Las pocas inhalaciones que realiza son apenas audibles, está pálido y ojeroso. No parece vivo, sin embargo, lo está.
–¡Clara! ¿Dónde está tu hermano? –No lo sé. En su pieza, quizá…
Busca la puerta mas no la encuentra. Las arañas, asustadas, comienzan a replegarse. El miedo se apodera de su rechoncho cuerpecillo, patea, grita, llora... pero la puerta no aparece, no está, no existe. Se dirige hacia él, vuelca su enojo contra él, pero él se niega, una vez más, a responder, prefiere callar mientras intenta autoconvencerse de su inexistente locura. No es la primera visitas ni tampoco será la última, aquel 16 | UN PELO PERDIDO
Cris Tanwood
Sobre ruinas de olvidos Miradas a ultananza se pierden a mordiscos La fertilidad y el tedio Se disuelven sobre la estepa Y dilatan a golpes de espantos Mis sentidos. Me derrumbo entre cenizas y el silencio Me desvelo, cuando le pierdo el sentido a los sueños Me canso, de ver frente a mi tantos disfraces Que a pesar de buscar el llanto Mi mirada se dilata Y a sobresaltos. Mil estruendos arrojan mi rostro con vehemencia Bajo un manto de miradas que no ven nada Más sólo el hostil silencio Y las ruinas del mañana.
Dejen soñar a Juan
El Iluminati, por muro_arte
Roy Cicuta
Se encoge el moho y los gusanos ingresan a su estado larvario. La tierra se acerca al metal que la removió y poco a poco los pedruscos se alejan de la madera oscura; una gota de sudor sube por el rostro ajado del sepulturero, cruzando los poros de su piel; una mano abre la tapa de féretro y cesa el temblor en la barbilla del dueño de la mano. La carroza funeraria se está distanciando del camposanto. Las puertas de la iglesia están cerradas, los cirios yacen apagados en la tienda de las religiosas; el dolor no cercena los pechos, el teléfono no está colgando, la sangre no ensucia el asfalto, el camión está a cien metros y se aleja por una carretera solitaria, sus luces no alcanzan el rostro sereno de Juan, maravillado ante un crepúsculo nonato que va desapareciendo por la ascensión del sol; baja del auto, los labios de Juan rozan la frente de Antonia, sus cuerpos se anudan en un desnudo suspiro, las piernas deshacen el nudo trémulo, tropiezan las miradas de los amantes, los nudillos del hombre tocan la puerta de entrada, la zurda aprieta una caja de mazapanes; escapan de la brisa las hojas en búsqueda de su árbol, el joven camina como cangrejo por un parque y está abriéndose la puerta de su casa, la televisión hace colores del negro, la cabeza de Macbeth desvaría lejos de la pica …wodahs gniklaw a tub s’efil, la madre de Juan grita !ojih oahc¡ y se cierra la puerta de sus aposentos; el otoño se está transformando en verano, la primavera abre las gélidas manos del invierno; transcurren años y las piernas de Juan están purgándose de heridas y rasmillones, la pelota va desde la red a su pie, el barro aún no ensucia sus zapatos negros, el uniforme escolar luce intacto el primer día de clases; la p con la a dejan de decir pa, la palabra colinda con el balbuceo, su mollerita se escinde, principian a hundirse los dientes en las tiernas encías de Juan, que retira mordiscos desdentados de los pechos de su madre; la cabecita del infante traspasa la vagina dilatada, los feroces aullidos de la mujer se vuelven alegre expectación, se reconstruye la placenta, la piel del estómago se destensa: ¡Silencio! Juan sueña por primera vez en la brumosa calidez del vientre materno. Dejémoslo en paz. Le quedan veintidós años por vivir. UN PELO PERDIDO | 17
Caída de sistema Sergio Reno V.
Lou Romano ©2010
SRV–76 despertó cuando la sonda ubicada en su brazo se desconectó automáticamente y desapareció por la rendija del muro. Se sentó en su cama y frotó sus ojos. Estaba descansado y satisfecho. La sonda se había encargado de suministrar intravenosamente todos los nutrientes que el cuerpo de SRV–76 necesitaba para realizar todas las actividades del día. SRV–76, vestido con su traje térmico, traje que llevara desde que nació y que llevaría cuando muriese, se acercó a la pantalla de cristal líquido que colgaba como un cuadro de la pared. –Madre –dijo. Una voz cibernética, asexuada, que parecía flotar de todos lados, respondió con tono neutro: –COMUNICACIÓN INTERRUMPIDA, CAÍDA DE SISTEMA. SRV–76 frunció el ceño, perplejo. Tomó asiento frente a la pantalla y se puso cómodo. –Padre –dijo. –COMUNICACIÓN INTERRUMPIDA, CAÍDA DE SISTEMA –respondió de nuevo la voz. –SLP–77 –dijo SRV–76, ya algo molesto. –COMUNICACIÓN INTERRUMPIDA, CAÍDA DE SISTEMA. SRV–76 se puso de pie, frotándose la barbilla. Miró la pequeña habitación donde se encontraba.
Este número está dedicado a la memoria de Ray Bradbury (1920-2012), escritor estadounidense de fantasía, ciencia ficción, terror y misterio.
