CHANTAL MAILLARD https://www.youtube.com/watch?v=Q7CsKn48L4Y https://www.youtube.com/watch?v=GAAukwUzCXE http://poesiaamanoalzada.com.ar/sin-embargo-chantal-maillard/ Sin embargo, sin embargo, sin embargo… No me fío de mí. Nada es permanente. Menos lo es la palabra. Esto tampoco, esto tampoco, esto tampoco. No me fío, no te fíes de quien dice, de quien habla, de lo que se dice, de lo que dices, de lo que digo, no me fíes, no te fío. La lucidez es una chispa, un estado de conciencia en las multiplicadas estancias de la conciencia o que hacen conciencia, las estancias que se alargan, se prolongan, se continúan, y así se le llama conciencia a aquella continuidad. No me fío, no te fíes de las estancias, se estrechan, se acortan, se invaden, desaparecen, la lucidez es un instante entre estancias, ventanas en la mónada que si permanece bajo la luz del foco se hace estancia, también ella, y sufre las mismas convulsiones. Sin embargo,
sin embargo, sin embargo… lo que intuyo ahora se borrará mañana, luego, ahora, apenas se haga pensamiento, conciencia: estancia. Atrapamos la sensación que invade las entrañas, muy abajo, muy adentro, muy homogénea, la atrapamos y la hacemos eso: «sensación», la nombramos, la describimos… la perdemos. Ya no es ella, ya no es eso, ya no es. Aún está allí pero no es lo que digo, lo es apenas, no es lo que oís, no es eso, no os fiéis, no me fíes, no te fío. De nuevo cae la tarde, mengua la luz. Los colores del otoño vienen del oeste, decía aquel poeta chino. El mundo está en mí. No me apartaré. Acojo todos los colores, el estío dentro de mi otoño, porque sé que no hay fin, que no habrá término. Todo comienza y termina en mí. Yo soy el infinito proyecto de mí misma por encima de mí me sobrevuelo.
Chantal Maillard (Sin embargo, de Lógica Borrosa) Las fotografías que están en el video pertenecen a Maillard y están incluidas en el libro Bélgica (2011), de la Editorial Pre-textos
https://es.wikipedia.org/wiki/Chantal_Maillard CHANTAL MAILLARD (Bruselas, 1951) es una poeta y filósofa española nacida en Bélgica, Premio Nacional de Poesía (2004) y Premio de la Crítica (2007). Biografía Chantal Maillard nació en Bruselas (Bélgica) en el año 1951. Reside en Málaga desde 1963. En 1969 renuncia a la nacionalidad belga y adopta la española. Después de doctorarse en Filosofía, en otoño de 1987, marcha por primera vez a India, con una beca del Ministerio de Exterior; se especializa en Filosofías y Religiones de India en la Banaras Hindu University (Benarés). Su dedicación a la cultura de este país se refleja en los numerosos escritos (diarios, ensayos, poesía y crítica) reunidos en el volumen India (Pre-Textos, 2014). Ha sido profesora titular de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad de Málaga, donde impulsó los estudios de Filosofía y Estética Comparadas. En el 2000 quedó interrumpida su vida docente por las secuelas de una grave enfermedad. A partir de entonces pasa temporadas en Barcelona y se dedica plenamente a la escritura. Es autora de numerosos libros de poemas, ensayos y obra en prosa. Le fue concedido el Premio Nacional de Poesía (España) en 2004 por su obra Matar a Platón y, en 2007, el Premio de la Crítica de poesía castellana, así como el Premio Andalucía de la Crítica, por Hilos. Desde 1998, ha colaborado con críticas de filosofía, estética y pensamiento oriental en los suplementos culturales de los principales diarios de la prensa española, el ABC y El País. Ha traducido y editado al escritor francés Henri Michaux y difundido el pensamiento de India mediante diversas publicaciones. Los trasvases entre su obra ensayística y poética son múltiples. Uno de sus temas principales, la observación de los procesos mentales, apuntado ya desde muy temprano en su producción ensayística y en la prosa de sus primeros diarios, Filosofía en los días críticos, se consolida en los sucesivos cuadernos —Diarios indios, Husos. Notas al margen, Bélgica y La mujer de pie— hasta indagar los límites del lenguaje en los poemas de Hilos. Ha puesto en escena varias de sus obras e intervenido en proyectos interdisciplinares con artistas nacionales e internacionales, tanto de las artes plásticas como del ámbito escénico, cinematográfico y musical. Poesía Cual menguando. Barcelona: Tusquets, 2018. Matar a Platón. Barcelona: Tusquets, 2004. Premio Nacional de Poesía 2004. Hilos, 2007. Premio Nacional de la Crítica 2007 y Premio Andalucía de la Crítica 2008. La herida en la lengua. Barcelona: Tusquets 2015 Hainuwele y otros poemas. Barcelona: Tusquets, 2009 En un principio era el hambre. Antología esencial. Madrid-México: Fondo de Cultura Económica 2015 Cual. DVD. Contiene lectura de "Hilos" y un corto interpretado por la autora. Málaga: Centro de la Generación del 27, 2009. La tierra prometida. Barcelona: Milrazones, 2009 Lógica borrosa. Málaga: Miguel Gómez Ediciones, 2002. Conjuros. Madrid: Huerga y Fierro. Editores, S.L., 2001. Poemas a mi muerte. Madrid: La Palma, 1993. Premio Ciudad de Santa Cruz de la Palma 1993 Hainuwele. Córdoba: Ayuntamiento de Córdoba, 1990. Premio Ciudad de Córdoba «Ricardo Molina» 1990
