A cuento de 2016

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ZMILCISÉIS

O

bservo, Milafina, que Quince se ha ido por completo y sin despedirse al sexto continente, al continente de la historia, allá donde habita lo que fue presente. Mira lo que nos ha dejado.

─Tiene toda la apariencia de un feroz cuchillo de despiezar. ─Ya lo creo, Milafina. Y si me apuras, te digo que corta. ─Cierto. Si no me equivoco, los cuchillos sirven para cortar… ¿Qué habrá querido insinuar el docemesino de nuestros pecados dejando por aquí tan peligroso objeto? ─Algo sospecho, Milafina, pues levantándolo de la mesa, vi que bajo él había un tique… ─¿Cómo que a mí qué? ─¿A ti qué? ¿Por qué a ti qué? ─Si es que a mí qué, entonces ¿por qué me lo cuentas?


─No te entiendo nada. ─ ¡Caramba, Zarrapastro!, me has dicho “a mi qué” ─He dicho “ti-que”, guapa; o sea, papel, nota, billete escrito. Mira.

─Creo que pone Emile Ciséis ─Eso me pareció a mi también; pero si te detienes y afinas bien…, entonces… ─…Sí; se ve que el rasgo inicial de la “m” de mil engaña a propósito. Yo apostaría que, incrustándose en el dos, finge una E; luego… ─Dice “Dosmil” en realidad. ─Dosmile Ciséis, para ser exactos… ¡Qué añófago! Dosmil Quince ha comido como si nada dos letras al Dieciséis, Zarrapastro. ─Más bien se las cortó cuando ya se sabía acabado. ─Apasionante caso. ¿Para qué lo haría? ─Tú observa lo que iba quedando de Dosmil Quince al resbalar definitivamente por su consunción.

─¡Un cuchillo! ¡El cinco último era un cuchillo! ─Dosmil Quince ha cortado cuanto ha podido, Milafina. Resultó un año en verdad difícil, cruzado, cruel incluso.


─Y, a lo último, cortó dos letras de Dosmil Dieciséis… Pero, ¿por qué la “d” y la “i”. ¿Para partirlo por medio? ─Podría ser… Aunque yo intuyo que en realidad daba una orden nada incierta ni hipotética a pesar del modo verbal; una orden tajante al año que le sucedería: ¡Ciséis! ─¿Ciséis? ─Veladamente: “¡Corta!”… Recapitulemos, Milafinita: Dosmil Quince escribió aposta en el tique, Emile, nombre francés, y ocultó dos letras, d-i (veladamente “dice”); y tijeras en francés es ciseaux, lo que nos daría “Emile [dice] Ciseaux”, o su parónimo castellano “Dosmil Dieciséis”. Además, durante sus doce meses, ¿te acuerdas, Milafina?, el indino Dosmil Quince fue juntando en el Palomar la colección, que ahora abandona, de cinco cuchillos; incluso hay uno de panadero entre ellos, de los que se usan para cortar la carne cruda del pan…

…y como broche, al irse añade a la herencia, además, su cortante cinco final, con lo que suman Ci…¡seis! ─Todo casa a la perfección, Zarrapastro… ¡Caray! Recuerdo algo que no te comenté en su momento, y es que durante su última semana de vivir en el Palomar Dosmil Quince me pidió que le bajara de la librería un volumen sobre el arte de cortar: El arte cisoria de Enrique de Villena.


─Enrique de Villena, aventajado y suculento estudiante que asistía a los cursos de nigromancia y adivinación que en el siglo XIV daba el propio demonio a siete estudiantes durante siete años seguidos en la famosa Cueva de Salamanca… ¡Ay, Milafina, qué infernal panorama! A ver cómo lo haces; pero tienes que dulcificar el año y suavizar las hojas de los cuchillos que asoman!

¡FELÍZ AÑO EMILE CISÉIS!

Los Navegantes del Palomar


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