18 | UN PELO PERDIDO
Era un lugar pequeño, de seis por tres metros, ubicado ochenta pisos bajo tierra. En el cuarto nivel de la ciudad de Nova Ameris. SRV–76 nunca había salido de su cuarto. Nunca había tenido necesidad de hacerlo. Tras la glaciación del 500 AS (antes del Satélite), la humanidad se vio obligada a refugiarse bajo la corteza terrestre. En ésta época, el 600 DS, cientos de ciudades subterráneas– subacuáticas coexisten. Debido a la pérdida de todo el terreno cultivable, el alimento que la humanidad había conocido en los últimos trescientos años era producido sintéticamente por las factorías automáticas que barrían los nutrientes en el “Gran Océano”. Nadie trabajaba, no existía el arte de ninguna clase ni las distracciones. La única forma de comunicación que conocían las personas (por llamarlas de la “antigua” forma) era por medio de las pantallas receptoras y transmisoras ubicadas en cada cuarto (unos tres millones en total, equivalente a la población humana en ese momento). Para preservar la raza, los científicos que construyeron, en penosas circunstancias, la gran computadora central, bautizada “Gaia”, la programaron con la facultad de seleccionar muestras de espermatozoides y de óvulos para artificialmente concebir más humanos de manera sistemática, es decir, cada vez que alguien moría,
alguien nacía y ocupaba su cuarto. La comunicación que se realizaba entre cada cuarto era posible por los millones de satélites que orbitaban la Tierra. Era tan grande el número de estos aparatos, creados por Gaia, que desde la superficie hubiera sido imposible contemplar el cielo. SRV–76 volvió a sentarse y a mirar fijamente la pantalla en negro. –Cualquier contacto de mi agenda personal –dijo, esperando y deseando hablar con alguien. Esta vez la voz tardó un poco más en responder. –COMUNICACIÓN INTERRUMPIDA, CAÍDA DE SISTEMA. SRV–76 dio un golpe con el pie y se tomó la cabeza. Habló sin levantar la vista. –Cualquier contacto que me tenga en su agenda personal. La voz tardó aún más en responder. –COMUNICACIÓN INTERRUMPIDA, CAÍDA DE SISTEMA. SRV–76 se puso de pie y dio un golpe en la pared de plastiacero. Sus ojos lloraban más de rabia que de dolor. –Cualquier contacto en el planeta –no se le ocurría nada más. Una voz más familiar respondió, aunque tras casi una hora: –Contacto realizado. SRV–76, que estaba recostado en su litera, se puso de pie en un salto y se sentó frente a la pantalla. El rectángulo negro parpadeó de pronto y la imagen de una mujer joven quedó enmarcada en él. –¡Hola! No sabes cuanto me alegra verte –dijo SRV–76, sonriendo feliz. –Hola –dijo la imagen, sonriendo también. –¿Cómo te lla...? –comenzó a decir SRV–76, pero la imagen lo interrumpió. –Usted se ha comunicado con la central de mensajes instantáneos de la ciudad de Nova Afris. En este momento no es posible atenderlo, pero... SRV–76 lanzó una carcajada nerviosa y pidió el corte de la transmisión. Se volvió a recostar en su litera y se quedó mirando el techo gris. De pronto, la pantalla comenzó a parpadear y la voz sonó de nuevo en el cuarto. –Llamada entrante, origen desconocido. Llamada entrante, origen desconocido. –¡Contestar! –gritó SRV–76 poniéndose de pie frente a la pantalla. Apareció la imagen de un hombre viejo. –Hola –dijo el viejo. –Hola –contestó SRV–76, sonriendo con todas sus ganas. –Por fin alguien... ¿cómo te llamas, niño? –SRV–76, señor. –Yo soy VHS–42.
–¿Sabe usted qué ocurre? El viejo se encogió de hombros. –No estoy seguro, no he podido comunicarme con nadie, aunque tengo una idea. –¿Qué idea? –Creo que… parece ser que por fin los satélites están cayendo. –¿Cayendo? Eso es imposible –dijo SRV–76, sentándose de nuevo y terriblemente asustado. –¿Por qué imposible? –preguntó VHS–42. –No sería la primera vez. –¿Qué? ¿Pasó antes? –dijo SRV–76, fascinado. –Todos los días –respondió tranquilamente VHS– 42. –Cada día caen uno o dos satélites, que son rápidamente reemplazados por Gaia. –Pero lo de ahora no puede ser por causa de uno o dos satélites, ¿no, señor? –Claro que no. Lo más probable es que Gaia tenga algún desperfecto. Quizás lo solucione pronto. –¿Quizás? –preguntó SRV–76, calculando las posibilidades –¿Cuándo podría ser eso? –No sé –dijo VHS–42, algo indiferente ya. –Podrían ser dos días, una semana, diez años, diez siglos... ¿Quién sabe? Nunca había pasado en esta escala. SRV–76 miró el techo y las paredes y nuevamente la pantalla. –¿Pero… siglos? ¿Qué será de nosotros si el problema se va a solucionar en siglos? –Los sistemas de alimentación y reproducción son independientes del sistema satelital, hijo. Seguiríamos existiendo, creo. –Pero totalmente incomunicados. –Podríamos hacer lo que los antiguos... –¿Qué cosa? Hubo un breve silencio. –Olvídalo, es absurdo –dijo VHS–42, sacudiendo la cabeza. –¿Qué cosa? –repitió SRV–76. –Podríamos salir de nuestros cuartos y golpear la puerta de al lado. SRV–76 retrocedió aterrado y mirando alrededor, deteniéndose en la abertura rectangular que era la puerta. La contempló un instante, pensando en su función primaria, permitir la entrada y salida de las personas de un lugar determinado a otro. Sintió miedo. Nunca había pensado en salir del cuarto. Nunca había pensado en aquella puerta más que como una arcaica forma de hacer sentir al hombre libre de salir si lo deseaba. ¿Lo había deseado alguien alguna vez? ¿Había salido alguien de su cuarto alguna vez? Sabía por los textos de historia, que leía, a veces, en la pantalla, que antiguamente las personas se reunían y hablaban sin sistemas de por medio. Sabía que algunas veces las personas hasta se tocaban en señal de compañerismo. Pero UN PELO PERDIDO | 19