La otra orilla. Coria del Río: Qüásyeditorial, 1990. Premio Juan Sierra 1990 Balbuceos. Málaga: Árbol de Poe, (cuadernillo) 2012 Polvo de avispas. Málaga: Árbol de Poe, (cuadernillo) 2011 Semillas para un cuerpo (en colaboración con Jesús Aguado). Soria: Diputación Provincial de Soria, 1988. Premio Leonor 1987
Prosa La compasión difícil. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2019 La mujer de pie. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2015. India. Valencia: Editorial Pre-Textos, 2014. Bélgica. Valencia: Editorial Pre-Textos, 2011. Adiós a la India. Málaga: Puerta del Mar, 2009. Husos. Notas al margen. Valencia: Editorial Pre-Textos, 2006. Diarios indios. Valencia: Editorial Pre-Textos, 2005. Filosofía en los días críticos. Valencia: Editorial Pre-Textos, 2001 Ensayo ¿Es posible un mundo sin violencia? España-Mexico: Editorial Vaso Roto, 2018.16 La razón estética. Barcelona: Editorial Galaxia Gutenberg, 2017. India. Valencia: Editorial Pre-Textos, 2014. La baba del caracol. España-Mexico: Editorial Vaso Roto, 2014. Contra el arte y otras imposturas. Valencia: Editorial Pre-Textos, 2009. En la traza. Pequeña zoología poemática / In the Tracing. Small Poetic Zoology. Edición bilingüe. Barcelona: Centro de Cultura Contemporánea 2008. Rasa. El placer estético en la tradición india. Benarés: Indica Books, 1999 y Palma de Mallorca: Olañeta, 2007. La razón estética. Barcelona: Laertes, 1998. La sabiduría como estética. China: confucianismo, budismo y taoísmo. Madrid: Akal, 1995. El crimen perfecto. Aproximación a la estética india. Madrid: Tecnos, 1993. La creación por la metáfora. Introducción a la razón poética. Barcelona: Anthropos, 1992.18 El monte Lu en lluvia y niebla. María Zambrano y lo divino. Málaga: Diputación Provincial de Málaga, 1990. La cábala del Kéter-Malkut. Editoriales Andaluzas Unidas, 1986 Coordinaciones y traducciones Henri Michaux: Escritos sobre pintura. Madrid, México: Editorial Vaso Roto 2018. Henri Michaux: Retrato de los meidosems. Valencia: Editorial Pre-Textos 2008. El árbol de la vida. La naturaleza en el arte y las tradiciones de la India. Barcelona: Kairós, 2001. Henri Michaux: Escritos sobre pintura. Murcia: Colegio de Arquitectos y Aparejadores, 2000. Estética y Hermenéutica. Chantal Maillard y Luis de Santiago Guervós (eds.). Málaga: Contrastes. Revista Interdisciplinar de Filosofía, 1999. Obras disponibles en braille en la ONCE Matar a Platón. Hilos. Hainuwele y otros poemas. La herida en la lengua. Husos.
Últimas obras escenografiadas Matar a Platón en Concierto. Con Chefa Alonso (viento y percusión) y Barbara Meyer (violoncelo). Madrid: Teatro Español, 2011 y Palma de Mallorca: Museo Es Baluart, 2013. Con Chefa Alonso y Jorge Frías (contrabajo. Málaga: Centro del la Generación del 27, 2015. Bilbao: Biblioteca Bidebarrieta, 2015. Santander: Fundación Botín, 2016. Córdoba [Teatro Góngora], 2016. Alcobendas (Madrid): Teatro Auditorio, 2016. Santiago de Compostela: Teatro Principal, 2018. Barcelona: La Caldera, Les Corts, 2019. Diarios Indios en Escena. Con el cineasta David Varela. Madrid: Teatro Pradillo, 2014. San Sebastián: Teatro Victoria Eugenia, 2014. Málaga: Centro Generación del 27, 2015. Últimas colaboraciones con otras artes Y si enemigo no hubiese. Dónde mueren los pájaros III. Colaboración con el artista plástico David Escalona, Hospital Real de Granada, 2017. Si una mujer viniera. Dónde mueren los pájaros II. Colaboración con el artista plástico David Escalona, Instituto Cervantes, Nueva Delhi, 2017. Dónde mueren los pájaros I. Colaboración con el artista plástico David Escalona, Galería Isabel Hurley, Málaga 2014. Cual. Breve film patrocinado por el Centro de la Generación del 27 y rodado en super 8 por Gerardo Ballesteros, Málaga 2010. MUR XL. Intervención permanente en el muro del cementerio de Ixelles (Bruselas). Colaboración con el artista plástico Emilio López Menchero, 2008. Q. Representado con la We Dance Company en el Festival Internacional de Poesía 2005 de Berlín. Premios Premio Leonor 1987 Ciudad de Córdoba «Ricardo Molina» 1990 Premio Juan Sierra 1990 Ciudad de Santa Cruz de la Palma 1993 Premio Nacional de Poesía 2004. Premio Nacional de la Crítica 2007. Premio Andalucía de la Crítica 2008.
