LAS FILÓSOFAS CIRENAICAS Y CINICAS. HISTORIA DE LAS MUJERES “DOROTEA SANTOS”
CIRENAICAS Y CÍNICAS
https://sites.google.com/site/laruecadeaspasia/5-cirenaicas-y-cinicas Como ya hemos dicho, muerto Sócrates, los discípulos volvieron a sus ciudades de origen. Dos de ellos fueron Aristipo y Antístenes. A los seguidores de Aristipo se les conoce con el nombre de cirenaicos, ya que fue en la ciudad de Cirene donde se retiró Aristipo y fundó su escuela. A los seguidores de Antístenes se les conoce como Cínicos, por ser en el gimnasio de Cynosarges donde comenzó éste a hacer filosofía. Comparten ambas escuelas el hecho de haber tenido formando parte de su secta a una eminente filósofa cada una, claro que de forma accidental, ya que no nos consta que aceptasen mujeres. Bien es cierto que los cínicos tuvieron, en general, una actitud más abierta hacia las mujeres y que el mismo Antístenes llegó a considerar que la virtud era la misma tanto para hombres como para mujeres (Laercio) eso no quita para que la contradicción se produjese también en los cínicos como se produjo en Platón, pues lo cierto es que los cínicos tuvieron más bien una actitud misógina por considerar que las mujeres eran fuente de deseo y más que nada perturbadoras del ánimo masculino. Los hedonistas cirenaicos no compartieron dentro de la secta más mujer que la hija del fundador, en un nuevo suceso de preocupación paternofilial, como el caso de las hijas de Théano, Cleobulina, Atenais, o Hipatia.
ARETA DE CIRENE (s. IV a. C.) Arete o Areta, la cirenaica. Fue hija y discípula de Aristipo de Cirene, y de madre desconocida. Areta ha pasado a la historia del pensamiento filosófico femenino por haber educado personalmente a su hijo Aristipo, nieto de Aristipo el fundador de la secta. Por esta razón Aristipo “el joven” fue conocido como el metrodidacta, es decir, quien ha sido educado por su madre, según nos cuentan tanto Laercio en Aristipo II, 5 y 16, como Clemente, Stromata, IV, XIX. Según Laercio, los sucesores directos e inmediatos de Aristipo fueron, en primer lugar su hija Areta, lo cual nos hace pensar que al ser ella la maestra de su hijo, gozó de enorme prestigio dentro de la escuela, y que este ha podido ser el motivo por el que algunos la hacen dirigiendo la escuela a la muerte de su padre. Carecemos de fuentes antiguas que así lo atestigüen y la verdad es que la información con la que contamos acerca de ella es bastante pobre; en algunos manuales casi ni se la menciona, como es el caso de la historia de la filosofía de Jaime Balmes, o la Enciclopedia Católica, que la cita como seguidora pero que no hace mención a nada más. Incluso en la del cardenal Zeferino González es nombrada nada más. En cambio, sabemos por el historiador Antonio Pirala, divulgador feminista del siglo XIX que colaboró en la revista <El Correo de la Moda> con sus artículos para la Sección: Instrucción. Historia de la Mujer, que la filósofa Areta “…era tan docta en las letras griegas como en las latinas; y leía y explicaba de tal modo la doctrina de Sócrates, que más parecía haberla escrito que aprendido…Escritora tan fácil y elegante como sabia maestra, dejó a la posteridad cuarenta libros sobre diversas ciencias. Después de haber enseñado filosofía material y moral en las Academias de Atenas por espacio de treinta y cinco años… Ciento diez filósofos distinguidos se vanagloriaban de haber sido sus discípulos”. Resumiendo, Página 1 de 5