todo aquello era parte de un pasado demasiado remoto, una idea demasiado aterradora. ¿Para que salir si todo lo necesario para sobrevivir lo obtenía de su cuarto? ¿Valía la pena? Ahora dudaba. Tomó aire y miró a VHS–42, que lo observaba desde la pantalla. –Tiene razón –dijo. El viejo lo miró con incredulidad. –¿De verdad te crees capaz de abrir la puerta y llamar a la de tu vecino? SRV–76 asintió en silencio. –Entonces hazlo –dijo VHS–42. –Y luego vuelve a decirme que pasó y yo haré lo mismo. SRV–76 volvió a asentir y giró hacia la puerta. Tomó aire profundamente y dio el primer paso. Se acercó y llevó la mano al identificador. Dudó un instante y la alejó, pero enseguida volvió a aspirar profundo y sin darse tiempo a arrepentirse presionó fuertemente su mano contra el aparato. La puerta hizo un pequeño chasquido y se abrió. El exterior estaba en penumbras. Avanzó por el arco de la puerta y asomó la cabeza afuera. En ese instante una tenue luz, parpadeante por el mal estado de las luminarias, se prendió. Era un resabio de los tiempos cuando la ciudad se construyó, hace cientos de años. Un eterno pasillo que parecía perderse en el infinito a izquierda y derecha estaba frente a él. El silencio era insoportable. Aspiró profundamente de nuevo y se dio ánimo suficiente para salir. Incontables puertas cubrían ambos lados del pasillo. Caminó lentamente hasta la contigua a la suya y se quedó de pie frente a ella. Sintió deseos de entrar corriendo a su cuarto, apagar la pantalla y echarse a dormir, pero la idea de estar incomunicado por quizás el resto de su vida llegó a su mente como una bofetada que lo hizo reaccionar. Casi sin darse cuenta golpeó la puerta extraña. El golpe resonó por el pasillo como una explosión. SRV–76 pensó en el habitante del cuarto al que llamaba y trataba de imaginar su propia reacción si alguien alguna vez hubiese llamado a su puerta. Tras un momento que le pareció eterno, lentamente, la puerta se empezó a abrir. ¿Será un hombre? ¿Una mujer? ¿Un niño? La puerta se abrió por completo y la figura de un hombre pequeño se asomó temeroso. SRV–76 lo miró un instante y creyó reconocerlo como alguien a quien ya había visto antes. Levantó la palma de la mano al hombre en señal de que esperase y entró corriendo a su cuarto. La pantalla del cuarto de SRV–76 estaba en blanco y la voz cibernética repetía: –CAÍDA DE SISTEMA, FIN DE LA COMUNICACIÓN. SRV–76 sonrió. 20 | UN PELO PERDIDO
Plectro para Valdivia Lucía Paz
Las calles de esta ciudad, cuna de poetas, orbe límpida y prístina y el Leviatán se apoltrona con la voz susurrante que tienen las ciudades, el misterio gozoso de lo que se sabe una cuna de poetas, mientras me trago ese cuento de la lozanía imperturbable de Valdivia. La historia es la vorágine de los pueblos, mas mientras los adoquines emiten el sonido turbulento de tacones aplastando su serenidad Este germen de poesía me embelesa con su río, su pasto y su cielo, para terminar de ser tan mía como el hemisferio izquierdo de mi cerebro.
Cromosoma 21
Sebastián Gayoso H.
Intro.Ex/Creathio
Jorge Cocio
La literatura no construye, destruye. La literatura es una máquina vacía, donde el aire se traspasa pero no queda. Las palabras, la razón, el momento, fotografías racionales del instante .El sentimiento se desplaza, se deduce, no se intuye ni se siente se prepara a fuego lento pero pierde poco a poco en el proceso lo espontáneo. La poesía se acerca, se aproxima pero no le toca la mano, no la traduce en otra cosa. El libro nace pero no se reproduce, esta quieto, la acción creadora por esencia es espontánea, la técnica está alrededor. El libro es una suerte de quimera del ánima que no se deja tomar del cuello y ahorcar, sino que es sombra, apariencia. El libro es un instrumento sumamente complejo en forma, en aspecto, en estructura, pero a pesar del juego interpretativo en excesos, también puede serlo verse al espejo, hacer la cama, tomarse un plato de sopa o ver una mosca. La forma prima, el aspecto de las letras, el discurso, el nombrar, el pensar. La razón es tan sólo un laberinto sin más que con sentido de acantilado. La colmena de la mente que nos quiere absorber
Me levanto y es frío y es corriendo al armario y es abrigo entre las mangas y el encanto de las telas. Bajo entonces, escalón uno dos tres cuatro cinco seis siete ocho diez doce y piso, primer piso allí es cocina y leche sobre la mesa y sentirse con la guatita llena, hay calendario y lápiz y un catorce de febrero tachado por mi mano temblorosa y es espera, ansias, pero amor, sobre todo amor. Salgo y es día y es vecino y sonrisa y un ademán de saludo. Hay portón cerrado y luego abierto y luego acera, seguida de la ruta ruta dibujada en mi mano y sigo y la indico y es ruta complicada para mí es autobús y asientos incómodos y espera y ansias y amor, sobre todo amor. Es mi parada y viento frío apareció en mi parada, seguido de un abotonamiento muy torpe en mi parada. Camino y doblo esquinas semáforos y más esperas y cruzo y me rodea una nube de encantos y de aromas nuevos y miro mi mano y es la florería que buscaba y sigo y paso y es una sonrisa y un ademán de saludo a la vendedora y mis ojos buscando algo que debería saber qué es, después me ayudan y saco el dinero y luego tomo torpemente las flores y salgo y me gusta, porque hay azul y hay sol hay un día mejor y en mi cara afeitada sonrisa y miro mi otra mano y es otra ruta y es fácil para mi seguirla porque esta a dos cuadras y hay parejas y hay besos amor, sobre todo amor. Hay una banca y entonces me siento y después mi trasero húmedo y mano en mi bolsillo, luego en el otro bolsillo, y saco reloj y cinco minutos espero, y tú de pronto tú y tu sonrisa y mejillas rosaditas y tu pelo que huele bien y mi mano sudorosa y alargada hacia tu mano rechoncha y veo que tiene un mapa y te muestro mi mano y risas y ríes y río y es amor, sobre todo amor, mi otra mano alarga las flores hacia ti, y pienso y me olvido, pero después no, porque me acordé y te digo: una flor para otra flor y te sientas y es mi mano, mi mano junto a la tuya y es nuestro amor especial, sobre todo especial.