Chantal Maillard: «Deberíamos educarnos en la discriminación sentimental»
A la escucha, “cada vez más a la escucha y más calladita”. Así se retrata la poeta y filósofa malagueña Chantal Maillard (Bruselas, 1951), enemiga de etiquetas y libérrima, que vuelve a las andadas librescas con dos nuevos títulos, el poemario "Cual menguando" (Tusquets) y el ensayo "¿Es posible un mundo sin violencia?" (Vaso Roto). https://elcultural.com/chantal-maillard-deberiamos-educarnos-en-la-discriminacion-sentimental NURIA AZANCOT 2 noviembre, 2018 Chantal Maillard, la más belga de las pensadoras andaluzas (y la más malagueña de las poetas orientales), es doctora en Filosofía Pura. También vivió largo tiempo en Benarés (India), donde se especializó en Filosofía y Religión india (“Vine a no saberme, vine a estar” escribió en sus diarios años más tarde), y hoy es profesora de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad de Málaga. Especialista en la obra de María Zambrano, es además una traductora excepcional. Suya es la versión castellana de los deslumbrantes Escritos sobre arte de Henri Michaux que publicó Vaso Roto hace unos meses. Ahora, casi a su pesar, coinciden en librerías un ensayo, ¿Es posible un mundo sin violencia?, y el poemario Cual menguando, protagonizado por Cual, su alter ego. Y ella se confiesa feliz, porque su reverso no siempre la acompaña: “No, Cual aparece cuando logro ausentarme de mí. Es mi lado más amable, el más divertido”. Y dice más. Que todos los trajes de su personaje (el de primavera, el de olvido, el de construir metáforas) le sientan bien, y que en este poemario, Cual menguando, “hay un punto más de rebeldía contra los géneros”. Que es su estrategia para encontrar fórmulas que se adapten mejor a lo que quiere decir. Y en este caso, se trata además de “recuperar la extrañeza. O cierta ingenuidad”, proclama. Con todo, no intenta trascender los géneros, sólo concertarlos sin que ninguno pierda su singularidad. Por eso en las teatrales Cinco piezas breves que el libro también incluye, ha renovado su apuesta por el lenguaje, considerado como un arma de doble filo, ya que, “por un lado permite que la realidad se haga comunicable y por otro nos hace perder de vista la auténtica dimensión de las cosas. El lenguaje normaliza, y esto hace que perdamos la capacidad de extrañarnos. ¿Cómo recuperarla? Alterando el lenguaje -una opción que utilizo en los poemas- o trayendo a escena personajes que actúen de modo diferente, seres que, al margen de la norma (a-normales) nos desconcierten y nos lleven a sospechar de aquello a los que acostumbramos”. Y el mundo deja de ocurrir Lo cierto es que Maillard no se siente feliz con las etiquetas. En realidad las odia, segura de que “en cuanto te la cuelgan llevas el precio incluido”. Y por eso niega la mayor y no se considera poeta, “aunque escriba eso que llaman poemas. En cambio puedo sentirme Cual de vez en cuando. Entonces el mundo deja de ocurrir para mí, o ante mí. Deja de haber diferencia entre el zumbido de una avispa y mi voz, entre el caminar de un insecto y el mío. Y eso está bien”. Otro refugio puede ser recurrir al pasado para comprender la realidad, pero, aunque en Cual menguando leemos que “Contar es de memoria. Las palabras / también son de memoria”, para Maillard los recuerdos “entendidos como las huellas que no nos sirven para actuar”
acaban siendo en realidad un lastre. A su juicio, la memoria no deja de ser impresiones, huellas, en la conciencia. Y hay huellas imprescindibles, “a las que acudimos para reconocer las cosas. Llamamos inteligencia a ese reconocimiento”, y otras , en cambio, cargadas de sensación o sentimiento, “que nos traen de vuelta una y otra vez al mismo pliegue. Esto sólo resulta útil si el presente no nos compensa y si sabemos elegir el pliegue”. Acostumbrada a vivir entre mundos y géneros aparentemente ajenos, Maillard descubre el hilo conductor que relaciona sutilmente el poemario Cual menguando y ¿Es posible un mundo sin violencia?, su último ensayo. Y ese hilo es “Nosotros”. “Sí -explica- , ‘Nosotros’ es por quienes se pregunta Cual al final de la primera pieza de Cual menguando, y acerca de lo que su interlocutor Fiam, en cambio, no tiene dudas. Ese mismo ‘nosotros’ es el que reencontramos al final de la propuesta utópica que lanzo en este breve ensayo sobre la violencia. Un nosotros que trascienda los límites de los cercos de pertenencia a los que acostumbramos”. Lo cierto es que en ambos libros resuenan palabras como entendimiento, guerra, violencia, poder… Son los temas que se enseñorean del libro de Vaso Roto, a partir de una certeza, la de que vivimos en un universo por naturaleza violento. Y Maillard arroja al lector desde estas páginas, como un reto, la pregunta de si somos capaces de no añadir a la natural violencia aquella que nos caracteriza como humanos, la que se ejerce por placer o por codicia. Si seremos capaces de ampliar el marco de nuestras pertenencias (territoriales, grupales, específicas, etc.) para que esto sea posible. Su apuesta no admite enjuagues: se trata de apostar de manera inequívoca por una ética de la compasión, que ella explica así: “La violencia que nuestras naciones ejercen -y de la que nos beneficiamos- siempre ocurre en otro lado: otras tierras, otras selvas o, simplemente, el sótano de otros edificios. La falta de empatía ocurre cuando pensamos que no nos concierne, y no nos concierne aquello que no consideramos como propio. Por eso es importante ampliar el cerco de pertenencia y reemplazar la moral del semejante -la del prójimo (próximo)- por una ética de la compasión, mucho más abarcante. En un mundo global, la moral de grupo resulta ser una fórmula anticuada”. La compasión difícil No es el único desafío que plantea el libro. También urge a educarnos en la “discriminación sentimental”, consciente de que el hombre actual vive inmerso en la representación y que recibimos la realidad por los mismos medios (la pantalla) y de la misma manera que los seriales. “El problema -comenta- es que no nos han educado para ser espectadores maduros y esto permite que seamos manipulados a través de nuestras emociones”. Por eso, la educación sentimental que propone ayudaría a entender cómo se generan las emociones y cómo se transforman en ideas y creencias. Un aprendizaje que debería formar parte de la asignatura de educación política de la que carecen los actuales planes de estudios. Nada complaciente, no teme perder lectores. Tampoco con su próximo proyecto, La compasión difícil, que publicará Galaxia Gutenberg en febrero. Un libro incómodo, en el que revela que le resulta cada vez más difícil compadecernos: “La compasión es cualquier cosa menos sentimentalismo; es ser capaz de padecer con otro. Es fácil compadecer con la víctima; no lo es tanto si se trata del verdugo, del asesino. No obstante, no puede hablarse de auténtica compasión si no somos capaces de entender que, en el fondo, no hay diferencia entre la víctima y el verdugo. De ahí que en la última parte del libro tengan lugar unas conversaciones con Medea. Una Medea anciana de siglos y ya de vuelta”. @nmazancot
"Yo creo que corazón ya no tengo" MARÍA LUISA BLANCO. 16 JUN 2007 La escritora malagueña nacida en Bélgica, autora de numerosos libros de filosofía y otros tantos de poesía, reflexiona en esta entrevista sobre el pensamiento oriental y occidental del que ella se nutre. Premio Nacional de Poesía en 2004 por Matar a Platón, publica ahora Hilos, poemas en el umbral de la escritura, que trazan una singular geografía de las emociones. La experiencia del dolor le viene a Chantal Maillard (Bruselas, 1951) de antiguo. Fue feliz, según declara, hasta los 7 años, pero a partir de ahí, los continuos cambios de internado en Bélgica y después la adaptación a España, donde se trasladó con su familia en pleno franquismo, la convirtieron en una niña desubicada y silenciosa. Nació sin embargo con el don de la escritura, en la palabra encontró cobijo y, a los 14 años, ya había escrito dos novelas y más de cien poemas. Y así hasta hoy. Poeta, filósofa y gran conocedora del pensamiento y estética orientales, es autora de una docena de títulos, entre los que destacan sus diarios, Diarios indios y Filosofía en los días críticos, un milagro de simbiosis entre filosofía y poesía. En 2004 obtuvo el Premio Nacional de Poesía por Matar a Platón, un libro seco y despojado, escrito durante su grave enfermedad, en el que la muerte y el dolor, sin concesiones literarias, palpitan en cada una de sus páginas. Su nuevo poemario, Hilos, posterior a la imprevisible muerte de su hijo, revela a una de las voces poéticas más intensas, honestas y radicales del panorama actual. "Hilos es un libro marcado por el suicidio de mi hijo. ¿Qué más puedo decir?" "El gran pecado de Occidente es la tristeza" "La filosofía es voluntariosa, requiere indagación. La poesía es receptiva, requiere un decaimiento de la voluntad"
MÁS INFORMACIÓN En la trama del mundo Benarés o el tiempo de las chanclas PREGUNTA. Entre su poesía y su pensamiento apenas hay ruptura. ¿Qué son una y otro para usted? RESPUESTA. Es difícil ligarlos porque son dos modos de encarar la realidad. El modo poético es receptivo, y el filosófico requiere la indagación, y la actitud en filosofía es voluntariosa, mientras que la poesía requiere un decaimiento de la voluntad. Yo pretendo ligar una y otra porque participo de ambas. Lo que no se puede hacer es filosofía cuando se hace poesía ni poesía cuando se hace filosofía, eso descartado. P. ¿Por fidelidad a los géneros? R. No. Creo que es una cuestión de ritmo, de musicalidad. La musicalidad poética está reñida con la indagación filosófica que, como digo, es voluntariosa. P. Afirma que tiene problemas con los conceptos tradicionales. ¿La historia del pensamiento occidental es tramposa? R. Lo que es tramposo es la metafísica cuando uno piensa que lo que cuenta metafísicamente es la realidad. La filosofía, cuando no se aplica a objetos como el arte, la ciencia etcétera, es una lógica aplicada al ámbito del saber y ahí no hay problema. Pero cuando la lógica se aplica en ámbitos que rebasan el conocimiento, es un juego parecido al del ajedrez: tienes unas piezas y se juega en el tablero, pero si pretendes que ese tablero es la realidad exterior, es tramposo. Juegos metafísicos los hay en todas partes, pero la trampa es creer en los grandes conceptos,
cuando creemos que las palabras dicen algo de lo concreto. Lo concreto es singular, y los conceptos son universales, la poesía trae a la pantalla lo singular, y la filosofía juega con los universales, ésa es la diferencia. Yo intento, y lo hago a partir de Husos e Hilos, tropezar continuamente con los conceptos. El lenguaje está plagado, tanto en Oriente como en Occidente, de conceptos y yo los cuestiono. P. Husos e Hilos, ¿qué quiere significar con una y otra palabra? R. Los husos son parte de una geografía mental, lo que visualmente corresponde a cada estado de ánimo. Los veo como un haz de fibras y cada una de ellas es un hilo mental. Podemos saltar de un huso a otro según cambien los estados de ánimo, y al cabo del día, vamos cambiando y saltamos de uno a otro. P. ¿Habla de la vida, de nuestra vida? R. Sí. No concibo una filosofía que hable continuamente en tercera persona. El pensamiento debe recuperar a la persona concreta, al singular que está viviendo con sus emociones. Si la teoría pierde de vista al sujeto concreto, no funciona, y yo intento recuperarlo con el material de mi propia vida. P. ¿Qué quiere contar? R. En general, la dificultad de saberse en el mundo y como sujeto. Toda mi vida he observado mi propia mente y mi capacidad de ver el mundo. Todo lo que he escrito ha sido desde la necesidad de observar la capacidad de conocer. A través de mi indagación en la filosofía india descubrí que cualquier cosa que observes terminará siendo observada dentro de la propia mente, por lo tanto, cualquier contenido es mental, cualquier cosa que puedas mirar es un pensamiento, y si queremos extrapolarlo a realidades que están fuera de la mente nos equivocamos. Eso el budismo lo tiene muy claro. P. Eso es lo que cuenta en Benarés y en sus Diarios indios. R. Sí, en ambos hay una toma de conciencia de nuestra imposibilidad para saltar sobre nuestra sombra que es nuestra mente, no podemos ir más allá de ella. Grandes palabras como Dios, verdad, mundo o realidad, no son más que pensamientos y esos son los hilos, imágenespensamiento que van pasando. En Hilos, hay un personaje que tropieza con los conceptos, los cuestiona, pero cada vez que lo hace, se paraliza y termina siendo el personaje "Cual", un interrogativo y un genérico, que aparece en la segunda parte del libro. "Cual" quiere decir ¿quién soy? P. En su escritura se percibe un proceso muy doloroso. ¿Está conectado con su experiencia? R. Sí, tanto Husos como Hilos son cuadernos de duelo, de un momento trágico que he pasado y por eso el huso principal en el que estoy en esos libros es el del dolor. Pero no quisiera entrar mucho más en lo personal. P. Es por abordar los hechos que desencadenan su pensamiento actual, primero su enfermedad, después la muerte repentina de su hijo. R. Husos e Hilos son libros de pérdidas. Pérdida de mi integridad física, por un lado, y por supuesto la pérdida de mi hijo. Está marcado por el suicidio de mi hijo. ¿Qué más puedo decir? Es todo.