UN PELO PERDIDO | 21
Don Gregorio Pablo José Luis
Me contó la curiosa y trágica historia de su tío Gregorio, que en el invierno del 96’ había tenido un serio problema económico tras haber invertido en una imprenta en medio del centro, la cual no tuvo éxito alguno. Al término del tercer mes fue cerrada; sin poder mantenerla más en pie, Don Gregorio se desesperó ante las deudas que llegaban y se acumulaban a fin de mes. Y el pobre se trasnochaba bebiendo, pensando, llorando cómo pagar sin traer consecuencias a su familia. Él, en sus años dorados, nunca tuvo algún problema. Eso acabó cuando nació su primera hija. Entonces todo se puso complicado: el sueldo de un profesor no era suficiente para costear los gastos familiares. Fue la noche del 26 de junio cuando se encerró en su habitación a reflexionar, tan callado que su familia ni lo sintió dentro de la casa. Pensaba y daba vueltas viendo de qué forma podría librarse de las deudas, créditos, tasas de interés y todas esas mierdas de problemas urbanos. Su alma había sido cegada por la pena de ver a su familia miserable, cosa que nunca se podría perdonar en vida o muerte. Mirando por la ventana se fijó detalladamente en los cables eléctricos ya añejos de tanto chispazo invernal a causa de las lluvias. Regresando a sus reflexiones, no veía salida fácil al asunto. Estaba cansado de tantos años de trabajo mal pagados, los gritos incesantes de lunes a viernes, el cara dura del rector llamándolo por meterles cosas raras en la cabeza a los cabros, y el frio de la sala cada mañana. Cuando joven rara vez pensó en el suicidio, aun cuando no se la podía en la Universidad, o cuando la idea de un futuro incierto lo acosaba. Esa pena e inseguridad había renacido desde adentro como un gigante. El escenario de la “tragedia” fue el colegio donde trabajaba desde el 75’. Eran las 9:30, hora del recreo. Subió al tercer piso donde se estaban terminando unos trabajos pendientes en los pasillos. Había quedado un hoyo enorme en el techo por culpa de la ventisca y las lluvias, así que, aprovechando su tiempo libre, se dio a la tarea de ayudar a los auxiliares con unas planchas de metal. Subió a penas con las planchas por la delgada escalera hasta el techo del pasillo, y al mirar el patio, se mareó. Los estudiantes miraban curiosos los pasos vacilantes de su profesor, mientras los auxiliares ponían una plancha. Don Gregorio lo pensó solo un instante. Sin dudar, y haciendo como que se sentía mal, dio un paso en falso y cayó a la cancha ante la mirada atónita de los alumnos. A final de cuentas la familia, con los millones que les dio el seguro más una indemnización del colegio, pudo comprar su casa propia en la calle Esmeralda con Bolívar. Ni muy grande ni muy pequeña, era lo justo y necesario para la viuda familia que ya en su época de luto ponía afuera de la casa una especie de altar donde el centro era ocupado por un autorretrato del propio. Lo más llamativo en el opaco cuadro era la expresión del hombre en él. En su cara sonriente se podían apreciar sus dos ojos mirando con las cejas fruncidas hacia arriba. –No estaba seguro si existía el cielo o no –dijo su hija –por eso siempre miraba hacia arriba, por si es que encontraba una pista.
Quiltra -se pronuncia con /k/Cristian G.P.
Ese creo que sería un buen título. Quiltra. Ni de aquí, ni de allá. Como que se parece, pero no. Como que tira pa' esto, pero no. Siempre en el como que, que es parecido al casi. Así resumiría mi vida hasta el día de hoy. Sería un buen título de biografía. 22 | UN PELO PERDIDO
Quiltra. En femenino, porque de otra manera, dejaría algo muy importante fuera. Quiltra por estar al medio siempre. Ni chicha ni limoná. Quiltra porque es difícil encontrar(me) la raza. Quiltra no más, por carne de perro, cuero de chancho. Quiltra, porque tengo de todo un poco.
Caminante pensante
Y en mi reproductor de música escucho piezas musicales de metal noruego Y psicofonías gravadas en los cementerios generales Derrumbados por los sismos
Voy caminando como errante Con el miedo disfrazado de rebeldía Con gusanos y lombrices en la boca Para los malditos puritanos.
Las dantescas figuras que me persiguen como sombras Me hacen viajar a un plano simultáneo y secreto para ojos profanos A una realidad oculta por el pavimento y las señales electrónicas, A través de viejos rituales cargados de significado iniciático cierro los ojos y me dejo llevar por letanías mapuches Que cantan niños desamparados y mordidos por perros policiales invisibles Y aparece siempre una procesión de la virgen agraria decapitada De acólitos van los gerentes de bancos y aseguradoras De sequito van los oficiales de las fuerzas especiales Todos celebran riéndose que ¡ha muerto la “madrecita rupestre”! Venerada por antiguos pobladores paganos en sus altares de barro
Pamelancolía
Estalla mi conciencia Tiendo a gemir Y negras lágrimas caen Abortar la melancolía Parir con asco Dar a luz las tinieblas Esa que me apunta metafísica Trascendental orgasmo de sentir. Sigo caminando Se me traba la lengua Y más se abren mis pupilas Me duele tanto poder ver Ver que debería ser al revés. Se me araña la conciencia Que se desplomen mis ojos Con el llanto tantas veces retenido Ciego ante el cruel chiste Suprimir la parodia Nos vamos poco a poco eliminando… Androides van Androides vienen Máquinas Tira, pasa, echa De nadie Y de nada Nos derrumbamos La sensatez se muere.
Las ciudades modernas Kleber Castro B.
Los sentimientos me estrangulan como corbata
colombiana En estas ciudades modernas, Por eso a veces camino de noche acompañado A veces solo, A veces montando un elefante Como se camina cuando se tiene un cuadro infeccioso me paseo sujetando un suero hecho de cicuta que va inoculando en mi sangre un antibiótico de medicina botánica,
Y dentro de los edificios principales se realizan procedimientos y juicios En que los funcionarios estatales de ese plano Encierran a personas en jaulas de asbesto y les prenden fuego A los rebeldes que piensan que la felicidad es solo un invento Un juego sofista y engañoso Porque la felicidad y la belleza son musas crueles y caprichosas Y vuelvo abruptamente al supuesto plano del pacto social y la razón De esta sociedad de la libre circulación de los males Y me encuentro rodeado de eucaliptos y edificios corporativos De promotoras y agentes de seguros De sacerdotes y pastores que exhiben sus genitales De personas que creen que la verdad esta en un texto de revelaciones De niños narcotizados por sus médicos y padres De vehículos manchados de sangre De profesores que se suicidan en sus despachos Y vuelvo a mi ostracismo mental A mi casa portátil construida de libros notariales robados A mi álbum fotográfico familiar con los rostros rayados A mi vestimenta hecha por sastres sin extremidades A mis dibujos de rostros sin boca A mis anotaciones en idiomas desconocidos, Y sigo caminando a diario por las ciudades Tratando de sonreír e imaginar que la felicidad existe.
UN PELO PERDIDO | 23
Ata k!
Es un diablo. No mentira. Es el Diablo. Y solo porque hace salir aquello que mantienen reprimido. Como si fuera culpa de ella que se prohiban cosas. Cree que por primera vez en su vida hizo lo correctamente incorrecto. Es diablo carnívoro, fácil, menstruante, pieslesco, agonizante, amante, metódico, vibrante, melódico, putesco, paupérrimo, inventado, pateado, amado, odiado, desechado, ignorado, esclavo, llorado. Es el diablo más humillado de todos y el más indigno. Se come sus lágrimas, restos de peleas mal ensangrentadas. Resbala por escaleras de heno que resaltan hedores de sexos malhabidos y coitos no placenteros. Vibra justo desde la llena a la nueva. Diablo olvidadizo, siempre se propone olvidar. Huele sus manos diablas que no podrían tener mejor aroma. Si el agua fuera permanencia, qué olores inhalarían todos. El olor de la influidez carcomida por lo nuevo. Al diablo le cuesta despegarse de los recuerdos. El otro diablo cree que es muy distinto, como si no hubiese ayudado a perder un poco de todo. Diablo desnudo, hiriente, borracho, odioso, contagiado, mezclado, recordón, gitano, infantil, deseoso, carnal, satánico, angelical, soberbio, humilde, ególatra, malo, idiota, bondadoso, desconfiado. 24 | UN PELO PERDIDO
Es el diablo más diablo tan diablo que nadie le teme. Quizás muy buen diablo sabe ser. Pero el diablo se convierte en cactus floráceo. E inventa malabares para no caer en el amor que maldigo. Y olvida que estuvo del otro lado, mas bien no olvida,comprende lo que es ser flor cactúcea. Guarda provisiones para nuevos colores, no tan azules pero algo de rojo. Intenta no marearse. Extraña. Es flor, es cactus, pero en esencia diablo al fin y al cabo, diablo que quiere amor floral infernal, con trompetas y arpas de calor, sol. Equivocación. Bordea el límite del pudor. Todos son bestias insanas. Desea creer, rebotar con los rayos, absorver en círculos, sobre el segundero de un reloj adelansado. Quién cree realmente en la resurrección de la idea, la muerte del pensamiento y la duda de la palabra. Cactus mudo, se deja tocar, que se claven, más adentro es mucho mas profundo el dolor, la superficie siempre ha de ser requerida para los peores eventos, agua, vida en el centro circular azul. Con qué cara diablo llamas diablo a este cactus floráceo hedonista au revoir au revoir
Franziska Domoaukafe
Diablos
David Lethei
UN PELO PERDIDO | 25
Cuna de soldado Botacochina
A Gustav nunca le gustaron los girasoles, a pesar de que pasó gran parte de su juventud cosechándolos. Prefiere las camelias. Lástima que no pueda oler su perfume aún cuando se encuentran a tan corta distancia de él, de su yo actual: un ente invisible y carente de peso. Sin calor, sin voz y sin latidos. Por supuesto, tampoco posee ya la virtud del olfato. Un alma vagabunda, un espíritu atrapado, un fantasma, o como quieran llamarlo; esto es ahora. Su cuerpo, mientras tanto, yace boca arriba dentro de un ataúd, con las manos entrelazadas sobre el pecho y una cruz de hierro aprisionada bajo sus largos dedos. Viste uniforme militar, pulcro y bien planchado, casi nuevo, como si la guerra y la sangre jamás hubiesen manchado las solapas de su chaqueta. Puede deducir por ello que ha muerto en medio de una batalla; pero nada explica por qué, a diferencia de las flores (sus únicas compañeras), su cuerpo allí no se marchita, no envejece. Ni un rasgo de descomposición ha alterado la delicadeza de su semblante cristalino. Nunca le gustaron los girasoles y, sin embargo, cada vez que Louis -su hermano menor- le lleva flores al sepulcro, se ha descubierto a si mismo ansioso, en espera secreta de una visita de la maravilla dorada. Le parece haber esperado por años, pues el tiempo ya no es un don que consigue manejar a modo de malabares. Si es que han transcurrido décadas desde su presunta muerte, o bien si sólo lleva un par de horas enclaustrado, no lo recuerda. Ha perdido por completo la noción del tiempo, encerrado dentro de las cuatro paredes dueñas de su soledad. Soledad, la eternidad es solitaria, sin pasado ni futuro, apenas contando con un presente confuso en el cual no logra orientarse. "Mein Gott” suspira mentalmente el pseudofantasma de Gustav, con los ojos a medio cerrar y las palmas buscando un apoyo. No sabía que podía sentir cansancio, ni siquiera cansancio mental. O si es que acaso poseía una mente. Tampoco lo entiende. Se concentra en escudriñar pausadamente los rincones. La habitación no posee ventanas ni conductos que conecten a otros cuartos, mas una única puerta se alza frente a él, cuyo hilo de luz se proyecta a lo largo del piso. Sube por el cajón y luego atraviesa el rostro etéreo del alemán, finalizando en el muro a su espalda. 26 | UN PELO PERDIDO