P. Su escritura habla del sujeto, de lo que nos pasa. R. Me cuesta hablar de ello en el lenguaje ordinario. Mi manera de contarlo es en la escritura. Es verdad que la filosofía tiene muy poco trato con el dolor, se ha escrito mucho más poéticamente sobre él, pero no tengo problemas en desnudarme, en expresarme en los detalles mínimos cuando escribo. Con el cuaderno estoy a solas conmigo y sé que, escribiendo, llego a mucha gente porque la experiencia del dolor es la experiencia de todos. El compadecer con otros está presente en mi escritura, es un grito de dolor que pertenece al momento de mi enfermedad. Lo que he escrito después pertenece a una pérdida incluso más consustancial que la pérdida física, que es la pérdida de un hijo. Esa estrategia de la geografía mental me permitió distanciarme de mí misma. Observarme en la pena, en el dolor, y construir o, simplemente, sobrevivir. Sin esa escritura, sin ese decirme desde la distancia que la escritura procura, no habría sobrevivido a tanta pérdida. P. ¿Qué es para usted lo más importante de la vida? R. Pequeñas, grandes cosas: el canto de un pájaro, el gesto de un búfalo, el sonido del pájaro por la mañana, el olor del monte al abrir la ventana, sonidos del bosque. P. ¿No tiene horizonte? R. Si alguno tengo, es la paz. Obtener un estado de paz, y sólo lo obtengo a partir de olores y sonidos que percibo y reconozco en el origen. P. Pero tiene otro hijo, otros afectos. ¿No son importantes las relaciones? R. Sí, pero yo creo que corazón ya no tengo. Aspiro a una neutralidad, a una ecuanimidad, que es también una palabra del budismo. Situarme en la ecuanimidad, en ese centro desde el cual puedes percibir las cosas con neutralidad. Una neutralidad que es germen de paz. P. ¿Qué le ha dado el pensamiento oriental? R. La idea de que todo lo que pasa por la mente tiene el mismo estrato y es de la misma naturaleza. Que los pensamientos forman sentimientos y por tanto éstos son sentimentales, y que la paz se encuentra en otro sitio. Yo no sé si el amor entendido desde nuestra tradición, quizás cristiana (aunque temo meter grandes palabras, borre, borre). No sé, que haya algún tipo de entendimiento del amor que pudiera situarse en esa neutralidad, entonces sí hablaríamos de amor. Aunque hablaría más bien de compasión en el sentido budista, desde una tranquilidad, desde una paz, no desde efusiones sentimentales de ningún tipo. P. ¿Cuáles cree que son los pecados de Oriente y cuáles los de Occidente? R. La tristeza es el gran pecado de Occidente y uno de los grandes pecados que deben ser evitados en Oriente. Es uno de los síntomas del deseo y si la erradicamos, la paz y el amor son posibles. Me considero una gran pecadora occidental porque la tristeza me define, y mi horizonte es el logro de su erradicación aun en los máximos dolores. Oriente es más ducho en esa erradicación, tiene tradición y sistemas en su haber para procurarlo. Nosotros a eso lo hemos llamado la sumisión del indio. Yo creo en cambio que es un camino de comprensión y la mejor manera de estar en el mundo. No tienen grandes logros tecnológicos, pero mire dónde vamos nosotros por ese lado. Y ahora estamos exportándolo a India y a Oriente en general. Ése es otro gran pecado de Occidente: la necesidad de colonizar. De Occidente y de Oriente Próximo, de todos los monoteísmos. La India no ha tenido nunca esa necesidad. Uno de sus pecados es el síndrome de Estocolmo: su admiración por el colonizador. La aceptación del otro siempre ha sido una virtud en ellos, han aceptado las creencias ajenas, pero ahora también están aceptando y emulando las formas de vida de Occidente. Se están convirtiendo en una gran potencia. ¿Para bien de ellos? Yo creo que para mal de todos.
P. ¿Cómo fue Chantal niña? R. Ese recuerdo es muy bonito y es parte del retorno, el tema en el que estoy trabajando ahora. Escribo un nuevo diario de la memoria que se llamará Bélgica. Es una vuelta al origen, pero lo que me lleva a volver es un charquito de agua. El diario es la búsqueda del destello de la memoria, que te sitúa de pronto en un lugar o una experiencia que no acabas de ver, no tienes la imagen. En ese charquito de agua lo que había era gozo, un gozo que sólo puede tener el niño, antes del pensamiento, del juicio y del lenguaje. ¿Qué es el rojo antes de saber que el rojo se dice rojo y empieza a perder color con la palabra? Es lo que era el rojo para esa niña que se quedaba mirándolo durante yo no sé el tiempo. La experiencia en intensidad, no en tiempo. La Chantal niña tenía muchas cosas de éstas porque como hija única y a menudo sola fue desarrollando esa percepción. P. ¿Por qué la internaban en colegios siendo hija única? R. Mi madre vino antes que yo a España, y mi abuela trabajaba y era difícil para ella. En España me internaron porque la niña molestaba al padre, yo era un elemento molesto. Conocí a mi padre tarde y nunca hizo oficio de tal. He pasado por internados de muy distinto calado, pero esas experiencias me permitieron el descubrimiento de la escritura. En régimen carcelario belga escribí mi primera novela, tenía 12 años, era de capa y espada. Entre los 13 y 14 años escribí una novela social. Lo tiré todo, los cientos de poemas, las canciones, todo. Pero el año pasado, en Bélgica, volví a encontrar a un amigo de infancia que vino con un ejemplar de mi primera novela. P. ¿Tiene esperanza? R. No. Creo que hay que erradicarla, la esperanza es parte del deseo. https://elpais.com/diario/2007/06/16/babelia/1181950750_850215.html