De pronto la luz aumenta su tamaño y cubre la mayor parte del cuarto, y es que ha llegado la hora de la visita de Louis. Él parece ser el moribundo, con sus párpados caídos y la melancolía a flor de piel. Y he aquí un detalle que le perturba mucho más que su actual estado: Louis ha envejecido. No exageradamente, pero sí lo suficiente para calcular una suma considerable de años entre su último recuerdo y las arrugas prematuras en la frente de su gemelo. Se pregunta si es posible que un fantasma enloquezca; se pregunta si es en realidad lo que él cree ser (un fantasma). Después de todo, ha notado que su cuerpo físico respira, de forma tan endemoniadamente débil y suave que sólo décadas de silencio permitieron a su paciencia advertirlo. Él no está muerto, y en el ataúd lo que se encuentra descansando no es un cadáver. "Será entonces una coraza esperando su alma de vuelta" inquiere despreocupadamente, haciéndose a un lado para no entorpecer la marcha de su huésped. Mientras Louis acomoda una silla junto al féretro, Gustav consigue llegar de un salto ligero (casi en cámara lenta) a la superficie de madera barnizada, donde la parte superior permanece abierta con el propósito de exhibir el rostro y el pecho del difunto. Se sienta allí, en dirección a la puerta, balanceando los pies alternamente hacia adelante y hacia atrás, dejando que la luz del pasillo difumine su figura. Louis comienza a hablarle, como siempre lo hace. Cree que de algún modo su hermano puede oírle, y está en lo cierto. Habla del clima, de los vecinos, de la familia y de los libros que ha leído, pero nunca de lo que ocurre en el mundo. No existe la guerra, ni la política, ni la historia, ¡viva la paz mundial!. Habla sobre cosas innecesarias de las que Gustav ya ha oído conversar y comentar a las voces provenientes del comedor, gracias a su nueva habilidad auditiva. Y, por lo visto, su hermano ha guardado la existencia del sepulcro recelosamente, como un tesoro valioso enterrado en casa. Los extraña, a todos: extraña a Roger, a Susan, al tío Roderich y a la tía Gretchen, al primo Hacket, a Vincent, al teniente Gilbert y, por supuesto, a su novia, Elizabeth. –...loca –una simple palabra es suficiente para desestabilizar la cotidianidad de la conversación unilateral. –Elizabeth, se ha vuelto loca –reitera Louis,
esta vez poniendo mayor énfasis en la palabra. –Se encerró en el baño por la noche, llevándose toda su ropa consigo, y la quemó. La encontraron desnuda en la tina, asfixiada por el humo. Además, presentaba síntomas de intoxicación. –¿De qué? –quiso preguntar Gustav. –Aparentemente, Elizabeth creyó que, al no poseer un alma pura, Dios la había castigado con tu muerte. Así que tragó jabón para limpiar su interior y comió su maquillaje para embellecerlo. Tras escucharlo, Gustav se deshace en lágrimas imaginarias, tan reales como él. Intenta tocar el hombro de Louis, en el cual los mechones de cabello rubio caen alborotados hacia abajo. Sin embargo, su mano pasa de largo y lo traspasa.
Prohibido, el contacto está prohibido.
Gustav es incapaz de sostenerse en pie, mientras que el menor acaricia la cabeza albina del cuerpo dormido en el ataúd. Un intento desesperado por satisfacer la necesidad de cariño, incluso si éste proviene de un muerto. La escena es morbosa: un hombre solitario que exige afecto y comprensión de un cadáver y, por otra parte, un fantasma que intenta llorar abatido. La luz fría baña en contrastes a los hermanos, burlona. Les hace creer que en verdad son parte de un mismo mundo. Tan cerca, tan lejos; tan hermoso y tan enfermo.
rápidamente, e intenta llevarse a la muchacha a costa de forcejeos. El secreto ha sido descubierto y los testigos deben ser silenciados. Gustav y Elizabeth han cruzado una mirada ínfima mientras el menor arrastraba a la crespa fuera de la habitación, y a Gustav le parece haber vivido otra eternidad en el reflejo de sus orbes azuladas. Se niega a pensar que ha sido una casualidad o un delirio de la locura de su novia y la suya propia. Ya no le importa renunciar a su cuerpo inerte con tal de prolongar aquel cruce de miradas. Un segundo después, se encuentra delante de la puerta, como por arte de magia, y ésta ahora se encuentra cerrada. Aún puede oír los gritos y réplicas de Elizabeth al fondo del corredor. Su mano aprieta la perilla y siente que ésta vez tiene la fuerza para abrirla. Entonces un ruido tras de sí rebota haciendo eco en las paredes: su cuerpo en el cajón ha hecho un movimiento súbito e impetuoso, justo cuando su muñeca agarró la perilla. ¿Es quizás una advertencia de lo que pasará si abandona? ¿Buena, mala? ¿Le importa en realidad? ¡Al diablo! Gira completamente el picaporte y, es una suerte, Louis no le ha puesto llave a la cerradura.
Pero… un momento, hay algo extraño. La puerta está abierta; la salida siempre ha estado ahí. Aquel pensamiento congela los actos del albino; la sola idea de abandonar su cuerpo físico, su único vínculo con el mundo "real" y, por lo tanto, la única prueba concreta de su existencia, le parece repulsiva.
Tentación y horror enfrentados.
Ni por instinto logra moverse cuando – probablemente sumido en sus disputas internas–un tembloroso girasol se asoma a través del marco de la puerta, en manos de la pelirroja Elizabeth, quien lo suelta y lo deja caer sobre sus finos zapatos negros. –Elizabeth –dicen a coro ambos hermanos, deseando cortar con una cuchilla los nudos que se retuercen en sus gargantas. El rubio reacciona primero, llegando a la puerta UN PELO PERDIDO | 27
Crónicas de café en grano #2, por Sergio Bueno*
secciones upp // columnas
Café entre pares
En un santiamén –y sin mayor preámbulo–, van quedando en tierra, heridos o muertos los personajes de la historia, que minutos antes, vigorosos y aparentemente inmortales, vivían en las hojas corcheteadas… con los ojos suplicantes, Cecilia pregunta si alguien se salva… el café, aparentemente, enrojecido con tanta sangre, me sabe amargo, a pesar de las cuatro dosis de azúcar en sobre, esperanzados en endulzar la conversación…
*Escritor y profesor. Actualmente es uno de los directores de la SECH (Sociedad de Escritores de Chile)
upp
Cómo es el caracol (p. 29)
A B
D
C
28 | UN PELO PERDIDO
Desde lejos, con mayor entusiasmo, se despide Cecilia, levantando su diestra en alto, en espera del próximo encuentro.