No existe el infinito No existe el infinito: el infinito es la sorpresa de los límites. Alguien constata su impotencia y luego la prolonga más allá de la imagen, en la idea, y nace el infinito. El infinito es el dolor de la razón que asalta nuestro cuerpo. No existe el infinito, pero sí el instante: abierto, atemporal, intenso, dilatado, sólido; en él un gesto se hace eterno. Un gesto es un trayecto y una trayectoria, un estuario, un delta de cuerpos que confluyen, más que trayecto un punto, un estallido, un gesto no es inicio ni término de nada, no hay voluntad en el gesto, sino impacto; un gesto no se hace: acontece. Y cuando algo acontece no hay escapatoria: toda mirada tiene lugar en el destello, toda voz es un signo, toda palabra forma parte del mismo texto. Anduve por el dorso de tu mano, confiada... Anduve por el dorso de tu mano, confiada, como quien anda en las colinas seguro de que el viento existe, de que la tierra es firme, de la repetición eterna de las cosas. Mas de repente tembló el universo: llevaste la mano a tus labios y bostezando abriste la noche como una gruta cálida. Llevabas diez mil siglos despertando y el fuego ardía impaciente en tu boca. De "Hainuwele" 1990
El cansancio El cansancio. De nuevo, el cansancio. El esfuerzo por sobrevivir. Reiterado Observar las nubes. Dentro. Barrer. Dentro. Elegir quedar. Toda nube lleva una trayectoria. Asumir la trayectoria. Imposible barrer todo siempre. Está el cansancio. Aunque también el de las trayectorias. De ver pasar las nubes. También ese cansancio. Entonces,
por un momento, ahora. Sin voluntad. Y casi está bien. Hasta pensar el estar bien y convertirlo en nube. En trayectoria. De "Hilos" 2007 El desencanto del Quijote 1. Memoria del viaje Miré al cielo. Dije un sueño espera ser soñado. Venía de otro sueño. Compartido. Hermoso. Me asfixiaba. Era tan limpio el aire que un grito de dolor hubiese resplandecido. Miré al cielo. Cogí mis armas. Las de ellos eran otras, pero no había diferencia: de una verdad a otra, ¿cuánto dista? ¿Cuánta ignorancia las separa
y cuánta las designa? Es la verdad el nombre que damos al impulso con que la vida quiere ser soñada. Cogí mis armas. Atrás quedó el hogar. Abierto, el horizonte. Fue hace mucho tiempo. Ahora… ahora ya no son tiempos de espejismos. 2. El descenso. Tribulaciones de la agonía En los bordes del sueño abre los ojos. Sin abrirlos. Algo despierta, la conciencia de una continuidad. De otra continuidad. Algo despierta y mira dentro (el dentro de la superficie, que no es un dentro sino un debajo, como el forro de un abrigo), buscando algo en lo que anclarse. Un tema, busca un tema. Para no acabar. Para sobrevivir. ¿Sobrevivir? Decidme, ¿quién o qué sobrevive? –Volver al tema. En el tema el mí se reconoce porque alguna parte suya es afectada y se conmueve. Como cuando las lágrimas. Por la imagen. Más que nada, a la mente le gustan las imágenes. Con ellas, teje. Y el tejido hace mundo o lo refuerza, lo hace consistente. En la orilla del sueño algo, un aliento que vibra, insiste en las mismas pautas. Y se hace sólido. Y dice yo. Y el mí adviene, de nuevo, creyéndose, creyéndome ahora en lo que digo. Para no perderme. No aún. No tanto. No tan aún tantas veces. Para no deshacerme. Para sobrevivir pero. Porque no está claro. Por el peso. El mí contiene demasiadas lágrimas. Aunque. El lastre fuerza
a abandonar el texto y condensarse en los márgenes. Y es bueno –¿bueno?–, es adecuado. En fin, no es, de ninguna manera. Sólo hay lastre. Y hay Aún. Hay demasiado Aún para perderse del todo. 3. El pánico El cansancio. La sed. El pánico. Dentro. Fuera no se mueve. Dentro, pánico. Humedad que traspasa la casa-huesos. Entonces voy donde hay muchos. Como si algo fuese cierto. Como si algo cambiase y por eso fuese cierto. Entre todos. Entre muchos. Cierto porque se mueve. Como si hubiese meta. Si no se alcanza no importa. Mejor no alcanzar. Como si. Para que sea cierto -¿cierto?La hora estimada. La hora de llegada estimada. Como si algo ocurriese. Por el movimiento. Por el nombre que cambia. El del lugar. El de los ojos, no. Los ojos siguen fijos en el rostro. El rostro que no veo. Siguen mirando fuera. Yo nunca veo la mirada de mis ojos mirando fuera. El movimiento atrapando la atención. Reteniéndola. Guiándola. Llaman historia a ese movimiento que retiene la atención. Cuando no hay movimiento fuera, la historia ocurre dentro. Pueden haber muchas historias a partir de un solo movimiento. Entre todas forman una situación. La situación es un nudo, a veces una madeja, pero siempre es un nudo. Algunos nudos retienen el pánico. Se produce en el silencio, antes del movimiento, y también después. El pánico es un furor detenido. En un principio fue el pánico. Tuvo que serlo. Luego, el furor fue las formas, ésas que el
movimiento produce en razón de sus detenciones, de sus sacudidas. Cuando el espacio entre las sacudidas se prolonga, decimos que alguien ha muerto. Entonces vuelve el pánico o, mejor dicho, se abre. Se abre el pánico y el furor se detiene. Suele ocurrir también que alguien, en el movimiento aún sostenido, caiga en la abertura del pánico. Es por efecto del vértigo que arrastra como un esfínter los bordes de la abertura. Su tiempo, entonces, queda detenido. En el pánico. Por eso hago como si algo ocurriese. Ocurre al menos la historia como si algo ocurriese. Un movimiento, una vez más. Tal vez sirva. Para que haya historia y me la crea. Lo justo para poder caer más adelante. 4. Resurrección en la tierra Mirar al cielo. Luego, a la tierra. Decir hay un sueño que espera ser soñado. Un sueño espera ser soñado. La boca seca. No hay saliva. Alzar los ojos, donde los gavilanes y los misiles. No, los ojos a ras de suelo, donde la hierba, entre la herrumbre, donde la hierba arde verde y poderosa. He perdido las armas. He tirado el escudo. De entre todas las verdades elijo una sola: la caricia del sol en el tronco de mi alma calcinada.