B
Por momentos, pensamos que nuestra amiga va a llorar, o salir corriendo, sin antes recibir certeros y justos golpes de venganza por nuestras ácidas palabras. Estamos dispuestos a todo, hasta cumplir una condena por desacato de cinco años y un día. Lamentamos que en este largo y sepulcral silencio no recurriera alguno de los personajes de la novela –maltrechos o heridos a muerte– y pidiera su protección.
Poco a poco se va llenando el recinto de nuestros pares, aglutinados en las sendas de café y cada uno ya tiene una hoja manuscrita, un libro abierto o bien haciendo tribuna donde todos hablan y nadie escucha.
D
En este lugar, más precisamente en el Café Tavelli, de calle Andrés de Fuenzalida, nos encontramos con Cecilia –que, fumando espero, nos saluda y nos invita a compartir su mesa. Está impaciente a nuestro veredicto de su novela todavía en barbecho. Así nos encontramos hojeando un libro que no existe, palpitante en la memoria después de leerlo, en cuidadas fotocopias.
–Gracias, por tus comentarios, me estimulan a seguir trabajando con mayor ahínco…
C
Qué mejor espacio que un café. Con la bebida, consumida con gotario, se prolonga la permanencia por horas, y se adquiere así el derecho a la inmovilidad. Están pegados a las sillas, a los confortables sillones –algunos muy buenos para dormir y roncar- que, encadenados en superiores y enigmáticos temas, se olvidan de sus quehaceres ciudadanos.
Pronto a arrepentirnos de los acusadores comentarios recién dichos, nos ilumina su maravillosa sonrisa, que no solo ilumina sus propias facciones sino que le dan vida a nuestro marchito corazón:
D
Hay sitios donde se juntan las personas que comulgan con inéditos ideales y se buscan para estrechar lazos fraternales y compartir sus sueños y esperanzas. Uno, llega a un espacio predestinado para tales fines y, sin llamar con campanillas, ni a viva voz, le siguen otros, que deambulan sin destino por la ciudad. A poco andar se forma la cofradía, sus integrantes inicialmente silenciosos y recatados, quizás, inquietos que algún otro tome una escoba y, como indeseables, los haga desaparecer. Luego, más envalentonados, toman posesión, nombran directiva y cuídese el malito que quiera botarlos a la calle. Son dueños y señores, se hacen servir y si alguien está ausente lo pregonan por toda la ciudad.
cada letra es un texto. misma letra, mismo texto.
pregunta el niño que solo come papas cocidas La ensalada tiene pena por el color de las cortinas, ya son las 2 y media alguno se quedo debajo de la mesa para siempre
Auxilios
Pablo Rocu
II: Domingo
Arrástrame desde el interior sin despedirte y destroza los deseos que palpitaron sobre mi piel
y gastando el alma que suplica en un sótano vacío.
No hay de qué preocuparse: todos nuestros pasos suenan iguales para el ciego bajo la alfombra, todos se ven idénticos para la nube de smog, todos débiles en la unidad de todas las cadenas.
Aprendí que llevar una bebida de marca anunciada en televisión puede darme inmunidad durante el entrante y mientras sirven el primer plato después todo será violencia en el sabor de la sal, en el sonido de mi tío masticando el tuto de pollo ¿Por qué no comes Pablo? Estoy respirando. Sigue llegando gente, la dueña de casa conoce los códigos de cada mano y la puerta sigue asustada por la violencia de los anillos. Carolina está demasiado gorda por eso no viene ¿Las fotografías tienen hambre?
vislumbran las profundidades más hondas del patetismo el que hasta enaltece la más ínfima caída
rindo honores fúnebres mordiendo mi lengua doblando papel higiénico y oyendo el ruido triste del excusado más tarde un jocoso espanto enciende mis vellos en mi palma se levanta el arma el rey aguijón que una vez más apunta directo a mis venas es la última reacción insólita de las terminaciones nerviosas de un cuerpo desecho que aún muerto exige venganza
secciones upp // el caracol
IV: Anécdota
entre carcajadas rascan la vergüenza pero al razonar su victoria recobran la miseria contemplan su delito
Despedázame y desángrame, dale a esta ciudad todos los gritos guardados que envuelven mis huesos, despedázame y abandóname para surgir nuevamente en otros puertos carcomidos por los gemidos del acero y por las ideas que desde los cimientos pujan por vencer.
Mi abuela esta llorando otra vez en lo que va de año han muerto dos televisores en el salón de casa este ultimo era menor de edad.
el espanto el instinto amoldan mi sangre calculan la distancia todo miedo parásito alojado en mi espalda lo regalo en dos o tres cuchillazos capas óseas e intestinos brillan se esparcen en el muro observan en el alto como mis simios pulgares sudan su instinto
Despedida
terminaciones arenosas rejas de desiertos atardecidos un ánima de la muerte enroscada dos picos de cuervo que florecen
José Miguel Lema
Francisco Valenzuela S.
golpeando con ira cada trozo de concreto oscuro. Despedázame y déjame manchando las aceras: sin duda alguna desde ellas volveré a crecer tocando campanas de domingo para las aves y retornando nuevamente bajo el humo y el alquitrán a la raíz sofocada, solitaria y poderosa que aún espera por seguir el círculo de la hoja al aire, del aire al nonato y de él a la hoja infinitamente.
Despedázame, cúbreme de ignominia. Baja desde tu cielo para lavarme los pies. Despedázame, no dejes hueso alguno en su lugar.