5. El despertar En los bordes del sueño abre los ojos. Sin abrirlos. Algo despierta, la conciencia de una continuidad. De otra continuidad. Y, entonces, el milagro: la hierba. Bajo los pies, creciendo. ¡La hierba! Heme aquí raíz... Heme aquí raíz, savia de impulsos ascendentes, madre aún, posible siempre, anticipada gestación de un porvenir intruso, intrusa de un presente que desestima el valor de nacer a sí mismo de nuevo. Heme aquí clavando mis ojos de savia encarcelada en los troncos vacíos de los árboles muertos, heme aquí creyendo, queriendo creer en la impostura de las ruinas, en el candor del desastre, el valor de lo opaco, la calidez del humo en los rescoldos. Heme aquí, heme aquí, he aquí que me atrevo a creer en las ruinas. ¡Me atrevo a creer en las ruinas! De "Conjuros" 2001 Iniciación Estoy creciendo de la nada. Mis ojos tantean la claridad difusa
mis manos se posan y tantean abro agujeros mi cuerpo agujeros en el cielo agujeros tanteo las estrellas agujeros que llueven y es dolor y el dolor penetra mi cuerpo tantea el dolor tal vez el gozo indaga descubre el mí mi boca dice vuelvo sobre mí misma y tanteo ¡es tanta la ceguera! cierro los ojos lo cierro todo y de repente me abro veo veo lo que no hay veo estoy creciendo de la nada. Intermedio Entre una imagen tuya y otra imagen de ti el mundo queda detenido. En suspenso. Y mi vida es ese pájaro pegado al cable de alta tensión, después de la descarga. De "Lógica borrosa" 2002 La otra orilla Algún día, cuando el aire pese como tierra sedienta sobre los cuerpos desnudos, tal vez alcance a ser la voz de aquel peregrino que enmudeció o el agua que, gota a gota, resbala por su pecho. Él nunca estuvo en la otra orilla pues sabe que allí los dioses duermen en el polvo. Y sabe que cuando un hombre por azar se duerme en la otra orilla -ese lugar que siempre ocupó la miradaellos se despiertan y se contemplan en él. Si ese hombre, entonces, se despierta, se convierte en espejo y estalla con el sol. De "La otra orilla" 1990
Llevo acostada largo tiempo... Llevo acostada largo tiempo en la orilla. Mis pechos son colinas cubiertas de hoja seca. Levanto la cabeza y me contemplo: en mis muslos el vello a punto de ser vello, me incorporo: la hierba a punto de ser hierba, doy un paso y despierto al agua a punto de ser agua, se asusta un ave negra a punto de ser ave a punto de ser negra... Un resplandor me ciega: el bosque me contempla, a punto de ser bosque, a punto de ser tuya. De "Hainuwele" 1990 No existe el infinito... No existe el infinito: el infinito es la sorpresa de los límites. Alguien constata su impotencia y luego la prolonga más allá de la imagen, en la idea, y nace el infinito. El infinito es el dolor de la razón que asalta nuestro cuerpo. No existe el infinito, pero sí el instante: abierto, atemporal, intenso, dilatado, sólido; en él un gesto se hace eterno. Un gesto es un trayecto y una trayectoria, un estuario, un delta de cuerpos que confluyen, más que trayecto un punto, un estallido, un gesto no es inicio ni término de nada, no hay voluntad en el gesto, sino impacto; un gesto no se hace: acontece. Y cuando algo acontece no hay escapatoria: toda mirada tiene lugar en el destello, toda voz es un signo, toda palabra forma parte del mismo texto. De "Matar a Platón" 2004 No pondrás nombre al fuego No medirás la llama con palabras dictadas por la tribu, no pondrás nombre al fuego, no medirás su alcance. Todas las llamas son el mismo fuego. Mi cuerpo es una antorcha que alumbra los espantos
que la razón constituye en sus tinieblas. Hay que mirar al cuerpo, muy adentro, tocar el centro ardiente, abrirlo y propagar el gozo de la lava. No importa en qué caderas, en qué pecho resbale, no importa la estatura, el sexo o la materia pues todos caminamos sobre la misma pira. No medirás la llama con palabras que encubren los viejos sentimientos de los hombres. De "Conjuros" 2001 Sin embargo... Sin embargo, sin embargo, sin embargo... No me fío de mí. Nada es permanente. Menos lo es la palabra. Esto tampoco, esto tampoco, esto tampoco. No me fío, no te fíes de quien dice, de quien habla, de lo que se dice, de lo que dices, de lo que digo, no me fíes, no te fío. La lucidez es una chispa, un estado de conciencia en las multiplicadas estancias de la conciencia o que hacen conciencia, las estancias que se alargan, se prolongan, se continúan, y así se le llama conciencia a aquella continuidad. No me fío, no te fíes de las estancias, se estrechan, se acortan, se invaden, desaparecen, la lucidez es un instante entre estancias, ventanas en la mónada que si permanece bajo
la luz del foco se hace estancia, también ella, y sufre las mismas convulsiones. Sin embargo, sin embargo, sin embargo... lo que intuyo ahora se borrará mañana, luego, ahora, apenas se haga pensamiento, conciencia: estancia. Atrapamos la sensación que invade las entrañas, muy abajo, muy adentro, muy homogénea, la atrapamos y la hacemos eso: "sensación", la nombramos, la describimos... la perdemos. Ya no es ella, ya no es eso, ya no es. Aún está allí pero no es lo que digo, lo es apenas, no es lo que oís, no es eso, no os fiéis, no me fíes, no te fío. De nuevo cae la tarde, mengua la luz. Los colores del otoño vienen del oeste, decía aquel poeta chino. El mundo está en mí. No me apartaré. Acojo todos los colores, el estío dentro de mi otoño, porque sé que no hay fin, que no habrá término. Todo comienza y termina en mí. Yo soy el infinito proyecto de mí misma por encima de mí me sobrevuelo. De "Lógica borrosa" 2002 Su gran conocimiento de los límites... Su gran conocimiento de los límites hace que guste de dormir
justo en el borde de las cosas: el lugar que separa la superficie del jarrón y el aire que lo envuelve, la luz y la pantalla que la expande, el deseo y el cuerpo que acaricia, la distancia que media entre la voz y la palabra o el suspiro. Quienes ahí la rozan aprenden, unos el miedo, los otros la indiferencia. En cambio en mí se crece el amor que le tengo con tal fuerza que en esa ambigua consistencia del objeto entregado a su no-ser-sí-mismo quiero verter mis brazos en torrente y enredarme la piel, des-componerme en la disolución perpetua que confirma su ser. Pero, apenas intuye mi intención, se anticipa, burlando el gesto en sus inicios: tanteo la incipiente claridad y la encuentro, bien despierta, en el centro de las cosas. De "Poemas a mi muerte" 1994 Te supe frágil y desnudo... Te supe frágil y desnudo, tan frágil eras, tan desnudo que se quebró tu sombra al respirar. Abrí la puerta y las voces del agua adoptaron la forma de tu cuerpo. Tan leve parecías, tan al borde de ti que la noche aprendió el modo de dormirse sobre el rio. De "La otra orilla" 1990 Todos tienen algún objeto precioso que ofrecer... Todos tienen algún objeto precioso que ofrecer: un cuenco de agua negra en que mirarse, la piel recién curtida de un leopardo, un hijo o un potro amado por los vientos. Pero yo nada tengo: cuando quiero mostrar tu reflejo en mis manos te pierdo, y otra noche infinita comienza, pues al perderte ni siquiera yo me pertenezco. De "Hainuwele" 1990
Una mañana acorde a la estética de un pintor de la época Tang... Una mañana acorde a la estética de un pintor de la época Tang: viento en la gran acacia del jardín, lluvia de flores amarillas. Ella, por precaución, se ha quedado en la casa y me contempla a través de un cristal. Sabe que me alimento del olor de las hojas, del susurro del aire en la corteza de los árboles, sabe que volveré colmada y repartiendo vida por doquier. Y con cuánta cautela me esquiva entonces la mirada, con cuánta discreción separa su piel de los objetos tenebrosos, con cuánta suavidad se desdibuja para no perturbar la danza del sol en mis cabellos. De "Poemas a mi muerte" 1994 Y si te quiero abierto... Y si te quiero abierto como el centro imposible de un mundo transparente, si te quiero imposible, más allá de mis brazos o la aurora que extiende un sueño en las tinieblas, más abierto que el viento, más leve y más amante, será porque mañana nos quisiera infinitos, unidos como nieve a punto de ser agua. Y es por eso que dejo resonar la memoria, todas esas palabras de hilo que se enredan en tu boca o la mía. De "Semillas para un cuerpo" 1988 ¿Y donde está escondido tu tesoro, Hainuwele? «¿Y donde está escondido tu tesoro, Hainuwele?» me pregunta, burlona, la más anciana del poblado. Se refiere, lo sé, a lo que siempre buscan los hombres cuando vuelven del combate. Mi tesoro, contesto, es suave como el musgo, dulce como leche de almendras, tiene el frescor de los helechos y sangra sin dolor hasta teñir de púrpura el crepúsculo o para alimentar los cachorros de un tigre. Mi tesoro no está escondido:
resplandece en el bosque como el oro, mas sólo un hombre ciego pudo hallar el camino que a él conduce. De "Hainuwele" 1990 De "Matar a Platón" 2004: Un hombre es aplastado... Un hombre es aplastado. En este instante. Ahora. Un hombre es aplastado. Hay carne reventada, hay vísceras, líquidos que rezuman del camión y del cuerpo, máquinas que combinan sus esencias sobre el asfalto: extraña conjunción de metal y tejido, lo duro con su opuesto formando ideograma. El hombre se ha quebrado por la cintura y hace como una reverencia después de la función. Nadie asistió al inicio del drama y no interesa: lo que importa es ahora, este instante y la pared pintada de cal que se desconcha sembrando de confetis el escenario. Tuerzo la esquina. Apresuro el paso. Se hace tarde y aún no he almorzado. De "Matar a Platón" 2004 ¿Y qué hay del sentimiento... ¿Y qué hay del sentimiento? No, no lo hay, aquí no hay sentimiento. ¿Debería haberlo? ¿Es poesía el verso que describe fríamente aquello que acontece? Pero ¿qué es lo que acontece ? De "Matar a Platón" 2004 Una mujer temblorosa aprieta... Una mujer temblorosa aprieta el brazo de su acompañante. Él vuelve hacia ella un rostro tan largo como un número de serie y dice: “El sesenta por ciento de los muertos por accidente en carretera
son peatones”. La mujer deja de temblar: todo está controlado. A punto estuvo de creer que algo anormal ocurría, algo a lo cual debía responder con un grito, un espasmo, un ligero anticipo de la carne ante la gran salida, pero no: aquello es conocido y ya no la involucra; le pertenece a otros. Y él añade: “Han llamado a una ambulancia”, y ella se relaja, su angustia la abandona: el orden nos exime de ser libres, de despertar en otro, de despertar por otro. A punto estuvo de gritar, desde esa carne ajena, pero el orden contuvo a tiempo ese delirio. De "Matar a Platón" 2004 Y ahora... Y ahora, cuando estamos a punto de acabar, tal vez usted pueda decirme por qué se queda a oscuras la ciudad cuando el sol cae oblicuo como una lanza, y es verano. De "Matar a Platón" 2004 ****** Mejor no diga nada... Mejor no diga nada. Sería inútil. Ya ha pasado. Fue una chispa, un instante. Aconteció. Yo acontecí en ese instante. Puede que usted también lo hiciera. Suele ocurrir con los poemas: terminan condensándose las formas en nuestros ojos como el vaho sobre un cristal helado; las formas, con su herida. Pues quien construye el texto elige el tono, el escenario, dispone perspectivas, inventa personajes, propone sus encuentros, les dicta los impulsos, pero la herida no, la herida nos precede, no inventamos la herida, venimos a ella y la reconocemos. De "Matar a Platón" 2004
****** Se hizo de noche al mediodía... Se hizo de noche al mediodía. No pude respirar. Tanto metal entre la carne, aquel sabor a cieno y sobre todo el corazón oblicuo, sí, eso es, el corazón oblicuo. Como las tejas de un tejado, resbalando. El viento arriba (había viento, sí, un viento suave). Pero ya terminó. Una sombra no hace la noche entera. Volvamos cada uno a lo que nos distingue: esa historia concreta, personal que nos mantiene a salvo -mientras tanto. Una sombra no hace la noche entera -¿o sí la hace? De "Matar a Platón" 2004 ****** Yo no soy inocente... Yo no soy inocente. ¿Lo es usted? La realidad está aquí, desplegada. Lo real acontece en lo abierto. Infinito. Incomparable. Pero el ansia de repetirnos instaura las verdades. Toda verdad repite lo inefable, toda idea desmiente lo-que-ocurre. Pero las construimos por miedo a contemplar la enorme trama de aquello que acontece en cada instante: todo lo que acontece se desborda y no estamos seguros del refugio. Bien pensado, es posible que Platón no sea responsable de la historia: delegamos con gusto, por miedo o por pereza, lo que más nos importa. De "Matar a Platón" 2004