Alacrán
Cada día avanzamos de la mano, moviendo las caderas al ritmo de la sangre que se seca. Hemos vencido cada muro que alzaron y creemos que hemos vencido cada muro.
Y se despertó ese día un poco mareada En la cama un espeso líquido blanco -¿Qué hueá pasó aquí?Se tocó la polera La leche salía de sus tetas Oh dulce néctar agrio Vencido por el amor La guardo toda en una botella de cristal Y a la boca de la botella Le amarró un trapo viejo Salió a protestar, prendió la mecha Y se la tiro a un paco, Quedó la pura zorra
Grítame, incrépame y desespérate, mi carne se rearmará en tus calles para ir a buscarte pues nunca realmente he seguido alguna vez una vía sin antes haber visto tus pasos marcados en ella y nunca, como ahora, he visto la cólera en los rascacielos desprendiéndose y asesinando interminablemente la marea.
Bárbara Muñoz
El frío de los cuerpos muertos permanecerá aunque yo no siga viendo mi reflejo inquieto en el bisturí: hoy lo que deseo es estar en su filo desolando las horas
Cóctel inflamable
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La columna de Franz Rasca #2
Del regreso, las revistas y el sacrificio etílico-lírico ¡Canta, oh musa, la flojera del brillante Rasca! Flojera funesta que causó infinita ignorancia a los lectores, y precipitó a Las Últimas Noticias muchos ojos de “inocentes” sabios… Hace un tiempo, en la Revista Carnestolendas –que el Altísimo tenga en su reino– profeticé, inauguré y parí por primera y última vez la brillante, benemérita y garante Estética Farándulo-literaria, ultra-post-teoría que venía a revolucionar el campo del saber literario local y a dar su merecido lugar a la inoperancia y las ganas de figurar de algunos rapsodas, verdaderos Vale Roth de las letras. Pero como este teórico es –antes que todo– chileno, las condiciones de la post-post-postmodernidad penquista condicionaron su trabajo, y el tiempo que media entre el primer y el segundo número de mi Farándula –el que tenéis en vuestras manos– es de tres años. En este lapso periódico de tiempo, los santos varones que se atrevieron a publicarla (los de la revista ya mencionada) no se atrevieron a lanzar otro número, porque el primero salió demasiado bueno y opinaron que después de este ya no se podía hacer nada nuevo en literatura, dedicándose posteriormente a la deconstrucción del hígado y otras partes. El buen Rasca quedaba cesante. Pero Franz Rasca no podía dejar que su proyecto, el primer movimiento artístico nacional desde el Creacionismo, se hundiera tan fácilmente. Cual Duchamp, buscó sus propios urinarios, y sacando fuerzas martinvarguianas, abandonó la pornoliteratura y encontró quién lo publicara. Sus ansiosos lectores ya no tendrán que esperar más, ¡que comience la vanguardia! El país ya no es el mismo. No en vano han transcurrido tres años, cargados de complejísimos hechos. Entre ellos, para mencionar uno solo: la misma farándula. Los poetas han perdido un lugar vital en los medios, este es, las páginas sociales. Donde antes había escritores, hoy vemos futbolistas; Kike Acuña sale con las modelos de Lafourcade –si para eso escribió Palomita Blanca el zorrón. Pinilla va a las discos donde mataría Zurita con su baile frenético… ¡Es el colmo, que alguien haga algo! Hoy los poetas solo figuran donde nunca esperaron estar: en los libros (y en una que otra universidad ruin, haciendo clases). Como dicen mis mecenas de Un Pelo Perdido, la cultura de por acá está en crisis y nadie se da cuenta: no conviene. ¿Una revista es una buena idea? Sí y no. ¿Una revista soluciona el problema? Por lo menos una parte queda 30 | UN PELO PERDIDO
cubierta. Hace un tiempo, con el poeta Juan “Taxativo” Soto, fundamos la revista literaria Laxante, que junto con la revista Carnestolendas tiene el récord de pocas ediciones: una sola (aunque los superamos en el número más bajo de ejemplares conservados, con sólo dos). ¿Fue Laxante una revista fracasada o exitosa? Si queríamos llegar al público, entonces fue un fracaso total: sólo la leímos Taxativo y yo (lo que sería una meta-lectura), y en una de esas, nuestras novias (lo que sería una meta-meta-lectura, jeje). ¿Fue Laxante una revista laxante? Definitivamente. Nos hizo… matarnos trabajando. Con mi socio tuvimos que pensar en todos los detalles de la recepción de trabajos, la publicación y la difusión de la magna obra. A cada paso que tratábamos de dar, nos topábamos siempre, siempre, con el mismo problema: ¡LA FARÁNDULA! ¿Hacer propaganda en universidades, liceos, talleres literarios, clubes de adulto mayor? ¡No! Había que ir a hacer lobby a los bares, restobares, picás, cantinas, clandestinos y lenocinios de la ciudad. Había que mentir, sí, MENTIR a cada escritor, asegurando la publicación constante de sus textos, y tratarlos como el Rimbaud que creían ser. Teníamos que ir con rodilleras a pedir que nos publicara alguna editorial –y las rodilleras quedaban bien gastadas. Después de todo esto, y de codearnos con las más rutilantes estrellas de la poesía, narrativa (je) y teatro (jeje) local, por fin pudimos planear nuestra primera entrega: saldría a la venta el sábado 27 de febrero del 2010. La revista que quiso ser “un mar de conocimiento literario” quedó sólo en “un mar”… De una edición de 25.000 ejemplares, conservamos sólo los dos que se salvaron. A nuestra muerte quedará estipulado que sean donados a la Biblioteca de Humanidades y Arte de la Universidad de Concepción, para el deleite de la concurrencia. ¿Moraleja? Hay que dar la vida por los sueños, más si se trata de una iniciativa literaria. Y hay que hacerse amigo de la farándula y reconocerla, admirarla, mimarla. De otra manera es imposible.
Encuentra las primeras columnas de Sergio Bueno y Franz Rasca en nuestro sitio web, www.unpeloperdido.com/columnas
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